lunes, 4 de junio de 2018

Adiós al pasado

Sentada en la orilla, mirando las aguas que pasan llevándose el pasado, fija en el espejo rizado atisbo un pensamiento que no se curó. El presente le lanza un salvavidas y me devuelve una historia de viajes a ningún sitio y promesas incumplidas; muchas de muchas en un tiempo donde la vida no corría tan aprisa. ¿Acaso importa el tiempo? ¿Existe realmente?
Sentada en un arroyo que conozco y me conoce, los minutos se hacen líquidos y se escurren transparentes entre mis manos. Pasado es cárcel que echa cerrojos a poco que metas un pie en él, pero aquí estoy, removiendo la marmita del sentimiento entre piedras que tiemblan bajo el agua fría de un mes que debería ser látigo en los campos.
Me marcho, a mi espalda el agua sigue su camino mientras el tiempo sin tiempo, el que nos hace transitar,  dibuja pasados en mi corazón. No miraré…, atrás.

Gracias Pepi Muñoz Garcia por  la foto, a cambio, estas letras van para ti como regalo de cumpleaños. ¡Felicidades!


Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805

miércoles, 9 de mayo de 2018

La seño Yolanda. Nueva profesora en Casa Encantada.

De nuevo lluvia sobre Casa Encantada. una fuerte tormenta mantenía a sus habitantes en torno a la chimenea, contando viejas historias de siglos no conocidos por el Hombre. Aunque en realidad, era el mago Pirú el que hablaba y los demás escuchaban boquiabiertos. 
El único que estaba en la biblioteca trabajando era don Leonardo, el ratón que había llegado para dar clases a los más pequeños. Estaba pensando que si encontraba a alguien que se hiciera cargo de ellos, él podría dedicarse a investigar, así que decidió llamar a una de sus antiguas alumnas para proponerle el trabajo.
La mañana transcurrió entre tazas de chocolate caliente y olor a tierra mojada, ese aroma inconfundible que llena de paz el corazón. Andaba el mago contando su aventura con el príncipe Nefér y el dragón Valcabra cuando sonó el timbre. Nadie se movió.

- ¿Es que nadie va a abrir la puerta? - Preguntó sabiendo que al final le tocaría a él- De acuerdo, de acuerdo ¡No os canséis!

Bajó las escaleras a toda prisa, pero al abrir no vio a nadie. Iba a cerrarla justo cuando una voz le alertó para que no lo hiciese.

-¡Espere, espere! ¡No cierre!

Una preciosa ratoncita aguardaba en el umbral, era la segunda vez que ocurría algo así en Casa Encantada.

- ¡Oh, perdona! -Exclamó el mago- No te había visto ¡Pero no te quedes en la puerta! Pasa, pasa.
- Tú debes ser Pirú, si me permites el tuteo. Yo soy Yolanda Parvulitos, la nueva maestra. Don Leonardo me ha llamado esta mañana para ofrecerme el trabajo con los pequeños. Aprovechando que estoy pasando unos días en casa de mi tía Nieves, he pasado a saludar y a conocer a mis alumnos.
Imagen extraída de la web: https://www.bearpile.com/item/158658/12 donde si lo deseas puedes adquirir esta preciosa ratoncita de Pascua. Propiedad de Vladlena Kirienko. Happy Family.

Pirú no tenía conocimiento de la nueva maestra, pero le pareció una idea excelente. Era educada y simpática y los niños estarían encantados con ella.

- No sabía nada, pero me parece una excelente idea. Por favor, vamos a la biblioteca, allí está don Leonardo y podréis poneros de acuerdo en cuanto a vuestros quehaceres. Si eres tan amable de subir a mi mano, llegaremos en un pis pas.

En ese momento apareció Benito Mondanueces acompañado de su amigo Blas, que como buenos anfitriones quisieron saludar a la recién llegada.

Imagen extraída de https://www.livemaster.ru/topolino. Los ratoncitos son propiedad de Оksana Caccioppoli.  https://www.livemaster.ru/topolino

- ¡Buenas tardes a la hora de comer! Yo soy Benito Mondanueces y este es mi amigo Blasito Comebellotas. Bienvenida  a Casa Encantada, señorita....
- ¡Yolanda! Yolanda Parvulitos, soy la nueva maestra. Encantada de conoceros.

Blas se sonrojó de tal forma que su amigo no pudo evitar reírse.

-  ¡Es guapísima! -Le susurró a Benito por lo bajo-
- Yo la vi primero, relájate Blasito.

El mago terminó inmediatamente con los planes de los dos romeos.

- Bueno señores, nosotros tenemos mucho que hacer. Nos vemos en media hora en el salón para comer juntos y dar la bienvenida a Yolanda como merece.

En la biblioteca, don Leonardo se afanaba con la clasificación de libros, esperaba poder dedicar mucho más tiempo a esto ahora que Yolanda había llegado.

- ¡Mi querida Yolanda! - Exclamó al ver a su amiga-

Profesor y alumna se fundieron en un cariñoso abrazo y seguidamente, expuso los pormenores de su nuevo trabajo en Casa Encantada.

- Los peques de este lugar son buenos en general y luego está la lagartija Matilda, de la que no podrás librarte ni a sol ni a sombra. Te acompañará allá donde vayas con su arco, sus flechas y su carcaj. Se meterá en un guante para asustarte, estás advertida.

