lunes, 16 de noviembre de 2020

La desaparición de Plumillas y la visita a la señora Tintas.

La lluvia en Casa Encantada siempre era bienvenida, a don Leonardo Peinacanas le gustaba que todos se sentaran alrededor de la chimenea y contaran cuentos. A veces..., contaban historias de miedo, pero solo cuando los peques no estaban.
La tarde del sábado se intuía gris y pasada por agua así que lo mejor era improvisar algo en el salón y acompañarlo de dulces y rico chocolate. Benito y Blasito, nuestros ratones cocineros, ya se habían puesto manos a la obra y de la cocina salía un delicioso olor a pasteles que tenía a todos con hambre de lobo. 
Smaugui había caldeado toda la casa en dos llamaradas y ahora estaba asomado a su ventana, desde donde podía estar con sus amigos. ¡Aaah, qué alegría tener un dragón español!

En la emisora, Plumillas y Matilda ponían música ambiental mientras buscaban los villancicos para ir preparando la Navidad.

- Mira este: "Villancicos salseros" -Dijo Matilda-

- Si se te ocurre poner eso en Navidad me marcho de la casa y no vuelvo jamás.

- ¡Qué simpático es mi Plumillas! -Exclamó Matilda molesta- Si te parece voy a poner un villancico de los ACDC, no te fastidia.

- Pues no estaría mal.

-Piis ni istiría mil... Ñeñeñe. ¡No! -Matilda sacó la lengua a su amigo-

- Hablando de marcharme. Me voy a Alicante unos días.

Matilda dejó un cd que tenía en la mano y miró asombrada a su amigo. 

- ¿Cómo que te vas? ¿Qué se te ha perdido a ti en Alicante? ¡Ni hablar, de aquí tú no te mueves! 

- Voy a ver a mis primos y me volveré después de Navidad.

La lagartija se mostró horrorizada con la respuesta de su amigo. ¡Pasar la Navidad fuera de Casa Encantada! ¡Es de locos!

- ¿Pero tú sabes lo que dices? No puedes pasar la Navidad lejos de tus amigos...

- Matilda, voy a ver a la familia, además tú te fuiste el verano pasado al norte a ver a los tuyos y nadie montó dramas.

- `¡Pero yo no me fui en Navidad! -Dijo la lagartija haciendo pucheros y volviéndose hacia la estantería de los discos-

- Vaaamos, Matilda -Dijo Plumillas acercándose a su amiga- Te enviaré mensajes todos los días y te traeré unos regalos muy bonitos.
De repente, Matilda se tiró al suelo y se hizo la muerta.

- ¿Pero se puede saber qué haces?
- Estoy haciendo "la morisión" - Dijo la lagartija abriendo un ojo-
- ¿La morisión? De verdad..., ¡tienes que dejar de escuchar reguetón, Matilda!

Y el ratón salió de la emisora un poco enfadado. Matilda cuando quería podía ser muy persuasiva, pero también muy pesada. Llegó al salón y se unió a los amigos que estaban allí contando leyendas del Guadiato, momento que aprovechó para informar a todos de que a mediados de la semana se marcharía a Alicante. Se quedaron un poco tristes al saber que la Navidad la pasaría fuera, pero no podían hacer nada, a fin de cuentas se marchaba con su familia. Smaugui se brindó a llevarlo, así no tendría que tomar trenes. 
Poco a poco llegó el miércoles, el día escogido por Plumillas para marcharse, justo salía de su habitación se encontró con Matilda que llevaba esquivándolo desde que le dio la noticia de su viaje.

- ¡Matilda! Oye, me marcho pero no me quiero ir enfadado contigo. Venga, ¿te vienes a desayunar con Bizcocho?
- Es que voy a buscar un destornillador, se me ha roto la puerta del armario y no puedo cerrarlo. - Dijo sin mirar a su amigo-
- Bueno, si quieres puedo ayudarte...
- ¡Vale! ¡Venga vamos! 

La lagartija tomó de la mano a su amigo y se perdieron en el pasillo. 
La mañana avanzaba y Smaugui aguardaba sobrevolando la casa a que su amigo bajara. Era raro, porque Plumillas solía ser muy puntual. 
Habían quedado a las diez y eran las once y media y ni rastro del ratón. El culebre habló con Pirú y este con la seño Yolanda y con Blasito, pero nadie sabía nada de Plumillas. Decidieron hablar con Matilda, ella tenía que saber algo así que se dirigieron a la emisora.

- Hola Matilda -Saludó Pirú- No sé si has visto a Plumillas, había quedado con Smaugui hace casi dos horas y no sabemos dónde está.
- ¿No? Es raro... Yo lo vi a las nueve, me ayudó a arreglar el armario que se había descolgado la puerta, pero nos despedimos y no sé más.
- Muchas gracias, Matilda, si lo ves dile que Smaugui está esperándolo -Dijo la seño Yolanda-

Cerraron la puerta y cada uno se dirigió a sus quehaceres. A las dos de la tarde, aunque nadie decía nada, todos estaban preocupados. Benito y Blasito fueron a hablar con el mago y a mostrarle su inquietud, habían consultado con algunos amigos y nadie había visto salir o entrar a Plumillas desde la noche anterior. 


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- Hemos hablado con los Ratons Stone, pero ninguno de sus compañeros sabe nada. Esto es muy raro -Dijo Blasito-
- Pues sí..., sí que lo es - Murmuró el mago mesándose la barba- 
- Tú eres un mago, ¡algo podrás hacer! -Exclamó Benito-
- He consultado la rosa azul con la que nos comunicamos los habitantes de esta casa, pero debe estar dentro de su mochila porque solo veo objetos personales en el fondo de una tela.
- ¿Y la bola de cristal? -Preguntó de nuevo Benito-
- Es un poco peligrosa, lo sabéis, pero si mañana no ha aparecido, la usaré.

En ese momento aparecía Matilda que venia de la cocina cargada de fiambreras. 

- ¡Matilda! ¿Pero qué haces con tanta comida, criatura? - Preguntó Blasito-
- Es que tengo mucho trabajo y no quiero pararme demasiado.
- Pero... ¿No vas a comer con nosotros? - Volvió a preguntar Blasito-
- No, no, llevo aquí para almorzar y cenar y así no tener que bajar. Estaré en la emisora preparando los programas de Navidad y sin Plumillas, pues tengo poco tiempo.
- Si quieres puedo decir a Bizcocho que te eche una mano. - Propuso Pirú-
- ¡Oh, no! No es necesario, gracias Pirú.
- Esta noche cocina don Leonardo esas alcachofas que tanto te gustan . ¿Te las vas a perder? - Preguntó Benito-
- Pues.., chicos es que que no tengo tiempo, con esto ya me las arreglo - Dijo la lagartija elevando las fiambreras.
- Muy bien, como quieras, querida. - Le contestó el mago-

Y la lagartija se perdió en el pasillo bajo la mirada atenta de Pirú.

- No parece muy afectada - Opinó Benito-
- Pues no. Pero como Plumillas y ella siempre andan a la gresca.... - Contestó Blasito-

Al llegar la tarde, los amigos de Casa Encantada se habían organizado en grupos para salir a buscar a su amigo. Habían peinado toda la casa y ahora iban a mirar en los alrededores. La seño Yolanda y sus alumnos habían hecho un  cartel con su fotografía y lo estaban colocando en los pueblos de la zona.


- Gracias, doña Lucinda - Dijo la seño Yolanda a la oveja del cruce después de dejar la foto en un poste que había en la puerta de su casa-
- No te preocupes, si lo veo ya os aviso.

Don Leonardo había llamado a la Guardia Ratil y se disponían a hablar con todos los habitantes con el fin de saber la hora exacta de sus desaparición. Todos estaban muy nerviosos.
Con la llegada de la noche, hubo que dejar la búsqueda. Todos, menos Smaugui que seguía sobrevolando los cielos guadiateños y decidió ir más allá. 

En el salón, Pirú y don Leonardo intercambiaban opiniones.

- Es raro, muy raro, Pirú. -Decía don Leonardo- Plumillas es un chico de lo más responsable y desaparecer así..., pues no me parece lógico en él. 
- Ni a mí. Los chicos han terminado por hoy su búsqueda, pero mire, por ahí viene Matilda que seguro no puede dormir de lo preocupada que debe estar.

Pero Matilda pasó de largo, abrió la puerta principal y se perdió en la negrura de la noche.

- Si mis ojos no me fallan - Dijo don Leonardo ajustándose las lentes- creo que Matilda llevaba una mochila. Mi instinto me dice que aquí hay gato encerrado.
- ¿Gato? Yo diría más bien, ratón. Vayamos tras ella.
Con mucho sigilo la siguieron, la noche era cerrada y empezaba a hacer frío. La vieron encaminarse hacia las escorias de minas, donde Smaugui se había fabricado su cueva, pero antes de llegar se desvió a la derecha y cogió un camino que se perdía entre los eucaliptos.

- Va a la vieja caseta del jardinero -Dijo Pirú-
- ¿Estás seguro? No se utiliza desde hace muchos años.
- Precisamente por eso. 

La lagartija entró en la vieja caseta y cerró la puerta tras de sí, sin embargo, en ese momento entraron también el mago y don Leonardo.

- ¡Plumillas! ¿Pero se puede saber qué es esto? - Preguntó Pirú enfadadísimo-

Matilda se volvió sorprendida.

- ¡Puedo explicarlo! - Dijo la lagartija con las manos levantadas-
- ¡Pirú! ¡Me ha encerrado! - Exclamó Plumillas muy enfadado- Me convenció para que viniera aquí a buscar algunas herramientas que necesitaba para arreglarle el armario y cuando entré...¡Zas! ¡Me encerró! Y claro, a este sitio tan alejado no viene nadie. ¡Un día entero llevo en este lugar!

