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sábado, 20 de junio de 2020

CHARLA SOBRE Casa Encantada con el concejal de cultura.

En el día de ayer tuve una charla con el concejal de cultura del Excmo Ayuntamiento de Peñarroya- Pueblonuevo, don Luciano Carrasco, con quien pasé un rato muy agradable recorriendo Casa Encantada y hablando de sus personajes. Si te lo perdiste, puedes vernos y escucharnos en el siguiente vídeo.
Gracias por la oportunidad.



jueves, 19 de marzo de 2020

Vuelven los ojáncanos.

En Casa Encantada se ha decretado el estado de alarma por ese dichoso virus que tiene a los no encantados de cabeza. Tras una reunión de los altos responsables de la casa mágica, se ha decidido que los personajes de cuento también deben someterse a aislamiento. 
Y ahí están todos, dentro de la vieja mansión intentando pasar estos días de la mejor manera posible. Como es de esperar, Matilda y Plumillas se encargan de la emisora de radio y de amenizar en lo posible las horas. Las discusiones no faltan.
En el exterior, nuestro culebre favorito, Smaugui, ha encendido la chimenea de un solo soplido, y  es que no hay nada más auténtico que un dragón español. 

Plumillas ha decidido salir al jardín a hacer unas fotografías de la lluvia sobre las palmeras, Matilda mientras tanto aprovecha para poner música de la que no le gusta a su amigo.

- Ya está la lagartija poniendo música cateta... Si es que no la puedo dejar sola. ¡Qué cruz! -Murmura el ratón mientras se agacha para sacar fotos de una bonita azucena-

Don Leonardo mientras tanto cambia impresiones con el mago Pirú. No va a ser fácil tener entretenidos a los más pequeños sin poder salir de casa. En esto, la ayuda de Blasito y Benito, nuestros ratones cocineros, va a ser fundamental. Ya tienen preparado un taller de galletas y magdalenas para esta tarde, así que andan a tope disponiendo todo en la cocina.

- ¿Cree que esto durará mucho, don Leonardo? - Pregunta Pirú-
- Pues... ,dependerá de la gente no encantada, nosotros no podemos hacer mucho.
- No entiendo muy bien la decisión que hemos tomado, a fin de cuentas somos mágicos, poco nos puede pasar. - Dice Pirú mientras pasea
 por el salón-
- Me preocupan las pesadillas de los más pequeños, ya sabes que lo malo entra por ellas así que es mejor mantenerlos divertidos y en casa, sin contacto con la gente no encantada. Ellos deberían hacer lo mismo con sus niños.
. Tiene usted toda la razón- ¿Otro té?


Mientras tanto, Plumillas sigue haciendo fotos de aquí y de allá. Ve  la casa de doña Pepita, la ardilla, que no quiere salir, pero le saluda desde la ventana. 

- Doña Pepita, buenos días, hago una foto de su casa y se la mando luego. ¿Le parece bien?
- Claro, hijo. Anda, vete pronto que no están las cosas como para estar en la calle.

De vuelta ya en Casa Encantada, Plumillas se dirige a la emisora para enseñarle las fotos a Matilda. Ha decidido que va a sacar una edición especial del periódico de Casa Encantada con fotos de los alrededores e historias de don Leonardo. 

- Mira Matilda, a ver si te gusta lo que traigo. ¿Quieres quitar al Bisbal? De verdad, eres una lagartija muy pesada.
- Si te crees que voy a poner música con ruido vas listo. ¿Sabías que la batería armando jaleo es un instrumento que atrae a los seres malos malísimos que viven en unos sitios que no podemos ver? - Le dice Matilda apuntándole con un lápiz-

Plumillas toma aire profundamente y se sienta. No quiere discutir con ella, no tiene remedio. 
Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

De repente, siente mucho picor en la nariz y comienza a estornudar.

- ¡Atchis! ¡Atchis!
- ¿Te has constipado? -Le pregunta la lagartija-
- Esta mañana estaba bien. ¡Atchis! Qué raro...
- ¡Madre mía que te veo venir, eh!

Plumillas se asusta y se levanta de la silla como si algo le hubiera picado. Comienza a andar de un lado para otro con las manos en la cabeza. Una de las veces, se gira tan rápido que se lía los pies en su propia cola y casi se cae.

- ¿Y si tengo coronavirus? ¡Que he salido de la casa! ¡Ayyyy que me he contagiado! ¡Socorro! ¡Ayuda! ¡Pirúúúúúú!

Matilda apoya su barbilla en la mano izquierda mientras que con la derecha, tamborilea los dedos sobre la mesa. No puede aguantar la risa.

- ¡No puedes contagiarte! Eres un ratón, ¡so insustancial!
- ¡Pues entonces tengo corona-ratón!

En ese momento, la lagartija saca de debajo de la mesa un matamoscas y le atiza en toda la cabeza al pobre Plumillas. Este, asombrado deja de gritar. En ese momento, la puerta de la emisora se abre y aparecen Pirú y don Leonardo, que alertados por los gritos se dirigen raudos a averiguar qué está pasando. 

- ¿Qué ocurre aquí? -Pregunta don Leonardo enfadado-
-  Plumillas dice que tiene corona-ratón. -Matilda comienza a reír-
- Sabíamos que iba a pasar esto. Bien, os quiero ver en cinco minutos en el salón. Vamos a hablar con todos los habitantes de Casa Encantada para que nadie se vuelva loco.- Propone el mago-

Todos reunidos en torno a la chimenea, grandes y pequeños, aguardan expectantes lo que tienen que decirle sus amigos mayores. Don Leonardo toma la palabra.

- Como todos sabéis, la gente no encantada está poniéndose malita por un virus que se llama COVID-19, pensaban que era como un constipado, pero al final ha resultado ser peligroso y altamente contagioso y por ese motivo, han decidido quedarse todos en sus casas durante 15 días y probablemente, muchos días más. Así evitan también que abuelos y personas delicadas se enfermen.
- ¿Y a nosotros también nos afecta? -Pregunta Smaugui-
- Veréis -Habla ahora Pirú- Nosotros somos personajes mágicos, en principio no podemos contagiarnos, pero... Tenemos interferencias con el mundo no mágico a través de los sueños de los niños. Si uno de ellos tiene pesadillas, lo malo de su mundo, puede pasar al nuestro y por eso es importante que nosotros también permanezcamos en casa mientras ellos solucionan sus problemas.
- No sabía que los sueños fueran tan importantes.... - Murmura Bizcocho- ¿Y podemos ayudarles?
- Sí, amigo- Contesta nuevamente el mago- Hay que soñar y pensar cosas bonitas para que podamos vivir todo eso. Es muy importante que el mundo no mágico y especialmente los niños, tengan buenos pensamientos, el mundo entero depende de ello. También el nuestro. Ahora, debemos permanecer todos juntos teniendo sueños hermosos con ellos, enviando pensamientos de felicidad para que pronto puedan salir de su problema.
- Pues entonces, vamos a enviarles pensamientos llenos de salud y a imaginarlos felices. ¿Qué os parece, chicos? - Dice la seño Yolanda-
- ¿Y comidas ricas? ¿Podemos enviarles algo? - Dice Benito que sale del salón y vuelve rápidamente con un plato delicioso-


Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

Todos ríen la ocurrencia y se preparan para la rica comida del mediodía. Cuando llega la tarde todos están tranquilos, cada cuál con un pensamiento alegre para los no encantados. Todos menos Plumillas, que desoyendo las recomendaciones ha vuelto a salir a hacer fotos.
Los alrededores de Casa Encantada en esta época están preciosos. La hierba crece fresca y alta y las flores brotan sin aparente orden rompiendo el verde. Una alfombra multicolor se extiende ante la cámara del ratón que sin darse cuenta se va alejando.
De repente, se escuchan pasos, unos pasos poderosos que hacen temblar el suelo. Plumillas recuerda perfectamente la última vez que oyó algo así. No podía ser...
Corre a esconderse tras una roca y asustado ve algo que pensaba no volvería a ver jamás. ¡Ojáncanos!

Imagen extraída de Internet, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

- ¡Y no me he traído la rosa azul para avisar a los demás! - Plumillas registra sus bolsillos, su mochila...Nada, no tiene el mágico utensilio que los habitantes utilizan para comunicarse- 

Decide permanecer quieto y en silencio hasta que los ojáncanos se alejan lo suficiente como para no poder verlo. Pasado el peligro, corre como alma que lleva el diablo y consigue alcanzar Casa Encantada en tiempo récord.

- ¡Pirú! ¡Pirú! 

Sube las escaleras corriendo y a quien primero encuentra es a la lagartija con una mascarilla y guantes.

- ¿Pero qué haces? - Dice Plumillas parándose frente a ella-
- Estoy ensayando, por si de verdad tienes algo y me lo pegas. ¡Tuuuuuuuuuuuuuuuuso! ¡No te acerques! ¡¡Plumillas culo de bombilla!
- Qué graciosita eres, Matilda. ¿Y si eres tú la que tienes el coronatija?

Matilda saca de no se sabe dónde el matamoscas y el ratón se pierde corriendo casa adentro. Al llegar al salón, Pirú y don Leonardo se sobresaltan.

- Pero..., alma de cántaro ¿Dónde vas con esas prisas? -Pregunta el mago-
- ¡Pirú, don Leonardo! ¡Hay ojáncanos en los alrededores! ¡Los he visto!
- ¿Y qué hacías en la calle si se puede saber? - Le pregunta don Leonardo un tanto enfadado-
- ¡Reportajes! La prensa no puede parar.

Estando en la conversación oyen un batir de alas y un ruido inmenso que solo puede ser Smaugui. Algo pasa afuera. Corren al exterior y se encuentran al culebre lanzando grandes llamaradas para alejar a dos ojáncanos que se acercaban peligrosamente a la casa. ¿Cómo era posible que la campana de protección de la casa estuviera desactivada?

- ¡Pirú! ¿Por qué no funciona la protección de Casa Encantada? - Pregunta don Leonardo preocupado.
- El hechizo dura 22 horas, estoy trabajando para poder completar las dos horas que faltan, pero no he dado todavía con resultados. Siento que haya pasado esto, los detendremos.

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Smaugui se estaba enfrentando a los poderosos ojáncanos que asustados salen corriendo buscando alguna cueva en la que ocultarse, con tan mala fortuna, que se meten en la que el culebre se había fabricado como hogar, justo entre las grandes escorias de mina.

- ¡Se han metido en mi casa! -Grita enfadado Smaugui-
- Tranquilo, amigo, los sacaremos de ahí y volverán a su lugar de origen. No pintan nada en estas tierras y ya tenemos bastantes problemas como para encima enfrentarnos a estos seres. -Contesta el mago- Ahora, tenemos que intentar que en dos horas no salgan de ahí o lo pasaremos mal. Después idearemos un plan para que salgan de manera definitiva.
- Entendido, los mantendré a raya. -Contesta el culebre-

Los ojáncanos no se movieron del que parecía su nuevo hogar. Smaugui tenía guardadas muchas cosas brillantes y las olivinas que Matilda le había regalado. A estos seres realmente no les interesa nada de eso, pero son dañinos y malos y lo primero que hacen es deshacerse de todo tirando las cosas a un arroyo cercano.
Con la protección de la casa de nuevo operativa,  se reúnen todos en el salón. Matilda, toma la palabra.

