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domingo, 22 de agosto de 2021

Un catering para Pirú. Cumpleaños encantado.

 

La primavera había llegado a Casa Encantada con sus cielos de sábanas blancas y azules, los pájaros en clase de vuelo y una alegría desbordada en el corazón de sus habitantes. A todos les gustaba esta estación, pero especialmente al mago Pirú que celebraba su cumpleaños. ¿Cuántos? Ni se sabe, además, es de mala educación preguntar la edad a  un mago.

Y es justo lo que don Leonardo Peinacanas le explicaba a Bizcocho, nuestro ratón goloso, que aprovechando la ausencia del mago esa semana, se podría organizar una bonita fiesta de cumpleaños, pero recordando que jamás, jamás se debía preguntar la edad. 

Poco a poco la biblioteca de don Leonardo se fue llenando de amigos, la noticia de la fiesta había corrido como la pólvora por toda la casa y cada uno tenía su propia propuesta.

- ¿Y si hacemos una enorme piñata con su cara? - Propuso la lagartija Matilda-
- Desde luego... ¡Pero qué cosas tienes! - Le replicó Benito Mondanueces-  Pirú merece algo mejor, propongo un enorme pastel que haremos Blasito y yo. Para eso somos los cocineros de Casa Encantada.

Casi una hora después, muchas propuestas pero ninguna acababa de convencer a todos, en eso, la puerta principal se abrió y apareció Plumillas. Era el único que no había asistido a la reunión porque estaba trabajando en un interesante artículo para Casa Encantada Noticias.


- ¡Al fin llegas, alma de cántaro! -Le espetó Matilda nada más verlo-

Don Leonardo puso al corriente a nuestro amigo sobre lo que traían entre manos y este de repente tuvo la solución.

- A Pirú le encanta la buena mesa en todos los sentidos ¿Y si le organizamos una fiesta que reúna menú excelente con mesa preciosa y sorpresa? - Dijo mirando a todos sus amigos que habían enmudecido con la propuesta-
- ¿Y cómo vamos a hacer eso? - Preguntó Blasito-
- No lo haréis vosotros, pero ayudaréis. Llamaré a mi amigo Borja Artiñano, coincidimos en Estados Unidos cuando estudiábamos y trabajábamos como camareros. ¡Ahora tiene una empresa de catering magnífica!
 
Matilda se levantó y comenzó a andar alrededor de su amigo.

- ¿Tú has estudiado en Estados Unidos? ¿Y qué hace un ratón cordobés allí?
- Enseñar a los americanos a hacer salmorejo. ¿Te parece poco? 

A todos les pareció buena idea, especialmente a los cocineros Blasito y Benito que sí conocían Pocheville Catering y se pusieron nerviosísimos con la noticia. ¿Estarían a la altura? ¡No podían creerse la suerte que tenían!
Plumillas llamó a su amigo que aceptó de inmediato, ¿una fiesta sorpresa para un mago? ¡Por supuesto! Al día siguiente llegaba a Casa Encantada cargado de ideas y deseando conocer a todos los habitantes. Se paró ante la puerta y llamó, Matilda salió de inmediato.

Este ratoncito es propiedad de OLGA KOLVALCHUK y puedes adquirirlo en su web: www.olgakovalchuk.tedsby.com Está hecho a mano. 

- Buenas tardes, usted debe ser Matilda,  soy ... - Borja intentó presentarse sin éxito porque inmediatamente la lagartija lo interrumpió-
- ¡Ah, no se moleste! No queremos cambiar de línea telefónica ni de compañía eléctrica, aquí no necesitamos nada de eso porque esta casa es mágica así que si viene usted de Ratadrola Electricidad, no se canse, no nos interesa. Gracias por su visita, adiós.

Y cerró la puerta dejando al pobre Artiñano sorprendido y plantado como una lechuga. Ya había sido advertido del carácter de Matilda, pero no se esperaba experimentarlo nada más llegar. En fin, habría que volver a llamar. De nuevo,  la lagartija.

- ¿Otra vez usted? Ya le he dicho que....

Esta vez fue Borja quien no dejó hablar a la maleducada Matilda-

- Soy Borja Artiñano, de Pocheville Catering y he quedado aquí con Plumillas. ¿Podría hacer el favor de avisar a mi amigo? - Dijo un poco molesto con la actitud de la lagartija-
- ¡Aaaaaaaaanda que la he liao! - Exclamó llevándose ambas manos a la cabeza- Perdona coleguita, es que te había confundido con otra persona. Pero, ¡pasa, pasa!, no te quedes en la puerta. 

¿Coleguita? ¿De dónde salían los amigos de su amigo? - Pensó nuestro invitado cuando atravesó la puerta- Enseguida acudió Plumillas para aclarar todo.

- ¡Querido amigo! Espero que hayas tenido buen viaje. Veo que ya conoces a Matilda.

Borja tomó del brazo a Plumillas y lo llevó a un lado. 

- Oye, ¿esta lagartija es la misma de la que me hablaste?
- Sí, claro. ¿Por qué?
-  Bueno, creo que ya he pagado novatada con ella.

Plumillas se disculpó por lo ocurrido y luego fueron derechos al salón donde Borja pudo conocer a todos los habitantes de la casa. Acto seguido expuso la idea que tenía para la fiesta de Pirú y pidió colaboración para hacerlo entre todos. Los cocineros estaban tan nerviosos que casi dejan caer la bandeja con dulces variados que traían para agasajar al invitado. 
La mañana trascurrió entre idas y venidas a la cocina e ideas para montar las mesas. Estaban absolutamente maravillados con las hermosas vajillas que Artiñano puso ante sus ojos, todos menos Bizcocho que solo atendía a los dulces que pasaban por delante. 
Terminado el día, se despidieron hasta la mañana siguiente en la que Matilda y Plumillas lo acompañarían al bosque para recoger algunas flores, ramas o cualquier otro elemento natural que le sirviera para hacer un bonito arreglo floral para adornar las mesas.

- Oye, Matilda - Llamó Plumillas a su amiga con un gesto para que lo siguiese a la cocina- 
- Dime, Plumis.
-¡No me llames Plumis! ¡Qué manía tienes! - Exclamó molesto el ratón- Haz el favor de portarte bien y ser educada, mi amigo lo es y espero lo mismo de ti.
- Yo soy educadísima. ¿Tu amigo es como tú o es normal?

Plumillas elevó las cejas en un gesto de asombro ¿Qué significaba esa pregunta?

- ¿Es que yo no soy normal? - ¡Mira que eres bruja!
- Bueno... Eres un poco pesao y un sabidillo.
- ¡Mira qué graciosa! Borja es un señor muy educado, así que trátalo bien y no seas bruta.
- ¿Puedo gastarle bromas?
- Si, pero sin pasarte. 
- Sí, piri sin pisisrte... ñe, ñe, ñe. ¡Eres un cursi! Le haré la morición, ea.

Amanecía sobre las ocho cuando Borja escuchó ruido tras su puerta. Era Plumillas, venía a disculparse por no poder acompañarlo al bosque, se le había presentado un imprevisto y tenía que partir hacia Los Altos. Lo dejaba con Matilda a la espera de que todo fuera bien.
Nuestro invitado bajó y fue a desayunar, luego dio un largo paseo por los alrededores, pero la lagartija no aparecía. A las nueve y media, su paciencia estaba al límite y decidió buscarla.

- ¿Matilda? ¡Está en la emisora! - Le dijo la seño Yolanda que salía con sus alumnos de excursión-
- Bueno, ¡esto es el colmo! ¡En esta casa nadie se toma nada en serio! - Pensó nuestro amigo cuando decidió ir a hablar con la lagartija y darle las quejas por su plantón-

Al verlo entrar, Matilda se dio cuenta de su despiste: ¡Lo había vuelto a dejar plantado! Porbre Borja - Pensó-

- Matilda, por favor, ¿tienes un momento? 

La lagartija le hizo una señal para que esperase un minuto. Puso una canción y luego atendió a Borja, que no parecía enfadado con su despiste. Antes de dejarlo hablar, se disculpó.

- ¡Ostras, nene, perdona! Es que el Plumis se ha tenido que ir pitando y tenía que atender la emisora. No te enfadas, ¿no? Yo te doy unas explicaciones molonas,  te pinto un mapa y te vas tú solito a buscar tus adornos. ¿Hace?

No daba crédito a lo que escuchaba, pero, ¿quedaba otra alternativa? La lagartija cogió lápiz y papel y empezó a dibujar.

- Mira, cuando llegues aquí, giras a la derecha, tienes que ver un grupo de rocas y detrás el arroyo y la arboleda. No  tienes pérdida. Ahí encontrarás musgo y también flores en cuanto andes unos metros. Si te despistas, en la casa de madera vive doña Carmelita Despistillos, puedes preguntar. Y ahora que lo pienso, ¿por qué no vas con Smaugui?
- ¿Smaugui?
- ¡Sí! El Culebre. ¿No te han hablado de él? Es como un dragón, pero en español.
- ¿Dice palabrotas en lugar de escupir fuego?

Matilda comenzó a reír, ¡era lo mejor que había escuchado en años! Le explicó quien era y que con una sola llamarada, ponía en marcha la calefacción de Casa Encantada. Le aconsejó ficharlo para mantener caliente las viandas.
Tras un rato de charla pudo convencer a la lagartija para que lo acompañase y esta accedió. Aunque solo un rato. 

Ya en el bosque, Borja disfrutaba de lo que la Naturaleza le ofrecía para sus arreglos.

- Mira, Matilda, esas flores son maravillosas

- Pero si son de lo más normalitas... - Objetó la lagartija-
- A ver... Esto es un evento en mitad del campo, ¿no querrás que monte las mesas como si estuviéramos en la embajada de Portugal, no?
- Pues mira, sería todo un detalle por tu parte. 
- Eres terrible, de verdad. Anda, ve por allí y mira a ver si hay musgo, yo iré por este lado.

