viernes, 3 de febrero de 2017

Aventuras de Pepa Jones y su gato Gambita. Sucesos en el Museo Nacional de Arte Romano.

Pepa Jones pasaba la tarde del viernes con el abuelo José y con Gambita en El Tejar, en esa zona de la vieja Córdoba a medio camino entre la capital y Mérida, es decir, en término de la misma Mellaria romana.
Terminaba sus deberes cuando el móvil sonó. Era Estrella enviando WhatsApp al Gambigrupo.

Estrella: ¡Hola Gambigrupo! Me pregunto a qué hora llegaréis a Mérida mañana, además de la visita al Museo, os tengo una sorpresita y me gustaría saber si estaréis aquí al mediodía.
Todos: ¡Holaaaaaaaa!
Pepa: Pues nuestra intención es estar a las doce, ¿no chicos?
Patricia: Sí, me ha dicho mi padre que llegaremos a esa hora, así que a las nueve y media todo el mundo preparado en El Tejar.
Julián: ¡Estupendo! Yo ya tengo mi maleta, así que no me dejáis en tierra. Por cierto, ¿qué va a pasar con Gambita? ¿Podrá venir?
Estrella: He tenido que solicitar un permiso especial en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida porque los únicos animales permitidos son los perros guías. Al final he conseguido un pase para que Gambita nos pueda acompañar.
Patricia: ¿Y para Pepa? Si sólo admiten perros guías y gatos aventureros, Pepa se queda en la puerta.
Pepa: ¡Muy graciosa!
Todos: Ja.ja.ja.ja.ja
Estrella: Bueno chicos, os veo mañana en la Plaza de España. Besos a todos.

La visita a la antigua Emérita era algo que tenían pendiente desde Navidad, pero los papás de los niños tenían que organizarse para poder llevarlos. Un grupo entusiasta de la Historia no podía estar mucho tiempo sin acudir a un lugar como aquél; mágico, antiguo y lleno de cosas por aprender.
Al día siguiente, Pepa despertaba en El Tejar como cada sábado y preparaba con ilusión su maleta para la visita a Mérida. Lo peor era Gambita, desde que vio el trasportín, estaba enfadado pensando que iría al veterinario así  que no había modo de hacer entrar al listo animal.

- Vamos, gatito bueno. ¡Si vamos a Mérida! Y podrás venir al Museo. ¿Sabes que lo construyó Rafael Moneo? Es uno de nuestros mejores arquitectos ¡No puedes perdértelo!

El gato la miraba con cara de susto desde el otro lado de la habitación.

- Vale, si no quieres entrar, te quedarás aquí con abuelito, pero te perderás la aventura. No podrás ver la ciudad que el emperador Augusto mandó construir nada menos que en el año 25 a.C. Encima, es uno de nuestros emperadores prefes.  ¿A que no sabes por qué hizo aquel lugar, eh Gambichi?

El animal giró la cabeza y la observó con intriga.

- ¿Has oído hablar de las Guerras Cántabras?  Pues mira, esas guerras enfrentaron a los pueblos astures y cántabros contra el Imperio romano. Y sí, astures de asturianos y cántabros de Cantabria, nuestros amigos del norte de España.
El caso es que el emperador Augusto, le encargó al legado Publio Carisio que construyera Mérida para que se asentaran allí los soldados romanos licenciados en esas guerras. Por cierto, se llama Emérita por esos soldados, que eran "eméritos", lo que vendría a ser un señor jubilado de ahora.
¿A que no sabías todo eso? ¿Y el nombre de las legiones a las que pertenecían esos viejos guerreros? No sabes nada, Gambita, de verdad. Mira, eran estas: Legión X Gemina y V Alaudae. ¡No te acostarás sin saber una cosa más! Y ahora..., me marcho, querido.

Cuando el minino vio que la niña guardaba la maleta en el coche donde esperaba el resto del grupo, salió raudo y entró en los asientos de atrás a través de la ventana que Julián llevaba abierta.

- ¡Pero bueno, Gambita! ¿Y tu trasportin? - Preguntó el niño cogiendo al animal y riendo la ocurrencia.
- ¡Aquí está! -Contestó el abuelo José acercándose al coche-

Esta vez no hizo falta convencerlo, él solito entró en el trasportín y se hizo un ovillo. Julián lo colocó en el asiento, entre él y Pepa, Patricia viajaba delante.