- Familia, estoy preocupada porque los ojáncanos han venido precisamente a un lugar donde crece la encina, cuyo fruto es una de sus comidas favoritas. Me temo que vienen a quedarse y que si los echamos de aquí, se irán a cualquier dehesa e intentarán aislarla haciendo desfiladeros. También me preocupan las golondrinas, se comen todas las que pueden y no podemos permitir que aquí hagan eso.

La seño Yolanda se quedó muy preocupada, entre sus alumnos había golondrinas, como el caso de Victoria y Guillermo, los dos hermanos traviesos que solían comerse las semillas de los huertos. No sabía cómo, pero esos seres maléficos tenían que salir de los alrededores de Casa Encantada.

- Al menos, la cuarentena de la gente no encantada ayuda a que no anden por aquí. Imaginaos que se encuentran con ellos. ¡Morirían del susto! - Dice don Leonardo-

El día llegó a su fin con una preocupación indisimulada. Y luego estaba Smaugui, que se había quedado sin casa, así que entre todos habían extendido unos enormes toldos desde la puerta principal de Casa Encantada hasta los eucaliptos para que pudiera resguardarse. El culebre cubrió los laterales también para evitar que entrara el aire, de ese modo se hizo una casa a modo de tienda de campaña. Sería suficiente hasta que pudiera recuperar su hogar.

El silencio se hizo hueco en la noche, tan solo se escuchaban algunas aves nocturnas, ni siquiera los murciélagos se atrevían a salir, sabían que eran un plato delicioso para los temibles ojáncanos.
Al día siguiente, se encontraron con algo que no esperaban. A primera hora de la mañana, doña Carmelita Despistillos estaba frente a la casa muy nerviosa, don Leonardo al verla la hizo pasar.
Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

- Pero, doña Carmelita...¿Qué hace usted aquí? ¿No sabe que no se puede salir?
- Calle, calle, don Leonardo... He tenido que salir esta mañana a unas comprillas y a la vuelta ¡No he podido regresar a casa! ¡Ay qué desgracia!
- Tranquilícese, entre y cuénteme todo.

Entraron al salón, Bizcocho le trajo una  taza de café bien caliente para que se le pasara el susto y luego escucharon su relato. Doña Carmelita vivía en "Las Corridas", una finca llenita de encinas y cercana a Casa Encantada, esa mañana todo parecía normal hasta que de repente, de la nada salieron unos enormes desfiladeros que han aislado toda esa zona. Imposible salir o entrar, con lo cuál muchos personajes se han quedado atrapados en sus casas. Y lo que es peor... Han visto a unos seres descomunales, con un solo ojo merodeando por allí, algo que no se conoce por estos lares. Todos están muy asustados.

- No se preocupe -dice Pirú- Puede quedarse aquí hasta que todo pase, nosotros nos encargaremos de este problema.
- Pero... ¿Que son esos bichos?
- Son ojáncanos, doña Carmelita, unos seres que representan todo lo feo y malo. Tranquila, aquí estará segura.
- Gracias... Para agradeceros vuestra hospitalidad, os haré una tarta enoooorme. ¿Vale?
- ¡Nos parece perfecto! - Se apresura a contestar Bizcocho-

Matilda, que ha escuchado todo desde el pasillo, entra para preguntar a don Leonardo.

- ¿Por qué doña Carmelita lleva un zapato de cada color?
- ¡Oh!, ¿es que no lo sabes? Es la señora más despistada de todos los alrededores, es bastante probable que ni se haya dado cuenta de ese detalle.
- No es posible.
- ¡Si yo te contara! Hace cosas peores, créeme.

Y se alejó por el pasillo riendo a carcajadas. A Matilda le intrigó muchísimo esa señora, ya habría tiempo de saber más, ahora había que trazar un buen plan para sacar a los ojáncanos del Guadiato.
Avanzada ya la mañana, una comitiva compuesta por el mago Pirú, Matilda, Plumillas y Smaugui, se dirige hasta la finca ocupada por los ojáncanos. Al llegar al cruce con la carretera de Fuente Obejuna, se detienen. Una enorme grieta les cierra el paso, es imposible acceder en muchos kilómetros, los ojáncanos se han empleado a fondo haciendo desfiladeros.

- ¿Cómo es posible que hayan hecho esto en tan poco tiempo? - Pregunta Plumillas-
- Son muy poderosos -Contesta el culebre- toda su maldad es equivalente a esta fuerza que desatan. A veces, me parecen invencibles.
- Bueno, bueno, mantengamos la calma - Dice Pirú- Intentaremos cruzar al otro lado con un hechizo. No os separéis de mí. ¡Matilda, a mi bolsillo!

La lagartija, obediente, se introduce en el bolsillo del mago y espera lo que haya de suceder. Una nube plateada los envuelve y cuando abren los ojos, están en un precioso prado salpicado de tilos y encinas que termina en la cola del pantano. El agua está tranquila, solo se altera con el salto de las carpas que ajenas a sus nuevos vecinos, saltan y disfrutan del día soleado. Algunos patos hacen acto de presencia, Matilda cuenta hasta cuatro especies distintas. Sin duda, el Guadiato es un paraíso para los animales y no pueden consentir que esos seres monstruosos destruyan este maravilloso entorno.

De repente, escuchan pasos, otra vez esos temibles, ruidosos y escalofriantes pasos, corren a esconderse detrás de una encina, desde allí, pueden ver a un ojáncano sentado tranquilamente. Alrededor, multitud de cáscaras de bellota.

- ¿Veis eso? - Susurra Matilda desde el bolsillo de la túnica de Pirú- ¡Hay que atraparlo!
- Escuchad, el plan es esperar a que estén los dos para poder paralizarlos, luego tú, Matilda y  tú, Plumillas los ataréis fuertemente por si durante el viaje despiertan. Smaugui, tendrás que volar hasta Cantabria para devolverlos a su lugar de origen. - Propone Pirú-

- De acuerdo, pero no creo que pueda llevar a los dos a la vez.
- En eso tiene razón, Pirú. - Dice Plumillas-
- No lo había pensado... - El mago se mesa la barba e intenta buscar una solución rápida-
- Bien, detrás de esos roquedos han excavado una cueva, podemos introducir a uno de ellos allí mientras Smaugui vuelve. Yo me quedaré para asegurarme de que no despierta del hechizo-
- Nosotros nos quedamos también. -Propone Matilda-

Tan metidos en la conversación estaban que no vieron venir a uno de los temibles seres, solo cuando el suelo tembló bajo sus pies, fueron conscientes de lo cerca que lo tenían.

- ¡Corred! - Gritó Plumillas-

 Pirú se interpone entre el ratón y el ojáncano y en un rápido giro de su báculo, el terrible ser queda paralizado como si fuera una roca.

Rápidamente, Plumillas y Matilda atan fuertemente al ojáncano y  casi sin esperar, Smaugui levanta el vuelo y se pierde en el cielo.

- Buen trabajo, chicos. - Dice el mago- Ahora nos queda la ojáncana y esa... es más temible si cabe que su compañero.
- ¿Es verdad que roba a los bebés de los humanos? - Pregunta Plumillas-
- Así es amigo, así es. También se come a los niños que se pierden en el bosque así que por una vez, suerte que están todos los humanos en sus casas y no zascandileando por ahí, eso les va a salvar la vida.

Pero nada más terminar la conversación, aparece la temible ojáncana. A diferencia de su compañero, ella tiene dos ojos y una enorme boca con dos colmillos tan grandes que parecen de jabalí. También llama poderosamente la atención los grandes pechos que se echa a la espalda para correr.

La ilustración creo que es de "Cotiva", si ves este cuento, por favor, déjame un mensaje para poder llegar a un acuerdo. Si no deseas que esté aquí tu dibujo, lo retiraré. 

- Chicos... ¿Qué lleva debajo del brazo? Es...Es... -Balbucea Matilda-
- ¡Es un niño! -Grita Plumillas- ¡Hay que salvarlo como sea!

Pirú les explica que no puede emplear el hechizo porque afectaría al chico así que tienen que pensar algo muy rápido. Por suerte, no han sido vistos y la horrible criatura se dirige a unos roquedos donde debe tener la cueva. Hay que actuar urgentemente o el niño morirá. 

- ¡Ideas! ¡Rápido! - Dice Matilda muy alterada! 
- Humo, hay que llenar la cueva de humo para que salga - Propone Plumillas-
- ¡Oh, gran idea! - Exclama la lagartija- Y de paso atufamos al niño. ¿No?

Lagartija y ratón se enzarzan en una de sus típicas discusiones mientras Pirú mira al agua perdido en sus pensamientos. Tiene que haber alguna solución.

- Matilda - Dice al fin - Necesito tus dotes teatrales y tu valentía.
- Lo que mandes, Pirú.
- Quiero que te pongas delante de la cueva y la llames, que grites, que cantes, que hagas toda clase de ruidos. Molesta todo lo que puedas hasta que consigas que salga. Tienen muy mal genio y si mi intuición no falla, no tardará en asomar su fea cara y entonces, podré lanzar mi hechizo.
- ¡Me niego a que vaya sola! - Exclama Plumillas-
. Tranqui, Plumis..., sé cuidarme solita.

Y sin dar tiempo a nada más, la lagartija corrió entre la hierba hasta ponerse frente a la cueva.

- ¡Ehhhhh! ¡Tú, tetona! ¡Sal de ahí! ¡Te voy a peinar con mis flechas, so marrana despeinada!

A una distancia prudencial, el mago y el ratón reían las ocurrencias.

- ¿Lo ves? ¿A ti se te habría ocurrido algo así? - Pregunta Pirú-
- Pues no, no soy tan desvergonzado. Por suerte. ¡Le ha dicho tetona! 

Mientras, Matilda se ha puesto a chillar, un chillido tan agudo que molesta a pájaros, hormigas y todo animal que se le ocurra pasar por allí.

- ¿Me tienes miedo? ¡Sal, gorrina, que tienes más pelos que un gato! ¡Ojáncanaaaaaa! ¡Tía fea!

De repente, pasa algo que nadie tenía previsto. Don Antonio, el búho, aterriza con una pasajera a sus espaldas.