Se separaron unos instantes y Borja descubrió unas setas preciosas.


- ¿Pero qué maravilla es esta? Me las llevo para mis arreglos. 

Tan ensimismado estaba buscando flores y piedrecitas aquí y allá que no se dio cuenta de que Matilda llevaba un buen rato llamándolo.

- ¡Jolines, Borja que estás sordo! Llevo llamándote una hora.
- ¡Ya será menos, exagerada!. Y no digas jolines.
- ¿ Y eso por qué?
- ¡Porque lo digo yo! Es una cosa muy fea y tú eres una lagartija muy bonita. No lo digas.
- ¡Jolines! - Dijo Matilda con los brazos en jarra y arrugando la nariz-
- ¡Matilda! 
- Ahora te hago la morición.

Y sin pensárselo dos veces se tiró al suelo y se hizo la muerta. Nuestro amigo no sabía ya donde meter tal cantidad de sensaciones. ¿Era así de verdad aquella criatura o lo hacía para probar la paciencia del prójimo? Estaba asimilando la visión que tenía frente a sí cuando Matilda abrió un ojo.

- ¿Puedo decir jopé?
- ¿Quieres probar los platos que vamos a preparar y participar en la fiesta? - Preguntó agachándose y mirando a la lagartija muy fijo-
- ¡Ya no lo digo más! - Y se incorporó de un salto-

La vuelta a casa fue divertida. Borja le contó mil anécdotas y Matilda reía tanto que no podía caminar. Otras veces era él el que moría de risa con las cosas de aquella criatura verde y revoltosa. 
El día se cerró mucho mejor de lo que había empezado. En dos días sería la gran sorpresa así que muy temprano comenzó el trajín de mesas, recetas, vajillas....
Borja estaba en la cocina dando instrucciones a Benito y Blasito.

- Chicos, esa crema más suave, por favor. ¿Alguien ha visto la cesta que traje ayer del bosque?
- Pues como la hayas dejado en la despensa, olvídate. Bizcocho se lo come todo. - Le dijo Blasito-
- ¡Qué horror! ¡En esta casa sois todos unos zampones!

La cesta estaba en el exterior donde ya se montaban las mesas. Borja extrajo sus tesoros y se dispuso a adornar. Plumillas llegaba en ese momento.

- Hola Borja ¿Qué tal ayer con Matilda? Es buena chica, aunque un poco sinvergüenza.
- ¡Lo pasamos de lujo! Es bruta como ella sola, pero muy divertida. Además, ¡me ha enseñado a hacer la morición!
- No me lo puedo creer... - Murmuró Plumillas-
- Pues créetelo, fue divertidísimo.
- ¿Qué es eso que tienes ahí? - Preguntó muy serio -
- Pues unas setas, las cogí ayer para .....
- ¿Pero qué has hecho, insensato?

Plumillas puso una mano en el hombro de su amigo y le contó que no eran setas, sino casas. Sí, las casas de los gnomos que vivían en esa zona y que tenían una mala pipa... 

- ¿No te aseguraste de que estuvieran vacías? - Preguntó Plumillas preocupado-

Borja no daba crédito a lo que oía. ¿Casas? ¡Si eran setas! Llevaba utilizándolas años y jamás había tenido problemas de ningún tipo. Era de locos. ¿Cómo iba a haber gnomos dentro? ¿Dónde se había metido aceptando ese trabajo?

- Pero, Plumillas, por Dios, que estamos hablando de setas.... - Se explicó intentando disimular su hartazgo-
- Exacto, pero mira, mira por esta ventana y verás.

Acercó la seta a los ojos de su amigo. ¡Por todos los dioses! ¡Si dentro había una casa perfectamente decorada y amueblada! En ese instante se escuchó hablar a lo lejos. Pumillas pidió a su amigo que aguardara un instante y caminó hasta la verja de entrada. Allí se encontró con varios gnomos con cara de pocos amigos. La seño Yolanda intentaba calmarlos, pero no había forma, ¡estaban enfadadísimos!



- A ver, ¿qué ocurre aquí? 
- ¡Queremos hablar con Pirú! - Exigió el más joven.

En ese instante salía don Leonardo acompañado de Borja. Cuando los gnomos vieron al ratón bibliotecario, se calmaron.

- Don Leonardo - Tomó la palabra el más veterano- Ese señor que le acompaña se ha llevado la casa de mi sobrino, la de la señora Gumersinda y toda la calle de Martín el zapatero. ¡No tenemos bastante con las orugas okupas que ahora nos vienen los ratones!
- Cálmese, don Laureano. Aquí nuestro amigo no ha tenido ninguna intención de robar nada, todo ha sido un terrible malentendido. El señor Artiñano está preparando la fiesta sorpresa de Pirú y no sabía que esas setas estaban ocupadas. ¿Cómo podemos arreglar este entuerto?
- Tienen que devolvernos las casas - Ordenó el gnomo-
. Pues si solo es eso, lo haremos ahora, antes de que puedan deteriorarse.

Borja se adelantó y se puso a la altura de los gnomos. Traía unos dulces de lo más apetecibles  y eso hizo que la visita se relamiera solo con verlos.

- Ruego me disculpen, nunca había estado en un lugar mágico y claro... ¿Cómo iba yo a saber que esas setas tenían gnomos dentro? De haberlo sabido, jamás las habría recolectado. Acepten estos dulces a modo de disculpa. Son unos eclair  de chocolate hechos por mis mejores reposteros: Blasito y Benito.


Imagen extraída de la cuenta de Instagram de Pocheville Catering. Os animo a seguirla. 

Cuando los gnomos vieron aquello se les pasó el enfado rápidamente. Probaron y les encantó así que los invitaron a pasar al salón de Casa donde sirvieron otros platos igual de interesantes. Además, estuvieron admirando las vajillas que servirían para la fiesta sorpresa de Pirú. El gnomo don Laureano llamó aparte a Borja para hablar con él.

-- Querido amigo, me pregunto si podrías venir a la boda de mi hija. Me gustaría que organizaras tú el catering porque  estoy sorprendido de lo bonito y bueno que es y está todo.
- Sí, claro, faltaría más. ¿Me perdonan entonces?
- ¡Por supuesto! Además, cuando las setas estén en su sitio, te regalaré algo que te va a encantar.

Le guíñó un ojo cómplice y siguió degustando de todo aquello que estaba a su vista.
Esa misma tarde, Borja y Matilda dejaron las setas en el lugar donde fueron recogidas y los gnomos pudieron volver a sus casas que además.... estaban repletas de dulces. Antes de marchar, don Laureano le regaló unas preciosas setas de cristal de Murano para que con ellas hiciera  arreglos para sus mesas. Agradecieron el presente y se dispusieron a regresar, sin embargo, no se dieron cuenta de que la noche estaba ya cercando el bosque.

- Mira que son interesados estos gnomos -Dijo Matilda- Perdonan todo a cambio de dulces.
- ¡Lo que son es unos golosos! De todos modos, me encantan las setas de Murano, ya verás la de cosas bonitas que pienso hacer.

Charlaban animadamente cuando la noche cayó y todo lo conocido se volvió extraño.

-  Matilda, sabes bien por donde vamos, ¿verdad? - Preguntó Borja mirando atrás un poco asustado.
- Claro que sí, coleguita, estás hablando con la exploradora number one del mundo mundial. Además, mira, llevo mi arco y mi carcaj lleno de flechas.

Eso no tranquilizó a nuestro amigo que se sintió un poco indefenso en aquella inmensidad. Los bosques siempre le parecieron catedrales naturales, unas enormes catedrales que admiraba pero en las que era fácil perderse sin apagaban las luces. Y  esa noche la bombilla principal se había apagado, era una noche sin luna. Los sonidos típicos de las horas comenzaron a escucharse; el ulular de las lechuzas, los grillos desperezando sus alas y algún canto más que Borja no supo identificar. 
Mientras caminaban, Matilda le contaba historias del programa que hacía con Plumillas "Cuarto Ratenio". A Borja no le pareció nada apropiado escuchar relatos de miedo en esas circunstancias, pero esa lagartija debía estar cruzada en loro. ¡No paraba de hablar!

- Total, que cuando fuimos a casa de don Avelino Churrete, ni fantasma ni flautas, era Bizcocho que se metía en la despensa y se zampaba todo.... - Hablaba Matilda sin parar-

De repente, el suelo comenzó a temblar. Un ruido fuerte, como de pisadas de gigante hacía que todo se tambaleara alrededor. Borja cayó al suelo al tercer golpe y sobre él, Matilda. 

- ¿Qué es eso?- Preguntó el ratón asustado-
- Pues.., esas pisadas solo pueden ser de un Ojáncano o un Roblón. - Contestó Matilda poniéndose en pie y recomponiéndose-
- ¿De qué? - Volvió a preguntar abriendo los ojos de manera desmesurada-
- Son criaturas mitológicas, antes solo estaban por Cantabria, Asturias.... Pero han bajado al sur y aquí los tenemos dando por saco. Y hablando de tener, lo que de verdad tenemos es un problema si no llegamos pronto a la caseta de la vía. Allí estaremos a salvo hasta que lo que sea se tranquilice.

Borja se asustó muchísimo. ¿Roblones? Matilda le explicó que era un viejo roble que se había tragado a una muchacha y los ojos que se veían en el árbol eran de ella. Ojos abrasados de dolor. Que eran enormes y muy peligrosos. Y luego esos otros seres.... ¡Los Ojáncanos! Esos sí que daban miedo... Eran como ogros, pero españoles. Un detalle, si te comen, al menos que sea en tu idioma. -Pensó-
Aceleraron el paso para llegar hasta la caseta, pero esta no aparecía y las pisadas se oían próximas. Cayeron al suelo un par de veces más. Matilda se dio cuenta de que los sonidos del bosque habían cesado y eso solo podía significar una cosa: Lo que fuera..., estaba cerca, muy cerca.