Cuando llegaron a Mérida, Estrella los recibió feliz. Aprovechando el buen tiempo, les preparó una fiestecita de bienvenida en la Plaza de España, allí había unos kioscos donde las familias se daban cita y celebraban cumpleaños. Lo pasaron de miedo jugando y comiendo tantas cosas ricas que habían dispuesto para ellos.
La niña aprovechó para presentar sus amigos de Mérida al grupo, cuando llegó el turno de Pedro, todos se miraron, era el chico del que les había hablado su amiga en Navidad.
Pedro trabó amistad con ellos en seguida, especialmente y como era de esperar, con Julián y Gambita.
Las chicas llamaron a un lado a Estrella para interesarse.

- ¿Es el chico del que nos hablaste, verdad? - Preguntó Pepa-
- Siiiii ¿A que es mono?
- Mucho - Contestaron las chicas- ¿Nos acompañará esta noche? - Preguntó Patricia -
- Sí, él no se pierde nada relacionado con nuestra historia.
- ¡Estupendo! Pues ponte muuuy guapa. ¡Y le diremos a él que haga lo mismo! - Propuso Pepa riendo de buena gana-

Al llegar la tarde, Estrella les anunció que había que ir a casa a descansar porque les esperaba una noche movidita. No sabían entonces hasta qué punto.

- Bueno amigos, esta noche y como algo excepcional, se hará una visita guiada al Museo y luego escucharemos una conferencia sobre el desastre de Teutoburgo. Vienen arqueólogos alemanes a hablar sobre este hecho así que somos privilegiados por poder asistir. Eso sí, tendremos que ser buenos y estar calladitos.

- Pero podremos  preguntar, ¿no? - Interrumpió Julián-
- Por supuesto, por supuesto. - Contestó Estrella -

De vuelta a casa, fueron comentando el llamado "desastre de Teutoburgo", ocurrido en un bosque alemán en el año 9 d.C y que implicó a romanos y tribus germanas (alemanas).

- La verdad es que no sé qué pudo llevar al gobernador Varo a tomar la decisión de atravesar aquel bosque oscuro y tenebroso con tres legiones, seis cohortes auxiliares y tres alas de caballería. - Se preguntó Julián en voz alta-
 - ¡Más un montón de civiles! - Apostilló Patricia-
- Bueno, si el chico que tienes a tu lado y que consideras como un hijo, te dice que la mejor manera de llegar hasta el Rin es pasar por ese bosque, tú pasas. ¿Cómo iba a desconfiar de Arminio? - Preguntó Pepa-
- Pues porque era un querusco - Contestó Julián abriendo mucho los ojos-
- Sí, pero él no sabía que lo iba a traicionar y eso que hubo quien le advirtió que pasaría. - Añadió Estrella-
- Como quiera que sea, no me imagino el miedo que pasarían en el bosque de Teutoburgo, en aquella emboscada de la que no saldrían vivos. Creo que Arminio se pasó un poco - Dijo Julián-
- Los germanos siempre vieron como invasores a los romanos y Varo además era una persona codiciosa y poco diplomática que quiso romanizar por la fuerza. Se la tenían jurada. -Contestó Pepa-
- ¡Publio  Quintilio Varo, devuélveme mis legiones! - Gritó Patricia simulando que golpeaba su cabeza contra una pared, imitando al emperador Augusto, del que dicen golpeó su cabeza contra una puerta al recibir la noticia de la pérdida de las legiones XVII, XVIII y XIX.-
- ¡Quintili Vare, legiones redde! - Repitió Estrella en latín-


Entusiasmados, llegaron a casa y descansaron hasta las nueve de la noche, hora de la visita nocturna al Museo. No eran los únicos, un grupo de unas cincuenta personas se congregaba a las puertas para asistir al evento.
Visitas nocturnas guiadas acompañadas de conferencias. Buena combinación, pensaron los chicos.    
Gambita iba andando, pegado a los niños para evitar que lo pisaran. Algunas personas se sorprendieron al ver  un gato haciendo cola para entrar a un Museo, pero en general, se acercaron a jugar con él y a regalarle caricias.
La visita fue magnífica, con poca luz el espectacular edificio parecía alargarse aún más, sus altísimos arcos se transformaban en figuras fantasmagóricas bajo la luz ambarina, y el ambiente se volvía misterioso y excitante.