- Pero... ¿Se puede saber qué hacéis aquí? ¡Insensatos! - Pirú levanta las manos muy enfadado.
- Uuuuuuuuuuh, qué genio tiene este hombre.... - Dice doña Carmelita Despistillos que baja del búho atusándose la ropa-
- Lo siento Pirú, es que no sabes cómo tiene a los cocineros de Casa Encantada. Ha agotado toda la harina, todos los huevos y toda la leche que había haciendo dulces. Además, se ha puesto a dar órdenes... Vamos, que si no la traigo, nos vuelve locos a todos. - Explica el pobre búho-

Mientras hablan, doña Carmelita se dirige hasta Matilda que se sobresalta al verla a su lado.

- ¡Doña Carmelita! ¿Pero usted qué hace aquí? ¿No le han dicho lo que pasa? - Matilda se pone delante de ella intentado protegerla, teme que salga la ojáncana de un momento a otro-
- ¡Pues qué voy a hacer! Para unos días que está aquí mi hijo, le hago churros para desayunar porque le encantan. Así que tenía que venir ¿Sabes que es aviador?

En ese momento aparece el temible ser, no trae al niño pero está enfurecida por los chillidos y los insultos de Matilda. La lagartija monta el arco y de repente ve cómo la ojáncana se desploma sin sentido. Al caer, el suelo retumba y doña Carmelita y Matilda salen disparadas.

- ¿Qué ha pasado? -Pregunta Matilda ayudando a doña Carmelita a levantarse-
- Pues.., había una lata de cocacola delante de la cueva, le he dado una patada y le ha impactado al bicho ese en toda la frente... Y por cierto, he perdido un zapato. ¡Anda! ¡Pero si llevo uno de cada color!

El mago no da crédito a lo que ve, pero lo da por bueno y se apresura a inmovilizar a la ojáncana con el hechizo. Cuando entra en la cueva, el niño está asustado y llorando en un rincón.

- Tranquilo pequeño, todo ha terminado.

El niño se abraza fuertemente al mago y cuando consigue calmarse, le dice donde vive y es devuelto sano y salvo a sus padres.

Esa noche fue larga, todos se quedaron a acompañar a Pirú hasta que Smaugui pudo volver de madrugada. Habían hecho falta dos hechizos más para mantener a aquella fiera dormida. 
Al día siguiente, decidieron celebrar que el culebre había recuperado su casa, aunque se puso muy triste cuando vio que sus olivinas y sus cachivaches brillantes no estaban. Todos prometieron ayudarle a buscarlos, no podían estar muy lejos porque los arroyos no llevaban mucha agua.
De momento, se quedaría en su improvisada tienda de campaña, su casa olía fatal después de la breve estancia de los ojáncanos.
Para celebrar que todo había salido bien se dio una fiesta. Por supuesto, no faltó doña Carmelita que hizo una tarta deliciosa.
Imagen extraída de Pinterest, todo lo que he encontrado sobre ella es este enlace. Nostalgie Fantasy Maus mit Sahnewaffeln, Filzmaus,Landhaus/Shabby Tilda-Art Ooak

Poco a poco se fueron apagando las luces y los personajes de Casa Encantada se marcharon a dormir, pero antes..., dedicaron un rato a tener pensamientos bonitos para los humanos.  Seguidamente, durmieron en la confianza de que al día siguiente todo habría sido un mal sueño y el mundo de los no mágicos, estaba a salvo de virus, de gente mala y de pesadillas.
Buenas noches amigos, soñad bonito, como Plumillas.

Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

Que este cuento sirva para que todos los que estáis en casa sin poder salir, multipliquéis vuestras esperanzas en un mundo mejor cuando todo esto pase. ¡Ánimo!.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito del titular del copyright. Código de registro: 1908281789692


domingo, 26 de enero de 2020

Tormentas y lluvias en el Guadiato. Los Nuberos.

Otro día más de vientos fuertes y tormentas, don Leonardo Peinacanas y el mago Pirú estaban muy preocupados porque no les parecía normal que tras una semana, los fenómenos no parasen. 
Gracias a que Smaugui, el culebre, había decidido quedarse a vivir con ellos, el problema de las bajas temperaturas había sido resuelto, y es que un dragón español es mil veces mejor inversión que esa calefacción artificial que hay en las casas de los no encantados. 
A media mañana, la seño Yolanda bajó para tomar un té caliente y unas galletas. Al mirar por la ventana observó las nubes grises jugar a inflar sus carrillos, y eso solo significaba que el agua comenzaría a caer en breve. De repente, dejó su taza sobre la encimera y abrió mucho los ojos.
Esta muñequita está realizada por ALINA SENECHKO. Puedes encontrarla en Pinterest.

- Benito, ¿ves eso entre las nubes? 
- No, seño, no sé a qué te refieres. 
- Mira, donde se junta aquella con cara de oso y la otra estirada. –Dijo señalando a un lugar indeterminado del cielo- 
- ¡Dios mío! ¿Pero qué es eso? 

La cara de un duende burlón asomaba entre las nubes, tenía los mofletes hinchados y parecía como si soplara y los cirros le obedecieran. 

Imagen extraída de la web, ponte en contacto conmigo si eres el autor. Déjame un comentario y una forma de contactar o pídeme que la retire y lo haré.

- ¿Tienes idea de qué o quién puede ser? – Preguntó Benito que había dejado momentáneamente su labor en la cocina para observar aquel prodigio-
- ¡Mira, allí hay otro! ¡Y otro más! 

En ese instante, unos enormes ojos encendidos aparecieron en la ventana y los amigos se dieron tal susto que la taza de té salió rodando por los suelos. 
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-¡Smaugui! ¡Por el amor de Dios, no me voy a acostumbrar nunca a este animal!- Exclamó Yolanda agachándose a recoger los trozos de loza en los que se había convertido la preciosa tacita- 

- Lo siento, seño, no era mi intención asustarte. 
- Está bien, no te preocupes. 

– Venía a avisaros de que acabo de ver duendes Nuberos merodeando por los cielos y ese, o mejor dicho, ellos son los causantes de este tiempo que tenemos. Son malos, se divierten provocando tempestades y poniendo en peligro a los pescadores, y si se enfadan mucho, lanzan rayos y granizo para destrozar cosechas. 
- ¡Pero bueno! -Exclamó la seño- ¿Y por qué se están cebando con Casa Encantada si puede saberse?
- Pues ni idea, pero la realidad es que están y si no queremos que todo el Guadiato quede anegado y sin cosechas, hay que pararles los pies.
- Bien, reunámonos con Pirú y don Leonardo y veamos qué podemos hacer. - Propuso la seño, retomando una sabrosa taza de té que Benito le había preparado mientras charlaba con Smaugui-

Caminaba por el pasillo central en dirección a la biblioteca cuando don Leonardo salió a su encuentro.

- ¿Ocurre algo, querida?
- Tenemos que hablar, don Leoanardo. ¿Ha visto a Pirú?
- Sí, hace un momento estaba con Matilda y con Plumillas que venían de recoger unas hierbas para sus pócimas.
- ¿Con este tiempo?
- Van con un mago, hijita...

La seño sonrió, sabía que con el mago Pirú, cualquier contratiempo solo era excusa para una buena aventura y que el peligro siempre era menor en su compañía.

- Están en la emisora, te acompaño. - Propuso el bibliotecario-

Ya en el estudio de Casa Encantada Radio, se sentaron en torno a unos cafés y la seño Yolanda explicó el motivo de su visita. Al parecer, la única manera de hacer retroceder a los Nuberos (según Smaugui), era encontrando Ventolines. Los Ventolines son geniecillos buenos que ayudan a la gente de la mar y los arropan con sus alas verdes cuando hace frío, o les procuran una brisa agradable para su navegación.

- Bueno, creo que yo también podría emplear algo de magia para hacer que se marchen -dijo Pirú-
- No lo dudo - Contestó don Leonardo- Pero las cosas de duendes han de resolverse entre duendes y yo también voto por buscar Ventolines.
- ¿Sabéis que esos duendes viven en el norte? - Preguntó Plumillas.
- Sí, listillo. -Contestó Matilda- ¿Y?
- Pues que no sé cómo haremos para encontrar uno aquí.

Smaugui había escuchado todo sentado en el exterior y en ese momento, asomaba su enorme cabeza por la ventana.

- Si estáis pensando en ir al norte, no contéis conmigo. Yo estoy muy calentito aquí en Casa Encantada y en cuanto me vean aparecer por allí van a querer que me quede ¡Ni hablar! ¡No pienso ir!

Los amigos se miraron entre sí.

- Smaugui, nadie te obliga a volver, pero podrías decirnos dónde encontrar a tus amigos Ventolines para pedirles ayuda. Eso sí lo harás, ¿verdad? - Preguntó Pirú-

El Culebre guardaba silencio y volvía la cabeza haciéndose el desentendido.

- ¡Smaugui! - Exclamó la seño Yolanda- ¡No seas tonto! Tienes que ayudarnos o este lugar que tanto te gusta acabará inundado o lo que es peor..., puede desaparecer si cae un rayo ¿Es que no te importa?

El Culebre miró a todos y cada uno de los que expectantes aguardaban su respuesta.

- Los Ventolines viven también en las nubes rojas. Esperadme aquí, volveré en unas horas.

Y sin más, salió volando hasta desaparecer de la vista de sus amigos.

- Si es que los de mi familia somos así. Nos hacemos de rogar pero al final somos más valientes que ninguno. - Dijo Matilda llena de orgullo lagartijero-

Imagen extraída de la web, ponte en contacto conmigo si eres el autor, déjame un comentario y una forma de contactar o bien pídeme que la retire y lo haré.

El tiempo pasaba, pero Smaugui no volvía y empezaban a preocuparse. ¿Le habría pasado algo? De nuevo la seño estaba en la cocina, esta vez en la compañía de Matilda y Plumillas.

- Chicos, no sé... ¿No creéis que ya debería haber vuelto?
- No te preocupes, seño, los de mi especie nos sabemos cuidar.
- Sí, Matilda, pero aún así estoy preocupada.
- Chicas, ¿Y si salimos a buscar a nuestro amigo? - Propuso Plumillas-
- Pirú ha dado órdenes expresas de no salir de la casa. Soplan vientos de casi 50 kilómetros por hora y para nosotros es peligroso .- Contestó la seño-

Matilda no se resignó y guiñó un ojo a su amigo que rápidamente captó el mensaje.

- Bueno querida, nosotros nos retiramos a nuestros quehaceres. Estamos preparando un reportaje sobre la escuela de don Pedrito, el ánade del Bosque de los Retamales, y vamos a seguir trabajando para tenerlo antes del fin de semana -Dijo Plumillas despidiéndose de la seño-

Nada más salir de la cocina los amigos se precipitaron al exterior, pero una fuerte ráfaga de viento los empujó contra un eucalipto.

- No, si al final Pirú va a tener razón.... - Murmuró Matilda sacudiéndose-

Un Nubero enfurecido se dio cuenta de la presencia del ratón y la lagartija y comenzó a soplar tan fuerte que los elevó por el aire a una altura de auténtico vértigo.

- ¡Osssstras qué guay Plumillas que estamos volandoooo!
- ¡Serás insensata! ¡Si caemos no la contamos!