- ¿Qué pasa? -Preguntó Borja deteniéndose a la vez que la lagartija-
- Aquí debería haber un camino que desciende hasta la caseta. -Dijo rascándose la cabeza-
- ¡Nos hemos perdido! 
- Pues me da que sí...
- ¡Estupendo! No sé en qué estaba pensando cuando acepté venir aquí. ¡Todo es culpa de Plumillas!
- En eso te doy la razón. Tú cuando no sepas a quien echarle la culpa, se la echas al Plumis. Yo lo hago siempre y me va bien.

La lagartija no parecía tomarse nada en serio, hasta que delante de sus narices apareció el viejo Roblón. Enfadado, con los espinos alrededor de los ojos que ardían en la noche alumbrando todo como si hubiera luna, con aquella melena de hierba seca que le daba un aspecto aterrador. Su respiración agitaba las ramas de los árboles próximos y paralizaba de miedo a todo el que osara mirarlo.


- ¡Ahora sí que tenemos un problema! ¡Corre, Borja!

Y los dos echaron a correr como alma que lleva el diablo siendo perseguidos por el Roblón muy de cerca. Cada que vez que aquella criatura ponía un pie en el suelo, todo el bosque temblaba y nuestros amigos salían rodando por los suelos. En una de esas, El árbol cogió a Borja que no pudo zafarse de aquellas ramas secas que aprisionaban su tobillo.

- Matildaaaaaa!

Luchaba por soltarse, pero era imposible. La fuerza de aquel ser no era normal y por más que lo intentaba no podía escapar. Matilda vio asustada cómo el Roblón se acercaba la presa a sus ojos. Rápidamente sacó sus flechas y se dispuso a soltarlas hacia la cabeza, pero necesitaba fuego, algo que prendiera las hierbas secas. Nada de lo que hacía daba resultado,  a fin de cuentas, sus flechas no eran más que pequeños alfileres para el Roblón. Si al menos le acertara en los ojos...
Borja comenzó a sentir un calor inmenso que salía de las brasas que el árbol tenía por ojos. No podía soportar aquella temperatura y se desmayó abandonando toda esperanza por salvarse.

- Menudo final tan tonto. Chamuscado por un árbol que no sabía ni que existiera y que tiene unas malas pulgas que cualquiera le tose. ¡Por no hablar de lo que le huele el aliento a cenicero! Qué muerte tan ordinaria, de verdad..... -Pensaba a medida que se sumía en el mundo de las sombras-
- ¡Borja, no! ¡Despierta, amigo! - Le gritó Matilda desesperada.

La lagartija volvió a disparar sus flechas y esta vez acertó en un pie a su amigo que rápidamente despertó con un grito de dolor. El árbol no lo esperaba y se asustó dejando caer al ratón, momento que aprovechó para esconderse tras unos matorrales a todo correr. Matilda lo siguió y se resguardó con él.

- Estupendo, ¡ahora estoy vivo pero con una flecha en el pie! ¡Aaaaaaay!
- ¡Haz el favor de no quejarte! -Gritó Matilda- ¿Prefieres ser ratón a la parrilla? Desde luego, ¡eres igual de quejica que tu amigo Plumis!

El Roblón volvió a la carga, pero la lagartija vio sobrevolar algo en el cielo. ¡Smaugui!.

- ¡Mira, Borja! ¡Es Smaugui!. ¡Estamos salvados!

El Culebre había escuchado las pisadas desde Casa Encantada y reconoció rápidamente al ser que las provocaba. Decidió volar para espantarlo cuando se encontró con el panorama de Matilda y Borja acorralados por el Roblón. Enseguida lanzó una llamarada que sorprendió al árbol.

- ¡Bien! -Exclamó Matilda!. ¡Estamos aquí, Smaugui! -Agitaba las manos en el aire-

El Culebre lanzó fuego de nuevo y esta vez impactó en la cabellera del Roblón que salió corriendo en dirección al arroyo más cercano. Entonces, cuando el peligro pasó, descendió.

- Ese pie no tiene muy buena pinta . -Dijo echando humo por la nariz-
- ¡Me duele mucho! 
- ¡Pero te he salvado la vida, so quejica!- Exclamó Matilda.

Bueno, dejad la discusión, lo importante es que estáis vivos. Matilda, ayuda a Borja a subir a mi cuello y cobijaos en mis escamas, voy a elevarme mucho para ver dónde ha terminado esa criatura y podéis tener  frío. Luego volaremos a Casa Encantada.
A pesar de las circunstancias, Borja disfrutó muchísimo de aquel paseo. Pudieron ver al árbol metiendo la cabeza en la cola del pantano, por un tiempo, no tendría ganas de molestar a nadie. Después sobrevoló todo el bosque para terminar en casa y a salvo.
Don Leonardo inspeccionó el pie, era algo que solo podía curar Pirú y no regresaría hasta el día siguiente así que con la atención de Teresa Recetillas y algún calmante, pasó la noche. 
Al fin llegó el día del cumpleaños  y ayudado por un bastón que le prestó don Leonardo, se levantó temprano y dispuso todo en los jardines de la casa.

- ¡Venga, chicos, que Pirú está al caer! - Iba cojeando de un lado para otro y dando órdenes a diestro y siniestro-
- ¡Tú mandas mucho! - Le dijo Matilda. ¡Vas a ir al sindigato!
-Pero... ¡Serás sinvergüenza! ¡Si tú no estás haciendo nada!
- Te estoy vigilando, que me ha mandado Plumillas y también don Leonardo.

No hizo caso a la insolente lagartija y siguió preparando para que las cosas estuvieran  dispuestas a la llegada del cumpleañero. Todo estaba quedando como le gustaba a nuestro amigo; mientras daba los últimos toques a un bodegón, se acercó Smaugui.

Extraído de la cuenta de Instagram de Pocheville Catering. Una genialidad de Borja Artiñano.


- Borja, ¿voy calentando ya la comida?
- Sí, yo creo que sí, pero espera que te acompaño no la vayas a liar.

Fue hasta donde estaban las viandas preparadas y dio instrucciones precisas de cómo tenía que lanzar las llamas, pero claro... un Culebre es un Culebre y no calculó muy bien.

- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay! ¡Que me chamuscas! ¡Voy a tener que pedir un plus de peligrosidad!
- Los siento, lo siento! Si te sirve de consuelo, a Plumillas lo quemo siempre en las barbacoas.
- Sí, un consuelo. Mal de muchos...


Cuando consiguieron regular  la potencia de Smaugui, Borja sacó los arreglos que había hecho con las setas de cristal de Murano y los colocó por las mesas. Habían quedado realmente bonitos.
Extraído de la cuenta de Instagram de Pocheville Catering. Me he atrevido a hacer un montaje para que se vea lo mejor posible. Las fotografías son del invierno, pero los habitantes de Casa Encantada no lo saben. ¡Chssssssh, no les digáis nada!


Al fin pudo terminar y se sentó con su patita en alto para descansar un poco. Plumillas se acercó para darle la enhorabuena, todo había quedado precioso. 

- A Pirú le va a encantar. ¿Te duele mucho el pie? - Le preguntó señalando con el dedo-
- Un poco. Matilda tiene buena puntería, si no llega a ser por eso, no las cuento.
- Sí, es muy bruta, pero es buena lagartija.
- Y hablando de lagartijas, por ahí viene.

Matilda venía corriendo para anunciar que el mago llegaba.

- ¡Chicooooooos!¡Escondeos que viene!

En menos que se dice miau, no quedó ni un alma en el jardín, todos corrieron a esconderse en la casa. Cuando Pirú abrió la verja se encontró con una veintena de mesas maravillosamente dispuestas y con un olor exquisito que envolvía todo. Pero... ¿Dónde estaban sus amigos? ¿Habría pasado algo en su ausencia? Era raro, todo preparado y ni rastro de Matilda, ni don Leonardo...  También le parecía extraño que todo fuera tan perfecto, las comidas en Casa Encantada nunca tenían ese nivel. Qué raro...¿Qué estaba sucediendo?- Llamó una vez más a Matilda, Plumillas..., pero nada, no obtuvo respuesta. 
Siguió avanzando y entonces se topó con un rollo de papel atado y suspendido en la rama de un árbol. Era una carta.

Querido Pirú, en el día de tu taitantos cumpleaños hemos querido darte una sorpresa de esas que no se olvidan. Es nuestro modo de darte las gracias por todo lo que haces por nosotros. Por tus pantallas mágicas que nos aíslan de los malos, por tu medicina exprés a golpe de conjuros y por tu sabiduría que nos regalas siempre que Matilda no interrumpe. Por todo ello, GRACIAS.
Que disfrutes de este día y esta comida tan especial que te prepara Pocheville Catering, sabemos que eres fans absoluto de Artiñano que hoy está aquí para ti.
Feliz y encantado cumpleaños. Con cariño de,

Los habitantes de Casa Encantada.

¡Pirú no podía creer lo que estaba leyendo! ¿En serio los de Pocheville habían preparado todo aquello para él? ¿Tanto le querían sus amigos? Y en medio de su emoción  vio venir a Plumillas, don Leonardo, Blasito, doña Sinforosa, Bizcocho, la seño Yolanda.... Todos sus queridos compañeros que salían cantando el "Feliz en tu día" con una pancarta donde se leía: "Felicidades Pirú" y lanzando papelillos y serpentinas que luego tendría que recoger con magia. 
Arriba de la escalera había alguien con un bastón, alguien que nuestro mago reconoció al instante.

- Pero... ¿Qué le habrá pasado? - Se preguntó en silencio mientras saludaba a todos-

El mago subió la escalera para reunirse con Borja que aguardaba paciente su turno para conocer a tan entrañable personaje. Alguien de quien había oído mucho hablar gracias a su amigo Plumillas. 

- ¡A mis brazos, pequeño! - Le dijo el mago cuando estuvo a su altura-

Era la primera vez que un mago de verdad le daba un abrazo. Uno de esos que si tienes penas, se van. Uno de los que recomponen el alma.

