sábado, 27 de noviembre de 2021

NAVIDADES CON SUSTO. PIRÚ Y EL MAGO NEGRO.

Esta mañana en Casa Encantada hay un jaleo tremendo. Pirú ha traído los adornos navideños para que todos disfruten decorando la casa y como novedad, tenemos hilo musical. Matilda y Plumillas han montado una emisora de radio que pone villancicos y noticias encantadas durante todo el día. Para variar, las discusiones entre lagartija y ratón son continuas, pero al menos no idean trastadas mientras están entretenidos. 
En la cocina, Benito Mondanueces está haciendo una tarta deliciosa ayudado por don Leonardo Peinacanas que hoy ha decidido cerrar la biblioteca y dedicarse a lo que él llama "labores navideñas".

En el reloj del salón han dado las once de la mañana y la persistente niebla no se disipa. La seño Yolanda ha llevado a los niños hasta el arroyo para recoger algunas plantas y ponerlas en el portal. Este año, tienen figuritas nuevas y los más pequeños están encantados. Aprovechando las fechas, les va contando un cuento navideño sobre la liebre Rufina, una amiga que vive muy cerquita de Casa Encantada.

- A ver niños, no os separéis. Mirad, esto es musgo y no debéis cogerlo porque ya nos queda muy poquito, ¿entendido? En cambio todas estas hojas secas de encina nos quedarán muy bien. 
- Seño..., ¿puedo coger el que hay en los árboles? - Pregunta la ardilla Raquel-
- No, solo hojas secas y ramitas, después las pintaremos.  Atención, a ver quien sabe decirme en qué dirección crece el musgo que estamos viendo. - Pregunta a la vez que señala uno de los árboles-
- ¡Yo, yo, yo lo sé! - Levanta la mano el pato Pedrito- Crece orientado al norte porque es la parte más sombría y húmeda, si nos perdemos en el bosque, es bueno mirar a los árboles para orientarse.
- ¡Muy bien Pedrito! ¡Te has ganado un dulce navideño!

Mientras los niños andan jugando en los alrededores, en la casa la Navidad va tomando forma. Menos en la emisora, donde reina cualquier cosa menos la paz.

- ¿Quieres un té, Plumillas? - Pregunta Matilda-
- No, gracias ¿Puedes pasarme el disco de una vez?
- A ver, que no me gusta ese villancico - Contesta Matilda enfadada-
- ¿Y por qué no? 
- ¡Porque es rock! ¿Dónde se ha visto un villancico rockero? Eres un tío muy petardo.
- Lo que pasa es que eres una antigua de tomo y lomo, eso es lo que pasa. ¿Quieres darme el disco?
- ¡No me da la gana! ¡Ratón impertinente! - Grita Matilda sacando la lengua.-
- ¡Lagartija sinvergüenza!


- ¡Pero bueno! ¿Se puede saber qué pasa aquí? - Pregunta don Leonardo que alertado por las voces se ha presentado en la emisora.- ¿Es que no podéis estar sin discutir diez minutos?
- Ha empezada ella - Dice Plumillas-
- ¡Acusica! - Grita Matilda enfadadísima-
- ¡Basta ya!- Yo elegiré los villancicos y no hay más que hablar. Plumillas, pon este disco. ¡El de la Filarmónica de Londres y no quiero oír ni una palabra más!

Obedientes, ratón y lagartija dejan de discutir y ponen la música elegida por el profesor. 

- Y ahora voy a sentarme en la chimenea a leer este libro, si vuelvo a oír una palabra más alta que otra, vengo y cierro la emisora. ¿Entendido?

- Entendido, señor Peinacanas - Contestan los dos -

En el salón, Pirú y don Leonardo conversan animadamente.

- ¿Y dice que la seño Yolanda está con los niños en los alrededores? - Pregunta Pirú-
- Sí, querían coger algunas plantas para el portal.
- Bien, bien, sabe cuidarse, no me preocupa. Tendríamos que pensar en la fiesta, ¿no cree? 
- Claro, Pirú, claro.

En ese momento, Benito Mondanueces entra en el salón muy preocupado.

- Pirú, tienes que venir, ha pasado algo en la cocina. - Dice el ratón cabizbajo-
- Pero bueno..., ¿es que no hay modo de tener una conversación tranquila en esta bendita casa? ¿Qué ocurre?
- Ven, ven, y lo verás con tus propios ojos.

Al entrar en la cocina, se encuentran con un visitante inesperado.
- ¿Y quien eres tú? - Pregunta Pirú poniendo los brazos en jarra-
- Ñam, ñam, ñam, soy Bizcocho.
- Ya lo has oído, Pirú, se llama Bizcocho y se está poniendo fino con nuestras galletas y dulces. Si sigue comiendo de ese modo, nos deja sin pasteles para la fiesta.
- A ver, Bizcocho... Soy Pirú, no pasa nada porque estés aquí, pero al menos dinos de dónde has salido.
- ¡Soy amigo de Matilda! Ñam, ñam, ñam. 
- Matilda..., cómo no. -Susurra Benito-
- Me dijo que había una fiesta y que podía venir. Ñam.- Dice Bizcocho devorando otra galleta-
- ¡Pirú dile algo! - Exclama Benito- ¡Se está zampado todos los dulces!
- Vamos a ver, Bizcocho. Eres bienvenido en Casa Encantada, pero no puedes comerte todo lo que prepare Benito o cuando llegue la fiesta no habrá nada.
- Pero... , ¿tú eres mago, no? Matilda me ha contado que haces aparecer cosas de la nada. Eso incluye los dulces ¿A que sí?.
- Se nota que eres amigo de la lagartija, tan descarado como ella. - Murmura Benito-
- ¡Calma, calma!- Levanta los brazos Pirú- Haremos una cosa. Te vas a venir conmigo y ayudarás a tu amiga y a Plumillas a elegir música navideña. ¿Qué te parece?
- ¡Me parece guay! ¿Puedo llevarme estas galletas?
- ¡Pirúúúúú! - Exclama Mondanueces desesperado-
-  Tranquilo Benito, ya me encargo.

El mago se aleja con Bizcocho en las manos que va encantado de estar por fin en aquella casa tan especial, al entrar en la emisora se encuentra con Matilda y Plumillas profundamente dormidos. La lagartija está en el suelo y el ratón sobre la mesa del micrófono.

- Qué extraño..., estos dos dormidos. - Murmura Pirú dejando a Bizcocho en el suelo-
- ¿Por qué te parece raro, Pirú? - Pregunta el ratón.
- Porque aprovechan cualquier ocasión para discutir y es raro que así, sin más, se hayan dormido.

En ese momento, Pirú se da cuenta de que el suelo está cubierto por una neblina oscura, algo que desprende malignidad.

- ¡Bizcocho! ¡Rápido, a mi bolsillo! 

El ratón no se lo piensa y de un salto se cuela en uno de  los bolsillos de la túnica del mago.

- ¿Qué ocurre? - Pregunta el ratón asustado-
- Necesito mi báculo, esto es cosa del mago negro y si la niebla sale de aquí..., tendremos problemas.

Pirú sale corriendo cerrando la puerta y a grandes zancadas llega hasta el salón donde están su báculo y don Leonardo.

- ¡Pero no podemos dejar ahí a Matilda y a Plumillas! - Exclama Bizcocho preocupado-
- Necesito mi báculo para rescatarlos del desmayo.

Rápidamente, pone al corriente a don Leonardo de lo que sucede.

- Mandaré a alguien para avisar a la seño Yolanda, no debe acercarse a la casa mientras esa nube maligna esté aquí. - Propone el ratón-
- Coja la rosa azul, ella lleva la suya y podrá comunicarse más rápido.-

Ratón y mago se dirigen a la habitación donde tienen la emisora de radio, el humo negro ha comenzado a salir por debajo de la puerta.

- Espero que no sea demasiado tarde - Dice don Leonardo-
- Tranquilo, amigo, los recuperaremos. 

Abren y el mago hace nacer una luz rosada de su báculo; dirigiéndola hacia el suelo pueden ver a Matilda,  Pirú se apresura a guardarla en el bolsillo que le queda libre y luego hace lo mismo con Plumillas. Después, murmura unas palabras que nadie sabe traducir y la niebla comienza a recogerse  hacia un rincón hasta desaparecer.

- ¡Bien! - Exclama Bizcocho- Hemos vencido al mago malo.
- No cantes victoria tan pronto, esto solo es un hechizo de contención, Óminor volverá con más fuerza. - Contesta Pirú-

Rápidamente llevan al ratón y a la lagartija hasta el salón para despertarlos de aquel malvado maleficio.

- ¿Están...., están...,muertos? - Pregunta Bizcocho-
- No, están sumidos en un hechizo: Ni dormidos, ni despiertos, ni vivos, ni muertos... Óminor les está robando sus recuerdos más bellos a través de sus esclavos, si no los traemos de vuelta pronto, se unirán a la niebla negra y se convertirán en parásitos del alma, igual que los que les hicieron esto. - Contesta don Leonardo-

El mago dirige su báculo hasta el ratón y la lagartija y los eleva en el aire, luego con su mano izquierda genera una espiral de estrellas y los introduce en ella. La primera vez no sucede nada, la segunda tampoco.

