Pirú llevaba toda la mañana de aquí para allá ordenando hechizos y libros de pociones mágicas en el laboratorio. Doña Teresa estaba al llegar y quería tenerlo todo en orden para recibirla como merecía. Entre poción y poción, había creado unas chuches estupendas para todos los niños y en especial para los de nuestra nueva amiga, una boticaria que venía a aprender todo del mundo mágico.
A eso de las once sonó la campana de la entrada y Matilda fue rápidamente a abrir.
- ¿Eres Matilda? Me han hablado mucho de ti, soy Teresa Recetillas, la nueva boti. Estos son mis niños: Carmen, Nacho, Paula y Teresa. Saludad como sabéis.
Los niños estaban encantados con la anfitriona-lagartija y Carmen en especial no podía parar de mirarla.
- ¿Habéis visto la cola que tiene? Y lo verde que es toda enterita... - Dijo la niña sin parar de mirar a Matilda-
- Creo que debíamos tirar un poco, a ver si es de verdad o se la ha cosido de trapo - Contestó Paula-
- ¡Os he oído! - Exclamó mami Teresa - Ni se os ocurra tirarle de la cola ¿Entendido?
A Matilda le encantaron los niños, eran traviesos como ella y se había pasado semanas ideando trastadas para todos. Sí, buena compañía para una lagartija de mundo.
En el salón, Pirú hizo las presentaciones y rápidamente pasaron al laboratorio.
- Teresa, mira, en esos libros están las pociones mágicas, no sé si eso te lo enseñaron en la Facultad de Farmacia.
- ¿Estás de broma? ¡Somos gente no mágica!
- Es verdad. Anda, acerca esos de ahí.
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Teresa estaba encantada con todo lo que aprendía. No paraba de asombrarse con la cantidad de cosas que leía en esos viejos libros.
- Entonces, a ver si yo me he enterado. Cojo una brizna de hierba con rocío de la mañana y eso lo mezclo con pétalos de margarita y un poco de jengibre.
- Y las palabras mágicas.
- Eso, que si no.., no funciona. Y con esto, la gente malhumorada se vuelve agradable. No voy a dar abasto, te lo digo. Oye ¿No tienes la barba muy encrespada? Yo tengo una loción que te va a ir de maravilla, recuérdame que te la traiga mañana. ¡Ah! y a tu edad no estaría de más que tomaras algún complemento alimenticio, te traeré algo de Ana María Larratita.
- Ah..., vale, estupendo. Gracias.
Y así pasó la mañana entre palabras mágicas, pociones y hechizos. De repente, se escucharon ruidos en el altillo.
- Qué raro... Juraría que esos ruidos vienen del altillo. - Dijo Pirú-
- ¿Y que tiene de especial?
- Hay una zona reservada, no se puede entrar porque es peligroso. Digamos que es un portal hacia mundos desconocidos y quien lo atraviese puede perderse.
- Vaya... Pensé que este lugar era seguro. - Dijo Teresa preocupada por los niños-
- Y lo es, querida... Siempre que se cumplan las normas, claro.
Los ruidos eran cada vez más intensos y en la emisora de Casa Encantada, Plumillas y Matilda especulaban.
- ¿Has subido al altillo? - Preguntó Plumillas-
- Vengo de allí ahora mismo.
- ¿Y los niños de Teresa?
- Están con don Leonardo, les está contando cuentos.
En efecto, los peques estaban entretenidos con las cosas que les contaba el ratón bibliotecario.
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- Pues si los niños no son, ya me dirás qué son esos ruidos. - Dice Plumillas nervioso-
- Este es un caso para nuestro programa "Cuarto Ratenio". Iker Plumillas y Matilda Porter en busca de lo desconocido... ¡Chan chaaan!
- Te digo una cosa, Matilda... Tú estás mal de la cabeza. Deja de tomar el sol, hazme el favor.
- Desde luego... Qué poco sentido del humor tienes, hijo. Anda.., vamos al altillo a ver qué sucede.
En el camino se toparon con Carmen y Nacho que estaban inspeccionando la casa, les contaron que al parecer se habían aburrido de cuentos y habían dejado a las gemelas con don Leonardo que les daba permiso para inspeccionar todo, excepto una parte del altillo. Por supuesto, se dirigían hacía allí cuando fueron interceptados por Matilda y Plumillas.
