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lunes, 6 de julio de 2020

Doña Teresa Recetillas, una boti en Casa Encantada.

Pirú llevaba toda la mañana de aquí para allá ordenando hechizos y libros de pociones mágicas en el laboratorio. Doña Teresa estaba al llegar y quería tenerlo todo en orden para recibirla como merecía. Entre poción y poción, había creado unas chuches estupendas para todos los niños y en especial para los de nuestra nueva amiga, una boticaria que venía a aprender todo del mundo mágico.
A eso de las once sonó la campana de la entrada y Matilda fue rápidamente a abrir.

- ¿Eres Matilda? Me han hablado mucho de ti, soy Teresa Recetillas, la nueva boti. Estos son mis niños: Carmen, Nacho, Paula y Teresa. Saludad como sabéis.

Los niños estaban encantados con la anfitriona-lagartija y Carmen en especial no podía parar de mirarla.

- ¿Habéis visto la cola que tiene? Y lo verde que es toda enterita... - Dijo la niña sin parar de mirar a Matilda-
- Creo que debíamos tirar un poco, a ver si es de verdad o se la ha cosido de trapo - Contestó  Paula-
- ¡Os he oído! - Exclamó mami Teresa - Ni se os ocurra tirarle de la cola ¿Entendido?

A Matilda le encantaron los niños, eran traviesos como ella y se había pasado semanas ideando trastadas para todos. Sí, buena compañía para una lagartija de mundo.

En el salón, Pirú hizo las presentaciones y rápidamente pasaron al laboratorio. 

- Teresa, mira, en esos libros están las pociones mágicas, no sé si eso te lo enseñaron en la Facultad de Farmacia.
- ¿Estás de broma? ¡Somos gente no mágica!
- Es verdad. Anda, acerca esos de ahí.

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Teresa estaba encantada con todo lo que aprendía. No paraba de asombrarse con la cantidad de cosas que leía en esos viejos libros.

- Entonces, a ver si yo me he enterado. Cojo una brizna de hierba con rocío de la mañana y eso lo mezclo con pétalos de margarita y un poco de jengibre.
- Y las palabras mágicas. 
- Eso, que si no.., no funciona. Y con esto, la gente malhumorada se vuelve agradable. No voy a dar abasto, te lo digo. Oye ¿No tienes la barba muy encrespada? Yo tengo una loción que te va a ir de maravilla, recuérdame que te la traiga mañana. ¡Ah! y a tu edad no estaría de más que tomaras algún complemento alimenticio, te traeré algo de Ana María Larratita.
- Ah..., vale, estupendo. Gracias.

Y así pasó la mañana entre palabras mágicas, pociones y hechizos. De repente, se escucharon ruidos en el altillo.

- Qué raro... Juraría que esos ruidos vienen del altillo. - Dijo Pirú-
- ¿Y que tiene de especial?
- Hay una zona reservada, no se puede entrar porque es peligroso. Digamos que es un portal hacia mundos desconocidos y quien lo atraviese puede perderse.
- Vaya...  Pensé que este lugar era seguro. - Dijo Teresa preocupada por los niños-
- Y lo es, querida... Siempre que se cumplan las normas, claro.

Los ruidos eran cada vez más intensos y en la emisora de Casa Encantada, Plumillas y Matilda especulaban.

- ¿Has subido al altillo? - Preguntó Plumillas-
- Vengo de allí ahora mismo.
- ¿Y los niños de Teresa? 
- Están con don Leonardo, les está contando cuentos.

En efecto, los peques estaban entretenidos con las cosas que les contaba el ratón bibliotecario. 
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- Pues si los niños no son, ya me dirás qué son esos ruidos. - Dice Plumillas nervioso-
- Este es un caso para nuestro programa "Cuarto Ratenio". Iker Plumillas y Matilda Porter en busca de lo desconocido... ¡Chan chaaan!
- Te digo una cosa, Matilda... Tú estás mal de la cabeza. Deja de tomar el sol, hazme el favor.
- Desde luego... Qué poco sentido del humor tienes, hijo. Anda.., vamos al altillo a ver qué sucede.

En el camino se toparon con Carmen y Nacho que estaban inspeccionando la casa, les contaron que al parecer  se habían aburrido de cuentos y habían dejado a las gemelas con don Leonardo que les daba permiso para inspeccionar todo, excepto una parte del altillo. Por supuesto, se dirigían hacía allí cuando fueron interceptados por Matilda y Plumillas.

- No me creo que don Leonardo os haya dado permiso, pero está bien, podéis acompañarnos sin separaros  de nosotros - Advirtió Plumillas-
- Oye Matilda, ¿esta cola es de verdad? - Preguntó Carmen a la vez que tironeaba-
- ¡Uaaaaaaaaay! ¡Niña! ¡Tócate las orejas! ¡Pues claro que es de verdad! ¿Qué te creías que la llevaba cosida como si fuera un llavero? 
- Perdón, perdón, es que no sabíamos... - Se apresuró a disculparse Nacho-
- Otra como esa y os quedáis sin paseo a lomos de Smaugui.
- ¿Quién es Smaugui? -Preguntó Carmen intrigadísima-
- Un culebre, lo que viene a ser un dragón español, con sus fuegos, sus humos, sus escamas y sus tesoritos- Aclaró Matilda-
- ¡Queremos verlo! - Exclamaron los niños-
- Lo veréis luego si os portáis bien. ¡Y podréis tirarle de la cola!
- Anda que tú también.... Dales ideas. - Le recriminó Plumillas a Matilda-

Los ruidos eran tan fuertes que los niños se asustaron. Venían de la puerta secreta, aquella que no podía ser abierta sin que un mago poderoso estuviera presente y en ese momento... Pirú estaba muy ocupado. Aún así, había que avisar sin falta para saber a qué se enfrentaban.
Curiosamente, esa puerta era respetada por todos los habitantes de Casa Encantada, tras ella había un mundo de alucinaciones y criaturas nada buenas, por si fuera poco, perderse allí podía llevar a la locura. Solo un mago de la talla de Pirú podía atravesarla y salir sano y salvo de la aventura, aunque ello implicaba tomar medidas por su seguridad y la de sus amigos.
¿Por qué estaba esa puerta allí? Nadie lo sabía. Pirú entraba en aquel mundo de vez en cuando para renovar su poder, era como un portal para magos, pero nunca contaba lo que sucedía allí durante su estancia.
En el laboratorio, Teresa y el mago se habían dado un descanso y la boti se desprendía de su bata cuando llegó Paula.

- ¡Mamiiiiiiiiiiiii, quiero teti!
- Claro, hija ¡Si ya es tardísimo! Se me ha ido el santo al cielo. ¿Y tu hermana?
- Está con don Leonardo.
- Pues vamos a por ella y coméis las dos.
- Mami.
- Qué, cariño.
- Teti.
- Ahora, en cuanto estemos las tres.

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 Al llegar al salón, encontraron a don Leonardo solo, sumido en la lectura de <<El capitán Ratatriste>> y ni escuchó los pasos que se dirigían hacia él.

- ¡Don Leonardo! ¿Ha visto a Teresa? Mi otra gemela, es que me ha dicho Paula que la había dejado con usted.
- No, querida, salió tras su hermana nada más esta cruzar la puerta.
- ¿Qué me está diciendo? Pero si Paula ha llegado sola...

Don Leonardo palideció al oír aquello. Soltó el libro sobre la mesa y se levantó.

- ¿Qué son esos golpes? - Preguntó Teresa-
- No lo sé, llevan un rato escuchándose. Pensé que serían los cocineros en el desván o esos <<trastoleros>> de Plumillas y Matilda que no paran un rato quietos, pero la verdad es que cada vez suenan más.
- Don Leonardo, vamos a buscar a la niña, me estoy asustando.

En un pis pas, se organizaron grupos de amigos buscando a Teresita, pero no aparecía. En ese mismo instante Plumillas, Matilda, Carmen y Nacho estaban delante de la puerta prohibida. Los golpes arreciaban cuando de repente vieron venir una llave, flotaba en el aire ayudada por unas alas. Se quedaron con la boca abierta cuando se dieron cuenta de  que se dirigía hacia la cerradura.

Preciosa fotografía de Daria Khoroshavina, de www.behance.net 

- ¡Plumillas, hay que detenerla! - Gritó Matilda-

El valiente ratón, ni corto ni perezoso se abalanzó sobre la llave y al contacto con esta cayó fulminado al suelo y sin sentido. Mientras los chicos y la lagartija intentaban auxiliar a Plumillas, la llave abrió la puerta. Una sombra gigante cubrió a los amigos.

- ¿Qué es eso? - Preguntó Carmen-
- ¡Es un troll! - Gritó Matilda- ¿Cómo es posible que haya podido atravesar la puerta de día?
- Mola el troll - Dijo Nacho sin perder de vista aquel ser-
- ¿Estás loco? ¡Son muy peligrosos! ¡Corred! - Exclamó Matilda-
- ¡Quieta ahí! - Interrumpió Carmen decidida- ¿Es que vamos a dejar aquí a Plumillas?

