La primavera había llegado a Casa Encantada con sus cielos de sábanas blancas y azules, los pájaros en clase de vuelo y una alegría desbordada en el corazón de sus habitantes. A todos les gustaba esta estación, pero especialmente al mago Pirú que celebraba su cumpleaños. ¿Cuántos? Ni se sabe, además, es de mala educación preguntar la edad a un mago.
Y es justo lo que don Leonardo Peinacanas le explicaba a Bizcocho, nuestro ratón goloso, que aprovechando la ausencia del mago esa semana, se podría organizar una bonita fiesta de cumpleaños, pero recordando que jamás, jamás se debía preguntar la edad.
Poco a poco la biblioteca de don Leonardo se fue llenando de amigos, la noticia de la fiesta había corrido como la pólvora por toda la casa y cada uno tenía su propia propuesta.
- ¿Y si hacemos una enorme piñata con su cara? - Propuso la lagartija Matilda-
- Desde luego... ¡Pero qué cosas tienes! - Le replicó Benito Mondanueces- Pirú merece algo mejor, propongo un enorme pastel que haremos Blasito y yo. Para eso somos los cocineros de Casa Encantada.
Casi una hora después, muchas propuestas pero ninguna acababa de convencer a todos, en eso, la puerta principal se abrió y apareció Plumillas. Era el único que no había asistido a la reunión porque estaba trabajando en un interesante artículo para Casa Encantada Noticias.
- ¡Al fin llegas, alma de cántaro! -Le espetó Matilda nada más verlo-
Don Leonardo puso al corriente a nuestro amigo sobre lo que traían entre manos y este de repente tuvo la solución.
- A Pirú le encanta la buena mesa en todos los sentidos ¿Y si le organizamos una fiesta que reúna menú excelente con mesa preciosa y sorpresa? - Dijo mirando a todos sus amigos que habían enmudecido con la propuesta-
- ¿Y cómo vamos a hacer eso? - Preguntó Blasito-
- No lo haréis vosotros, pero ayudaréis. Llamaré a mi amigo Borja Artiñano, coincidimos en Estados Unidos cuando estudiábamos y trabajábamos como camareros. ¡Ahora tiene una empresa de catering magnífica!
Matilda se levantó y comenzó a andar alrededor de su amigo.
- ¿Tú has estudiado en Estados Unidos? ¿Y qué hace un ratón cordobés allí?
- Enseñar a los americanos a hacer salmorejo. ¿Te parece poco?
A todos les pareció buena idea, especialmente a los cocineros Blasito y Benito que sí conocían Pocheville Catering y se pusieron nerviosísimos con la noticia. ¿Estarían a la altura? ¡No podían creerse la suerte que tenían!
Plumillas llamó a su amigo que aceptó de inmediato, ¿una fiesta sorpresa para un mago? ¡Por supuesto! Al día siguiente llegaba a Casa Encantada cargado de ideas y deseando conocer a todos los habitantes. Se paró ante la puerta y llamó, Matilda salió de inmediato.
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- Buenas tardes, usted debe ser Matilda, soy ... - Borja intentó presentarse sin éxito porque inmediatamente la lagartija lo interrumpió-
- ¡Ah, no se moleste! No queremos cambiar de línea telefónica ni de compañía eléctrica, aquí no necesitamos nada de eso porque esta casa es mágica así que si viene usted de Ratadrola Electricidad, no se canse, no nos interesa. Gracias por su visita, adiós.
Y cerró la puerta dejando al pobre Artiñano sorprendido y plantado como una lechuga. Ya había sido advertido del carácter de Matilda, pero no se esperaba experimentarlo nada más llegar. En fin, habría que volver a llamar. De nuevo, la lagartija.
- ¿Otra vez usted? Ya le he dicho que....
Esta vez fue Borja quien no dejó hablar a la maleducada Matilda-
- Soy Borja Artiñano, de Pocheville Catering y he quedado aquí con Plumillas. ¿Podría hacer el favor de avisar a mi amigo? - Dijo un poco molesto con la actitud de la lagartija-
- ¡Aaaaaaaaanda que la he liao! - Exclamó llevándose ambas manos a la cabeza- Perdona coleguita, es que te había confundido con otra persona. Pero, ¡pasa, pasa!, no te quedes en la puerta.