- Solo puedo usar esta magia en tres ocasiones - Habla Pirú preocupado- Si no consigo hacer que despierten, se perderán para siempre. ¡No sé qué pasa, no sé por qué no funciona mi magia!
- Amigo, no desesperes, lo conseguiremos -Dice don Leonardo poco convencido-

Utiliza el contrahechizo una vez más y al fin nuestros amigos despiertan. Están muy asustados y confundidos.

- Contad qué ha pasado - Les apremia Pirú-
- Pués... - Dice Plumillas quitándose la gorra y tomando la iniciativa- No recuerdo mucho, solo que estábamos preparando el Casa Encantada Noticias cuando un señor mayor vino a pedirnos una canción para la fiesta de mañana. No vi nada sospechoso en él, después de eso no me acuerdo de nada más. No sé si Matilda....
- Yo tampoco recuerdo gran cosa, salvo que ese hombre no era nadie conocido, pero teniendo en cuenta que en estas fechas mucha gente va y viene por aquí..., no noté nada raro, la verdad.
- ¿Sabéis si salió de la casa? - Pregunta don Leonardo-.
- No, no vimos nada - Contesta la lagartija-
- Bien chicos, ahora descansad y no os mováis de este salón. Voy a generar un hechizo que impida que algo malo os pueda pasar, pero tenéis que prometerme que no saldréis de aquí. ¿De acuerdo? -Les ordena Pirú-
- ¡De acuerdo! - Contesta Bizcocho que hasta el momento había permanecido oculto y muerto de miedo en el bolsillo del mago.-
-¡Bizcocho! - Grita Matilda. ¿Pero qué haces aquí?
- Bueno.., esto.. Tú me invitaste.
- Claro, claro... Lo había olvidado.
- Bueno, basta de charla. Quedaos aquí mientras don Leonardo y yo buscamos a Óminor.  Y recordad, no abráis esa puerta a nadie pase lo que pase. Tampoco si pensáis que es alguien conocido,  puede ser una trampa y el mago negro no tendría reparos en acabar con vosotros.

Cierran la puerta dejando a los amigos dentro, después, Pirú dice unas palabras y un enorme muro dorado se levanta ante ellos.

- Así será suficiente- Vamos don Leonardo, no hay tiempo que perder-
- ¿Qué buscamos exactamente, amigo?
- Ni yo lo sé. No sé si ese maldito ha entrado en Casa Encantada o son sus parásitos de almas. En cualquier caso, hay que sacarlos de aquí cuanto antes.

Súbitamente la casa se cubre de un denso humo negro, algunos habitantes aparecen desmayados aquí y allá, hasta el pobre Benito Mondanueces está tendido en el suelo de la cocina.

- No podemos parar a despertarlos, hay que encontrar el origen de esto lo antes posible. - Dice el mago-

Al llegar a la biblioteca, una silueta tiembla tras el cristal de la puerta.

- ¿Será él? - Pregunta don Leonardo-
- No lo sé, puede ser un parásito o cualquier otra forma maligna. Cuidado al entrar.

Pirú agita el báculo haciendo aparecer de nuevo la nube rosa y al entrar se lleva una gran sorpresa. La seño Yolanda y los niños están maniatados y en el suelo mientras un ser alto y oscuro pasea entre ellos.

- Vaya...., ¿ya has llegado, Pirú? Te estaba esperando - Dice la figura enlutada-
- ¿Qué has hecho con ellos?
- Tranquilo, solo están dormidos..., de momento.
- Dime qué quieres, Óminor.
- ¿Que qué quiero? ¿No recuerdas lo que hiciste el año pasado conmigo? ¡Me condenaste a vagar por el Universo mientras destruías la Torre de los Siete Picos! - Grita el ser maligno a la vez que su figura se alarga tanto que tiene que encorvarse-
- Habías secuestrado la Navidad. ¿Qué esperabas? ¿Un aguinaldo? -Contesta Pirú burlándose-
- Muy ingenioso..., pero guárdate tus bromas para cuando seas un ente parasitario a mis órdenes-
- Creo que eso..., tendrá que esperar.

Pirú lanza un rayo brillante que impacta en el pecho del mago negro y lo lanza contra una de las estanterías derrumbándose al instante. Don Leonardo corre hasta la seño y los niños para comprobar que están bien, pero Óminor le lanza un hechizo y queda paralizado.
La lucha entre los magos es encarnizada, el ruido se escucha en toda la casa.

- ¿Has oído eso, Matilda? - Pregunta Plumillas.
- Sí, creo que deberíamos ir a ver qué pasa, puede que Pirú esté en apuros.
- Nos ha prohibido que lo hagamos ¿O es que ya no te acuerdas?
- Ya me he enfrentado a ese mago y el nuestro no podrá con él si está solo. Debemos ir.
- ¿Y qué hacemos con el muro mágico que acaba de levantar frente a la puerta? - Pregunta el ratón-
- ¿Y para qué está esa ventana? - Contesta Matilda señalando arriba-

Tras una breve discusión, los amigos deciden dejar a Bizcocho en el salón y se ponen en marcha llegando a la biblioteca. Matilda lleva su arco y sy carcaj repleto de flechas, pero no cuentan con un extraño muñeco que les cierra el paso al llegar a su destino.

- ¡No te acerques más! - Dice Matilda- Es un parásito de Óminor, un parásito del alma.
- Pero..., ¡si es un bicho de lo más simpático!
- Plumillas... ¡Atrás!

Matilda monta la flecha en el arco, pero no son unas flechas cualquiera, tienen puntas de zafiro, las únicas capaces de acabar con esos seres salidos del mal. Apunta y dispara al muñeco y a todos los demás que salen por todas partes. Al alcanzarlos se convierten en humo negro, luego celeste y finalmente desaparecen.

- ¿Y ahora qué pasa con ellos? - Pregunta Plumillas-
- El zafiro los libera del mal y encuentran su camino. Ahora son libres.

El ratón no ve venir a uno de los parásitos y antes de que pueda reaccionar, siente que algo arde en su garganta e imágenes espantosas vienen a su mente.

-¡No, no! - Matilda dispara, pero ya es demasiado tarde, el parásito ha mordido a su amigo y se hunde en la niebla negra-

- ¡Pirú! -Grita el ratón-

La lagartija entra en la biblioteca sorteando seres malignos, el mago lejos de enfadarse se alegra de ver a la pequeña, que valiente, lanza flechas azules a diestro y siniestro.

- Han mordido a Plumillas....
- ¿Cómo? -Pregunta Pirú mientras repele un nuevo ataque de Óminor- ¿Dónde está?
- ¡En la puerta! ¡Tienes que ayudarle!

De repente el mago se acuerda de algo...,¡las hadas! ¡Las hadas con su presencia apartan el mal!

- Matilda, ¡las hadas! ¡Hay que traer a las hadas!

La lagartija sabe que la única manera de contactar con ellas es entre la vigilia y el sueño y por lo tanto hay que acercarse a la seño Yolanda y a los pequeños para que en su estado puedan contactar. No están seguros de que vaya a funcionar, pero no hay otra salida. Mientras Pirú lucha contra Óminor, la lagartija susurra al oído de los niños y de la seño, la importancia de contactar con las hadas. Sabe que solo con pensamientos benevolentes se podrá llegar hasta ellas.
¡Y ocurre! En seguida el aire se llena de puntos dorados, son las alas de las bellas criaturas. En su presencia, los parásitos se desintegran, todos despiertan y el mago negro se queda ciego. Poco a poco la niebla desaparece y con ella.., el malvado mago.
Casi sin fuerzas, Pirú se deja caer en el suelo, pero Matilda tiene prisas por salvar a su amigo así que no se lo piensa y se dirige a Titania, la reina.
- Majestad - dice haciendo una profunda reverencia- Necesito pediros un último favor: mi amigo ha sido mordido por un ente parasitario, se está perdiendo en la sombra.

Nada más oírlo, la reina de las hadas vuela hasta Plumillas cuya figura comienza a ser transparente. Abre las alas y las bate justo encima del ratón de modo que una cortina de puntos dorados cubre por completo al animal. Todos aguantan la respiración, pero la sonrisa de Titania les deja claro que está a salvo. Al fin, Plumillas abre los ojos y se encuentra con aquél fantástico ser que lo deja fascinado.

- Bienvenido de nuevo, querido ratón - Le dice la reina-
- ¡Plumillas! -Grita Matilda agarrándose fuerte del cuello de su amigo-
- ¡Que me vas a ahogar! - Exclama queriendo hacerse el enfadado, pero en el fondo sabe que su amiga se ha arriesgado mucho para salvar su vida-

En fin chicos, ya que todo ha vuelto a la normalidad, creo que lo mejor es ir a descansar y celebrar mañana una estupenda fiesta. ¿Qué os parece? - Pregunta don Leonardo-

- Que ya teníamos una - Contesta Matilda-
- ¡Pues que sean dos! - Exclama Pirú.