- ¿Me vas a decir qué te ha ocurrido? - Le preguntó-
- Es una larga historia, pero lo dejaremos en que me atacó un Roblón y Matilda pudo salvarme con sus flechas.
- Matilda tiene una puntería endiablada, supongo que el disparo está justificado. Ahora ven, ponte allí.

Le señaló con la mano para que bajara las escaleras y se pusiera en un claro del jardín- Pirú lo siguió y cuando estuvo a su lado, giró el báculo del que salió una luz brillante y azulada. Le ordenó que entrara y al momento se vio envuelto por millones de partículas brillantes de una luz cegadora. Notó algo caliente en el pie y de repente desapareció toda molestia. ¡Podía andar! 

- ¡Ya no me duele! ¡Puedo andar! - Dijo saltando de alegría-
- Esta es la medicina de Casa Encantada, querido amigo - Le dijo Plumillas que se acercaba para interesarse por su reacción.

Y sin más, dio comienzo una fiesta que duró todo el día y buena parte de la noche, cuando agotados de bailar y divertirse, cada uno regresó a su habitación de la casa mágica. Había sido maravilloso estar allí y así lo sintió Borja que agotado se durmió enseguida.
A la mañana siguiente llegaron las despedidas, no era fácil dejar un lugar como aquel, pero prometió que volvería.

- Smaugui, me encantaría que me echaras una mano en una boda que tengo en un par de semanas. ¿Vendrás? - Le preguntó Borja-
- ¡Por supuesto!  Cuenta conmigo.
- ¡Yo también voy! -Gritó Matilda-

Y en ese momento, Borja se tiró al suelo e hizo "la morición", cosa que hizo reír a todos, incluso a la lagartija. 

- ¡Moriré con tus trastadas! - Exclamó nuestro amigo mientras se levantaba ayudado por Plumillas- Pero bueno, aceptaré tu compañía y si aparece algún pesado, siempre podrás hacer de las tuyas.

Con todo dispuesto para la marcha, Smaugui se prestó a llevarlo a casa. ¡Menuda envidia iban a pasar sus vecinos! No todos los días vuelve uno del trabajo en Culebre privado. 
Y así, Smaugui subió y subió mientras nuestro nuevo amigo sacudía la mano en el aire con un  "hasta pronto".

NOTA. A Borja Artiñano, por su genialidad y su generosidad. Gracias por servirme de inspiración y gracias por ser un señor estupendo. Bienvenido a Casa Encantada.



¡Espero que no hayáis pensado que Borja era un ratón de verdad! 😅😅😅
Aquí os dejo la fotografía del auténtico.

domingo, 14 de febrero de 2021

¡MUCHAS GRACIAS!

 

Nochebuena de 2020, había salido por la mañana unas horas y al regresar a casa me encuentro con un paquete de regalo envuelto en un bonito lazo rojo. No podía ni imaginar la sorpresa que aguardaba en su interior. ¡Regalos con la imagen de Casa  Encantada! Pero... ¿Cómo era posible? ¿Tanto cariño despertaban mis personajes? 

Sinceramente,  me quedé sin habla: Una bolsa para la compra,  una mochila y una botellita para agua aparecieron frente a mis ojos como salidas de uno de mis cuentos. Ahí estaban, como si de un momento a otro la lagartija Matilda fuera a salir de la mochila, como si el mago Pirú hubiera hecho magia. La magia de los cuentos. 

Gracias, Yasmina Pino por este regalo tan maravilloso,  sin duda la sorpresa más bonita que me han dado desde que escribo.  Haz extensible mi agradecimiento a todas las personas que lo han hecho posible, por favor. Siento haber tardado tanto en publicar mi agradecimiento,  pero quería hacer unas fotos que hicieran justicia a este hermoso regalo. Un millón de gracias,  fue un día muy feliz.







jueves, 31 de diciembre de 2020

FELIZ AÑO 2021

Queridos amigos de Casa Encantada, dejamos un año que no ha sido como esperábamos, pero que nos ha enseñado a valorar más que nunca la vida. Que el 2021 venga cargado de esperanza, de cariño, de cercanía y que por fin, sea el año de los abrazos. Feliz año nuevo a todos los que habitais la casa mágica, os espero para seguir compartiendo aventuras con nuestros personajes favoritos. 

De parte de don Leonardo, el mago Pirú, Plumillas, Matilda, Bizcocho, la seño Yolanda, la boti Teresa, Smaugui, Blasito, Benito, doña Sinforosa y sus amigos, los chicos del Gambigrupo y por supuesto Gambita y Pepa, muy FELIZ 2021.



domingo, 20 de diciembre de 2020

FENÓMENOS EXTRAÑOS EN CASA ENCANTADA. Bienvenidos a Cuarto Ratenio.

Cayó la noche en Casa Encantada, el día había transcurrido entre ir y venir de amigos acarreando leña, viandas, mantas nuevas... Todo para enfilar un invierno que este año parecía adelantarse.

Mientras algunos subían a sus habitaciones a descansar, otros preferían pasar un rato en la emisora de radio. Era el caso de Plumillas y Matilda que no podían esperar para contar a sus oyentes en qué iba a consistir su nuevo programa.  Ya habían adelantado en verano que se llamaría: << Cuarto Ratenio>>
De repente, una música se escuchó en toda la casa y en todas las radios de los habitantes del Guadiato que en ese momento escuchaban la emisora.

-Buenas noches queridos amigos de Casa Encantada Radio, soy Plumillas, vuestro reportero favorito que vuelve con muchas y nuevas aventuras. En mi equipo, y como no podía ser de otra manera, Matilda, la lagartija más intrépida del Guadiato. Queremos presentaros nuestro nuevo programa: Cuarto Ratenio, que comenzará tan pronto nos hagáis llegar vuestras historias sobre sucesos inexplicables. Podéis contactar con nosotros a través de nuestra pagina web: www.casaencantada.info, correo electrónico: plumitilda@casaencantada.info o bien a través de nuestras redes sociales en Facebook, Twitter e Instagram. 
Nos trasladaremos hasta el lugar para en vivo, comprobar todo aquello que nos contéis. Arrancamos el sábado noche, no os lo perdáis.

A una señal del ratón, Matilda subió la música y en pocos minutos, comenzaron a llegar historias de todas partes contado sucesos dignos de su atención.

-Mira Plumillas, he recibido un correo electrónico de don Avelino Churrete.
-¿Algo interesante?
-Sí, al parecer en su casa desaparecen cosas y hay ruidos que no puede explicar. Nos pide que vayamos a investigar a ver si podemos ayudarle.
-Estupendo, dile que mañana sin falta estaremos allí a inspeccionar la casa.

El día siguiente amaneció con lluvia, como podéis imaginar a Matilda no le gustaba nada el tiempo porque su verde brillante empezaba a desvanecerse por momentos. No, no era el clima adecuado para una lagartija, pero eso no la detendría en su trabajo así que a las nueve de la mañana estaba en el comedor esperando a Plumillas para desayunar. Mientras el ratón llegaba, Matilda conversaba con la seño Yolanda que le explicaba la vuelta al cole de los más pequeños.

-Así que este año tenemos a la hija de Lucinda, la oveja del cruce de Los Molinos y a Rosita Montesinos, la abubilla que ya conoces. -explicó llevándose la taza de té a los labios.
- ¡Sí! Rosita es muy lista, ya verás qué buena alumna.

En ese momento, a Matilda y Yolanda se unieron Pirú, don Leonardo y Teresa, la boti, que antes de abrir la farmacia pasaba siempre a desayunar con sus amigos. No tardó en llegar Plumillas cargando con una aparatosa mochila.

-Pero... ¿Qué llevas ahí? -Preguntó Pirú
-Todo lo necesario para nuestra investigación en casa de don Avelino Churrete. Fenómenos extraños, querido Pirú.
-Ya... -murmuró el mago mesándose la barba
-También llevamos un tentempié para el camino.
-¿Y en qué consiste? Si puede saberse... -preguntó Teresa
- Té con pastas, mira.

Teresa cogió el paquete de pastas y puso cara de asombro.

-¿Pero tú sabes lo que lleva esto? ¡Insensato! Aceite de palma, potenciadores del sabor, conservantes a tutiplén, azúcar... ¡Bueno, bueno, no quiero seguir leyendo! 
-Pero... ¡Si las he comprado en el Ratadona!
-¡Como si las compras en el Ratefour! Lo tiro ahora mismo y traigo unas galletas que hice ayer para mis niños.  ¡Os vais a chupar a los dedos!

Sin dar opción a Plumillas, Teresa se deshizo del paquete de pastas y volvió con una cajita que ya olía bien sin abrirla.

-Toma, anda. Os he puesto también dos piezas de fruta, unos frutos secos y leche. Con eso aguantaréis bien hasta el mediodía. ¡Ah! Y como vais sin Pirú, y por lo tanto sin magia, os he preparado este botiquín de primeros auxilios.
-¡Vaaaaaaaaaaale! -Contestó Matilda que estaba fastidiada por perder las pastas.

Se despidieron y salieron a buscar su aventura.

-¡Adiós, Iker Plumillas y Matilda Porter! -Gritó Pirú desde dentro provocando la risa de los amigos que desayunaban en ese momento.

-Muy graciositos están todos hoy, ¿no? -protestó Matilda

Atravesaron el bosque y al fin llegaron a casa de don Avelino. Se trataba de una construcción a base de cántaros que a nuestros amigos llamó muchísimo la atención.
Enseguida vino don Avelino.

-¡No me habías dicho que es un conejo! -Comentó Matilda por lo bajo
-¿Racista a estas alturas?
-¡No, idiota!, pero me gusta saber con quien voy a verme. Por cierto, que tiene chocolate en la nariz.
-¿Por qué crees que se apellida Churrete?
-¿Algún problema? -Preguntó don Avelino.
-No, no, ninguno -se apresuró Plumillas
-Pasad por favor, os contaré lo que ocurre.