¿Coleguita? ¿De dónde salían los amigos de su amigo? - Pensó nuestro invitado cuando atravesó la puerta- Enseguida acudió Plumillas para aclarar todo.
- ¡Querido amigo! Espero que hayas tenido buen viaje. Veo que ya conoces a Matilda.
Borja tomó del brazo a Plumillas y lo llevó a un lado.
- Oye, ¿esta lagartija es la misma de la que me hablaste?
- Sí, claro. ¿Por qué?
- Bueno, creo que ya he pagado novatada con ella.
Plumillas se disculpó por lo ocurrido y luego fueron derechos al salón donde Borja pudo conocer a todos los habitantes de la casa. Acto seguido expuso la idea que tenía para la fiesta de Pirú y pidió colaboración para hacerlo entre todos. Los cocineros estaban tan nerviosos que casi dejan caer la bandeja con dulces variados que traían para agasajar al invitado.
La mañana trascurrió entre idas y venidas a la cocina e ideas para montar las mesas. Estaban absolutamente maravillados con las hermosas vajillas que Artiñano puso ante sus ojos, todos menos Bizcocho que solo atendía a los dulces que pasaban por delante.
Terminado el día, se despidieron hasta la mañana siguiente en la que Matilda y Plumillas lo acompañarían al bosque para recoger algunas flores, ramas o cualquier otro elemento natural que le sirviera para hacer un bonito arreglo floral para adornar las mesas.
- Oye, Matilda - Llamó Plumillas a su amiga con un gesto para que lo siguiese a la cocina-
- Dime, Plumis.
-¡No me llames Plumis! ¡Qué manía tienes! - Exclamó molesto el ratón- Haz el favor de portarte bien y ser educada, mi amigo lo es y espero lo mismo de ti.
- Yo soy educadísima. ¿Tu amigo es como tú o es normal?
Plumillas elevó las cejas en un gesto de asombro ¿Qué significaba esa pregunta?
- ¿Es que yo no soy normal? - ¡Mira que eres bruja!
- Bueno... Eres un poco pesao y un sabidillo.
- ¡Mira qué graciosa! Borja es un señor muy educado, así que trátalo bien y no seas bruta.
- ¿Puedo gastarle bromas?
- Si, pero sin pasarte.
- Sí, piri sin pisisrte... ñe, ñe, ñe. ¡Eres un cursi! Le haré la morición, ea.
Amanecía sobre las ocho cuando Borja escuchó ruido tras su puerta. Era Plumillas, venía a disculparse por no poder acompañarlo al bosque, se le había presentado un imprevisto y tenía que partir hacia Los Altos. Lo dejaba con Matilda a la espera de que todo fuera bien.
Nuestro invitado bajó y fue a desayunar, luego dio un largo paseo por los alrededores, pero la lagartija no aparecía. A las nueve y media, su paciencia estaba al límite y decidió buscarla.
- ¿Matilda? ¡Está en la emisora! - Le dijo la seño Yolanda que salía con sus alumnos de excursión-
- Bueno, ¡esto es el colmo! ¡En esta casa nadie se toma nada en serio! - Pensó nuestro amigo cuando decidió ir a hablar con la lagartija y darle las quejas por su plantón-
Al verlo entrar, Matilda se dio cuenta de su despiste: ¡Lo había vuelto a dejar plantado! Porbre Borja - Pensó-
- Matilda, por favor, ¿tienes un momento?
La lagartija le hizo una señal para que esperase un minuto. Puso una canción y luego atendió a Borja, que no parecía enfadado con su despiste. Antes de dejarlo hablar, se disculpó.
- ¡Ostras, nene, perdona! Es que el Plumis se ha tenido que ir pitando y tenía que atender la emisora. No te enfadas, ¿no? Yo te doy unas explicaciones molonas, te pinto un mapa y te vas tú solito a buscar tus adornos. ¿Hace?