Don Leonardo y el mago no daban crédito. Esta vez las trastadas de Matilda habían ido demasiado lejos y eso..., merecía un escarmiento.

- ¿Te das cuenta de lo que has hecho? -Preguntó don Leonardo muy serio- Has retenido contra su voluntad a tu amigo y eso... ¡Es gravísimo!
- Quería pasar la Navidad fuera de Casa Encantada - Dijo haciendo pucheros-  Yo solo quería dejarlo hoy aquí para que se lo pensara mejor, en realidad... Venía a decirle que podía marcharse si quería - 
- ¡No tienes excusa! - Habló Pirú- ¿Qué llevas en esa mochila?
- Bueno, he preparado unas fiambreras para su viaje, por si le da hambre. También hay algo para Smaugui, que he hablado con él para que lo lleve si finalmente decide marcharse.

Don Leonardo, Pirú y el ratón se miraron sorprendidos. Matilda era incorregible e impredecible, nunca sabías por donde podía salirte. Plumillas se acercó a su amiga.

- ¿Me ibas a dejar ir? - Le preguntó cogiéndola de la mano-
- Si es lo que quieres.... - Las lágrimas de la lagartija corrían por su verde carita- No quiero que te vayas y mucho menos que pases la Navidad fuera de casa, pero si te empeñas, a ver qué puedo hacer yo.
- Bueno, haremos una cosa. Me marcho esta noche y prometo volver justo a tiempo para Navidad. ¿Qué te parece?

La lagartija se secó las lágrimas y se abrazó a su amigo.

- Bueno, bueno, dejaros de abrazos - Dijo Pirú- De todos modos, Matilda, esto no va a quedar así. Estás castigada. La emisora permanecerá cerrada hasta que vuelva Plumillas y tú irás a ayudar a Blasito y Benito en la cocina.
-¡Noooo! - Protestó la lagartija- No podemos cerrar la emisora...
- ¡Ya lo creo que podemos! -Exclamó Pirú- Y desde esta noche.

Y dicho esto, todos salieron al exterior. Matilda se había subido a la espalda de Plumillas y este protestaba porque no se la podía quitar de encima. Smaugui estaba ya en la puerta de Casa Encantada, esperando a  que el ratón se despidiera de todos y explicara lo que había sucedido.

- Por favor, Matilda. ¡Bájate de una vez! - Se quejaba Plumillas-
- ¡Ni hablar!, hasta que no te subas a Smaugui no me bajo.
- Estoy esperando a que lo sueltes para poder irnos - Dijo el culebre un tanto fastidiado-

La seño Yolanda le dio una manta para el viaje, era largo y estaba refrescando.

- Matilda, ¡ya basta por favor!. -Plumillas empezaba a perder la paciencia-
- No quiero.

Al final, Pirú tuvo que tirar de la lagartija para que su amigo pudiera partir. La entró en el bolsillo de su túnica y desde ahí, vio como Smaugui se elevaba y se perdía en la noche de noviembre. No pudo evitar que las lágrimas se le escaparan de nuevo.

- ¡Mira que eres dramática! - Le espetó Pirú-
- Es que se va... 
- ¡Pero va a volver! Venga, entremos en casa y durmamos un poco, ha sido un día muy complicado. ¡Y tú estás castigada! Mañana nos vemos en la cocina. 

El trayecto fue largo, el ratón acabó dormido entre las escamas del culebre, que además resultaron ser calentitas y acogedoras. De madrugada, llegaba a casa de su tía Tintas, en Alicante. 

- Muchas gracias por traerme, Smaugui amigo. - Dijo Plumillas acariciando el hocico del culebre-
- Es un placer, además, me ha encantado volver a ver el mar. - Vendré a por ti en dos semanas-

En casa de la tía Tintas ya había empezado la mañana, pero todo se paró para dar la bienvenida al pariente de Casa Encantada. Tras ponerse al día, el olor a tortitas y chocolate despertó el hambre en  Plumillas así que encantado dio cuenta del espléndido desayuno.
El resto del día se fue en descansar y contar historias de Cuarto Ratenio, pero al día siguiente, los adornos navideños aguardaban para decorar la casa.
Plumillas y su prima  Vanessa no dejaron ni un rincón sin decorar.

- Vane, ¿me haces una foto para enviarla a Casa Encantada?
- Claro, ahí va.


Imagen extraída de la web, desconozco al autor. Si eres tú, contacta conmigo, por favor.

Matilda se puso muy contenta cuando recibió la foto, pero Pirú seguía sin dejarla entrar en la emisora. ¡Menudo era!. Cuando terminaron de adornar el salón, Vanessa le propuso algo a Plumillas.

- ¿Quieres ver la flota de autobuses? ¡Tenemos uno rojo que te va a encantar!
-  ¿Y podré conducirlo? - Preguntó Plumillas entusiasmado-
- Bueno... tanto como eso. Ya veremos. Pero vamos a ir a muchos sitios así que he preparado unos bocadillos y frutas para pasar el día.

Salieron al exterior, hacía frío pero nada les pararía en una mañana aventurera y ...autobusera.
Creación de Mariyana Ninova, (MollyDollyNatural) que es de Bulgaria y tiene su tienda en Etsy. 
Puedes contactar con ella en su tienda.

Plumillas no conocía nada de Alicante, así que estuvo con los ojos bien abiertos a todo cuanto veía. Vane de la Ratilla era una chica muy divertida, la mediana de sus primos y como hacía tanto que no se veían pues cualquier rato juntos era más que bienvenido. Si además era de visita turística, mucho mejor.

- Mira, Plumillas ese es el castillo de Santa Bárbara - Dijo Vanessa que conducía de maravilla-
- Anda, pues visto desde aquí parece un cara, ¿no?
- Claro, por eso le llaman "la cara del moro". Es una fortaleza del siglo IX y la construyeron los árabes, pero ha sufrido muchos desperfectos a lo largo de la historia. ¿Y a que no sabes una cosa?
- Cuéntame.
- Que aquí también tenemos un barrio de Santa Cruz, como vosotros en Sevilla. 
- Pues eso sí que no lo sabía. ¡Eres una guía turística estupenda, primi!
- Y ahora vamos a la Explanada de España.

El día pasó de sorpresa en sorpresa y casi sin pensarlo, llegó la noche, momento que aprovechó Vanessa para enseñar la bonita decoración navideña.

- Mira, Plumillas, esa es la Plaza de los Luceros. Bonita, ¿verdad? 
- ¡Ooooh, me gustan esas palmeras! En Casa Encantada también tenemos, pero no tantas. En realidad solo tenemos dos.

Su prima rió el comentario. Sin pensarlo, las horas pasaron como un suspiro y cansados finalizaron la visita turística.  Guardaron el bonito autocar con la promesa de que al día siguiente, Plumillas aprendería a llevarlo. 

De regreso a casa de tía Tintas, Vanessa guardó una última sorpresa.

- Toma, una gorra de autobusero. ¡Ahora sí eres uno de los nuestros!

Feliz con un día cargado de emociones, nuestro ratón se durmió en unos segundos. Soñó con Casa Encantada, con darles una sorpresa en el autobús rojo y llevarlos a pasear- Eso sería..., maravilloso.
Casi sin pensarlo, llegó el gran día. Su debut como conductor de autobuses.

- ¡Vamos dormilón, arriba! -La tía Tintas despertó al ratón, pero lo que realmente lo despertó del todo fue el olorcito a dulces que venía de la cocina. Eso hizo que se acordara de sus amigos Blasito y Benito-

Salieron muy temprano rumbo a las cocheras donde aguardaba su autobús favorito, pero al llegar, había revuelo. Algo había pasado. Un conductor se acercó a Vanessa.

- ...y no sabemos qué ha podido pasar, pero ese autobús hoy no puede salir - Dijo el conductor preocupado-

Plumillas se mantuvo a una distancia prudencial mientras los corrillos murmuraban. Su prima se acercó a darle la noticia.

- Uno de los autobuses ha aparecido con todo un brazo comido por algo o alguien-
- ¿En serio? ¿Es el nuestro? 
- No, no es el rojo, es otro. No sé qué vamos a hacer...
- ¿Puedo ayudar?

Plumillas se acercó al autobús, efectivamente el brazo de uno de los asientos estaba destrozado. Mal asunto.

- ¿Sabéis quien ha podido hacer esto? - Preguntó sorprendido-
- Bueno, tenemos una ligera idea - Dijo uno de los conductores- Hay un ratón de la competencia que siempre está chinchando porque no quisimos que viniera de chófer. No es que sea mal roedor, pero conduciendo....Desde entonces nos la tiene jurada. Ahora no podemos recoger a los niños para llevarlos al colegio porque el bus no está disponible.

Plumillas se quedó pensativo, mientras los demás discutían sobre qué hacer y si llamar a "Autobuses Ratatour" para preguntar por el conductor del que sospechaban, decidió apartarse a un lado y abrir la rosa azul para contactar con Pirú. Enseguida apareció la cara del mago entre las llamas azules.

- ¡Plumillas, qué sorpresa! ¿Ocurre algo?

- ¡Hola Pirú! Necesito tu ayuda-

El ratón contó lo que había pasado y que muchos niños no podrían llegar a sus clases. El arreglo del autobús llevaría al menos un día y mientras tanto no sabían qué hacer.

- ¿Podrías hacer algo desde ahí? - Preguntó Plumillas-
- Claro, puedo hacer que mi magia arregle los desperfectos, pero debes decir a todos que se retiren, voy a generar una nube blanca muy poderosa.