Al día siguiente, Casa Encantada luce preciosa, la decoración llega a cada rincón y también la música. La seño Yolanda se ha puesto sus mejores galas y luce realmente preciosa.

- ¡Buenos días desde Radio Encantada! Hoy tenemos una fiesta muy especial que no habría sido posible sin la valentía de nuestro querido Pirú, el profesor don Leonardo y la lagartija Matilda. Para vosotros, va dedicada esta canción - Dice Plumillas mientras su voz llega a todos los rincones de Casa Encantada y sus alrededores - ¡Gracias por salvarnos!
- ¡Si es que en el fondo no puedes vivir sin mí! - Exclama feliz Matilda a la vez que abraza a su amigo -
- ¡No seas pesada!
- Ya verás, te voy a dar un abrazo lagartijero que te vas a caer muerto matao.

Y Matilda se pega a la espalda del pobre ratón que no puede despegarse de ella en todo el día. En la cocina, Bizcocho "ayuda" a Benito, pero como se come todo lo que pasa por delante de sus ratones dientes, acaba con dolor de tripa.
La noche llega y con ella la diversión. Suenan los villancicos y bailan y ríen hasta que no pueden más.

- Por favor, Matilda..., ¿te quieres bajar? - Le dice Plumillas a su amiga que sigue pegada a su espalda-
- No, que te quiero mucho.
- ¡Pirúúúúúúúúúúúú! ¡Quítame de encima a esta pesada por favoooor!

Y allá se pierden ratón y lagartija mientras la música suena y envuelve nuestra mágica casa.

Os iba a poner "FELIZ NAVIDAD"  con galletas, pero es que se las ha comido Bizcocho, así que os lo pongo con el corazón. Feliz Navidad y felices días en compañía de los que queréis.

- ¡Matildaaa! ¡Plumillas! ¡A ver esa música!

viernes, 26 de noviembre de 2021

UN CUENTO POR NAVIDAD. Identidad secreta.


Son exactamente las siete de la mañana y aún no ha amanecido. El cielo brilla como el azabache y en su inmenso manto cuelgan estrellas luminosas que poco a poco, el viento va cubriendo con retales de nubes. Las temperaturas descienden, anuncian nieve a 400 metros. 
Es demasiado temprano para que Esther y Marta estén levantadas un sábado, sin embargo, hoy no es un sábado como otro cualquiera porque viene Manolo a buscar a papá para ir al campo a ver zorzales. 

- Marta, ¿estás despierta? - Pregunta Esther levantándose levemente de la cama y apoyándose sobre su brazo derecho-
- Sí, he oído bajar a papá - Contesta Marta en voz baja-

En el silencio de la fría mañana invernal se oye el motor de un coche. Transcurren unos segundos hasta que un portazo indica que Manolo se ha bajado y que Luna, su linda perrita labradora, pronto comenzará a ladrar con esa cadencia que las niñas conocen tan bien "Guau, guau, guau" "Guau, guau, guau"

- ¡Venga Esther vamos a darle un beso a Manolo para que nos haga cosquillitas con la barba! - Dice Marta echando hacia atrás las mantas-

Las dos hermanas se enfundan en sus batas de vivos colores y descienden la escalera que lleva al salón, allí aguarda su amigo que según ellas que en esto son expertas, es el que da los mejores abrazos del mundo. Sí señor.
Corren a encontrarse con Manolo que aguarda paciente a que Hilario, el papá de las niñas, termine de recoger sus cosas. Las recibe como siempre, con ese cariño sincero que es el único capaz de llegar al alma de los niños. Dos besos a cada una, por guapas, y un abrazote fuerte de esos mágicos que sólo él sabe dar. No hay mejor manera de comenzar un fin de semana.

- Manolo ¿puedo ir a ver a Luna? - Le pregunta Esther-
- Claro que sí ¡Pero abrígate bien! Ha empezado a caer nieve y hace mucho frío - Le contesta-

La niña sale disparada hacia la puerta, en su carrito Luna duerme... ¡Qué raro! ¡Luna dormida! Esther circunda el extraño vehículo donde viaja la perrita, la observa entre las aberturas y el animal no reacciona. La niña apoya las manos sobre el frío hierro del carromato y asiste a un fenómeno inexplicable ¡La nariz de Luna se enciende cuando respira! ¿Cómo es posible? Una luz roja intermitente ilumina la noche. Apagada, encendida, apagada... Esther abre los ojos con asombro e instintivamente se lleva las manos a la boca. Se gira y vuelve a entrar en casa, sus sospechas se empiezan a confirmar.

- Esther, ¿cómo has visto a Luna? - Le pregunta Manolo-
- Pues está fritita, no he podido decirle nada de nada - Contesta Esther observándole muy atentamente-
- ¡Hora de partir! - Dice Hilario que se despide de mamá Esther y de las niñas; acto seguido, éstas de nuevo buscan el cariño de su amigo. 

De vuelta a la habitación...

- Marta, no te lo vas a creer ¡A Luna se le enciende la nariz! - Dice Esther a su hermana tras comprobar que su madre no las había seguido-
- Pero... ¡Eso no puedo ser! Debe ser algún piloto del coche que estaba encendido, es imposible que a un perro se le encienda la nariz. - Responde Marta gesticulando nerviosamente-
- Chsssst, baja la voz o mamá nos oirá. Escúchame, el coche tenía el motor parado y te digo que Luna estaba dormida como un tronco. Cuando me acerqué, vi que la nariz se le ponía roja cuando respiraba. -Aclaró casi arrastrando las palabras para no ser oída-
- Pero entonces... -Marta afiló los ojos pensativa- Si se le enciende la nariz..., no puede ser un perro.
- ¡Claro! ¿Qué hemos dicho siempre de Manolo? - Preguntó Esther sonriendo, feliz por intuir que sus sospechas estaban a un paso de hacerse reales-
- Pues que no es quien dice ser, que tiene doble identidad....
- Mira Marta - Dijo sentándose en la cama al lado de su hermana- Manolo siempre nos da besos y nunca se nos irrita la cara, por eso nos encanta que nos de abrazos ¿Tú conoces a alguien con barba que no pinche? 
- Pues...No, pinchan todos. Sin embargo nuestro amigo nos hace cosquillitas y siempre es tan cariñoso con nosotras que sólo puede parecerse a una persona que tú y yo sabemos.
- ¿Y qué me dices de su aspecto? - Apunta Esther feliz-
- Esther, creo que siempre has tenido razón, en realidad Manolo... No es quien dice ser. - Responde Marta-
- ¡Exacto! Es cariñoso con los niños, da los mejores abrazos del mundo, nos hacer reír, es gordito... ¡Y tiene una perrita a la que se le enciende la nariz! ¡Manolo es Santa Claus!

Las niñas ríen y celebran su descubrimiento, sin embargo sólo hay un modo de saber si sus sospechas son ciertas. Se acerca la noche mágica...

- Marta, ahora estoy segura de que Luna tampoco es un perro, si no un reno disfrazado de perro, es decir..., un "perreno" y no es otro que Rudolph. Vaya, nos la han pegado durante mucho tiempo pero esto..., va a cambiar. - Dice Esther volviéndose a meter en la cama-

El día de campo había finalizado y Manolo volvía a casa, en su cara se reflejaba preocupación. A su llegada, Manoli, su señora, lo esperaba para tomar unos aperitivos.

- Uy... Qué mala cara traes ¿Te ocurre algo? - Le pregunta preocupada-
- Ay Manoli que creo que he metido la pata.... - Le dice sentándose en su sillón y apoyando las manos en las rodillas-
- ¿Qué ha pasado? ¡Cuéntame que me tienes en ascuas! - Manoli acerca una silla hasta ponerse a su lado-
- Pues nada, que al ir a recoger a Hilario han bajado las niñas, hasta ahí todo bien. Esther que es la más inquieta ha ido a ver a Luna y ésta..., tenía la nariz encendida. - Dijo apesadumbrado-

Manoli dio un respingo, si Esther descubría la verdadera identidad de su marido el anonimato de Santa se iría al garete. 

- ¿Y que piensas hacer? - Le pregunta alarmada-
- Pues no lo sé, sinceramente. He hablado con Rudolph que está muy triste por haberse despistado pero no puedo culparle por quedarse dormido, con todo el trabajo que tenemos en estas fechas es razonable que esté cansado.

En ese instante un elfo entra en el salón. Va vestido de verde, lleva unos pantalones bombachos y una chaqueta abotonada rematada con cuellos y puños de piel blanca. Complementa el atuendo con unas calzas de listas rojas y blancas, botines rojos de pico y cinturón a juego. Sus orejas son picudas y la cara blanca y luminosa.

- Señora Claus, los chicos se han terminado ya los dulces y quieren darle las gracias, estaban realmente deliciosos, como siempre- Dice dirigiéndose a Manoli-
- ¿Ocurre algo, Santa? - Pregunta al ver cabizbajo a Manolo-
- Pues sí, Harahel...Nuestro secreto está en peligro.