No daba crédito a lo que escuchaba, pero, ¿quedaba otra alternativa? La lagartija cogió lápiz y papel y empezó a dibujar.
- Mira, cuando llegues aquí, giras a la derecha, tienes que ver un grupo de rocas y detrás el arroyo y la arboleda. No tienes pérdida. Ahí encontrarás musgo y también flores en cuanto andes unos metros. Si te despistas, en la casa de madera vive doña Carmelita Despistillos, puedes preguntar. Y ahora que lo pienso, ¿por qué no vas con Smaugui?
- ¿Smaugui?
- ¡Sí! El Culebre. ¿No te han hablado de él? Es como un dragón, pero en español.
- ¿Dice palabrotas en lugar de escupir fuego?
Matilda comenzó a reír, ¡era lo mejor que había escuchado en años! Le explicó quien era y que con una sola llamarada, ponía en marcha la calefacción de Casa Encantada. Le aconsejó ficharlo para mantener caliente las viandas.
Tras un rato de charla pudo convencer a la lagartija para que lo acompañase y esta accedió. Aunque solo un rato.
Ya en el bosque, Borja disfrutaba de lo que la Naturaleza le ofrecía para sus arreglos.
- Mira, Matilda, esas flores son maravillosas
- Pero si son de lo más normalitas... - Objetó la lagartija-
- A ver... Esto es un evento en mitad del campo, ¿no querrás que monte las mesas como si estuviéramos en la embajada de Portugal, no?
- Pues mira, sería todo un detalle por tu parte.
- Eres terrible, de verdad. Anda, ve por allí y mira a ver si hay musgo, yo iré por este lado.
Se separaron unos instantes y Borja descubrió unas setas preciosas.
- ¿Pero qué maravilla es esta? Me las llevo para mis arreglos.
Tan ensimismado estaba buscando flores y piedrecitas aquí y allá que no se dio cuenta de que Matilda llevaba un buen rato llamándolo.
- ¡Jolines, Borja que estás sordo! Llevo llamándote una hora.
- ¡Ya será menos, exagerada!. Y no digas jolines.
- ¿ Y eso por qué?
- ¡Porque lo digo yo! Es una cosa muy fea y tú eres una lagartija muy bonita. No lo digas.
- ¡Jolines! - Dijo Matilda con los brazos en jarra y arrugando la nariz-
- ¡Matilda!
- Ahora te hago la morición.
Y sin pensárselo dos veces se tiró al suelo y se hizo la muerta. Nuestro amigo no sabía ya donde meter tal cantidad de sensaciones. ¿Era así de verdad aquella criatura o lo hacía para probar la paciencia del prójimo? Estaba asimilando la visión que tenía frente a sí cuando Matilda abrió un ojo.
- ¿Puedo decir jopé?
- ¿Quieres probar los platos que vamos a preparar y participar en la fiesta? - Preguntó agachándose y mirando a la lagartija muy fijo-
- ¡Ya no lo digo más! - Y se incorporó de un salto-
La vuelta a casa fue divertida. Borja le contó mil anécdotas y Matilda reía tanto que no podía caminar. Otras veces era él el que moría de risa con las cosas de aquella criatura verde y revoltosa.
El día se cerró mucho mejor de lo que había empezado. En dos días sería la gran sorpresa así que muy temprano comenzó el trajín de mesas, recetas, vajillas....
Borja estaba en la cocina dando instrucciones a Benito y Blasito.
- Chicos, esa crema más suave, por favor. ¿Alguien ha visto la cesta que traje ayer del bosque?
- Pues como la hayas dejado en la despensa, olvídate. Bizcocho se lo come todo. - Le dijo Blasito-
- ¡Qué horror! ¡En esta casa sois todos unos zampones!
La cesta estaba en el exterior donde ya se montaban las mesas. Borja extrajo sus tesoros y se dispuso a adornar. Plumillas llegaba en ese momento.
- Hola Borja ¿Qué tal ayer con Matilda? Es buena chica, aunque un poco sinvergüenza.