Se adentraron por un verdadero laberinto de túneles y cántaros. Don Avelino les enseñaba su casa mientras les contaba el estrés al que estaba sometido desde hacía semanas. Cada noche, sin explicación alguna, se encendían las luces, desaparecía comida y escuchaba ruidos. Grifos que se abrían solos y otras cosas que tenían al conejo muy nervioso.

-Discúlpeme  ¿No pudiera ser un ladrón el que viene a su casa cada noche? -Preguntó Matilda.
-No creas, lo he pensado. Pero ya he cambiado la cerradura un par de veces, además, lo de los grifos.... No le encuentro explicación. ¡Y el frío!

-Bien tranquilícese, echaremos un vistazo y veremos si hay algo raro. - Dijo Plumillas
- ¿Cómo un vistazo? ¡Tendréis que quedaros a dormir! ¡Todo sucede de noche!

Matilda y Plumillas se miraron, no estaba en sus planes dormir fuera de Casa Encantada, pero desde luego que aceptarían. El resto del día lo pasaron escuchando a don Avelino que resultó un hablador imparable. Matilda a veces bostezaba y se llevaba un codazo de Plumillas, pero es que ese conejo era más bien un loro.
A media tarde tomaron un té en el jardín y el anfitrión aprovechó para presentarles a los vecinos. Don Avelino era especialmente querido por los niños, tenía tantas historias que contar que nunca se aburrían con él. Cuando llegó la noche habían comido tanto que no sabían si podrían mantenerse en pie para cazar al supuesto fantasma.
Plumillas observaba desde su ventana el agua caer. Había comenzado a llover y desde el acogedor cuarto calentado con una chimenea, podía ver el exterior y las casas colindantes. Se caía de sueño, pero de repente... 

Una sombra cruzó el pasillo, no parecía tener pies y llevaba algo parecido a una túnica negra. Fue un instante, aunque lo suficientemente largo como para que el miedo se apoderara de nuestro amigo. En ese momento, Matilda entró rápidamente y sin llamar.

-¿Has visto eso? ¡Qué miedooo! ¡Un ensotanao
-¡Qué ensotanado ni qué porras! Tiene que haber una explicación. Vayamos a echar un vistazo.

Lo dijo sin mucho convencimiento porque la lagartija se percató de que a cada paso que daba su amigo, la cola le temblaba como si estuviera conectada a la corriente.

- Estás un poco....Acongojado, ¿no?
-¿Yo? ¡Pues no!

Un portazo inoportuno hizo saltar al ratón de tal manera que Matilda no pudo contener la risa. Ella también se había asustado, pero lo de Plumillas...¡Ay, el Plumis! 

-¿Qué ha sido eso? --Preguntó Plumillas asustado
-¡El fantasma! Ja,ja,ja,ja,ja,ja.
-¿Estás tonta o es que estás tonta? 
-La puerta de la calle estaba abierta, don Avelino la ha cerrado y se ha generado corriente. ¡Tenías que ver tu cara! Ja.ja,ja. Bueno, pues cuando el señor se recupere del susto, seguimos investigando.


-¡Eres muy graciosa! -Exclamó Plumillas enfadado.

Siguieron avanzando, la luz de la cocina estaba encendida así que decidieron entrar sin hacer mucho ruido. 

-¿Esta luz? -Preguntó Matilda señalando con su dedo la lámpara del techo
-La apagué yo personalmente hará media hora. Vine a beber agua.

Matilda se estremeció.

-Igual fue don Avelino -dijo Matilda haciendo un esfuerzo para buscar una respuesta lógica
-No, señorita -se escuchó la voz del conejo que alertado por los golpes se había dirigido a la cocina -Yo estaba en mi habitación y me levanté a cerrar la puerta de la calle. La dejamos entreabierta y la lluvia y el viento se colaban.
-Entonces.... -Plumillas dejó la palabra flotando en el aire.
-Para eso os llamé. Y ahora si me disculpáis me vuelvo a mi cuarto. Mañana nos vemos en el desayuno.

Don Avelino dio media vuelta y se marchó por donde había venido.

La noche fue larga y aunque nuestros amigos pusieron todo su empeño, no lograron descifrar qué estaba pasando en aquella casa. A las cuatro de la mañana se fueron a dormir y al día siguiente, las luces volvieron a aparecer encendidas. La despensa había sido prácticamente saqueada.

-¡Pero bueno! -don Avelino estaba enfadado. ¡Os he traído para impedir esto! ¿Y qué hacéis? ¡Dormir¡
-Pero señor Churrete, verá.... -habló Plumillas.
-¡Ni señor Churrete ni señor Churreta! ¡Se han llevado mis provisiones! Ahora tendré que salir al comercio de Rafalito Cortés para que podáis desayunar. ¡Botarates!

Matilda estaba detrás de don Avelino haciendo burla mientras hablaba y Plumillas no podía aguantar la risa.

-¿Te hace gracia? -preguntó el conejo cada vez más enfadado- 
-No, no, disculpe es que me he acordado del susto de ayer y...
-¡Ahora vuelvo!

Y le vieron perderse en el bosque en busca de nuevas viandas. Matilda no podía aguantar la risa.

-¡Eres malísima! Qué mal rato me has hecho pasar...
-Ja,ja,ja,ja. ¿Has visto que tenía todo el hocico manchado de chocolate? Para mí que tiene otra despensa en su cuarto y se pone fino filipino. A ver si va a ser sonámbulo y se come su propia comida sin saberlo.
-Pues no hay que descartarlo. Lo investigaremos esta noche. 

A don Avelino se le pasó el enfado en cuanto Matilda le contó sus aventuras con los ojáncanos. Si era capaz de enfrentarse a esos seres, estaba claro que podría con un fantasmilla de tres al cuarto. El día lo pasaron preparando <<trampas>> para el fantasma y volviendo a llenar la despensa de dulces, frutos secos, leche... Y al fin llegó la noche, esta vez no pensaban acostarse así que darían de una vez con el fenómeno que alteraba la tranquilidad de aquella casa. Plumillas sacó su cámara de fotos infrarroja, no se le escaparía nada de nada.


En el cuarto de Matilda aguardaban alguna señal que indicara que el fantasma había hecho acto de presencia, pero la noche trascurría tranquila.

-Tú verás como no aparezca -se impacientó Matilda.
-Salgamos al pasillo, pero sin encender la luz.

Los intrépidos investigadores recorrieron el pasillo a oscuras, habían memorizado las trampas y las evitaron sin problemas. De repente..., frío.

-¿Lo notas? 
-Sí, Matilda. Es la bajada de temperatura que se advierte antes de que ocurran determinados fenómenos.

Un ruido tremendo vino de la cocina, los amigos encendieron luces y corrieron hacia el lugar donde los sonidos se hacían cada vez más intensos. Antes de abrir la puerta, el silencio de nuevo.

-¿Abres tú o abro yo? -Preguntó Matilda -¿Quieres soltar el picaporte? ¡Plumis!

Nuestro amigo se había quedado paralizado por el miedo. Solo al encenderse la luz de la cocina reaccionó y en ese instante, una sorpresa les saltó ante sus narices.


-¡Bizcocho! ¿Tú? ¿Tú eres el fantasma?
-¡Sssshhhhh! ¡No hagáis ruido que el conejo se despierta!
-Pero... ¡Tendrás poca vergüenza! -exclamó Plumillas -¿Es que no tienes bastante con la despensa de Casa Encantada?
-¡Es que Blasito le ha echado la llave! dice la boti que como muchos dulces y los otros... ¡Pues con tal de fastidiarme no me dejan entrar!
-A ver, Bizcocho -habló Matilda -No puedes ir por ahí comiéndote las viandas ajenas, además, ¿tú sabes el susto que le das cada noche a don Avelino? ¡Cree que tiene un fantasma en la casa porque te dejas las luces encendidas y abres grifos!
-Claro, es que me tengo que lavar las manos antes y después de comer. ¡Mira estos marranos! ¿Es que vosotros no lo hacéis? Luego si se me olvida apagar alguna lucecilla.....
-¿Y el ensotanado? ¿Y el frío repentino? -Preguntó Plumillas
-Es que entro por una de las claraboyas del techo y como se queda abierta hace corriente. Pero del ensotanado ese del que habláis yo no sé nada.

Matilda vio algo parecido a un chaquetón azul marino con capucha sobre una silla. Levantándolo preguntó.

-¿Esto es tuyo?
-Sí... Es que hace mucho frío. Es una capa que me regaló Pirú igual a la suya, pero en azul.
-Está bien, Bizcocho. Hablaré con Blasito y Benito para que te dejen comer algunos dulces, pero tendrás que pedir perdón a don Avelino por todos los trastornos que le has acarreado -propuso Plumillas.
-Se va a enfadar.... -murmuró Bizcocho llevándose una galleta a la boca-

Al ratón goloso no le quedó otra que disculparse, al principio don Avelino se enfadó muchísimo pero luego, escuchando al gracioso Bizcocho, decidió perdonarlo. Eso sí..., todos los días tendría que acompañar al conejo a la compra y luego colocar todo en la estantería. Así durante un mes, que era el tiempo que Pirú había decidido sería necesario para resarcir de todos los trastornos a don Avelino.
Y fue así, con esta historia, como se inauguró uno de los programas más famosos de la radio de Casa Encantada, <<Cuarto Ratenio>> Si habéis tenido,  o tenéis, alguna experiencia fuera de lo normal, contádselo a Plumillas y Matilda y os solucionarán todo en un pis pas.

NOTA: Los ratoncitos y lagartija han sido extraídos de Pinterest, si tú eres su propietario, por favor, contacta conmigo para poder publicitarte y facilitar que vendas tus creaciones. Si deseas que los retire, respetaré tu decisión. GRACIAS.

lunes, 6 de julio de 2020

Doña Teresa Recetillas, una boti en Casa Encantada.

