martes, 20 de noviembre de 2018

BELLEZA

Dicen que la belleza es perezosa, pero quien no la ve en la palabra no puede valorar el prodigio. Y el susurro que vive en la mañana, exacto al canto secreto de los dioses, es maravilla que resucita la existencia. Es belleza, mas no perezosa. 

El abrazo que salva del abandono pone calma a la vida y entre los huesos del silencio recompone figura nueva. El viento que resiste a los gritos, el cielo al que se aferran los vivos, el fruto que se arranca a la tierra. No es tan solo hermosura, es perfección. 

El corazón que sale de los escombros busca bondad, caminos lo llevan a ningún sitio y cuando al fin aterriza en el suelo, solo le queda tiempo y tierra. Hay quien dirá que no es bello, como si el tiempo no fuera éxito contra el desaliento, como si todos los fracasos no quedaran muertos. Qué sabrán ellos de lo que salva la lindeza. 

Yo comprendo estas cosas aunque a veces las olvide por minutos y los días distintos a este se llenen de fatiga densa y derrota. Es como besar llorando, la boca escucha palabra por palabra y luego calla. Y cuando el estrépito de la carcajada pinta un aro iris sobre el vacío, entonces, belleza gana. 

Definitivamente, el mal que arde a tiempo da lugar al sueño, a la exquisitez, al amor sin gusanos, al fin de todo lo que duele…. Pero es sabido que si descubres todo esto, ya no podrás vivir como si nada. A mí, desde luego me basta.



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domingo, 18 de noviembre de 2018

EXIT 17

Casi no queda espacio entre sus piernas y la puerta, a eso hay que añadir maletas, bolso, libro y un abrigo que dificulta extraordinariamente sus movimientos. Marina no odia, a Marina le fastidian los cuartos de baño de las estaciones de tren porque todos son estrechos, todos están llenos de señoras anónimas malhumoradas y todos funcionan a medias.
Cuando al fin consigue recomponer sus ropas, mira a la parte superior de la puerta y  hacia el centro lee: "EXIT 17" . Se queda pensativa, con la mano apoyada en el picaporte y la mente en escapada. EXIT 17, ¿qué querrá decir? Alguien protesta en el exterior y sale de su ensoñación, camina distraída buscando algún asiento cerca de los paneles informativos de salida y llegada de trenes mientras gentes desconocidas la sobrepasan.
EXIT 17, todavía retumba en su cabeza y no puede dejar de darle vueltas al grabado de la puerta. Marina regresa de su hogar, un hogar hecho de brazos alrededor de su cuerpo, de noches bajo la protección cálida de una sonrisa. Ahora, de pie frente al panel de luces amarillas se pregunta si va o viene de casa.
El megáfono anuncia la salida del tren para Madrid, Marina no odia, a Marina no le gusta Madrid. Odiar es para siempre, pero lo que no te gusta hoy lo puedes amar mañana. Es como el fastidio, siempre es pasajero, el odio sin embargo..., es eterno.  No, Marina nunca dice: "odio esto o aquello", no, Marina no odia. Allí está, de pie, con sus pantalones de Charlot y su abrigo ligero que dificulta las cosas simples, pensando en la salida 17, como si la vida solo tuviera un número exacto de salidas.
Se lleva una mano al cuello, aún quedan besos colgando de la piel e instintivamente se roza los labios. Besos de su hogar particular que la hacen sentir menos sola. 
La salida del tren destino a su ciudad es inminente, no es la vía 17, pero Marina suma sus números y el resultado es 8, la vía en la que aguarda su tren. ¿Cómo se puede salir cuando se viene de llegar?
El día avanza,  el tren avanza, la vida avanza y solo sus pensamientos emprenden viaje al pasado.  ¿Qué ocurre con los amores que pasan? Ocurre que no fueron, y ahora, ese espectáculo de piruetas imposibles que laceraban el alma, ya no existe. Nunca existió.
Marina fija la vista en un paisaje que cambia con el parpadeo, es vertiginoso, como los ágiles labios  que explotan en la piel y despiertan la sangre.  Cierra los ojos y el corazón reclama los abrazos que libran del desamparo, los que saturan de caricias los resquicios del alma, los que le hacen recinto sagrado donde nada malo pasa. Marina duerme, duerme sin miedo, sin ira, con el hallazgo aún caliente del sentimiento que salva la vida.
EXIT 17, con destino a la ilusión.

martes, 25 de septiembre de 2018

FRENTE A MÍ

Hay sonidos, palabras, música que dispara a los goznes del corazón impidiendo que te des la espalda a ti misma, que rompe en pedazos los pocos retazos de cielo oscuro que te quedan. 

Mi corazón era flor atrapada en un libro, ahora tiene la cara amarilla de las margaritas asomadas a un tiempo acumulado, a sentimientos fermentados que cierran heridas y abren miedos. El miedo…, el miedo es la falta de belleza que petrifica el alma, es algo remoto que palpita en lo profundo del ser transformándose en silencio. Aún cuando la sangre grita henchida de gloria, las palabras se coagulan y parapetan tras el miedo. 

Imposible escapar del bullicio del amor, lo recuerdo perfectamente y también la sombra y la fiebre que roba la vida cuando pierdes la memoria. Pero qué hacer cuando el amor arde en la boca, cuando el alma es más alma y la luz orbita en la cresta de tus días. Qué hacer… ¿Volver a ser piedra? 

Solo estoy viva, puede que todo sea irreal y me esté viendo reflejada en un sueño que no es mío, o puede que me queme de locura y rompa las bridas del corazón. 

Suena la música como un huracán y cuando termina, siento ganas de llorar.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito del titular del copyright. Código de registro: 1908281789692

lunes, 17 de septiembre de 2018

OTOÑO EN EL GUADIATO.

Cosas maravillosas, cosas de eternidad que rompen el pacto con el verano para renacer en otoño. Rosados los días salpicados de gente contenta que gasta los ojos mirando a las nubes. No se cansan de mirar el raudal de luz viva que apagará la sed de la tierra y las pardas encinas. La brisa madrugadora pone la piel de pie y bendice las praderas y las magnas besanas preparadas para la fecundación. Hay hombres en el campo, fatigados rostros sobre la tierra consagrada que espera un año más el milagro del pan y los animales. 

Y sonarán los arroyos que pondrán el verde loco y el rojo reventón mientras el sol abre la cola de pavo real. Otoño en el Guadiato, delirio de colores en los cielos de santa Bárbara donde el minero olvidó su lámpara y ahora es fantasma desamparado que se mece entre las ruinas. Este cielo se vacía sobre tejas agrietadas y chimeneas ásperas que sueñan con volver a ser niñas, pero alrededor, todo es pasto envejecido. 

Este valle sigue siendo nuestro y también el agua que cae de los sollozos del cielo, aquí la sierra no se llena de polvo, sus frutos bendicen gargantas que duermen hijitos y llenan de dulzura la esperanza a golpe de verdades piadosas. 

Estos cielos, ladrones de miradas, tienen pupilas color del universo y cada noche, rondan castillos en vigilia desde siglos. Cada aurora pura y santa lleva prodigio sobre estas tierras de amor inmenso y plenitud. Otoño en tierras cordobesas llenas de deseos invencibles y corazones echados a los caminos, esos que el rocío trémulo despierta del divino sueño de la tarde. 

Mirad arriba y poneos los collares de nubes, son de terciopelo y vuelven arco iris los relámpagos. Sentaos aquí, en este lugar que podría ser otro y lo es para quien abandona, sentaos bajo la fiesta del crepúsculo que derrama el otoño entre los árboles y los nonatos del Guadiato.

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viernes, 14 de septiembre de 2018

Un encuentro con los Ojáncanos.

