Había prometido a West una película de James Cagney pero los acontecimientos de las últimas semanas me han sumido en la tristeza. Ahora, sólo quiero reir, quiero que nos riamos para espantar a la muerte de nuestras vidas. Lejos, muy lejos donde su asquerosa presencia no pueda volver a tocar a nadie de los que habitan en mi corazón.
Fui a ver la casa estos días de lluvia, estuvimos hablando un poco de la importancia de decir a los demás lo mucho que los queremos, que los apreciamos.... No es una tontería, es un sentimiento, es eso que nos hace humanos y nos diferencia de la barbarie y el caos.
El alma se estira cuando siente la caricia de la mano amiga, la mano familiar, la mano querida... la palabra de cariño que la hace sentirse el alma que vino a ser, esa que nunca se desconectó de quien realmente es.
Que días tan negros, tan cargados de soledad. Oscuridad que hacía su desfile macabro a lo largo de los días, interminables.... Tristeza lluviosa sobre un alma maltrecha. Ya pasó.
Como última reflexión, sólo se me ocurre ésta: Nunguna madre debería enterrar a sus hijos. Ninguna.
Pero yo he vuelto para que nos riamos, para inundar nuestras vidas de alegría porque a eso vinimos, a ser felices. No se requiere nada más y por lo tanto, hora de mirar adelante.
Eva se ha puesto minifalda, lo digo por el chico del mantel que deja caer sus lápices descaradamente para mirar las piernas lujuriosas de nuestra Evis. Eva es pícara, le gusta sentarse cruzando la pierna izquierda sobre la derecha, el chico de mantel sonríe. ¿Qué os parece si pasamos al salón? Hoy os traigo a Laurel y Hardy, el gordo y el flaco. ¿Os acordáis? Dejad que sus locuras recorran el viento y prendan en nuestras gargantas la carcajada sonora. Quiero oir vuestras risas, por favor, que empiece la sesión.