Pirú llevaba toda la mañana de aquí para allá ordenando hechizos y libros de pociones mágicas en el laboratorio. Doña Teresa estaba al llegar y quería tenerlo todo en orden para recibirla como merecía. Entre poción y poción, había creado unas chuches estupendas para todos los niños y en especial para los de nuestra nueva amiga, una boticaria que venía a aprender todo del mundo mágico.
A eso de las once sonó la campana de la entrada y Matilda fue rápidamente a abrir.

- ¿Eres Matilda? Me han hablado mucho de ti, soy Teresa Recetillas, la nueva boti. Estos son mis niños: Carmen, Nacho, Paula y Teresa. Saludad como sabéis.

Los niños estaban encantados con la anfitriona-lagartija y Carmen en especial no podía parar de mirarla.

- ¿Habéis visto la cola que tiene? Y lo verde que es toda enterita... - Dijo la niña sin parar de mirar a Matilda-
- Creo que debíamos tirar un poco, a ver si es de verdad o se la ha cosido de trapo - Contestó  Paula-
- ¡Os he oído! - Exclamó mami Teresa - Ni se os ocurra tirarle de la cola ¿Entendido?

A Matilda le encantaron los niños, eran traviesos como ella y se había pasado semanas ideando trastadas para todos. Sí, buena compañía para una lagartija de mundo.

En el salón, Pirú hizo las presentaciones y rápidamente pasaron al laboratorio. 

- Teresa, mira, en esos libros están las pociones mágicas, no sé si eso te lo enseñaron en la Facultad de Farmacia.
- ¿Estás de broma? ¡Somos gente no mágica!
- Es verdad. Anda, acerca esos de ahí.

Esta bonita ratoncita es propiedad de Marta Pérez Solero, para adquirirla, ponte en contacto con ella en martaperezsolero@gmail.com

Teresa estaba encantada con todo lo que aprendía. No paraba de asombrarse con la cantidad de cosas que leía en esos viejos libros.

- Entonces, a ver si yo me he enterado. Cojo una brizna de hierba con rocío de la mañana y eso lo mezclo con pétalos de margarita y un poco de jengibre.
- Y las palabras mágicas. 
- Eso, que si no.., no funciona. Y con esto, la gente malhumorada se vuelve agradable. No voy a dar abasto, te lo digo. Oye ¿No tienes la barba muy encrespada? Yo tengo una loción que te va a ir de maravilla, recuérdame que te la traiga mañana. ¡Ah! y a tu edad no estaría de más que tomaras algún complemento alimenticio, te traeré algo de Ana María Larratita.
- Ah..., vale, estupendo. Gracias.

Y así pasó la mañana entre palabras mágicas, pociones y hechizos. De repente, se escucharon ruidos en el altillo.

- Qué raro... Juraría que esos ruidos vienen del altillo. - Dijo Pirú-
- ¿Y que tiene de especial?
- Hay una zona reservada, no se puede entrar porque es peligroso. Digamos que es un portal hacia mundos desconocidos y quien lo atraviese puede perderse.
- Vaya...  Pensé que este lugar era seguro. - Dijo Teresa preocupada por los niños-
- Y lo es, querida... Siempre que se cumplan las normas, claro.

Los ruidos eran cada vez más intensos y en la emisora de Casa Encantada, Plumillas y Matilda especulaban.

- ¿Has subido al altillo? - Preguntó Plumillas-
- Vengo de allí ahora mismo.
- ¿Y los niños de Teresa? 
- Están con don Leonardo, les está contando cuentos.

En efecto, los peques estaban entretenidos con las cosas que les contaba el ratón bibliotecario. 
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- Pues si los niños no son, ya me dirás qué son esos ruidos. - Dice Plumillas nervioso-
- Este es un caso para nuestro programa "Cuarto Ratenio". Iker Plumillas y Matilda Porter en busca de lo desconocido... ¡Chan chaaan!
- Te digo una cosa, Matilda... Tú estás mal de la cabeza. Deja de tomar el sol, hazme el favor.
- Desde luego... Qué poco sentido del humor tienes, hijo. Anda.., vamos al altillo a ver qué sucede.

En el camino se toparon con Carmen y Nacho que estaban inspeccionando la casa, les contaron que al parecer  se habían aburrido de cuentos y habían dejado a las gemelas con don Leonardo que les daba permiso para inspeccionar todo, excepto una parte del altillo. Por supuesto, se dirigían hacía allí cuando fueron interceptados por Matilda y Plumillas.

- No me creo que don Leonardo os haya dado permiso, pero está bien, podéis acompañarnos sin separaros  de nosotros - Advirtió Plumillas-
- Oye Matilda, ¿esta cola es de verdad? - Preguntó Carmen a la vez que tironeaba-
- ¡Uaaaaaaaaay! ¡Niña! ¡Tócate las orejas! ¡Pues claro que es de verdad! ¿Qué te creías que la llevaba cosida como si fuera un llavero? 
- Perdón, perdón, es que no sabíamos... - Se apresuró a disculparse Nacho-
- Otra como esa y os quedáis sin paseo a lomos de Smaugui.
- ¿Quién es Smaugui? -Preguntó Carmen intrigadísima-
- Un culebre, lo que viene a ser un dragón español, con sus fuegos, sus humos, sus escamas y sus tesoritos- Aclaró Matilda-
- ¡Queremos verlo! - Exclamaron los niños-
- Lo veréis luego si os portáis bien. ¡Y podréis tirarle de la cola!
- Anda que tú también.... Dales ideas. - Le recriminó Plumillas a Matilda-

Los ruidos eran tan fuertes que los niños se asustaron. Venían de la puerta secreta, aquella que no podía ser abierta sin que un mago poderoso estuviera presente y en ese momento... Pirú estaba muy ocupado. Aún así, había que avisar sin falta para saber a qué se enfrentaban.
Curiosamente, esa puerta era respetada por todos los habitantes de Casa Encantada, tras ella había un mundo de alucinaciones y criaturas nada buenas, por si fuera poco, perderse allí podía llevar a la locura. Solo un mago de la talla de Pirú podía atravesarla y salir sano y salvo de la aventura, aunque ello implicaba tomar medidas por su seguridad y la de sus amigos.
¿Por qué estaba esa puerta allí? Nadie lo sabía. Pirú entraba en aquel mundo de vez en cuando para renovar su poder, era como un portal para magos, pero nunca contaba lo que sucedía allí durante su estancia.
En el laboratorio, Teresa y el mago se habían dado un descanso y la boti se desprendía de su bata cuando llegó Paula.

- ¡Mamiiiiiiiiiiiii, quiero teti!
- Claro, hija ¡Si ya es tardísimo! Se me ha ido el santo al cielo. ¿Y tu hermana?
- Está con don Leonardo.
- Pues vamos a por ella y coméis las dos.
- Mami.
- Qué, cariño.
- Teti.
- Ahora, en cuanto estemos las tres.

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 Al llegar al salón, encontraron a don Leonardo solo, sumido en la lectura de <<El capitán Ratatriste>> y ni escuchó los pasos que se dirigían hacia él.

- ¡Don Leonardo! ¿Ha visto a Teresa? Mi otra gemela, es que me ha dicho Paula que la había dejado con usted.
- No, querida, salió tras su hermana nada más esta cruzar la puerta.
- ¿Qué me está diciendo? Pero si Paula ha llegado sola...

Don Leonardo palideció al oír aquello. Soltó el libro sobre la mesa y se levantó.

- ¿Qué son esos golpes? - Preguntó Teresa-
- No lo sé, llevan un rato escuchándose. Pensé que serían los cocineros en el desván o esos <<trastoleros>> de Plumillas y Matilda que no paran un rato quietos, pero la verdad es que cada vez suenan más.
- Don Leonardo, vamos a buscar a la niña, me estoy asustando.

En un pis pas, se organizaron grupos de amigos buscando a Teresita, pero no aparecía. En ese mismo instante Plumillas, Matilda, Carmen y Nacho estaban delante de la puerta prohibida. Los golpes arreciaban cuando de repente vieron venir una llave, flotaba en el aire ayudada por unas alas. Se quedaron con la boca abierta cuando se dieron cuenta de  que se dirigía hacia la cerradura.

Preciosa fotografía de Daria Khoroshavina, de www.behance.net 

- ¡Plumillas, hay que detenerla! - Gritó Matilda-

El valiente ratón, ni corto ni perezoso se abalanzó sobre la llave y al contacto con esta cayó fulminado al suelo y sin sentido. Mientras los chicos y la lagartija intentaban auxiliar a Plumillas, la llave abrió la puerta. Una sombra gigante cubrió a los amigos.

- ¿Qué es eso? - Preguntó Carmen-
- ¡Es un troll! - Gritó Matilda- ¿Cómo es posible que haya podido atravesar la puerta de día?
- Mola el troll - Dijo Nacho sin perder de vista aquel ser-
- ¿Estás loco? ¡Son muy peligrosos! ¡Corred! - Exclamó Matilda-
- ¡Quieta ahí! - Interrumpió Carmen decidida- ¿Es que vamos a dejar aquí a Plumillas?

El troll miraba atónito la escena, era la primera vez que no salían corriendo en su presencia.

- ¿Qué es...? - Nacho dejó la frase en el aire mientras retiraba de su hombro un líquido espeso y viscoso-
- ¡Es un moco! ¡Un enoooooooooorme y guarrísimo moco! - Señaló su hermana mondada de la risa-
- ¿No decías que los trolls molaban? ¡Corred de una vez! - Ordenó Matilda muy enfadada-

En ese momento llegó Pirú que sobresaltado por los golpes había puesto a salvo a los habitantes de la Casa y puesto rumbo hacia el lugar de donde sospechaba podían venir. 

- ¿Pero se puede saber qué habéis hecho? - Preguntó Pirú muy enfadado- ¡Ahora tendré que inmovilizarlo y devolverlo a su mundo antes de que haga algo terrible! ¿Cómo habéis encontrado esa llave?
- Plumillas... - Habló Matilda-
- ¿Qué pasa con Plumillas? - Preguntó Pirú enfadadísimo-
- Pues... - Carmen señaló con el dedo el lugar donde el ratón yacía desmayado-
- ¡Cielo santo!

