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domingo, 30 de julio de 2023

EL LATIDO DE LAS PIEDRAS.

@indiana_code_drone
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Los años en la sombra volverán como pájaros de invierno, traídos por pupilas de paso que admiran las grietas y el barro y los versos hambrientos de atención. Todo aquí es eterno, aunque no se nombre, porque el sol es nuevo cada mañana y los recuerdos se envuelven en trovos que pasan de ave en ave por los siglos de los siglos.

El verde coqueto se levanta codiciando caricias pétreas, vistiendo las ruinas de faldas musgosas que a veces, traen amapolas. Coloretes para los años. Los árboles son notarios de estos sucesos bajo el sol y la lluvia que os cuento hoy, sentada al borde de los días.

Hay magia en las ruinas, en el bullicio de pensamientos que afloran frente a ellas. Palabras danzan en mis manos y siento el latido de la vida guardada entre los muros. A la espera de la sonrisa que encaja entre las fisuras del tiempo y trae inspiración para quien sabe mirar, para quien sabe escuchar.

Descubro que aquí se guardan estrellas de esplendor completo, estrellas sin epitafio porque viven como guirnaldas sobre las piedras. Prófugas del cielo, han decidido hospedarse en esta casa donde cada noche, desentierran canciones para enamorar al Universo.

Viajero, pasa y deja aquí un recuerdo, hasta que la fiebre del poeta venga a rescatarlo.

Pepa Gómez

Fotografía de Diego Romero, os invito a pasar por su Instagram: indiana_code_drone Estoy segura de que no os dejará indiferente. 


lunes, 12 de junio de 2023

EL REFUGIO.

La soledad es el refugio de los fuertes. Binomio perfecto que se pinta de colores, de sonrisas y de renuncias. Se nace y se muere así,  hijos de lo invisible y hermanos de las oraciones sobre el papel. Frente al ruido del corazón,  el silencio de las letras y los nombres en negro.

Los fuertes tienen un espacio para el dolor que nadie ve porque todos desoyen los avisos. Un  discurso mudo que grita dentro a pleno pulmón. Pero nadie ve, nadie escucha... salvo soledad que siempre menciona sus nombres.

Supongo que silencio y soledad van juntos al campo de batalla, si ganan se quedan con las vísceras, si pierden, la primavera se llena de promesas. Promesas para mendigos desubicados. 

La fortaleza ya no es útil, es formol para el sentimiento que al final aterriza en un papel cualquiera, invisible,  muerto, sin esperanza de consuelo. La esperanza para los fuertes es una cárcel con migajas para gorriones adiestrados.

Hacedme caso: la soledad es el refugio de los fuertes.

jueves, 4 de mayo de 2023

Una vez al día.

La primavera depreda lo poco que queda del invierno, su recuerdo se aferra a las mentes dormidas, tintadas de lutos que ya nadie comprende. Hoy el cielo es verde y trae sonidos de pájaros que bordan canciones a las nubes. Son bordados invisibles, como el aroma que ahora llega y me emborracha de verdades el alma. 

Es primavera, pero el sol raja la carne como si fuera una navaja. No importa, soy del sur, de la Andalucía que muerde el sudor cuando las cigarras entonan su canto. Es primavera, sí,  al menos una vez al día. 

Esas hojas son como agua tras el cristal, no calman la sed de quien rota la mirada, se rinde a la evidencia. No es el sur. No, no lo es. Es el recuerdo de la lluvia perdida aquí, es la amante que deja sin rubor a su amado y marcha a fecundar la piel de otras tierras. Rotura que sangra dejando intentos baldíos de nada. Ya... nada.

Melancólica, miro la fotografía que aviva mi imaginación, como si de repente un viento racheado empujara mis letras hacia Dios y le dijera: «necesitamos respirar». Con lluvia, con ríos, con brumas, con gotas difusas que dejen papeles mojados e intención de sonreír. Vosotros sois testigos.

Es primavera, sí, al menos una vez al día. 


Gracias a mi amiga Raquel por esta y otras preciosas fotografías de la bonita Galicia. Allí, sí es primavera.


martes, 16 de agosto de 2022

EL MAR.