Pero en ese instante, unas grandes manos arroparon a los dos aventureros. Era Smaugui que regresaba con varios Ventolines a su espalda.

- ¿Pero se puede saber qué hacéis en la calle con este tiempo?
- ¡Habíamos salido a buscarte! ¡Nos tenías preocupados!- Contestó Plumillas-
- Pues ya estoy aquí, vayamos a darle a esos Nuberos su merecido.

Pero las cosas no iban a ser tan fáciles, una fuerte lluvia comenzó a azotar la cara de Smaugui y los rayos rozaban peligrosamente su enorme cuerpo. Temiendo por sus amigos, los llevó de vuelta a Casa Encantada depositándolos en el tejado.  Sin perder tiempo, se elevó hasta las nubes para plantar batalla.

- ¿Queréis fuego? ¡Pues tomad fuego! - Gritó el Culebre a medida que lanzaba una enorme llamarada contra los Nuberos-
A su vez, los Ventolines comenzaron a mover las alas y generar una brisa cálida con el fuego del Culebre que hizo retroceder a los Nuberos, pero la batalla no estaba ganada. Aprovechando que el viento había cesado, el mago salió de Casa Encantada.

- Chicos, ¡entrad en casa ahora! - Aconsejó Pirú a Matilda y Plumillas- Voy a echarle una mano a nuestro amigo.

El mago agitó el báculo y creó una nube rosa que impactó contra los Nuberos, haciendo que se tragaran el aire que tenían retenido en sus mofletes y que su cuerpo se inflara haciéndolos flotar. Momento que aprovecharon los Ventolines para agitar sus alas y hacer que se alejaran por el cielo.

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- ¡Más fuerte chicos! - Animaba Matilda mientras descendía junto a su amigo por la pared-

En medio del caos, un Nubero vio al ratón y a la lagartija, bajó y se los llevó a la vista de sus amigos que se quedaban atónitos y sin saber qué hacer. Smaugui se disponía a lanzar una llamarada cuando fue detenido por Pirú.

-¡Nooo! ¡Puedes quemarlos! ¡No sabemos en qué nube están!

Una masa gris desaparecía en el cielo y dentro de ella estaban Plumillas y Matilda. La lagartija tiritaba sin control pues el interior de la nube era húmedo y extremadamente frío. Ni todo el calor del pelo de su amigo podía hacer que reaccionara.

- ¡Vamos Matilda! ¡Abre los ojos!

Pero la lagartija permanecía acurrucada tiritando y sin moverse. Cada minuto que pasaba su piel se volvía más pálida y fría. Plumillas no sabía cómo sacar a su amiga de aquella peligrosa situación.

En Casa Encantada, Pirú y Smaugui hablaban con los Ventolines.

- Chicos, muchas gracias por vuestra ayuda - Dijo el Culebre-
- No nos las des, aún no hemos terminado aquí. Nos quedaremos unos días para calentar la tierra y hacer desaparecer los charcos o no tendréis cosecha, ni flores, ni despertarán los árboles. Estaremos en esas nubes rojas que hay sobre el pantano, si nos necesitáis antes, venid a buscarnos. Y en cuanto a vuestros amigos... Debéis abandonar toda esperanza, nadie ha regresado de las nubes de los Nuberos. Siento ser tan claro. - Dijo el que parecía ser el jefe de todos ellos-

La desolación cayó sobre la casa como una losa. Era imposible que sus amigos desaparecieran así como así. ¡Algo habría que se pudiera hacer!

- ¡Tenemos que pensar algo! -Dijo la seño Yolanda llevándose las manos a la cabeza - ¡No podemos dejar abandonados a nuestros amigos!
- Solo se me ocurre una idea -Habló Pirú-

Don Leonardo, que sabia de las intenciones del mago, palideció.

- Amigo eso es una locura.
- Es la única manera de que regresen y lo voy a intentar.
- ¿Se puede saber qué estáis tramando? - Preguntó la seño-
- Hay que convocar a Óminor, el mago negro. - Contestó Pirú-

Un miedo antiguo se instaló en el salón de Casa Encantada. Nadie hablaba, las caras de sus habitantes reflejaban el temor a aquel mago que tanto odio albergaba hacia Pirú. Óminor encarnaba lo contrario a la belleza, la vida y la bondad.

- Siempre ha querido ser el guardián de la llama azul, se la cederé si libera a Matilda y a Plumillas. Ellos valen más que todo el fuego mágico del mundo.
- Pero amigo mío -Se dirigió don Leonardo al mago - Esa llama protege la casa y nos comunica en entre nosotros cuando estamos lejos, no creo que sea buena idea entregar al malvado Óminor ese privilegio. Lo hará muy poderoso.
- No veo otra solución.
- Pirú, si pierdes la llama te debilitarás y tus poderes y sabiduría se verán reducidos. Volverás a ser un mago sin luz y tendrás que recorrer un camino largo hasta ganarte de nuevo todo aquello a lo que renuncias. Has atravesado muchas edades, no sería justo que ahora perdieras tu esencia. -Seguía hablando don Leonardo-

La seño Yolanda lloraba desconsolada, no podía entender cómo de la noche a la mañana las cosas se habían puesto tan mal para los habitantes de la casa mágica. Benito Mondanueces y Blasito Comebellotas se afanaban sacando pasteles del horno, pero ni sus más ricas magdalenas conseguían levantar el ánimo de los amigos. Ni siquiera Bizcocho había probado bocado en toda la tarde.
La noche extendió su manto sobre la casa, nadie quería irse a dormir mientras Pirú permaneciera encerrado en sus aposentos haciendo no sabían muy bien qué. Por debajo de la puerta se colaba una luz parpadeante que tenía nerviosos a todos.

- Tiene que detenerlo, don Leonardo - Suplicó la seño Yolanda muy preocupada-
- No puedo hacer nada, querida niña, si él ha decidido despojarse de sus poderes, no podemos interferir.

Smaugui se culpaba por todo aquello. Pensaba que su presencia en el Guadiato había atraído a aquellos seres propios del norte, que si regresaba todo volvería a la normalidad y así se lo comunicó a sus amigos.

- Me marcho. Hablaré con los Ventolines y nos iremos en cuanto acaben su labor aquí. Estoy seguro de que los Nuberos me seguirán y entonces... Me las veré con ellos, entraré en sus nubes y las destrozaré una a una, para que aprendan a no meterse donde no son llamados.
-¡Ni hablar! ¡Esta es tu casa y de aquí no te vas! - Exclamó muy enfadada la seño Yolanda-
- Así tendremos alguna posibilidad de recuperar a Matilda y a Plumillas, de lo contrario morirán.
- Calmaos todos -intervino don Leonardo- Esperaremos a Pirú y luego pensaremos un plan juntos. No puedes marcharte, Smaugui, estoy seguro de que te vamos a necesitar.

Mientras hablaban en el salón, Pirú negociaba con Óminor la entrega de parte de sus poderes. A cambio, el mago negro le entregaría dominio sobre la oscuridad, y por lo tanto, sobre las nubes negras donde habitaban los Nuberos.

- ¡No hay tiempo que perder, Óminor! Mis amigos deben estar muriendo de frío.

Una espesa bruma negra flotaba en medio de la habitación, Pirú mantenía encendida la luz azul, pero también la blanca de su báculo para protegerse contra cualquier estratagema del mago negro. Bien sabía que en cuanto se intercambiaran los poderes, aquel ser malvado podría intentar cualquier cosa sobre él o sobre los habitantes del Guadiato. Se disponía a entregar su más preciado tesoro cuando varios golpes detuvieron la ceremonia.

- ¿Qué ocurre ahora? -Bramó Óminor-
- ¡Pirú no lo hagas! ¡Tenemos un plan! - Gritó don Leonardo aporreando la puerta con todas sus fuerzas-

El mago dudó y retrocedió unos pasos sin perder de vista al mago negro.

- ¡Pirú por favor, tienes que escucharnos! - Esta vez era la seño Yolanda la que imploraba al otro lado de la puerta-
- Por qué no...-Pensó el mago- Aplazaré mi entrega.
- ¡Ni lo sueñes! - Gritó Óminor- ¡Si estás pensando en echarte atrás ya es demasiado tarde! ¡Esa llama me pertenece y a menos que quieras que tus amigos mueran, debes entregármela!

Pirú volvió a dudar, confiaba mucho en don Leonardo, era un ratón extremadamente sabio. Se arriesgó a sabiendas de que si el plan de sus amigos fallaba, el trato con el mago negro le saldría muchísimo más caro.

- Dame un día, Óminor, te entregaré mi báculo si no consigo nada.
- Ni lo sueñes.

Pirú retrocedió y su enemigo avanzó hacia él dispuesto a saltar sobre su presa, pero en ese momento, la puerta se abrió y entraron en tropel todos los habitantes de Casa Encantada haciendo que Óminor se distrajera, instante que Pirú aprovechó para lanzar un hechizo paralizador.
- Uffff ¡Por los pelos! -Dijo Benito que estaba alucinado con lo que veía-
- El hechizo dura veinticuatro horas, es el tiempo que tenemos para poner en marcha el plan del que habláis.
- ¿Qué pasará después? - Preguntó Yolanda-
- Si conseguimos nuestro propósito, utilizaré un hechizo transportador que lo lleve a la Torre de los Siete Picos, el lugar de dónde nunca debe salir. Utilizaré también el desmemorizador.
- ¡Eres un genio! - Exclamó la seño Yolanda escalando por su túnica para darle un sonado beso en la mejilla-

Expusieron su plan, que no era otro que convencer a los Nuberos de que Smaugui y los Ventolines regresaban al norte y lo harían esa misma noche. Sabían que los duendes malvados los seguirían, pero en el camino no pararían de hacer fechorías, momento que aprovecharían ellos para poder rescatar a sus amigos.

- Pero... ¿Cómo os esconderéis? - Preguntó el mago-
- Bueno.., esa parte te la hemos dejado a ti - Dijo Smaugui desde la ventana-

Sin tiempo que perder, se dirigieron al pantano para hablar con los Ventolines que no acababan de ver  claro el plan.

- Vamos chicos, no aguantarán mucho en la masa gris y lo sabéis - Les dijo el Culebre- Matilda es una lagartija, necesita calor y si no hacemos nada morirá a no mucho tardar.
- Está bien, os ayudaremos - Dijo por fin uno de los Ventolines-

La noche estaba despejada, el plan dio comienzo. Una comitiva presidida por Smaugui abandonaba los cielos del Guadiato. Los Ventolines agitaban sus alas para generar una corriente tibia lo suficientemente fuerte como para que llegara a los Nuberos, que no andarían muy lejos.