- No me creo que don Leonardo os haya dado permiso, pero está bien, podéis acompañarnos sin separaros de nosotros - Advirtió Plumillas-
- Oye Matilda, ¿esta cola es de verdad? - Preguntó Carmen a la vez que tironeaba-
- ¡Uaaaaaaaaay! ¡Niña! ¡Tócate las orejas! ¡Pues claro que es de verdad! ¿Qué te creías que la llevaba cosida como si fuera un llavero?
- Perdón, perdón, es que no sabíamos... - Se apresuró a disculparse Nacho-
- Otra como esa y os quedáis sin paseo a lomos de Smaugui.
- ¿Quién es Smaugui? -Preguntó Carmen intrigadísima-
- Un culebre, lo que viene a ser un dragón español, con sus fuegos, sus humos, sus escamas y sus tesoritos- Aclaró Matilda-
- ¡Queremos verlo! - Exclamaron los niños-
- Lo veréis luego si os portáis bien. ¡Y podréis tirarle de la cola!
- Anda que tú también.... Dales ideas. - Le recriminó Plumillas a Matilda-
Los ruidos eran tan fuertes que los niños se asustaron. Venían de la puerta secreta, aquella que no podía ser abierta sin que un mago poderoso estuviera presente y en ese momento... Pirú estaba muy ocupado. Aún así, había que avisar sin falta para saber a qué se enfrentaban.
Curiosamente, esa puerta era respetada por todos los habitantes de Casa Encantada, tras ella había un mundo de alucinaciones y criaturas nada buenas, por si fuera poco, perderse allí podía llevar a la locura. Solo un mago de la talla de Pirú podía atravesarla y salir sano y salvo de la aventura, aunque ello implicaba tomar medidas por su seguridad y la de sus amigos.
¿Por qué estaba esa puerta allí? Nadie lo sabía. Pirú entraba en aquel mundo de vez en cuando para renovar su poder, era como un portal para magos, pero nunca contaba lo que sucedía allí durante su estancia.
En el laboratorio, Teresa y el mago se habían dado un descanso y la boti se desprendía de su bata cuando llegó Paula.
- ¡Mamiiiiiiiiiiiii, quiero teti!
- Claro, hija ¡Si ya es tardísimo! Se me ha ido el santo al cielo. ¿Y tu hermana?
- Está con don Leonardo.
- Pues vamos a por ella y coméis las dos.
- Mami.
- Qué, cariño.
- Teti.
- Ahora, en cuanto estemos las tres.
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Al llegar al salón, encontraron a don Leonardo solo, sumido en la lectura de <<El capitán Ratatriste>> y ni escuchó los pasos que se dirigían hacia él.
- ¡Don Leonardo! ¿Ha visto a Teresa? Mi otra gemela, es que me ha dicho Paula que la había dejado con usted.
- No, querida, salió tras su hermana nada más esta cruzar la puerta.
- ¿Qué me está diciendo? Pero si Paula ha llegado sola...
Don Leonardo palideció al oír aquello. Soltó el libro sobre la mesa y se levantó.
- ¿Qué son esos golpes? - Preguntó Teresa-
- No lo sé, llevan un rato escuchándose. Pensé que serían los cocineros en el desván o esos <<trastoleros>> de Plumillas y Matilda que no paran un rato quietos, pero la verdad es que cada vez suenan más.
- Don Leonardo, vamos a buscar a la niña, me estoy asustando.
En un pis pas, se organizaron grupos de amigos buscando a Teresita, pero no aparecía. En ese mismo instante Plumillas, Matilda, Carmen y Nacho estaban delante de la puerta prohibida. Los golpes arreciaban cuando de repente vieron venir una llave, flotaba en el aire ayudada por unas alas. Se quedaron con la boca abierta cuando se dieron cuenta de que se dirigía hacia la cerradura.
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El valiente ratón, ni corto ni perezoso se abalanzó sobre la llave y al contacto con esta cayó fulminado al suelo y sin sentido. Mientras los chicos y la lagartija intentaban auxiliar a Plumillas, la llave abrió la puerta. Una sombra gigante cubrió a los amigos.