El troll miraba atónito la escena, era la primera vez que no salían corriendo en su presencia.

- ¿Qué es...? - Nacho dejó la frase en el aire mientras retiraba de su hombro un líquido espeso y viscoso-
- ¡Es un moco! ¡Un enoooooooooorme y guarrísimo moco! - Señaló su hermana mondada de la risa-
- ¿No decías que los trolls molaban? ¡Corred de una vez! - Ordenó Matilda muy enfadada-

En ese momento llegó Pirú que sobresaltado por los golpes había puesto a salvo a los habitantes de la Casa y puesto rumbo hacia el lugar de donde sospechaba podían venir. 

- ¿Pero se puede saber qué habéis hecho? - Preguntó Pirú muy enfadado- ¡Ahora tendré que inmovilizarlo y devolverlo a su mundo antes de que haga algo terrible! ¿Cómo habéis encontrado esa llave?
- Plumillas... - Habló Matilda-
- ¿Qué pasa con Plumillas? - Preguntó Pirú enfadadísimo-
- Pues... - Carmen señaló con el dedo el lugar donde el ratón yacía desmayado-
- ¡Cielo santo!

Teresa acababa de llegar cuando se percató de la presencia del troll, que embobado con las criaturas que tenía delante, ni se había movido.

- ¿Y este quien es? ¡Pero si va en calzoncillos! ¡Marrano! ¿No te da vergüenza delante de los niños?

Y ni corta ni perezosa, ante la sorpresa del mago, agarró una escoba que alguien había dejado por allí y la emprendió a escobazo limpio con el troll.

- ¡Toma! ¡Para que aprendas a no ir por ahí medio en pelotillas! ¡Y límpiate esos mocos, marrano!

Los niños reían a más no poder y el mago y la lagartija no podía salir de su asombro.

- ¡No, no! ¡Más escobazos no! ¡Yo solo me he intercambiado con una amiga porque quería conocer vuestro mundo! ¡Ella me dejó venir!

- A ver.., explícate - Le pidió Pirú-
- Pues veréis... Tengo una amiga, es una niña que se llama Teresa y hace unas horas pasó la puerta. Alguien liberó la llave alada y pudo pasar.

 Mamá Teresa se asustó mucho y miró a sus hijos. Los conocía bien, algo habían hecho.

- Chicos... ¿Tenéis algo que contarnos?
- ¿Alguien va a hacer algo por Plumillas? - Preguntó Matilda señalando a su amigo con ambas manos- 
- ¡Plumillas! - Gritó Pirú- ¡Lo había olvidado por completo!

Se dirigió al ratón y pronunciando unas palabras mágicas este despertó. 

- ¡Eso no viene en mi libro de hechizos! - Protestó Teresa-
- Es que es un contrahechizo ¡Ya llegaremos! Qué mujer..., menuda impaciencia...
- Bueno, ¿por donde íbamos? ¡Ah, sí! Mis hijos, a ver qué trastada han hecho.

Carmen se adelantó y relató que don Leonardo en realidad se quedó dormido mientras les contaba cuentos, momento que aprovecharon para inspeccionar la biblioteca. Se dieron cuenta de que la escalera para acceder a las estanterías se movía sola así que decidieron pasearse un poco y de paso echar un vistazo a los libros, pero había una zona a la que no llegaba y no tuvieron mas remedio que trepar.  Había un hueco pequeño en la madera, como una madriguera, se metieron en él y al fondo vieron  una caja que se movía. Al abrirla... Salió la llave volando.

- Pirú.. ¿Qué puede pasar? - Preguntó Plumillas que aún se sentía un poco aturdido-
- Esas llaves siempre buscan su cerradura, no sabemos cuántas veces ha podido abrirla desde que se liberó y por lo tanto, tampoco podemos saber cuántos seres han cruzado la puerta además del troll. Si la gemela está en ese mundo, está en peligro, tenemos que ir a por ella cuanto antes. En cuanto a ti, tranquilo, las llaves solo tienen poder para inmovilizar durante media hora, después puedes tener dolor de cabeza como mucho.
- Eso no es problema, para eso tengo yo un buen arsenal en la botica, un Ratonatil cada ocho horas y como nuevo- Dijo Teresa- Ahora solo quiero recuperar a mi gemela. ¡Y tengo que avisar a mi marido!
- Mejor espera un poco, no podrá hacer nada y se preocupará, en cambio nosotros sabemos cómo traer de vuelta a la pequeña. - Propuso Pirú- Por favor, quédate aquí con los niños, esto es cosa de Matilda, Plumillas y servidor. Ese mundo al que vamos no es apto para principiantes, ya tendrás ocasión de demostrar tus dotes aventureras cuando lleves tiempo con nosotros.

- ¡Pero es mi hija!¡Tengo que ir! Además, le toca teti ¡Que no ha comido!
- Pues ya tendrás tiempo a la vuelta - Zanjó Matilda-
- ¿Y el troll? ¿Qué hacemos con el troll? No parece peligroso - Preguntó Plumillas-

Aquel ser estaba entusiasmado con lo que veía y no se había movido ni un centímetro. Cuando todos fijaron su atención en él, retrocedió asustado.

- ¡No me hagáis daño! ¡No soy malo! Solo quiero aprender y ver mundo. Además, le prometí a mi amiga Teresa que volvería en dos horas.
- ¿Dónde la dejaste? - Preguntó el mago-
- Está en la puerta de mi cueva, la dejé allí jugando con mi hermano pequeño.
- ¿Dejaste a una niña al cuidado de un troll? - Pirú estaba espantado con lo que oía-
- Sí... Nosotros no comemos niños, no somos trolls de piel de musgo, somos trolls vegetarianos, quedamos muy pocos ya. Nos gusta la Naturaleza y aprender cosas, no queremos ser tontos.
- Madre mía lo que una ve a lo largo de su vida lagartijera.. . Murmuró Matilda- Un troll vegetariano, desde luego que está tó perdío. Oye, ¿y cómo te llamas?
- Pues... Es que no tengo nombre. Solo troll.
- Eso no puede ser, -dijo Teresa-, los niños te buscaran uno. Bueno..., un nombre y algo de ropa porque eso de pasearse por ahí en calzoncillos... Pero antes de todo, ¿queréis recuperar a mi gemela de una vez? ¡Vamos!

El mago, el troll, Plumillas y Matilda atravesaron la puerta, Pirú cerró del otro lado y hechizó la llave para que durmiera hasta su regreso. El sol en esa parte era muy brillante, hasta que notaron que había más de uno. También las flores y la hierba tenían colores tan vivos que no parecían reales, además, al pasar, les pareció que sonreían.

- Bien, troll, dinos dónde dejaste a Teresita. - Preguntó Pirú-
- Hay que coger ese camino y luego bordear unas rocas, siguiendo todo recto está mi cueva. Esperad, tengo mucho picor en la espalda.

El troll se sacudió y para sorpresa de todos, de su espalda cayeron Carmen y Nacho.

- ¡Pero bueno! ¿Se puede saber qué hacéis aquí? - Preguntó Plumillas-
. No vais a ningún sitio sin nosotros ¡Es nuestra hermana!
- Por favor, Matilda, vuelve con ellos y llévalos con su madre.
- ¡Eeeey! ¡De eso nada, monada! - Exclamó Carmen- A nosotros no nos mueve nadie de aquí, tenemos que vigilar que todo salga bien.
- ¡Eso! - Apostilló Nacho-

Tras una corta discusión, no tuvieron más remedio que aceptar a los hermanos en la comitiva, cuando decidieron continuar se dieron cuenta de que el camino que seguían se había convertido en tres. No iba a ser fácil llegar hasta Teresa en un mundo donde a veces, los pensamientos se materializaban en el momento. Por no hablar de las alucinaciones.
Fue Pirú quien cerrando los ojos y murmurando algo, hizo desaparecer dos de los caminos y la opción correcta - o eso esperaban- se abrió ante ellos.
Caminaron y caminaron hasta caer rendidos, pero ni rastro de la cueva del troll.

- ¿No nos estarás engañando, verdad? -Preguntó el mago al troll-
- Ya tendríamos que haber llegado, mi casa no está tan lejos de aquí. Está pasando algo.
- Va a oscurecer, acamparemos aquí mismo, dormiremos y mañana seguiremos camino. - Propuso Pirú-

El cielo se oscureció y varias lunas hicieron acto de presencia, sin embargo... De repente volvió a salir el sol, bueno..., los soles, y a los lados del camino unas flores gigantes que se movían y cantaban una embriagadora canción 

- ¡Mirad! ¡Allí, entre las flores! 