- ¡Lo pasamos de lujo! Es bruta como ella sola, pero muy divertida. Además, ¡me ha enseñado a hacer la morición!
- No me lo puedo creer... - Murmuró Plumillas-
- Pues créetelo, fue divertidísimo.
- ¿Qué es eso que tienes ahí? - Preguntó muy serio -
- Pues unas setas, las cogí ayer para .....
- ¿Pero qué has hecho, insensato?
Plumillas puso una mano en el hombro de su amigo y le contó que no eran setas, sino casas. Sí, las casas de los gnomos que vivían en esa zona y que tenían una mala pipa...
- ¿No te aseguraste de que estuvieran vacías? - Preguntó Plumillas preocupado-
Borja no daba crédito a lo que oía. ¿Casas? ¡Si eran setas! Llevaba utilizándolas años y jamás había tenido problemas de ningún tipo. Era de locos. ¿Cómo iba a haber gnomos dentro? ¿Dónde se había metido aceptando ese trabajo?
- Pero, Plumillas, por Dios, que estamos hablando de setas.... - Se explicó intentando disimular su hartazgo-
- Exacto, pero mira, mira por esta ventana y verás.
Acercó la seta a los ojos de su amigo. ¡Por todos los dioses! ¡Si dentro había una casa perfectamente decorada y amueblada! En ese instante se escuchó hablar a lo lejos. Pumillas pidió a su amigo que aguardara un instante y caminó hasta la verja de entrada. Allí se encontró con varios gnomos con cara de pocos amigos. La seño Yolanda intentaba calmarlos, pero no había forma, ¡estaban enfadadísimos!
- A ver, ¿qué ocurre aquí?
- ¡Queremos hablar con Pirú! - Exigió el más joven.
En ese instante salía don Leonardo acompañado de Borja. Cuando los gnomos vieron al ratón bibliotecario, se calmaron.
- Don Leonardo - Tomó la palabra el más veterano- Ese señor que le acompaña se ha llevado la casa de mi sobrino, la de la señora Gumersinda y toda la calle de Martín el zapatero. ¡No tenemos bastante con las orugas okupas que ahora nos vienen los ratones!
- Cálmese, don Laureano. Aquí nuestro amigo no ha tenido ninguna intención de robar nada, todo ha sido un terrible malentendido. El señor Artiñano está preparando la fiesta sorpresa de Pirú y no sabía que esas setas estaban ocupadas. ¿Cómo podemos arreglar este entuerto?
- Tienen que devolvernos las casas - Ordenó el gnomo-
. Pues si solo es eso, lo haremos ahora, antes de que puedan deteriorarse.
Borja se adelantó y se puso a la altura de los gnomos. Traía unos dulces de lo más apetecibles y eso hizo que la visita se relamiera solo con verlos.
- Ruego me disculpen, nunca había estado en un lugar mágico y claro... ¿Cómo iba yo a saber que esas setas tenían gnomos dentro? De haberlo sabido, jamás las habría recolectado. Acepten estos dulces a modo de disculpa. Son unos eclair de chocolate hechos por mis mejores reposteros: Blasito y Benito.
Imagen extraída de la cuenta de Instagram de Pocheville Catering. Os animo a seguirla.
Cuando los gnomos vieron aquello se les pasó el enfado rápidamente. Probaron y les encantó así que los invitaron a pasar al salón de Casa donde sirvieron otros platos igual de interesantes. Además, estuvieron admirando las vajillas que servirían para la fiesta sorpresa de Pirú. El gnomo don Laureano llamó aparte a Borja para hablar con él.
-- Querido amigo, me pregunto si podrías venir a la boda de mi hija. Me gustaría que organizaras tú el catering porque estoy sorprendido de lo bonito y bueno que es y está todo.
- Sí, claro, faltaría más. ¿Me perdonan entonces?
- ¡Por supuesto! Además, cuando las setas estén en su sitio, te regalaré algo que te va a encantar.
Le guíñó un ojo cómplice y siguió degustando de todo aquello que estaba a su vista.