- ¿Qué es eso? - Preguntó Carmen-
- ¡Es un troll! - Gritó Matilda- ¿Cómo es posible que haya podido atravesar la puerta de día?
- Mola el troll - Dijo Nacho sin perder de vista aquel ser-
- ¿Estás loco? ¡Son muy peligrosos! ¡Corred! - Exclamó Matilda-
- ¡Quieta ahí! - Interrumpió Carmen decidida- ¿Es que vamos a dejar aquí a Plumillas?
El troll miraba atónito la escena, era la primera vez que no salían corriendo en su presencia.
- ¿Qué es...? - Nacho dejó la frase en el aire mientras retiraba de su hombro un líquido espeso y viscoso-
- ¡Es un moco! ¡Un enoooooooooorme y guarrísimo moco! - Señaló su hermana mondada de la risa-
- ¿No decías que los trolls molaban? ¡Corred de una vez! - Ordenó Matilda muy enfadada-
En ese momento llegó Pirú que sobresaltado por los golpes había puesto a salvo a los habitantes de la Casa y puesto rumbo hacia el lugar de donde sospechaba podían venir.
- ¿Pero se puede saber qué habéis hecho? - Preguntó Pirú muy enfadado- ¡Ahora tendré que inmovilizarlo y devolverlo a su mundo antes de que haga algo terrible! ¿Cómo habéis encontrado esa llave?
- Plumillas... - Habló Matilda-
- ¿Qué pasa con Plumillas? - Preguntó Pirú enfadadísimo-
- Pues... - Carmen señaló con el dedo el lugar donde el ratón yacía desmayado-
- ¡Cielo santo!
Teresa acababa de llegar cuando se percató de la presencia del troll, que embobado con las criaturas que tenía delante, ni se había movido.
- ¿Y este quien es? ¡Pero si va en calzoncillos! ¡Marrano! ¿No te da vergüenza delante de los niños?
Y ni corta ni perezosa, ante la sorpresa del mago, agarró una escoba que alguien había dejado por allí y la emprendió a escobazo limpio con el troll.
- ¡Toma! ¡Para que aprendas a no ir por ahí medio en pelotillas! ¡Y límpiate esos mocos, marrano!
Los niños reían a más no poder y el mago y la lagartija no podía salir de su asombro.
- ¡No, no! ¡Más escobazos no! ¡Yo solo me he intercambiado con una amiga porque quería conocer vuestro mundo! ¡Ella me dejó venir!
- A ver.., explícate - Le pidió Pirú-
- Pues veréis... Tengo una amiga, es una niña que se llama Teresa y hace unas horas pasó la puerta. Alguien liberó la llave alada y pudo pasar.
Mamá Teresa se asustó mucho y miró a sus hijos. Los conocía bien, algo habían hecho.
- Chicos... ¿Tenéis algo que contarnos?
- ¿Alguien va a hacer algo por Plumillas? - Preguntó Matilda señalando a su amigo con ambas manos-
- ¡Plumillas! - Gritó Pirú- ¡Lo había olvidado por completo!
Se dirigió al ratón y pronunciando unas palabras mágicas este despertó.
- ¡Eso no viene en mi libro de hechizos! - Protestó Teresa-
- Es que es un contrahechizo ¡Ya llegaremos! Qué mujer..., menuda impaciencia...
- Bueno, ¿por donde íbamos? ¡Ah, sí! Mis hijos, a ver qué trastada han hecho.
Carmen se adelantó y relató que don Leonardo en realidad se quedó dormido mientras les contaba cuentos, momento que aprovecharon para inspeccionar la biblioteca. Se dieron cuenta de que la escalera para acceder a las estanterías se movía sola así que decidieron pasearse un poco y de paso echar un vistazo a los libros, pero había una zona a la que no llegaba y no tuvieron mas remedio que trepar. Había un hueco pequeño en la madera, como una madriguera, se metieron en él y al fondo vieron una caja que se movía. Al abrirla... Salió la llave volando.