Nacho señalaba a dos enormes margaritas que hacían bailar a una niña. Era Teresa. Su hermano, sin pensarlo dos veces y desoyendo las voces que le aconsejaban lo contrario, corrió hacia donde estaba la gemela, pero al llegar... 

- ¡Socorro! ¡Socorro! - Gritaba el niño al que una de las flores había levantado del suelo y lo sacudía bocabajo como si fuera un trapo-
- ¡Piensa algo bonito, tienes que controlar el pensamiento! - Le gritaba Pirú mientras corría entre las flores que cada vez se hacían más altas y también más tenebrosas-
- ¡Nacho piensa en mamá! ¡En los chupetes que tiene en la botica y en las gafas de sol que tanto te gustan! - Carmen corría también junto al mago mientras ayudaba a su hermano con sus palabras-

Al llegar a la altura donde el niño estaba siendo zarandeado, las flores desaparecieron y aparecieron enormes chupetes. Tan grandes como una catedral, tanto que empezó a faltarles la respiración. 

- Carmen, deja que sea yo quien decida qué pensar o no saldremos de esta - Sugirió el mago-

El espacio se hacía cada vez más pequeño, no había tiempo que perder.

- Escuchadme, pensad en vuestra madre y sentid el amor que os da, solo eso. - Propuso Pirú-
- ¿Puedo pensar en los monstruos del primo Cayetano? - Preguntó Nacho mientras era sacudido de aquí para allá-
- Pero... ¿Estos niños de dónde han salido? - Plumillas no salía de su asombro- ¿Cómo vas a pensar en monstruos ahora?
- ¡Pues para que se coman los chupeteees!
- ¡Nacho! ¡Piensa en mamá! ¡Ahora! - Gritó Carmen-

Entonces la noche volvió, esta vez con una sola luna. No había flores, ni chupetes, solo estrellas lejanas colgando de un cielo intenso y sereno. La normalidad parecía volver. El troll hizo una hoguera y aprovechando que era verano, todos durmieron al raso.
Al día siguiente, los soles seguían en su sitio, pero no el camino. Enormes montañas cerraban el paso de los exploradores y el paisaje de praderas que les había acompañado, se transformó en un frondoso bosque.

- Pero... ¿Qué es esto? - Se preguntó Pirú asombrado- Estamos siendo víctimas de una alucinación.
- No, Pirú, esta es mi casa y este es el bosque que la rodea. Ahora sí estamos en el lugar correcto. - Aclaró el troll- Esa es mi cueva, vayamos, mi hermano y la pequeña Teresa deben estar dentro.
-- Yo iré delante - Propuso el mago-

Unos pasos por delante de los demás, Pirú iba inspeccionando el terreno. Ni rastro de la gemela. Ya en la entrada de la cueva, el mago llamó a la niña. Nada, todo estaba oscuro y en silencio.

- Qué raro... Nuestra cueva nunca suele estar tan oscura, mi hermano le hizo claraboyas para que entrara la luz. Esta no es mi casa.
- Pero mira que sois raritos...- Dijo Matilda- Trolls vegetarianos que gustan del sol, si no lo veo no lo creo.
- Perdona bonita, tú eres una lagartija arquera, ya me dirás qué tiene eso de normal.
- Oye, no te metas con Matilda. - Advirtió Plumillas- 

Enzarzados en discusiones absurdas no escucharon la voz que venía de dentro de la gruta, solo Nacho fue capaz de distinguir la voz de su hermana y  advertir a Carmen.

- ¿Oyes? ¡Es Teresa! ¡Vamos a por ella!

Los pequeños corrieron hacia la cueva sin que los demás se percataran y al atravesar la puerta, misteriosamente esta se cerró.

- La hemos liado, Carmen. - Dijo Nacho-
- Bueno, lo importante es que la voz de la gemela viene del fondo, vayamos con cuidado y con los ojos bien abiertos.

No se veía casi nada y los niños avanzaban a duras penas. Notaron agua bajo sus pies y la voz de Teresa se oía alta y clara, cada vez más. Siguieron caminando, con el agua ya a la altura de las rodillas hasta que de repente notaron algo mullido bajo las pies y al mirar abajo vieron que era hierba, habían llegado a un bosque iluminado con faroles. No podían entender cómo podía haber un bosque allí,  en el interior de una cueva. 
En el exterior, el mago hacía lo imposible por abrir la gruta que había quedado sellada como si nunca hubiera tenido una entrada. Las cosas se ponían muy feas.

.-Nacho, esto es muy raro. No me gusta nada - Dijo Carmen mientras miraba alrededor-


Los hermanos caminaron un poco más hasta que de un farol salió una voz. 

- ¡Aquí! ¡Estoy aquí! 
- ¡Cielo santo si es Teresa! - Exclamó Carmen- 
- ¿Pero cómo has podido meterte ahí? -Preguntó Nacho-
- No lo sé... Estaba jugando con el troll cuando me quedé dormida, al despertar estaba en este bosque. A veces viene alguien, es como un duende, descuelga un farol y se lo lleva.
- Qué raro es todo esto. Deberíamos avisar a los otros - Propuso Nacho- 
- ¿Y cómo? Se ha cerrado la puerta. ¿Y si no es ella? ¿Si es un hechizo y realmente no es Teresa?
- Vamos a preguntar algo que solo ella pueda saber.
- De acuerdo. ¿Cómo se llama papá? ¿Y cómo se llama tu gemela?
- ¡Anda que tú vaya preguntas! - Se quejó Nacho-
- Sois unos bobos...¡Claro que soy yo! Papá se llama Javier y mi gemela, Paula. ¿Queréis sacarme de aquí de una vez?

En ese momento, se escucharon pasos y un duende apareció dispuesto a llevarse el farol donde estaba metida la pequeña.


- ¡Quieta ahí, duenda fea! - Le espetó Nacho- ¡Ese farol ni tocarlo, monina!

Pero aquella criatura se revolvió contra ellos e intentó atraparlos. Carmen le puso la zancadilla y cayó al suelo, momento que su hermano aprovechó para atarle las manos con la cadena del chupe de Teresa, que se le había caído y estaba en el suelo a unos metros del farol. Pensaban que todo había pasado cuando sacando una fuerza de no sabían donde, aquella criatura los lanzó a varios metros de distancia. Salieron volando y se estamparon contra un árbol. Estaban aturdidos, el duende se acercaba pero no se percató de que tras él, un ser enorme le seguía, era el troll amigo de Teresa. Fue a detenerla cuando corrió la misma suerte que los hermanos, con tan mala fortuna que se golpeó en la cabeza y perdió el conocimiento.

- ¡Telesforo! - Gritó Teresa- ¡Tienes que salvar a mis hermanos!

La duende se giró, murmuró unas palabras y el farol se desprendió de la rama rodando por el camino.

- ¡Te vas a enterar! - Exclamó Carmen-
- ¿Qué vas a hacer? Esa pequeña es mía, servirá para alimentar al gran mago negro, sus pensamientos alegres son necesarios para que él viva. ¡No saldréis de aquí y vuestro amigo tontorrón tampoco! - Gritó aquella duende con aspecto más bien malvado-
- ¡Que te lo has creído, tonta el haba! - Exclamó Carmen abalanzándose sobre ella y saliendo de nuevo despedida-. Fue a caer encima del troll que despertó de su aturdimiento-

Nacho aprovechó que la duende estaba ocupada con su hermana para darle un buen mordisco en un brazo. La criatura se revolvió e intentó atraparlo.

- ¡Carmen corre a por Teresa! 

El duende y la niña corrieron tras el farol, pero las piernas les pesaban cada vez más, no podían avanzar y el paisaje que les rodeaba se volvía espeso y oscuro. De repente, Nacho, Carmen y Telesforo se vieron atrapados en faroles similares a los de Teresa.

- Ya no vais a ningún sitio - Rio maliciosamente la duende- Ahora... ¡A servir de energía a nuestro gran mago!

Sin embargo, la malvada criatura no contaba con otra presencia. Un hada, un hada llena de luz que salió de la nada y que solo con posar sus ojos en la duende, esta se desintegró. Pausadamente se dirigió a los faroles y niños y troll escucharon palabras en su mente.

- Estáis a salvo, os llevaré a mi bosque.

Cuando abrieron los ojos, ya no estaban en la gruta, ni en el bosque de los faroles, estaban en uno muy luminoso y al fondo... Un hada. Carmen la reconoció enseguida.

- Un momento...¡Yo a ti te conozco!
- Claro que me conoces - Sonrió dulcemente-
- Eres... ¡Eres la prima Maite! Mamá me dijo que ahora eres un hada, pero que como eres novata, no puedes venir a vernos todavía. - Dijo la niña-
- ¡Y tiene razón! Ahora mi sitio está aquí, me toca proteger a los niños que se pierden y evitar que caigan en manos del mago malo.
- Pero... Yo soy un troll - Dijo un poco triste Telesforo-
- Pero eres un troll bueno y los trolls buenos están protegidos por mí también. Además, ¡eres amigo de de Teresa!.
- ¿Puedes venir con nosotros? - Preguntó Nacho-
-  No, cariño, no puedo.
- Es que mamá se pondría muy contenta. - Insistió Carmen-

El hada Maite sonrió y abrazó a los pequeños.