- ¿Qué es eso? - Preguntó un Nubero que se divertía viendo a los inesperados huéspedes tiritar de frío.
- ¿El qué? - Preguntó otro con cara malhumorada-
- Ese calor de espanto que estoy notando.
- ¡Son los Ventolines! - Gritó otro que acudía al lugar donde se producía la conversación- ¡Se marchan! Acabo de ver cómo han salido de Andalucía precedidos por el Culebre.
- Pues entonces, misión cumplida -Volvió a hablar el primero de los duendes- Volvamos a casa, el trabajo que nos encargó el gran Ojáncano ha terminado.
- ¿Y qué hacemos con esos?
- Dejad que se mueran de frío, así escarmentarán los demás.

Smaugui y los Ventolines se escondieron tras unas nubes artificiales que fabricó Pirú. Luego, el mago proyectó una imagen de ellos donde seguían alejándose por el cielo y así, ocultos en el hechizo, regresaron a toda prisa a Casa Encantada.

-  Bien chicos, preparaos porque no tardarán en aparecer - Ordenó el Ventolín jefe-

Dicho y hecho, como a la media hora, una nube aún más oscura que la noche se agarraba al cielo. La lluvia y el viento hicieron acto de presencia.

- ¡Ahí están! - Señaló Pirú-
- ¡Quietos, no os mováis aún! - Ordenó de nuevo el Ventolín- Dejad que se posen sobre la casa, querrán hacer todo el daño posible aquí.

Tal y como había vaticinado, una gran tormenta se desató sobre Casa Encantada. Los Nuberos se expandieron para tapar todo el pueblo, un error que les saldría carísimo pues al distanciarse tanto unos de otros, era muy fácil ver el interior de las nubes.

- ¡Chicos ahora! - Gritó Smaugui-

Los Ventolines se introdujeron en el interior de la masa gris y comenzaron a batir sus alas, a su vez, Smaugui emitía pequeñas llamas guiadas por la luz del báculo de Pirú, de ese modo, iban haciendo agujeros que deshacían las nubes y dejaban sin refugio a los Nuberos.

- ¡Abrid bien los ojos, nuestros amigos deben estar por aquí! - Exclamó Pirú-

Una voz familiar resonaba en la cabeza de Plumillas. El sueño y el frío no le permitían distinguir si era real o producto de su mente adormilada.

- ¡Matildaaaa! ¡Plumillas!

Matilda permanecía rígida, el color había desaparecido de su piel y Plumillas casi no podía moverse. ¿Serían sus amigos? ¿Era posible?

Una llamarada pasó cerca de la nube donde permanecían atrapados, pero un Nubero se puso a soplar y la temperatura descendió aún más. Plumillas se rindió a un sueño helador.

- No puedo verlos, Smaugui - Aseguró Pirú-
- Espera, daré la vuelta, los Ventolines se están acercando al centro y probablemente estén ahí.

Se dirigieron al centro, el único lugar que aún seguía compacto. Los Ventolines habían alejado a sus enemigos y ahora se disponían a deshacer lo que quedaba de su morada. Poco a poco, los Nuberos fueron saliendo enfurecidos, los rayos caían y prendían algunos árboles. No iba a ser nada fácil sacar de allí a la lagartija y al ratón.
Smaugui lanzó otra pequeña llamarada y dividió en tres una masa nubosa. De repente, todos vieron como una nube con dos Nuberos se alejaba a toda velocidad.

- ¡Deben estar allí! - Gritó Pirú-

Los Ventolines rodearon la masa nubosa y batieron las alas más fuerte que nunca. De repente, las figuras de Plumillas y Matilda aparecieron. Al deshacerse la nube comenzaron a caer, pero Smaugui pudo recogerlos antes de que chocaran contra el suelo.
Los Nuberos, sin sitio donde esconderse, se perdieron en el cielo rumbo a su lugar de origen.
Smaugui depositó suavemente a sus amigos en la tierra y los Nuberos los arroparon con sus alas hasta que al fin, despertaron.

- ¡Matilda! - Exclamó la seño Yolanda al ver cómo la lagartija hacía esfuerzos por abrir los ojos-

Plumillas pudo levantarse al fin y corrió a ver a su amiga.

- ¡Lagartija petarda, ni se te ocurra volver a cerrar los ojos!

Matilda sonrió al oír a su amigo mientras los Ventolines seguían rodeándola con sus alas. Poco a poco entró en calor y el verde brillante de su piel volvió. Todos suspiraron aliviados al ver que estaba fuera de peligro.
De vuelta a la seguridad de Casa Encantada, Pirú devolvió a Óminor a la Torre de los Siete Picos y después, se organizó una gran fiesta para agradecer a los Ventolines su inestimable ayuda. Aún quedaban días de trabajo para ellos, pero sin duda, su actuación aquella noche había sido fundamental para salvar la vida del ratón y la lagartija.
En la cocina, Plumillas se empeñaba en agradecer a todos su esfuerzo cocinando un rissoto de queso, pero Benito y Blasito se resistían.

- Venga chicos, dejad que os demuestre mis dotes culinarias. - Decía Plumillas-
Imagen extraída de Pinterest. 
needlefeltedart.blogspot.com
 
- No es necesario, de verdad, si ya nos organizamos nosotros de maravilla... - Insistía Blasito para que cediera en sus pretensiones-

Al final, la tozudez de Plumillas se impuso y se plantó el delantal. Mientras cocinaba, iba contando todo lo que había pasado en aquella nube helada.

- Es mejor que se dedique a los reportajes - Susurró Blasito a Benito sin que el cocinero se enterara-
- ¡Pero bueno esto no me lo pierdo! - Exclamó Smaugui al ver al ratón cocinando- ¡Yo también quiero!-
- ¡El que faltaba! ¡El chimeneas!- Exclamó Benito desesperado-

Smaugui ocupaba tanto que cada vez que se movía tiraba algo.

- ¡Ay perdón! - Plumis ¿Cómo ves este arroz?
- ¿Y si le das un poco más de fuego? ¡Uuuuuayyyy! ¡Pero espera a que quite la mano!
- ¡Perdón, perdón! ¿Así está bien o soplo más?
Y allí, en aquella Casa Encantada llena de amigos, celebraron una vez más que juntos se puede todo, desde deshacer nubes, hasta...., un risotto a lo Culebre.
¡Que suene la música, Matilda!


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viernes, 23 de agosto de 2019

EL SEÑOR DE LOS BOSQUES. Aventuras en el norte.

El verano en Casa Encantada estaba siendo de lo más animado. Por la noche, a la luz de la luna se disponían hamacas, mesas, globos de papel de arroz iluminados, refrescos, chucherías y por supuesto, música, mucha música para animar la época estival. 
Esa noche, mientras Smaugui y Plumillas se ocupaban de la parrilla y sus ricos manjares, don Leonardo, Pirú y la seño Yolanda charlaban bajo una de las palmeras. La lagartija Matilda no estaba, había ido a visitar a sus parientes del norte y no la esperaban hasta dentro de unos días. No está bien que se diga, pero cierta paz había en la casa desde que el bicho zascandilero había partido. Al menos, no había discusiones a la hora de poner música en la emisora.

- Pirú - Dijo la seño- la semana que viene es el Día de la lagartija, coincide con la vuelta de Matilda. ¿Qué os parece si le preparamos una fiesta sorpresa?
- A mí me parece muy bien. ¿Qué dice usted? - Se dirigió a don Leonardo-
- Una idea excelente. Yolanda, querida, ¿te encargas tú de hablar con Plumillas para que organice un poco?
- Claro. También le pediré que toque con los Ratons Stones para amenizar la fistuqui.
- Estupendo - Contestó Pirú- Pues en marcha.

Mientras, Smaugui y el ratón, ajenos a la conversación se centraban en la parrillada.

- Smaugui, ¿puedes poner más llama aquí? Esto no acaba de hacerse.
- Por supuesto, espera que coja aire.

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Y el culebre, como siempre, calculó mal y acabó alcanzando a Plumillas.

- ¡Aaaaaaaaayyyyy! ¡Que me quemas!
- ¡Pues no pongas la mano!

- Ya están esos dos con los accidentes en la cocina. -Murmuró Pirú- Iré a hacer un poco de magia sanadora con la mano de ese ratón.

Se encaminó hacia donde los amigos discutían y en un abrir y cerrar de ojos, la quemadura desapareció. Quien necesita sanidad pública teniendo un mago.
Enseguida se unieron don Leonardo y la seño Yolada  para trazar un plan y dar una buena sorpresa a su amiga en el Día de la lagartija. Estaban charlando animadamente cuando apareció Bizcocho, el ratón glotón de Casa Encantada.

- ¡Hola chicos! ¿Qué tramáis?
- ¡Hola Bizcocho! Vamos a dar una fiesta sorpresa a Matilda - Dijo Smaugui-
- ¡Me apunto! Estoy aquí por ella, así que quiero participar.
- Menos en la cocina, podéis ponerlo en cualquier sitio - Dijo Plumillas riéndose-
- Qué graciosito... Pues que sepas que soy el mejor probador de cremas y dulces del mundo.
- ¡No lo dudo!
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Rieron la ocurrencia del ratón goloso y le hicieron el importantísimo encargo de confeccionar la lista de invitados y enviar las invitaciones.
Lejos de allí, Matilda se despedía de sus tíos Peruchina y Cristóbal y comenzaba su viaje de regreso. Aunque Smaugui había insistido en ir a recogerla, ella prefería volver atravesando bosques, ríos y roquedales  para empaparse del amplio y hermoso paisaje español.

- Muchas gracias por estos días tan maravillosos, queridos tíos.
- ¿Seguro que no quieres que avisemos a nuestro amigo el búho para que te lleve? - Preguntó su tío-
- Seguro, tío Cristóbal. Quiero anotar todo cuanto vea para poder contarlo luego en nuestro periódico.
- Hija, no olvides los regalos -  Dijo su tía entregándole una voluminosa mochila-

La tía Peruchina le había ayudado a elegir regalos para todos los amigos: Un bonito gorro de lana a juego con guantes para la seño Yolanda; la había oído decir que necesitaba un conjunto nuevo para el invierno. Un bonita taza de té para don Leonardo. Un cuaderno de viaje de pastas elaboradas con hojas de un árbol típico de la zona, para Plumillas. A Pirú le llevaba hojas de haya, de las que crecen entre las rocas con musgo, donde están los dólmenes y se guarda la sabiduría de los pueblos antiguos. Para los golosos de la casa: tortas de san Blas y bombones. A su hermano mayor, su querido Smaugui, le había conseguido unas olivinas. Unas piedras que le iban a encantar y que podía ponerse entre las escamas en los días de fiesta.
Con todo preparado, nuestra amiga se adentró en el bosque.