A Yolanda le pareció divertidísimo todo lo que don Leonardo le contaba. ¡Este trabajo era lo que llevaba esperando toda su vida!

El día se agotó y la lluvia dio paso a un cielo limpio cuajado de estrellas. Parecía un lienzo pintado, de tan maravilloso y brillante como lucía. Nuestra amiga se fue a la cama pensando que si el próximo día llegaba con sol, la primera clase sería al aire libre. De este modo,  además de aprender, aprovecharía para conocer mejor a sus alumnos en un largo y provechoso paseo por los alrededores. 
Y ocurrió, el sol quiso salir a recibir a la nueva habitante de Casa Encantada, como también lo hicieron los más pequeños acompañados ..., ¿Por un fantasma? De repente, un guante negro empezó a andar hacia la seño Yolanda, pero enseguida recordó las palabras don Leonardo: "La lagartija Matilda se meterá en un guante para asustarte".

- ¡Vaaaaya, vaya, vaya! ¡Así que tú eres Matilda! -Exclamó la seño acercándose al guante-
- ¡Así no hay quien asuste a nadie! ¡Sois todos unos chivatos! - Y la lagartija salió del guante muy enfadada-

Los niños y Yolanda se rieron de lo lindo a costa del enfado de la lagartija que finalmente se acabó presentando como es debido. 

- Bien chicos, ya basta de trastadas. Ahora iremos dando un paseo por el bosque y os hablaré de las plantas. A ver, quien sabe de qué cereal obtenemos harina.
- ¡Yo, seño, yo! -Dijo la pequeña Belita, una bonita ternera que vivía en El Tejar- ¡Del trigo!
- ¡Muy bien, muy bien!. Ahora os voy a contar que hace muuuuuchos años, ejércitos romanos pasaron por estas tierras. ¿Sabéis quiénes eran los romanos?
- ¡Siiiii! - Contestaron todos-
- Debéis saber que muy cerquita de aquí pasa la calzada por donde transitaban nuestros antepasados y que esta zona que veis se llamó Mellaria.
- ¡Cuánto sabe, seño! - Le dijo Jara, la perrita de doña Sinforosa-
- ¿Queréis que hagamos coronas de laurel como si fuéramos generales victoriosos entrando en Roma? - Propuso Yolanda-
- ¡Siiiiiiii!
- Pero seño... -advirtió Matilda- Aquí no hay laurel.
- Chicos, como no tenemos laurel las haremos con flores, con juncos o toda aquella hierba que os guste. ¿Qué os parece?

Los pequeños se volvieron locos con sus coronas, algunos hasta se fabricaron ingeniosos "gladius" con juncos y simulaban guerrear contra árboles que hacían de pasivos enemigos. 
Raquel, la hija de doña Pepita, la ardilla de la vía del tren, se alejó demasiado y de repente....

-
- ¡Señoooo! ¡Señoooo! ¡Hay algo raro en mitad del bosque!

Todos corrieron hacia el lugar en el que se encontraba Raquel. Ante sus ojos alucinados, varios árboles formaban un enramado en forma de puerta circular, sin duda, algo muy extraño para ser natural.

- De acuerdo chicos, nos acercaremos despacio y echaremos un vistazo. Esto es algo muuuy raro. No os separéis de mí.
- Tranqui, seño, estando yo aquí no habrá ni un problema. -Dijo la lagartija Matilda montando una flecha en su arco-

El grupo avanzó hacia los árboles idénticos que crecían en paralelo, cruzaron y se adentraron entre las ramas que formaban la puerta. De repente, estas empezaron a girar a un ritmo endiablado atrapando en su interior a los incautos exploradores. 

- ¡Señooooo que se pare estooo! - Gritaban los pequeños asustados-

La puerta no paraba de girar, si abrían los ojos solo podían ver una luz brillante y el verde de las ramas que al moverse tan rápido, parecía que estuvieran atrapados en un embudo. De fondo un susurro se metía en los oídos de los cautivos, como un silbido lleno de letras que no podían descifrar.
Cuando al fin la puerta se detuvo....



- ¡Atrááááás! .- Gritó la seño-

Algo parecido a una iguana gigante les cerraba el paso. Tenía tantos dientes que podría devorar un caballo en un minuto, o eso creyeron los chicos que estaban paralizados de miedo.

- ¡Dios mío! ¿Pero dónde estamos? - Preguntó la maestra-
- No lo sé, no sé cómo hemos llegado aquí ni cómo hay estos animales- Contestó Matilda-
- Bueno, este es de tu familia, ¿No? -Preguntó Pedrito, el pato de la charca de don  Clemente-
- ¡Qué graciosito es el niño! - Pues no, no es de mi familia.
- Yo diría que es un Matildosaurio y si te pones a hablar con él, alguna solución encontraremos. - Añadió la seño echando mano de un humor que en ese momento venía a relajar un poco los ánimos-

El animal no paraba de amenazarlos, intentaron volver a entrar en la puerta pero...  ¡Había desaparecido!

- ¡Corred! - Gritó Belita al ver que aquel extraño animal avanzaba hacia ellos-

Maestra y alumnos se escondieron tras unos roquedos. La vegetación exuberante había ayudado a despistar al animal, pero cuando comenzaban a respirar, otro igual al que los perseguía hizo acto de presencia, solo que éste era muchísimo más alto y gordo.