Tan puras las olas como la sonrisa de un niño, brotan en sus crestas las espumas que llevan a la orilla la alegría del verano. Corazones que expulsan el dolor guardado y vienen aquí a abrazar la esperanza, acunados en la dulce melodía del agua. Buscan paz que alegre sus días y el mar les ofrece porvenir, abrazos fugaces envueltos en sal. 

Resoplan las olas despejando las almas, llenándolas de mil versos contra la soledad.  La soledad se  combate con belleza. El agua peregrina a la orilla y vuelve a fundirse en lo profundo, se lleva el dolor del espíritu y trae perfumes, caricia, tranquilidad. 

Qué hermoso es este día en el mar, es como la sonrisa del ser amado: dulce y sin interrogantes. Quiero perderme aquí en la amalgama de sonidos y olores que entrelazados me besan la piel. Quiero el sol lleno de gozo en el cielo y la algarabía del viento que vuela desde el horizonte infinito.

Escribo esto porque no es un sueño, es un suspiro de vida que queda aquí, en el verso que no es y se abre camino como un sable entre las letras.  Sin medida, sin condición, salvaje como el mar que choca contra mi cuerpo y abrazo en perfecta armonía. 

jueves, 28 de julio de 2022

SIESTAS DEL SUR.

El alma en la siesta esta circundada por océanos de sueño, pero el afanoso termómetro mantiene la vigilia. Comienza la evocación del tallo de hierba y la lluvia que despierta olores a la tierra; esa Naturaleza sin freno, estrepitosa cuando el sol está de baja.
Hondos suspiros salen de cuerpos inertes, calor a la sombra que confiada deja pasar el viento que arde en la nada. El sueño se fragmenta y el alma audaz recurre a la belleza hospedando recuerdos que son más bien un presente, el presente. 
Besos tibios recorren la sangre, corazón responde con espasmos. Uno, dos, cien... Calor, la carne se cubre de diamantes bajo la danza del amor mientras la emoción, rebelde,  vibra en el pecho. El calor se desploma y las parras dibujan encajes en el suelo, son filigranas que las hojas tejen con la sombra. Siesta, almas de verano bajo el oro de estas tierras, ese que calienta las aguas y las penas, que sobresalta al que quiere invocar a Morfeo y que seca los arroyos cuando junio rinde sus días.
Siesta en el sur, donde el sueño es solo para cuerdos y acaso una tarde se habla de horas derretidas al reloj del mediodía. Ojos cerrados, pero despiertos al lento pasar de la canícula que obstinada se pega a las mejillas.

miércoles, 2 de febrero de 2022

LOS MARES VERDES.

 

Brotan indómitas las siembras, escapando de la tierra delicada del sur, la que se riega con oraciones antes y después de la cosecha.

Hay un manantial de luz chorreando desde el cielo, buscando desabrochar las panzas de las nubes para que este año, como cada año, el agua se entregue. No sé si lo conseguirá, no sé si este mar abierto y verde acogerá las lluvias de abril.

Miro lejos, allá donde el pardo de las encinas se funde con el celeste llenando mi alma del delicado aroma de los recuerdos. Es frágil ese olor que emana del pasado, que conmueve el pensamiento y desborda la sonrisa. Efímera a veces, casi siempre cuando se evoca un pasado grande lleno de seres amados. 

Unas tórtolas turcas espantan el silencio, el sol estalla en sus plumas del color del humo de los cigarrillos.  Mis ojos siguen las curvas que arrancan al viento, siempre perfectas, siempre armónicas. Como si supieran adónde van. 

Cierro los ojos y sueño con los tallos esbeltos del heno, con la voz de mi padre que anuncia la siega... Y lo veo como si fuera cierto, como si la sombra del tiempo pisara mi corazón lleno de memorias. No es una mañana especial, solo es una prolongación torpe de aquella cuya existencia ahora está ligada a la eternidad de quienes me antecedieron. Abro la mirada, que no los ojos, y la sangre cálida se agita en mis venas. Es la llamada de Ceres. Un año más, una vida más....

lunes, 10 de enero de 2022

AMOR A PRIMERA NOCHE.