- Caray..., si Plumillas viera esto sacaría unas fotos estupendas - Pensaba mientras caminaba bajo el sol tenue de la mañana-

Llevaba andado medio día cuando decidió parar a comer. Los árboles eran tan altos que no podía ver donde terminaban y el suelo tan verde y mullido que se hacía difícil no rendirse a la siesta. Echaba de menos a sus amigos, aquel verdor en mitad del verano era totalmente desconocido para Matilda.
Se hallaba en estado de somnolencia cuando un chasquido de ramas la puso en alerta. Rápidamente cogió el carcaj y el arco y se dispuso a echar un vistazo. Lo que vio le heló la sangre, si es que eso le puede pasar a un reptil en pleno verano. Descubrió unas huellas enormes, una correspondiente a un pie humano descomunal y otra circular. Aquello era muy extraño, pero mucho. Todo apuntaba a que las huellas pertenecían a un solo ser, pero, ¿cómo? ¿Estaría siendo víctima de algún hechizo? ¿Qué clase de ser puede tener un pie y algo parecido a una pezuña redonda? No pudo evitar asustarse, así que decidió seguir camino y alejarse de allí.

- Ojalá hubiera aceptado la proposición de Smaugui o la del tío Cristóbal. Ahora mismo estaría muy cerca de Casa Encantada y no en este bosque donde una no sabe quién  o qué puede salirte al paso.

El resto del camino fue tranquilo. A eso de las cinco de la tarde comenzó a levantarse neblina y la lagartija decidió buscar un sitio donde pasar la noche. Los bosques del norte eran muy distintos a los que estaba acostumbrada, así que no quería tentar su suerte. En la lejanía divisó un viejo molino que le pareció perfecto.
- Ese lugar me irá bien, no parece que esté habitado.

Matilda entró en la casa, a pesar del aspecto exterior algo desvencijado, todo aparecía en orden y limpio. Si no quería llevarse sorpresas, sería mejor que buscara algún hueco donde esconderse. Dejó su mochila, el arco y el carcaj detrás de un paragüero para poder inspeccionar la zona; si no le parecía segura, buscaría el hueco de un árbol. Finalmente, descubrió el vacío dejado por un ladrillo cerca de la chimenea, era perfecto para pasar la noche y además no estaba a ras del suelo. 
Volvió a por sus cosas, pero para su disgusto, faltaba la mochila. De repente, cayó en la cuenta de que podían haberse llevado el arco y las flechas dejándola sin defensa. En su cabeza rebotaban las palabras de Pirú: "Nunca abandones tu arco, bajo ningún concepto. Debes tenerlo siempre cerca y a la vista". ¡Había cometido un error de principiante!
Decidida a encontrar sus pertenencias, recorrió toda la casa. Había oscurecido, la luz de la luna se colaba por entre la desgastada madera tiñéndolo todo de plateado, otorgando vigor a los escasos muebles que salpicaban el comedor. Se oyó un ruido, Matilda montó una flecha en su arco y justo cuando se disponía a soltar, una vocecita la detuvo.

- ¡No dispares! No queremos hacerte daño.

La lagartija giró su cabeza a un lado y a otro, pero no veía nada.

- ¡Estamos aquí! Avanza en línea recta hasta los cestos de mimbre del fondo.

Matilda no se movió y fue entonces cuando vio salir a dos pequeños seres. Uno iba vestido con algo rojizo, de lejos le parecieron cortezas de árboles, cuando se acercó comprobó que así era. Tenía la cara muy negra y unos incipientes cuernecitos. Sin lugar a dudas era un Trastolillo, un duende del hogar, travieso y bromista a más no poder. El otro duende apareció también, su vestimenta estaba hecha de musgo, hojas y raíces. Cada vez que se movía, el sonido de sus pisadas era como cuando se escucha la lluvia caer. Matilda sabía que era un Trenti, un duende del bosque, también divertido y bromista, pero que siempre ayudaba a los humanos a pesar de tomarles el pelo. Lo verdaderamente raro era que estuviera en una casa, los Trentis nunca entran.

- Por favor, no dispares. -Dijo el Trenti- Solo queríamos jugar un poco.


Matilda bajó el arco y sonrió al ver a los dos personajes. Había oído mucho hablar de ellos, pero nunca había tenido la oportunidad de conocerlos en persona. Bueno..., en duende.

- Hola chicos, soy Matilda  y no quería asustaros, solo busco un lugar donde pasar la noche. No soy de aquí y no conozco bien estos bosques.
- Yo soy Álex - Habló el Trenti- Me dedico básicamente a hacer trastadas en el bosque.
- Y yo Maxim, hago lo mismo que él, pero en las casas. ¿Qué te trae por aquí?
- He venido a ver a unos parientes, vivo en un pueblecito al norte de Córdoba y ya regreso. En mi mochila está todo cuanto necesito para el camino.
- ¡Oh, no te preocupes! Te la devolveremos, solo queríamos divertirnos un poco - Dijo Maxim- 

Los duendes encendieron unas velas e invitaron a la lagartija a un saloncito donde había dispuesta una mesa con frutos secos, leche  y otras viandas. Mientras cenaban, Matilda no pudo evitar la curiosidad y preguntó a Álex.

- ¿Cómo es que no estás en el bosque? Tenía entendido que los Trentis jamás entran en las casas.

Los duendes se miraron sorprendidos.

- ¿Pero es que no sabes lo que pasa? - Preguntó Álex-
- No..., no sé nada.
- Hay un grave peligro en el bosque -Dijo Maxim en voz baja- El Basajaun nos ha aconsejado que nos pongamos a salvo hasta que todo pase.
- ¿El Basajaun? - Preguntó Matilda-
- El Señor de los Bosques. -Dijeron a la vez los duendes-
- Vaya...¿Y qué aspecto tiene?
- Pues es altísimo y tiene el pelo tan largo que le llega hasta el suelo. En vez de uñas, tiene unas garras afiladísimas que aterra a sus enemigos y los pies, bueno..., son un tanto peculiares. Uno de ellos es como una pezuña redonda y el otro es humano, pero muy grande.
- ¡Un momento! -Exclamó Matilda- ¡Yo he visto esas huellas esta tarde y me he asustado muchísimo! ¡Pensaba que eran de un monstruo!
- ¡Nooo! Es el Basajaun, jamás te hará daño. Si viste sus pisadas es porque pensó que estabas en peligro. Dinos. ¿Escuchaste cencerros?- Preguntó Álex-
- Pues..,no recuerdo, la verdad.
- Es porque todos los animales están guardados -Aclaró Maxim- Cuando el Señor de los Bosques anda cerca, las ovejas hacen sonar sus cencerros de alegría y agradecimiento. Saben que están protegidas.
- ¿Qué peligro es ese del que habláis? ¿Ojáncanos? Porque si es así, los conozco bien. -Dijo Matilda-
- A estos, le temen hasta los Ojáncanos -Contó Álex- No son de aquí y eso nos deja un poco desconcertados. Son Trolls invasores.

Matilda se quedó pasmada. ¿Trolls en España? ¿Cómo era eso posible?

- Pero...., esta no es tierra de Trolls. ¿Sabéis que se convierten en piedra cuando llega el día? - Preguntó Matilda -
- Sí, -Contestó Maxim- El problema es que en estos bosques oscurece pronto, eso les da más horas para hacer sus fechorías. Los rebaños han bajado tanto desde que llegaron, que los pastores no saben cómo afrontarán las pérdidas y el invierno. Lo más peligroso de todo es la presencia de humanos de ciudad constantemente en la montaña. ¡No son conscientes de los peligros a los que se enfrentan! La semana pasada, uno de los Trolls raptó a un bebé, gracias a que el Basajaun andaba vigilante pudo rescatarlo, pero el susto que se llevaron los padres no lo olvidarán fácilmente. Nunca habían visto seres mitológicos, ni españoles, ni extranjeros y eso..., también supone un peligro para nosotros. ¿Comprendes?
- Ya lo creo...Los humanos de capital son bastante curiosos, no nos conviene que sepan que existís realmente u os convertirán en un parque temático.
- Exacto - Dijo Álex tomando un trozo de bizcocho y llevándoselo a la boca- Los montañeses son otra cosa, pero ellos...
- Bueno, ¿hay algún plan para acabar con ellos? ¿Cuántos son? -Preguntó Matilda-
- Son dos. Había tres, pero el Basajaun pudo llevar a uno de ellos hasta el sol y ahora es una enorme roca. De momento, no hay nada planeado, pero mañana al alba tendremos una reunión al lado de los dólmenes para ver cómo afrontar esto.-Explicó Maxim-
- Si me permitís, iré con vosotros. Creo que puedo ayudar.

Y la noche, inundó con sus sonidos la casa del viejo molino. Los duendes dormían tranquilos, pero Matilda no pegaba ojo. Esto tenían que saberlo Pirú y los chicos, estaba segura de que podrían ayudar. Además, era un problema que afectaba a todos así que habría que hablar con los Ojáncanos para que arrimaran el hombro, el ojo, los colmillos o lo que fuera. Eso solo podía hacerlo un mago y ella conocía al adecuado.
Buscó su mochila y extrajo la rosa azul a través de la cual se comunicaba con sus amigos. Los pétalos se abrieron y la cara de Pirú se dibujó en el corazón de la flor.

- ¡Matilda! ¿Ocurre algo? ¿Estás bien? - Preguntó el mago preocupado, pues la flor solo se utilizaba para casos de urgencia-
- Sí, sí, estoy bien, Pirú.

La lagartija explicó el motivo de su llamada, para cuando terminó su exposición, podía ver la cara de todos sus amigos y estos, la de los duendecillos que atraídos por la luz que salía de la habitación que ocupaba Matilda, acudieron a saber qué era.

- Y bueno, estos son Maxim y Álex, de los que os he hablado hace un rato - Concluyó la lagartija señalando a los duendes-
- ¿De verdad podéis ayudar al Señor de los Bosques a expulsar a los Trolls? - Preguntó Álex.
- Sí, si él lo permite, -Contestó el mago- Sin su permiso nada podemos hacer. En cualquier caso, mañana estaremos allí al alba para ofrecer nuestra ayuda.

Y amaneció en el bosque, se anunciaba una mañana hermosa y dorada de sol que olía a esperanza. Los animales y seres mágicos se dieron cita en el claro de los megalitos, a la espera de la llegada del Basajaun.

No muy lejos de allí, Smaugui batía sus alas con todas sus fuerzas para llegar lo antes posible. Con él: Pirú y Plumillas al rescate de los amigos del norte. Había costado Dios y ayuda que don Leonardo se quedara en Casa Encantada, solo la seño Yolanda pudo convencerlo con la excusa de preparar la vuelta al cole y la fiesta sorpresa para Matilda.

- Vamos amigo, ya casi estamos - Animaba Plumillas- 

El culebre sobrevoló los megalitos y después descendió y se quedó oculto entre los árboles hasta estar seguro de que su presencia no asustaría a nadie. Sin embargo, no era el único de su especie que acudía a aquel cónclave. Todos unidos por una causa común: Los Trolls.

- ¡Smaugui! -Exclamó Matilda al ver a su amigo- Ven, acércate porque eres bienvenido.