Teresa acababa de llegar cuando se percató de la presencia del troll, que embobado con las criaturas que tenía delante, ni se había movido.

- ¿Y este quien es? ¡Pero si va en calzoncillos! ¡Marrano! ¿No te da vergüenza delante de los niños?

Y ni corta ni perezosa, ante la sorpresa del mago, agarró una escoba que alguien había dejado por allí y la emprendió a escobazo limpio con el troll.

- ¡Toma! ¡Para que aprendas a no ir por ahí medio en pelotillas! ¡Y límpiate esos mocos, marrano!

Los niños reían a más no poder y el mago y la lagartija no podía salir de su asombro.

- ¡No, no! ¡Más escobazos no! ¡Yo solo me he intercambiado con una amiga porque quería conocer vuestro mundo! ¡Ella me dejó venir!

- A ver.., explícate - Le pidió Pirú-
- Pues veréis... Tengo una amiga, es una niña que se llama Teresa y hace unas horas pasó la puerta. Alguien liberó la llave alada y pudo pasar.

 Mamá Teresa se asustó mucho y miró a sus hijos. Los conocía bien, algo habían hecho.

- Chicos... ¿Tenéis algo que contarnos?
- ¿Alguien va a hacer algo por Plumillas? - Preguntó Matilda señalando a su amigo con ambas manos- 
- ¡Plumillas! - Gritó Pirú- ¡Lo había olvidado por completo!

Se dirigió al ratón y pronunciando unas palabras mágicas este despertó. 

- ¡Eso no viene en mi libro de hechizos! - Protestó Teresa-
- Es que es un contrahechizo ¡Ya llegaremos! Qué mujer..., menuda impaciencia...
- Bueno, ¿por donde íbamos? ¡Ah, sí! Mis hijos, a ver qué trastada han hecho.

Carmen se adelantó y relató que don Leonardo en realidad se quedó dormido mientras les contaba cuentos, momento que aprovecharon para inspeccionar la biblioteca. Se dieron cuenta de que la escalera para acceder a las estanterías se movía sola así que decidieron pasearse un poco y de paso echar un vistazo a los libros, pero había una zona a la que no llegaba y no tuvieron mas remedio que trepar.  Había un hueco pequeño en la madera, como una madriguera, se metieron en él y al fondo vieron  una caja que se movía. Al abrirla... Salió la llave volando.

- Pirú.. ¿Qué puede pasar? - Preguntó Plumillas que aún se sentía un poco aturdido-
- Esas llaves siempre buscan su cerradura, no sabemos cuántas veces ha podido abrirla desde que se liberó y por lo tanto, tampoco podemos saber cuántos seres han cruzado la puerta además del troll. Si la gemela está en ese mundo, está en peligro, tenemos que ir a por ella cuanto antes. En cuanto a ti, tranquilo, las llaves solo tienen poder para inmovilizar durante media hora, después puedes tener dolor de cabeza como mucho.
- Eso no es problema, para eso tengo yo un buen arsenal en la botica, un Ratonatil cada ocho horas y como nuevo- Dijo Teresa- Ahora solo quiero recuperar a mi gemela. ¡Y tengo que avisar a mi marido!
- Mejor espera un poco, no podrá hacer nada y se preocupará, en cambio nosotros sabemos cómo traer de vuelta a la pequeña. - Propuso Pirú- Por favor, quédate aquí con los niños, esto es cosa de Matilda, Plumillas y servidor. Ese mundo al que vamos no es apto para principiantes, ya tendrás ocasión de demostrar tus dotes aventureras cuando lleves tiempo con nosotros.

- ¡Pero es mi hija!¡Tengo que ir! Además, le toca teti ¡Que no ha comido!
- Pues ya tendrás tiempo a la vuelta - Zanjó Matilda-
- ¿Y el troll? ¿Qué hacemos con el troll? No parece peligroso - Preguntó Plumillas-

Aquel ser estaba entusiasmado con lo que veía y no se había movido ni un centímetro. Cuando todos fijaron su atención en él, retrocedió asustado.

- ¡No me hagáis daño! ¡No soy malo! Solo quiero aprender y ver mundo. Además, le prometí a mi amiga Teresa que volvería en dos horas.
- ¿Dónde la dejaste? - Preguntó el mago-
- Está en la puerta de mi cueva, la dejé allí jugando con mi hermano pequeño.
- ¿Dejaste a una niña al cuidado de un troll? - Pirú estaba espantado con lo que oía-
- Sí... Nosotros no comemos niños, no somos trolls de piel de musgo, somos trolls vegetarianos, quedamos muy pocos ya. Nos gusta la Naturaleza y aprender cosas, no queremos ser tontos.
- Madre mía lo que una ve a lo largo de su vida lagartijera.. . Murmuró Matilda- Un troll vegetariano, desde luego que está tó perdío. Oye, ¿y cómo te llamas?
- Pues... Es que no tengo nombre. Solo troll.
- Eso no puede ser, -dijo Teresa-, los niños te buscaran uno. Bueno..., un nombre y algo de ropa porque eso de pasearse por ahí en calzoncillos... Pero antes de todo, ¿queréis recuperar a mi gemela de una vez? ¡Vamos!

El mago, el troll, Plumillas y Matilda atravesaron la puerta, Pirú cerró del otro lado y hechizó la llave para que durmiera hasta su regreso. El sol en esa parte era muy brillante, hasta que notaron que había más de uno. También las flores y la hierba tenían colores tan vivos que no parecían reales, además, al pasar, les pareció que sonreían.

- Bien, troll, dinos dónde dejaste a Teresita. - Preguntó Pirú-
- Hay que coger ese camino y luego bordear unas rocas, siguiendo todo recto está mi cueva. Esperad, tengo mucho picor en la espalda.

El troll se sacudió y para sorpresa de todos, de su espalda cayeron Carmen y Nacho.

- ¡Pero bueno! ¿Se puede saber qué hacéis aquí? - Preguntó Plumillas-
. No vais a ningún sitio sin nosotros ¡Es nuestra hermana!
- Por favor, Matilda, vuelve con ellos y llévalos con su madre.
- ¡Eeeey! ¡De eso nada, monada! - Exclamó Carmen- A nosotros no nos mueve nadie de aquí, tenemos que vigilar que todo salga bien.
- ¡Eso! - Apostilló Nacho-

Tras una corta discusión, no tuvieron más remedio que aceptar a los hermanos en la comitiva, cuando decidieron continuar se dieron cuenta de que el camino que seguían se había convertido en tres. No iba a ser fácil llegar hasta Teresa en un mundo donde a veces, los pensamientos se materializaban en el momento. Por no hablar de las alucinaciones.
Fue Pirú quien cerrando los ojos y murmurando algo, hizo desaparecer dos de los caminos y la opción correcta - o eso esperaban- se abrió ante ellos.
Caminaron y caminaron hasta caer rendidos, pero ni rastro de la cueva del troll.

- ¿No nos estarás engañando, verdad? -Preguntó el mago al troll-
- Ya tendríamos que haber llegado, mi casa no está tan lejos de aquí. Está pasando algo.
- Va a oscurecer, acamparemos aquí mismo, dormiremos y mañana seguiremos camino. - Propuso Pirú-

El cielo se oscureció y varias lunas hicieron acto de presencia, sin embargo... De repente volvió a salir el sol, bueno..., los soles, y a los lados del camino unas flores gigantes que se movían y cantaban una embriagadora canción 

- ¡Mirad! ¡Allí, entre las flores! 

Nacho señalaba a dos enormes margaritas que hacían bailar a una niña. Era Teresa. Su hermano, sin pensarlo dos veces y desoyendo las voces que le aconsejaban lo contrario, corrió hacia donde estaba la gemela, pero al llegar... 

- ¡Socorro! ¡Socorro! - Gritaba el niño al que una de las flores había levantado del suelo y lo sacudía bocabajo como si fuera un trapo-
- ¡Piensa algo bonito, tienes que controlar el pensamiento! - Le gritaba Pirú mientras corría entre las flores que cada vez se hacían más altas y también más tenebrosas-
- ¡Nacho piensa en mamá! ¡En los chupetes que tiene en la botica y en las gafas de sol que tanto te gustan! - Carmen corría también junto al mago mientras ayudaba a su hermano con sus palabras-

Al llegar a la altura donde el niño estaba siendo zarandeado, las flores desaparecieron y aparecieron enormes chupetes. Tan grandes como una catedral, tanto que empezó a faltarles la respiración. 

- Carmen, deja que sea yo quien decida qué pensar o no saldremos de esta - Sugirió el mago-

El espacio se hacía cada vez más pequeño, no había tiempo que perder.

- Escuchadme, pensad en vuestra madre y sentid el amor que os da, solo eso. - Propuso Pirú-
- ¿Puedo pensar en los monstruos del primo Cayetano? - Preguntó Nacho mientras era sacudido de aquí para allá-
- Pero... ¿Estos niños de dónde han salido? - Plumillas no salía de su asombro- ¿Cómo vas a pensar en monstruos ahora?
- ¡Pues para que se coman los chupeteees!
- ¡Nacho! ¡Piensa en mamá! ¡Ahora! - Gritó Carmen-

Entonces la noche volvió, esta vez con una sola luna. No había flores, ni chupetes, solo estrellas lejanas colgando de un cielo intenso y sereno. La normalidad parecía volver. El troll hizo una hoguera y aprovechando que era verano, todos durmieron al raso.
Al día siguiente, los soles seguían en su sitio, pero no el camino. Enormes montañas cerraban el paso de los exploradores y el paisaje de praderas que les había acompañado, se transformó en un frondoso bosque.