En Casa Encantada todo era un ir y venir de habitantes que tras las vacaciones retomaban su rutina. El mago Pirú ensayaba nuevos hechizos, don Leonardo Peinacanas ordenaba la biblioteca y la seño Yolanda había comenzado sus clases. Todo estaría bien si no fuera porque dos de sus alumnos aún no habían aparecido. Al principio y tratándose de la lagartija Matilda, la seño pensó que sería una más de sus trastadas, pero le sorprendió que tampoco hubiera aparecido Plumillas,  el chico encargado de las noticias de Casa Encantada, un ratón espabiladísimo que que quería ser periodista y se pasaba la vida entre periódicos, reportajes y salidas al campo para sacar las mejores fotografías.
Al ver que habían pasado tres días y los chicos no aparecían, Yolanda pensó que lo mejor era hablar con Pirú, así que se dirigió al sótano dónde el mago tenía su laboratorio de genialidades.
- ¡Buenos días, Pirú!
- ¡Buenos días, pequeña! ¿Qué te trae por aquí?
- Verás, como bien sabes, las clases comenzaron el lunes y todo iba bien hasta que me di cuenta de que me faltaban dos alumnos.
- ¿Y bien?- Dijo el mago dejando sobre la encimera un tubo lleno de nubes azules-
Plumillas y Matilda vinieron a principios de semana, pero no han vuelto. Hoy, es viernes y estoy preocupada.

Pirú se mesó la barba, todo lo que tuviera que ver con la lagartija era un problema porque era extremadamente aventurera y desobediente.

- ¿Has hablado con don Leonardo Peinacanas? Plumillas le deja los periódicos a diario en la biblioteca. -Preguntó Pirú-
- Sí, pero no sabe de él desde el lunes a mediodía que estuvieron comiendo juntos. Al parecer tenía en mente un reportaje especial para publicar en Navidad, pero no sabe nada más.
- No te preocupes, Yolanda, saldremos y encontraremos a ese par de golfillos.

La seño sonrió, sabía que al mago no se le escapaba nada y que daría con los alumnos. Yolanda pasó toda la mañana enredada con las clases y preparando cartas para los padres donde informaba de las actividades previstas para el curso.
Lejos de allí, Matilda y Plumillas, ajenos a la preocupación de sus amigos, estaban inmersos en su propia aventura.

- Tengo que comprar el periódico, Matilda, un segundo por favor. - Dijo el ratón a su amiga-
- ¡Venga ya! ¿Ahora te vas a parar  a eso?
- Tenemos que estar informados de lo que pasa en nuestro mundo ¿O quieres ser una lagartija ignorante?
- Vale, pero no tardes, si quieres fotografiar Ojáncanos no podemos quedarnos mucho tiempo aquí.

Plumillas se dirigió a una caseta de madera que había en el bosque y al poco regresó con varios periódicos.

- Les echaré un vistazo rápido, quiero saber cómo va la bolsa. -Dijo-
- ¡La bolsa! Mejor preocúpate de la de cacahuetes que le robamos a Benito y Blasito de la despensa, si nos quedamos sin provisiones tendremos que volver y enfrentarnos a su genio. - Exclamó la lagartija fastidiada-

Imagen extraída de https://needlefeltedart.blogspot.com/2012/02/frankie-newspaper-boy.html, si deseas adquirir este ratón, puedes hacerlo accediendo al enlace. 

- ¿Pero qué te pasa? Llevamos varios días andando y ni rastro de los Ojáncanos ¡Menuda guía! ¿Y ahora te enfadas porque quiera leer un poco? - Contestó el ratón-
- Está anocheciendo, no podemos quedarnos cerca del camino, listillo.
- ¡Pues vigila! Y si viene uno me avisas... - Le espetó el ratón molesto-
- Vale, pero te advierto que aquí hay muchos peligros y tenemos que estar en la cabaña de don Martín Roedor antes de las nueve o nos meteremos en un lío.

Enzarzados en la discusión no escucharon el crujir de ramas a su espalda.

- ¡Que sí, pesada! 
- Ni te muevas - Susurró la lagartija- No te muevas si no quieres acabar en el estómago de un Roblón.

Un peligroso árbol Roblón desplegaba sus ramas amenazadoras, dispuesto a dar caza a los despistados visitantes. Suerte que la lagartija lo vio a tiempo de salir huyendo. 

- Pero... ¿Qué es eso? -Preguntaba el ratón mientras corría como alma que lleva el diablo-
- ¿No querías ver Ojáncanos? ¡Pues este es su primo! Y esos ojos terribles que ves son los de una doncella que se tragó hace mucho tiempo y que está atrapada en su interior. ¡Corre si no quieres ser el próximo!

Lejos de allí, la seño Yolanda decidió visitar a Benito Mondanueces y Blasito Comebellotas, eran amigos de Plumillas y tenían un grupo musical llamado Ratons Stone con el que deleitaban a los habitantes de Casa Encantada y sus alrededores. Tal vez ellos podrían darle información valiosa sobre el paradero del ratón y la lagartija.

                      Imagen extraída de https://www.livemaster.ru/topolino. Los ratoncitos son propiedad de Оksana Caccioppoli.  https://www.livemaster.ru/topolino

- ¡Hola chicos! Quería haceros una pregunta, ¿podéis atenderme?

Benito estaba enamoradísimo de la seño Yolanda así que nada más verla se puso colorado como un tomate.

- ¡Oh! Pasa, pasa, estábamos organizando unas cosas.... -Habló Benito mientras se quitaba velozmente un delantal-
- Somos todo orejas - Añadió Blasito ofreciendo asiento a la seño-
- Veréis..., hace días que no vemos a Matilda por aquí, tampoco a vuestro amigo. ¿Sabéis algo que yo no sepa?

Los ratones se miraron nerviosos y eso puso en guardia a Yolanda.

- Chicos, no sabemos nada de ellos desde el lunes, por favor, estamos muy preocupados. 
- Verás... -Farfulló uno de los ratones- Plumillas quería hacer un reportaje sobre Ojáncanos y convenció a Matilda para que fuera con él.

Al oír aquello, Yolanda se puso en pie alarmada.

- Blas, ¿estás seguro? Eso es muy peligroso y Pirú no tiene constancia de ese viaje.
- Completamente. Nos hizo prometer que no diríamos nada, pero también estamos preocupados después de tantos días. Teníamos pensado hablar con Pirú.
- ¿Tenías pensado hablar con el mago? ¿Cuándo? Hoy, mañana... ¡Tendríais que haber hablado el mismo día que os comunicó tamaña locura! - Gritó la seño muy enfadada.
- Lo sentimos mucho...-Susurró Blasito-
- ¡No tenéis ni idea del peligro que conlleva visitar esas tierras!

En ese instante, algo rojo y redondo cayó de una mesa que estaba detrás de los ratones y rodó hasta los pies de Yolanda que sorprendida lo recogió.

- Esto... ¿Esto es un tomate? - Preguntó confusa-
- Sí, son los que nos tiraron en nuestra última actuación, en la Cuesta los Gatos. -Habló Blasito totalmente avergonzado-

A Yolanda le hizo tanta gracia el comentario que comenzó a reír sin parar, olvidando el enfado que hacía unos minutos la había consumido.

- ¡Pues tienen una pinta estupenda! Creo que me llevaré varios para la ensalada de esta noche.

Esa propuesta hizo que todos rieran y olvidaran la tensa conversación de hacía unos minutos. 
La ratoncita salió y fue rápidamente a hablar con Pirú para contarle lo sucedido, pero a medio camino se encontró con el mago.