Plumillas así lo hizo, informó a sus amigos de que iba a arreglar todo, pero que tenían que alejarse del autobús estropeado unos metros. Algunos no creyeron al ratón y eso lo fastidió, pero Vanessa que conocía a Pirú por las cosas que su primo le había contado, convenció a todos para que le dieran una oportunidad. 
El ratón se acercó con la rosa azul en la que se veía la cara del mago, todos soltaron un sonoro "ooooooh", cuando vieron a Pirú que tras murmurar un hechizo, giró su báculo y de la rosa salió una nube blanca y espesa que envolvió el autobús. No podían dar crédito a lo que veían sus ojos. ¡Es magia! Repetían una y otra vez. 
Finalmente, la nube se deshizo y apareció el autobús sin un rasguño. No solo había reparado el brazo, no, todo aparecía impecable desde las tapicerías a la última chapa. Las gorras de los conductores salieron volando de la alegría.

- ¡Es maravilloso! ¡Un milagro! -Exclamó un chófer barrigudo que achuchó a Plumillas tan fuerte que casi lo asfixia-

Con los niños rumbo al colegio y todo en orden, Vanessa cumplió la promesa de enseñar a Plumillas a llevar un autobús, pero... No iba a llevar un bus cualquiera, iba a llevar... ¡El gran bus!


- Pero... ¡Es demasiado grande! -Exclamó Plumillas asombrado al verlo- ¡Si yo lo máximo que he llevado ha sido el dos caballos del señor Raimundo!
- Pues ahora vas a llevar un montón de pura sangres. ¿Quién dijo miedo? ¡Arriba, Plumillas!

Sin pensarlo se vio allí arriba, haciendo todo lo que su prima le indicaba y casi sin darse cuenta, aquello empezó a circular mientras disfrutaba de su maravillosa experiencia.
Y el día terminó lleno de emociones, como todos los que pasó nuestro ratón en Alicante hasta que se acercó el momento de regresar a Casa Encantada.

- Tengo que volver, en una semana será Navidad y le prometí a Matilda que estaría de vuelta para ayudarla con el árbol. - Dijo Plumillas apenado-  Tendré que llamar a Smaugui.
- Pero.. no puedes marcharte ahora. - La tía Tintas estaba triste por la partida de su sobrino-

El ratón no quería contrariar a su tía, pero tampoco a Matilda y a sus amigos. Durante un rato permaneció cabizbajo, pensando en qué hacer para que nadie se disgustara. Hasta que de repente....

- ¿Y por qué no os venís? - Propuso Plumillas con la cara iluminada- ¡Podéis pasar la Navidad en Casa Encantada! ¡Sería fantástico!

Vanessa miró a su madre, le parecía una maravillosa idea y no tardaron en aceptar, pero había una condición, nada de viajar en culebre ¡Irían en el autobús rojo!

- ¿Nos llevaremos el pequeño? - Preguntó Plumillas-
- De eso nada - Contestó Vanessa- Iremos en el pura sangre rojo y haremos una excursión navideña por Casa Encantada. ¿Qué te parece?

Cuando llegaron a Casa Encantada fue una enorme sorpresa, pues todos esperaban que fuera Smaugui quien trajera de vuelta a Plumillas, pero... ¡Ahí estaba! ¡Conduciendo un precioso autobús! 
Al día siguiente todos se subieron a él y visitaron el Guadiato conducidos a ratos por Vanessa y a ratos por Plumillas y Matilda, que como podéis imaginar, no podía perderse ese evento. Vanessa le había regalado una gorrita de choferesa y la lagartija estaba feliz.

- ¡Piiii, piiiii! ¡Quítate que te pillo! - Le gritó Matilda a un coche que adelantaba en ese momento-
- ¿Es siempre así? - Preguntó Vanessa a su primo-
- ¡Oh, no! ¡Es mucho peor!

Y así fue como empezaron los tours navideños por Casa Encantada, si estáis interesados en el de este año, no dejéis de contactar con nuestros conductores favoritos o con Selecta bus y su representante: Vane de la Ratilla.

NOTA: Muchas gracias a mi amiga Vanessa de la Rasilla, gracias por sus preciosas fotos de Alicante iluminado en Navidad y que no he podido subir por completo. Gracias por ser como eres de buena, simpática y graciosa. Gracias a la empresa Selecta Bus por dejarme sus "pura sangres", que me parecen preciosos y a los que deseo muchos años de carretera y viajeros.
Este cuento va para ti, Vane, y para todos los que hacen posible SELECTA BUS.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Un nuevo amigo en la Charca de los Patos. Tejo y el Gambigrupo.

El invierno había llegado a la Charca de los Patos, la lluvia regaba la tierra que más tarde daría cosecha y eso era algo que a Pepa Jones le encantaba. El olor a tierra mojada, el laboreo del campo desde bien entrada la mañana, el abuelo entrando y saliendo... Cerca de la chimenea todo se percibía de forma apacible, El Tejar despertaba y los sonidos típicos inundaban todo.
.- Abuelito, ¿puedo salir a la charca?
- ¿Lloviendo? No, que te constipas.
- Abue, eres un aburrido...

En ese momento sonó un mensaje en el móvil de la niña. Era Julián, le había tocado llevar a Gambita al veterinario. Finalmente, el gato era de todos, así que  tenían que responsabilizarse de él: Revisiones, comida, mimos... Era todo compartido.

Grupo de WhatsApp <<Gambigrupo>>
JULIÁN: ¡Hola chicas! 🙋🙋 Aquí estoy en el vete con Gambita. No parece muy contento porque dos veces me ha hecho "pfffffffff"
PATRICIA: Ja,ja,ja,ja. Pobre, es que no hace gracia ir tan temprano a que te pinchen.
ESTRELLA: ¡Hola a todos! A ti también, Gambita.😻 ¿Pero le van  a pinchar?
PEPA: ¡Hola! Que va, según su cartilla solo le toca desparasitarse, lo que pasa es que -como sabéis- escupe las pastillas, así que mejor que lo haga el veterinario. Una cosita, estoy en nuestro centro de operaciones, ¿por qué nos os venís? Podemos organizar una excursión por los alrededores.
JULIÁN: En cuanto salgamos nos vamos para allá. Preparando  en 3, 2, 1...😉
PATRICIA. ¡Como las balas!
ESTRELLA: Vaaaamos para allá! 💓😘😘😘
PEPA: Os espero, voy a convencer al abuelo de que nos deje salir con lluvia. ¡Es lo más!😘😘😘😘😻

Mientras, Julián intentaba convencer a Gambi de que no le pasaría nada, pero el gato sabía que habiendo batas blancas, mínimo se llevaba un termómetro por el culete. No estaba dispuesto.

- Julián y Gambita, podéis pasar - Dijo Gerardo, el vete-
- Vamos allá, amiguito.

Sacó al gato y este nada más verse fuera del trasportín intentó escapar, después les hizo "pfffffff" a los dos. No tenía ni pizca de ganas de estar allí. 

- ¡Gambita! ¡Pórtate bien!

Pero el gato no estaba por la labor. Mientras Gerardo preparaba la pasta para desparasitar, el michi dedicaba sus bufidos y manotazos  a todo el que pasaba por allí.

- Veamos, abre la boca, Gambita. - El vete se acercaba con la pasta y el gato apretaba la dentadura de tal modo que no había manera-
- Déjame a mí, a ver si yo puedo - Le propuso Julián-

Pero Gambita, nada más sentirse la pasta en la boca la escupió. Lanzamiento de guarrada desparasitatoria a un metro de distancia. Ambos se quedaron asombrados.

- Con que esas tenemos. Bien, pues no te vas a escapar. Pipeta al canto.

Gerardo le puso en la parte trasera del cuello una pipeta con un líquido transparente. Cuando sintió el frío, Gambi se quiso escapar, pero no pudo, Julián lo tenía bien sujeto. Después le tocó una buena revisión, así estarían seguros de que estaba sanito y encararía el invierno en buena forma. Se enfadó mucho cuando le tomaron la temperatura, pero Julián se puso serio y no le quedó más remedio que aguantar. 
Terminada la visita, gato y niño salieron pitando con la bici para El Tejar, allí esperaban sus amigas que nada más verlos corrieron hacia ellos.

- ¡Holaaaa! Madre mía la que ha liado Gambi ¡No quiere ni ver a Gerardol!
- ¡Buen gato! Así se hace - Dijo Patricia cogiendo en brazos al michi que se puso mimoso- Pobre Gambi, es que nadie te quiere nada más que yo.

El animal fue pasando de mano en mano, mimado en extremo hasta que al final se durmió.


- Bien chicos ¿Qué habéis pensado? Preguntó Estrella-
- Pues quería que fuésemos a un lugar cerca del arroyo, hay un zorrito y es precioso, pero el abuelo dice que verdes las han segado, que es peligroso salir con este tiempo y que no. -Respondió Pepa apesadumbrada-
- Pues vaya faena... -Se lamentó Julián- ¿Y si hablamos con Dimas?

En ese momento, el bueno de Dimas entraó en el salón y los niños se le quedaron mirando.

- Uy, uy, uy... ¡Vosotros estáis tramando algo y me queréis liar!
- Dimas, por fi ... ¿Nos dejas ir al arroyo? -Preguntó Pepa uniendo sus manos en forma de súplica-
- ¿Lloviendo? ¡Ni hablar!
- Jo, Dimas, de verdad... ¡Eres un aguafiestas! - Le dijo Julián-
- Venga... Si tú mandas más que abuelito y total... ¡Si no se va a enterar! - Le insistió Pepa-
- ¡Claro, es que tu abuelo es tonto! Cuando vuelva y no os vea a ver qué le digo yo.
- ¿Y si nos llevas a dar agua al toro Caprichoso? ¡Ahí no puede decir nada, eh! -Propuso Patricia-
- Bueno, bueno... Está bien. ¡Pero tenéis que hacer caso a lo que diga, eh!