El pequeño elfo se gira y se coloca justo en frente de Santa.

- Vamos... No es la primera vez que un grupo de niños está a punto de descubrirnos y lo arreglamos. ¡Santa Claus es mágico! ¿O ya lo olvidó? - Sonríe y asoma sus dientecitos entre los labios rosados-

Manolo se pone en pie y aspira sonoramente. Se pasa las manos por la cara y luego mira al elfo y le sonríe.

- Tienes razón Harahel, no vamos a dejar que Esther nos descubra- Le dice elevándolo por los aires y haciendo que las risas iluminen toda la casa-
- Venga, hay mucho que hacer ¿Algún juguete retrasado? - Dice tras ponerlo en el suelo-
- Bueno, verá, nos faltan por llegar unas piezas para terminar el barco pirata de Bob Esponja y como cada año, las Nintendo dando problemas... - Le informa mientras se dirigen al almacén donde se fabrican los sueños de los niños-
- Ahhh! Querido elfo, echo de menos aquellos años en que los juguetes eran de madera y sólo teníamos que pulir y armar. Estos niños de ahora se están perdiendo las cosas sencillas de la vida...


Transcurrió el día sin contratiempos, a la mañana siguiente Esther y Marta hablaban en el salón de su casa.

- Marta, tenemos un problema- Dice Esther- Nosotras no escribimos a Santa, sino a los Reyes...
- Es verdad.... ¿Crees que nos daría tiempo a ponerle una carta? 
- No, se notaría demasiado. Pero ya se me ocurrirá algo para la noche del 23 - Contesta Esther acercándose al oído de su hermana para que el secreto no salga de allí-

Sin embargo en casa de Manolo y Manoli o mejor dicho, la familia Claus, se había desatado la fatalidad. El duende Cronus, el más malvado de cuantos han existido, ha robado todos los regalos y lo que es peor... Ha robado el tiempo. Santa sólo tiene dos horas a partir de las doce de esta noche para recuperar los regalos y detener la cuenta atrás antes de que los niños del mundo se queden sin sus sueños.

- ¿Pero cómo ha podido suceder? - Pregunta Manoli incrédula al ver el almacén totalmente vacío - El duende sólo puede colarse a través de las pesadillas...

Anauel, uno de los elfos ayudantes de Manolo, permanecía acurrucado en un rincón sin querer mostrarse demasiado. Santa se percató de que algo no iba bien.

- Amigo ¿Qué te ocurre? - Dijo tomándolo en brazos- Tienes mal color y estás muy delgado.
- Lo siento Santa... -Dijo sollozando- Tenía fiebre porque salí a jugar con Vixen, subí a su espalda y nos elevamos tan alto que el frío me caló bien profundo. Sé que no debí porque hay trabajo y yo...
- Chssst, calla Anauel. No pasa nada, está bien salir a jugar con los renos pero está mal, muy mal no avisar a la señora Claus o a mí de que estás enfermo. Te hubiésemos cuidado y no habrías tenido pesadillas a causa de la fiebre.

El duende no paraba de llorar, entonces Manoli lo llevó a casa y preparó una linda camita junto a la chimenea, le dio leche calentita y unas medicinas para el enfriamiento.

- Bien Anauel, ahora tienes que contarnos lo que soñaste porque sólo así podemos solucionar este problema. Querido..., no hay tiempo. - Le dijo tomando las pequeñas manitas del elfo entre las suyas-
- Pues verá, soñé que sólo podríamos recuperar los regalos si dos niños que crean en Santa viajan hasta el Palacio de Cristal donde vive el duende y allí se apiadan de él y lloran. De sus lágrimas brotará calor suficiente como para que el corazón del malvado Cronus se derrita y con él su maldad.

Manolo había entrado justo a tiempo para escuchar el relato. Tenía que sacrificar la inocencia de dos niños para que los demás pudieran vivir sus sueños. Sólo dos sabrían que él, y no el  gordote de la Coca-Cola, es Santa Claus y estarían obligados a guardar el secreto por el resto de sus vidas.

- Lo he escuchado todo Manoli - Dijo sentándose en su viejo sillón- Este Cronus cada vez que resucita lo hace con mayor maldad.
- Pues creo que esta vez no va a ser tan difícil vencerle - Contesta la señora Claus-
- Tú siempre tan optimista, te admiro. - Le dijo-
- ¡Pero bueno! ¡Papá Noel viniéndose abajo! Escúchame detenidamente porque tengo una idea - Se colocó a su lado-
- Tu dirás, pero piénsalo bien porque no tenemos mucho tiempo - Contestó tristón-
- Esther y Marta - Dijo Manoli mirándole con los ojos muy, muy abiertos-
- ¡Claaaaro! ¿Pero cómo no lo he pensado antes? -Exclamó Manolo saltando literalmente del sillón- Cariño, me voy ahora mismo, tengo que hablar con ellas.

Tras darle uno de sus famosos abrazos, salió a todo correr y se dirigió a casa de Esther y Marta con la excusa de hablar con su padre de temas de campo. Una vez allí...

- ¡Manolooo! ¡Qué alegría que vengas a vernos! - Le dice Marta mientras se dirige hacia su amigo-
- Veréis, tengo que hablar con vosotras - Les susurra a las niñas por lo bajo-

Desde la cocina se escucha la voz de Hilario.

- ¡Manolo ven a por tu refresco!
- Ahora vuelvo chicas, no os mováis de aquí ni un milímetro.- Les dice dejándolas intrigadísimas-

Tras charlar un rato con los padres de las niñas, vuelve al salón y sin muchos circunloquios les cuenta el problema a grandes rasgos.

- Sé de sobra que sabéis quien soy y en parte es culpa de Luna... Bueno, de Rudolph que es un despistado - Les habla en voz bajita- Necesito que me ayudéis, la Navidad está en peligro por culpa de un malvado duende  y sólo vosotras podéis romper el hechizo. Necesito que me deis un sí y esta noche os vendré a buscar  a las doce en punto.

Las niñas no se lo piensan dos veces y mueven su cabeza afirmativamente.

- Una pregunta - Interrumpe Esther- ¿Dónde te esperamos?
- En la azotea. Abrigaos muy bien porque viajaremos rápido y hará frío. - Les repite el consejo varias veces-

Se despide y cruza la puerta guiñando un ojo cómplice a las niñas. No había tiempo que perder y el reloj seguía su curso inmisericorde.

- Venga Manolo date prisa, los renos ya están preparados - Dice Manoli intentando ajustar el cinturón del traje a su marido sin demasiado éxito - ¡Tienes que dejar de comer! ¡Otra vez tendré que arreglarte el traje! - Le riñe-
- Oh, cariño no te enfades ¿Qué sería de Papá Noel si me pusiera a dieta? Lo entiendes ¿Verdad? Menuda desilusión se llevarían los niños del mundo si se encontrasen con un Santa flacucho.
- Anda, anda, que eres un zalamero. - Le dice Manoli a la vez que estampa un cariñoso beso en su mejilla - No te retrases más, las niñas deben estar esperando.

En el patio esperaban los renos amarrados al trineo, como siempre, Rudolph-Luna iba a la cabeza para poder iluminar el camino.

- ¡Venga chicos, a por los regalos de Navidad! -Dice a medida que el trineo se eleva sobre los tejados-

Al llegar a la calle Camilo José Cela, ve dos puntitos sobre una azotea, Esther y Marta aguardan su llegada tiritando de frío pero al percatarse de tan espectacular visión, ambas se abrazan y ríen emocionadas.

- Chicas, suban a la carroza de Santa - Les dice tendiéndoles ceremoniosamente su mano enguantada-

Las niñas, con el corazón rebosante de alegría le abrazan y le hacen reír hasta el punto de casi volcar el trineo. Tras cubrirlas con una blanca manta, las invita a que pronuncien las palabras que hace que los renos se pongan en marcha.

- ¡Dancer, Vixen, Cupid y Blitzen! ¡Dasher, Prancer, Comet, Donner y Rudolph! ¡Aaaaaaaaaarriba! - Gritan las niñas felices-

El trineo se eleva sobre el pueblo y sus casas, más allá de las nubes y la noche con destino al Palacio de Cristal, la morada de Cronus. Por el camino, Manolo les cuenta el plan.

- Una cosa Manolo... ¿O debo llamarte Santa? - Le pregunta Esther confundida-
- Puedes llamarme como quieras, menos de usted, como quieras.

Los tres ríen mientras el frío se queda fuera del confortable trineo. La magia, aún vive.

- Como te decía - Siguió Esther- Si Cronus te ha robado el tiempo ¿Qué pasará si tardamos y papá y mamá se dan cuenta de que no estamos?
- Eso no va a suceder, tenemos dos horas.... - Contesta-
- ¡Dos horas! -Exclaman las niñas asombradas por tan poco margen- 
- Sí, tenemos que entrar, romper el hechizo y recuperar mi reloj para detener las horas, de este modo podremos volver a casa dentro de ese espacio de tiempo. Es complicado, pero lo conseguiremos.

