Como si pudiéramos poner puertas al alma para evitar que se derrame. No es necesario saber cuánto, es suficiente saber cuándo. Y pasa. Pasa porque no frenamos la verborrea del corazón, esa atropellada palabrería que termina sangrando en la garganta y desbordándose en los ojos.
Cuando queremos retroceder ya es tarde, ya no se puede fingir, es imposible confundir lo verdadero con lo prodigioso. No, ya no creo en redenciones salvo las que vienen de labios enlutados, esos que ya no dicen "te amo" .Todo lo demás son palabras que no bastan.
No hay almas domadas por el encierro, cuando se rompen en mil corazones salen perdiendo la cuenta…, y la vida.
No sé lo que digo en esta noche de sentidos fugados a la luz de las candelas. Es invierno, alma imbécil, estás desnuda bajo las farolas así que vuelve, vuelve y suéñate a ti misma.
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