Nota: Vídeo realizado por José Luis Santos Fernández.  Red Social de Arqueólogos e Historiadores Terrae Antiqvae. Para saber más, podéis acceder a su página en la sección de este blog "Otras casas",  la pagina citada aparece en primer lugar. No olvidéis visitarla.

- Chicos, ¿no os resulta curioso que sean arqueólogos alemanes los que vengan a hablar a Emérita Augusta del desastre de Teutoburgo? - Preguntó Estrella-
- La verdad es que sí, teniendo en cuenta que Augusto mandó construir esta ciudad y que él era el emperador cuando ocurrió todo aquello.... ¡Curioso y perverrrrso, diría yo! - Dijo Pepa arrastrando las erres en voz baja y provocando la risa de los amigos-
- ¿Y Gambita? - Preguntó Patricia-
- Estaba con Pedro y Julián  hace un minuto, creo que se habían adelantado para coger buen sitio en la sala de conferencias- Contestó Estrella-

Al llegar a la sala, los chicos aguardaban en primera fila, pero ni rastro del gato.

- ¿Gamba no está con vosotros? - Preguntó Pepa preocupada-
- No..., pensábamos que estaba con vosotras- Contestó Pedro-

Los amigos se miraron y se hizo el silencio. Un gato suelto en un Museo lleno de piezas arqueológicas no era buena cosa.

- ¡Oh, Dios mío! ¡Espero que no le dé por hacer trastadas! - Exclamó Pepa llevándose su mano derecha a la frente-
- No te preocupes- Intervino Julián- Ya sabes que Gambita es independiente, pero que no suele hacer nada malo, no es destrozón. Un poco gamberrete, nada más.
-Precisamente su vena gamberra es la que me preocupa. En fin, esperemos que no ocurra nada - Contestó Pepa uniendo sus manos y mirando al techo-

Cuando todo el mundo se hubo acomodado, dos señores rubios y muy altos entraron en la sala. Eran los arqueólogos que darían la conferencia.

- Anda que estos dos son de Cádiz, sabes.... - Dijo Julián a Pedro provocándole una risa incontenible-
- ¡Chsssss, chicos por favor! - Les regañó Estrella-

José María Álvarez, director del museo, tomó la palabra. Primero agradeció la asistencia y aprovechó para recordar que en 2016 se cumplieron 30 años de la inauguración del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. Habló de las actividades que se venían realizando, en especial, de aquellas que implicaban a los más pequeños. Entonces, se giró hacia los chicos y les dio las gracias por estar presentes. Dijo que era un placer comprobar que los niños se interesaban por la Historia y les pidió que al final de la conferencia, preguntaran todo aquello que desearan saber o aclarar.

- Y como no quiero extenderme más, os dejo con Alexander Kahler y Herbert Scheider, expertos en la batalla del bosque de Teutoburgo. Bienvenidos a la hermosa ciudad de Mérida- Terminó el director-

El más joven de los dos se dirigió al centro y comenzó a hablar de las tribus germanas. El otro, algo más entrado en años desapareció del escenario dejando el protagonismo a su compañero.

- Mira que si saca ahora un gladius y nos pone a todos a hacer la instrucción... - Dijo Julián muy bajito-
- Desde luego...,¡Eres temible! -Contestó Patricia conteniendo la risa-
- Además, no puede llevar gladius porque es una espada romana - Aclaró Pepa-
- Hispana más bien, diría yo, -Aclaró Julián-
- ¿Queréis callaros? - Volvió a reñir Patricia-

Alexander hablaba del pueblo querusco cuando las luces se apagaron y la sala se sumió en una absoluta oscuridad. Casi seguido al apagón, se oyeron dos portazos. Los habían encerrado.
El señor Álvarez se levantó en seguida y llamó a la calma para que la situación no se descontrolase.

- Por favor, señoras y señores, no se preocupen. Ha debido ser un corte de fluido eléctrico, pero les aseguro que muy pronto será restablecido. - Habló el director-

Sin embargo, no era normal que las luces de emergencia se hubieran apagado también. Así se lo hizo saber Chelo, la portera mayor,  que intuía que había algo más detrás del apagón.
Iluminándose con los móviles, se dirigieron a las puertas para comprobar que alguien los había dejado encerrados.