Trastolillos, Trentis, Caballucos del Diablo, Tentirujos, Anjanas, Ventolines, Enanucos bigaristas, Nuberos, Oricuernos... Y muchos más. Todos, junto a un buen puñado de animales, se dieron cita en aquel claro a la espera del Señor de los Bosques.
De repente, se oyeron cencerros. El Basajaun estaba cerca.

- ¡Ya viene! - Dijo Álex a sus nuevos amigos- 

Un ser enorme hizo acto de presencia y un murmullo de admiración recorrió el lugar. Era el Señor de los Bosques.

Si eres el autor de este dibujo, por favor ponte en contacto conmigo dejándome un comentario y forma de contactar. Me encantaría llegar a un acuerdo contigo.

- ¡Madre mía que pedazo de bicho! -Exclamó Matilda-
- ¡Matilda! ¡No seas irrespetuosa! -Plumillas reprendió a la lagartija-

El Basajaun se dirigió al centro de los megalitos y con voz como trueno de tormenta informó a todos de la necesidad de unirse para acabar con los Trolls. En el camino había encontrado reses muertas y a un montañés desesperado buscando a uno de sus hijos. También sabía del robo de tesoros en cuevas de culebres y del desmantelamiento de algunos dólmenes construidos por Ojáncanos. Eran una amenaza para todos y había que sacarlos de allí.
Pirú escuchó atento todo cuanto dijo el Basajaun y decidió intervenir antes de que lo hicieran los demás.

- Señor de los Bosques, soy el mago Pirú y vengo desde muy lejos a prestar mi ayuda. Estos son mis amigos: Matilda, Plumillas y Smaugui. Decidnos qué podemos a hacer y lo haremos.
- Sé quienes sois, no hay nada que escape a mis sentidos en este lugar. Os doy la bienvenida y os agradezco vuestra ayuda.

Pirú hizo una reverencia en señal de respeto.

- Señor, ¿Por qué no están aquí los Ojáncanos? - Preguntó Smaugui-
- Hijo, ya sabes que son unos seres terribles. He intentando hablar con ellos, pero mi presencia los enfurece.
- Tal vez yo pueda -Propuso Pirú-
- Pues os encomiendo a ti y a tus amigos la tarea de reclutarles para esta noche. Solo otros seres tan temibles como ellos pueden parar a los Trolls.

Plumillas no paraba de mirar a unas pequeñas hadas que estaban cerca de ellos. Eran bellísimas.

- Son Anjanas - Le explicó Maxim- Hadas buenas, protegen los bosques y siempre están para quien necesita ayuda. Si las miras a los ojos, la esperanza te llena el alma. Sanan a los seres que habitan la montaña gracias a un brebaje que preparan ellas mismas y si las ves, es porque ellas quieren ser vistas. Solo se muestran ante quienes ellas quieren. Si tienes buen corazón, te premiarán. Son el azote de los Ojáncanos, por eso no estarán aquí. Les temen.

Plumillas se quedó prendando de aquellos seres. Tenían la piel muy pálida y cuando hablaban era como si cantase un ruiseñor. Su pelo era largo y lo adornaban con cintas de colores y flores. Vestían hermosas capas azules y en la mano portaban una vara de mimbre con una estrella en la punta que iluminaba los días. 
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- ¿Crees que podría conocerlas? - Preguntó el ratón.
- Pues..., si están aquí imagino que sí - Contestó el Trastolillo-
- Chicos, dejaos de presentaciones, el Basajaun ha dispuesto que las hadas sean protegidas en sus cuevas porque pueden ser víctima de los Trolls. -Informó Pirú-
- Pero...Si neutralizan a los Ojáncanos, ¿no pueden hacer lo mismo con esos ogros? - Preguntó Plumillas-
- El Señor de los Bosques no quiere exponerlas, así que les ayudaré con un hechizo por si la magia de las Anjanas no fuera suficiente. Pensamos que esta noche, los Trolls se dirigirán hacia donde viven y atacarán.
- ¿Y se puede saber dónde viven? -Preguntó Matilda-
- En grutas con suelos de oro y paredes de plata, están ocultas en fuentes y manantiales. -Contestó Maxim-
- Vaya..., ahora entiendo porqué quiere protegerlas el Basajaun - Dijo Plumillas- ¿Y por qué no las sacamos de allí y las ponemos a salvo?
- Claro.., para poder ligarte tú a una .- Dijo la lagartija provocando las risas de los seres mágicos que escuchaban-
- ¡Eres muy tonta! -Exclamó el ratón sonrojado-
- Ellas son el objetivo de los Trolls desde hace mucho - Habló el Señor de los Bosques a sus espaldas sobresaltando a todos- Cada vez se acercan más y pensamos que esta noche pueden llegar hasta sus cuevas para, no solo robar el oro y la plata, también acabar con nuestras hadas.
- ¿Y ese quien es? -Preguntó Matilda apuntando a un pequeño duende que la miraba desde hacía un buen rato- 
- Un Tentirujo. Son unos duendecillos....Verdes. En el amplio sentido de la palabra. - Explicó Álex sonriendo-
- Yo también soy verde - Contestó Matilda-
- No se refiere a ese verde, tontita -Aclaró Plumillas- 

Álex y Maxim se rieron mucho y contaron a sus amigos que esos seres, se volvían invisibles gracias a la ingesta de raíces de mandrágora y aprovechaban para acariciar a las mozas que subían al bosque.

- ¡Vaya!¡Sí que son verdes, sí! -Exclamó divertida Matilda-

Cayó la tarde y Smaugui, Plumillas, Matilda, los duendes y Pirú se dirigieron al punto que había señalado el Basajaum. Hablarían con los Ojáncanos. Durante el camino, conversaban animadamente, ajenos a los peligros que acechaban a cada paso.

- Contadnos más cosas sobre las Anjanas -Propuso Plumillas a los duendes-
- Muy interesadito te veo yo a ti... - Dijo Matilda para chinchar al ratón-
- Pues en primavera, a media noche y cuando hay luna llena, las hadas salen a bailar hasta que amanece y en su camino esparcen rosas verdes, azules y púrpuras. Quien las encuentra recibe la bendición de las Anjanas y la felicidad eterna. - Contó Maxim-
- Vaya... Eso es precioso. -Dijo Matilda-
- Siempre he querido ver las grutas -Comentó Smaugui- Pero para los culebres no es fácil.
- Pensarán que vais a robar - Aseguró la lagartija-
- Claro.

Y hablando, hablando, llegaron a una cueva que solo mirar la oscuridad que desprendía, daba miedo.

- Esperad aquí -Ordenó Pirú- Es más seguro, especialmente para los duendes. 

- Matilda, vamos a escondernos entre esas hojas -Propuso Álex- 

Pirú avanzó hacia la cueva y se detuvo en la puerta. De repente, el suelo comenzó a temblar.

- Ya vienen... - Murmuró Smaugui-

Frente al mago, un ser extraordinario, temible y conocido por nuestros amigos. Plumillas se estremeció de miedo recordando su primer encuentro con ellos. Ahora se daba cuenta de lo insensato que había sido.
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- Esto no va a funcionar - Dijo Smaugui- ¿Sabes que pueden convertirse en serpientes? Son malvados, arruinan los huertos, las fuentes...Odian a las Anjanas ¿Por qué las iban a ayudar?  No, no lo harán, son sus enemigos más feroces.
- Bueno, si desaparecen las Anjanas, ¿podría desaparecer el bosque? Eso sí les afecta. -Contestó Plumillas-
- No sé, Plumis, son tan malos que igual prefieren extinguirse a ayudar a las hadas.

Pirú permanecía frente al monstruo, de pie, sin aparentar miedo. Aquel ser elevó sus brazos e intentó aplastar al mago, por suerte se hizo a un lado y rápidamente le lanzó un hechizo que lo paralizó.

- Te lo dije -Dijo Smaugui apesadumbrado-

Los duendes y Matilda salieron de su escondite muertos de miedo y corrieron a esconderse en los bolsillos del mago.

- Chicos, aquí no hay nada que hacer. La noche ha caído, vamos a unirnos al Basajaun para salvar a las hadas. Ya ajustaremos cuentas con estos malvados egoístas. -Dijo Pirú decepcionado con aquellos seres-

Subieron a lomos de Smaugui y se dirigieron al lugar en el que habían sido citados por el Señor de los Bosques. Llegaron a un sitio apartado, hermoso, con un bosque exuberante y cascadas por doquier.  Quedaron sin habla ante tanta belleza.

- Bienvenidos al hogar de las Anjanas - Dijo el Basajaun extendiendo las manos en señal de bienvenida- 
- Vaaaaya, así que es aquí donde viven. - Dijo para sí Maxim que estaba entusiasmado con tanta belleza- 
- Ellas permanecen dentro de las grutas. ¿Qué ha pensando el mago para protegerlas? - Preguntó el Señor del Bosque-
- Un hechizo como el que tengo en mi casa. Es una campana invisible que no puede ser traspasada por ningún ser.
- ¿Estás seguro? - Preguntó el Basajaun-
- Así es, señor. Hasta hoy, nunca hemos tenido que lamentar ningún accidente.
- Bueno, aquí las cosas muchas veces no resultan como queremos. Esperemos sea suficiente tu magia y la de las hadas. Vayamos al camino, allí esperan los demás para hacer frente a esos dos Trolls. Hay que evitar que lleguen aquí y si es posible, entretenerlos hasta que rompa el día.
- ¿Para que se conviertan en piedra? .Preguntó Matilda-
- Así es -Respondió el Basajaum-
- ¡Coooomo me gusssta!
- Eres incorregible -Murmuró Plumillas pellizcando a la lagartija en el brazo-

Había un silencio inusual en el bosque que no anunciaba nada bueno. Plumillas estaba nervioso y hasta el mismo Smaugui sentía escalofríos. 

- El bosque está mudo, los monstruos están cerca -Afirmó el Basajaun- Los duendes deben permanecer a salvo, será mejor que no salgáis de los bolsillos del mago.

Al rodear unos roquedos se toparon con lo increíble. Allí estaban aquellos dos seres malvamos. Uno llevaba dos ovejas aún vivas que al sentir la presencia del Señor del Bosque comenzaron a sonar sus cencerros.

- ¡Maldito! ¡Lleva a Blanca y a Lima! ¡Son amigas mías! -Exclamó el Trenti muy enfadado- 
- Tranquilo Álex, vamos a salvarlas - Aseguró el mago-

Pirú lanzó un haz de fuego con su vara que impactó en el brazo del Troll que llevaba las ovejas. El monstruo, sorprendido, dejó caer a los animales que salieron huyendo. El Basajaun salió a su encuentro y las llevó a lugar seguro.