- Tengo que irme, decidle a los papás y a los tíos que estoy bien, que tengo un bonito trabajo y que siempre estoy con vosotros, aunque no me veáis. Tengo que cuidar de los niños del mundo y eso es mucho trabajo.
- Pero...¿Cómo vas a estar con nosotros si no te vemos? - Preguntó Carmen apenada-
- Porque estoy aquí - Dijo el hada señalando el corazón de la niña-

El hada levantó las manos y se formó una espiral en el aire. 

- Entrad, al otro lado está Casa Encantada. No os preocupéis por vuestros amigos, os esperan allí.

Los niños y el troll entraron y la espiral se cerró, pero aún les dio tiempo a ver al hada Maite despidiéndose de ellos y diciendo una última cosa.

- ¡Buscadme en el árbol 69!


De vuelta a Casa Encantada, lo primero que hicieron fue contar con pelos y señales todo lo que había sucedido. La gemela presentó a su amigo como Telesforo y claro,  su hermano sintió celos de él puesto que no tenía nombre.

- ¡Tú te llamarás Facundo! - Dijo Paula que no había abierto la boca hasta entonces- 
- ¡Anda que bien! ¡Otro troll en calzoncillos! ¡Eso tenemos que arreglarlo, Pirú! - Propuso mami Teresa.

Todos rieron y festejaron los nombres de los trolls, que sin embargo sabían que no podían quedarse en Casa Encantada. Eso sí, llegaron a un acuerdo con Pirú para que los dejara en un lugar protegido del mundo mágico y además, recibieron una rosa azul, el artilugio con el que se comunicaban los habitantes de la casa.

- Mamá, quiero teti - Dijo la gemela que estaba hambrienta después de aquella aventura- 
Imagen procedente de Pinterest, (Feltify) puedes adquirirla en www.feltify.com

- Pues vamos allá. ¡Teti al canto!

Los amigos decidieron hacer una fiesta para dar la bienvenida a los nuevos habitantes y a la vez, celebrar la apertura de la botica. Esta vez la fiesta sería a lo grande, una bien bonita y de disfraces. Teresa andaba probándose su traje cuando Nacho le dijo que se asomara a la ventana.

- ¡Pero bueno, qué sorpresa!
- ¡Pero si es papá! -Exclamaron las gemelas que salieron corriendo sin que nadie pudiera detenerlas-

Por el camino, un ratón venía paseando ajeno a todo lo que había pasado, no podía ni imaginar que en solo un día casi desaparece una gemela y aparecen dos trolls en calzoncillos, pero además... Estaba a punto de abrirse la primera botica de Casa Encantada.

El ratón puede ser adquirido en Etsy, es propiedad de OliverBrye y hace encargos personalizados. 
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Y al fin llegó la fiesta que fue como solo pueden ser las fiestas de Casa Encantada. Los niños tuvieron su paseo a lomos del culebre Smaugui, tal y como les habían prometido, y por supuesto, Matilda les había enseñado el truco de esconderse en un guante para asustar a todos. Los mayores no paraban de hacerse fotos delante de la flamante botica así que os dejo por aquí la de doña Teresa Recetillas que quedará para el recuerdo de todos los habitantes de la casa más especial del Guadiato. 


Esta preciosa ratoncita es propiedad de OliverBrye, que además  hace encargos personalizados. 
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También la puedes encontrar en Pinterest.

Con mucho cariño para Teresa y Javier y en especial para los preciosos ratoncitos: Carmen, Ignacio, Teresa y Paula. ¡Bienvenidos a Casa Encantada!

sábado, 20 de junio de 2020

CHARLA SOBRE Casa Encantada con el concejal de cultura.

En el día de ayer tuve una charla con el concejal de cultura del Excmo Ayuntamiento de Peñarroya- Pueblonuevo, don Luciano Carrasco, con quien pasé un rato muy agradable recorriendo Casa Encantada y hablando de sus personajes. Si te lo perdiste, puedes vernos y escucharnos en el siguiente vídeo.
Gracias por la oportunidad.



viernes, 19 de junio de 2020

REBELIÓN EN CASA ENCANTADA.


Por una vez y sin que sirva de precedente, tengo que contar lo que me ha pasado con los personajes de Casa Encantada. Sí, sí, mis personajes, esos que he soñado con todo cariño y a los que he dado vida dentro de esta casa que tanto queremos. Bien, todo empezó cuando quise crear personajes nuevos. Estaba a punto de soñar al doctor don Pepito Tiritas y a la farmacéutica doña Teresita Recetillas cuando recibí un correo electrónico de Pirú. Sí, sí, del mago. En el  correo decía lo siguiente:
De: Pirumago@casaencantada.info
Para: pepagomez@casaencantada.info

Estimada Pepa:
                    Hemos sabido que estás a punto de soñar varios personajes nuevos para Casa Encantada entre los que se encuentran dos que pertenecen a la rama sanitaria. Como mago y en representación de todos mis compañeros, tengo que elevar una queja y mi máxima repulsa ante lo que me parece una intromisión en mis funciones. Un mago no necesita de médicos ni farmacéuticos, si bien, pueden estar perfectamente en cualquier otro lugar como puede ser "La Charca de los Patos", donde Pepa Jones y el Gambigrupo igual necesiten de sus servicios.
                Del mismo modo, ha llegado a oídos de Plumillas que también deseas soñar a una nutria escritora llamada Martuca Peluca, función que choca con los trabajos que él desempeña en esta casa. 
Smaugui me trae la queja de que igualmente, sueñas con un nuevo ser mitológico y él está hasta las escamas de ojáncanos, nuberos, roblones y otros bichos maléficos, que necesita descansar y que le sueñes haciendo barbacoas, no peleando para defender a sus amigos o a los paisanos del Guadiato.
                Y por lo expuesto anteriormente, te emplazamos a una reunión el día diecisiete del corriente a las siete de la tarde para entre todos tomar decisiones por el bien de Casa Encantada y los que aquí habitamos.

Fdo: Pirú Mago
Representante de PDPCE (Plataforma en Defensa de los Personajes de Casa Encantada)

Con este panorama -y bastante preocupada- me fui ayer a Casa Encantada para arreglar este asunto, pero desde luego que fácil, lo que se dice fácil no me lo iban a poner.
Nada más llegar, en la puerta me encuentro a Smaugui con cara de pocos amigos y no es por nada, pero un culebre enfadado no es precisamente la mejor compañía. A su lado, la lagartija Matilda.

- Hola chicos ¿Qué tal estáis? ¿Me invitáis a pasar? - Les digo-
- Si no hay más remedio.... - Dice Matilda dándose media vuelta y haciéndome una señal con el dedo para que la siga-

Al pasar al lado de Smaugui este no se aparta y tengo que sortear uno de sus enormes pies. Las escamas le brillan muchísimo; traerlo de Cantabria a Andalucía ha sido todo un acierto. 
Ya en el salón, todos me miran muy serios, están sentados en sofás y butacones, Matilda corre a uno de ellos y se sienta con Plumillas. Pirú, al que mis sobrinas adoraban de pequeñas, hoy parece otro mago. Está serio y eso lo hace oscuro y peligroso, nunca lo soñé así y ahora me resulta inquietante porque comprendo que todos ellos ya viven por su cuenta, fuera de mi mente y de mi control.

- Pasa Pepa, siéntate por favor. -  Me dice don Leonardo- Te hemos llamado, como ya sabes, para tratar sobre los nuevos personajes que sabemos estás soñando.
.- ¿Y cómo sabéis que estoy soñando eso?
- Somos mágicos - Habla Pirú por fin- ¿Pensabas que podías controlar todo?

Guardo silencio, lo último que quiero es discutir con mis personajes. Miro alrededor, están todos y con cara de pocos amigos, no entiendo tanto revuelo por querer ampliar la plantilla encantada, creo que cualquier aportación enriquecería su vida y la de la casa, pero bueno, hay que escuchar lo que quieren contarme. Pirú toma la palabra.

- Como representante de la Plataforma en Defensa de los Personajes de Casa Encantada, quiero trasladarte nuestro desacuerdo con la llegada de los nuevos personajes. Ahora mismo vivimos bien, tenemos espacio para todos y todos tenemos nuestras funciones. Si estamos más, no podremos hacer nuestro trabajo y además, ¡habrá que compartir habitación!. Y eso... ¡Jamás!

Me quedo pasmada ¡Resulta que se me han vuelto cómodos y no quieren compartir!