- Tenemos que abrir las puertas como sea antes de que estas personas entren en pánico - Dijo el señor Álvarez a Chelo intentando controlar los nervios-

Una señora mayor sufrió un desmayo y el miedo comenzó a expandirse por el lugar- Todos corrieron a socorrer a la pobre mujer, pero a partir de ahí, la situación se complicó.

- Chicos, este apagón no puede ser fortuito - Comentó Pedro-
- Desde luego que no, está claro que algo está pasando fuera y por eso nos han encerrado. - Contestó Pepa-
- ¡Un robo! -Exclamó Estrella- Sólo alguien que va a robar se toma tantas molestias.

Se escuchó un fuerte golpe, al poco tiempo un grito de dolor y un gato maullando muy enfadado. Gambita se había topado con los malhechores.

- ¿Habéis oído eso? - Preguntó Julián - ¡Ha sido Gamba!
- Me parece que alguien lleva un lindo recuerdo de nuestro minino - Dijo Patricia riendo satisfecha-

El encierro duró exactamente treinta minutos, todo terminó cuando consiguieron que la luz volviera gracias a las gestiones de Chelo. En el centro del escenario de conferencias estaban los alemanes con cara de susto, no parecía que se hubieran movido de allí. Los asistentes a la charla tan pronto regresó la luz salieron de la sala, pero no pudieron abandonar el edificio porque la policía acababa de llegar.
El director recorrió el Museo para toparse con una desagradable sorpresa y es que la cabeza de Augusto velado había desaparecido, en su lugar, había un sobre que la policía no permitió que nadie tocase. No parecía faltar nada más, de momento.



- ¡Es horrible! ¡Es nuestro fundador y esa estatua no puede desaparecer así como así! - Exclamó el señor Álvarez muy enfadado!
- De verdad que todo esto es muy raro - Reflexionó Pepa - Qué casualidad que desaparezca la cabeza de Augusto justo en una conferencia sobre la batalla de Teutoburgo.
- Ya es raro, sí... - Añadió Estrella pensativa-
-  Tenemos qué saber lo que pone en esa carta - Dijo Pedro- Hay que pegarse a la policía.
- ¡Buena idea! - Contestó Patricia-

Pero no hizo falta, el director del Museo leyó en voz alta la nota que habían dejado los malhechores.

- Han robado la cabeza de Augusto y la colección de monedas. Piden un rescate o todo será destruido  en el plazo de 24 horas - Dijo apesadumbrado -

- ¿Cómo? -Preguntó Pepa indignada- ¡No se preocupe señor Álvarez!, nosotros estamos más que acostumbrados a tratar con esta gente. ¿Verdad chicos?
- ¡Por supuesto! - Contestaron a la vez-
- Estrella, ¿las monedas son todas de aquí? - Preguntó Patricia a su amiga.
- No, la mayoría de la colección ha sido adquirida en subastas, pero hay piezas acuñadas en Mérida.
- Vaya... -Dijo Julián- Eso debe tener mucho valor para vosotros.
- Así es - Contestó Pedro - Pero si tuviera que elegir entre lo que han robado, me quedaría con la cabeza de Augusto velado. Ese retrato está dedicado al culto imperial.
- Tiene razón Pedro - Siguió Estrella - Para esta ciudad es importante recuperar esa escultura, representa a Augusto como Pontifex Maximus, máxima autoridad religiosa. Es nuestro fundador, sin él esta ciudad jamás hubiera existido.
- No os preocupéis chicos, recuperaremos todo. - Les animó Pepa-

En ese momento apareció Gambita que parecía venir de una batalla. Se le desprendían bolas de pelo cuando lo acariciaban y eso era señal de que había estado envuelto en una pelea.

- Bien precioso. Tienes que decirnos con quien te has peleado porque estoy seguro de que tú te has defendido y quien sea debe llevar un bonito recuerdo "gambitero"- Dijo Julián tomando en brazos al minino-

Estrella se acercó al señor Álvarez para preguntar si se sabía el lugar en el que habría de entregarse el rescate, necesitaban saber ese dato para poder organizarse.

- Querida niña, marchaos a casa, ha sido una noche desagradable y siento mucho que hayáis tenido que vivirla. - Contestó el director poniendo su mano sobre la cabeza de la pequeña- Podéis iros si así lo deseáis.
- Se lo agradecemos pero...¡Ni pensarlo! De aquí no nos movemos hasta que no sepamos quien se ha llevado la cabeza de nuestro fundador - Contestó la niña-
- Muy bien, encontraremos esa estatua. Te lo prometo. -Contestó el señor Álvarez-

Entre tanto, Pepa y Julián daban conversación al policía que tenía la nota.