Hace noche de hermosura, de lluvia lenta con rumor de besos que flotan en el agua. Inmenso el cielo cubierto de nubes que huyen empujadas por el viento, acompañadas de sombras a las tres de la mañana.

Tras el cristal veo enamorados con sus auras de colores, vestidos de estrellas en su esfera de amor, susurrando promesas que tal vez queden en el olvido. Luego, silencios. Silencios de esos que inflaman el pecho y despojan de horas al tiempo para regalar rosas y caricias.

Pasan por mi ventana y no hay luciérnagas, solo luces añejas de faroles que han envejecido mal. La lluvia dibuja rascacielos de agua que tiemblan bajo la luz artificial porque es invierno. Es invierno y los cuerpos extienden las manos fecundas de cariño para guardar los impulsos de siglos que pasan en un suspiro.

Me gusta esta noche de ojos abiertos y temblor de corazones, de vida que crece en labios generosos mientras el alba asoma sus bordes.

 

viernes, 26 de noviembre de 2021

HA LLEGADO EL INVIERNO.

Cae el silencio sobre la tierra y el aire blando recuerda que el sol es solo cabeza de alfiler, un astro lejano que ha perdido el color del maíz. El verano, es una quimera. Murallas infinitas de nieve se levantan entre la realidad y el sueño que pervive un año más en estas tierras.
En Gredos duermen Garcilaso, Lope, Unamuno… El recuerdo de las musas que ya no están, que durmieron en el delirio de los grandes poetas y ahora…, arrojadas al olvido, deliran en el nácar del paisaje. Letras lejanas, casi perdidas, que sin embargo hacen arder los dedos de quien escribe. Pobremente, a escondidas. Sea. Letras que sueñan con el paraíso de los siglos.
Hace frío, el aire amenaza y ahoga las palabras aquí, en el pecho, sobre el que a veces galopan caballos de tinta que traen algo bonito. No siempre. Miro mis manos y miro la nieve color de luna. En estas manos chocan las frases que ahora escribo y que tú, lector, exhalas mudo, dulcemente en esta tarde fría de noviembre.
Me alejo con la mente en otras épocas cuyas letras eran oro en la solapa del poeta. Medallas de un mundo que aún asoma tímido sobre el puro blanco de estas tierras que en la boca aún lleva el nombre de Marta. Marta, aquella que….

“No quedó sin llorar pájaro en nido,
pez en el agua ni en el monte fiera,
flor que a su pie debiese haber nacido
cuando fue de sus prados primavera;
lloró cuanto es amor y hasta el olvido
a amar volvió por que llorar pudiera,
y es la locura de mi amor tan fuerte
que pienso que lloró también la muerte”

(Lope de Vega. Fragmento de Amarilis.)

Foto de mi amigo Manolo Rubio y que hoy, me inspiran estas letras. 
Sierra de Gredos.

domingo, 17 de octubre de 2021

EL TIEMPO DESNUDO.



El otoño es como una mujer desnuda a la que solo quedan los labios rojos. Pronto, también caerán, cuando la sangre baje de la boca a los pies y el invierno la encuentre muerta de frío.
Sí, el otoño es un espejismo, una burla, un engaño. La puerta a la tragedia de los bosques deshojados. Ahora, como íntimo anhelo, deja huellas de color en el suelo, como los labios dejan besos sublimes en la piel del enamorado. Besos errantes donde palpita un amor que engendra agonía, pero que se aferra ardiente a sus últimas horas. Después frío, dedos cárdenos que escriben poemas cortos, tal vez de amor y no siempre tristes. Letras que sacudirán el alma hasta la próxima primavera.
¿Estáis dispuestos para el otoño?

Sierra de Gredos. Fotografía de mi amigo Manolo Rubio.

lunes, 13 de septiembre de 2021

ANTES QUE EL OTOÑO.