Esa misma tarde, Borja y Matilda dejaron las setas en el lugar donde fueron recogidas y los gnomos pudieron volver a sus casas que además.... estaban repletas de dulces. Antes de marchar, don Laureano le regaló unas preciosas setas de cristal de Murano para que con ellas hiciera arreglos para sus mesas. Agradecieron el presente y se dispusieron a regresar, sin embargo, no se dieron cuenta de que la noche estaba ya cercando el bosque.
- Mira que son interesados estos gnomos -Dijo Matilda- Perdonan todo a cambio de dulces.
- ¡Lo que son es unos golosos! De todos modos, me encantan las setas de Murano, ya verás la de cosas bonitas que pienso hacer.
Charlaban animadamente cuando la noche cayó y todo lo conocido se volvió extraño.
- Matilda, sabes bien por donde vamos, ¿verdad? - Preguntó Borja mirando atrás un poco asustado.
- Claro que sí, coleguita, estás hablando con la exploradora number one del mundo mundial. Además, mira, llevo mi arco y mi carcaj lleno de flechas.
Eso no tranquilizó a nuestro amigo que se sintió un poco indefenso en aquella inmensidad. Los bosques siempre le parecieron catedrales naturales, unas enormes catedrales que admiraba pero en las que era fácil perderse sin apagaban las luces. Y esa noche la bombilla principal se había apagado, era una noche sin luna. Los sonidos típicos de las horas comenzaron a escucharse; el ulular de las lechuzas, los grillos desperezando sus alas y algún canto más que Borja no supo identificar.
Mientras caminaban, Matilda le contaba historias del programa que hacía con Plumillas "Cuarto Ratenio". A Borja no le pareció nada apropiado escuchar relatos de miedo en esas circunstancias, pero esa lagartija debía estar cruzada en loro. ¡No paraba de hablar!
- Total, que cuando fuimos a casa de don Avelino Churrete, ni fantasma ni flautas, era Bizcocho que se metía en la despensa y se zampaba todo.... - Hablaba Matilda sin parar-
De repente, el suelo comenzó a temblar. Un ruido fuerte, como de pisadas de gigante hacía que todo se tambaleara alrededor. Borja cayó al suelo al tercer golpe y sobre él, Matilda.
- ¿Qué es eso?- Preguntó el ratón asustado-
- Pues.., esas pisadas solo pueden ser de un Ojáncano o un Roblón. - Contestó Matilda poniéndose en pie y recomponiéndose-
- ¿De qué? - Volvió a preguntar abriendo los ojos de manera desmesurada-
- Son criaturas mitológicas, antes solo estaban por Cantabria, Asturias.... Pero han bajado al sur y aquí los tenemos dando por saco. Y hablando de tener, lo que de verdad tenemos es un problema si no llegamos pronto a la caseta de la vía. Allí estaremos a salvo hasta que lo que sea se tranquilice.
Borja se asustó muchísimo. ¿Roblones? Matilda le explicó que era un viejo roble que se había tragado a una muchacha y los ojos que se veían en el árbol eran de ella. Ojos abrasados de dolor. Que eran enormes y muy peligrosos. Y luego esos otros seres.... ¡Los Ojáncanos! Esos sí que daban miedo... Eran como ogros, pero españoles. Un detalle, si te comen, al menos que sea en tu idioma. -Pensó-
Aceleraron el paso para llegar hasta la caseta, pero esta no aparecía y las pisadas se oían próximas. Cayeron al suelo un par de veces más. Matilda se dio cuenta de que los sonidos del bosque habían cesado y eso solo podía significar una cosa: Lo que fuera..., estaba cerca, muy cerca.
- ¿Qué pasa? -Preguntó Borja deteniéndose a la vez que la lagartija-
- Aquí debería haber un camino que desciende hasta la caseta. -Dijo rascándose la cabeza-
- ¡Nos hemos perdido!
- Pues me da que sí...
- ¡Estupendo! No sé en qué estaba pensando cuando acepté venir aquí. ¡Todo es culpa de Plumillas!
- En eso te doy la razón. Tú cuando no sepas a quien echarle la culpa, se la echas al Plumis. Yo lo hago siempre y me va bien.
