sábado, 25 de julio de 2020

CHARCA DEL TEJERO

Comer a versos, "conbesar" a medias apenas nace el sol y levemente el aire trae frescura a la mañana. Amar en el campo, amar al campo. Me levanto y el cielo ríe, pone entre mis brazos el pasto húmedo que dejó la noche estrellada, poemas a medias que acaban en recuerdos de tiempos ya caducos.
No hay agua en el arroyo, pero sí en la charca que eternamente se rompe bajo el sol, aunque no lo suficiente como para desalojar a sus criaturas. Hay patos, garzas y otros animales que se suman a la vida, a mi vida. Suavemente la mañana inunda de matices mis ojos, llenos de felicidad, trenzados a la certeza de que este lugar, es mi lugar.  Contemplo el paisaje, abismos dorados salpicados de historias campesinas, de voces cálidas a la caída de la tarde. Es papá, vuelve cantando por los olivos, como si fuera un sueño, negro, bello como sus ojos.  Y se viene conmigo, a decirle a mi alma que el tiempo corre incansable y los sueños, de aquí para allá, vuelan si se abre la boca. Está cantando, otra vez, como antes, como siempre en este sitio de alegría, pero el corazón tristísimo de recuerdos, llora su vacío.
Armonía en el campo, versos, besos, trinos y papá, que mira pasar las vidas desde su estrella, la que pone rocíos y seda a las cosechas. Él siempre aquí, siempre eterno, siempre vivo. 

La foto de la Charca de los patos es de mi amigo Julián Moyano.

viernes, 24 de julio de 2020

NOCHE ANDALUZA

No hay nada más seductor que una noche de verano, conversaciones separadas por el aire que ocupan los cuerpos inquietos. Y mientras el mundo duerme, los mares del sur gobiernan triunfantes, esculpiendo sus olas que lanzan contra la arena. Palabras al agua mientras las estrellas iluminan con sus llamaradas la noche andaluza. 
El alivio resucita en esta tierra cuando baila el abanico y el amor se pone a cubierto de las hogueras del cielo. Solo así el cariño va de boca en boca como un canto de alegría convertido en viento, sonámbulo entre los enamorados.
Noches del sur, noches al sur que te enlazan con su fuego y te piden el tributo del insomnio. Delirios desde mi cama,  a orillas del sueño.

jueves, 23 de julio de 2020

TORMENTA DE VERANO.

Sobre los árboles el cielo se arrastra enlutado, abre la cremallera que deja pasar la lluvia y los besos suspendidos en el aire. Caen aquí y allá, en los ojos, en el cuello, en la vida..., sin parar un instante. Instalados bajo el tejado de nubes, los amantes se escurren entre te quieros que guardaban en la maleta de meses. Abierta ahora, ella trae manzanas en la cara, él la tierra que tiembla a cada sonrisa. 
El blanco y negro pone frescor al verano, la sierra desprende olores que envuelven abrazos al mediodía, cuando los estómagos se ocupan de mariposas. Se respira, la tierra oxidada se sonroja ante la ternura y entonces los corazones pedalean hasta la cima del amor. Ya llegan, dice Dios que ha visto todo desde su balcón, que ha regalado este firmamento para sus criaturas que como pequeñas luces brillan en el campo.
Nubes entrelazadas, miradas que flotan en el silencio de un día de tormenta. Es verano y una catarata de caricias despierta de nuevo al sol, cuando las almas han sido cerradas por dentro para que la pena no se instale en las esquinas. 
Es verano, tambores en lo alto, tambores en el pecho que crecen cada vez que se aprietan las manos. Quietud inmancillable y en los labios, felicidad aleteando al son de su universo. Silencio, truena.

miércoles, 22 de julio de 2020

LAS NOCHES EN BLANCO.

Las noches de verano son inclementes,  traen sudor que pone al sueño en desbandada. Cuerpos sofocados, risas insomnes, noches en blanco que pasan entre soplidos mecidos a veinte grados. Pero feliz... Lejos queda el invierno con el saqueo de los sueños y sus espirales rebosantes de incertidumbre.
La piel frágil recuerda las caricias de esta mañana, alimento del espíritu abandonado ahora a las cosquillas de su voz. La sonrisa  tensa la boca exhibiendo su grandeza ante un corazón desbordado por el que trepan las alegrías; supongo que es la esperanza que teje con esmero mientras la vida echa sus rondas. 
Amor hasta los huesos sudorosos y perfectos, con fondo de calima que toma medida a los cuerpos vencidos, donde el sentimiento ensarta las risas que yo creía perdidas. Calor, miradas, vida y existencia al estío que nos lleva a la madrugada, envueltos en un poema que en realidad es un baile luminoso que no quiere parar. 
En la superficie de las horas una bocanada de aire se posa, jugando y sosteniendo la vida al sol y a la noche, atravesado el insomnio en un verano que es el nicho de la pena, en tanto pinto de colores el beso que guardo hasta la próxima, hasta él, hasta nosotros.