Era sábado cercano a Navidad y una de las cosas más divertidas que podían hacer Álvaro y Candela era acompañar a sus padres al centro comercial para comprar chuches, ver el gran árbol adornado con sus bolas y sus cintas brillantes, admirar las luces y conseguir hablar con Papá Noel. Eso había dicho Álvaro mientras desayunaban, Santa estaría en el centro comercial a partir de las doce, así que los nervios también estaban invitados aquella mañana.
Candela comenzaba a quejarse de cansancio mientras recorrían tiendas y más tiendas buscando artículos para decorar la casa, pero su hermano estaba vigilante por si Papá Noel aparecía de un momento a otro.
- Candela son las doce, ya mismo podremos ir a ver a Santa Claus - Dijo el niño-
- Yo lo que quiero es sentarme y comerme unos gusanitos.
- Mira que eres aburrida..., pues yo no me voy de aquí sin pedirle un perro para poder sacarlo a pasear con el abuelo Pepe.
- ¡Y yo unos tacones!
La mañana transcurría lenta, hasta que al fin, Álvaro distinguió una figura a lo lejos; alguien vestido de rojo con una gran barba blanca le saludaba con sus manos enguantadas.
- ¡Candela, mira! ¿Es a mí? ¿Me está diciendo hola?
El niño salió corriendo hasta parar en los brazos de Papá Noel que lo elevó por los aires.
- ¡Bueno, bueno,bueno! ¿A que tú eres Álvaro? Y aquella de allí que nos mira con cara de sorpresa es tu hermana Candela. ¡Vamos pequeña!, ¡no tengas miedo y ven a abrazar a Santa! -Dijo alzando la voz para que la niña pudiera oírle-
Nada más oír su nombre, Candela corrió a dar un enorme abrazo a Papá Noel que rió feliz de tener cerca a los niños, pues ellos son la magia de la Navidad.
- Veamos, mis pequeños. ¿Tenéis alguna petición especial para mí? - Preguntó a los hermanos.
- ¡Síiiii! - Quiero un perro, lo necesito para ir a pasear con el abuelo Pepe- Se adelantó Álvaro.
- ¿De verdad quieres un perro? ¿Eres un niño responsable? Santa no regala animales a niños que no se ocupan de ellos. Debes quererlo mucho para que yo pueda traerte ese regalo. -Dijo Papá Noel-
- Si en realidad el perro es para el abuelo, para que lo lleve cuando salga al campo. - Contestó el niño-
- ¡Eso está mejor! Y tú, Candela, ¿qué deseas que te regale por Navidad?
- ¡Coloretes! Quiero coloretes y unos tacones como los de mamá.
- ¿No eres muy pequeña aún para eso?
- ¿Y un móvil para hacerme fotos? - Preguntó Candela con cara pícara-
- Veamos qué puedo hacer. - Contestó Santa guiñando un ojo a la niña.
- Queremos algo más - Dijo Álvaro mientras miraba a su hermana-
Los niños hablaron muy bajito a Papá Noel, era una petición especial que nadie más podía saber.
- Y eso es lo que queremos para la abuela Reme. - Dijo al fin Candela-
Santa miró a los niños y les prometió hacer realidad su milagro de Navidad, a cambio, durante una semana tendrían que ser buenísimos, hacer caso a mamá y comerse todo lo que les pusieran. Quedaron en verse el siguiente sábado, dos días antes de Nochebuena.
- ¿También tengo que comerme los pimientos verdes? - Preguntó Álvaro.
- Por supuesto... - Contestó Santa muy serio-
- ¿Y no los puedo cambiar por el estofadito del abuelo Pepe?
- Vaaale, pero no puedes dejar nada en el plato ¿Entendido? - Le dijo Santa sonriendo-
- ¡Entendido!
Candela estaba muy feliz y Álvaro no digamos, se fueron corriendo a cumplir su promesa y a esperar que los días pasaran pronto para ver de nuevo a Papá Noel.
La semana pasó lentísima, los niños se portaron bien y aunque protestaban un poco en la comida, dejaban los platos vacíos cada vez. En el cole, eran los más obedientes y a la hora de dormir, los primeros en irse a la cama.
- Oye Candela, ¿Se enfadarán los Reyes Magos porque hemos hablado con Santa Claus?
- ¡Qué tonterías dices, hermano!. ¿No ves que todos son mágicos? No se pueden enfadar porque son amigos. Hay muchos niños en el mundo y claro..., se tienen que repartir para que ninguno se quede sin regalos.
- Tienes razón... - Dijo Álvaro. ¿Nos dormimos ya?
- Sí porque además, seguro que los pajes de los Reyes también ayudan a Santa y como sean unos chivatos le dirán que nos hemos ido tarde a dormir.