- Pero... ¿Qué es esto? - Se preguntó Pirú asombrado- Estamos siendo víctimas de una alucinación.
- No, Pirú, esta es mi casa y este es el bosque que la rodea. Ahora sí estamos en el lugar correcto. - Aclaró el troll- Esa es mi cueva, vayamos, mi hermano y la pequeña Teresa deben estar dentro.
-- Yo iré delante - Propuso el mago-

Unos pasos por delante de los demás, Pirú iba inspeccionando el terreno. Ni rastro de la gemela. Ya en la entrada de la cueva, el mago llamó a la niña. Nada, todo estaba oscuro y en silencio.

- Qué raro... Nuestra cueva nunca suele estar tan oscura, mi hermano le hizo claraboyas para que entrara la luz. Esta no es mi casa.
- Pero mira que sois raritos...- Dijo Matilda- Trolls vegetarianos que gustan del sol, si no lo veo no lo creo.
- Perdona bonita, tú eres una lagartija arquera, ya me dirás qué tiene eso de normal.
- Oye, no te metas con Matilda. - Advirtió Plumillas- 

Enzarzados en discusiones absurdas no escucharon la voz que venía de dentro de la gruta, solo Nacho fue capaz de distinguir la voz de su hermana y  advertir a Carmen.

- ¿Oyes? ¡Es Teresa! ¡Vamos a por ella!

Los pequeños corrieron hacia la cueva sin que los demás se percataran y al atravesar la puerta, misteriosamente esta se cerró.

- La hemos liado, Carmen. - Dijo Nacho-
- Bueno, lo importante es que la voz de la gemela viene del fondo, vayamos con cuidado y con los ojos bien abiertos.

No se veía casi nada y los niños avanzaban a duras penas. Notaron agua bajo sus pies y la voz de Teresa se oía alta y clara, cada vez más. Siguieron caminando, con el agua ya a la altura de las rodillas hasta que de repente notaron algo mullido bajo las pies y al mirar abajo vieron que era hierba, habían llegado a un bosque iluminado con faroles. No podían entender cómo podía haber un bosque allí,  en el interior de una cueva. 
En el exterior, el mago hacía lo imposible por abrir la gruta que había quedado sellada como si nunca hubiera tenido una entrada. Las cosas se ponían muy feas.

.-Nacho, esto es muy raro. No me gusta nada - Dijo Carmen mientras miraba alrededor-


Los hermanos caminaron un poco más hasta que de un farol salió una voz. 

- ¡Aquí! ¡Estoy aquí! 
- ¡Cielo santo si es Teresa! - Exclamó Carmen- 
- ¿Pero cómo has podido meterte ahí? -Preguntó Nacho-
- No lo sé... Estaba jugando con el troll cuando me quedé dormida, al despertar estaba en este bosque. A veces viene alguien, es como un duende, descuelga un farol y se lo lleva.
- Qué raro es todo esto. Deberíamos avisar a los otros - Propuso Nacho- 
- ¿Y cómo? Se ha cerrado la puerta. ¿Y si no es ella? ¿Si es un hechizo y realmente no es Teresa?
- Vamos a preguntar algo que solo ella pueda saber.
- De acuerdo. ¿Cómo se llama papá? ¿Y cómo se llama tu gemela?
- ¡Anda que tú vaya preguntas! - Se quejó Nacho-
- Sois unos bobos...¡Claro que soy yo! Papá se llama Javier y mi gemela, Paula. ¿Queréis sacarme de aquí de una vez?

En ese momento, se escucharon pasos y un duende apareció dispuesto a llevarse el farol donde estaba metida la pequeña.


- ¡Quieta ahí, duenda fea! - Le espetó Nacho- ¡Ese farol ni tocarlo, monina!

Pero aquella criatura se revolvió contra ellos e intentó atraparlos. Carmen le puso la zancadilla y cayó al suelo, momento que su hermano aprovechó para atarle las manos con la cadena del chupe de Teresa, que se le había caído y estaba en el suelo a unos metros del farol. Pensaban que todo había pasado cuando sacando una fuerza de no sabían donde, aquella criatura los lanzó a varios metros de distancia. Salieron volando y se estamparon contra un árbol. Estaban aturdidos, el duende se acercaba pero no se percató de que tras él, un ser enorme le seguía, era el troll amigo de Teresa. Fue a detenerla cuando corrió la misma suerte que los hermanos, con tan mala fortuna que se golpeó en la cabeza y perdió el conocimiento.

- ¡Telesforo! - Gritó Teresa- ¡Tienes que salvar a mis hermanos!

La duende se giró, murmuró unas palabras y el farol se desprendió de la rama rodando por el camino.

- ¡Te vas a enterar! - Exclamó Carmen-
- ¿Qué vas a hacer? Esa pequeña es mía, servirá para alimentar al gran mago negro, sus pensamientos alegres son necesarios para que él viva. ¡No saldréis de aquí y vuestro amigo tontorrón tampoco! - Gritó aquella duende con aspecto más bien malvado-
- ¡Que te lo has creído, tonta el haba! - Exclamó Carmen abalanzándose sobre ella y saliendo de nuevo despedida-. Fue a caer encima del troll que despertó de su aturdimiento-

Nacho aprovechó que la duende estaba ocupada con su hermana para darle un buen mordisco en un brazo. La criatura se revolvió e intentó atraparlo.

- ¡Carmen corre a por Teresa! 

El duende y la niña corrieron tras el farol, pero las piernas les pesaban cada vez más, no podían avanzar y el paisaje que les rodeaba se volvía espeso y oscuro. De repente, Nacho, Carmen y Telesforo se vieron atrapados en faroles similares a los de Teresa.

- Ya no vais a ningún sitio - Rio maliciosamente la duende- Ahora... ¡A servir de energía a nuestro gran mago!

Sin embargo, la malvada criatura no contaba con otra presencia. Un hada, un hada llena de luz que salió de la nada y que solo con posar sus ojos en la duende, esta se desintegró. Pausadamente se dirigió a los faroles y niños y troll escucharon palabras en su mente.

- Estáis a salvo, os llevaré a mi bosque.

Cuando abrieron los ojos, ya no estaban en la gruta, ni en el bosque de los faroles, estaban en uno muy luminoso y al fondo... Un hada. Carmen la reconoció enseguida.

- Un momento...¡Yo a ti te conozco!
- Claro que me conoces - Sonrió dulcemente-
- Eres... ¡Eres la prima Maite! Mamá me dijo que ahora eres un hada, pero que como eres novata, no puedes venir a vernos todavía. - Dijo la niña-
- ¡Y tiene razón! Ahora mi sitio está aquí, me toca proteger a los niños que se pierden y evitar que caigan en manos del mago malo.
- Pero... Yo soy un troll - Dijo un poco triste Telesforo-
- Pero eres un troll bueno y los trolls buenos están protegidos por mí también. Además, ¡eres amigo de de Teresa!.
- ¿Puedes venir con nosotros? - Preguntó Nacho-
-  No, cariño, no puedo.
- Es que mamá se pondría muy contenta. - Insistió Carmen-

El hada Maite sonrió y abrazó a los pequeños.

- Tengo que irme, decidle a los papás y a los tíos que estoy bien, que tengo un bonito trabajo y que siempre estoy con vosotros, aunque no me veáis. Tengo que cuidar de los niños del mundo y eso es mucho trabajo.
- Pero...¿Cómo vas a estar con nosotros si no te vemos? - Preguntó Carmen apenada-
- Porque estoy aquí - Dijo el hada señalando el corazón de la niña-

El hada levantó las manos y se formó una espiral en el aire. 

- Entrad, al otro lado está Casa Encantada. No os preocupéis por vuestros amigos, os esperan allí.

Los niños y el troll entraron y la espiral se cerró, pero aún les dio tiempo a ver al hada Maite despidiéndose de ellos y diciendo una última cosa.

- ¡Buscadme en el árbol 69!


De vuelta a Casa Encantada, lo primero que hicieron fue contar con pelos y señales todo lo que había sucedido. La gemela presentó a su amigo como Telesforo y claro,  su hermano sintió celos de él puesto que no tenía nombre.

- ¡Tú te llamarás Facundo! - Dijo Paula que no había abierto la boca hasta entonces- 
- ¡Anda que bien! ¡Otro troll en calzoncillos! ¡Eso tenemos que arreglarlo, Pirú! - Propuso mami Teresa.

Todos rieron y festejaron los nombres de los trolls, que sin embargo sabían que no podían quedarse en Casa Encantada. Eso sí, llegaron a un acuerdo con Pirú para que los dejara en un lugar protegido del mundo mágico y además, recibieron una rosa azul, el artilugio con el que se comunicaban los habitantes de la casa.

- Mamá, quiero teti - Dijo la gemela que estaba hambrienta después de aquella aventura- 
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- Pues vamos allá. ¡Teti al canto!

Los amigos decidieron hacer una fiesta para dar la bienvenida a los nuevos habitantes y a la vez, celebrar la apertura de la botica. Esta vez la fiesta sería a lo grande, una bien bonita y de disfraces. Teresa andaba probándose su traje cuando Nacho le dijo que se asomara a la ventana.

- ¡Pero bueno, qué sorpresa!
- ¡Pero si es papá! -Exclamaron las gemelas que salieron corriendo sin que nadie pudiera detenerlas-

Por el camino, un ratón venía paseando ajeno a todo lo que había pasado, no podía ni imaginar que en solo un día casi desaparece una gemela y aparecen dos trolls en calzoncillos, pero además... Estaba a punto de abrirse la primera botica de Casa Encantada.

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Y al fin llegó la fiesta que fue como solo pueden ser las fiestas de Casa Encantada. Los niños tuvieron su paseo a lomos del culebre Smaugui, tal y como les habían prometido, y por supuesto, Matilda les había enseñado el truco de esconderse en un guante para asustar a todos. Los mayores no paraban de hacerse fotos delante de la flamante botica así que os dejo por aquí la de doña Teresa Recetillas que quedará para el recuerdo de todos los habitantes de la casa más especial del Guadiato. 


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Con mucho cariño para Teresa y Javier y en especial para los preciosos ratoncitos: Carmen, Ignacio, Teresa y Paula. ¡Bienvenidos a Casa Encantada!