Los niños cogieron sus chubasqueros y salieron pitando para los establos. Dar agua al toro Caprichoso era lo mejor. En el camino, Dimas les contaba cómo había llegado Caprichoso hasta allí. Lo habían comprado en una feria y siempre había sido muy noble, pero estaba muy mimado y acumulaba manías, como la de tener que echarle agua en la espalda antes de beber. 

- Oye, Dimas. ¿Y no bebe si no le mojáis el lomo? - Preguntó Estrella .
- No. Es así de...
- ¡Caprichoso! -Gritaron los niños a la vez mientras reían a carcajadas-

Cumplieron el ritual y a los chicos aquello les pareció más bonito que nunca. Bajo la lluvia, la piel del animal relucía brillante y el chapoteo en el agua se mezclaba con las risas en una mañana inolvidable en la Charca de los Patos.

- Dimas, ¿podemos ir un momento al arroyo? Tú nos esperas, ¿vale? -Propuso Pepa-

Al final, como no, convencieron al hombre que esperó allí a que los pillastres volvieran.

- ¡Tened cuidado! Si es que al final me acaban liando...- Murmuró el hombre resignado-

Bajaron y siguieron arroyo arriba hasta que llegaron cerca de los olivos, de repente.... Un zorrito les salió al paso. 


- ¡Mirad, chicos! ¡Os lo dije! Estaba segura de que en el hueco que vi el otro día había zorros. ¡Es precioso! - Exclamó Pepa-

El animal no parecía muy asustado, debía estar acostumbrado al paso diario de gentes y eso lo hacía confiado.

- Habrá que buscarle un nombre- Propuso Julián.
- ¡Foxi! -Dijo Patricia-
- Ay no... ¡Qué cursi! Tiene que ser algo más original -Opinó Estrella-
- Benito -Vuelve a proponer Julián-
- ¡Noooo! Que así se llama un amigo del abuelo José. Ja,ja,ja,ja. - Pepa rió la ocurrencia de su amigo-

Comenzó a llover con fuerza y escucharon la voz de Dimas llamándolos. El zorrito corrió a cobijarse en su zorrera y los chicos emprendieron camino de vuelta.

- ¡Dimas tenías que verlo! ¡Es precioso! Pero no tiene nombre... - Dijo Pepa-
- Bueno, pues ahora os sentáis alrededor de la chimenea y le buscáis uno mientras os preparo algo de comer hasta que llegue el mediodía. ¿Qué os parece?

A los niños les pareció una buenísima idea y así, entre risas y apuestas para ver quien tenía el nombre más adecuado para el zorrito, llegó el mediodía. El abuelo José entró en el salón, acarició a Gambita que seguía durmiendo y se sentó con ellos.

- ¿Ya tenéis nombre para el nuevo miembro del Gambigrupo?
- Julián quería ponerle Benito, abue. - Dijo Pepa-
- ¡Hala, que acusica! - Se enfadó Julián-

Pero el abuelo José rio a carcajadas la ocurrencia del chico. Estaba seguro de que sería muy divertido ver la cara de su amigo Benito cuando lo supiera. Finalmente le pusieron "Tejo", por El Tejar, y así quedó bautizado su nuevo amigo. Eso sí..., aún no sabían cómo se lo iba a tomar Gambita.
Decidieron que esa misma tarde intentarían acercarse para ponerle un bonito collar que le había hecho el abuelo José con un trocito de cuero. Con un punzón había grabado su nombre y había quedado muy coqueto. Casi no tuvieron paciencia, a eso de las tres y acompañados de Dimas bajaron de nuevo al arroyo.



- Dimas ¿Tú crees que Tejo está solo? No se ve a ninguno más por aquí - Preguntó Estrella-
- Bueno, es grandecito ya y sus hermanos y su madre se han debido marchar. Es raro que él permanezca aquí así que hay que ganarse su confianza por si necesita ayuda.

Esperaron pacientemente para que saliera el animal, pero no lo hizo. Se asomaron a la zorrera y no vieron nada. Aguardaron una, dos horas..., hasta que la lluvia volvió con fuerza y tuvieron que regresar al Tejar.

- Qué fastidio, no hemos podido verlo -Se quejaba Patricia-
- Mañana volveremos, no habrá ido muy lejos. -Propuso Dimas-

Al día siguiente, el Gambigrupo estaba en El Tejar a las diez de la mañana, el tiempo seguía revuelto pero eso no iba a parar a los niños en su búsqueda de Tejo. Bien equipados de botas de agua, chubasqueros y linternas se fueron a intentar ver a su nuevo amigo, sin embargo, el resultado fue el mismo que el del día anterior. Ni sombra del zorro. ¿Dónde estaría? 
Cansados de esperar decidieron dar una vuelta por los alrededores, por si estaba cerca o lo que era peor, en peligro. Caminaron arroyo arriba escudriñando todo hueco susceptible de albergar al animal, pero nada. Bien entrada la mañana y hambrientos, decidieron regresar y seguir con la búsqueda más tarde.
Salieron al camino y al pasar por una cerca escucharon algo parecido a lamentos.

- ¿Habéis oído eso? - Preguntó Julián-
- Es como un perro aullando o algo así - Contestó Estrella guiñando un ojo y alargando su cuello hacia el lugar del que venían los chillidos-

Gambita, que hasta ese momento había permanecido quieto, salió corriendo, saltó la pared de piedra y empezó a maullar como un loco. Estaba enfadado. 

- ¡Gambita! ¡Vuelve! - Gritaba Pepa-
- Vamos a ver qué pasa ahí detrás. -Dijo Julián-

En un pis pas saltaron la cerca y vieron a Gambi con todos los pelos de punta y amenazando a algo que le chillaba desde una caja de madera. Cuando los niños se acercaron vieron que era una jaula minúscula donde tenían encerrado a Tejo.

- ¡No me lo puedo creer! -Gritó Patricia enfadada- ¡Han encerrado a nuestro zorro!
- Tranquilidad, tenemos que ver cómo lo sacamos de aquí - Dijo Pepa-

Gambita seguía bufando a Tejo y este acobardado solo se lamentaba.

- ¡Estate quieto, Gambi! - Le riñó Julián- 

Los niños intentaron abrir la jaula sin éxito. Con el jaleo que se había montado, el dueño de la casa salió alertado y se encontró con los niños.

- ¿Qué hacéis vosotros aquí? ¡Pillastres! Ah., tú eres la nieta de José, ya te conozco yo a ti. ¡Menuda gamberra!
- ¡Oiga señor! ¡Que mi amiga no es ninguna gamberra! -Gritó enfadado Julián-
- ¡Y tú también! ¡Y esas! ¡Todos sois unos gamberros! ¿Qué hacéis en mi propiedad?
- Usted tiene a nuestro zorro, venimos a por él - Dijo Estrella sin amilanarse-
- ¿Ese bicho? Ese bicho me ha robado dos gallinas y ya no me roba más. ¡Largo de aquí ahora mismo si no queréis que llame a la Policía!

Aquel hombre enfadado llevaba una garrota que aireó varias veces en el aire. Gambita fue el primero en saltar la cerca y detrás sus amigos que llegaron muy asustados al Tejar. El abuelo José al verlos se alertó.

- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estáis tan asustados?
- Abuelito, el hombre ese nuevo que ha venido a La Viñilla tiene a Tejo encerrado y ha dicho que somos unos gamberros porque nos hemos saltado la cerca.
- ¿Eso ha dicho? No sé a qué ha venido ese señor a estas tierras. Le molesta todo: animales, niños, mayores... He intentado acercarme a él, pero es un erizo. 
- José, si te parece bien vamos a hacerle una visita - Propuso Dimas bastante molesto por lo que escuchaba- No voy a consentir que se quede con el zorro de los niños y mucho menos que los amedrente.
- Dice que le ha robado gallinas -Aclaró Patricia-
- ¡Pues claro! ¡Es un zorro! Pero nosotros tenemos que ser más listos que ellos. Por aquí no es habitual verlos, de hecho nunca los hemos visto así que ese animal ha debido llegar a estas tierras por algo. -Dijo Dimas-
- Sí, es muy raro, nunca ha habido zorros por aquí. Ese animal venía huyendo o está enfermo porque no es normal que sea tan confiado -Añadió el abuelo José-
- Nos lo podemos quedar, ¿verdad? - Preguntó Estrella-
- Sí, claro - Respondió el abuelo José - Pero en las mismas condiciones que Gambita, es decir, tenéis que haceros cargo de su alimentación, higiene, vacunas... Puede quedarse aquí, pero la responsabilidad es vuestra.
- ¡Bien! -Exclamó Julián- Uno más en el Tejogambigrupo.

Todos rieron la ocurrencia de Julián, pero siendo conscientes de que un animal es una responsabilidad y que ahora tendrían doble trabajo. A eso se sumaba que había que educar a Tejo e intentar que él y Gambita se llevaran lo mejor posible. Eso... Si conseguían rescatarlo, claro.
Estaba anocheciendo y los niños convencieron a Dimas para ir a por Tejo, temían que aquel hombre pudiera hacerle algo. El abuelo José dejó en manos de su hombre de confianza a los niños y el asunto del zorro mientras él organizaba el ordeño de las vacas.
Cargados con linternas llegaron hasta donde habían visto al zorro, pero ni rastro del animal.

- ¡No está, no está! ¡Ay que lo ha matado! -Patricia rompió a llorar desconsoladamente contagiando al resto del Gambigrupo-
- ¡Tranquilos, tranquilos! Estoy seguro de que Tejo está bien, lo tendrá en algún sitio, hablaremos con él y nos lo llevaremos.

Pero no había consuelo para los niños, se temían lo peor. De repente escucharon un lamento conocido, lejano, pero perfectamente identificable.

