Son exactamente las siete de la mañana y aún no ha amanecido. El cielo brilla como el azabache y en su inmenso manto cuelgan estrellas luminosas que poco a poco, el viento va cubriendo con retales de nubes. Las temperaturas descienden, anuncian nieve a 400 metros.
Es demasiado temprano para que Esther y Marta estén levantadas un sábado, sin embargo, hoy no es un sábado como otro cualquiera porque viene Manolo a buscar a papá para ir al campo a ver zorzales.
- Marta, ¿estás despierta? - Pregunta Esther levantándose levemente de la cama y apoyándose sobre su brazo derecho-
- Sí, he oído bajar a papá - Contesta Marta en voz baja-
En el silencio de la fría mañana invernal se oye el motor de un coche. Transcurren unos segundos hasta que un portazo indica que Manolo se ha bajado y que Luna, su linda perrita labradora, pronto comenzará a ladrar con esa cadencia que las niñas conocen tan bien "Guau, guau, guau" "Guau, guau, guau"
- ¡Venga Esther vamos a darle un beso a Manolo para que nos haga cosquillitas con la barba! - Dice Marta echando hacia atrás las mantas-
Las dos hermanas se enfundan en sus batas de vivos colores y descienden la escalera que lleva al salón, allí aguarda su amigo que según ellas que en esto son expertas, es el que da los mejores abrazos del mundo. Sí señor.
Corren a encontrarse con Manolo que aguarda paciente a que Hilario, el papá de las niñas, termine de recoger sus cosas. Las recibe como siempre, con ese cariño sincero que es el único capaz de llegar al alma de los niños. Dos besos a cada una, por guapas, y un abrazote fuerte de esos mágicos que sólo él sabe dar. No hay mejor manera de comenzar un fin de semana.
- Manolo ¿puedo ir a ver a Luna? - Le pregunta Esther-
- Claro que sí ¡Pero abrígate bien! Ha empezado a caer nieve y hace mucho frío - Le contesta-
La niña sale disparada hacia la puerta, en su carrito Luna duerme... ¡Qué raro! ¡Luna dormida! Esther circunda el extraño vehículo donde viaja la perrita, la observa entre las aberturas y el animal no reacciona. La niña apoya las manos sobre el frío hierro del carromato y asiste a un fenómeno inexplicable ¡La nariz de Luna se enciende cuando respira! ¿Cómo es posible? Una luz roja intermitente ilumina la noche. Apagada, encendida, apagada... Esther abre los ojos con asombro e instintivamente se lleva las manos a la boca. Se gira y vuelve a entrar en casa, sus sospechas se empiezan a confirmar.
- Esther, ¿cómo has visto a Luna? - Le pregunta Manolo-
- Pues está fritita, no he podido decirle nada de nada - Contesta Esther observándole muy atentamente-
- ¡Hora de partir! - Dice Hilario que se despide de mamá Esther y de las niñas; acto seguido, éstas de nuevo buscan el cariño de su amigo.
De vuelta a la habitación...
- Marta, no te lo vas a creer ¡A Luna se le enciende la nariz! - Dice Esther a su hermana tras comprobar que su madre no las había seguido-
- Pero... ¡Eso no puedo ser! Debe ser algún piloto del coche que estaba encendido, es imposible que a un perro se le encienda la nariz. - Responde Marta gesticulando nerviosamente-
- Chsssst, baja la voz o mamá nos oirá. Escúchame, el coche tenía el motor parado y te digo que Luna estaba dormida como un tronco. Cuando me acerqué, vi que la nariz se le ponía roja cuando respiraba. -Aclaró casi arrastrando las palabras para no ser oída-
- Pero entonces... -Marta afiló los ojos pensativa- Si se le enciende la nariz..., no puede ser un perro.
- ¡Claro! ¿Qué hemos dicho siempre de Manolo? - Preguntó Esther sonriendo, feliz por intuir que sus sospechas estaban a un paso de hacerse reales-
- Pues que no es quien dice ser, que tiene doble identidad....
- Mira Marta - Dijo sentándose en la cama al lado de su hermana- Manolo siempre nos da besos y nunca se nos irrita la cara, por eso nos encanta que nos de abrazos ¿Tú conoces a alguien con barba que no pinche?