- ¡Yolanda, tengo algo importante que contarte! - Dijo nervioso mientras enarbolaba una bola de cristal en la mano derecha-
- ¡Y yo!
- Bien querida, tú primero.
- He hablado con Blasito y Benito y me han dicho que Plumillas y Matilda han ido a ver Ojáncanos para hacer un reportaje.
- Eso quería comentarte, he consultado mi bola de cristal y he podido ver a ese par de insensatos en las tierras bajas. Mis sospechas sobre cómo habían llegado hasta allí se confirmaron cuando doña Pepita, la ardilla de la caseta de la vía, me dijo que los vio el lunes por la noche tomar un tren. 
- Pues nos llevan mucha ventaja... -Comentó la seño apesadumbrada-
- No te preocupes, no hay nada que un mago no pueda solucionar. Nos vemos mañana a  las siete y media en la puerta de Casa Encantada. Llevaré todo lo necesario así que no cargues con nada que después pueda ser un estorbo.

A muchos kilómetros de Casa Encantada, Plumillas y Matilda entraban en casa de don Martín Roedor, un amigo de la lagartija y de Pirú.

- Así que vais a ver Ojáncanos. ¿Y se puede saber para qué? - Preguntó don Martín ajustándose las lentes-
- Quiero hacer un reportaje sobre esos monstruos, no creo que sean tan fieros. ¿Sabe? - Contestó el ratón por lo bajo- Pienso que todo eso que cuentan es un poco exagerado y quiero desmentirlo.

Matilda, que había luchado contra ellos, se puso las manos en la cabeza.

- ¡Por todos los dinosaurios! ¿Que no son fieros? ¿Está usted escuchando, don Martín?
- Si, sí, amiga... Mira chico, esos seres son más que fieros, si te atrapan no te dejarán hueso sano. Eso si no te comen.... Así que no te conviene acercarte demasiado a ellos.

Al oír aquello, el ratón se estremeció. 

- Bueno, bueno, me bastará con un par de buenas fotos. - Aclaró - y los testimonios de quienes se han enfrentado a ellos.
- Una cosa más -Habló don Martín señalando con un dedo a sus invitados- ¿Esto lo sabe Pirú y os deja venir solos?

Matilda iba a contestar, pero Plumillas se adelantó.

- ¡Oh, sí! ¡Ya lo creo! Como Matilda está acostumbrada a tratar con esos monstruos, no puso ninguna pega.
- Ya... -Contestó el viejo ratón sin demasiado convencimiento-

Antes de ir a la cama, lagartija y ratón reponían viandas en la cocina y ultimaban detalles de su plan.

- Le has mentido a don Martín - Susurró Matilda- Cuando Pirú se entere de todo esto nos va caer la bronca del siglo. ¿Sabes? ¡Serías un político estupendo!
- Tú tampoco le has dicho la verdad, así que estamos en paz.
- ¡Ah, no! ¡No me líes! ¿Sabes que los políticos están los segundos en los escalones del infierno?
- Pues no, graciosita  ¿Y quienes son los primeros?
- ¡Los periodistas! - Exclamó Matilda fastidiada.
- ¡Y las lagartijas son sus guías! 
- ¡Serás zurupeto!
- ¡Uy lo que me ha dicho! ¡No pienso volver a llevarte al cine!
- ¡No me importa! ¡Me cuelo por las ventanas!- Matilda terminó la frase sacándole la lengua--

En ese momento la luz de la cocina se encendió.

- ¿Pero se puede saber qué son esos gritos? - Preguntó don Martín- 
- Mil perdones, don Martín, Matilda y yo discutíamos sobre el plan de mañana - Se adelantó Plumillas-
- ¡Pues discutidlo en voz baja porque son las doce de la noche!
- Descuide, no haremos más ruido - Le aseguró el ratón-

Y por fin, en la cabaña se hizo la paz y el silencio.... De momento.

A la mañana siguiente, en Casa Encantada, Yolanda y Pirú se encontraban en la escalinata de acceso. El mago entregó a la seño un arco y un carcaj cargado de flechas.

- Pero, Pirú ¡Solo he tirado dos veces!
- Bien, pues tendrás oportunidad de tirar una tercera. ¡Y hasta una cuarta! Tu arco tiene 36 libras, será suficiente. ¡En marcha!

Salieron de la casa y cuando estaban en mitad del bosque, el mago giró el báculo y una nube espesa y brillante los envolvió haciéndolos girar a una velocidad vertiginosa. Cuando todo paró, se hallaban a las puertas de una cabaña.
- Esta es la cabaña de Martín Roedor, pude ver en mi bola de cristal cómo entraban aquí.
La puerta se abrió y un sorprendido ratón les dio la bienvenida.

- ¡Pirú! ¡No te esperaba! - Exclamó mientras miraba asombrado a su amigo-
-  Martín, venimos buscando a Matilda y a un joven ratón que la acompaña, se llama...
- Sí, sí - Interrumpió Roedor- Acaban de marcharse, pero... Me dijeron que tú sabías que estaban aquí.

Pirú y la seño Yolanda se miraron asombrados.

- Ese par de pillastres te han engañado, Martín, ninguno sabíamos las intenciones que tenían - Contestó Pirú-

Tras hacer las presentaciones e intercambiar algunas palabras, Pirú y Yolanda siguieron el camino que su amigo les había señalado. Iban derechos a la cueva de Tierrascura, donde vivía uno de los Ojáncanos más temidos de las tierras bajas.

- Están locos si piensan que pueden ver a ese ser y salir de allí por las buenas. ¡Matilda me va a oír! - Dijo el mago enfadado-

A tan solo tres kilómetros de esta conversación, Plumillas y Matilda llegaban a un claro, al fondo, una cueva poco iluminada de la que salía un olor nauseabundo. El ratón se adelantó cámara en mano dispuesto a sacar la mejor instantánea cuando la lagartija le detuvo.

- ¡Para! ¡No entres, puede estar dentro la Ojáncana y es casi más peligrosa que su compañero! Daremos un grito y nos esconderemos detrás de aquellos arbustos para que puedas sacar tus fotos.

Cuando se disponían a poner en marcha el plan, un enorme ser rojizo tan alto como un árbol, con colmillos temibles y afilados y un solo ojo en la frente apareció ante la vista de los amigos. Sujetaba una enorme piedra  y estaba encaramado sobre el montículo de la cueva. Tenía diez dedos en cada pie y su barba era poblada, sucia y muy descuidada. En medio se entreveía un pelo más grueso en color blanco.
El Ojáncanao es una criatura malvada que vive en cuevas junto a la Ojáncana. Son maléficos y su presa favorita son los niños que se pierden en el monte, solo pueden ser neutralizados si se les arranca el pelo cano de la barba, pero antes, hay que cegarlos.
Imagen extraída de Internet, si eres su autor, por favor deja un comentario y un modo de contactar conntigo.


- ¡Ay por todos los dinosaurios, Plumillas no te muevas! - Susurró por lo bajo Matilda-
- ¡Qué ser más espectacular, Matilda! ¡Voy a hacerle una foto!

Cuando saltó el flash, el Ojáncano se puso como loco y arrojó la piedra sobre los intrusos. Solo la rapidez de reflejos evitó que alguno saliera herido.

- ¡Estás loco! ¡Has enfadado a este bicho y ahora no parará hasta darnos caza! - Exclamó Matilda histérica-

La lagartija montó su arco y comenzó a disparar sus pequeñas agujas contra el monstruo sin que ninguna hiciera mella en su espesa piel. Aquello enfureció mucho más al Ojáncano que de un salto se colocó delante de los asustados aventureros. En un movimiento rápido y certero, atrapó al ratón por la cola.

- ¡Matilda, ayúdame! ¡Ayudaaaa! - Gritaba mientras observaba en primer plano las temibles fauces de la criatura-
- ¡Ay madre que se lo come!

La lagartija, desesperada, sacó de su mochila la flor azul con la que se podía comunicar con Pirú, su salvación dependía de la rapidez con la que pudiera llegar el mensaje, aunque el panorama no pintaba nada bien.
Yolanda y el mago caminaban rápido cuando escucharon gritos.