Al fin llegaron a su destino, sobre montones de nieve se alzaba una edificación extraña y temblorosa, a merced del viento, su estructura chirriaba y a las niñas se les encogió el alma. Se elevaba sobre una montaña helada en mitad de un lago frío y desolado.


- ¿Cómo vamos a entrar ahí? - Preguntó Marta-
- Tranquilas, Rudolph nos dejará en el interior -Contestó Manolo-

Así fue, con una maniobra que ni los pilotos de Iberia cuando no están de huelga, Rudolph dirigió a sus compañeros con singular maestría. Aterrizaron en un patio acristalado donde el eco fue el único que salió a recibirles.

- Vaaaaaya - Murmuró Esther mirando a todos lados- Este sitio da miedo. No creo que pueda compadecerme de un ser que vive aquí.
- Escuchadme, intentará que no lo hagáis - Les dijo Manolo cogiendo a cada niña de un brazo- Pero debéis recordar una cosa, toda persona que cae en brazos del mal es digna de compasión, la falta de amor en sus vidas hace que la soledad anide en sus almas y pudra su capacidad para querer y ser queridas.

- ¡Ya habéis llegado pandilla de adefesios! - Gritó una voz chillona y metálica desde la profundidad del palacio-

- Querido Cronus, tú siempre tan amable....- Le contestó Manolo de mala gana-
- ¡Oh Santa!, no esperaba que fueses tan malvado como para sacrificar la ilusión de esas pobres niñas - Dijo  el duende señalando con su dedo nervudo a Marta y a Esther-  Creo que deberías quedarte a vivir conmigo, harías un favor al mundo - Terminó la frase sentándose en el trono helado que se erguía en mitad de la estancia fría y desangelada.
- ¡Oye tú! ¡No hables así a Papá Noel! - Le gritó Marta muy enfadada-
- Chssst, querida niña no le sigas el juego, es lo que pretende. Ahora pensad en la terrible soledad en que este ser debe estar inmerso - Les decía Manolo bajando cada vez más el tono de voz-

Llegó un momento en que las niñas dejaron de oír a su amigo, sus labios estaban sellados pero sus palabras comenzaron a oírse en el interior de sus mentes ¡Era telepatía!

- ¡No conseguiréis vuestro propósito, os queda media hora y en ese tiempo vuestro corazón se congelará y seré yo quien domine los sueños de los niños! JAJAJAJAJAJAJAJA.

Las risas del duende malvado se clavaban como astillas en el corazón de las niñas, enquistadas no permitían que la piedad anidase en ellos. La voz de Santa luchaba por clamar por encima del odio.

- Imaginad cómo sería una vida sin que nadie os quisiera, sin que un amigo os diese la mano en los momentos amargos, sin que papá y mamá os besaran antes de ir a dormir.  Imaginaos a este duende si fuese bueno, si su corazón regalase travesuras divertidas y no maldades rebuscadas. Imaginad una Navidad sin regalos, sin sonrisas, sin amor...

Las niñas comenzaron a sentir lástima de aquel duende que no paraba de moverse en torno al trono, pero de repente sacó de no se sabe dónde a un gatito igual a Zape y comenzó a tirarle de la cola y darle puntapiés. Esther, dominada por la furia se fue corriendo hacia él para arrebatarle al animal de las manos, pero Manolo la detuvo.

- ¡No! ¡Es sólo un truco! ¡Esther, no es Zape! - Le gritó en su mente, sin pronunciar una sola palabra-

El tiempo se consumía, quedaban diez minutos y las niñas sólo podían sentir odio por ese duende maléfico que envenenaba sus sentimientos.

- Niñas, por favor, haced un esfuerzo -Volvieron a oír la voz alta y clara de Manolo en sus mentes- Pensad en lo que ocurriría si esta Navidad todos los niños del mundo se quedasen sin regalos. Pensad que tampoco mis socios -Los Reyes Magos- podrán llegar a ningún hogar. Poneos en el lugar de este ser que os está atormentando, él nunca tuvo un regalo en estas fechas, ni tan siquiera sabe lo que es una caricia amable porque no tuvo papás que le quisieran. Vivió huérfano y solo y lo que es peor..., nadie le habló de que la verdadera Navidad se celebra en el corazón de los humanos porque es ahí donde Jesús nace, donde su amor nos hace personas capaces de  querer y ser queridas. Es digno de compasión porque él...., no conoce a Dios.

Estas palabras volaron por encima de los gritos y aspavientos del duende anulando cualquier efecto sobre las niñas que en esos momentos, habían dejado entrar la piedad en sus corazones infantiles. La sola mención de Dios había permitido que el amor se derramase como manantial sobre sus conciencias. Sólo Él podía, sólo Él... Y el duende comenzó a debilitarse y su naturaleza se volvió líquida por el calor que había traspasado de parte a parte su corazón de hielo. En unos segundos, el palacio comenzó a resquebrajarse.

- ¡Hay que salir de aquí! - Gritó Marta-
- ¡No, no podemos irnos sin mi reloj y sin los regalos! - Exclamó Manolo que mirando a uno y otro lado no alcanzaba a ver dónde podían estar ocultos-
- Esther se acercó al lugar donde el duende era ya un pequeño charco de agua, sobre él, flotando se hallaba un reloj dorado.
- Creo que es éste- Le dijo mientras lo depositaba en las manos de Santa-
- ¡Rápido Manolo, gira las manecillas! -Gritó Marta viendo que tan sólo quedaban dos minutos-

Manolo abrió la tapa de fino cristal y suavemente devolvió las agujas justo al punto que necesitaba para regresar a las niñas a casa sanas y salvas. Marta, que no había perdido detalle del palacio mientras luchaban con el duende por encontrar sentimientos amables,  pudo observar tras dos puertas encontradas que sobresalía lo que parecía una corbata y el cabello de una muñeca. Se dirigió hacia allí rauda pues las columnas habían comenzado a derrumbarse.

- ¡Manolo! ¡Aquí están los regalos! - Gritó feliz por el descubrimiento-

Con un solo chasquido de los dedos de Santa, todos los juguetes y regalos desaparecieron de allí para aparecer en el asiento trasero del trineo. 

- ¡Soy mago! No lo olvidéis - Dijo sonriendo- Y ahora  ¡Volvamos a casa!

Nada más elevarse el trineo, el horrible palacio se disolvió y las niñas suspiraron aliviadas.

- Oye Manolo ¿Cronus ha muerto? - Preguntó Marta preocupada-
- ¡Oh no!, sólo ha quedado suspendido en el tiempo hasta que alguien vuelva a tener una pesadilla con él justo antes de Navidad, es así como cobra vida y todo vuelve a empezar.
- Pues vaya pesadez de duende... -Dijo Esther-

De vuelta a casa, el reloj volvía a marcar las doce en punto; cuando se giraron para despedirse de su amigo él ya no estaba. Se quedaron mirando el horizonte bordado de estrellas brillantes en el que una estela plateada evidenciaba que Santa había pasado por allí.
La noche de Nochebuena había llegado y Manolo... Perdón Santa Claus, tenía todo preparado para hacer llegar al mundo sus regalos. Tras hablar con Melchor, Gaspar y Baltasar, cogió el listado de casas y países que le correspondían a él, sin embargo, esa noche haría una parada muy especial pues había acordado con sus amigos los Reyes Magos de Oriente, que había dos niñas en la calle Camilo José Cela que este año recibirían también la visita de Santa. 
Esa noche, en la Tierra había dos corazones que latían mucho más a prisa de lo normal, sobre la magia de la Nochebuena una estrella brilló en lo alto e iluminó la habitación de Marta y Esther. 

- Ya viene.... - Susurró Marta a su hermana-

Una luz roja muy intensa sustituyó el fulgor plateado de la estrella y entonces supieron que Santa estaba allí. Manolo entró muy despacio en compañía del "perreno" Rudolph y bajo el árbol dejó unas cajas cargadas con el regalo más maravilloso que cualquier niño pueda recibir: AMOR. Sobre la mesa de comedor, una nota que decía lo siguiente:

PARA SANTA.
Querido amigo Manolo, que el Niño que esta noche te trae a nuestras casas te guíe y te proteja el resto de tus días. Que tu vida sea larga y felizmente compartida con Manoli y tus niños, que Dios os de muchos nietos y que estos nunca, nunca, nunca sepan que sus abuelos en realidad son..El señor y la señora Claus"
Os queremos
Esther y Marta.

PS: Sobre la mesa de la cocina te hemos dejado jamoncito y un vaso de leche.

Manolo emocionado cerró la nota y se dirigió a la cocina.

- Bueno, soy Santa Claus y he parado el tiempo así que... ¡A ver ese jamoncito!

Y aquí está el auténtico Papá Noel. Feliz Navidad a todos los que entráis cada día en Casa Encantada.


Anda que os lo habéis creído..... ¡Es el de la foto de abajo!


Este cuento está dedicado a nuestros queridos amigos Manoli y Manolo. Gracias por ser como sois, porque en este mundo de sentimientos revueltos, personas como vosotros hacen que Dios aún crea en la Humanidad. Que Él os bendiga. 