- Pues...No, pinchan todos. Sin embargo nuestro amigo nos hace cosquillitas y siempre es tan cariñoso con nosotras que sólo puede parecerse a una persona que tú y yo sabemos.
- ¿Y qué me dices de su aspecto? - Apunta Esther feliz-
- Esther, creo que siempre has tenido razón, en realidad Manolo... No es quien dice ser. - Responde Marta-
- ¡Exacto! Es cariñoso con los niños, da los mejores abrazos del mundo, nos hacer reír, es gordito... ¡Y tiene una perrita a la que se le enciende la nariz! ¡Manolo es Santa Claus!
Las niñas ríen y celebran su descubrimiento, sin embargo sólo hay un modo de saber si sus sospechas son ciertas. Se acerca la noche mágica...
- Marta, ahora estoy segura de que Luna tampoco es un perro, si no un reno disfrazado de perro, es decir..., un "perreno" y no es otro que Rudolph. Vaya, nos la han pegado durante mucho tiempo pero esto..., va a cambiar. - Dice Esther volviéndose a meter en la cama-
El día de campo había finalizado y Manolo volvía a casa, en su cara se reflejaba preocupación. A su llegada, Manoli, su señora, lo esperaba para tomar unos aperitivos.
- Uy... Qué mala cara traes ¿Te ocurre algo? - Le pregunta preocupada-
- Ay Manoli que creo que he metido la pata.... - Le dice sentándose en su sillón y apoyando las manos en las rodillas-
- ¿Qué ha pasado? ¡Cuéntame que me tienes en ascuas! - Manoli acerca una silla hasta ponerse a su lado-
- Pues nada, que al ir a recoger a Hilario han bajado las niñas, hasta ahí todo bien. Esther que es la más inquieta ha ido a ver a Luna y ésta..., tenía la nariz encendida. - Dijo apesadumbrado-
Manoli dio un respingo, si Esther descubría la verdadera identidad de su marido el anonimato de Santa se iría al garete.
- ¿Y que piensas hacer? - Le pregunta alarmada-
- Pues no lo sé, sinceramente. He hablado con Rudolph que está muy triste por haberse despistado pero no puedo culparle por quedarse dormido, con todo el trabajo que tenemos en estas fechas es razonable que esté cansado.
En ese instante un elfo entra en el salón. Va vestido de verde, lleva unos pantalones bombachos y una chaqueta abotonada rematada con cuellos y puños de piel blanca. Complementa el atuendo con unas calzas de listas rojas y blancas, botines rojos de pico y cinturón a juego. Sus orejas son picudas y la cara blanca y luminosa.
- Señora Claus, los chicos se han terminado ya los dulces y quieren darle las gracias, estaban realmente deliciosos, como siempre- Dice dirigiéndose a Manoli-
- ¿Ocurre algo, Santa? - Pregunta al ver cabizbajo a Manolo-
- Pues sí, Harahel...Nuestro secreto está en peligro.
El pequeño elfo se gira y se coloca justo en frente de Santa.
- Vamos... No es la primera vez que un grupo de niños está a punto de descubrirnos y lo arreglamos. ¡Santa Claus es mágico! ¿O ya lo olvidó? - Sonríe y asoma sus dientecitos entre los labios rosados-
Manolo se pone en pie y aspira sonoramente. Se pasa las manos por la cara y luego mira al elfo y le sonríe.
- Tienes razón Harahel, no vamos a dejar que Esther nos descubra- Le dice elevándolo por los aires y haciendo que las risas iluminen toda la casa-
- Venga, hay mucho que hacer ¿Algún juguete retrasado? - Dice tras ponerlo en el suelo-
- Bueno, verá, nos faltan por llegar unas piezas para terminar el barco pirata de Bob Esponja y como cada año, las Nintendo dando problemas... - Le informa mientras se dirigen al almacén donde se fabrican los sueños de los niños-
- Ahhh! Querido elfo, echo de menos aquellos años en que los juguetes eran de madera y sólo teníamos que pulir y armar. Estos niños de ahora se están perdiendo las cosas sencillas de la vida...
Transcurrió el día sin contratiempos, a la mañana siguiente Esther y Marta hablaban en el salón de su casa.
- Marta, tenemos un problema- Dice Esther- Nosotras no escribimos a Santa, sino a los Reyes...