- Eso los va a cabrear mucho - Dijo Matilda-
- ¡Ya lo creo! - Gritó Pirú mientras corría para ponerse a salvo y poder contraatacar- 

En ese mismo instante, el bosque se llenó de luz. Eran los seres mágicos que venían acompañados de antorchas y habían rodeado por completo a los Trolls.
- Sabía que no fallarían - Dijo el Basajaun orgulloso de sus amigos-

No acabó de hablar y los Trolls se abalanzaron sobre ellos. Un Enanito bigarista salió despedido y los culebres, enfurecidos, comenzaron a lanzar llamas. Todo les rebotaba, era como si nada ni nadie pudiera parar a aquellos seres. El Basajaun se acercó a uno de ellos, pero le lanzó un fuerte golpe con el palo que portaba- Por suerte, lo evitó y pudo empujar al Troll con todas sus fuerzas haciendo que se desplomara. Rápidamente, Pirú le lanzó un hechizo paralizante, pero solo duró unos minutos.

- ¿Qué es lo que pasa? ¡Debería estar inmovilizado por horas!
- Te lo dije, mago. Estos monstruos son más fuertes de lo que imaginábamos. Va a ser una lucha larga.

Muchos amigos estaban heridos. Plumillas ayudaba a algunos duendes a ponerse en pie y les animaba a resguardarse siguiendo las órdenes de Pirú, pero ellos, querían estar con el Señor de los Bosques, defendiendo su casa y la de todos.

Los Trolls llevaban ventaja. Muchos de sus enemigos estaban heridos o habían salido huyendo y sin que pudieran evitarlo, corrieron hacia la casa de las Anjanas.

- ¡Vamos, no podemos permitir que lleguen a las grutas! - Gritó Maxim- 

Pirú volvió a desarmarlos y el Basajaun los lanzó por los aires en un intento de alejarlos de las cascadas. Uno de ellos se levantó e intentó acercarse, pero la campana protectora surtió efecto y fue repelido con tal fuerza que se desplomó sobre el otro Troll. Atontados, permanecieron un rato sentados.

- Debemos atarlos ahora, es el único modo. - Propuso Álex-
- Demasiado peligroso. -Contestó el Basajaun-
- Pues algo hay que hacer ahora que están confundidos - Propuso Matilda-

El Señor de los Bosques levantó una inmensa roca y la lanzó contra los monstruos, pero la esquivaron hábilmente. Enfurecidos comenzaron a golpear la invisible protección. Una y otra vez, una y otra vez.

- ¡Si siguen así, la van a romper! - Gritó Plumillas.
. Necesitarán algo más que puños para romperla - Dijo Pirú-

Pero algo crujió. En el aire, unos caminos de cristal se abrieron dejando al descubierto a las Anjanas y boquiabiertos a los que intentaban evitar que sucediera.

- ¿Puedes recomponerla? -Preguntó el Basajaun-
- Sí, pero necesitaré que los distraigáis. 
- Eso es cosa nuestra -Dijo Maxim- Si algo sabemos hacer los duendes Trastolillos, son travesuras.

Alex y él corrieron hacia los Trolls  y se subieron a sus pies. Comenzaron a hacerles cosquillas entre los dedos hasta que acabaron rodando por los suelos. Durante ese tiempo, Pirú pudo recomponer la campana.

- ¡Hay que alejarlos de aquí! - Gritó Matilda-

De repente, un grupo de Ventolines comenzó a soplar en los oídos de los ogros y estos casi se vuelven locos. El viento era cada vez más fuerte y aunque manoteaban para espantarlos, ellos eran más en número y persistencia.
Maxim y Matilda corrieron entonces entre los pies de los gigantes. Con una cuerda consiguieron enredarlos y caerlos de nuevo, momento que aprovecharon los Nuberos para descargar una fuerte lluvia sobre ellos. Mojados y agotados, daban tregua a Pirú para trazar un nuevo plan.

- Las criaturas del bosque no resistirán mucho, están agotadas. - Advirtió el Basajaum- Llevamos horas intentando sacarlos de aquí y lo único que conseguimos es tirarlos al suelo.
- Un momento -Interrumpió el mago mirando al Señor de los Bosques con los ojos muy abiertos por la idea que le rondaba- ¿Cuánto falta para que amanezca? 
- Un par de horas.
- Los entretendremos y el sol hará el resto.
- No son tan tontos- Aclaró Álex- Pronto saldrán corriendo hacia su cueva y nada ni nadie podrá detenerlos.

El Basajaun asintió apesadumbrado. 

- Pues taparemos su cueva -Propuso Matilda-

Un nuevo golpe los sacó de sus cavilaciones. De nuevo intentaban entrar en las cascadas. Al fondo, se veía a las Anjanas con sus báculos encendidos. ¿Sólo ellos percibían todo ese amor que había tras la protección de Pirú? - Se preguntaba Plumillas-
De nuevo,  Maxim, Álex y Matilda ayudados por otros duendes capitaneados por Plumillas, hicieron rodar por los suelos a los Trolls. Y otra vez, Pirú recompuso la campana, aunque en esta ocasión, apenas la habían rasgado.

- Parece que esta vez ha resistido -Dijo feliz el Basajaun-

En ese instante, los Trolls se levantaron y emprendieron la huida. Pronto amanecería.

- ¡Corramos! .Gritó Smaugui- ¡Hay que evitar que entren en su cueva!-

Los culebres volaron para entre todos, lanzar llamas contra los monstruos e impedirles el paso, pero  no hizo falta, al llegar a la cueva, una sorpresa les esperaba.
Seis Ojáncanos aguardaban de pie, fieros, terribles, a la puerta de la gruta que había servido de guarida a los Trolls. Estos, al verlos, se lanzaron contra ellos, pero de nada les sirvió. Los Ojáncanos eran más en número y fuerza. Amarraron a los dos intrusos y esperaron la salida del sol que hizo el resto. El Basajaun no daba crédito a lo que veían sus ojos. ¡Habían venido! ¡Los malvados Ojáncanos habían salvado el bosque!
Pirú abrazó al Señor del los Bosques y luego todos los seres mágicos se abrazaron entre sí. 

- ¡Lo hemos conseguido! . Gritó Matilda subida a la cabeza petrificada de uno de los Trolls-

En ese momento, un sentimiento de amor se extendió por entre la hierba, los árboles, los corazones... Venían las Anjanas. El Basajaun sabía que los Ojáncanos no soportarían su presencia.

- Id en paz y que esto que habéis hecho hoy, lo conozcan los Hombres y las criaturas del bosque, por siempre.

Las temibles criaturas se retiraron y el sol brilló aún con más fuerza.

- ¡Esto hay que celebrarlo! - Exclamó Pirú-

Dos días duraron las fiestas en el bosque. Dos días de felicidad intensa y camaradería. El momento de la despedida llegó y Smaugui tuvo que decidir si se quedaba con su familia del norte o volvía a Casa Encantada.

- A ti corresponde esa decisión - Le habló el Basajaun- Has sido valiente, has luchado con honor y te mereces elegir tu hogar. Si decides quedarte, serás aceptado y reincorporado a tu antigua comunidad. Si por el contrario decides marchar, lo harás con mi bendición y la promesa de visitarte.
- Señor, con ellos he descubierto un tesoro que nunca antes había tenido: LA AMISTAD. Ahora mi casa está allí, con este ratón sabelotodo y esta lagartija que nos saca de quicio a todas horas. Con ese mago y con  otros amigos que esperan mi regreso. Me voy, pero la mitad de mi corazón se queda.
- Bueno, pero puedes venir a vernos - Dijo Maxim- 
- Claro que sí, volveré. Además, le he prometido a Álex volver a volar por su cumpleaños. Quiere ver de nuevo las cascadas desde arriba. Y también podéis venir a visitarnos a Casa Encantada. Por favor.

Apenados, nuestros amigos se despidieron y emprendieron el camino de regreso. En el cielo: Ventolines, Nuberos y Culebres hicieron un pasillo de honor para sus nuevos amigos, en agradecimiento por su valentía y ayuda.
De vuelta en Casa Encantada, el tiempo parecía haberse detenido. Todo seguía igual, inalterable y eterno. Sin embargo, había un silencio inusual. ¿Dónde estaban todos? 
Alegando cansancio, los viajeros se despidieron de Matilda que se quedó sola en el recibidor. ¿Eso era todo después de un viaje agotador? ¿Nadie salía a recibirles? 
Se abrió la puerta de la cocina. Era Bizcocho que se dirigía al salón. 

- Hola Bizcocho. Me alegra mucho verte después de tanto tiempo. Oye, ¿dónde están los demás?
- Ah, hola. Pues están todos de vacaciones, aquí solo quedo yo. Si quieres acompañarme, voy a desayunar. En este plato hay galletas para los dos.
- Bueno.., te acompaño. Tengo hambre y no me apetece comer sola.

Se dirigieron al salón y cuando se abrió la puerta.... ¡Sorpresa! Todos sus amigos estaban allí detrás de una enorme pancarta que decía: 

¡FELIZ DÍA DE LA LAGARTIJA, QUERIDA MATILDA!

No podía creer la fiesta que le habían preparado. Habían pasado varios días de la fecha, pero no le importaba, allí había cariño para llenar varios continentes. ¡Estaban todos! También Pirú y Plumillas. Dirigiéndose a su amigo, le espetó:

- ¿Tú sabías esto? ¡Eres un malandrín, Plumis!
- ¡Claro! Te lo mereces, amiga. Aunque a veces eres un poco petarda, se te echa de menos si no estás.

Y la fiesta dio comienzo y duró hasta la noche, cuando los corazones rendidos de tanta emoción decidieron descansar. Todos, menos Smaugui, que lo tenía dividido.

. ¿Estás bien, hermano? - Preguntó Matilda subiéndose a la mano del culebre.
- Si, estoy donde quiero estar, pero también hecho de menos mis bosques del norte.
- Pues te propongo una cosa. Cuando sientas nostalgia, me buscas y volamos juntos hasta tu casa. ¿Te parece bien?
- Me parece perfecto.
- Por cierto, ¿qué es eso que brilla tanto entre tus escamas? - Preguntó Matilda divertida-
- ¡Oh! Tus olivinas. Son preciosas, gracias.

Y las ventanas de Casa Encantada se fueron apagando una a una. Nut extendió su manto oscuro sobre el cielo y los amigos dejaron volar su imaginación hacia aquel sitio donde hacía tan solo unas horas, habían conocido a gente maravillosa. Criaturas que habían dado una lección al mundo cuando lo que más les importaba estaba en peligro: Su HOGAR, nuestro hogar. 
Por cierto, os dejo con una instantánea de la actuación  de los Ratons Stones. Plumillas es el de la flauta. 
Si eres el autor de esta foto extraída de Pinterest, por favor ponte en contacto conmigo dejándome un comentario y forma de contactar. Me encantaría llegar a un acuerdo contigo.


AGRADECIMIENTOS: Gracias a José Manuel Castaño por la foto tan maravillosa de Casa Encantada. 
Gracias a la familia del norte, esa que un día..., se encontró con el Basajaun.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito del titutar del copyright. N. Registro obra: 1905240986376