- ¡Es Plumillas! - Dijo la seño llevándose las manos a la boca-
- ¡Por aquí! - Señaló Pirú-

Al llegar al claro se encontraron con la dantesca imagen.

- ¡Pirú! ¡Gracias a Dios que has venido! - Dijo la lagartija aliviada al ver a su amigo-
- Ya hablaremos tú y yo tranquilamente, jovencita. Ahora hay que salvar a Plumillas de ese monstruo.

El Ojáncano había abierto la boca y el ratón estaba desapareciendo dentro, la situación se había torcido bien.

- ¡Yolanda, disparemos a las manos! ¡Rápido! - Ordenó Pirú-

Una lluvia de flechas cayó sobre el extraño ser, una de ellas se clavó en la mano que sujetaba al ratón y en una sacudida fortísima lo soltó y fue a parar al suelo desde una altura considerable. El monstruo, enfadadísimo, se quitó las flechas y se giró dispuesto a destrozar a sus atacantes, pero el mago alzó el báculo y lo inmovilizó.

- ¡Corred! ¡El hechizo solo durará unos minutos, este Ojáncano es demasiado fuerte! -Gritó Pirú-
Pero Plumillas seguía en el suelo.

- ¡Vamos, levanta tenemos que irnos! - Le gritó Matilda-
- ¡Me duele mucho el brazo! - Contestó con un gesto de dolor-

El mago se agachó, recogió a ambos y los entró en uno de sus bolsillos mientras salían corriendo para alejarse todo lo posible. Cuando pensaron que ya estaban a salvo,  se detuvo y depositó en el suelo a los aventureros.

- ¡Os reñiré luego! Ahora veamos ese brazo, pequeño.

Inspeccionó al ratón detenidamente para finalmente comprobar que en la caída se lo había roto.

- No te muevas, te lo arreglaré.
- ¿Me va a doler? ¡Ay, ay, ay!
- ¡Pero si no te he tocado todavía, diantres! - Exclamó el mago sorprendido-

Cogió el báculo y lo acercó hasta el brazo del ratón, una luz rosada brilló en su extremo y con ella envolvió la extremidad. El mago había cerrado los ojos y murmuraba unas palabras inaudibles.
Yolanda y Matilda observaban en silencio y a cierta distancia el trabajo de magia. En unos minutos, Plumillas pudo volver a moverse con normalidad.

- ¡Es fantástico! ¡Gracias Pirú! - Exclamó feliz-
- Bien, ahora sigamos camino, ya tendremos tiempo de hablar. - Contestó muy serio el mago-

La vuelta a Casa Encantada no fue muy divertida, Pirú no quiso emplear su magia e hizo que todos caminaran hasta el tren. Y había un buen trecho... El tenso silencio solo se rompió cuando al fin llegaron a su hogar.

- Bien, os quiero a todos en mi despacho en media hora - Ordenó el mago-
- Pero Pirú, tenemos hambre y no hemos descansado apenas, por favor.... - Suplicó Matilda-
- En media hora, he dicho.

Era la primera vez que veían a su amigo tan enfadado, la gamberrada había ido más allá de lo que estaba permitido en Casa Encantada. Ya en el despacho:

- Habéis puesto en peligro vuestra vida, la de mi amigo Martín y la de la seño Yolanda. Como comprenderéis no podemos dejar pasar por alto una gamberrada de este calibre.

La seño Yolanda permanecía de pie en la mano del mago, asintiendo a cada palabra.

- Los Ojáncanos, Roblones, Culebres, etc.., son seres muy peligrosos y solo un experto puede provocarlos y salir con vida de ese encuentro. Habéis tenido suerte de que vuestra profesora se preocupe tanto de vosotros porque de lo contrario, ahora mismo no estarías aquí para contarlo.

El ratón y la lagartija escuchaban avergonzados.

- Y dadle las gracias también a vuestros amigos Blas y Benito, si no nos hubieran contado vuestras intenciones, no habríamos dado con vosotros. - Añadió Yolanda-
- ¿No vais a decir nada? - Preguntó Pirú.

Matilda dio un codazo al ratón que la miró sorprendido.

- ¿Se te ha comido la lengua el gato? Para querer ser periodista te quedaste sin palabras, listillo. - Susurró maliciosamente la lagartija-
- Pues tú dejas mucho que desear como arquera ¡So petarda!
- ¡Me ha dicho, petarda! ¡Pirú!

Tanto el mago como la seño asistieron atónitos a la discusión de los traviesos amigos. No querían reírse, pero la situación era cada vez más cómica.

- ¡De no haber sido por mí, no habrías visto a los Ojáncanos y no habrías hecho las fotos! - Aclaró  Matilda-
- ¡Y tú no te habrías apuntado otra aventura! Además, el monstruo me cogió a mí y no a ti.
- Ooooh ¡Qué pena que no te haya comido! ¡Orejotas!
- ¡Vale ya! - Gritó el mago haciendo que callaran al instante- Como castigo, Plumillas tendrá que escribir el mejor artículo de su vida sobre Ojáncanos y otros seres peligrosos del bosque. Y tú, Matilda, tendrás que ayudarle a maquetar y sacar un buen periódico para esta semana. Quiero las mejores noticias. Después, contaréis a vuestros compañeros lo que no debéis hacer jamás con esos monstruos. ¿Entendido?

- ¡No quiero trabajar con él! - Gritó Matilda.

La seño, cansada de tanta protesta, bajó de la mano de su amigo  y se dirigió a los desobedientes alumnos. Cogió de la oreja a Plumillas y de la cola a la lagartija.

- ¡Y ahora os vais a dar un abrazo de verdad o los dos estaréis fuera de esta casa en menos que se dice miau!

Aquella amenaza fue lo peor de todo ¿Qué harían ellos sin sus amigos? Así que finalmente se miraron, se abrazaron y rieron recordando todas las trastadas que habían hecho desde que salieron un lunes de su hogar y hasta que regresaron para... ¿No volver a hacer ninguna más? Eso... Ya lo veremos.

A la semana siguiente, Plumillas repartió los periódicos y como habían prometido a Pirú, él y Matilda explicaron a sus compañeros los peligros que había en el bosque. La seño hizo muchas preguntas que casi todas fueron contestadas por la simpática lagartija mientras el ratón presumía de lo lindo de sus fotos y sus "heridas de guerra". Al fin, la normalidad volvía a Casa Encantada.

La ratoncita de fieltro es propiedad de Johana Molina, puedes visitar y adquirir sus diseños aquí: 
https://www.etsy.com/people/feltingdreams

Obra registrada, queda prohibida su copia parcial o total y su reproducción sin permiso expreso y por escrito de la autora. Código de Registro número: 1905240986376


miércoles, 29 de agosto de 2018

MIEDOS

“Aquí paz y después gloria”, dice la razón a los miedos, pero los miedos nacen en la sombra, cuando el alma aletargada deja pasar el milagro de la luz. El miedo vela lo que no pasa, es inútil en su esencia, pero venenoso para los sentidos porque vive en un futuro que no llega, oprimiendo la esperanza y la vida. Sensaciones indefinibles y rumores del corazón son envueltos por un miedo sofocado que se cuela por los resquicios del alma en ebullición. Es un saqueo de felicidad, torpe y doloroso para el que no hay alivio posible. 

Permíteme, miedo, que no haga costumbre de ti, que el silencio seguro sea arrancado de mi boca, resucitando la palabra y la vida. No hagas daño, no eres figura de cuerpo y beso aferrándote a otro cuerpo que no te pertenece, solo eres un naufrago enganchado al aliento de los muertos. Eres el fruto del fracaso que se defiende con adioses. 