- Es verdad.... ¿Crees que nos daría tiempo a ponerle una carta?
- No, se notaría demasiado. Pero ya se me ocurrirá algo para la noche del 23 - Contesta Esther acercándose al oído de su hermana para que el secreto no salga de allí-
Sin embargo en casa de Manolo y Manoli o mejor dicho, la familia Claus, se había desatado la fatalidad. El duende Cronus, el más malvado de cuantos han existido, ha robado todos los regalos y lo que es peor... Ha robado el tiempo. Santa sólo tiene dos horas a partir de las doce de esta noche para recuperar los regalos y detener la cuenta atrás antes de que los niños del mundo se queden sin sus sueños.
- ¿Pero cómo ha podido suceder? - Pregunta Manoli incrédula al ver el almacén totalmente vacío - El duende sólo puede colarse a través de las pesadillas...
Anauel, uno de los elfos ayudantes de Manolo, permanecía acurrucado en un rincón sin querer mostrarse demasiado. Santa se percató de que algo no iba bien.
- Amigo ¿Qué te ocurre? - Dijo tomándolo en brazos- Tienes mal color y estás muy delgado.
- Lo siento Santa... -Dijo sollozando- Tenía fiebre porque salí a jugar con Vixen, subí a su espalda y nos elevamos tan alto que el frío me caló bien profundo. Sé que no debí porque hay trabajo y yo...
- Chssst, calla Anauel. No pasa nada, está bien salir a jugar con los renos pero está mal, muy mal no avisar a la señora Claus o a mí de que estás enfermo. Te hubiésemos cuidado y no habrías tenido pesadillas a causa de la fiebre.
El duende no paraba de llorar, entonces Manoli lo llevó a casa y preparó una linda camita junto a la chimenea, le dio leche calentita y unas medicinas para el enfriamiento.
- Bien Anauel, ahora tienes que contarnos lo que soñaste porque sólo así podemos solucionar este problema. Querido..., no hay tiempo. - Le dijo tomando las pequeñas manitas del elfo entre las suyas-
- Pues verá, soñé que sólo podríamos recuperar los regalos si dos niños que crean en Santa viajan hasta el Palacio de Cristal donde vive el duende y allí se apiadan de él y lloran. De sus lágrimas brotará calor suficiente como para que el corazón del malvado Cronus se derrita y con él su maldad.
Manolo había entrado justo a tiempo para escuchar el relato. Tenía que sacrificar la inocencia de dos niños para que los demás pudieran vivir sus sueños. Sólo dos sabrían que él, y no el gordote de la Coca-Cola, es Santa Claus y estarían obligados a guardar el secreto por el resto de sus vidas.
- Lo he escuchado todo Manoli - Dijo sentándose en su viejo sillón- Este Cronus cada vez que resucita lo hace con mayor maldad.
- Pues creo que esta vez no va a ser tan difícil vencerle - Contesta la señora Claus-
- Tú siempre tan optimista, te admiro. - Le dijo-
- ¡Pero bueno! ¡Papá Noel viniéndose abajo! Escúchame detenidamente porque tengo una idea - Se colocó a su lado-
- Tu dirás, pero piénsalo bien porque no tenemos mucho tiempo - Contestó tristón-
- Esther y Marta - Dijo Manoli mirándole con los ojos muy, muy abiertos-
- ¡Claaaaro! ¿Pero cómo no lo he pensado antes? -Exclamó Manolo saltando literalmente del sillón- Cariño, me voy ahora mismo, tengo que hablar con ellas.
Tras darle uno de sus famosos abrazos, salió a todo correr y se dirigió a casa de Esther y Marta con la excusa de hablar con su padre de temas de campo. Una vez allí...
- ¡Manolooo! ¡Qué alegría que vengas a vernos! - Le dice Marta mientras se dirige hacia su amigo-
- Veréis, tengo que hablar con vosotras - Les susurra a las niñas por lo bajo-
Desde la cocina se escucha la voz de Hilario.
- ¡Manolo ven a por tu refresco!
- Ahora vuelvo chicas, no os mováis de aquí ni un milímetro.- Les dice dejándolas intrigadísimas-
Tras charlar un rato con los padres de las niñas, vuelve al salón y sin muchos circunloquios les cuenta el problema a grandes rasgos.