La lagartija no parecía tomarse nada en serio, hasta que delante de sus narices apareció el viejo Roblón. Enfadado, con los espinos alrededor de los ojos que ardían en la noche alumbrando todo como si hubiera luna, con aquella melena de hierba seca que le daba un aspecto aterrador. Su respiración agitaba las ramas de los árboles próximos y paralizaba de miedo a todo el que osara mirarlo.
- ¡Ahora sí que tenemos un problema! ¡Corre, Borja!
Y los dos echaron a correr como alma que lleva el diablo siendo perseguidos por el Roblón muy de cerca. Cada que vez que aquella criatura ponía un pie en el suelo, todo el bosque temblaba y nuestros amigos salían rodando por los suelos. En una de esas, El árbol cogió a Borja que no pudo zafarse de aquellas ramas secas que aprisionaban su tobillo.
- Matildaaaaaa!
Luchaba por soltarse, pero era imposible. La fuerza de aquel ser no era normal y por más que lo intentaba no podía escapar. Matilda vio asustada cómo el Roblón se acercaba la presa a sus ojos. Rápidamente sacó sus flechas y se dispuso a soltarlas hacia la cabeza, pero necesitaba fuego, algo que prendiera las hierbas secas. Nada de lo que hacía daba resultado, a fin de cuentas, sus flechas no eran más que pequeños alfileres para el Roblón. Si al menos le acertara en los ojos...
Borja comenzó a sentir un calor inmenso que salía de las brasas que el árbol tenía por ojos. No podía soportar aquella temperatura y se desmayó abandonando toda esperanza por salvarse.
- Menudo final tan tonto. Chamuscado por un árbol que no sabía ni que existiera y que tiene unas malas pulgas que cualquiera le tose. ¡Por no hablar de lo que le huele el aliento a cenicero! Qué muerte tan ordinaria, de verdad..... -Pensaba a medida que se sumía en el mundo de las sombras-
- ¡Borja, no! ¡Despierta, amigo! - Le gritó Matilda desesperada.
La lagartija volvió a disparar sus flechas y esta vez acertó en un pie a su amigo que rápidamente despertó con un grito de dolor. El árbol no lo esperaba y se asustó dejando caer al ratón, momento que aprovechó para esconderse tras unos matorrales a todo correr. Matilda lo siguió y se resguardó con él.
- Estupendo, ¡ahora estoy vivo pero con una flecha en el pie! ¡Aaaaaaay!
- ¡Haz el favor de no quejarte! -Gritó Matilda- ¿Prefieres ser ratón a la parrilla? Desde luego, ¡eres igual de quejica que tu amigo Plumis!
El Roblón volvió a la carga, pero la lagartija vio sobrevolar algo en el cielo. ¡Smaugui!.
- ¡Mira, Borja! ¡Es Smaugui!. ¡Estamos salvados!
El Culebre había escuchado las pisadas desde Casa Encantada y reconoció rápidamente al ser que las provocaba. Decidió volar para espantarlo cuando se encontró con el panorama de Matilda y Borja acorralados por el Roblón. Enseguida lanzó una llamarada que sorprendió al árbol.
- ¡Bien! -Exclamó Matilda!. ¡Estamos aquí, Smaugui! -Agitaba las manos en el aire-
El Culebre lanzó fuego de nuevo y esta vez impactó en la cabellera del Roblón que salió corriendo en dirección al arroyo más cercano. Entonces, cuando el peligro pasó, descendió.
- Ese pie no tiene muy buena pinta . -Dijo echando humo por la nariz-
- ¡Me duele mucho!
- ¡Pero te he salvado la vida, so quejica!- Exclamó Matilda.
Bueno, dejad la discusión, lo importante es que estáis vivos. Matilda, ayuda a Borja a subir a mi cuello y cobijaos en mis escamas, voy a elevarme mucho para ver dónde ha terminado esa criatura y podéis tener frío. Luego volaremos a Casa Encantada.
