Comer a versos, "conbesar" a medias apenas nace el sol y levemente el aire trae frescura a la mañana. Amar en el campo, amar al campo. Me levanto y el cielo ríe, pone entre mis brazos el pasto húmedo que dejó la noche estrellada, poemas a medias que acaban en recuerdos de tiempos ya caducos.
No hay agua en el arroyo, pero sí en la charca que eternamente se rompe bajo el sol, aunque no lo suficiente como para desalojar a sus criaturas. Hay patos, garzas y otros animales que se suman a la vida, a mi vida. Suavemente la mañana inunda de matices mis ojos, llenos de felicidad, trenzados a la certeza de que este lugar, es mi lugar. Contemplo el paisaje, abismos dorados salpicados de historias campesinas, de voces cálidas a la caída de la tarde. Es papá, vuelve cantando por los olivos, como si fuera un sueño, negro, bello como sus ojos. Y se viene conmigo, a decirle a mi alma que el tiempo corre incansable y los sueños, de aquí para allá, vuelan si se abre la boca. Está cantando, otra vez, como antes, como siempre en este sitio de alegría, pero el corazón tristísimo de recuerdos, llora su vacío.
Armonía en el campo, versos, besos, trinos y papá, que mira pasar las vidas desde su estrella, la que pone rocíos y seda a las cosechas. Él siempre aquí, siempre eterno, siempre vivo.
La foto de la Charca de los patos es de mi amigo Julián Moyano.