Al fin llegó el deseado sábado, volvían al centro comercial para hablar con Papá Noel y decirle lo bien que se habían portado. Sin embargo, nada más entrar notaron algo raro, todo estaba cambiado y la decoración no era la misma. La oscuridad reinaba donde hacía una semana la luz era la gran protagonista.
- Pero..., ¿qué ha pasado aquí? - Preguntó Candela - Es como si la Navidad hubiera desaparecido.
- Tienes razón. Mira qué juguetes tan horribles y esas ventanas oscuras... Será mejor que busquemos a Santa para saber qué está pasando.
Los niños iniciaron la búsqueda hasta que al fin dieron con Papá Noel..., o eso creían.
El primero en hablar fue Álvaro.
- Hola Santa Claus, estamos aquí tal y como te prometimos la semana pasada.
- Niño, ¿no ves que estoy muy ocupado colocando estas luces? - Contestó Papá Noel-
- Pero..., ¡nos dijiste que viniésemos hoy! - Habló Candela casi llorando-
- ¿Yo? ¿ Y para qué si puede saberse?
- Nuestro milagro de Navidad..., si nos portábamos bien durante esta semana nos lo concederías - Explicó Álvaro-
- No sé nada de eso, os estáis confundiendo. Ahora, si me disculpáis, tengo mucho que hacer y no puedo perder el tiempo con vosotros - Dijo Santa Claus apartando a los niños-
Álvaro y Candela se quedaron muy tristes, pero en seguida la pequeña reaccionó.
- Hermano, ¡ese no es el verdadero Santa Claus! Es un maleducado y además no quiere a los niños.
- Tienes razón, no tiene ni idea de lo que hablamos con el auténtico Papá Noel la semana pasada.
- Y si no es él...¿Dónde está entonces el auténtico Santa?
Los pequeños se quedaron pensativos, a dos días de la Navidad, ¡Santa Claus había desaparecido! Se marcharon un poco tristes, todo el esfuerzo que habían hecho durante la semana, al parecer, no serviría de nada. Sin embargo, al llegar a casa, debajo del árbol de Navidad había una carta sujeta por dos velas que ponía: "PARA ÁLVARO Y CANDELA".
- ¡Yo no se leer! - Exclamó Candela- Mira a ver qué pone.
El niño leyó como pudo aquellas letras.
Queridos Candela y Álvaro:
He pedido a uno de mis elfos que os haga llegar esta carta lo antes posible, pues es muy urgente. Hace tres días, volví al Polo Norte para supervisar la fabricación de dulces y juguetes y cuando iba a regresar para acudir a nuestra cita, alguien me dijo que un falso Santa Claus estaba haciendo llorar a los niños y retirando toda la decoración navideña. En seguida me puse en marcha con mi trineo y mis renos, pero un extraño hechizo me impide llegar hasta vosotros. ¡Necesito que me ayudéis! Hablad con vuestros amiguitos y poneos a pintar cosas relacionadas con la Navidad, deben ser dibujos que contengan muchos sentimientos buenos, para que se rompa el hechizo y pueda estar con todos vosotros la noche del 24. ¡Quedan dos días!
Os abraza...,
Santa.
Candela miró a su hermano con preocupación.
- ¿Nos dará tiempo?
- ¡Por supuesto! Vamos a decirle a mamá que organice esta tarde una merienda, invitaremos a nuestros amigos y les contaremos el problema. Ellos avisarán a más amigos y estos a más y a más. ¡Hay que rescatar a Papá Noel!
- ¿Y bastará con eso? ¿Dibujar?
- Pronto lo sabremos. ¡En marcha!
Esa tarde, la casa se llenó de niños dispuestos a dibujar con el corazón, reunidos en torno a una buena merienda organizada para salvar la Navidad.
- Bien, hemos conseguido veinticinco dibujos y mañana tendremos muchos más. - Dijo Álvaro- Después nos iremos al centro comercial a desenmascarar a ese falso Santa Claus.
El día amaneció nevando, lo cual puso muy felices a todos los niños de Córdoba porque no era algo habitual. Candela pensó que era una buena señal. Se arreglaron y convencieron a mamá para que los llevara de nuevo al centro comercial.
- ¿Pero qué os ha dado a vosotros con ese sitio? ¡Qué dos!
- Siiii, mami, es que tenemos que hablar con Santa Claus y darle todos estos dibus! - Dijo Álvaro.
- Madre mía, cómo estáis de locos. Venga, subid al coche.
Llegaron y salieron pitando hacia el lugar donde el falso Papá Noel estaba sustituyendo los adornos de Navidad por cosas espantosas. Al ver a los niños armados con dibujos se detuvo.
- ¿Qué hacéis aquí?