-  Además, nosotros vamos sobrados en la cocina - Dice Blasito señalándose a él mismo y a Benito-
Ratoncitos extraídos de Pinterest, propiedad de: OKSANA CIACCIOPPOLI. Para más información: www.livemaster.ru/topolino

- Pero... ¿Os estáis escuchando? - Me pongo de pie para que me vean y oigan mejor- ¿Me estáis diciendo que no queréis más amigos aquí porque estaréis incómodos? ¿Porque tendréis que compartir? ¿Cuándo he soñado yo un corazón egoísta para vosotros? ¿Cuándo? - Señalo a todos, uno a uno y muy enfadada- Vais a tener un problema muy gordo si seguís por ese camino, os lo advierto.

En ese momento, Plumillas toma la palabra.

- No es eso, Pepa. Aquí todo está muy organizado, la emisora que a la vez hace de redacción para el Casa Encantada Noticias,  es pequeña... No puedo compartir ese espacio con una nutria que además, con lo revoltosas que son, no dejaría nada quieto y yo tengo que concentrarme para mis cosas.
- ¡Puedo soñarte una redacción más grande! Siempre te quejas de que Matilda y tú no tenéis tiempo, que hay mucho trabajo... ¡Martuca podría ayudaros!
- No, es no.
- ¿Perdona? - Le contesto asombrada-
- ¡Que no es no! No queremos a esa nutria.

Y se levanta y se va dejándome con la palabra en la boca. Antes de salir le oigo murmurar.

. Será zurupeta...
- ¡Te he oído! ¡Me has llamado zurupeta!
- De eso nada, monina, he dicho "coqueta". Que me pareces una humana muy co-que-ta.
- Sí, yo lo he oído perfectamente - Le apoya la lagartija Matilda que sale tras él-

Me siento decepcionada. Estos personajes siempre han sido generosos, buenos, acogedores... ¿Qué les habrá pasado? ¿Estarán bajo alguna influencia maligna? Me pongo a pensar rápidamente en soluciones, pero antes de que pueda intentarlo, la puerta se abre y entran Plumillas y Matilda con pancartas.


- Pero bueno, ¿esto que es? - Pregunto enfadada- ¡Estoy empezando a perder la paciencia!
- Se han pasao, macho. -Le murmura por lo bajo Benito a Blasito- Tampoco es eso, que la mujer ha venido en son de paz y veremos si no se enfada y nos manda a la zona oscura.

Detrás de ellos, Bizcocho hace acto de presencia con una cacerola y una cuchara, formando un ruido ensordecedor y gritando como un poseso: ¡No más personajes, Pepa dimisión! Me quedo con la boca abierta y el insoportable escándalo hace que instintivamente me lleve las manos a los oídos.

- ¡Por favor, que alguien le quite la cacerola! - Grito desesperada-
- Bizcocho Manifas le llaman, no te digo más... - Me contesta Matilda-

Pirú se levanta, pensaba que iba a reñir a Matilda, Bizcocho y Plumillas, pero no, se dirige hacia mí.

- Nos has tenido abandonados durante meses y ahora vienes diciendo que traes personajes nuevos. Meses sin soñar nada para nosotros, cuando sabes que nuestra existencia depende de ti.

Empiezo a entender. Durante los meses que ha durado el confinamiento a causa del coronavirus no he estado muy activa con los cuentos, a todos nos ha afectado de un modo u otro y yo llevo demasiado sin escribir.

- Igual es que ya te has cansado de nosotros y no nos quieres... - Habla la seño Yolanda con una tristeza que me contagia-

Ahora lo veo claro, mis personajes se han sentido abandonados en este tiempo y al ver que creaba otros nuevos, han debido pensar que ya no les quiero ¿Pero cómo voy  a dejar de quererlos? Apesadumbrada me pongo a andar por el salón como una sonámbula, no sé muy bien qué hacer y decido sentarme en el primero sitio que veo libre. De repente, siento un dolor inmenso en el culete y grito.

- ¿Qué sucede? - Pregunta Pirú desconcertado.
- ¡Algo me ha mordido! - Al girarme para ver qué hay en el asiento, me encuentro con Plumillas- 
- Ibas a sentarte sobre mí. ¡A posta!
- ¡Me has mordido! ¡Ratón impertinente! - Le grito enfadada-
- ¡Poco para lo que mereces! Además.., todo hueso ¡Puaaaj!  ¡Qué asco!
- ¿Sabes qué? - Le digo apuntándole con el dedo- ¡Se acabó! No estoy dispuesta a aguantar ni un minuto más tus idioteces. Voy a hacer desaparecer tu cola y a convertirte en un hamster redondo, blancuchino y culón. ¡Tu único cometido será comer lechuga!
- Habrás querido decir.., <<ganster>> Plumillas Clemenza. - Dice mientras se mira las uñas con aire de superioridad- Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar.

El resto de personajes le ríe la gracia, especialmente Matilda que está descontrolada y salta de un lado para otro. Me tiene nerviosa y no puedo disimularlo, la situación se me escapa y debería poder controlar lo que está sucediendo ¡A fin de cuentas soy yo quien sueña esto! Siento ganas de llorar.

- Pepa...¿Estás llorando? -Me pregunta la seño Yolanda que se acerca y se sube a mis rodillas-
- Pensáis que os he abandonado y eso no es cierto. Os sigo queriendo como siempre, solo que tengo una de esas crisis por las que pasamos las personas que escribimos. Me falta inspiración y pensé que con nuevos personajes podría retomar los cuentos. En ningún momento he querido eliminaros, al revés. No es justo que me hagáis esto.

Alguien ha trepado hasta mi oreja derecha y una mano suave y peludita desciende por mi mejilla a modo de caricia. 

- Siento haberte mordido. ¿De verdad que no has dejado de querernos?
- ¿Cómo podéis pensar eso? ¿Sabéis lo que me costó soñaros? 

Muchas manitas acarician mi cara, mis manos... Mi alma. Alguien está enredando con un collar de madera que llevo.

- Pepa, ¿me prestas este collar? 

Es Matilda. La cojo en mi mano y me quito el collar con la otra, decido regalárselo para que se haga muchos collares, pulseras y pendientes con él. Pirú, don Leonardo y Bizcocho se acercan, los ratones suben a mis rodillas.

- Pensábamos que... 
- Lo sé - Interrumpo a Pirú- Pero no es así y estáis siendo muy injustos. ¿Te has parado a pensar cuánto pueden aprender un médico y una farmacéutica de un mago? ¿Sabes cuántas cosas buenas podrían hacer en sus mundos?
- Ah... ¿Entonces venían a aprender? ¿A que yo les enseñara? - Pregunta avergonzado-
- Claro, Pirú. Nuestro mundo necesita magia, mucha magia. Y en cuanto a la nutria - Digo mirando a Plumillas- Venía porque te admira, le gusta como escribes y le encantan tus programas de radio, especialmente "Cuarto Ratenio". Solo quería aprender de ti, pero si tú no quieres.., le buscaré a otro profesor.

Se hace un silencio espeso, me seco las lágrimas y anuncio que me voy, que a partir de ahora tendrán que buscar a otra escritora para que sueñe sus aventuras, puesto que yo no  he estado a la altura. Intento levantarme, pero no puedo y no creo que sea por el peso de los rantoncitos.

- Piru ¿Qué has hecho?
- Oh..., nada, un pequeño hechizo para que te quedes hasta que escuches nuestras disculpas.

Arrepentidos, me piden perdón y yo -que no pensaba para nada dejar de soñarlos- acepto volver a ser su creadora. Todo lo han hecho porque pensaban que ya no les quería. En ese momento, unos enormes ojos ardientes asoman por el salón. Es Smaugui.

- Pepa, si quieres te llevo a tu casa volando, es muy divertido y podemos dar una vueltecita para que veas las montañas.
- Y espera, ¡que te preparamos unos dulces! - Dicen Blasito y Benito que salen corriendo camino de la cocina-
- No puedes irte sin contarnos algo de mis aprendices - Me dice Pirú-
- Pues veréis, don Pepito es un médico de campo y anda curando a todos los animalillos que trabajan en las labores de la tierra y doña Teresita tiene unos niños... ¡Tenéis que verlos! ¡Son unos ratoncitos preciosos! Carmen, Ignacio, Paula y Teresa. Ya  veréis, ¡harán las delicias de todos!
- ¿Y podré enseñarles la broma del guante? - Pregunta Matilda entusiasmada-
- ¡Por supuesto! Aunque igual son ellos quienes te enseñan trastadas a ti.
- ¡Cómo me gusssssssssssssssta! 
- ¿Y cómo es Martuca Peluca? - Pregunta Plumillas- Espero no haberte hecho mucho daño. Estoy vacunado, ¿sabes?
- Pues Martuca es muy lista, quiere aprender a hacer fotos y a redactar noticias encantadas y piensa que nadie mejor que tú. Y por cierto, chicos, tengo una sorpresa para vosotros.