- Pirú.. ¿Qué puede pasar? - Preguntó Plumillas que aún se sentía un poco aturdido-
- Esas llaves siempre buscan su cerradura, no sabemos cuántas veces ha podido abrirla desde que se liberó y por lo tanto, tampoco podemos saber cuántos seres han cruzado la puerta además del troll. Si la gemela está en ese mundo, está en peligro, tenemos que ir a por ella cuanto antes. En cuanto a ti, tranquilo, las llaves solo tienen poder para inmovilizar durante media hora, después puedes tener dolor de cabeza como mucho.
- Eso no es problema, para eso tengo yo un buen arsenal en la botica, un Ratonatil cada ocho horas y como nuevo- Dijo Teresa- Ahora solo quiero recuperar a mi gemela. ¡Y tengo que avisar a mi marido!
- Mejor espera un poco, no podrá hacer nada y se preocupará, en cambio nosotros sabemos cómo traer de vuelta a la pequeña. - Propuso Pirú- Por favor, quédate aquí con los niños, esto es cosa de Matilda, Plumillas y servidor. Ese mundo al que vamos no es apto para principiantes, ya tendrás ocasión de demostrar tus dotes aventureras cuando lleves tiempo con nosotros.
- ¡Pero es mi hija!¡Tengo que ir! Además, le toca teti ¡Que no ha comido!
- Pues ya tendrás tiempo a la vuelta - Zanjó Matilda-
- ¿Y el troll? ¿Qué hacemos con el troll? No parece peligroso - Preguntó Plumillas-
Aquel ser estaba entusiasmado con lo que veía y no se había movido ni un centímetro. Cuando todos fijaron su atención en él, retrocedió asustado.
- ¡No me hagáis daño! ¡No soy malo! Solo quiero aprender y ver mundo. Además, le prometí a mi amiga Teresa que volvería en dos horas.
- ¿Dónde la dejaste? - Preguntó el mago-
- Está en la puerta de mi cueva, la dejé allí jugando con mi hermano pequeño.
- ¿Dejaste a una niña al cuidado de un troll? - Pirú estaba espantado con lo que oía-
- Sí... Nosotros no comemos niños, no somos trolls de piel de musgo, somos trolls vegetarianos, quedamos muy pocos ya. Nos gusta la Naturaleza y aprender cosas, no queremos ser tontos.
- Madre mía lo que una ve a lo largo de su vida lagartijera.. . Murmuró Matilda- Un troll vegetariano, desde luego que está tó perdío. Oye, ¿y cómo te llamas?
- Pues... Es que no tengo nombre. Solo troll.
- Eso no puede ser, -dijo Teresa-, los niños te buscaran uno. Bueno..., un nombre y algo de ropa porque eso de pasearse por ahí en calzoncillos... Pero antes de todo, ¿queréis recuperar a mi gemela de una vez? ¡Vamos!
El mago, el troll, Plumillas y Matilda atravesaron la puerta, Pirú cerró del otro lado y hechizó la llave para que durmiera hasta su regreso. El sol en esa parte era muy brillante, hasta que notaron que había más de uno. También las flores y la hierba tenían colores tan vivos que no parecían reales, además, al pasar, les pareció que sonreían.
- Bien, troll, dinos dónde dejaste a Teresita. - Preguntó Pirú-
- Hay que coger ese camino y luego bordear unas rocas, siguiendo todo recto está mi cueva. Esperad, tengo mucho picor en la espalda.
El troll se sacudió y para sorpresa de todos, de su espalda cayeron Carmen y Nacho.
- ¡Pero bueno! ¿Se puede saber qué hacéis aquí? - Preguntó Plumillas-
. No vais a ningún sitio sin nosotros ¡Es nuestra hermana!
- Por favor, Matilda, vuelve con ellos y llévalos con su madre.
- ¡Eeeey! ¡De eso nada, monada! - Exclamó Carmen- A nosotros no nos mueve nadie de aquí, tenemos que vigilar que todo salga bien.
- ¡Eso! - Apostilló Nacho-
Tras una corta discusión, no tuvieron más remedio que aceptar a los hermanos en la comitiva, cuando decidieron continuar se dieron cuenta de que el camino que seguían se había convertido en tres. No iba a ser fácil llegar hasta Teresa en un mundo donde a veces, los pensamientos se materializaban en el momento. Por no hablar de las alucinaciones.
Fue Pirú quien cerrando los ojos y murmurando algo, hizo desaparecer dos de los caminos y la opción correcta - o eso esperaban- se abrió ante ellos.