- Sé de sobra que sabéis quien soy y en parte es culpa de Luna... Bueno, de Rudolph que es un despistado - Les habla en voz bajita- Necesito que me ayudéis, la Navidad está en peligro por culpa de un malvado duende y sólo vosotras podéis romper el hechizo. Necesito que me deis un sí y esta noche os vendré a buscar a las doce en punto.
Las niñas no se lo piensan dos veces y mueven su cabeza afirmativamente.
- Una pregunta - Interrumpe Esther- ¿Dónde te esperamos?
- En la azotea. Abrigaos muy bien porque viajaremos rápido y hará frío. - Les repite el consejo varias veces-
Se despide y cruza la puerta guiñando un ojo cómplice a las niñas. No había tiempo que perder y el reloj seguía su curso inmisericorde.
- Venga Manolo date prisa, los renos ya están preparados - Dice Manoli intentando ajustar el cinturón del traje a su marido sin demasiado éxito - ¡Tienes que dejar de comer! ¡Otra vez tendré que arreglarte el traje! - Le riñe-
- Oh, cariño no te enfades ¿Qué sería de Papá Noel si me pusiera a dieta? Lo entiendes ¿Verdad? Menuda desilusión se llevarían los niños del mundo si se encontrasen con un Santa flacucho.
- Anda, anda, que eres un zalamero. - Le dice Manoli a la vez que estampa un cariñoso beso en su mejilla - No te retrases más, las niñas deben estar esperando.
En el patio esperaban los renos amarrados al trineo, como siempre, Rudolph-Luna iba a la cabeza para poder iluminar el camino.
- ¡Venga chicos, a por los regalos de Navidad! -Dice a medida que el trineo se eleva sobre los tejados-
Al llegar a la calle Camilo José Cela, ve dos puntitos sobre una azotea, Esther y Marta aguardan su llegada tiritando de frío pero al percatarse de tan espectacular visión, ambas se abrazan y ríen emocionadas.
- Chicas, suban a la carroza de Santa - Les dice tendiéndoles ceremoniosamente su mano enguantada-
Las niñas, con el corazón rebosante de alegría le abrazan y le hacen reír hasta el punto de casi volcar el trineo. Tras cubrirlas con una blanca manta, las invita a que pronuncien las palabras que hace que los renos se pongan en marcha.
- ¡Dancer, Vixen, Cupid y Blitzen! ¡Dasher, Prancer, Comet, Donner y Rudolph! ¡Aaaaaaaaaarriba! - Gritan las niñas felices-
El trineo se eleva sobre el pueblo y sus casas, más allá de las nubes y la noche con destino al Palacio de Cristal, la morada de Cronus. Por el camino, Manolo les cuenta el plan.
- Una cosa Manolo... ¿O debo llamarte Santa? - Le pregunta Esther confundida-
- Puedes llamarme como quieras, menos de usted, como quieras.
Los tres ríen mientras el frío se queda fuera del confortable trineo. La magia, aún vive.
- Como te decía - Siguió Esther- Si Cronus te ha robado el tiempo ¿Qué pasará si tardamos y papá y mamá se dan cuenta de que no estamos?
- Eso no va a suceder, tenemos dos horas.... - Contesta-
- ¡Dos horas! -Exclaman las niñas asombradas por tan poco margen-
- Sí, tenemos que entrar, romper el hechizo y recuperar mi reloj para detener las horas, de este modo podremos volver a casa dentro de ese espacio de tiempo. Es complicado, pero lo conseguiremos.
Al fin llegaron a su destino, sobre montones de nieve se alzaba una edificación extraña y temblorosa, a merced del viento, su estructura chirriaba y a las niñas se les encogió el alma. Se elevaba sobre una montaña helada en mitad de un lago frío y desolado.
- ¿Cómo vamos a entrar ahí? - Preguntó Marta-
- Tranquilas, Rudolph nos dejará en el interior -Contestó Manolo-
Así fue, con una maniobra que ni los pilotos de Iberia cuando no están de huelga, Rudolph dirigió a sus compañeros con singular maestría. Aterrizaron en un patio acristalado donde el eco fue el único que salió a recibirles.