- ¡Dios mío, estamos perdidos! - Gritó Raquel, la pequeña ardilla-
- Pues no sé qué deciros- Fijaos- Comentó Pedrito.

El animal más grande parecía regañar al pequeño y pasados unos interminables minutos, ambos se adentraron en el bosque dejando en paz a nuestros amigos.

- ¡Era su madre! - Exclamó Matilda- Ostras, seguro que Minimatilda ha hecho alguna trastada y su madre le ha reñido. ¡Me encanta Mamamatilda! - Dijo riendo-

A esa misma hora, en Casa Encantada...

- Don Leonardo, me preocupan Yolanda y los pequeños, hace un buen rato que tendrían que haber regresado. ¿Le dijeron adónde irían? - Preguntó Pirú-
- Me dijo que los llevaría al bosque para dar allí la clase de ciencias y de historia. Ahora que lo pienso, tienes razón, ya tendrían que estar aquí ¿Qué habrá sucedido?
- Vayamos a averiguarlo.

Mago y ratón se adentraron en el bosque de Casa Encantada, comenzaba a oscurecer y peligros conocidos por todos acechaban. Para colmo, de nuevo la tormenta hacía acto de presencia.
Pirú avanzaba con el bueno de don Leonardo en un bolsillo de su túnica, que asomado no perdía detalle de todo cuanto acontecía.

- Pirú, fíjate en eso - Dijo el ratón señalando al fondo del bosque-

La puerta por la que los chicos habían entrado, aparecía de nuevo ante el mago y su amigo-.

- ¡Una puerta giratoria! Don Leonardo, ¿está pensando lo mismo que yo?
- Por supuesto, Pirú. Conociendo a Yolanda que es una aventurera de cuidado, es probable que hayan cruzado la puerta.
- ¿Ella tiene conocimiento de la magia que aquí sucede? - Preguntó el mago preocupado mientras comprobaba su báculo-
- Pues me temo que no, amigo.
- ¿Hay algún modo de saber adónde han ido? Si fuera un corro de hadas, no tendría dudas, pero esto...
- Hay una, pero es peligrosa. -Dijo el ratón que de un salto se había colocado en el suelo y una vez allí, subido a la mano de Pirú-
- Peligro es mi segundo apellido.
- Bien amigo, escúchame con atención. Antes de venir a Casa Encantada preparé un estudio sobre estas puertas. Ciertamente no debería estar aquí, o al menos no deberíamos estar viéndola porque no es san Juan, ni la primera luna llena del año, ni la segunda del verano. Eso quiere decir que extraños fenómenos están sucediendo en Casa Encantada, fenómenos que escapan a este humilde ratón, pero que sí puedo asegurar que existen. Anoche, mientras terminaba de clasificar los libros de biología, una luz verdosa como cargada de gas, se detuvo en la ventana de la biblioteca. No le di importancia, pero cuando me iba a mi habitación, allí estaba de nuevo aquella luz, delante de mí impidiéndome entrar.
- Un momento, un momento -Interrumpió Pirú muy preocupado- ¿Por qué no me avisó? Y dígame ¿Esa luz tenía alguna forma?
- No quise alertar a nadie, pensaba contártelo hoy, pero con tantas emociones lo he olvidado. No tenía ninguna forma en particular, era como una nube de gas brillante.
- Es Óminor... El mago negro otra vez - Susurró Pirú apesadumbrado- ¿Cómo ha podido escapar de su encierro?
- ¿Estamos en problemas?
- Lo sabremos cuando crucemos esa puerta. Rece para que aparezcamos donde están los chicos, amigo Leonardo.

Se adentraron en la puerta mientras don Leonardo recitaba una extraña letanía. Pirú había creado un círculo protector en el que había anclado el presente, de modo que si algo fallaba, siempre podían regresar. La puerta se movió y en ese momento, el ratón sacó su mano mientras gritaba al mago que lo sujetara fuerte. Todo paró de golpe y alrededor de los amigos, flotaron toda clase de enseres y animales.

- ¿Qué está ocurriendo, don Leonardo?
- Estoy parando el tiempo diez segundos, puedo ver si ellos están en este periodo diciendo los nombres de todos y cada uno de ellos, pero si consumo el tiempo, nos perderemos para siempre.

Don Leonardo paró la puerta hasta en cinco ocasiones, cada vez estaban más debilitados por el esfuerzo y el escudo del mago se empezaba a difuminar. A la sexta vez...

- ¡Ahí están! -Salgamos ahora! - Gritó el mago.

Los chicos al verlos corrieron hasta sus amigos, no podían dar crédito a lo que estaba pasando.

- ¡Don Leonardo! Hemos visto una iguana gigante, diría que es un dinosaurio, pero me va a tomar por loca - Informó la seño Yolanda muy nerviosa-

El ratón se movió por los alrededores observando la vegetación y luego añadió -Estamos en la era Mesozoica, pequeños, y a juzgar por estas flores, me atrevo a decir que en el Cretácico porque es entonces cuando aparecen. Además, vuestra maestra ha dicho que el animal que vieron era grande.