- ¡Tejo! - Exclamó Julián sorbiéndose los mocos- ¡Vamos a por él!
- ¡Quieto ahí jovencito! - Dimas agarró a Julián por el gorro del chubasquero- Vamos a entrar por la puerta, como personas civilizadas.

Se dirigieron a la cancela de entrada y Dimas tocó una campana varias veces hasta que salió aquel hombre malhumorado.

- Ah, eres tú, Dimas. -Dijo mirando de reojo a los niños-
- Damián, buenas tardes. Tengo entendido que tienes un zorro aquí retenido y es de los niños, vengo a llevármelo.
- ¡De eso nada! Se ha comido dos gallinas y se va a quedar ahí hasta que se muera.

Al oír semejante disparate todos se quedaren horrorizados.

- Venga hombre, no digas eso. Déjame entrar, cojo al zorro y no volverás a verlo más.

Dimas hizo ademán de entrar, pero Damián le cortó el paso y además le empujó delante de los niños que se asustaron mucho.

- ¿Qué haces? ¿Delante de los niños? Está bien, he intentado arreglar esto por las buenas, pero tú lo has querido. Chicos, llamad a vuestros amigos del Seprona  y a ver si se pone tan empujón con ellos.

A Julián le faltó tiempo para sacar su móvil. Damián pensaba que era un farol, les cerró la puerta y se metió en su casa.

- Luis, ¡soy Julián! -Puso el manos libres para que todos pudieran oír y hablar-
- ¡Hombre, pillastre! ¿En que lío os habéis metido ahora?
- Un vecino del Tejar tiene un zorro encerrado y pretende dejar que se muera de hambre. Hemos venido a por él para rescatarlo, pero ha empujado a Dimas.
- ¿Cómo? ¿Dónde estáis?
- Agente, estamos en la puerta de "El farol", en la Viñilla. - Dijo Dimas-
- Dimas, ¿está usted bien? - Preguntó el agente-
- Si, estamos bien, los niños un poco asustados.
- Bien, yo no estoy de servicio, pero están Alberto y Mónika. Os los mando, esperadlos allí. Esto no va a quedar así, os lo prometo.

Los niños sonrieron satisfechos. En menos que se dice miau, llegaron los agentes.

- ¡Hola chiquitos! - ¿Qué está pasando aquí? - Preguntó Mónika-

Los niños contaron con pelos y señales todo lo que había pasado, incluido el empujón a Dimas que tanto les había dolido. Los agentes abrieron la cancela y entraron seguidos de los niños y del bueno de Dimas.

- ¿Es usted Damián Florito? - Preguntó Alberto-

Los niños al oír el apellido se echaron a reír ¡Florito! Bonito nombre para un gato. 

- Yo soy ¿Qué es lo que quieren?
- Tiene usted retenido a un animal salvaje y es un delito, por lo tanto le ruego lo ponga en libertad ahora mismo o tendrá que atenerse a las consecuencias. Tenemos también constancia de que ha empujado al señor Prats delante de estos niños, por lo cuál exigimos una disculpa ahora mismo

Damián se asustó. No pensaba que fuera a llegar a tanto la cosa y balbuceó una disculpa que a los niños hizo gracia.

- Cagao está, miradle - Dijo Patricia por lo bajo al resto del Gambigrupo -

Los niños rescataron al zorro que asustado como estaba agradeció los brazos que lo llevaban hasta el Tejar. Ni el Seprona pudo convencerlos de que el animal debía volver al campo.

- ¡Que no, Mónika! - Dijo Julián enfadado- Nosotros lo vamos a cuidar porque está enfermo, mírale. Y le pondremos vacunas y estará a salvo. Por fa...
- Alberto ¿Qué hacemos? -Preguntó la agente a su compañero-
- Con ellos tienes la guerra perdida, ya te lo digo.
- Pero es que no se debe hacer esto... ¡Es un animal salvaje!

Los niños comenzaron a hacer pucheros y la agente se puso nerviosa.

- ¡Está bien, está bien! Cuidadle, pero que no sirva de precedente porque estos animales tienen que estar en el bosque y no como si fueran perros y si os dejamos a vosotros pues...
- Mónika ¿Nos das una vuelta en la moto? Luis siempre lo hace. - Preguntó Julián sin dejar que la agente acabe su exposición-
- Te dije que con ellos, no se puede- Sonrió Alberto que conocía bien al Gambigrupo-

En El Tejar, los agentes hablaron con el abuelo José, no les hacía gracia que los niños se quedaran con el zorro, pero estaba claro que el animal necesitaba cuidados y que después sería peligroso dejarlo en libertad. También estaba claro como el agua, que los niños no permitirían que se lo llevaran a un centro de recuperación.
Después de montar a los chicos en las motos, los agentes volvieron a su ruta y los niños corrieron a acomodar a su nuevo amigo y a buscarle algo de comida y agua. Al día siguiente le tocaba visita al veterinario.

- Aquí estarás bien, amiguito. -Dijo Dimas que traía un pequeño colchón relleno de paja que había fabricado en cinco minutos-
- ¡Qué chulo, Dimas! -Exclamó Pepa-

Nada más poner el colchón en el suelo, Gambita se adueñó de él y el pobre Tejo miró a todos con ojos tristes. En cuanto lo vio, el gato le había dedicado un hermoso bufido, no estaba dispuesto a compartir a sus amigos con un zorro. ¡Faltaría más! 
Los niños se rieron, lo retiraron y lo pusieron en su cama para poder poner a Tejo en el colchón. Y la noche transcurrió tranquila, el zorrito durmió feliz y con la tripa bien llena. Al día siguiente acabó en el veterinario con todas las vacunas y una medicación especial porque estaba muy débil, pero día a día, nuestro amigo Tejo ganó peso y ahora corretea feliz por la Charca de los Patos. ¿Con Gambita? No, Gambita no lo quiere ni ver, pero tiempo al tiempo.
El abuelo José visitó a Damián y le llevó unas gallinas para compensar la pérdida de las suyas. El hombre se sintió avergonzado y prometió no volver a hacer nada malo contra los animales salvajes.
¿Quieres saber qué aventuras le esperan a Tejo? Pues no dejes de seguir al Gambigrupo.

NOTA: Muchas gracias a Julián por las fotos. ¡Y por llevar a Gambi al vete! Ja,ja,ja,ja.

sábado, 25 de julio de 2020

CHARCA DEL TEJERO

Comer a versos, "conbesar" a medias apenas nace el sol y levemente el aire trae frescura a la mañana. Amar en el campo, amar al campo. Me levanto y el cielo ríe, pone entre mis brazos el pasto húmedo que dejó la noche estrellada, poemas a medias que acaban en recuerdos de tiempos ya caducos.
No hay agua en el arroyo, pero sí en la charca que eternamente se rompe bajo el sol, aunque no lo suficiente como para desalojar a sus criaturas. Hay patos, garzas y otros animales que se suman a la vida, a mi vida. Suavemente la mañana inunda de matices mis ojos, llenos de felicidad, trenzados a la certeza de que este lugar, es mi lugar.  Contemplo el paisaje, abismos dorados salpicados de historias campesinas, de voces cálidas a la caída de la tarde. Es papá, vuelve cantando por los olivos, como si fuera un sueño, negro, bello como sus ojos.  Y se viene conmigo, a decirle a mi alma que el tiempo corre incansable y los sueños, de aquí para allá, vuelan si se abre la boca. Está cantando, otra vez, como antes, como siempre en este sitio de alegría, pero el corazón tristísimo de recuerdos, llora su vacío.
Armonía en el campo, versos, besos, trinos y papá, que mira pasar las vidas desde su estrella, la que pone rocíos y seda a las cosechas. Él siempre aquí, siempre eterno, siempre vivo. 

La foto de la Charca de los patos es de mi amigo Julián Moyano.

lunes, 6 de julio de 2020

Doña Teresa Recetillas, una boti en Casa Encantada.

Pirú llevaba toda la mañana de aquí para allá ordenando hechizos y libros de pociones mágicas en el laboratorio. Doña Teresa estaba al llegar y quería tenerlo todo en orden para recibirla como merecía. Entre poción y poción, había creado unas chuches estupendas para todos los niños y en especial para los de nuestra nueva amiga, una boticaria que venía a aprender todo del mundo mágico.
A eso de las once sonó la campana de la entrada y Matilda fue rápidamente a abrir.

- ¿Eres Matilda? Me han hablado mucho de ti, soy Teresa Recetillas, la nueva boti. Estos son mis niños: Carmen, Nacho, Paula y Teresa. Saludad como sabéis.

Los niños estaban encantados con la anfitriona-lagartija y Carmen en especial no podía parar de mirarla.

- ¿Habéis visto la cola que tiene? Y lo verde que es toda enterita... - Dijo la niña sin parar de mirar a Matilda-
- Creo que debíamos tirar un poco, a ver si es de verdad o se la ha cosido de trapo - Contestó  Paula-
- ¡Os he oído! - Exclamó mami Teresa - Ni se os ocurra tirarle de la cola ¿Entendido?

A Matilda le encantaron los niños, eran traviesos como ella y se había pasado semanas ideando trastadas para todos. Sí, buena compañía para una lagartija de mundo.

En el salón, Pirú hizo las presentaciones y rápidamente pasaron al laboratorio. 

- Teresa, mira, en esos libros están las pociones mágicas, no sé si eso te lo enseñaron en la Facultad de Farmacia.
- ¿Estás de broma? ¡Somos gente no mágica!
- Es verdad. Anda, acerca esos de ahí.

Esta bonita ratoncita es propiedad de Marta Pérez Solero, para adquirirla, ponte en contacto con ella en martaperezsolero@gmail.com

Teresa estaba encantada con todo lo que aprendía. No paraba de asombrarse con la cantidad de cosas que leía en esos viejos libros.