A pesar de las circunstancias, Borja disfrutó muchísimo de aquel paseo. Pudieron ver al árbol metiendo la cabeza en la cola del pantano, por un tiempo, no tendría ganas de molestar a nadie. Después sobrevoló todo el bosque para terminar en casa y a salvo.
Don Leonardo inspeccionó el pie, era algo que solo podía curar Pirú y no regresaría hasta el día siguiente así que con la atención de Teresa Recetillas y algún calmante, pasó la noche.
Al fin llegó el día del cumpleaños y ayudado por un bastón que le prestó don Leonardo, se levantó temprano y dispuso todo en los jardines de la casa.
- ¡Venga, chicos, que Pirú está al caer! - Iba cojeando de un lado para otro y dando órdenes a diestro y siniestro-
- ¡Tú mandas mucho! - Le dijo Matilda. ¡Vas a ir al sindigato!
-Pero... ¡Serás sinvergüenza! ¡Si tú no estás haciendo nada!
- Te estoy vigilando, que me ha mandado Plumillas y también don Leonardo.
No hizo caso a la insolente lagartija y siguió preparando para que las cosas estuvieran dispuestas a la llegada del cumpleañero. Todo estaba quedando como le gustaba a nuestro amigo; mientras daba los últimos toques a un bodegón, se acercó Smaugui.
Extraído de la cuenta de Instagram de Pocheville Catering. Una genialidad de Borja Artiñano.
- Borja, ¿voy calentando ya la comida?
- Sí, yo creo que sí, pero espera que te acompaño no la vayas a liar.
Fue hasta donde estaban las viandas preparadas y dio instrucciones precisas de cómo tenía que lanzar las llamas, pero claro... un Culebre es un Culebre y no calculó muy bien.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay! ¡Que me chamuscas! ¡Voy a tener que pedir un plus de peligrosidad!
- Los siento, lo siento! Si te sirve de consuelo, a Plumillas lo quemo siempre en las barbacoas.
- Sí, un consuelo. Mal de muchos...
Cuando consiguieron regular la potencia de Smaugui, Borja sacó los arreglos que había hecho con las setas de cristal de Murano y los colocó por las mesas. Habían quedado realmente bonitos.
Extraído de la cuenta de Instagram de Pocheville Catering. Me he atrevido a hacer un montaje para que se vea lo mejor posible. Las fotografías son del invierno, pero los habitantes de Casa Encantada no lo saben. ¡Chssssssh, no les digáis nada!
Al fin pudo terminar y se sentó con su patita en alto para descansar un poco. Plumillas se acercó para darle la enhorabuena, todo había quedado precioso.
- A Pirú le va a encantar. ¿Te duele mucho el pie? - Le preguntó señalando con el dedo-
- Un poco. Matilda tiene buena puntería, si no llega a ser por eso, no las cuento.
- Sí, es muy bruta, pero es buena lagartija.
- Y hablando de lagartijas, por ahí viene.
Matilda venía corriendo para anunciar que el mago llegaba.
- ¡Chicooooooos!¡Escondeos que viene!
En menos que se dice miau, no quedó ni un alma en el jardín, todos corrieron a esconderse en la casa. Cuando Pirú abrió la verja se encontró con una veintena de mesas maravillosamente dispuestas y con un olor exquisito que envolvía todo. Pero... ¿Dónde estaban sus amigos? ¿Habría pasado algo en su ausencia? Era raro, todo preparado y ni rastro de Matilda, ni don Leonardo... También le parecía extraño que todo fuera tan perfecto, las comidas en Casa Encantada nunca tenían ese nivel. Qué raro...¿Qué estaba sucediendo?- Llamó una vez más a Matilda, Plumillas..., pero nada, no obtuvo respuesta.
Siguió avanzando y entonces se topó con un rollo de papel atado y suspendido en la rama de un árbol. Era una carta.
Querido Pirú, en el día de tu taitantos cumpleaños hemos querido darte una sorpresa de esas que no se olvidan. Es nuestro modo de darte las gracias por todo lo que haces por nosotros. Por tus pantallas mágicas que nos aíslan de los malos, por tu medicina exprés a golpe de conjuros y por tu sabiduría que nos regalas siempre que Matilda no interrumpe. Por todo ello, GRACIAS.