- La verdad señor, no hemos visto nada pero nuestro gato sí. - Dijo Pepa-
- ¿Vuestro gato? ¿Habéis venido al Museo con un gato?
- Sí..., verá, es una larga historia, El caso es que hemos escuchado un ...

Julián se quedó con la palabra en la boca cuando el policía levantó las manos en un claro gesto de hacerlo callar.

- Niños, no tengo tiempo para vuestras fantasías... - Cortó el policía de manera abrupta-

Pepa y Julián se quedaron asombrados, pero decidieron no rendirse e investigar por su cuenta. Por supuesto, no compartirían con el policía antipático la información que tenían.
Los chicos comenzaron por observar a todos los asistentes a la conferencia. Alguien tenía que tener heridas si se había enfrentado a Gambita. Pedro y Estrella preguntaron a dos señoras de mediana edad que estaban siendo asistidas por el equipo médico trasladado hasta allí. Una de ellas dijo que había resbalado en la oscuridad y al caer se golpeó en el costado. No, ella quedaba excluida.

- Chicos, hay que observar principalmente a personas que tengan heridas en la cara y en las manos - Propuso Patricia-

Sorprendentemente, había más heridos de los que pensaban. En una situación de pánico las personas pueden llegar a perder el control y eso había sucedido con algunas; presas del miedo, habían tropezado y caído haciéndose heridas y hasta fracturas. En total, tres personas reunían las características que los chicos buscaban, una de ellas era Herbert Scheider, el arqueólogo alemán que tendría que haber dado la segunda charla.

- ¿Habéis observado la mano izquierda de Herbert? - Preguntó Pepa-
- Sí, lleva una venda y además el puño de la camisa tiene sangre - Contestó Estrella-
- ¿Y si vamos a preguntar por su estado? - Propuso Patricia-
- Bien pensado - Dijo Pedro- No sospechará de un puñado de niños. Estrella por favor, ¿me acompañas?

Estrella y Pedro se acercaron al alemán mientras los chicos observaban en la distancia la escena.

- Señor Scheider  ¿Se encuentra bien? -Preguntó la niña- Veo que lleva una mano vendada-
- ¡Oh, sí! Gracias, es sólo un rasguño - Contestó el alemán con un español bastante aceptable-
- Está sangrando, señor. La otra mano - Señaló Pedro la mano derecha del arqueólogo-

Scheider se miró la palma de su mano, surcada por arañazos que sólo podían ser de un animal. Estrella, muy avispada, descubrió que la chaqueta del caballero estaba llena de pelo blanco y ese pelo era sin lugar a dudas de Gambita. Prudentemente, se despidieron y se reunieron de nuevo con los demás.

- ¿Qué habéis averiguado? -Preguntó Julián-
- Chicos, es él - Contestó Pedro - Tiene arañazos en las manos y la chaqueta llena de pelos de gato. Aunque lleve una venda, su mano izquierda está surcada también por las uñas de Gambita.
- Bien, pues vayamos a hablar con él. Que venga Gamba - Propuso Pepa-

Cuando el alemán los vio llegar acompañados del felino, quiso escapar pero Pedro y Julián le cerraron el paso.