Sus caras expectantes me hacen gracia.

- Vamos a salir en Youtube, me van a hacer una entrevista con motivo de la I Feria virtual del libro en Peñarroya-Pueblonuevo y quieren que estéis vosotros ¡Sois los protagonistas!

Risas y más risas, frases atropelladas y locura colectiva. La seño Yolanda me dice que necesita un vestido nuevo porque tiene que salir guapísima, así que toca soñarle uno. Matilda quiere contarles a todos cómo se suelta una flecha ¡Me vuelven loca!
Don Leonardo hace una señal a todos y se marchan, nos quedamos solos y hablamos sobre la entrevista, que solo es una excusa, un rodeo para dejarme claro que aquella casa es la casa de todos los que quieran ser felices y que en ningún momento han pretendido ser egoístas. Yo sé que es verdad, sus corazones son tan grandes que caben varios mundos con sus gentes en ellos, solo que se han sentido solos, y a veces, la soledad es un puente a los malos pensamientos. He aprendido la lección, pero creo que ellos también.

- Nunca os abandonaré, nunca he dejado de quereros ni de soñaros, sois mi creación y mi mundo. No lo olvidéis. - Les digo antes de subir a lomos de Smaugui-
- Pepa, ¿te duele el culete? - Me grita Plumillas desde lejos mientras los demás rompen en sonoras carcajadas que llenan la casa de alegría-
- Al final... ¡Hamster!

Y me elevo sobre las casas y bajo el cielo, feliz de recuperar a mis amigos y de traer otros nuevos. Nos vemos próximamente en nuevas aventuras ¡No os vayáis muy lejos!

jueves, 19 de marzo de 2020

Vuelven los ojáncanos.

En Casa Encantada se ha decretado el estado de alarma por ese dichoso virus que tiene a los no encantados de cabeza. Tras una reunión de los altos responsables de la casa mágica, se ha decidido que los personajes de cuento también deben someterse a aislamiento. 
Y ahí están todos, dentro de la vieja mansión intentando pasar estos días de la mejor manera posible. Como es de esperar, Matilda y Plumillas se encargan de la emisora de radio y de amenizar en lo posible las horas. Las discusiones no faltan.
En el exterior, nuestro culebre favorito, Smaugui, ha encendido la chimenea de un solo soplido, y  es que no hay nada más auténtico que un dragón español. 

Plumillas ha decidido salir al jardín a hacer unas fotografías de la lluvia sobre las palmeras, Matilda mientras tanto aprovecha para poner música de la que no le gusta a su amigo.

- Ya está la lagartija poniendo música cateta... Si es que no la puedo dejar sola. ¡Qué cruz! -Murmura el ratón mientras se agacha para sacar fotos de una bonita azucena-

Don Leonardo mientras tanto cambia impresiones con el mago Pirú. No va a ser fácil tener entretenidos a los más pequeños sin poder salir de casa. En esto, la ayuda de Blasito y Benito, nuestros ratones cocineros, va a ser fundamental. Ya tienen preparado un taller de galletas y magdalenas para esta tarde, así que andan a tope disponiendo todo en la cocina.

- ¿Cree que esto durará mucho, don Leonardo? - Pregunta Pirú-
- Pues... ,dependerá de la gente no encantada, nosotros no podemos hacer mucho.
- No entiendo muy bien la decisión que hemos tomado, a fin de cuentas somos mágicos, poco nos puede pasar. - Dice Pirú mientras pasea
 por el salón-
- Me preocupan las pesadillas de los más pequeños, ya sabes que lo malo entra por ellas así que es mejor mantenerlos divertidos y en casa, sin contacto con la gente no encantada. Ellos deberían hacer lo mismo con sus niños.
. Tiene usted toda la razón- ¿Otro té?


Mientras tanto, Plumillas sigue haciendo fotos de aquí y de allá. Ve  la casa de doña Pepita, la ardilla, que no quiere salir, pero le saluda desde la ventana. 

- Doña Pepita, buenos días, hago una foto de su casa y se la mando luego. ¿Le parece bien?
- Claro, hijo. Anda, vete pronto que no están las cosas como para estar en la calle.

De vuelta ya en Casa Encantada, Plumillas se dirige a la emisora para enseñarle las fotos a Matilda. Ha decidido que va a sacar una edición especial del periódico de Casa Encantada con fotos de los alrededores e historias de don Leonardo. 

- Mira Matilda, a ver si te gusta lo que traigo. ¿Quieres quitar al Bisbal? De verdad, eres una lagartija muy pesada.
- Si te crees que voy a poner música con ruido vas listo. ¿Sabías que la batería armando jaleo es un instrumento que atrae a los seres malos malísimos que viven en unos sitios que no podemos ver? - Le dice Matilda apuntándole con un lápiz-

Plumillas toma aire profundamente y se sienta. No quiere discutir con ella, no tiene remedio. 
Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

De repente, siente mucho picor en la nariz y comienza a estornudar.

- ¡Atchis! ¡Atchis!
- ¿Te has constipado? -Le pregunta la lagartija-
- Esta mañana estaba bien. ¡Atchis! Qué raro...
- ¡Madre mía que te veo venir, eh!

Plumillas se asusta y se levanta de la silla como si algo le hubiera picado. Comienza a andar de un lado para otro con las manos en la cabeza. Una de las veces, se gira tan rápido que se lía los pies en su propia cola y casi se cae.

- ¿Y si tengo coronavirus? ¡Que he salido de la casa! ¡Ayyyy que me he contagiado! ¡Socorro! ¡Ayuda! ¡Pirúúúúúú!

Matilda apoya su barbilla en la mano izquierda mientras que con la derecha, tamborilea los dedos sobre la mesa. No puede aguantar la risa.

- ¡No puedes contagiarte! Eres un ratón, ¡so insustancial!
- ¡Pues entonces tengo corona-ratón!

En ese momento, la lagartija saca de debajo de la mesa un matamoscas y le atiza en toda la cabeza al pobre Plumillas. Este, asombrado deja de gritar. En ese momento, la puerta de la emisora se abre y aparecen Pirú y don Leonardo, que alertados por los gritos se dirigen raudos a averiguar qué está pasando. 

- ¿Qué ocurre aquí? -Pregunta don Leonardo enfadado-
-  Plumillas dice que tiene corona-ratón. -Matilda comienza a reír-
- Sabíamos que iba a pasar esto. Bien, os quiero ver en cinco minutos en el salón. Vamos a hablar con todos los habitantes de Casa Encantada para que nadie se vuelva loco.- Propone el mago-

Todos reunidos en torno a la chimenea, grandes y pequeños, aguardan expectantes lo que tienen que decirle sus amigos mayores. Don Leonardo toma la palabra.

- Como todos sabéis, la gente no encantada está poniéndose malita por un virus que se llama COVID-19, pensaban que era como un constipado, pero al final ha resultado ser peligroso y altamente contagioso y por ese motivo, han decidido quedarse todos en sus casas durante 15 días y probablemente, muchos días más. Así evitan también que abuelos y personas delicadas se enfermen.
- ¿Y a nosotros también nos afecta? -Pregunta Smaugui-
- Veréis -Habla ahora Pirú- Nosotros somos personajes mágicos, en principio no podemos contagiarnos, pero... Tenemos interferencias con el mundo no mágico a través de los sueños de los niños. Si uno de ellos tiene pesadillas, lo malo de su mundo, puede pasar al nuestro y por eso es importante que nosotros también permanezcamos en casa mientras ellos solucionan sus problemas.
- No sabía que los sueños fueran tan importantes.... - Murmura Bizcocho- ¿Y podemos ayudarles?
- Sí, amigo- Contesta nuevamente el mago- Hay que soñar y pensar cosas bonitas para que podamos vivir todo eso. Es muy importante que el mundo no mágico y especialmente los niños, tengan buenos pensamientos, el mundo entero depende de ello. También el nuestro. Ahora, debemos permanecer todos juntos teniendo sueños hermosos con ellos, enviando pensamientos de felicidad para que pronto puedan salir de su problema.
- Pues entonces, vamos a enviarles pensamientos llenos de salud y a imaginarlos felices. ¿Qué os parece, chicos? - Dice la seño Yolanda-
- ¿Y comidas ricas? ¿Podemos enviarles algo? - Dice Benito que sale del salón y vuelve rápidamente con un plato delicioso-


Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

Todos ríen la ocurrencia y se preparan para la rica comida del mediodía. Cuando llega la tarde todos están tranquilos, cada cuál con un pensamiento alegre para los no encantados. Todos menos Plumillas, que desoyendo las recomendaciones ha vuelto a salir a hacer fotos.
Los alrededores de Casa Encantada en esta época están preciosos. La hierba crece fresca y alta y las flores brotan sin aparente orden rompiendo el verde. Una alfombra multicolor se extiende ante la cámara del ratón que sin darse cuenta se va alejando.
De repente, se escuchan pasos, unos pasos poderosos que hacen temblar el suelo. Plumillas recuerda perfectamente la última vez que oyó algo así. No podía ser...
Corre a esconderse tras una roca y asustado ve algo que pensaba no volvería a ver jamás. ¡Ojáncanos!