Áspero miedo de memoria sucia, lo que perdí ya no volverá a mi mano, pero tranquilo…, solo es pasado y el pasado es olvido. Ahora, hay que poner la vida al fuego y avanzar con tu aliento en la nuca, como si a Dios le bastara el esfuerzo para deshacerse de ti. 

Desnudos e inocentes, corazones caen en las garras del miedo, lívidos guardan besos tras los labios a la espera de ser devorados por la esperanza, esa revolución que llena de olas las calles, frágil pero caliente, capaz de provocar las repentinas ganas de llorar. 

Vete, miedo, busca tu inmortalidad en las palabras ya muertas, aquellas que no harán mensaje ni huella en la carne. Vete y no vuelvas.

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Código de registro:  1808208084537

lunes, 20 de agosto de 2018

TIEMPO

Como una flor de sal, el tiempo se va deshaciendo entre las manos y lo que importa: la compañía, lo humano, la ternura, la certeza…, se valora cuando el cansancio llega a nuestras noches dulces, amarillas de cosecha recogida, fruto de un mundo sembrado en primavera.
El amor puro es lo único que resiste al tiempo, era tras era inmortal e invulnerable. A veces, diminuto en los labios e infinito en la sangre, se vende a las caricias de Eros allá donde el dios se eterniza. La nueva cosecha trae besos en rama bajo el cielo rutilante, risas de cuerpos temblorosos idealizados por la inocencia, vida sobre mortaja.
No hay freno al tiempo excepto el amor que hierve entre corazones, adorados de “te quieros” y alejados de los mármoles que ponen fin a los años. Dejad que vivan y rían cuando el amor cubre las bocas y la vida ruborosa quema en la punta de los dedos. ¿Es un sueño la vida? ¿O es un sueño el tiempo? 
El tiempo…, está temblando de alegría cuando se ama sin duelos y se fecunda el Universo. Parirá más tiempo, más amor perdurable frente al temor y lo mundano, que no es más que guerra perdida en pañuelos llenos de lágrimas. 
Querer, pero no de amor corriente, sino de amor eterno como mar interminable que se cuela en las venas incontenido, inexplicable y gritón. Y entonces, el tiempo vaporoso quedará suspendido en el instante, indeciso y sometido a todo lo que es y será perdurable.

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sábado, 18 de agosto de 2018

SONRISAS

La sonrisa es como luz que escapa de la boca, flores nacidas de la esperanza cuando los ángeles miran para otro lado. ¿Se puede ser esclavo de la sonrisa? Es viento al borde de la piel cuando el verano dulcemente disuelve las noches, es fortuna en el umbral de la rendición. 
Sí, hay sonrisas que esclavizan porque su aliento pone color al crepúsculo, estremeciendo la carne, traspasando fronteras boca adentro. Se pueden beber y morir dependiendo de si son paz o losa sombría, pero en cualquier caso, siempre son gloria. Hay sonrisas que provocan hambre y se pagan a precio de derrota, me pregunto si merece la pena la indigencia, si no es mejor elegir mirada que es más bella. Eso dicen…
Sonrisas desgarran silencio y lanzan dardos al oponente, jauría de besos disfrazados que chocan contra los ojos. Muere la palabra porque ya se conoce el mensaje que se alza en el aire y golpea al corazón. Tembloroso, se desprende de su latido para acoger la luz…, y la condena por vida entera.
Pepa Gómez.



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sábado, 11 de agosto de 2018

ESPERA. ESPERANZA


La esperanza es como agua en las manos, dulcísima se escurre al pasar del tiempo. Puede ser pura, grácil como una acrobacia que te lleva a la gloria, un lugar del que es difícil regresar.
Igual si pongo beso sobre beso no muera, pero no unos besos cualquiera, no besos de obra barata, sin gloria y sin muerte. Hablo de los que van con bala y cuando explotan todo es borroso, difuso, imprevisible. Milagro que hace llorar en el alargado silencio de los labios. Cierro los ojos, mi cuerpo está en alma viva, un hambre indefinible asalta mi interior y saquea el corazón aún caliente. Inconsciente, acaricio su sombra mientras aguardo obstinada la inmortalidad de la esperanza.
Me faltan palabras, no sale el juego y pronto los grillos no harán ruido. Mientras existas estaré viva, no perdida en melancolías en vena, sino bajo la luz luminosa y precisa de tu sonrisa. 
Esperanza equivale a primavera, sangre irrefrenable, dulce sentido de la carne que descubre con nostalgia el mensaje del amor. Sí, estaré viva, sentada sobre los sueños que nacen del sol y se eternizan al filo de los besos que se disparan. Van con balas.
Pepa Gómez.


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martes, 7 de agosto de 2018

LETRAS DERRETIDAS

La gente es la misma todos los veranos, cuando impone el insomnio y las espaldas se licuan bajo las parras, solas o con amor. Conversaciones que distraen al obstinado calor, alumbradas por estrellas que iluminan el prodigio de la vida, una vida que transcurre lenta al compás del grillo. Siesta, silencio, noche….No pasa nada, pasa el verano y lo que importa no siempre está cerca, pero tras el aire que quema viven los corazones que ascienden a la memoria. Entonces, los pensamientos se lanzan al placer conocido del recuerdo y aparecen las palabras para unos y las letras para quienes ponen sonido al silencio.

El silencio que se quema en la distancia da razón a las letras. Tinta que chorrea al implacable sol de la mañana y al soborno del alma por la noche; cuando sus frutos germinan, tu nombre aparece imposible en la boca, fugaz en las páginas, desmedido en los ojos.

La noche cierra los párpados y abre la pasión oculta en la sangre, tu voz acude sedienta a mis labios. Besos se rompen en pedazos, mano a mano, al calor del verano recién abierto que arde entre los dedos y abre la puerta al canto salvaje de la tierra. Un racimo de risas cuelga en mi pecho y la vida…, apenas ha empezado.


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martes, 19 de junio de 2018

BAJO LAS ADELFAS


Trae el viento el sonido del cencerro,  las hojas de los árboles que se mecen con ternura en esta mañana de junio incendiada de sol. Es el viento una mano dulce que en las noches de verano, trae el canto del grillo al oído del que sabe estar en el campo y sonreír al calor al filo de la besana.
Infinita la tierra que me rodea, como el deseo de los arroyos que sueñan ya con futuros caudales mientras miman el agua que duerme en sus lechos. Campos de Ceres pintados de oro, flores impuestas en un lugar donde antes sólo hubo un paisaje desolado.  Huertos, tierra removida, luna, cielos azules en esta región de amor.
Silba el viento, trae la voz de las madres, flores en la arena que besan la frente del que sale a faenar la tierra. Mulas recias, redondas sus nalgas pisan la era, tiran del trillo que unas manos jóvenes  guían. Estampas de otros tiempos que decoran los siglos de este lugar, un lugar que ama su pasado y espera a ciegas su futuro.



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A MIS AMIGOS.

Vosotros que hacéis caudal en cauce seco, brisa sobre los olivos,, sol y sombra en días de olvido. Vosotros, pasad y sentaos conmigo.
Quiero decir que sois la vida por encima de los años y los ojos que aman cuando muere el trigo.
Venid, compartid mi mesa  ahora que la tierra parió y hay yantar y vino. Venid, venid amigos. Pasad escritores, artistas, profesores, empresarios, ganaderos , hacedores de libros. No olvido al arqueólogo, ni a los soñadores, ni a los que apenas tienen para hacer su nido.
Sentaos a mi lado y escuchad bien esto que os digo: ¿Qué es la vida sin la risa, las luces, los perdones, los encuentros y el amor de los amigos?
Por eso os quiero a mi vera para celebrar, para llorar, para compartir esta vida  que  Dios nos puso en el camino. Pasad hermosos, quedaos conmigo.