- Vaaaaaya - Murmuró Esther mirando a todos lados- Este sitio da miedo. No creo que pueda compadecerme de un ser que vive aquí.
- Escuchadme, intentará que no lo hagáis - Les dijo Manolo cogiendo a cada niña de un brazo- Pero debéis recordar una cosa, toda persona que cae en brazos del mal es digna de compasión, la falta de amor en sus vidas hace que la soledad anide en sus almas y pudra su capacidad para querer y ser queridas.
- ¡Ya habéis llegado pandilla de adefesios! - Gritó una voz chillona y metálica desde la profundidad del palacio-
- Querido Cronus, tú siempre tan amable....- Le contestó Manolo de mala gana-
- ¡Oh Santa!, no esperaba que fueses tan malvado como para sacrificar la ilusión de esas pobres niñas - Dijo el duende señalando con su dedo nervudo a Marta y a Esther- Creo que deberías quedarte a vivir conmigo, harías un favor al mundo - Terminó la frase sentándose en el trono helado que se erguía en mitad de la estancia fría y desangelada.
- ¡Oye tú! ¡No hables así a Papá Noel! - Le gritó Marta muy enfadada-
- Chssst, querida niña no le sigas el juego, es lo que pretende. Ahora pensad en la terrible soledad en que este ser debe estar inmerso - Les decía Manolo bajando cada vez más el tono de voz-
Llegó un momento en que las niñas dejaron de oír a su amigo, sus labios estaban sellados pero sus palabras comenzaron a oírse en el interior de sus mentes ¡Era telepatía!
- ¡No conseguiréis vuestro propósito, os queda media hora y en ese tiempo vuestro corazón se congelará y seré yo quien domine los sueños de los niños! JAJAJAJAJAJAJAJA.
Las risas del duende malvado se clavaban como astillas en el corazón de las niñas, enquistadas no permitían que la piedad anidase en ellos. La voz de Santa luchaba por clamar por encima del odio.
- Imaginad cómo sería una vida sin que nadie os quisiera, sin que un amigo os diese la mano en los momentos amargos, sin que papá y mamá os besaran antes de ir a dormir. Imaginaos a este duende si fuese bueno, si su corazón regalase travesuras divertidas y no maldades rebuscadas. Imaginad una Navidad sin regalos, sin sonrisas, sin amor...
Las niñas comenzaron a sentir lástima de aquel duende que no paraba de moverse en torno al trono, pero de repente sacó de no se sabe dónde a un gatito igual a Zape y comenzó a tirarle de la cola y darle puntapiés. Esther, dominada por la furia se fue corriendo hacia él para arrebatarle al animal de las manos, pero Manolo la detuvo.
- ¡No! ¡Es sólo un truco! ¡Esther, no es Zape! - Le gritó en su mente, sin pronunciar una sola palabra-
El tiempo se consumía, quedaban diez minutos y las niñas sólo podían sentir odio por ese duende maléfico que envenenaba sus sentimientos.
- Niñas, por favor, haced un esfuerzo -Volvieron a oír la voz alta y clara de Manolo en sus mentes- Pensad en lo que ocurriría si esta Navidad todos los niños del mundo se quedasen sin regalos. Pensad que tampoco mis socios -Los Reyes Magos- podrán llegar a ningún hogar. Poneos en el lugar de este ser que os está atormentando, él nunca tuvo un regalo en estas fechas, ni tan siquiera sabe lo que es una caricia amable porque no tuvo papás que le quisieran. Vivió huérfano y solo y lo que es peor..., nadie le habló de que la verdadera Navidad se celebra en el corazón de los humanos porque es ahí donde Jesús nace, donde su amor nos hace personas capaces de querer y ser queridas. Es digno de compasión porque él...., no conoce a Dios.
Estas palabras volaron por encima de los gritos y aspavientos del duende anulando cualquier efecto sobre las niñas que en esos momentos, habían dejado entrar la piedad en sus corazones infantiles. La sola mención de Dios había permitido que el amor se derramase como manantial sobre sus conciencias. Sólo Él podía, sólo Él... Y el duende comenzó a debilitarse y su naturaleza se volvió líquida por el calor que había traspasado de parte a parte su corazón de hielo. En unos segundos, el palacio comenzó a resquebrajarse.