Imagen extraída de Internet, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

- ¡Y no me he traído la rosa azul para avisar a los demás! - Plumillas registra sus bolsillos, su mochila...Nada, no tiene el mágico utensilio que los habitantes utilizan para comunicarse- 

Decide permanecer quieto y en silencio hasta que los ojáncanos se alejan lo suficiente como para no poder verlo. Pasado el peligro, corre como alma que lleva el diablo y consigue alcanzar Casa Encantada en tiempo récord.

- ¡Pirú! ¡Pirú! 

Sube las escaleras corriendo y a quien primero encuentra es a la lagartija con una mascarilla y guantes.

- ¿Pero qué haces? - Dice Plumillas parándose frente a ella-
- Estoy ensayando, por si de verdad tienes algo y me lo pegas. ¡Tuuuuuuuuuuuuuuuuso! ¡No te acerques! ¡¡Plumillas culo de bombilla!
- Qué graciosita eres, Matilda. ¿Y si eres tú la que tienes el coronatija?

Matilda saca de no se sabe dónde el matamoscas y el ratón se pierde corriendo casa adentro. Al llegar al salón, Pirú y don Leonardo se sobresaltan.

- Pero..., alma de cántaro ¿Dónde vas con esas prisas? -Pregunta el mago-
- ¡Pirú, don Leonardo! ¡Hay ojáncanos en los alrededores! ¡Los he visto!
- ¿Y qué hacías en la calle si se puede saber? - Le pregunta don Leonardo un tanto enfadado-
- ¡Reportajes! La prensa no puede parar.

Estando en la conversación oyen un batir de alas y un ruido inmenso que solo puede ser Smaugui. Algo pasa afuera. Corren al exterior y se encuentran al culebre lanzando grandes llamaradas para alejar a dos ojáncanos que se acercaban peligrosamente a la casa. ¿Cómo era posible que la campana de protección de la casa estuviera desactivada?

- ¡Pirú! ¿Por qué no funciona la protección de Casa Encantada? - Pregunta don Leonardo preocupado.
- El hechizo dura 22 horas, estoy trabajando para poder completar las dos horas que faltan, pero no he dado todavía con resultados. Siento que haya pasado esto, los detendremos.

Imagen extraída de Internet, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

Smaugui se estaba enfrentando a los poderosos ojáncanos que asustados salen corriendo buscando alguna cueva en la que ocultarse, con tan mala fortuna, que se meten en la que el culebre se había fabricado como hogar, justo entre las grandes escorias de mina.

- ¡Se han metido en mi casa! -Grita enfadado Smaugui-
- Tranquilo, amigo, los sacaremos de ahí y volverán a su lugar de origen. No pintan nada en estas tierras y ya tenemos bastantes problemas como para encima enfrentarnos a estos seres. -Contesta el mago- Ahora, tenemos que intentar que en dos horas no salgan de ahí o lo pasaremos mal. Después idearemos un plan para que salgan de manera definitiva.
- Entendido, los mantendré a raya. -Contesta el culebre-

Los ojáncanos no se movieron del que parecía su nuevo hogar. Smaugui tenía guardadas muchas cosas brillantes y las olivinas que Matilda le había regalado. A estos seres realmente no les interesa nada de eso, pero son dañinos y malos y lo primero que hacen es deshacerse de todo tirando las cosas a un arroyo cercano.
Con la protección de la casa de nuevo operativa,  se reúnen todos en el salón. Matilda, toma la palabra.

- Familia, estoy preocupada porque los ojáncanos han venido precisamente a un lugar donde crece la encina, cuyo fruto es una de sus comidas favoritas. Me temo que vienen a quedarse y que si los echamos de aquí, se irán a cualquier dehesa e intentarán aislarla haciendo desfiladeros. También me preocupan las golondrinas, se comen todas las que pueden y no podemos permitir que aquí hagan eso.

La seño Yolanda se quedó muy preocupada, entre sus alumnos había golondrinas, como el caso de Victoria y Guillermo, los dos hermanos traviesos que solían comerse las semillas de los huertos. No sabía cómo, pero esos seres maléficos tenían que salir de los alrededores de Casa Encantada.

- Al menos, la cuarentena de la gente no encantada ayuda a que no anden por aquí. Imaginaos que se encuentran con ellos. ¡Morirían del susto! - Dice don Leonardo-

El día llegó a su fin con una preocupación indisimulada. Y luego estaba Smaugui, que se había quedado sin casa, así que entre todos habían extendido unos enormes toldos desde la puerta principal de Casa Encantada hasta los eucaliptos para que pudiera resguardarse. El culebre cubrió los laterales también para evitar que entrara el aire, de ese modo se hizo una casa a modo de tienda de campaña. Sería suficiente hasta que pudiera recuperar su hogar.

El silencio se hizo hueco en la noche, tan solo se escuchaban algunas aves nocturnas, ni siquiera los murciélagos se atrevían a salir, sabían que eran un plato delicioso para los temibles ojáncanos.
Al día siguiente, se encontraron con algo que no esperaban. A primera hora de la mañana, doña Carmelita Despistillos estaba frente a la casa muy nerviosa, don Leonardo al verla la hizo pasar.
Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

- Pero, doña Carmelita...¿Qué hace usted aquí? ¿No sabe que no se puede salir?
- Calle, calle, don Leonardo... He tenido que salir esta mañana a unas comprillas y a la vuelta ¡No he podido regresar a casa! ¡Ay qué desgracia!
- Tranquilícese, entre y cuénteme todo.

Entraron al salón, Bizcocho le trajo una  taza de café bien caliente para que se le pasara el susto y luego escucharon su relato. Doña Carmelita vivía en "Las Corridas", una finca llenita de encinas y cercana a Casa Encantada, esa mañana todo parecía normal hasta que de repente, de la nada salieron unos enormes desfiladeros que han aislado toda esa zona. Imposible salir o entrar, con lo cuál muchos personajes se han quedado atrapados en sus casas. Y lo que es peor... Han visto a unos seres descomunales, con un solo ojo merodeando por allí, algo que no se conoce por estos lares. Todos están muy asustados.

- No se preocupe -dice Pirú- Puede quedarse aquí hasta que todo pase, nosotros nos encargaremos de este problema.
- Pero... ¿Que son esos bichos?
- Son ojáncanos, doña Carmelita, unos seres que representan todo lo feo y malo. Tranquila, aquí estará segura.
- Gracias... Para agradeceros vuestra hospitalidad, os haré una tarta enoooorme. ¿Vale?
- ¡Nos parece perfecto! - Se apresura a contestar Bizcocho-

Matilda, que ha escuchado todo desde el pasillo, entra para preguntar a don Leonardo.

- ¿Por qué doña Carmelita lleva un zapato de cada color?
- ¡Oh!, ¿es que no lo sabes? Es la señora más despistada de todos los alrededores, es bastante probable que ni se haya dado cuenta de ese detalle.
- No es posible.
- ¡Si yo te contara! Hace cosas peores, créeme.

Y se alejó por el pasillo riendo a carcajadas. A Matilda le intrigó muchísimo esa señora, ya habría tiempo de saber más, ahora había que trazar un buen plan para sacar a los ojáncanos del Guadiato.
Avanzada ya la mañana, una comitiva compuesta por el mago Pirú, Matilda, Plumillas y Smaugui, se dirige hasta la finca ocupada por los ojáncanos. Al llegar al cruce con la carretera de Fuente Obejuna, se detienen. Una enorme grieta les cierra el paso, es imposible acceder en muchos kilómetros, los ojáncanos se han empleado a fondo haciendo desfiladeros.

- ¿Cómo es posible que hayan hecho esto en tan poco tiempo? - Pregunta Plumillas-
- Son muy poderosos -Contesta el culebre- toda su maldad es equivalente a esta fuerza que desatan. A veces, me parecen invencibles.
- Bueno, bueno, mantengamos la calma - Dice Pirú- Intentaremos cruzar al otro lado con un hechizo. No os separéis de mí. ¡Matilda, a mi bolsillo!

La lagartija, obediente, se introduce en el bolsillo del mago y espera lo que haya de suceder. Una nube plateada los envuelve y cuando abren los ojos, están en un precioso prado salpicado de tilos y encinas que termina en la cola del pantano. El agua está tranquila, solo se altera con el salto de las carpas que ajenas a sus nuevos vecinos, saltan y disfrutan del día soleado. Algunos patos hacen acto de presencia, Matilda cuenta hasta cuatro especies distintas. Sin duda, el Guadiato es un paraíso para los animales y no pueden consentir que esos seres monstruosos destruyan este maravilloso entorno.