- ¡"Quieto parao", querusco! - Le dijo Julián cortándole la salida-
- ¡Sabemos que ha sido usted quien ha robado la cabeza y las monedas!- Le espetó Estrella-
- ¿Yo? ¿Pero qué estáis diciendo? ¡Yo no he robado nada! - Contestó asustado al ver de nuevo a Gambita en actitud desafiante-
- ¿Y entonces por qué se asusta tanto al ver a nuestra mascota? - Preguntó Patricia acercando al gato-
- ¡Apartad a esa fiera de mi vista! - Gritó el alemán-
- Llamad a la policía chicos, creo que el señor Scheider tiene algunas cosillas que explicar. -Dijo Pepa-
- ¡Os digo que yo no he sido! -Insistió el arqueólogo-
- ¿Y entonces cómo explica esos arañazos y el pelo en su chaqueta? - Preguntó Julián- Hemos oído perfectamente un maullido, sus gritos y un golpe.
- ¡Claro! Porque cuando se apagó la luz, yo estaba viendo la estatua de Augusto. Es cierto que me ausenté durante la charla de mi colega, pero chicos no sabéis lo que es escuchar lo mismo una y otra vez durante dos años. También es cierto que me salté el cordón de protección donde están las estatuas, pero yo no he robado nada. - Se explicó Herbert-
- No le creo -Le dijo Pedro-
- Veréis. Yo estaba justo al lado de la cabeza de Augusto cuando la luz se apagó, en ese momento alguien a mi lado se movió y de la nada salió un gato que asustado debió tirar la estatua. No cayó en el suelo, golpeó a alguien que sí acabó rodando por él. Apenas se quejó pero por su lamento me pareció una mujer. No estoy seguro porque ese endemoniado gato comenzó a arañarme y morderme y no podía hacer nada por quitármelo de encima. - Dijo señalando a Gambita que en señal de reconciliación achinó los ojos- Los gritos que se oyeron eran míos.
- Pepa, creo que sé quien puede ser el ladrón, mejor dicho.., la ladrona,- Dijo Pedro-
- Te sigo, esa dama del golpe en el costado y esa otra que se desmayó tan oportunamente. Creo que  las dos tienen mucho que contar. -Contestó Pepa-
- Señor Scheider, le hemos acusado injustamente de un robo y lo sentimos mucho, espero que nos perdone - Preguntó Pedro-
- Por supuesto, chicos. Sois muy listos, nadie más me ha preguntado por las heridas o le ha extrañado que un gato ande por aquí. Si me permitís, os acompaño. - Contestó el arqueólogo-

Buscaron a la mujer entre la gente pero no había ni rastro de ella.

- Si está herida, como creo, no puede haber ido muy lejos - Dijo el alemán-
- La última vez que la vimos estaba siendo atendida por un médico, puede que esté ya en el hospital - Aclaró Estrella-
- O no. - Mirad chicos, las ambulancias siguen en la puerta - Señaló Pepa-

A todo correr, se dirigieron a la que tenían más cerca y la diosa Fortuna hizo que la mujer estuviera siendo ingresada en ella.

- ¡Un momento! - Pidió el señor Scheider- He de hablar con esta mujer.

Cuando la señora vio al gato y al arqueólogo quiso levantarse de la camilla, pero los chicos se lo impidieron.

- ¡Ahhh, no! ¡Te vas a quedar en esa cama hasta que nos digas qué has hecho con la estatua de nuestro fundador! - Le dijo Pedro-
- Chicos es ella,  no olvidaría ese extraño perfume ni en un siglo. Al principio me chocó el olor, no podía relacionarlo con nada debido a su toque picante y amaderado, pero ahora no hay duda - Aclaró Herbert-
- Pero mira que eres torpe hija mía, ¡ponerte perfume caro para ir a robar! - Le dijo Pepa-
- ¡No diré nada a estos mocosos! - Gritó la mujer nerviosa-
- ¡No se preocupe¡ Ya nos lo cuenta a nosotros - Habló el policía antipático que había permanecido atento a todos los movimientos del Gambigrupo-
- Anda, ¡llegó Agripa! Ea, pues ya estamos todos - Murmuró Julián-
- ¡Chicos, enhorabuena! -Exclamo el agente-. El señor Álvarez me recomendó no perderos de vista, me contó que habéis dado con ladrones de patrimonio en vuestra zona y que era mejor dejaros a vuestro aire. Por eso - habló dirigiéndose a Julián- te interrumpí de mala forma cuando ibas a contarme lo que habíais descubierto. No quería coartar vuestra iniciativa dándoos apoyo. ¡Sois fantásticos!

Los niños se miraron sorprendidos ¡Vaya una forma de animarlos a investigar! Pero rieron satisfechos cuando supieron que las ladronas no pudieron sacar del museo el botín porque Gambita en su acelerada huida durante el apagón, hizo caer a Augusto sobre su captora y le partió dos costillas.