- ¡Hay que salir de aquí! - Gritó Marta-
- ¡No, no podemos irnos sin mi reloj y sin los regalos! - Exclamó Manolo que mirando a uno y otro lado no alcanzaba a ver dónde podían estar ocultos-
- Esther se acercó al lugar donde el duende era ya un pequeño charco de agua, sobre él, flotando se hallaba un reloj dorado.
- Creo que es éste- Le dijo mientras lo depositaba en las manos de Santa-
- ¡Rápido Manolo, gira las manecillas! -Gritó Marta viendo que tan sólo quedaban dos minutos-
Manolo abrió la tapa de fino cristal y suavemente devolvió las agujas justo al punto que necesitaba para regresar a las niñas a casa sanas y salvas. Marta, que no había perdido detalle del palacio mientras luchaban con el duende por encontrar sentimientos amables, pudo observar tras dos puertas encontradas que sobresalía lo que parecía una corbata y el cabello de una muñeca. Se dirigió hacia allí rauda pues las columnas habían comenzado a derrumbarse.
- ¡Manolo! ¡Aquí están los regalos! - Gritó feliz por el descubrimiento-
Con un solo chasquido de los dedos de Santa, todos los juguetes y regalos desaparecieron de allí para aparecer en el asiento trasero del trineo.
- ¡Soy mago! No lo olvidéis - Dijo sonriendo- Y ahora ¡Volvamos a casa!
Nada más elevarse el trineo, el horrible palacio se disolvió y las niñas suspiraron aliviadas.
- Oye Manolo ¿Cronus ha muerto? - Preguntó Marta preocupada-
- ¡Oh no!, sólo ha quedado suspendido en el tiempo hasta que alguien vuelva a tener una pesadilla con él justo antes de Navidad, es así como cobra vida y todo vuelve a empezar.
- Pues vaya pesadez de duende... -Dijo Esther-
De vuelta a casa, el reloj volvía a marcar las doce en punto; cuando se giraron para despedirse de su amigo él ya no estaba. Se quedaron mirando el horizonte bordado de estrellas brillantes en el que una estela plateada evidenciaba que Santa había pasado por allí.
La noche de Nochebuena había llegado y Manolo... Perdón Santa Claus, tenía todo preparado para hacer llegar al mundo sus regalos. Tras hablar con Melchor, Gaspar y Baltasar, cogió el listado de casas y países que le correspondían a él, sin embargo, esa noche haría una parada muy especial pues había acordado con sus amigos los Reyes Magos de Oriente, que había dos niñas en la calle Camilo José Cela que este año recibirían también la visita de Santa.
Esa noche, en la Tierra había dos corazones que latían mucho más a prisa de lo normal, sobre la magia de la Nochebuena una estrella brilló en lo alto e iluminó la habitación de Marta y Esther.
- Ya viene.... - Susurró Marta a su hermana-
Una luz roja muy intensa sustituyó el fulgor plateado de la estrella y entonces supieron que Santa estaba allí. Manolo entró muy despacio en compañía del "perreno" Rudolph y bajo el árbol dejó unas cajas cargadas con el regalo más maravilloso que cualquier niño pueda recibir: AMOR. Sobre la mesa de comedor, una nota que decía lo siguiente:
PARA SANTA.
Querido amigo Manolo, que el Niño que esta noche te trae a nuestras casas te guíe y te proteja el resto de tus días. Que tu vida sea larga y felizmente compartida con Manoli y tus niños, que Dios os de muchos nietos y que estos nunca, nunca, nunca sepan que sus abuelos en realidad son..El señor y la señora Claus"
Os queremos
Esther y Marta.
PS: Sobre la mesa de la cocina te hemos dejado jamoncito y un vaso de leche.
Manolo emocionado cerró la nota y se dirigió a la cocina.
- Bueno, soy Santa Claus y he parado el tiempo así que... ¡A ver ese jamoncito!
Y aquí está el auténtico Papá Noel. Feliz Navidad a todos los que entráis cada día en Casa Encantada.
Anda que os lo habéis creído..... ¡Es el de la foto de abajo!
Este cuento está dedicado a nuestros queridos amigos Manoli y Manolo. Gracias por ser como sois, porque en este mundo de sentimientos revueltos, personas como vosotros hacen que Dios aún crea en la Humanidad. Que Él os bendiga.
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