Relato inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual con el Código número 1112220790209 Queda prohibida su copia y reproducción total o parcial sin permiso expreso.
Safe Creative #1112220790209

HA LLEGADO EL INVIERNO.

Cae el silencio sobre la tierra y el aire blando recuerda que el sol es solo cabeza de alfiler, un astro lejano que ha perdido el color del maíz. El verano, es una quimera. Murallas infinitas de nieve se levantan entre la realidad y el sueño que pervive un año más en estas tierras.
En Gredos duermen Garcilaso, Lope, Unamuno… El recuerdo de las musas que ya no están, que durmieron en el delirio de los grandes poetas y ahora…, arrojadas al olvido, deliran en el nácar del paisaje. Letras lejanas, casi perdidas, que sin embargo hacen arder los dedos de quien escribe. Pobremente, a escondidas. Sea. Letras que sueñan con el paraíso de los siglos.
Hace frío, el aire amenaza y ahoga las palabras aquí, en el pecho, sobre el que a veces galopan caballos de tinta que traen algo bonito. No siempre. Miro mis manos y miro la nieve color de luna. En estas manos chocan las frases que ahora escribo y que tú, lector, exhalas mudo, dulcemente en esta tarde fría de noviembre.
Me alejo con la mente en otras épocas cuyas letras eran oro en la solapa del poeta. Medallas de un mundo que aún asoma tímido sobre el puro blanco de estas tierras que en la boca aún lleva el nombre de Marta. Marta, aquella que….

“No quedó sin llorar pájaro en nido,
pez en el agua ni en el monte fiera,
flor que a su pie debiese haber nacido
cuando fue de sus prados primavera;
lloró cuanto es amor y hasta el olvido
a amar volvió por que llorar pudiera,
y es la locura de mi amor tan fuerte
que pienso que lloró también la muerte”

(Lope de Vega. Fragmento de Amarilis.)

Foto de mi amigo Manolo Rubio y que hoy, me inspiran estas letras. 
Sierra de Gredos.

jueves, 25 de noviembre de 2021

Pepa Jones y su gato Gambita. Navidad en la Charca de los Patos.

Pepa Jones se había quedado a dormir esa noche en el Tejar, le acababan de dar las vacaciones de Navidad y nada mejor que comenzarlas allí con el abuelo.
Eran las once de la noche cuando sonaron unos suaves toquecitos en la puerta de la habitación.

- Pepa, ¿estás despierta? 
- ¡Sí, abuelito!, aún no me he dormido.
- Pues abrígate bien y sal, tengo una sorpresa para ti.

¡Una sorpresa! Palabras mágicas, -pensó la niña- 

Se vistió a toda prisa y salió envuelta en un plumas color rosa que le había enviado su prima del norte.

- Vamos, vamos a la puerta y verás - Propuso el abuelo José con gran misterio-

Los segundos por el pasillo se hicieron eternos hasta que por fin, la puerta se abrió y... ¡Estaba nevando! ¡Nevaba en la Charca de los Patos!

- ¡Ohhh, abuelitoooo! ¡Es nieve! - Exclamó la niña entusiasmada-

Permanecieron un buen rato afuera a pesar del frío, observando cómo los árboles poco a poco recibían en sus brazos el blanco regalo y cómo los caminos desaparecían bajo el manto inmaculado de la nieve. Para Pepa, era su primera nevada y estaba tan contenta que no paró de hacer fotografías hasta que el sentido común se impuso y volvieron a la casa.

- Y ahora a dormir, mañana saldremos a hacer más fotos ¿De acuerdo? - Propuso el abuelo José.
- ¡De acuerdo, abuelito!

Pero Pepa no tenía intenciones de dormir, cogió su móvil y entró en el grupo de WhatsApp "Gambigrupo"

Pepa: Chicoooooooooos, ¿habéis visto cómo nieva?
Estrella: ¡No me digas! En Mérida nada, no ha caído ni un copo.
Patricia: ¡Yupiiiiii! ¿Qué haréis mañana? Pepa, ¿nos vemos en la Charca de los Patos? Estrella haremos bolas gordas de nieve
Estrella: Yo llego sobre las doce, chicos. ¡Espero que la nieve aguante!
Julián: Oídme, acabo de entrar en casa, he hecho fotos preciosas.
Pepa: ¡Pues pásalas!
Julián: Y otra cosa: Hoy he visto gente rara en el Peñón. No tienen pinta de ladrones de patrimonio, pero son raros, raros de coj...
Todas las chicas: ¡Juliááááááán!
Julián: ¡Iba a decir cojines!
Patricia: Ya.... Bueno, cuenta, cuenta.
Julián: A ver, como esta mañana no había cole me he ido con mi perro Ferrari a dar un paseo hasta el Peñón, y en los alrededores del arroyo había unas tiendas de campaña bastante peculiares... Bueno, no eran exactamente tiendas.
Estrella: ¿Y qué eran?
Julián: No sé chicas, tiendas pero antiguas. Además, he visto caballos y dos hombres con unas ropas que no había visto antes. Creo que hay que echar un vistazo y vigilar.
Patricia: De acuerdo.
Pepa: Pues si os parece bien, mañana desayunamos con abuelito en el Tejar y nos organizamos.
Todos: ¡Perfecto!
Pepa: ¡Buenas noches y feliz nevada navideña!

Al día siguiente, la primera en llegar fue Estrella. Ni se paró a deshacer la maleta, directamente fue a casa de Pepa y de allí al Tejar.

- ¿Cuándo venís a Mérida otra vez? - Preguntó la niña-
- Pues espero que pronto, hay que visitar de nuevo el Museo de Arte Romano porque es ..., ¡Alucinante!
- Ay pues precisamente estuvimos con el cole el otro día, nos estuvieron explicando la fiesta de la Saturnalia, que ya sabes que es algo así como la Navidad Romana y que se celebraba del 17 al 23 de diciembre.
- Sí, en honor al dios Saturno. Y se adornaban las casas, se hacían regalos...- Añadió Pepa-
- Exacto. Y los señores actuaban como si fueran esclavos y estos como si fueran señores. Lo que era prohibido, se permitía y estallaba el lujo y el  derroche... Algo así como un jubiloso caos. Pero te cuento lo más interesante. ¿Sabes? Conocí a un niño..., ¡monísimo! - Dijo Estrella sonrojándose y entornando sus enormes ojos azules-
-¡Estrella! Ja,ja,ja,ja, ¡no me digas! ¿Y cómo se llama?
- ¡Pedro! Ya te contaré, a él le gusta especialmente el Teatro Romano y está muy interesado en el Festival de  Teatro de Mérida, no se lo pierde nunca.
- ¡Me tienes que contar! -Exclamó risueña Pepa-

Pero no pudo ser porque el resto de la pandilla, con Gambita a la cabeza, acababa de aterrizar en el Tejar. Esta vez había una sorpresa más y es que Julián venía acompañado de Ferrari, su perro. Veremos qué tal se portaban los animales porque la última vez que se juntaron hicieron una cantidad de trastadas que no se pueden ni enumerar.
Sentados a la mesa, el chocolate, los mantecados  y los churros desaparecían mientras la conversación se hacía cada vez más interesante, sin embargo, en el patio empezaron a oírse voces, maullidos y un tremendo jaleo de cubos y gritos. En eso, el abuelo José entra en la casa sin poder contener la risa.

- ¡La que han formado Gambita y Ferrari! ¡Menudo enfado tiene Dimas!
- ¿Qué ha pasado? - Preguntó Julián preocupado-
- Se han puesto a beber de una cántara de leche que teníamos apartada para regalar en Navidad y Dimas se ha enfadado muchísimo.
- Pero abuelito... ¡Tú te estás riendo! -Le reprendió Pepa-
- Claro, porque corriendo detrás del par de golfos, el pobre hombre ha trastabillado y ha ido a dar con sus huesos en el suelo, con tan mala fortuna, que se ha apoyado sobre otra cántara y se la ha echado por encima. ¿Qué creéis que han hecho Gambita y Ferrari? Pues subirse sobre él y comenzar a lamer toda la leche. ¡Un cuadro! ¿Queréis verlo?

Los chiquillos salieron en tropel al patio y cuando vieron al pobre Dimas en el suelo intentado quitarse a los animales de encima, no pudieron contener las carcajadas. Al final, todo acabó en reprimenda para Ferrari y Gambita que se pasaron el resto de la mañana hechos un ovillo dormidos al pie de la chimenea, y en un buen chocolate caliente para Dimas, que tras cambiar sus ropas se sentó con los niños a contar anécdotas del campo. En el fondo, todos sabían que el bueno de Dimas, ¡mandaba más que el abuelo!
A eso de las doce del mediodía, los niños decidieron salir a hacer una excursión por los alrededores, querían saber qué estaba pasando con esos personajes extraños de los que hablaba Julián. Aún había mucha nieve, pero no fue obstáculo para abrigarse bien y salir a pedalear, sin embargo, Gambita y Ferrari no pudieron acompañar a sus amigos. El abuelo dijo que se quedaban castigados, por bichejos.