- Y si no me equivoco... Justo en el Cretácico es cuando se extinguen los dinosaurios -Añadió Yolanda-
- Pues estamos en peligro -Dijo el mago- Hay que salir de aquí cuanto antes.
- A ver chicos, antes de que esto acabe, por favor atendedme un segundo -La seño Yolanda no podía dejar pasar esa oportunidad para dar una miniclase de ciencias a los niños- El profesor don Leonardo nos ha dicho que estamos en la era Mesozoica, época en la que aparecen los dinosaurios; esta era se divide en: Triásico, Jurásico y Cretácico. El animal que hemos visto pertenece al último periodo por todo lo que él ha explicado. ¡Recordad esto, caerá en el examen!
- ¿Jurásico? -Preguntó Matilda- ¡Estoy con mis abuelos! Pero... ¿Y si la lían parda como en las pelis? ¡Ay Pirúúúúúú, sácanos de aquí! - Y como una loca corrió a esconderse en el bolsillo del mago.

Tuvieron un segundo para las risas hasta que en el cielo vieron una enorme bola de fuego que se perdió en la lejanía. Seguido, escucharon un ruido ensordecedor.

- ¡Son meteoritos! ¡Hay que salir de aquí! - Gritó don Leonardo-
- Dios mío... La extinción de estos animales ha comenzado - Miraba Yolanda a su alrededor mientras caminaba como hipnotizada hacia la puerta que Pirú había conseguido anclar-
- ¡Tenemos que hacer algo, Pirú! -Gritaba Matilda fuera de sí- ¡No podemos dejar que mueran, por favor, ese dinosaurio que vimos era pequeño y tenía a su madre!. ¡Por favor, Pirú haz algo!

El mago trató de tranquilizar a la nerviosa lagartija que hizo que todos los pequeños comenzaran a llorar.

- Escucha Matilda, no podemos interferir en la Historia. Yo también lo siento, pero tenemos que salir de aquí o moriremos con ellos.

Una lágrima brillante y sincera se escurrió por la bonita cara de la lagartija, no quería que sus antepasados murieran, pero sabía que el mago tenía razón.

- Venga arquera, volvamos a casa - Pirú volvió a entrar a su amiga en el bolsillo mientras otra enorme bola de fuego venía derecha hacia ellos-

- ¡A la puerta! ¡Ya! -Gritó el ratón que nada más entrar comenzó a murmurar unas frases que los llevó de vuelta a Casa Encantada.
- ¡Hemos vuelto, bieeeeen! -Reía y bailaba Belita con Pedrito y Raquel, todos estaban contentos, todos menos Matilda que no podía olvidar a sus efímeros amigos.-
- ¡Casa Encantada puerta cerrada! - Gritó Pirú y la puerta giratoria desapareció a la vista de todos-
- Menuda aventura, Pirú - Dijo Yolanda-
- Desde luego que sí, querida, has entrado en Casa Encantada por la puerta grande, no puede decirse que no merezcas quedarte.

Esa noche, no hubo muchas celebraciones, el mago andaba nervioso y llamó a Matilda a la biblioteca para darle unas órdenes muy precisas.

- Pequeña, escúchame, tengo una misión muy importante para ti, pero tienes que prometerme que volverás a sonreír o no contaré contigo-
- Lo prometo, amigo -Dijo Matilda elevando sus preciosos ojos hacia el mago. Parecía sincera-
- No pierdas de vista a la seño Yolanda, tengo sospechas de que el mago negro Óminor ha escapado de la Torre de los Siete Picos.

Al oír aquél nombre, la lagartija se estremeció.

- ¿Estás seguro?
- Lo suficiente. Don Leonardo ha visto la nube de gas y es cuestión de tiempo que aparezcan los  rementeadores.
- ¿Qué son rementeadores? -Yolanda había escuchado todo, volvía de su habitación que estaba justo al lado de la biblioteca cuando les oyó hablar- ¿Hay que preocuparse?
- Son unos seres maléficos, se cuelan en nuestro mundo a través de las pesadillas de los niños y si te miran, te roban todos tus recuerdos bellos y mueres. El mago negro se alimenta de esos recuerdos. El rementeador es una mezcla gigante entre mantis religiosa y araña - Explicó la lagartija-

La seño se llevó las manos a la boca reprimiendo un grito.

- Pero... ¡Eso es horrible!
- No  te preocupes, querida, Matilda no permitirá que te ocurra nada malo. Ocúpate de los más pequeños, que de la seguridad de todos nos encargamos nosotros. -El mago guiñó un ojo a la ratoncita que se tranquilizó- ¡Y ahora vamos a dormir! ¡Mañana prepararemos una gran fiesta de bienvenida! ¿Qué le parece, señorita Yolanda?
- ¡Pues me parece maravilloso! -Exclamó nuestra seño olvidando la conversación que la había hecho entrar en la biblioteca-
- Matilda, aguarda un minuto -Pidió el mago cuando volvieron a quedar solos- Don Leonardo quiere que te quedes con esto.

El mago se dirigió a una estantería y extrajo un libro donde podía leerse: "La era de los dinosaurios".

- ¿Para mí?
- Sí, amiga, para ti. Así podrás saber todo cuánto pasó y también cómo cambió nuestro planeta para que nosotros pudiéramos existir.

Matilda se emocionó, después de que el mago dejara en la habitación de la lagartija el libro, esta agradeció sinceramente el regalo.

- Gracias, Pirú, este regalo es muy importante para mí.

El mago acarició al gracioso reptil y después salió cerrando la puerta tras de sí. Esa noche no todos durmieron, pues en la habitación de Pirú las luces permanecieron encendidas hasta el amanecer.