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jueves, 14 de junio de 2018

SENSACIONES DE JUNIO


El silencio, apenas interrumpido por el canto del gallo y las carreras juveniles del potrillo en la cerca. La tranquilidad se instala aquí como triunfo noble sobre una vida de prisas, esas que vuelven impuro al tiempo, ni siquiera la memoria acelera en este lugar los días porque no hay fatiga capaz de destruir la paz. 
No hay desorden en la luz ni reproches a los cielos, porque aunque llueva, siempre son bellos. Todo es hermosura, hasta la vejez de las ventanas honran una luz que se escapa entre sus maderas de años. Por las noches, entran las estrellas y detrás, la luna que se sienta en la mesa del campesino. Podéis venir a visitarla.
Tarde dormida en el campo solitario donde brotan los recuerdos y se enredan en las palabras. Se estremece el alma, háblame misteriosa, tú que eres la dueña de los siglos dime quien pone ritmo a la memoria. ¿Acaso eres tú? Cuelgas en mi mente imágenes, sonidos y palabras en estas horas leves de pluma y brisa. Aquí no hay tiempo que pueda romperse, alma tú lo sabes.
Me duermo, el sueño me arrebata el pensamiento y me aleja del florido campo, ahora la paz me arropa en esta tarde de junio, plena como la copa en manos del anfitrión.


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lunes, 4 de junio de 2018

Adiós al pasado

Sentada en la orilla, mirando las aguas que pasan llevándose el pasado, fija en el espejo rizado atisbo un pensamiento que no se curó. El presente le lanza un salvavidas y me devuelve una historia de viajes a ningún sitio y promesas incumplidas; muchas de muchas en un tiempo donde la vida no corría tan aprisa. ¿Acaso importa el tiempo? ¿Existe realmente?
Sentada en un arroyo que conozco y me conoce, los minutos se hacen líquidos y se escurren transparentes entre mis manos. Pasado es cárcel que echa cerrojos a poco que metas un pie en él, pero aquí estoy, removiendo la marmita del sentimiento entre piedras que tiemblan bajo el agua fría de un mes que debería ser látigo en los campos.
Me marcho, a mi espalda el agua sigue su camino mientras el tiempo sin tiempo, el que nos hace transitar,  dibuja pasados en mi corazón. No miraré…, atrás.

Gracias Pepi Muñoz Garcia por  la foto, a cambio, estas letras van para ti como regalo de cumpleaños. ¡Felicidades!


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miércoles, 9 de mayo de 2018

La seño Yolanda. Nueva profesora en Casa Encantada.

De nuevo lluvia sobre Casa Encantada. una fuerte tormenta mantenía a sus habitantes en torno a la chimenea, contando viejas historias de siglos no conocidos por el Hombre. Aunque en realidad, era el mago Pirú el que hablaba y los demás escuchaban boquiabiertos. 
El único que estaba en la biblioteca trabajando era don Leonardo, el ratón que había llegado para dar clases a los más pequeños. Estaba pensando que si encontraba a alguien que se hiciera cargo de ellos, él podría dedicarse a investigar, así que decidió llamar a una de sus antiguas alumnas para proponerle el trabajo.
La mañana transcurrió entre tazas de chocolate caliente y olor a tierra mojada, ese aroma inconfundible que llena de paz el corazón. Andaba el mago contando su aventura con el príncipe Nefér y el dragón Valcabra cuando sonó el timbre. Nadie se movió.

- ¿Es que nadie va a abrir la puerta? - Preguntó sabiendo que al final le tocaría a él- De acuerdo, de acuerdo ¡No os canséis!

Bajó las escaleras a toda prisa, pero al abrir no vio a nadie. Iba a cerrarla justo cuando una voz le alertó para que no lo hiciese.

-¡Espere, espere! ¡No cierre!

Una preciosa ratoncita aguardaba en el umbral, era la segunda vez que ocurría algo así en Casa Encantada.

- ¡Oh, perdona! -Exclamó el mago- No te había visto ¡Pero no te quedes en la puerta! Pasa, pasa.
- Tú debes ser Pirú, si me permites el tuteo. Yo soy Yolanda Parvulitos, la nueva maestra. Don Leonardo me ha llamado esta mañana para ofrecerme el trabajo con los pequeños. Aprovechando que estoy pasando unos días en casa de mi tía Nieves, he pasado a saludar y a conocer a mis alumnos.
Imagen extraída de la web: https://www.bearpile.com/item/158658/12 donde si lo deseas puedes adquirir esta preciosa ratoncita de Pascua. Propiedad de Vladlena Kirienko. Happy Family.

Pirú no tenía conocimiento de la nueva maestra, pero le pareció una idea excelente. Era educada y simpática y los niños estarían encantados con ella.

- No sabía nada, pero me parece una excelente idea. Por favor, vamos a la biblioteca, allí está don Leonardo y podréis poneros de acuerdo en cuanto a vuestros quehaceres. Si eres tan amable de subir a mi mano, llegaremos en un pis pas.

En ese momento apareció Benito Mondanueces acompañado de su amigo Blas, que como buenos anfitriones quisieron saludar a la recién llegada.

Imagen extraída de https://www.livemaster.ru/topolino. Los ratoncitos son propiedad de Оksana Caccioppoli.  https://www.livemaster.ru/topolino

- ¡Buenas tardes a la hora de comer! Yo soy Benito Mondanueces y este es mi amigo Blasito Comebellotas. Bienvenida  a Casa Encantada, señorita....
- ¡Yolanda! Yolanda Parvulitos, soy la nueva maestra. Encantada de conoceros.

Blas se sonrojó de tal forma que su amigo no pudo evitar reírse.

-  ¡Es guapísima! -Le susurró a Benito por lo bajo-
- Yo la vi primero, relájate Blasito.

El mago terminó inmediatamente con los planes de los dos romeos.

- Bueno señores, nosotros tenemos mucho que hacer. Nos vemos en media hora en el salón para comer juntos y dar la bienvenida a Yolanda como merece.

En la biblioteca, don Leonardo se afanaba con la clasificación de libros, esperaba poder dedicar mucho más tiempo a esto ahora que Yolanda había llegado.

- ¡Mi querida Yolanda! - Exclamó al ver a su amiga-

Profesor y alumna se fundieron en un cariñoso abrazo y seguidamente, expuso los pormenores de su nuevo trabajo en Casa Encantada.

- Los peques de este lugar son buenos en general y luego está la lagartija Matilda, de la que no podrás librarte ni a sol ni a sombra. Te acompañará allá donde vayas con su arco, sus flechas y su carcaj. Se meterá en un guante para asustarte, estás advertida.

A Yolanda le pareció divertidísimo todo lo que don Leonardo le contaba. ¡Este trabajo era lo que llevaba esperando toda su vida!

El día se agotó y la lluvia dio paso a un cielo limpio cuajado de estrellas. Parecía un lienzo pintado, de tan maravilloso y brillante como lucía. Nuestra amiga se fue a la cama pensando que si el próximo día llegaba con sol, la primera clase sería al aire libre. De este modo,  además de aprender, aprovecharía para conocer mejor a sus alumnos en un largo y provechoso paseo por los alrededores. 
Y ocurrió, el sol quiso salir a recibir a la nueva habitante de Casa Encantada, como también lo hicieron los más pequeños acompañados ..., ¿Por un fantasma? De repente, un guante negro empezó a andar hacia la seño Yolanda, pero enseguida recordó las palabras don Leonardo: "La lagartija Matilda se meterá en un guante para asustarte".

- ¡Vaaaaya, vaya, vaya! ¡Así que tú eres Matilda! -Exclamó la seño acercándose al guante-
- ¡Así no hay quien asuste a nadie! ¡Sois todos unos chivatos! - Y la lagartija salió del guante muy enfadada-

Los niños y Yolanda se rieron de lo lindo a costa del enfado de la lagartija que finalmente se acabó presentando como es debido. 