Los caminos estaban embarrados, pero los intrépidos amigos no se rindieron. Unas veces en bici y otras andando, avanzaron en su aventura. El campo estaba precioso, blanco como nunca lo habían visto así que a cada poco se detenían para sacar fotos.

- ¡Qué Navidad tan estupenda, chicos! - Exclamó Estrella mientras sacaba algunas instantáneas con su móvil-
- Y que lo digas, es un sueño poder ver nieve en Navidad - Contestó Patricia-

Retomada la marcha, no tardaron demasiado en llegar a los alrededores del Peñón, allí y a lo lejos pudieron divisar unas carpas que nunca antes estuvieron en el lugar. De colores llamativos, resaltaban extraordinariamente sobre el blanco fondo. Los chicos se miraron extrañados.

- Qué mal me huele esto- Dijo Pepa-
- Y a mí - Contestó Julián- Los vi ayer por primera vez, pero a saber los días que llevan sin que nadie haya hecho nada. Fijaos en la cantidad de sacos y paquetes que tienen en la puerta. ¿Y si han robado alimentos o juguetes en las parroquias o en Cruz Roja? 
- Pues no lo vamos a consentir - Dijo Patricia enfadada- Iremos y sabremos qué traen entre manos esas gentes.

Montaron en sus bicis y se aproximaron, sin embargo y tras seguir el plan que habían trazado, pasaron de largo sacando algunas fotos y pararon en la primera peña para cambiar impresiones. 

- Muy raro todo, chicos - Apuntó Pepa- No sé a vosotros pero a mí no me ha salido ni una foto, todas negras.
- Anda... ¡Y a mí! - Exclamó Julián- 

Uno a uno revisaron sus móviles para darse cuenta de que ninguna foto había quedado registrada . Parecía magia.

- Vale, pues paremos y entremos - Propuso Patricia-
- Estoy con ella - Contestó Estrella-

Bajaron con sus bicicletas en dirección a las carpas, sin embargo, el camino parecía transformarse y se hacía tedioso. Para colmo comenzó a nevar intensamente y un trayecto que debieron cubrir en menos de quince minutos, se convirtió en una hora larga. No sabían qué pasaba exactamente pero mientras más andaban, más parecían alejarse aquellas tiendas de campaña. Pepa empezó a preocuparse, si al menos Ferrari y Gambita estuvieran, su instinto les sacaría de aquel laberinto.



- Chicos, ¿qué está pasando? - Preguntó Estrella preocupada-
- Llevamos casi dos horas dando vueltas y no conseguimos acercarnos a ellas, es como si estuvieran ejerciendo sobre nosotros algún tipo de hechizo. - Contestó Julián-
- ¡Calla, Harry Potter! -  Exclamó Pepa divertida para quitar hierro al asunto, pero en realidad, ella también estaba asustada-

De repente comenzó a oscurecer y no había llegado el mediodía. La nevada intensa y la oscuridad terminó por desorientar a los niños que sin saber cómo, aparecieron de nuevo en el camino de vuelta al Tejar. Justo cuando desistieron de volver a las carpas, la nevada se detuvo y la luz volvió a brillar.

- ¡Con que Harry Potter, eh listilla! - Exclamó Julián- Pues ahora vas y me explicas qué ha sucedido porque no creo que ninguno de nosotros tenga una respuesta lógica.

Llegaron al Tejar y contaron al abuelo José lo que habían experimentado. No tenía ni pies ni cabeza pero el hombre decidió seguirles la corriente.

- Y decís que a medida que caminabais hacia las carpas, estas parecían alejarse - Dijo el abuelo mientras preparaba unas migas calentitas-
- Sí, abuelo. Entonces comenzaron a surgir de la nada otros caminos que parecían ser los correctos, pero que nos alejaban aún más. - Aclaró Pepa-
- ¡Y las bicicletas pesaban muchísimo! - Añadió Patricia-
- Bien, iremos a echar un vistazo mañana, he hablado con vuestros padres y pasaréis la noche aquí. Si queréis, claro. - Propuso el abuelo José-
- ¡Siiiiiiiiiiiiiii! ¡Qué bien! - Exclamaron los niños-

Caía la tarde en el Tejar, el abuelo José había ido con Dimas al otro cortijo para guardar los animales porque había comenzado a nevar de nuevo.  A la vuelta, la propuesta fue hacer un muñeco de nieve en la Charca de los Patos, propuesta que desató la locura entre los amigos, como era de esperar.


Entre risas y juegos se agotó el día. Gambita lo pasó de miedo con su amigo Ferrari porque si algo les gustaba es jugar con las bolas que los niños les tiraban. Una tarde perfecta en el lugar perfecto.
Ya de vuelta en el Tejar, cenaron en torno a la chimenea y convencieron al abuelo José para que pusiera unas mantas en el suelo y les contara cosas de cuando era pequeño. Poco a poco, fueron rindiéndose al sueño y solo Pepa y Gambita permanecieron atentos a aquellas historias que tanto les gustaban. Un final maravilloso para un día raro.
A la mañana siguiente, los chicos desayunaban entre risas a la espera de poder salir de nuevo a inspeccionar el entorno del Peñón. Había vuelto a nevar durante la noche y de nuevo los caminos se perdían. 
Gambita y Ferrari jugaban a perseguir los pocos copos que caían con lentitud desesperante y Dimas tenía buen cuidado de que no se acercaran a las cántaras de leche. A eso de las diez, el abuelo José les comunicó que había que ponerse en marcha si querían descubrir qué ocurría en el Peñón.
Al salir de la casa se toparon con una buena sorpresa y es que en la puerta les esperaba un carro tirado por dos hermosas mulas.

- ¡Nada mejor que un buen carro para andar por la nieve! - Exclamó el abuelo José radiante de felicidad -

Los chicos casi se atropellan por subir, todos querían ser los primeros en probar semejante medio de transporte.

- Abuelito, esto es como de la Edad Media ¡Qué divertido!
- ¿De la Edad Media? Lo que pasa es que los jóvenes de hoy en día no entendéis nada de medios de transporte eficaces. - Contestó el abuelo y todos rieron-
- ¿Os sabéis algún villancico bonito? - Preguntó Patricia-
- ¡Pues claro! - ¿Qué os parece "Más allá? - Propuso Estrella.
Y las voces de los niños se elevaron por encima de los hombres y de los pueblos, porque son esas voces las que llegan al cielo mucho antes que las de ningún otro mortal.

- Muy bonito el villancico, un poco moderno para mi gusto - Dijo el abuelo riendo-

Entre risas y cantes llegaron de nuevo al Peñón, las carpas permanecían en su lugar y no se advertía ningún movimiento en los alrededores. Los niños convencieron al abuelo José para que les esperase en un bar cercano, hacía frío y una aventura como aquella podía no ser buena para su salud.
Los primeros en enfilar el camino fueron Gambita y Ferrari que no tuvieron problemas en llegar. Los niños procuraban seguir a los animales a buen ritmo, pero hubo un momento en que les fue imposible. Vieron a perro y gato internarse en las carpas y de nuevo ellos volvieron a perderse sin poder ni siquiera aproximarse. De la nada, un bosque les cerró el paso y gentes con vestidos brillantes comenzaron a invadir los caminos que nunca habían estado allí.

- Chicos, esto es una alucinación - Dijo Julián-
- Este camino no estaba aquí ayer - Advirtió Patricia- Ni tampoco esos árboles. No sé qué nos está pasando, pero normal no es.
- Está claro, esas carpas, tiendas o lo que sean, guardan algo que produce este efecto. Solo espero que no sea como el de los corros de hadas y nos perdamos aquí por años. - Aclaró Pepa-
- Hija mía, desde luego cuando quieres eres única dando ánimos. - Contestó Estrella un tanto fastidiada-

Un joven vestido con pantalón bombacho y capa larga les salió al paso. Era alto, moreno y con cara de pocos amigos.

- ¿Estáis perdidos? - Preguntó sin más rodeos-
- Pues.., un poco - Contestó Patricia- Queremos llegar a aquellas carpas, pero hay algo que nos lo impide y que seguro tú nos vas a explicar.

Los chicos se miraron sorprendidos ante el desparpajo de Patricia. El joven sonrió y dio media vuelta.

- ¡Ey, no te vayas! - Le gritó Pepa-

El chico se giró de nuevo, en cada brazo llevaba a un animal dormido. Ferrari y Gambita.

- ¡Suelta a Gamba y a Ferrari! - Gritó Julián - ¡Si les has hecho algo a alguno de los dos, te enteras!. Y sacó un tirachinas que siempre le acompañaba.
- ¡Tranquilos, tranquilos! - Habló por fin el extraño joven - Sólo están dormidos y no precisamente bajo el efecto de un hechizo, sino a causa de un buen atracón de leche calentita con pan.

Los niños se miraron sorprendidos. ¿Quién era aquél tipo tan raro?