- Entonces, a ver si yo me he enterado. Cojo una brizna de hierba con rocío de la mañana y eso lo mezclo con pétalos de margarita y un poco de jengibre.
- Y las palabras mágicas. 
- Eso, que si no.., no funciona. Y con esto, la gente malhumorada se vuelve agradable. No voy a dar abasto, te lo digo. Oye ¿No tienes la barba muy encrespada? Yo tengo una loción que te va a ir de maravilla, recuérdame que te la traiga mañana. ¡Ah! y a tu edad no estaría de más que tomaras algún complemento alimenticio, te traeré algo de Ana María Larratita.
- Ah..., vale, estupendo. Gracias.

Y así pasó la mañana entre palabras mágicas, pociones y hechizos. De repente, se escucharon ruidos en el altillo.

- Qué raro... Juraría que esos ruidos vienen del altillo. - Dijo Pirú-
- ¿Y que tiene de especial?
- Hay una zona reservada, no se puede entrar porque es peligroso. Digamos que es un portal hacia mundos desconocidos y quien lo atraviese puede perderse.
- Vaya...  Pensé que este lugar era seguro. - Dijo Teresa preocupada por los niños-
- Y lo es, querida... Siempre que se cumplan las normas, claro.

Los ruidos eran cada vez más intensos y en la emisora de Casa Encantada, Plumillas y Matilda especulaban.

- ¿Has subido al altillo? - Preguntó Plumillas-
- Vengo de allí ahora mismo.
- ¿Y los niños de Teresa? 
- Están con don Leonardo, les está contando cuentos.

En efecto, los peques estaban entretenidos con las cosas que les contaba el ratón bibliotecario. 
Ratoncitos creados por Joana, de  Felting Dreams . 
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- Pues si los niños no son, ya me dirás qué son esos ruidos. - Dice Plumillas nervioso-
- Este es un caso para nuestro programa "Cuarto Ratenio". Iker Plumillas y Matilda Porter en busca de lo desconocido... ¡Chan chaaan!
- Te digo una cosa, Matilda... Tú estás mal de la cabeza. Deja de tomar el sol, hazme el favor.
- Desde luego... Qué poco sentido del humor tienes, hijo. Anda.., vamos al altillo a ver qué sucede.

En el camino se toparon con Carmen y Nacho que estaban inspeccionando la casa, les contaron que al parecer  se habían aburrido de cuentos y habían dejado a las gemelas con don Leonardo que les daba permiso para inspeccionar todo, excepto una parte del altillo. Por supuesto, se dirigían hacía allí cuando fueron interceptados por Matilda y Plumillas.

- No me creo que don Leonardo os haya dado permiso, pero está bien, podéis acompañarnos sin separaros  de nosotros - Advirtió Plumillas-
- Oye Matilda, ¿esta cola es de verdad? - Preguntó Carmen a la vez que tironeaba-
- ¡Uaaaaaaaaay! ¡Niña! ¡Tócate las orejas! ¡Pues claro que es de verdad! ¿Qué te creías que la llevaba cosida como si fuera un llavero? 
- Perdón, perdón, es que no sabíamos... - Se apresuró a disculparse Nacho-
- Otra como esa y os quedáis sin paseo a lomos de Smaugui.
- ¿Quién es Smaugui? -Preguntó Carmen intrigadísima-
- Un culebre, lo que viene a ser un dragón español, con sus fuegos, sus humos, sus escamas y sus tesoritos- Aclaró Matilda-
- ¡Queremos verlo! - Exclamaron los niños-
- Lo veréis luego si os portáis bien. ¡Y podréis tirarle de la cola!
- Anda que tú también.... Dales ideas. - Le recriminó Plumillas a Matilda-

Los ruidos eran tan fuertes que los niños se asustaron. Venían de la puerta secreta, aquella que no podía ser abierta sin que un mago poderoso estuviera presente y en ese momento... Pirú estaba muy ocupado. Aún así, había que avisar sin falta para saber a qué se enfrentaban.
Curiosamente, esa puerta era respetada por todos los habitantes de Casa Encantada, tras ella había un mundo de alucinaciones y criaturas nada buenas, por si fuera poco, perderse allí podía llevar a la locura. Solo un mago de la talla de Pirú podía atravesarla y salir sano y salvo de la aventura, aunque ello implicaba tomar medidas por su seguridad y la de sus amigos.
¿Por qué estaba esa puerta allí? Nadie lo sabía. Pirú entraba en aquel mundo de vez en cuando para renovar su poder, era como un portal para magos, pero nunca contaba lo que sucedía allí durante su estancia.
En el laboratorio, Teresa y el mago se habían dado un descanso y la boti se desprendía de su bata cuando llegó Paula.

- ¡Mamiiiiiiiiiiiii, quiero teti!
- Claro, hija ¡Si ya es tardísimo! Se me ha ido el santo al cielo. ¿Y tu hermana?
- Está con don Leonardo.
- Pues vamos a por ella y coméis las dos.
- Mami.
- Qué, cariño.
- Teti.
- Ahora, en cuanto estemos las tres.

Ratoncita creada por Tatiana Golubina. Podéis adquirirla en Etsy. 
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 Al llegar al salón, encontraron a don Leonardo solo, sumido en la lectura de <<El capitán Ratatriste>> y ni escuchó los pasos que se dirigían hacia él.

- ¡Don Leonardo! ¿Ha visto a Teresa? Mi otra gemela, es que me ha dicho Paula que la había dejado con usted.
- No, querida, salió tras su hermana nada más esta cruzar la puerta.
- ¿Qué me está diciendo? Pero si Paula ha llegado sola...

Don Leonardo palideció al oír aquello. Soltó el libro sobre la mesa y se levantó.

- ¿Qué son esos golpes? - Preguntó Teresa-
- No lo sé, llevan un rato escuchándose. Pensé que serían los cocineros en el desván o esos <<trastoleros>> de Plumillas y Matilda que no paran un rato quietos, pero la verdad es que cada vez suenan más.
- Don Leonardo, vamos a buscar a la niña, me estoy asustando.

En un pis pas, se organizaron grupos de amigos buscando a Teresita, pero no aparecía. En ese mismo instante Plumillas, Matilda, Carmen y Nacho estaban delante de la puerta prohibida. Los golpes arreciaban cuando de repente vieron venir una llave, flotaba en el aire ayudada por unas alas. Se quedaron con la boca abierta cuando se dieron cuenta de  que se dirigía hacia la cerradura.

Preciosa fotografía de Daria Khoroshavina, de www.behance.net 

- ¡Plumillas, hay que detenerla! - Gritó Matilda-

El valiente ratón, ni corto ni perezoso se abalanzó sobre la llave y al contacto con esta cayó fulminado al suelo y sin sentido. Mientras los chicos y la lagartija intentaban auxiliar a Plumillas, la llave abrió la puerta. Una sombra gigante cubrió a los amigos.

- ¿Qué es eso? - Preguntó Carmen-
- ¡Es un troll! - Gritó Matilda- ¿Cómo es posible que haya podido atravesar la puerta de día?
- Mola el troll - Dijo Nacho sin perder de vista aquel ser-
- ¿Estás loco? ¡Son muy peligrosos! ¡Corred! - Exclamó Matilda-
- ¡Quieta ahí! - Interrumpió Carmen decidida- ¿Es que vamos a dejar aquí a Plumillas?

El troll miraba atónito la escena, era la primera vez que no salían corriendo en su presencia.

- ¿Qué es...? - Nacho dejó la frase en el aire mientras retiraba de su hombro un líquido espeso y viscoso-
- ¡Es un moco! ¡Un enoooooooooorme y guarrísimo moco! - Señaló su hermana mondada de la risa-
- ¿No decías que los trolls molaban? ¡Corred de una vez! - Ordenó Matilda muy enfadada-

En ese momento llegó Pirú que sobresaltado por los golpes había puesto a salvo a los habitantes de la Casa y puesto rumbo hacia el lugar de donde sospechaba podían venir. 

- ¿Pero se puede saber qué habéis hecho? - Preguntó Pirú muy enfadado- ¡Ahora tendré que inmovilizarlo y devolverlo a su mundo antes de que haga algo terrible! ¿Cómo habéis encontrado esa llave?
- Plumillas... - Habló Matilda-
- ¿Qué pasa con Plumillas? - Preguntó Pirú enfadadísimo-
- Pues... - Carmen señaló con el dedo el lugar donde el ratón yacía desmayado-
- ¡Cielo santo!

Teresa acababa de llegar cuando se percató de la presencia del troll, que embobado con las criaturas que tenía delante, ni se había movido.

- ¿Y este quien es? ¡Pero si va en calzoncillos! ¡Marrano! ¿No te da vergüenza delante de los niños?

Y ni corta ni perezosa, ante la sorpresa del mago, agarró una escoba que alguien había dejado por allí y la emprendió a escobazo limpio con el troll.

- ¡Toma! ¡Para que aprendas a no ir por ahí medio en pelotillas! ¡Y límpiate esos mocos, marrano!

Los niños reían a más no poder y el mago y la lagartija no podía salir de su asombro.

- ¡No, no! ¡Más escobazos no! ¡Yo solo me he intercambiado con una amiga porque quería conocer vuestro mundo! ¡Ella me dejó venir!

- A ver.., explícate - Le pidió Pirú-
- Pues veréis... Tengo una amiga, es una niña que se llama Teresa y hace unas horas pasó la puerta. Alguien liberó la llave alada y pudo pasar.

 Mamá Teresa se asustó mucho y miró a sus hijos. Los conocía bien, algo habían hecho.

- Chicos... ¿Tenéis algo que contarnos?
- ¿Alguien va a hacer algo por Plumillas? - Preguntó Matilda señalando a su amigo con ambas manos- 
- ¡Plumillas! - Gritó Pirú- ¡Lo había olvidado por completo!