Al día siguiente hubo examen sobre el Jurásico y luego fiesta, aunque la fiesta la empezó Matilda que se colocó una dentadura hecha con palillos mondadientes y escenificó la carrera de un Velociraptor a las mil maravillas.
Todo iba bien hasta que una sombra oscura y espesa se acercó a la gran ventana del salón principal de Casa Encantada. El mago se giró nervioso y entonces, aquella bruma se desvaneció en la oscuridad mientras la fiesta de bienvenida continuaba.
¿Serán capaces nuestros amigos de devolver al mago malo a su torre? ¿Algún pequeño tendrá pesadillas? Tendrás que quedarte en Casa Encantada para averiguarlo.

Este cuento va dedicado a mi prima Yolanda que nos está dando a todos una lección de valentía, fe, simpatía y fortaleza. Todo lo mejor para ti ahora y siempre, querida. ¡Ah! ¡Y bienvenida  a Casa Encantada, ratona!






Vuelta al cole.

El 26 de abril volví al colegio, al mío, al San José de Calasanz, gracias a las ocurrencias de mi amigo Alberto Díaz-Villaseñor, genial escritor y mejor persona, que con motivo del Día del Libro propuso leer mis cuentos en una de sus aulas. 
Ese día escribí:
He vuelto 33 años después a subir esas escaleras que tantas veces me llevaron a mi clase, a esa misma que la casualidad ha querido que hoy volviera a pisar. El olor inconfundible a infancia y gomas de borrar, el mismo paisaje desde la ventana,la pizarra con la fecha, el sonido, la luz... Podía cerrar los ojos y ver a mis compañeros y a don Antonio dando su clase de Ciencias Naturales. 
Y con esa emoción, les he contado a los peques que hay un lugar en nuestro pueblo en el que viven personajes tan fantásticos como Pirú, la lagartija Matilda o doña Sinforosa, se llama Casa Encantada y está llena de magia.

Ha sido maravilloso comprobar cómo las nuevas tecnologías no pueden borrar la inocencia. Un pequeño ratón que habla y corre aventuras, deja con la boca abierta a unos niños que aún guardan en su interior el tesoro más preciado: la infancia.
Gracias, Alberto, por leer el capítulo de "Los Cuentos de doña Sinforosa" de esa manera tan especial y divertida, arrancando carcajadas a los peques..., y a mí. Siempre aprendo algo contigo, siempre, es un privilegio tenerte como amigo. Gracias, gracias, gracias, por el regalo de hoy.
Y gracias a Gema, la seño de 3º, tan amable, generosa y divertida por permitir que haya pasado una mañana absolutamente feliz. 
Me han regalado un precioso marcapáginas que pienso guardar como si fuera oro, ese del que están hechos los corazones infantiles.
Feliz, no puedo decir más. Bueno sí: ¡CONTAD CONMIGO! y Bienvenidos a Casa Encantada.


lunes, 12 de marzo de 2018

Don Leonardo y las puertas giratorias

Es muy temprano y Casa Encantada permanece sumida en la tranquilidad de la noche, acurrucada bajo unas estrellas que vigilan el sueño de cada uno de sus habitantes. 
A eso de las seis y media, unos leves toques en la puerta de entrada me despiertan: "Toc, toc, toc", sonaban en repeticiones de dos, paraba unos segundos y volvía a sonar el: "Toc, toc, toc" "Toc, toc,  toc". A toda prisa me pongo una mantita por los hombros y bajo las escaleras saltándome escalones y jugándome el tipo.

- ¡Vaaa! ¡Vaaaaa!

De una habitación de la segunda planta sale el mago Pirú, está pasando unos días aquí porque su casa se ha inundado con las últimas lluvias.

- ¡Pepita! ¿Ocurre algo? He escuchado unos golpes en la puerta.
- ¡Sí!, no sé quien puede ser a estar horas, pero con todo lo que ha llovido, no nos extrañe que sean nuevos huéspedes.

Pirú lleva un camisón largo blanco con estrellas amarillas, no puedo evitar reírme porque el conjunto está acompañado de sombrero picudo y báculo.

- ¡Ay Pirú, me encanta tu camisón! Jajajajajaaja
- Tú sigue riéndote y te convierto en piedra como si fueras un troll.
- ¿Un troll con moco o sin moco?
- ¡Con moco enorme! ¡Marrana!

Y riendo bajamos los últimos escalones. Abrimos la puerta, pero no vemos a nadie.

- ¡Buenas noches! ¡Aquí! ¡Aquí abajo! - Dice una vocecita-
- ¡Oh por Dios, disculpe! ¡No le habíamos visto! - Exclamo emocionada al ver al personaje-

En el umbral aguarda un ratón, es muy mayor y lleva un paraguas y varios libros. Pirú y yo nos miramos, nos parece perfecto un habitante así para Casa Encantada.

- Me llamo don Leonardo Peinacanas, he sido maestro muchos años y ahora me dedico a contar cuentos y organizar bibliotecas.
- Encantado de saludarle - Dice el mago agachándose y ofreciendo su mano para que el ratón suba-  Ella es Pepa, la anfitriona, y yo soy Pirú.