El otoño llega a media voz, sopla y lanza al viento versos que llenan el aire de cicatrices. Aletea la tarde distraída entre las hojas que bailan y la música que acuchilla el aburrimiento.
El sol hoy es un desdichado, ha perdido el oro en disputas del cielo y ahora llueve. Llueve sobre caminos secos y pastos color de los cirios que malogrados se mecen entre las sombras.
Se apaga el verano y el agua sale al encuentro de las tierras agrietadas por la sed, con los pechos resecos que esperan de nuevo el milagro de la abundancia. Empapando la cabellera de los árboles que cumplieron un año más las condenas del sol. Es el sur, el que destierra el sueño nocturno, el que gotea de besos el insomnio de los enamorados. Es el sol, la luz, el sudor.
Hoy, se apaga el fuego que arderá tantas veces como dure nuestra propia vida y soportemos a ese farsante con talento que llaman frío. Algunos, lo llaman invierno.
Sentaos, abrid un libro. Silencio.

domingo, 21 de febrero de 2021

ENGAÑO.

Hoy el cielo nos ha sorprendido con la dureza del sílex, tal vez porque nos habíamos acostumbrado a mirar al sol a los ojos y no a la luna, que es quien de verdad puede engañarnos. 

Una lluvia espesa vela la luz que habíamos inventado, trayendo de nuevo la zozobra del invierno y sus diamantes acuosos. El cielo no detiene su hemorragia que ya en febrero se antoja insolente. Porque no es esta igual que la lluvia de mayo que cae como satén sobre la piel amada. No, esta es la que nace de la tiniebla y envuelve quejas que ya nadie quiere oír.

Es un día para beberse de un sorbo sin dejar una gota, para pasar palabras de la lengua al papel sin pensar demasiado. Como ahora, como yo, que no sé ni lo que escribo. Un día para excavar los fondos arenosos del corazón y plantar margaritas.

Y en este día, aquí estamos, con las vigas del alma a punto de oxidarse pero en pie, admirando la belleza trágica de un invierno que juega a revivir unas horas, esas que a veces encienden o apagan la imaginación. La mía, ¿inmerecida, desgastada, torpe? Dímelo tú, lector.

jueves, 18 de febrero de 2021

EL SOL


Esta mañana nos visita el sol, se extiende por los contornos de esta tierra color de la piel en verano, cuando los pies crujen sobre la arena caliente. El viento es tranquilo y delante de los ojos, escaparates de flores se muestran sin pudor. Es la vida en el campo, la que cabe en los cuerpos que saben esperar mientras el frío extiende su aliento.

Un lecho de hierba crece junto al arroyo, lento y en paz transcurre como el tiempo, solo que aquí, el tiempo se ha yuxtapuesto. Por la noche, la luna aúlla entre los juncos, cargada de nostalgias y amores que ya a nadie importan.

El cielo azul abre su cremallera por la que asoman nubes propias de enamorados. Son antiguas, están ahí desde antes de que yo naciese y estarán mientras haya hombros dispuestos a cargar con esta herencia.

Vuelvo al camino, al otro lado de la casa la siembra se aprieta a la tierra hasta saldar su deuda llegada la primavera.  Mientras tanto, esperaremos al sol que hiere las heladas y pone voz al silencio con el vuelo de las abejas. El invierno envejece, Andalucía despierta.

lunes, 8 de febrero de 2021

FESTÍN DE INVIERNO

 

Un cielo gris metal se extiende sobre la existencia, doblando árboles raquíticos encogidos de frío. Es un color que invita a arrellanarse en los recuerdos, a arrojar el corazón por encima de los días. Lejos, tan lejos como alcance el vuelo de una golondrina.

Colores así emergen de la poderosa Naturaleza para recordarnos que no somos inmunes al temblor de las emociones, que somos arcilla en manos de la risa o del llanto. ¿Quién quiere llorar en esta tierra? Nadie, sabiendo que la arena ardiente espera al otro lado del calendario, cuando el sol devora las horas con la misma avidez que el amor consume a los enamorados. No, nadie llora aquí.

Cierro la ventana, las nubes están a punto de estallar, acarician con su panza la cresta de las sierras y penetran en la maleza descargando su tinta que dibuja ocres, topacios y verdes. Aún resiste la inocencia en este paisaje tupido de años, vibrante de sensibilidad que juega a colorear esta tarde de luces vendadas, de humedad... De este insólito festín de invierno iluminado tan solo por mis letras. Mis pobres letras.