Que disfrutes de este día y esta comida tan especial que te prepara Pocheville Catering, sabemos que eres fans absoluto de Artiñano que hoy está aquí para ti.
Feliz y encantado cumpleaños. Con cariño de,
Los habitantes de Casa Encantada.
¡Pirú no podía creer lo que estaba leyendo! ¿En serio los de Pocheville habían preparado todo aquello para él? ¿Tanto le querían sus amigos? Y en medio de su emoción vio venir a Plumillas, don Leonardo, Blasito, doña Sinforosa, Bizcocho, la seño Yolanda.... Todos sus queridos compañeros que salían cantando el "Feliz en tu día" con una pancarta donde se leía: "Felicidades Pirú" y lanzando papelillos y serpentinas que luego tendría que recoger con magia.
Arriba de la escalera había alguien con un bastón, alguien que nuestro mago reconoció al instante.
- Pero... ¿Qué le habrá pasado? - Se preguntó en silencio mientras saludaba a todos-
El mago subió la escalera para reunirse con Borja que aguardaba paciente su turno para conocer a tan entrañable personaje. Alguien de quien había oído mucho hablar gracias a su amigo Plumillas.
- ¡A mis brazos, pequeño! - Le dijo el mago cuando estuvo a su altura-
Era la primera vez que un mago de verdad le daba un abrazo. Uno de esos que si tienes penas, se van. Uno de los que recomponen el alma.
- ¿Me vas a decir qué te ha ocurrido? - Le preguntó-
- Es una larga historia, pero lo dejaremos en que me atacó un Roblón y Matilda pudo salvarme con sus flechas.
- Matilda tiene una puntería endiablada, supongo que el disparo está justificado. Ahora ven, ponte allí.
Le señaló con la mano para que bajara las escaleras y se pusiera en un claro del jardín- Pirú lo siguió y cuando estuvo a su lado, giró el báculo del que salió una luz brillante y azulada. Le ordenó que entrara y al momento se vio envuelto por millones de partículas brillantes de una luz cegadora. Notó algo caliente en el pie y de repente desapareció toda molestia. ¡Podía andar!
- ¡Ya no me duele! ¡Puedo andar! - Dijo saltando de alegría-
- Esta es la medicina de Casa Encantada, querido amigo - Le dijo Plumillas que se acercaba para interesarse por su reacción.
Y sin más, dio comienzo una fiesta que duró todo el día y buena parte de la noche, cuando agotados de bailar y divertirse, cada uno regresó a su habitación de la casa mágica. Había sido maravilloso estar allí y así lo sintió Borja que agotado se durmió enseguida.
A la mañana siguiente llegaron las despedidas, no era fácil dejar un lugar como aquel, pero prometió que volvería.
- Smaugui, me encantaría que me echaras una mano en una boda que tengo en un par de semanas. ¿Vendrás? - Le preguntó Borja-
- ¡Por supuesto! Cuenta conmigo.
- ¡Yo también voy! -Gritó Matilda-
Y en ese momento, Borja se tiró al suelo e hizo "la morición", cosa que hizo reír a todos, incluso a la lagartija.
- ¡Moriré con tus trastadas! - Exclamó nuestro amigo mientras se levantaba ayudado por Plumillas- Pero bueno, aceptaré tu compañía y si aparece algún pesado, siempre podrás hacer de las tuyas.
Con todo dispuesto para la marcha, Smaugui se prestó a llevarlo a casa. ¡Menuda envidia iban a pasar sus vecinos! No todos los días vuelve uno del trabajo en Culebre privado.
Y así, Smaugui subió y subió mientras nuestro nuevo amigo sacudía la mano en el aire con un "hasta pronto".
NOTA. A Borja Artiñano, por su genialidad y su generosidad. Gracias por servirme de inspiración y gracias por ser un señor estupendo. Bienvenido a Casa Encantada.
¡Espero que no hayáis pensado que Borja era un ratón de verdad! 😅😅😅
Aquí os dejo la fotografía del auténtico.