- Vaya..., eso sí que es un buen emperador, ¡ganando batallas dos mil años después de su muerte! - Exclamó Pepa divertida-
- Tenían cuatro cómplices más, -aclaró el policía- uno que se encargó de desconectar toda la luz del museo y que les esperaba fuera, otro que subió a robar las monedas, -fue el fortísimo golpe que escuchasteis durante el encierro-, y dos que se encargaron de los vigilantes, pero todo se torció cuando la cabecilla del clan salió herida. Tuvieron que esconder a prisa y corriendo el botín en la Cripta del Museo, exactamente en el lugar donde se halla la vivienda romana.
- Vaya... -Dijo Julián- Parece que lo tenían todo perfectamente planeado. ¡Y qué mala baba esperar a que vinieran los alemanes para culparles del robo!
- Muy retorcido chicos, pero gracias a vosotros hemos podido atraparlos. Espero que os quedéis unos días por aquí, os llevaré a conocer las instalaciones de la Policía. ¿Qué os parece? - Propuso el agente-
- ¿Y nos dejará poner la sirena en su coche? - Preguntó Patricia-
- ¡Eso está hecho! - Contestó el policía guiñándoles un ojo-

A los niños les encantó la propuesta y aceptaron encantados.

- Señor Álvarez ¿Cómo pudieron los ladrones llevar la cabeza hasta la domus? Si no recuerdo mal, durante el recorrido vi un puesto donde tendría que haber un vigilante de sala. - Preguntó Pepa al director del Museo-
- Muy observadora, Pepa. En realidad no había vigilante, no íbamos a incluir la visita a la Cripta y la vivienda romana, pero a última hora, Chelo y yo pensamos que sería una pena negarles la oportunidad de ver esta zona a personas venidas de muy lejos sólo para vivir esta experiencia. A fin de cuentas, éramos un grupo reducido y especial, no intuíamos que pudiera pasar algo así.  No me explico cómo los malhechores han podido infiltrarse y lo que es peor, cómo han burlado a los vigilantes que custodian la zona donde se exhiben las monedas.
- Eso puedo explicarlo yo- Interrumpió de nuevo el policía- Hemos encontrado a varios vigilantes sin sentido, los médicos nos han dicho que les suministraron un fuerte somnífero, pero quédese tranquilo,  están fuera de peligro. Señor Álvarez, esa gente estaba bien organizada, es igual que hubiera habido vigilancia en la Cripta, los habrían reducido como a los demás No le dé más vueltas porque todo ha terminado bien. Y ahora, vayan a descansar, se lo han merecido.
- Pues si todo está bien, ¿qué os parece si mañana vamos a visitar el Teatro y el Anfiteatro y os cuento una historia de naumaquias? - Propuso el señor Álvarez al Gambigrupo-
- ¡Oh, sí! ¡Sí por favor! - Exclamó Patricia- ¡Nos encantará conocer cómo llenaban de agua el Anfiteatro y metían barcos dentro!
- Y nosotros le contaremos cosas de Mellaria ¿Sabe que el Guadiato cordobés también era romano? - Le preguntó Pepa-
- Claro, querida niña, los directores de Museos arqueológicos, ¡lo sabemos todo sobre romanos!- Contestó el señor Álvarez riendo-

Antes de marcharse a casa y acompañados de su amigo, los niños fueron a comprobar que  la cabeza de Augusto velado estaba de nuevo en el lugar que le correspondía.


- Es impresionante, ¿verdad chicos? - Preguntó el director-
- Sí, ahí está mirándonos el gran Augusto que estuvo, está y estará en Mérida por los siglos de los siglos - Habló Pedro-
- En su casa, que es donde debe estar -Añadió Pepa satisfecha-
- Bueno niños ¡a dormir! Mañana tenemos un día repleto de visitas así que tenéis que descansar muy bien y desayunar mejor -Les dijo el señor Álvarez-
- Pierda cuidado, con ese jamón tan rico que tienen en Extremadura, ninguno saldremos de casa sin haber comido antes una buena tostada -Dijo Julián provocando la risa de todos-

Y se marcharon de la mano de su nuevo amigo, José María, como le pidió que le llamaran. A ratos, discutían porque todos querían estar a su lado, disputa que solucionó proponiendo que se agarraran fuerte a su chaqueta.
Felices, caminaron junto al director, un hombre al que admiraban mucho más que a esos chicos del balón que salían por la tele; y es que él representaba todo aquello que nuestros niños querían ser de mayores: Un gran profesional, un buen hombre y un gran conocedor de esa Historia maravillosa que aguarda como un tesoro a la espera de ser descubierto. ¿A qué esperáis?


NOTA: Muchas gracias a Olga García Balongo y M. Estrella Sánchez Cordero por contarme tantas cosas que me han permitido construir el cuento.
Gracias a Javier Romero por ayudarme con las fotos y hacer "desaparecer" a nuestro querido Augusto.

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