Muchas gracias a Josefa Ortega Peña por la bonita fotografía.  Gracias por despertar mi creatividad 😘

domingo, 17 de enero de 2021

EVOCACIONES

Volverán los días largos y la sed a la boca, los pasos bajo la sombra y los cabellos revueltos en anarquía perfecta. El sempiterno abanico que baila en la mano a las horas del fuego y las pecas bajo los ojos arrugados de sol. 

Volverá el verano, paraíso del insomne que estrella los suspiros contra las horas y saca de la noche letras para sus lectores.  Y el día,  bajo los árboles, deja descansar la piel que el sol cubrió de claveles rojos. 

Vale la pena esperar las estaciones si al final están los sueños bajo un sombrero, en los campos tranquilos de julio, con el alma en las hojas encendidas de vida. En este lugar, al nervioso viento que se cuela entre las flores y estira su olor en mi particular paraíso. 

Volverá el verano, feroz, resplandeciente, con mañanas de cielos aguamarina que se derraman sobre el muro de calor de una Andalucía dormida al son de los insectos. 

Volverá,  lo sé y lo espero.

Pepa Gómez.

sábado, 14 de noviembre de 2020

LO ETERNO.

Nadie sabe quién es quién en este lugar ajeno al color donde no cabe más que abismo e invierno. Los árboles advierten la presencia de las nubes cenizosas, traerán la lluvia que cae siempre sobre las mismas piedras y sobre los troncos arrugados que aguardan al frío.
Aquí el tiempo es siempre el mismo, salvo para el Hombre, que como reloj de arena, deja escapar sus años imperfectos ante Dios. Y tal vez un día despierte de su abandono y se tienda al sol, a doblarse frente a la Naturaleza con un aleluya.
Mientras tanto, el avance del invierno es imparable y la armonía quieta de las sombras rezumará silencio. Paz. Los caminos se llenarán de lluvia y el sol será solo una alucinación en las grietas de la memoria. 
El tiempo aquí tiene raíces, son los días del suelo que conocen los pastores, los que bendicen las mañanas al compás de su rebaño. Ellos saben que las horas giran en sus manos y que todo llega cuando tiene que llegar.
Los bordes de las nubes se visten de luto, el agua cae y las ramas que andan desnudas buscan refugio en el aire, se coronan de relente para que el tiempo llene de cicatrices su carne. Invierno, tiempo, bóvedas grises sobre estas tierras abandonadas por el sol una estación más, un año más, una eternidad más inmóvil bajo el cielo.

Fotografía gentileza de mi amigo Manolo Rubio.

jueves, 29 de octubre de 2020

LA VÍA

La vía se ha quedado ciega y los adioses flotan en un espacio donde no resucitarán jamás. Soria abandonada, tierra de poetas que escribieron todo cerca y lejos de ella, sueños hermosos aborrecidos por la ausencia. 

Final de trayecto, distancia inmensa entre el fue y el ahora vestido de luto, como las golondrinas que hoy no vendrán. No hay viajeros ni trenes en esta vía hermosa comida de soledad, pintada por los pinceles del olvido, siempre fieles al recuerdo inexorable. Ya no hay vaho de madrugada ni vuelvo en tres días, pero así, con sus miserias y desilusiones esta vía late entre la hierba como guardiana de la vida. Vieja y sin suerte, rompe cada día la monotonía del paisaje para traer de vuelta las emociones que llevaba sobre su columna ahora oxidada. Ni siquiera la lluvia la alejará de la tierra, en ella se acunan historias que viajan hacia nunca y allí, dormidas serán lo que tengan que ser por toda la eternidad.




Fotos de mi amigo Manolo Rubio en tierras de Soria.




martes, 27 de octubre de 2020

PAISAJES.

 El cielo vestido de purísima y las ramas ya doradas anuncian que ha llegado el otoño. Luz que dejará de ser verdad para ser duelo, para disfrazarse de tiempo aletargado y lluvia en las almenas.
Sin embargo, hoy el día se derrama en cantos de pájaros que incendian el aire. La tregua hasta la oscuridad es apacible y permite vestir las cercas de cabelleras de yedras, latiendo en las piedras mientras el sol no sea devorado por la jauría de nubes que se vislumbra en el horizonte.
Paisajes de España vividos por siglos, despiadados con el hombre que se rompe la espalda tras el arado, gentiles con los ojos que buscan libertad. Esta tierra de reyes y colores extremos huele a pueblos deshabitados y amaneceres perdidos en la memoria, huidos de una muerte que la Historia llora.
Vamos a sentarnos, admiremos la tarde serena y la hierba tierna que tiembla sobre el suelo. Sentémonos, inocentes a esperar los versos que traerá el invierno.