Imagen extraída de rembrandt.livemaster.ru, si queréis adquirir este ratoncito o cualquier producto de la artesana, podéis conseguirlo en este enlace: https://www.livemaster.ru/rembrandt

- ¡Encantada! - Le digo- Y dígame, ¿cómo nos ha encontrado?

Entramos en casa mientras Pirú enciende la chimenea del salón con el báculo. Don Leonardo se sienta en el sofá y nosotros en sendos sillones, a la espera de escuchar su historia. Antes de que diga nada, el mago ya ha hecho traer de la cocina "por arte de magia", unos vasos de leche caliente y galletas.

- ¡Oh, eso ha estado muy bien! - Exclama el ratón sorprendido-
- ¡Ya se acostumbrará! Aquí todo es mágico - Le digo-
- Bien, amigos - habló el ratón con los carrillos llenos de galletas- La verdad es que he llegado hasta aquí a través de una puerta giratoria. Me dirigía a la biblioteca de mi localidad cuando a un lado del camino vi una puerta que llamó mi atención; me acerqué, la toqué.... ¡Y aquí estoy!
- ¿Una puerta giratoria? -Pregunté extrañada- No sabía que se pudiera acceder a Casa Encantada de esa manera.
- Sí, querida, es algo que he tratado de explicarte varias veces, pero tú y la lagartija Matilda nunca tenéis tiempo para mis explicaciones científicas - Dice Pirú algo molesto-
- Bueno.., si eres tan amable de contármelo ahora.

Pirú carraspea la garganta y toma un largo sorbo de leche, se recuesta en el respaldo del sofá y comienza su explicación.

- Es una apertura en el tiempo, te puede llevar a cualquier lugar y época siempre y cuando atravieses la puerta sin ánimo de perjudicar a nadie. 
- ¿Y ya está? - Pregunto-
- No, para que la puerta gire tienes que pensar en alguien, enviarle mucho amor y desear que su vida y la de quienes le rodean sea  todo lo feliz y próspera que deseen.
- Y entonces la puerta se mueve... ¡Me encanta! -Exclamo- Dígame don Leonardo, ¿en quien pensó usted?
- Pensé en mis antiguos alumnos, los imaginé felices con sus familias y sus ratoncitos, les envié un pensamiento de amor y la puerta me trajo hasta aquí, que es un lugar que quería visitar desde hace años.
- Así que no vio la puerta por casualidad..., ¿verdad? - Preguntó el mago-
- No.., pero ya sabe que no todo el mundo debe conocer estas puertas, es peligroso. No estaba seguro de que aquí se supiera de su existencia, aunque siendo un lugar mágico, no sé cómo he podido dudar.

El ratón miró su vaso vacío e hizo un gesto de tristeza que Pirú interpretó al instante. En unos segundos, la leche hizo acto de presencia en el recipiente.

- ¿Y que le gustaría hacer aquí? -Le pregunto-
- ¡Oh! Eso es fácil de contestar: ¡He venido a contar cuentos!, hay muchos niños y animalitos en Casa Encantada que estarán felices de escucharme.
- Pues me parece una idea magnífica. ¿Qué piensas tú, Pirú?
- Que vamos a poder hacer muchas cosas mientras los más pequeños están entretenidos con don Leonardo. Ya sabes lo trasto que son.
- ¡Bienvenido don Leonardo! Mañana le haremos una fiesta que esté a la altura, así podrá conocer a todos. ¿Qué le parece? - Pregunto-
- ¡Fantástico! - Exclama el ratón- Pero antes deberíamos cerrar la puerta giratoria de entrada a Casa Encantada.
- Pero cómo..., ¿es que no la ha cerrado al llegar? - Pregunta  Pirú preocupado-
- ¿Qué ocurre? ¿Por qué es tan importante cerrar esa puerta? Si decís que se accede con pensamientos amables y de amor a los demás, no creo que nadie malo pueda atravesarla, ¿no?. 

A medida que hablo me asusto porque Pirú y don Leonardo no paran de mirarse con cara de creciente preocupación. Parecen no escucharme.

- ¿Me estáis escuchando? - Pregunto alzando la voz.
- Pepa, hay que cerrar esa puerta ahora mismo - Explica Pirú levantándose- si don Leonardo la ha dejado abierta, puede colarse cualquier animal, persona o entidad maléfica. ¡Si está abierta no se necesita nada más para entrar! Y muchos acechan para poder colarse. ¿Lo entiendes?
- Lo siento de veras - Dice el ratón apesadumbrado- No pude recordar las palabras para cerrarla, a pesar de lo mucho que lo intenté. Lo siento, me he dirigido rápidamente aquí precisamente por esto.
- No se preocupe - Le digo- ¿Pero por qué no escribió las palabras en un papel?
- Porque no funciona -Me responde- Las palabras mágicas para cerrar la puerta no pueden ser escritas, tienen que quedar en el aire y sin soporte. Cada persona tiene una clave de cierre que se le da justo cuando la puerta realiza el primer giro. Yo..., no recordé la mía y tuve que salir.

Enseguida comprendo la gravedad del asunto, así que me levanto y voy rápidamente a vestirme. Cuando bajo, los dos han salido ya.

- ¡Esperadmeeeee! 

Pirú no se había cambiado, caminaba a paso ligero y supose que don Leonardo iba en su mano.

- ¡Vamos Pepa! ¡No te retrases! - Me dice el mago-
- ¿No te has quitado el camisón de Agatha Ruiz de la Prada? - Le pregunto divertida-
- Considérate troll a la vuelta, querida.