- Hemos venido a desenmascararte. ¡Farsante! - Le gritó Álvaro mientras agitaba los folios delante de las narizotas de aquel tipo-
En ese momento, cientos de niños entraron en el centro comercial con sus dibujos, con los brazos en alto, sonriendo y dispuestos a recuperar la Navidad.
- ¡Estás rodeado, falso Santa! - Dijo un niño pelirrojo mostrando un dibujo donde aparecía él con su familia en torno al portal de Belén y con un precioso árbol de fondo-
- ¿De verdad creéis que con unos cuantos dibujos vais a hacer que Claus regrese? ¡Este año no habrá Navidad! E igual que he secuestrado a Papá Noel, secuestraré a los Reyes Magos para que ningún niño del mundo tenga regalos! - Gritó el impostor-
Al oír aquello, los niños se pusieron muy tristes, no era posible que aquel ser malvado robara la ilusión de tantas personas. Entonces, una niña empezó a cantar y a esta le siguieron más y más hasta que las voces infantiles se elevaron al cielo.
- ¿Qué hacéis aquí?
- Hemos venido a desenmascararte. ¡Farsante! - Le gritó Álvaro mientras agitaba los folios delante de las narizotas de aquel tipo-
En ese momento, cientos de niños entraron en el centro comercial con sus dibujos, con los brazos en alto, sonriendo y dispuestos a recuperar la Navidad.
- ¡Estás rodeado, falso Santa! - Dijo un niño pelirrojo mostrando un dibujo donde aparecía él con su familia en torno al portal de Belén y con un precioso árbol de fondo-
- ¿De verdad creéis que con unos cuantos dibujos vais a hacer que Claus regrese? ¡Este año no habrá Navidad! E igual que he secuestrado a Papá Noel, secuestraré a los Reyes Magos para que ningún niño del mundo tenga regalos! - Gritó el impostor-
Al oír aquello, los niños se pusieron muy tristes, no era posible que aquel ser malvado robara la ilusión de tantas personas. Entonces, una niña empezó a cantar y a esta le siguieron más y más hasta que las voces infantiles se elevaron al cielo.
Feliz Navidad Deseamos. Coro de Niños de la Fundación Piedad.
- ¡Vamos! ¡Más alto, chicos! -Gritó Álvaro mientras corría entre los niños haciendo que cantaran más y más fuerte-
Y entonces, sucedió algo. Una espiral dorada envolvió el lugar, era el amor de los niños del mundo que se habían unido para frenar la maldad. Un túnel luminoso se llevó, no solo al falso Santa Claus, también aquella espantosa decoración que nada tenía que ver con la época más bonita del año.
Vieron igualmente cómo algunos personajes atravesaban aquel agujero, sin duda debían ser seres malvados que iban a ser transportados a algún lugar donde seguro, les buscarían algún remedio.
- Mira Candela..., están volviendo a aparecer los árboles de Navidad... - Dijo Álvaro emocionado-
Poco a poco las cosas volvían a la normalidad y los niños se abrazaban felicitándose y deseándose lo mejor para ellos y sus seres queridos. Una vez más, habían demostrado a todos que solo el AMOR puede salvar el mundo y que los malos, hagan lo que hagan, jamás podrán contra los buenos sentimientos.
Era 23 de diciembre, había llegado la noche y en casa de Candela y Álvaro había un invitado muy especial.
- ¡Prueba este chocolate, Santa! Lo ha hecho la abuela Reme y está..., ¡delicioso! - Dijo Candela ofreciendo a su invitado una taza calentita de la exquisita bebida -
- ¡Si sigo comiendo a este ritmo mañana no voy a caber por ninguna chimenea, puerta o ventana! - Exclamó Papá Noel riendo a carcajadas-
- ¿Tendremos nuestro milagro de Navidad? -Preguntó Álvaro con los ojos encendidos por la curiosidad-
- Por supuesto, pequeño. Habéis sido valientes, buenos y generosos, tenéis el corazón lleno de amor y es ahí donde se produce el milagro. Estad atentos a la noche de Nochebuena, entonces y solo entonces, eso que tanto deseáis comenzará a suceder. Prometo que nada malo ocurrirá a quienes queréis y que atravesaréis la vida de la mano de aquellos que tanto os quieren. Y ahora....¡Me debéis un abrazo!
Los niños corrieron a abrazar a su amigo especial llenos de felicidad por saber que aquello que ellos y todos deseamos, al fin se hará realidad.
Y así fue como los niños de Córdoba salvaron la Navidad un diciembre del año 2018.
Para mis sobrinos Álvaro y Candela a los que tanto les gusta Papá Noel, para que esta Navidad les traiga todo aquello que merecen ahora y durante toda su vida. ¡Feliz Navidad! ¡Ho, ho, ho!