De repente, escuchan pasos, otra vez esos temibles, ruidosos y escalofriantes pasos, corren a esconderse detrás de una encina, desde allí, pueden ver a un ojáncano sentado tranquilamente. Alrededor, multitud de cáscaras de bellota.

- ¿Veis eso? - Susurra Matilda desde el bolsillo de la túnica de Pirú- ¡Hay que atraparlo!
- Escuchad, el plan es esperar a que estén los dos para poder paralizarlos, luego tú, Matilda y  tú, Plumillas los ataréis fuertemente por si durante el viaje despiertan. Smaugui, tendrás que volar hasta Cantabria para devolverlos a su lugar de origen. - Propone Pirú-

- De acuerdo, pero no creo que pueda llevar a los dos a la vez.
- En eso tiene razón, Pirú. - Dice Plumillas-
- No lo había pensado... - El mago se mesa la barba e intenta buscar una solución rápida-
- Bien, detrás de esos roquedos han excavado una cueva, podemos introducir a uno de ellos allí mientras Smaugui vuelve. Yo me quedaré para asegurarme de que no despierta del hechizo-
- Nosotros nos quedamos también. -Propone Matilda-

Tan metidos en la conversación estaban que no vieron venir a uno de los temibles seres, solo cuando el suelo tembló bajo sus pies, fueron conscientes de lo cerca que lo tenían.

- ¡Corred! - Gritó Plumillas-

 Pirú se interpone entre el ratón y el ojáncano y en un rápido giro de su báculo, el terrible ser queda paralizado como si fuera una roca.

Rápidamente, Plumillas y Matilda atan fuertemente al ojáncano y  casi sin esperar, Smaugui levanta el vuelo y se pierde en el cielo.

- Buen trabajo, chicos. - Dice el mago- Ahora nos queda la ojáncana y esa... es más temible si cabe que su compañero.
- ¿Es verdad que roba a los bebés de los humanos? - Pregunta Plumillas-
- Así es amigo, así es. También se come a los niños que se pierden en el bosque así que por una vez, suerte que están todos los humanos en sus casas y no zascandileando por ahí, eso les va a salvar la vida.

Pero nada más terminar la conversación, aparece la temible ojáncana. A diferencia de su compañero, ella tiene dos ojos y una enorme boca con dos colmillos tan grandes que parecen de jabalí. También llama poderosamente la atención los grandes pechos que se echa a la espalda para correr.

La ilustración creo que es de "Cotiva", si ves este cuento, por favor, déjame un mensaje para poder llegar a un acuerdo. Si no deseas que esté aquí tu dibujo, lo retiraré. 

- Chicos... ¿Qué lleva debajo del brazo? Es...Es... -Balbucea Matilda-
- ¡Es un niño! -Grita Plumillas- ¡Hay que salvarlo como sea!

Pirú les explica que no puede emplear el hechizo porque afectaría al chico así que tienen que pensar algo muy rápido. Por suerte, no han sido vistos y la horrible criatura se dirige a unos roquedos donde debe tener la cueva. Hay que actuar urgentemente o el niño morirá. 

- ¡Ideas! ¡Rápido! - Dice Matilda muy alterada! 
- Humo, hay que llenar la cueva de humo para que salga - Propone Plumillas-
- ¡Oh, gran idea! - Exclama la lagartija- Y de paso atufamos al niño. ¿No?

Lagartija y ratón se enzarzan en una de sus típicas discusiones mientras Pirú mira al agua perdido en sus pensamientos. Tiene que haber alguna solución.

- Matilda - Dice al fin - Necesito tus dotes teatrales y tu valentía.
- Lo que mandes, Pirú.
- Quiero que te pongas delante de la cueva y la llames, que grites, que cantes, que hagas toda clase de ruidos. Molesta todo lo que puedas hasta que consigas que salga. Tienen muy mal genio y si mi intuición no falla, no tardará en asomar su fea cara y entonces, podré lanzar mi hechizo.
- ¡Me niego a que vaya sola! - Exclama Plumillas-
. Tranqui, Plumis..., sé cuidarme solita.

Y sin dar tiempo a nada más, la lagartija corrió entre la hierba hasta ponerse frente a la cueva.

- ¡Ehhhhh! ¡Tú, tetona! ¡Sal de ahí! ¡Te voy a peinar con mis flechas, so marrana despeinada!

A una distancia prudencial, el mago y el ratón reían las ocurrencias.

- ¿Lo ves? ¿A ti se te habría ocurrido algo así? - Pregunta Pirú-
- Pues no, no soy tan desvergonzado. Por suerte. ¡Le ha dicho tetona! 

Mientras, Matilda se ha puesto a chillar, un chillido tan agudo que molesta a pájaros, hormigas y todo animal que se le ocurra pasar por allí.

- ¿Me tienes miedo? ¡Sal, gorrina, que tienes más pelos que un gato! ¡Ojáncanaaaaaa! ¡Tía fea!

De repente, pasa algo que nadie tenía previsto. Don Antonio, el búho, aterriza con una pasajera a sus espaldas.

- Pero... ¿Se puede saber qué hacéis aquí? ¡Insensatos! - Pirú levanta las manos muy enfadado.
- Uuuuuuuuuuh, qué genio tiene este hombre.... - Dice doña Carmelita Despistillos que baja del búho atusándose la ropa-
- Lo siento Pirú, es que no sabes cómo tiene a los cocineros de Casa Encantada. Ha agotado toda la harina, todos los huevos y toda la leche que había haciendo dulces. Además, se ha puesto a dar órdenes... Vamos, que si no la traigo, nos vuelve locos a todos. - Explica el pobre búho-

Mientras hablan, doña Carmelita se dirige hasta Matilda que se sobresalta al verla a su lado.

- ¡Doña Carmelita! ¿Pero usted qué hace aquí? ¿No le han dicho lo que pasa? - Matilda se pone delante de ella intentado protegerla, teme que salga la ojáncana de un momento a otro-
- ¡Pues qué voy a hacer! Para unos días que está aquí mi hijo, le hago churros para desayunar porque le encantan. Así que tenía que venir ¿Sabes que es aviador?

En ese momento aparece el temible ser, no trae al niño pero está enfurecida por los chillidos y los insultos de Matilda. La lagartija monta el arco y de repente ve cómo la ojáncana se desploma sin sentido. Al caer, el suelo retumba y doña Carmelita y Matilda salen disparadas.

- ¿Qué ha pasado? -Pregunta Matilda ayudando a doña Carmelita a levantarse-
- Pues.., había una lata de cocacola delante de la cueva, le he dado una patada y le ha impactado al bicho ese en toda la frente... Y por cierto, he perdido un zapato. ¡Anda! ¡Pero si llevo uno de cada color!

El mago no da crédito a lo que ve, pero lo da por bueno y se apresura a inmovilizar a la ojáncana con el hechizo. Cuando entra en la cueva, el niño está asustado y llorando en un rincón.

- Tranquilo pequeño, todo ha terminado.

El niño se abraza fuertemente al mago y cuando consigue calmarse, le dice donde vive y es devuelto sano y salvo a sus padres.

Esa noche fue larga, todos se quedaron a acompañar a Pirú hasta que Smaugui pudo volver de madrugada. Habían hecho falta dos hechizos más para mantener a aquella fiera dormida. 
Al día siguiente, decidieron celebrar que el culebre había recuperado su casa, aunque se puso muy triste cuando vio que sus olivinas y sus cachivaches brillantes no estaban. Todos prometieron ayudarle a buscarlos, no podían estar muy lejos porque los arroyos no llevaban mucha agua.
De momento, se quedaría en su improvisada tienda de campaña, su casa olía fatal después de la breve estancia de los ojáncanos.
Para celebrar que todo había salido bien se dio una fiesta. Por supuesto, no faltó doña Carmelita que hizo una tarta deliciosa.
Imagen extraída de Pinterest, todo lo que he encontrado sobre ella es este enlace. Nostalgie Fantasy Maus mit Sahnewaffeln, Filzmaus,Landhaus/Shabby Tilda-Art Ooak

Poco a poco se fueron apagando las luces y los personajes de Casa Encantada se marcharon a dormir, pero antes..., dedicaron un rato a tener pensamientos bonitos para los humanos.  Seguidamente, durmieron en la confianza de que al día siguiente todo habría sido un mal sueño y el mundo de los no mágicos, estaba a salvo de virus, de gente mala y de pesadillas.
Buenas noches amigos, soñad bonito, como Plumillas.

Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

Que este cuento sirva para que todos los que estáis en casa sin poder salir, multipliquéis vuestras esperanzas en un mundo mejor cuando todo esto pase. ¡Ánimo!.

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