Llegamos a un bosque espeso, de algunas setas comenzaba a salir humo; señal de que sus habitantes inauguraban un nuevo día en los alrededores de Casa Encantada.
- ¡Es ahí!- Dice don Leonardo señalando hacia la derecha de la seta.
- Bien, ahora, vamos a intentar que recuerde esas palabras , ¿de acuerdo? - Le dice el mago dejándolo a los pies de la puerta-
- Estoy listo - Asiente mientras introduce una de sus patitas en la puerta-

Pirú gira el báculo y envuelve a don Leonardo en una nube blanca que al instante comienza a llenarse de puntos muy brillantes. 

- ¿Qué son esos puntos luminosos? -Pregunto en voz baja-
- La memoria perdida de don Leonardo. En realidad no desaparece, todo lo que pensamos y vivimos queda flotando en el Universo; yo sólo la estoy trayendo de vuelta.

Don Leonardo tiene los ojos cerrados, a veces sonríe o hace gestos divertidos con  la cara.

- Está viviendo emociones de otros tiempos, recordando cosas que le hicieron feliz - Me dice Pirú- Don Leonardo, concéntrese en el momento en el que la puerta gira, por favor, es muy importante. No saque el pie, tranquilo, le agarraré en el momento preciso.

Me empiezo a poner nerviosa, sé que si esto falla pasará algo malo; con la magia nunca se sabe cómo saldrán las cosas y no quiero ni preguntar por qué el ratón tiene su pie en la puerta.

- ¡Casa encantada, puerta cerrada! - Grita el ratón-

En ese instante, Pirú agarra a don Leonardo y la puerta desaparece. 
- ¡Vaya, pues no era tan difícil!- Exclama el roedor riéndose a carcajadas-

Acabamos riéndonos todos, Pirú nos explica que la velocidad de aceleración de la puerta, a veces nos impide escuchar bien la clave para cerrarla. Eso, hace peligroso el viaje a través de ella. 

- Dime Pirú - Pregunto- La puerta ha desaparecido, pero ¿sigue estando visible en el lugar donde entró don Leonardo? ¿Cómo podemos saber si se ha colado alguna criatura por ella?
- A la primera pregunta: La puerta no es visible para todo el mundo, sólo alguien que conozca esta magia sabe la ubicación de cada una. Conozco algunas que se hacen visibles a todo el mundo una vez al año, pero si no sabes cómo hacerlas girar, no te llevarán a ningún lado. A la segunda pregunta..., habrá que esperar, no sabemos si alguien más la ha atravesado pero de ser así..., pronto lo sabremos.

En el camino de vuelta, paramos a comer en un prado donde don Leonardo nos contó cómo había sabido de esta magia. 

- ¿Y qué habría pasado si Pirú no le saca a tiempo de la puerta? - Pregunto al ratón-
- Me habría perdido en el tiempo, habría ido a parar a cualquier lugar y año.
- Bueno, pero luego podría haber dicho de nuevo las palabras de cierre y volver a este punto. -Aclaro-
- No, -Contesta Pirú- Si la puerta te atrapa cuando intentas cerrarla, el tiempo se descontrola para ti, ella no sabe adónde quieres ir. Estarías condenada a vagar por las edades y si tienes suerte, igual vuelves a tu época en uno de los saltos. O no. Estarías a merced de la aleatoriedad.
- Mmmm, no me gusta nada, prefiero ser un troll de piedra.
- ¡Con moco! - Añade Pirú-

Y volvemos a reírnos. Mientras camino de nuevo, no dejo de pensar en la posibilidad de explorar otros lugares o épocas a través de las puertas giratorias, pero eso es algo que no creo que pueda hacer sin la ayuda de un buen mago, uno que se llame Pirú.
Ya en Casa Encantada, don Leonardo sube a descansar, más tarde se encargará de la biblioteca y de todo lo necesario para que los niños puedan escuchar al menos un cuento al día. 
¡Ah! ¿Os apuntáis a la fiesta de bienvenida? Dejad vuestra confirmación aquí:
casaencantada@fiestadedonleonardo.com ¡Gracias!

Cuento registrado, prohibida su copia total  o parcial y/o reproducción por cualquier medio sin consentimiento expreso y por escrito de su autora. Código de Registro:1905240986376

miércoles, 7 de marzo de 2018

CONFESIÓN

- Yo soy de las que se pierden hacia dentro, levantando muros de silencio guardados por el respeto. Soy de ríos interiores que desembocan en insomnio cuando el temporal arrecia.

Se giró y fijó los ojos en la barra, bajo la luz tenue las pestañas dibujaron ramas en sus mejillas.
NOTA: Estas letras han sido sugeridas por esta imagen tan bonita que encontré en la web y que pertenece al artista Mike Redman. Si sabes algo más de ella, por favor, me encantaría que nos lo contaras.


Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805

lunes, 5 de marzo de 2018

LA NANA DE LOS SUEÑOS

Los sueños son como la niebla, suspendida en torno a la sierra nada más nacer la mañana. Gas, magia, vapor, perlitas de agua que si tocas se desvanece. Gris, pero transparente.
Hay sueños que vienen de caminos muertos, acabados al fin de transitar se buscan otras sendas que tengan hierbas más verdes. Son sueños nacidos de un final porque se suicidaron las tristezas.
Otros son alegría, risa, pureza... No me digas que no se puede soñar alegre igual que yo hacía cuando tus manos aún eran un puerto al que llegar. Hoy sigo de pie mirando el azul inmenso. ¿O era gris? Quiero decir que no fue un sueño.
Y hay sueños de mañanas donde el hoy se queda huérfano de esperanzas, no vive porque piensa en lo que va a ser. Sueños sin presente.
Y entre todos hay un espacio que alberga palabras de poetas, pero no los de verso excelso y métrica perfecta, sino el zafio, enclenque y miserable verso de quien no sabe decir sin palabras.

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805

miércoles, 28 de febrero de 2018

LA CIUDAD DEL VIENTO

El viento arropa una ciudad que no se detiene, a través del enorme ventanal observo a las gentes luchando contra la furia de Eolo. la fuente que se muere de risa salpicando a los incautos que pasan demasiado cerca y las carcajadas de los jóvenes que son como pompas de jabón explotando y llenando todo de esperanza. Mi té está caliente, me sumerjo en su sabor especiado y en las letras que me acompañan.

“Por favor, por amor, por caridad;

que alguien me diga 

quien soy, si soy, qué hago yo aquí, mendigo.

Las ardillas-esfinges de Central Park

me proponen enigmas para que los descifre:

“vive y deja vivir”.

Y siento miedo. Soy el niño

que en el pasillo oscuro oye el jadeo del jaguar,

y canta, y canta y canta para ahuyentarlo,

para que la sombra no sea”

Dos chicas alemanas ríen y hablan a mi lado, la gente es la misma allá donde vayas; ama, ríe y sufre de igual manera que esta que pasa y vive en Córdoba. Sea esta gente u otra, el mundo cambia y las personas permanecen en vida y en memoria.
Se acerca la camarera para saber si deseo algo más y le pido alguna forma de gratitud: "que sea dulce, por favor". Diligente, me prepara un paquete lleno de ”gracias” rematado con un enorme lazo verde. ¿Cabe el agradecimiento en algo tan pequeño?
Ahora soy yo quien sale a enfrentar al dios del viento, el pelo se me enreda en la cara castigada ya de otros vientos y otros días. De repente caigo en la cuenta de que no es mi pelo de siempre y que echo de menos el rubio, rizado y despreocupado del verano, ese que me acompaña en días largos llenos de pecas y agua clorada bajo el sol potente de Andalucía.
Hay un chico en el semáforo con el pelo azul, le sonrío y le digo que me encanta, su cara se ilumina y se lee el asombro y la sorpresa. Me da las gracias, pero apesadumbrado me confiesa que a su madre no le gusta. Cuando el semáforo se pone verde, se despide con una sonrisa. Es muy fácil hacer felices a las personas, pero no estamos acostumbrados a regalar amabilidad. ¿Por qué no sonreímos más? ¿Tanto nos cuesta dedicar un pensamiento benevolente, sonreír a un bebé, dar los buenos días, ser amable con el dependiente?
Camino mientras el viento decide darme una tregua. Dos señoras mayores y elegantes como sólo Córdoba sabe serlo se cruzan conmigo y me dedican una fugaz pero efectiva mirada de examen. Me pregunto si he aprobado.
Al llegar a mi destino, una puerta giratoria me enciende la imaginación. La necesito para mis cuentos ¿Cómo sería que mis personajes entraran en una de esas puertas y apareciesen en un mundo mágico distinto? Me dirijo al sofá del lateral donde saco mi pequeña agenda salpicada de flores y anoto la necesidad de escribir un cuento con puertas giratorias; de fondo suena “True” en forma instrumental. Me paro a pensar un segundo y escribo. Una hermosa niña rubia me mira, le sonrío y me ofrece su piruleta, mi corazón se llena de burbujas y le devuelvo una sonrisa con un silencioso: “eres preciosa”. 
Pasan unas horas dulces repletas de palabras a dos y sabores para repetir, solo un tiempo después, la puerta me devuelve a casa. Durante el camino me pregunto si realmente soy feliz o es sólo un convencimiento, un parapeto tras el que esconderme de tantas realidades. Miro al cielo gris lleno de nubes apretadas que se empujan para ser las primeras en descargar su preciado tesoro, cierro los ojos y en mi interior nace una respuesta que atribuyo al alma: “Eres feliz porque lo elegiste cuando no había nada más que eso o la desesperanza" Sonrío para mis adentros, es cierto. No se puede ser feliz cada día, todo el día, los 365 días del año, pero se puede elegir cambiar el pensamiento cuando el que viene te está amordazando el corazón. Ser feliz es una elección, especialmente si el mundo exterior se hunde.
Alma, corazón, pensamiento, agradecimiento…., VIDA. Llenar los días de vida es todo cuanto se necesita, salir a buscar palabras, secar al sol lo que duele, no dejarse erosionar y continuar.
Me duermo, pero antes de eso las palabras de José Hierro vuelven a mi memoria:

He aprendido a no recordar.
Vine con nada apenas: un fósil
(tiene forma de corazón),
unas hojas rojizas de haya (Bucenwald,
disecadas entre las páginas de un libro).
Y paro de contar.
Fragmento de “Cantando en Yiddish”, del libro: “Cuaderno de Nueva York”



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