Se dirigió al ratón y pronunciando unas palabras mágicas este despertó. 

- ¡Eso no viene en mi libro de hechizos! - Protestó Teresa-
- Es que es un contrahechizo ¡Ya llegaremos! Qué mujer..., menuda impaciencia...
- Bueno, ¿por donde íbamos? ¡Ah, sí! Mis hijos, a ver qué trastada han hecho.

Carmen se adelantó y relató que don Leonardo en realidad se quedó dormido mientras les contaba cuentos, momento que aprovecharon para inspeccionar la biblioteca. Se dieron cuenta de que la escalera para acceder a las estanterías se movía sola así que decidieron pasearse un poco y de paso echar un vistazo a los libros, pero había una zona a la que no llegaba y no tuvieron mas remedio que trepar.  Había un hueco pequeño en la madera, como una madriguera, se metieron en él y al fondo vieron  una caja que se movía. Al abrirla... Salió la llave volando.

- Pirú.. ¿Qué puede pasar? - Preguntó Plumillas que aún se sentía un poco aturdido-
- Esas llaves siempre buscan su cerradura, no sabemos cuántas veces ha podido abrirla desde que se liberó y por lo tanto, tampoco podemos saber cuántos seres han cruzado la puerta además del troll. Si la gemela está en ese mundo, está en peligro, tenemos que ir a por ella cuanto antes. En cuanto a ti, tranquilo, las llaves solo tienen poder para inmovilizar durante media hora, después puedes tener dolor de cabeza como mucho.
- Eso no es problema, para eso tengo yo un buen arsenal en la botica, un Ratonatil cada ocho horas y como nuevo- Dijo Teresa- Ahora solo quiero recuperar a mi gemela. ¡Y tengo que avisar a mi marido!
- Mejor espera un poco, no podrá hacer nada y se preocupará, en cambio nosotros sabemos cómo traer de vuelta a la pequeña. - Propuso Pirú- Por favor, quédate aquí con los niños, esto es cosa de Matilda, Plumillas y servidor. Ese mundo al que vamos no es apto para principiantes, ya tendrás ocasión de demostrar tus dotes aventureras cuando lleves tiempo con nosotros.

- ¡Pero es mi hija!¡Tengo que ir! Además, le toca teti ¡Que no ha comido!
- Pues ya tendrás tiempo a la vuelta - Zanjó Matilda-
- ¿Y el troll? ¿Qué hacemos con el troll? No parece peligroso - Preguntó Plumillas-

Aquel ser estaba entusiasmado con lo que veía y no se había movido ni un centímetro. Cuando todos fijaron su atención en él, retrocedió asustado.

- ¡No me hagáis daño! ¡No soy malo! Solo quiero aprender y ver mundo. Además, le prometí a mi amiga Teresa que volvería en dos horas.
- ¿Dónde la dejaste? - Preguntó el mago-
- Está en la puerta de mi cueva, la dejé allí jugando con mi hermano pequeño.
- ¿Dejaste a una niña al cuidado de un troll? - Pirú estaba espantado con lo que oía-
- Sí... Nosotros no comemos niños, no somos trolls de piel de musgo, somos trolls vegetarianos, quedamos muy pocos ya. Nos gusta la Naturaleza y aprender cosas, no queremos ser tontos.
- Madre mía lo que una ve a lo largo de su vida lagartijera.. . Murmuró Matilda- Un troll vegetariano, desde luego que está tó perdío. Oye, ¿y cómo te llamas?
- Pues... Es que no tengo nombre. Solo troll.
- Eso no puede ser, -dijo Teresa-, los niños te buscaran uno. Bueno..., un nombre y algo de ropa porque eso de pasearse por ahí en calzoncillos... Pero antes de todo, ¿queréis recuperar a mi gemela de una vez? ¡Vamos!

El mago, el troll, Plumillas y Matilda atravesaron la puerta, Pirú cerró del otro lado y hechizó la llave para que durmiera hasta su regreso. El sol en esa parte era muy brillante, hasta que notaron que había más de uno. También las flores y la hierba tenían colores tan vivos que no parecían reales, además, al pasar, les pareció que sonreían.

- Bien, troll, dinos dónde dejaste a Teresita. - Preguntó Pirú-
- Hay que coger ese camino y luego bordear unas rocas, siguiendo todo recto está mi cueva. Esperad, tengo mucho picor en la espalda.

El troll se sacudió y para sorpresa de todos, de su espalda cayeron Carmen y Nacho.

- ¡Pero bueno! ¿Se puede saber qué hacéis aquí? - Preguntó Plumillas-
. No vais a ningún sitio sin nosotros ¡Es nuestra hermana!
- Por favor, Matilda, vuelve con ellos y llévalos con su madre.
- ¡Eeeey! ¡De eso nada, monada! - Exclamó Carmen- A nosotros no nos mueve nadie de aquí, tenemos que vigilar que todo salga bien.
- ¡Eso! - Apostilló Nacho-

Tras una corta discusión, no tuvieron más remedio que aceptar a los hermanos en la comitiva, cuando decidieron continuar se dieron cuenta de que el camino que seguían se había convertido en tres. No iba a ser fácil llegar hasta Teresa en un mundo donde a veces, los pensamientos se materializaban en el momento. Por no hablar de las alucinaciones.
Fue Pirú quien cerrando los ojos y murmurando algo, hizo desaparecer dos de los caminos y la opción correcta - o eso esperaban- se abrió ante ellos.
Caminaron y caminaron hasta caer rendidos, pero ni rastro de la cueva del troll.

- ¿No nos estarás engañando, verdad? -Preguntó el mago al troll-
- Ya tendríamos que haber llegado, mi casa no está tan lejos de aquí. Está pasando algo.
- Va a oscurecer, acamparemos aquí mismo, dormiremos y mañana seguiremos camino. - Propuso Pirú-

El cielo se oscureció y varias lunas hicieron acto de presencia, sin embargo... De repente volvió a salir el sol, bueno..., los soles, y a los lados del camino unas flores gigantes que se movían y cantaban una embriagadora canción 

- ¡Mirad! ¡Allí, entre las flores! 

Nacho señalaba a dos enormes margaritas que hacían bailar a una niña. Era Teresa. Su hermano, sin pensarlo dos veces y desoyendo las voces que le aconsejaban lo contrario, corrió hacia donde estaba la gemela, pero al llegar... 

- ¡Socorro! ¡Socorro! - Gritaba el niño al que una de las flores había levantado del suelo y lo sacudía bocabajo como si fuera un trapo-
- ¡Piensa algo bonito, tienes que controlar el pensamiento! - Le gritaba Pirú mientras corría entre las flores que cada vez se hacían más altas y también más tenebrosas-
- ¡Nacho piensa en mamá! ¡En los chupetes que tiene en la botica y en las gafas de sol que tanto te gustan! - Carmen corría también junto al mago mientras ayudaba a su hermano con sus palabras-

Al llegar a la altura donde el niño estaba siendo zarandeado, las flores desaparecieron y aparecieron enormes chupetes. Tan grandes como una catedral, tanto que empezó a faltarles la respiración. 

- Carmen, deja que sea yo quien decida qué pensar o no saldremos de esta - Sugirió el mago-

El espacio se hacía cada vez más pequeño, no había tiempo que perder.

- Escuchadme, pensad en vuestra madre y sentid el amor que os da, solo eso. - Propuso Pirú-
- ¿Puedo pensar en los monstruos del primo Cayetano? - Preguntó Nacho mientras era sacudido de aquí para allá-
- Pero... ¿Estos niños de dónde han salido? - Plumillas no salía de su asombro- ¿Cómo vas a pensar en monstruos ahora?
- ¡Pues para que se coman los chupeteees!
- ¡Nacho! ¡Piensa en mamá! ¡Ahora! - Gritó Carmen-

Entonces la noche volvió, esta vez con una sola luna. No había flores, ni chupetes, solo estrellas lejanas colgando de un cielo intenso y sereno. La normalidad parecía volver. El troll hizo una hoguera y aprovechando que era verano, todos durmieron al raso.
Al día siguiente, los soles seguían en su sitio, pero no el camino. Enormes montañas cerraban el paso de los exploradores y el paisaje de praderas que les había acompañado, se transformó en un frondoso bosque.

- Pero... ¿Qué es esto? - Se preguntó Pirú asombrado- Estamos siendo víctimas de una alucinación.
- No, Pirú, esta es mi casa y este es el bosque que la rodea. Ahora sí estamos en el lugar correcto. - Aclaró el troll- Esa es mi cueva, vayamos, mi hermano y la pequeña Teresa deben estar dentro.
-- Yo iré delante - Propuso el mago-

Unos pasos por delante de los demás, Pirú iba inspeccionando el terreno. Ni rastro de la gemela. Ya en la entrada de la cueva, el mago llamó a la niña. Nada, todo estaba oscuro y en silencio.

- Qué raro... Nuestra cueva nunca suele estar tan oscura, mi hermano le hizo claraboyas para que entrara la luz. Esta no es mi casa.
- Pero mira que sois raritos...- Dijo Matilda- Trolls vegetarianos que gustan del sol, si no lo veo no lo creo.
- Perdona bonita, tú eres una lagartija arquera, ya me dirás qué tiene eso de normal.
- Oye, no te metas con Matilda. - Advirtió Plumillas- 

Enzarzados en discusiones absurdas no escucharon la voz que venía de dentro de la gruta, solo Nacho fue capaz de distinguir la voz de su hermana y  advertir a Carmen.

- ¿Oyes? ¡Es Teresa! ¡Vamos a por ella!

Los pequeños corrieron hacia la cueva sin que los demás se percataran y al atravesar la puerta, misteriosamente esta se cerró.

- La hemos liado, Carmen. - Dijo Nacho-
- Bueno, lo importante es que la voz de la gemela viene del fondo, vayamos con cuidado y con los ojos bien abiertos.

