lunes, 2 de marzo de 2020

MEZQUITA VS MEDINA AZAHARA.

<<Hoy triste me distraigo con las flores, 
de los ojos imán, donde la escarcha 
juega vivaz hasta inclinar su cuello>>
Ibn Zaydun 

- ¿Has visto a Ibn Zaydun? Aquella vez, como tantas veces, llevaba poesía en los labios y prisas en el corazón que conducen al llanto. ¿Está bajo tus arcos? Mezquita, háblame tú que aún distingues a los enamorados.

- Ciudad brillante, hace tiempo que mis ojos envejecieron lejos de los omeyas, he olvidado los nombres de los desheredados y los poetas, pasadas sus horas, volvieron a a la otra orilla, donde los mitos se disuelven en la nostalgia de siglos ya deshabitados.

- Pero tal vez entre tus naranjos, un hombre ciñe su pluma para cantar a Córdoba mientras mayo se levanta cargado de luz, ardiente de azahar. Mi poeta tiene la piel del color de los olivos y los versos temblorosos transitando en su boca enamorada. Haz memoria, amiga. Le busco e inclinada la tarde, no hallo su presencia entre mis muros.

- Flor del califa, tengo la carne llena de encajes y a cada trecho una puerta por donde los pensamientos marcharon al olvido. Tus jardines, tus califas que también fueron los míos, no pasan ya bajo la puerta del Sabat. Pregunta a la princesa de versos en el vestido, la he visto solitaria bajo ventanas antiguas, recitando palabras viejas, rugientes de amor.

- ¡Oh mi bella Walada! Late en sus manos poesía que transita las calles, versos que caen del cielo abierto en primavera, ráfagas de amor a Córdoba que hoy nadie comprende. Busca a Zaydun con el alma estremecida por besos hechos de espera, con rumor de sonrojos en las mejillas en puertas de la inmortalidad. Estos amantes, Mezquita mía, encontraron la suya a los pies de Sierra Morena porque cada amor, templada la carne, necesita su paisaje.

Callad todos, Madīnat al-Zahrā y la Mezquita están soñando, en sus bostezos descansan los poetas distraídos del presente, envueltos en amores que a tientas llegan al corazón de quien sabe leer, de quien sabe entender. Noche cordobesa, las reinas duermen. Silencio.

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Noche al cielo de invierno.


Asomada a la ventana veo nubes con cara de haber llorado, culpa de un día que ha vivido en la sombra. Cuando hay sol, el día tiene forma de beso y las cenizas se marchan con el vuelo de una mariposa. 
Miro al cielo, hoy aparece despegado de la vida, esa que en primavera pide cuentas a las flores y hace quemadura en el corazón. Es invierno y el sol es mentira, lo aceptamos porque la espera se hace más corta y la caída de los días en el calendario acelera las ilusiones. 
Asomada a la ventana me saluda la luna, es como un mar blanco y navegable derramado en un círculo, acotada por sus mitos, sostenida por los sueños. Las nubes se mueven y la secuestran, el rescate de los humildes siempre cuesta un poema. 
Miro al cielo y los sótanos del alma se llenan de recuerdos, de risas bajo las brasas de un verano que ya ha hecho las maletas. Dejad retirarse al tiempo, su herencia la recogeremos pasadas las escarchas.