- Bien chicos, ya basta de trastadas. Ahora iremos dando un paseo por el bosque y os hablaré de las plantas. A ver, quien sabe de qué cereal obtenemos harina.
- ¡Yo, seño, yo! -Dijo la pequeña Belita, una bonita ternera que vivía en El Tejar- ¡Del trigo!
- ¡Muy bien, muy bien!. Ahora os voy a contar que hace muuuuuchos años, ejércitos romanos pasaron por estas tierras. ¿Sabéis quiénes eran los romanos?
- ¡Siiiii! - Contestaron todos-
- Debéis saber que muy cerquita de aquí pasa la calzada por donde transitaban nuestros antepasados y que esta zona que veis se llamó Mellaria.
- ¡Cuánto sabe, seño! - Le dijo Jara, la perrita de doña Sinforosa-
- ¿Queréis que hagamos coronas de laurel como si fuéramos generales victoriosos entrando en Roma? - Propuso Yolanda-
- ¡Siiiiiiii!
- Pero seño... -advirtió Matilda- Aquí no hay laurel.
- Chicos, como no tenemos laurel las haremos con flores, con juncos o toda aquella hierba que os guste. ¿Qué os parece?

Los pequeños se volvieron locos con sus coronas, algunos hasta se fabricaron ingeniosos "gladius" con juncos y simulaban guerrear contra árboles que hacían de pasivos enemigos. 
Raquel, la hija de doña Pepita, la ardilla de la vía del tren, se alejó demasiado y de repente....

-
- ¡Señoooo! ¡Señoooo! ¡Hay algo raro en mitad del bosque!

Todos corrieron hacia el lugar en el que se encontraba Raquel. Ante sus ojos alucinados, varios árboles formaban un enramado en forma de puerta circular, sin duda, algo muy extraño para ser natural.

- De acuerdo chicos, nos acercaremos despacio y echaremos un vistazo. Esto es algo muuuy raro. No os separéis de mí.
- Tranqui, seño, estando yo aquí no habrá ni un problema. -Dijo la lagartija Matilda montando una flecha en su arco-

El grupo avanzó hacia los árboles idénticos que crecían en paralelo, cruzaron y se adentraron entre las ramas que formaban la puerta. De repente, estas empezaron a girar a un ritmo endiablado atrapando en su interior a los incautos exploradores. 

- ¡Señooooo que se pare estooo! - Gritaban los pequeños asustados-

La puerta no paraba de girar, si abrían los ojos solo podían ver una luz brillante y el verde de las ramas que al moverse tan rápido, parecía que estuvieran atrapados en un embudo. De fondo un susurro se metía en los oídos de los cautivos, como un silbido lleno de letras que no podían descifrar.
Cuando al fin la puerta se detuvo....



- ¡Atrááááás! .- Gritó la seño-

Algo parecido a una iguana gigante les cerraba el paso. Tenía tantos dientes que podría devorar un caballo en un minuto, o eso creyeron los chicos que estaban paralizados de miedo.

- ¡Dios mío! ¿Pero dónde estamos? - Preguntó la maestra-
- No lo sé, no sé cómo hemos llegado aquí ni cómo hay estos animales- Contestó Matilda-
- Bueno, este es de tu familia, ¿No? -Preguntó Pedrito, el pato de la charca de don  Clemente-
- ¡Qué graciosito es el niño! - Pues no, no es de mi familia.
- Yo diría que es un Matildosaurio y si te pones a hablar con él, alguna solución encontraremos. - Añadió la seño echando mano de un humor que en ese momento venía a relajar un poco los ánimos-

El animal no paraba de amenazarlos, intentaron volver a entrar en la puerta pero...  ¡Había desaparecido!

- ¡Corred! - Gritó Belita al ver que aquel extraño animal avanzaba hacia ellos-

Maestra y alumnos se escondieron tras unos roquedos. La vegetación exuberante había ayudado a despistar al animal, pero cuando comenzaban a respirar, otro igual al que los perseguía hizo acto de presencia, solo que éste era muchísimo más alto y gordo.

- ¡Dios mío, estamos perdidos! - Gritó Raquel, la pequeña ardilla-
- Pues no sé qué deciros- Fijaos- Comentó Pedrito.

El animal más grande parecía regañar al pequeño y pasados unos interminables minutos, ambos se adentraron en el bosque dejando en paz a nuestros amigos.

- ¡Era su madre! - Exclamó Matilda- Ostras, seguro que Minimatilda ha hecho alguna trastada y su madre le ha reñido. ¡Me encanta Mamamatilda! - Dijo riendo-

A esa misma hora, en Casa Encantada...

- Don Leonardo, me preocupan Yolanda y los pequeños, hace un buen rato que tendrían que haber regresado. ¿Le dijeron adónde irían? - Preguntó Pirú-
- Me dijo que los llevaría al bosque para dar allí la clase de ciencias y de historia. Ahora que lo pienso, tienes razón, ya tendrían que estar aquí ¿Qué habrá sucedido?
- Vayamos a averiguarlo.

Mago y ratón se adentraron en el bosque de Casa Encantada, comenzaba a oscurecer y peligros conocidos por todos acechaban. Para colmo, de nuevo la tormenta hacía acto de presencia.
Pirú avanzaba con el bueno de don Leonardo en un bolsillo de su túnica, que asomado no perdía detalle de todo cuanto acontecía.

- Pirú, fíjate en eso - Dijo el ratón señalando al fondo del bosque-

La puerta por la que los chicos habían entrado, aparecía de nuevo ante el mago y su amigo-.

- ¡Una puerta giratoria! Don Leonardo, ¿está pensando lo mismo que yo?
- Por supuesto, Pirú. Conociendo a Yolanda que es una aventurera de cuidado, es probable que hayan cruzado la puerta.
- ¿Ella tiene conocimiento de la magia que aquí sucede? - Preguntó el mago preocupado mientras comprobaba su báculo-
- Pues me temo que no, amigo.
- ¿Hay algún modo de saber adónde han ido? Si fuera un corro de hadas, no tendría dudas, pero esto...
- Hay una, pero es peligrosa. -Dijo el ratón que de un salto se había colocado en el suelo y una vez allí, subido a la mano de Pirú-
- Peligro es mi segundo apellido.
- Bien amigo, escúchame con atención. Antes de venir a Casa Encantada preparé un estudio sobre estas puertas. Ciertamente no debería estar aquí, o al menos no deberíamos estar viéndola porque no es san Juan, ni la primera luna llena del año, ni la segunda del verano. Eso quiere decir que extraños fenómenos están sucediendo en Casa Encantada, fenómenos que escapan a este humilde ratón, pero que sí puedo asegurar que existen. Anoche, mientras terminaba de clasificar los libros de biología, una luz verdosa como cargada de gas, se detuvo en la ventana de la biblioteca. No le di importancia, pero cuando me iba a mi habitación, allí estaba de nuevo aquella luz, delante de mí impidiéndome entrar.
- Un momento, un momento -Interrumpió Pirú muy preocupado- ¿Por qué no me avisó? Y dígame ¿Esa luz tenía alguna forma?
- No quise alertar a nadie, pensaba contártelo hoy, pero con tantas emociones lo he olvidado. No tenía ninguna forma en particular, era como una nube de gas brillante.
- Es Óminor... El mago negro otra vez - Susurró Pirú apesadumbrado- ¿Cómo ha podido escapar de su encierro?
- ¿Estamos en problemas?
- Lo sabremos cuando crucemos esa puerta. Rece para que aparezcamos donde están los chicos, amigo Leonardo.

Se adentraron en la puerta mientras don Leonardo recitaba una extraña letanía. Pirú había creado un círculo protector en el que había anclado el presente, de modo que si algo fallaba, siempre podían regresar. La puerta se movió y en ese momento, el ratón sacó su mano mientras gritaba al mago que lo sujetara fuerte. Todo paró de golpe y alrededor de los amigos, flotaron toda clase de enseres y animales.