No se veía casi nada y los niños avanzaban a duras penas. Notaron agua bajo sus pies y la voz de Teresa se oía alta y clara, cada vez más. Siguieron caminando, con el agua ya a la altura de las rodillas hasta que de repente notaron algo mullido bajo las pies y al mirar abajo vieron que era hierba, habían llegado a un bosque iluminado con faroles. No podían entender cómo podía haber un bosque allí,  en el interior de una cueva. 
En el exterior, el mago hacía lo imposible por abrir la gruta que había quedado sellada como si nunca hubiera tenido una entrada. Las cosas se ponían muy feas.

.-Nacho, esto es muy raro. No me gusta nada - Dijo Carmen mientras miraba alrededor-


Los hermanos caminaron un poco más hasta que de un farol salió una voz. 

- ¡Aquí! ¡Estoy aquí! 
- ¡Cielo santo si es Teresa! - Exclamó Carmen- 
- ¿Pero cómo has podido meterte ahí? -Preguntó Nacho-
- No lo sé... Estaba jugando con el troll cuando me quedé dormida, al despertar estaba en este bosque. A veces viene alguien, es como un duende, descuelga un farol y se lo lleva.
- Qué raro es todo esto. Deberíamos avisar a los otros - Propuso Nacho- 
- ¿Y cómo? Se ha cerrado la puerta. ¿Y si no es ella? ¿Si es un hechizo y realmente no es Teresa?
- Vamos a preguntar algo que solo ella pueda saber.
- De acuerdo. ¿Cómo se llama papá? ¿Y cómo se llama tu gemela?
- ¡Anda que tú vaya preguntas! - Se quejó Nacho-
- Sois unos bobos...¡Claro que soy yo! Papá se llama Javier y mi gemela, Paula. ¿Queréis sacarme de aquí de una vez?

En ese momento, se escucharon pasos y un duende apareció dispuesto a llevarse el farol donde estaba metida la pequeña.


- ¡Quieta ahí, duenda fea! - Le espetó Nacho- ¡Ese farol ni tocarlo, monina!

Pero aquella criatura se revolvió contra ellos e intentó atraparlos. Carmen le puso la zancadilla y cayó al suelo, momento que su hermano aprovechó para atarle las manos con la cadena del chupe de Teresa, que se le había caído y estaba en el suelo a unos metros del farol. Pensaban que todo había pasado cuando sacando una fuerza de no sabían donde, aquella criatura los lanzó a varios metros de distancia. Salieron volando y se estamparon contra un árbol. Estaban aturdidos, el duende se acercaba pero no se percató de que tras él, un ser enorme le seguía, era el troll amigo de Teresa. Fue a detenerla cuando corrió la misma suerte que los hermanos, con tan mala fortuna que se golpeó en la cabeza y perdió el conocimiento.

- ¡Telesforo! - Gritó Teresa- ¡Tienes que salvar a mis hermanos!

La duende se giró, murmuró unas palabras y el farol se desprendió de la rama rodando por el camino.

- ¡Te vas a enterar! - Exclamó Carmen-
- ¿Qué vas a hacer? Esa pequeña es mía, servirá para alimentar al gran mago negro, sus pensamientos alegres son necesarios para que él viva. ¡No saldréis de aquí y vuestro amigo tontorrón tampoco! - Gritó aquella duende con aspecto más bien malvado-
- ¡Que te lo has creído, tonta el haba! - Exclamó Carmen abalanzándose sobre ella y saliendo de nuevo despedida-. Fue a caer encima del troll que despertó de su aturdimiento-

Nacho aprovechó que la duende estaba ocupada con su hermana para darle un buen mordisco en un brazo. La criatura se revolvió e intentó atraparlo.

- ¡Carmen corre a por Teresa! 

El duende y la niña corrieron tras el farol, pero las piernas les pesaban cada vez más, no podían avanzar y el paisaje que les rodeaba se volvía espeso y oscuro. De repente, Nacho, Carmen y Telesforo se vieron atrapados en faroles similares a los de Teresa.

- Ya no vais a ningún sitio - Rio maliciosamente la duende- Ahora... ¡A servir de energía a nuestro gran mago!

Sin embargo, la malvada criatura no contaba con otra presencia. Un hada, un hada llena de luz que salió de la nada y que solo con posar sus ojos en la duende, esta se desintegró. Pausadamente se dirigió a los faroles y niños y troll escucharon palabras en su mente.

- Estáis a salvo, os llevaré a mi bosque.

Cuando abrieron los ojos, ya no estaban en la gruta, ni en el bosque de los faroles, estaban en uno muy luminoso y al fondo... Un hada. Carmen la reconoció enseguida.

- Un momento...¡Yo a ti te conozco!
- Claro que me conoces - Sonrió dulcemente-
- Eres... ¡Eres la prima Maite! Mamá me dijo que ahora eres un hada, pero que como eres novata, no puedes venir a vernos todavía. - Dijo la niña-
- ¡Y tiene razón! Ahora mi sitio está aquí, me toca proteger a los niños que se pierden y evitar que caigan en manos del mago malo.
- Pero... Yo soy un troll - Dijo un poco triste Telesforo-
- Pero eres un troll bueno y los trolls buenos están protegidos por mí también. Además, ¡eres amigo de de Teresa!.
- ¿Puedes venir con nosotros? - Preguntó Nacho-
-  No, cariño, no puedo.
- Es que mamá se pondría muy contenta. - Insistió Carmen-

El hada Maite sonrió y abrazó a los pequeños.

- Tengo que irme, decidle a los papás y a los tíos que estoy bien, que tengo un bonito trabajo y que siempre estoy con vosotros, aunque no me veáis. Tengo que cuidar de los niños del mundo y eso es mucho trabajo.
- Pero...¿Cómo vas a estar con nosotros si no te vemos? - Preguntó Carmen apenada-
- Porque estoy aquí - Dijo el hada señalando el corazón de la niña-

El hada levantó las manos y se formó una espiral en el aire. 

- Entrad, al otro lado está Casa Encantada. No os preocupéis por vuestros amigos, os esperan allí.

Los niños y el troll entraron y la espiral se cerró, pero aún les dio tiempo a ver al hada Maite despidiéndose de ellos y diciendo una última cosa.

- ¡Buscadme en el árbol 69!


De vuelta a Casa Encantada, lo primero que hicieron fue contar con pelos y señales todo lo que había sucedido. La gemela presentó a su amigo como Telesforo y claro,  su hermano sintió celos de él puesto que no tenía nombre.

- ¡Tú te llamarás Facundo! - Dijo Paula que no había abierto la boca hasta entonces- 
- ¡Anda que bien! ¡Otro troll en calzoncillos! ¡Eso tenemos que arreglarlo, Pirú! - Propuso mami Teresa.

Todos rieron y festejaron los nombres de los trolls, que sin embargo sabían que no podían quedarse en Casa Encantada. Eso sí, llegaron a un acuerdo con Pirú para que los dejara en un lugar protegido del mundo mágico y además, recibieron una rosa azul, el artilugio con el que se comunicaban los habitantes de la casa.

- Mamá, quiero teti - Dijo la gemela que estaba hambrienta después de aquella aventura- 
Imagen procedente de Pinterest, (Feltify) puedes adquirirla en www.feltify.com

- Pues vamos allá. ¡Teti al canto!

Los amigos decidieron hacer una fiesta para dar la bienvenida a los nuevos habitantes y a la vez, celebrar la apertura de la botica. Esta vez la fiesta sería a lo grande, una bien bonita y de disfraces. Teresa andaba probándose su traje cuando Nacho le dijo que se asomara a la ventana.

- ¡Pero bueno, qué sorpresa!
- ¡Pero si es papá! -Exclamaron las gemelas que salieron corriendo sin que nadie pudiera detenerlas-

Por el camino, un ratón venía paseando ajeno a todo lo que había pasado, no podía ni imaginar que en solo un día casi desaparece una gemela y aparecen dos trolls en calzoncillos, pero además... Estaba a punto de abrirse la primera botica de Casa Encantada.

El ratón puede ser adquirido en Etsy, es propiedad de OliverBrye y hace encargos personalizados. 
La dirección de la tienda es: https://www.etsy.com/shop/oliverbrie


Y al fin llegó la fiesta que fue como solo pueden ser las fiestas de Casa Encantada. Los niños tuvieron su paseo a lomos del culebre Smaugui, tal y como les habían prometido, y por supuesto, Matilda les había enseñado el truco de esconderse en un guante para asustar a todos. Los mayores no paraban de hacerse fotos delante de la flamante botica así que os dejo por aquí la de doña Teresa Recetillas que quedará para el recuerdo de todos los habitantes de la casa más especial del Guadiato. 


Esta preciosa ratoncita es propiedad de OliverBrye, que además  hace encargos personalizados. 
La dirección de la tienda es: https://www.etsy.com/shop/oliverbrie
También la puedes encontrar en Pinterest.

Con mucho cariño para Teresa y Javier y en especial para los preciosos ratoncitos: Carmen, Ignacio, Teresa y Paula. ¡Bienvenidos a Casa Encantada!

sábado, 20 de junio de 2020

CHARLA SOBRE Casa Encantada con el concejal de cultura.

En el día de ayer tuve una charla con el concejal de cultura del Excmo Ayuntamiento de Peñarroya- Pueblonuevo, don Luciano Carrasco, con quien pasé un rato muy agradable recorriendo Casa Encantada y hablando de sus personajes. Si te lo perdiste, puedes vernos y escucharnos en el siguiente vídeo.
Gracias por la oportunidad.



Recomendando lecturas desde Casa Encantada.

Con motivo de la I Feria Virtual del Libro, aprovecho para recomendaros esta novela. Feliz lectura.