- No debéis estar aquí - Aclaró el joven con voz seria - Ni tan siquiera sabemos porqué podéis ver las carpas, pero desde luego es algo que vamos a aclarar ahora mismo. Venid conmigo. - Hizo un ademán y los chicos le siguieron sin pensarlo -

Llegaron a las carpas en un santiamén y allí, un intenso ajetreo les sorprendió. Idas y venidas de personas ataviadas con vestimentas de otras épocas, unos de tez negra, otros blancos, pero todos trabajando y sonriendo, como si lo que fuera que hacían les divirtiese. Portaban sacos de los que asomaban paquetes relucientes y de repente..., como un rayo a los niños se les abrió en la mente una explicación maravillosa para todo aquello.

- ¿Sois.., pajes? - Preguntó Pepa- ¿Pajes de Sus Majestades?
- Así es - Habló Metkén, que así se llamaba el joven que les había acompañado- Yo lo soy de S.M. Gaspar y llevamos aquí varias semanas ultimando detalles para la noche de Reyes. No obstante, nuestras carpas están bajo un potente hechizo que las hace invisibles a ojos humanos, por eso no sabemos cómo habéis dado con ellas.
- Las vemos perfectamente - Aclaró Julián - Otra cosa es llegar a vosotros.
- Son los animales -Aclaró otro chico alto y muy rubio que les estaba vigilando desde hacía un buen rato- Son vuestros animales los que rompen el hechizo.
- Pero ayer vinimos sin ellos - Terció Estrella-
- Sí, pero vuestros espíritus están tan relacionados, que sois puros como ellos. Ese es el motivo por el cual podéis vernos. 

Se miraron sorprendidos, no sabían si aquello era un sueño pero desde luego, fuese lo que fuese, pensaban vivirlo a tope.

- Y ahora - Dijo Metkén- Como comprenderéis, no podemos dejar que os marchéis hasta la noche de Reyes-
- ¿Cómooooo? - Gritaron a la vez.
- Si salís de aquí y contáis lo que habéis visto, la magia se romperá y ningún niño recibirá sus regalos. Por lo tanto, no hay alternativa.
- ¡No puedes retenernos! Exclamó Pepa - Mi abuelo nos espera y se llevará un susto tremendo si ve que no regresamos. ¿Es eso lo que queréis?

Los pajes se miraron.

- Y yo sigo teniendo mi tirachinas en el bolsillo - Añadió Julián-
- ¡Dilo otra vez y te quedas sin tu Scalextric! - Le amenazó Metkén apuntándole con el dedo-

Las niñas empezaron a llorar y entonces Ferrari y Gambita despertaron y se enfadaron. Los pajes no contaban con el cariño que los animales tenían a sus amigos y se armó una buena zarabanda.

- ¡Bastaaa! -Gritó el paje rubio- ¡Decid que paren y que este gato deje de morderme las orejaaas!

Al final y tras unos arañazos y algún que otro mordisco, los animales se tranquilizaron. Menudos pajes de pacotilla que no habían sido capaces de controlar a Gambichi y a su amigo.

- Esto solo pueden arreglarlo ellos - Se dirigió Metkén a los pajes que al escuchar el revuelo se habían congregado en el lugar-

Siguieron al joven hasta una tienda donde presidía un gran árbol de Navidad rematado con una estrella.

- Poneos aquí, pronto sabremos qué hacer con vosotros - Dijo Metkén cogiendo de la oreja a Julián-

Una potente luz iluminó la estrella y esta emitió algo parecido a un globo de gas brillante, en su interior se empezaron a formar tres figuras ...., muy conocidas.

- Son..., son..., ¡son los Reyes! - Susurró Estrella temblando de emoción- 

- ¡Así que vosotros sois los famosos cinco! Bueno..., seis - Dijo Melchor hablando a los chicos- Veamos, veamos, veamos... No habéis sido muy buenos hoy a juzgar por cómo están algunos de nuestros pajes. Sois conscientes, ¿verdad?
- Majestad, le juramos que ha sido sin querer, que Gambita y Ferrari pensaban que nos estaban haciendo daño y nos han defendido- Se apresuró a aclarar Pepa-
- Julián - Habló Baltasar- ¿Qué llevas en el bolsillo?

El chico palideció, intentó hablar pero no le salían las palabras.

- Pu pu pues.., un...
- ¡Tirachinas! - Exclamó Su Majestad- 
- ¡Pero es de juguete! - Aclaró-
- No, no lo es. Sólo esperamos que no sea para cazar pájaros - Le miró esperando su confirmación-
- ¡Por supuesto, Majestades! Lo llevo porque en nuestras aventuras siempre hay peligros, pero nunca he hecho daño a los animales. Eso sí...., he dado algún coscorrón a los hombres malos, pero nada grave.

Sus Majestades lo sabían y no podían aguantar la risa. Algunos pajes estaban hechos unos zorros de la lucha con Gambita y Ferrari y la cara de susto de los niños no podía mantenerse durante más tiempo, no era justo. Tenían que solucionar todo en seguida.

- Bien, bien - Habló S.M.Gaspar- Sabemos que sois muy buenos chicos y que ayudáis en la defensa del patrimonio arqueológico, que os gusta la Historia, que amáis la Naturaleza y que fomentáis valores como la amistad, el compromiso, la familia, la cultura... ¿De verdad pensabais que os dejaríamos sin regalos por alguna que otra trastada?

La cara de los pequeños se iluminó, nunca habían creído eso de que los Reyes traen carbón a los niños malos, porque no hay niños malos, solo mayores irresponsables.

- Todo lo que habéis vivido estaba ya programado - Aclaró S.M. Melchor- Aunque hemos de confesar que no contábamos con el rifirrafe de los animales con los pajes - Y se tapó la boca para reír a carcajadas-

- Entonces... -Tomó la palabra Estrella- ¿Ya sabíais que íbamos a venir?
- Por supuesto, querida. - Contestó S.M. Melchor- No podíamos dejar pasar la oportunidad de conocer a estos cinco, bueno seis, aventureros y  aprovechar vuestra generosidad para algún que otro trabajillo que deseamos encargaros.

El ambiente se hizo distendido y la felicidad se colgó del corazón de los pequeños y de sus peludos amiguitos. Por supuesto, podrían volver con el abuelo siempre y cuando guardaran el secreto de todo cuanto habían visto y escuchado. Antes de marchar, S.S.M.M. les dieron un importante mensaje para niños y mayores.

- Nosotros, los Reyes Magos, no castigamos a nadie, no juzgamos ni llevamos cuentas de nada,  
solo somos magos y los magos hacemos magia, es decir, FABRICAMOS FELICIDAD. 
Id y decid a los niños que si algún día os traemos carbón será para que nunca olvidéis vuestras minas..., aquellas que os trajeron riqueza. Mientras, os dejaremos esperanza,  ilusión y amor, que son nuestros regalos más especiales. 

De lo demás que hablaron no se sabe, pues S.S.M.M. encargaron unos trabajos a los niños pero no creo que podamos (de momento), saber de qué se trata. Antes de marchar, Julián pidió disculpas a Metkén y este simplemente le abrazó y colgó de su hombro una maletita con pinceles y óleos. 

- Un pequeño adelanto - Dijo guiñándole un ojo-

Ya de vuelta con el abuelo José, le contaron la versión que los pajes les habían sugerido y regresaron felices en el carro. Tampoco el abuelito había perdido el tiempo pues había cambiado las mulas por unos terneros. 
De regreso al Tejar, cada niño se dio cuenta de que en sus bolsillos había algunos regalos anticipados y lloraron de emoción. Pero no contaron con que en los bolsillos del abuelo también había presentes que el hombre nunca supo cómo explicar y que atribuyó  a la generosidad de los pequeños.

- ¡Y ahora a comer! - Exclamó Dimas que les esperaba con una sopa bien calentita.
- Chicos.., ¿sabéis una cosa? - Preguntó Pepa- ¡Estrella tiene novio!

Se armó tremendo revuelo y Estrella sonrojada negó las palabras de su amiga.

- ¡Cuéntanoooooos! - Le animó Patricia-
- ¡Pepa eres tonta, eh! - Exclamó Estrella- No es mi novio, es un amigo que va a mi cole, pero si queréis saber quien es, tendréis que venir a Mérida.
- ¡Trato hecho!- Dijeron

Y así fue como los cinco más Ferrari, se toparon con los pajes de S.S.M.M. los Reyes Magos de Oriente y sus carpas mágicas llenitas de regalos. Lo que no sabéis es que esas carpas no solo se montan a la sombra del Peñón y que como Casa Encantada es especial, hemos podido obtener fotos de todo. ¡Mirad, mirad!

No olvidéis mirar a la cruz de nuestro querido Peñón en estos días porque la magia nace en lo más alto de sus rocas. Feliz 2020 y feliz Noche de Reyes.


Un recuerdo entrañable en este cuento para el perrito Ferrari, que vivirá por siempre en Casa Encantada porque todo lo que se nombra, se hace eterno. Una mención especial para Julián, para que abra su corazón a otro perrín que pronto le hará tan feliz como el que ya marchó. 

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