- ¿Qué está ocurriendo, don Leonardo?
- Estoy parando el tiempo diez segundos, puedo ver si ellos están en este periodo diciendo los nombres de todos y cada uno de ellos, pero si consumo el tiempo, nos perderemos para siempre.

Don Leonardo paró la puerta hasta en cinco ocasiones, cada vez estaban más debilitados por el esfuerzo y el escudo del mago se empezaba a difuminar. A la sexta vez...

- ¡Ahí están! -Salgamos ahora! - Gritó el mago.

Los chicos al verlos corrieron hasta sus amigos, no podían dar crédito a lo que estaba pasando.

- ¡Don Leonardo! Hemos visto una iguana gigante, diría que es un dinosaurio, pero me va a tomar por loca - Informó la seño Yolanda muy nerviosa-

El ratón se movió por los alrededores observando la vegetación y luego añadió -Estamos en la era Mesozoica, pequeños, y a juzgar por estas flores, me atrevo a decir que en el Cretácico porque es entonces cuando aparecen. Además, vuestra maestra ha dicho que el animal que vieron era grande.

- Y si no me equivoco... Justo en el Cretácico es cuando se extinguen los dinosaurios -Añadió Yolanda-
- Pues estamos en peligro -Dijo el mago- Hay que salir de aquí cuanto antes.
- A ver chicos, antes de que esto acabe, por favor atendedme un segundo -La seño Yolanda no podía dejar pasar esa oportunidad para dar una miniclase de ciencias a los niños- El profesor don Leonardo nos ha dicho que estamos en la era Mesozoica, época en la que aparecen los dinosaurios; esta era se divide en: Triásico, Jurásico y Cretácico. El animal que hemos visto pertenece al último periodo por todo lo que él ha explicado. ¡Recordad esto, caerá en el examen!
- ¿Jurásico? -Preguntó Matilda- ¡Estoy con mis abuelos! Pero... ¿Y si la lían parda como en las pelis? ¡Ay Pirúúúúúú, sácanos de aquí! - Y como una loca corrió a esconderse en el bolsillo del mago.

Tuvieron un segundo para las risas hasta que en el cielo vieron una enorme bola de fuego que se perdió en la lejanía. Seguido, escucharon un ruido ensordecedor.

- ¡Son meteoritos! ¡Hay que salir de aquí! - Gritó don Leonardo-
- Dios mío... La extinción de estos animales ha comenzado - Miraba Yolanda a su alrededor mientras caminaba como hipnotizada hacia la puerta que Pirú había conseguido anclar-
- ¡Tenemos que hacer algo, Pirú! -Gritaba Matilda fuera de sí- ¡No podemos dejar que mueran, por favor, ese dinosaurio que vimos era pequeño y tenía a su madre!. ¡Por favor, Pirú haz algo!

El mago trató de tranquilizar a la nerviosa lagartija que hizo que todos los pequeños comenzaran a llorar.

- Escucha Matilda, no podemos interferir en la Historia. Yo también lo siento, pero tenemos que salir de aquí o moriremos con ellos.

Una lágrima brillante y sincera se escurrió por la bonita cara de la lagartija, no quería que sus antepasados murieran, pero sabía que el mago tenía razón.

- Venga arquera, volvamos a casa - Pirú volvió a entrar a su amiga en el bolsillo mientras otra enorme bola de fuego venía derecha hacia ellos-

- ¡A la puerta! ¡Ya! -Gritó el ratón que nada más entrar comenzó a murmurar unas frases que los llevó de vuelta a Casa Encantada.
- ¡Hemos vuelto, bieeeeen! -Reía y bailaba Belita con Pedrito y Raquel, todos estaban contentos, todos menos Matilda que no podía olvidar a sus efímeros amigos.-
- ¡Casa Encantada puerta cerrada! - Gritó Pirú y la puerta giratoria desapareció a la vista de todos-
- Menuda aventura, Pirú - Dijo Yolanda-
- Desde luego que sí, querida, has entrado en Casa Encantada por la puerta grande, no puede decirse que no merezcas quedarte.

Esa noche, no hubo muchas celebraciones, el mago andaba nervioso y llamó a Matilda a la biblioteca para darle unas órdenes muy precisas.

- Pequeña, escúchame, tengo una misión muy importante para ti, pero tienes que prometerme que volverás a sonreír o no contaré contigo-
- Lo prometo, amigo -Dijo Matilda elevando sus preciosos ojos hacia el mago. Parecía sincera-
- No pierdas de vista a la seño Yolanda, tengo sospechas de que el mago negro Óminor ha escapado de la Torre de los Siete Picos.

Al oír aquél nombre, la lagartija se estremeció.

- ¿Estás seguro?
- Lo suficiente. Don Leonardo ha visto la nube de gas y es cuestión de tiempo que aparezcan los  rementeadores.
- ¿Qué son rementeadores? -Yolanda había escuchado todo, volvía de su habitación que estaba justo al lado de la biblioteca cuando les oyó hablar- ¿Hay que preocuparse?
- Son unos seres maléficos, se cuelan en nuestro mundo a través de las pesadillas de los niños y si te miran, te roban todos tus recuerdos bellos y mueres. El mago negro se alimenta de esos recuerdos. El rementeador es una mezcla gigante entre mantis religiosa y araña - Explicó la lagartija-

La seño se llevó las manos a la boca reprimiendo un grito.

- Pero... ¡Eso es horrible!
- No  te preocupes, querida, Matilda no permitirá que te ocurra nada malo. Ocúpate de los más pequeños, que de la seguridad de todos nos encargamos nosotros. -El mago guiñó un ojo a la ratoncita que se tranquilizó- ¡Y ahora vamos a dormir! ¡Mañana prepararemos una gran fiesta de bienvenida! ¿Qué le parece, señorita Yolanda?
- ¡Pues me parece maravilloso! -Exclamó nuestra seño olvidando la conversación que la había hecho entrar en la biblioteca-
- Matilda, aguarda un minuto -Pidió el mago cuando volvieron a quedar solos- Don Leonardo quiere que te quedes con esto.

El mago se dirigió a una estantería y extrajo un libro donde podía leerse: "La era de los dinosaurios".

- ¿Para mí?
- Sí, amiga, para ti. Así podrás saber todo cuánto pasó y también cómo cambió nuestro planeta para que nosotros pudiéramos existir.

Matilda se emocionó, después de que el mago dejara en la habitación de la lagartija el libro, esta agradeció sinceramente el regalo.

- Gracias, Pirú, este regalo es muy importante para mí.

El mago acarició al gracioso reptil y después salió cerrando la puerta tras de sí. Esa noche no todos durmieron, pues en la habitación de Pirú las luces permanecieron encendidas hasta el amanecer.

Al día siguiente hubo examen sobre el Jurásico y luego fiesta, aunque la fiesta la empezó Matilda que se colocó una dentadura hecha con palillos mondadientes y escenificó la carrera de un Velociraptor a las mil maravillas.
Todo iba bien hasta que una sombra oscura y espesa se acercó a la gran ventana del salón principal de Casa Encantada. El mago se giró nervioso y entonces, aquella bruma se desvaneció en la oscuridad mientras la fiesta de bienvenida continuaba.
¿Serán capaces nuestros amigos de devolver al mago malo a su torre? ¿Algún pequeño tendrá pesadillas? Tendrás que quedarte en Casa Encantada para averiguarlo.

Este cuento va dedicado a mi prima Yolanda que nos está dando a todos una lección de valentía, fe, simpatía y fortaleza. Todo lo mejor para ti ahora y siempre, querida. ¡Ah! ¡Y bienvenida  a Casa Encantada, ratona!