Fotografía de mi querido amigo Manolo Rubio.

sábado, 24 de octubre de 2020

CELAJES.

La niebla confunde al día en la tierra vallisoletana, lo efímero del verano lo convierte en poesía abandonada en el tiempo. 
A la orilla del camino, los ángeles hacen confidencias al rocío que cae fácil, como redescubriendo una tierra que un día fue buena para el trigo. 
La soledad vive aquí, instalada entre la bruma y las horas, enredada a las ramas del árbol sin nombre. Los ángeles ríen, pasan inadvertidos al transeúnte que jamás se detiene. Él también está solo, en medio de este paraje desabrigado donde gota a gota, la niebla teje su red de cenizas. El corazón aletargado, el paso acelerado y la oscuridad del invierno, todo dibuja una tarde llena de soledad, donde los sueños se desvanecen desteñidos por la neblina. 

Los ángeles abren sus alas y ascienden a los altares de nubes. Se posan sobre el árbol solo, habitado de humedades y arrastrado inevitablemente al letargo.  Huele a invierno y las navajas de hielo volverán a hundirse en los campos, donde la soledad hierve en las lomas y la sombra apaga la memoria de agosto. 

Desmemoriado el sol, los cuerpos se preparan para las viejas heridas, esas que oxidan el alma en el eterno silencio. Solo queda ya la esperanza que los ángeles dejan a los pobres entre los glaciares del cielo. Rezad, ha llegado el invierno.

Fotografía de mi amigo Manolo  Rubio en tierras vallisoletanas.

viernes, 2 de octubre de 2020

TRUENO.

La tierra pone su aliento en el aire, huelo la vibrante fragancia que me recuerda la niñez. Vestiduras negras en el cielo, serpientes de luz. Trueno. La tormenta distribuye la sombra a lo largo y ancho del firmamento y el día retrocede. Se ha apagado, como si hubieran disparado a la bombilla del cielo y de repente, todo se volviera oscuro. Las nubes gritan y un fogonazo ilumina el pasto marchito del verano. He aquí el testimonio del tiempo, apenas un bocado en la vida del Hombre, pero una eternidad en estas tierras castigadas por el olvido.
Cierro los ojos, el viento tibio me envuelve con sus alas. Truena. De repente, lluvia. Armonía perfecta en esta ceremonia otoñal vista tantas veces con ojos siempre vírgenes. Cae el agua sobre el espíritu que en la quietud del campo tiembla emocionado. Y es entonces cuando soy siempre yo y en la tarde ciega de septiembre, vuelvo a la poesía, a galopar sobre las letras del jardín sagrado de la imaginación.

lunes, 14 de septiembre de 2020

PERSEIDAS.

El cielo se ha cubierto de un negro feroz, muchedumbre de estrellas que se suicida a cada poco en una noche lenta, llena de nombres y ropas extraviadas bajo la catedral oscura. Hay silencio, es hermoso y repetitivo, corre por entre las encinas como si flotara contemplando la noche agosteña. Al borde de la sierra alguien tiene besos en los bolsillos, besos que desenvuelve y vuelan a la piel de quien espera; no es nada prodigioso, saben el camino. 

Es verano, el calor cuelga de un cielo que entre los árboles tupidos deja ver sus diamantes. Si no hubiera nadie, ¿quién diría que esto existe? Cualquier corazón puede dormir aquí, pero no estará solo, la luz que choca contra el suelo pone brillo a la piel, como si la luna invisible devorara la soledad con sus brazos de plata. No, no se puede estar solo en un lugar donde la belleza es gratuita y se pavonea sin pudor. 

La oscuridad teje oraciones en este rincón profundo, palabras cortas que ponen sortijas al alma mientras crecen los aromas del amor y en lo alto, Nut despliega su manto para acoger el sueño como ayer, como hoy, como eterno.