martes, 19 de julio de 2016

Regreso al mar.



Cuando abría los ojos podía ver el mar, muchas veces dormí en su orilla besada por olas tranquilas y susurrantes, extinta ya la tempestad que minutos antes provocaran mis labios.
Ahora sus ojos regresan y no sé si quiero mirar su infinitud. ¿Se puede vivir de espaldas al mar cuando aún queda sal en la piel? Despojada como estuve de mí, con su caudal como única carne y vestidura, no sé si puedo evitar volver al principio.
Cierra los ojos, ciérralos por favor, al menos hasta que se seque mi alma.

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