Caminaron y caminaron hasta caer rendidos, pero ni rastro de la cueva del troll.
- ¿No nos estarás engañando, verdad? -Preguntó el mago al troll-
- Ya tendríamos que haber llegado, mi casa no está tan lejos de aquí. Está pasando algo.
- Va a oscurecer, acamparemos aquí mismo, dormiremos y mañana seguiremos camino. - Propuso Pirú-
El cielo se oscureció y varias lunas hicieron acto de presencia, sin embargo... De repente volvió a salir el sol, bueno..., los soles, y a los lados del camino unas flores gigantes que se movían y cantaban una embriagadora canción
- ¡Mirad! ¡Allí, entre las flores!
Nacho señalaba a dos enormes margaritas que hacían bailar a una niña. Era Teresa. Su hermano, sin pensarlo dos veces y desoyendo las voces que le aconsejaban lo contrario, corrió hacia donde estaba la gemela, pero al llegar...
- ¡Socorro! ¡Socorro! - Gritaba el niño al que una de las flores había levantado del suelo y lo sacudía bocabajo como si fuera un trapo-
- ¡Piensa algo bonito, tienes que controlar el pensamiento! - Le gritaba Pirú mientras corría entre las flores que cada vez se hacían más altas y también más tenebrosas-
- ¡Nacho piensa en mamá! ¡En los chupetes que tiene en la botica y en las gafas de sol que tanto te gustan! - Carmen corría también junto al mago mientras ayudaba a su hermano con sus palabras-
Al llegar a la altura donde el niño estaba siendo zarandeado, las flores desaparecieron y aparecieron enormes chupetes. Tan grandes como una catedral, tanto que empezó a faltarles la respiración.
- Carmen, deja que sea yo quien decida qué pensar o no saldremos de esta - Sugirió el mago-
El espacio se hacía cada vez más pequeño, no había tiempo que perder.
- Escuchadme, pensad en vuestra madre y sentid el amor que os da, solo eso. - Propuso Pirú-
- ¿Puedo pensar en los monstruos del primo Cayetano? - Preguntó Nacho mientras era sacudido de aquí para allá-
- Pero... ¿Estos niños de dónde han salido? - Plumillas no salía de su asombro- ¿Cómo vas a pensar en monstruos ahora?
- ¡Pues para que se coman los chupeteees!
- ¡Nacho! ¡Piensa en mamá! ¡Ahora! - Gritó Carmen-
Entonces la noche volvió, esta vez con una sola luna. No había flores, ni chupetes, solo estrellas lejanas colgando de un cielo intenso y sereno. La normalidad parecía volver. El troll hizo una hoguera y aprovechando que era verano, todos durmieron al raso.
Al día siguiente, los soles seguían en su sitio, pero no el camino. Enormes montañas cerraban el paso de los exploradores y el paisaje de praderas que les había acompañado, se transformó en un frondoso bosque.
- Pero... ¿Qué es esto? - Se preguntó Pirú asombrado- Estamos siendo víctimas de una alucinación.
- No, Pirú, esta es mi casa y este es el bosque que la rodea. Ahora sí estamos en el lugar correcto. - Aclaró el troll- Esa es mi cueva, vayamos, mi hermano y la pequeña Teresa deben estar dentro.
-- Yo iré delante - Propuso el mago-
Unos pasos por delante de los demás, Pirú iba inspeccionando el terreno. Ni rastro de la gemela. Ya en la entrada de la cueva, el mago llamó a la niña. Nada, todo estaba oscuro y en silencio.
- Qué raro... Nuestra cueva nunca suele estar tan oscura, mi hermano le hizo claraboyas para que entrara la luz. Esta no es mi casa.
- Pero mira que sois raritos...- Dijo Matilda- Trolls vegetarianos que gustan del sol, si no lo veo no lo creo.
- Perdona bonita, tú eres una lagartija arquera, ya me dirás qué tiene eso de normal.
- Oye, no te metas con Matilda. - Advirtió Plumillas-
Enzarzados en discusiones absurdas no escucharon la voz que venía de dentro de la gruta, solo Nacho fue capaz de distinguir la voz de su hermana y advertir a Carmen.
- ¿Oyes? ¡Es Teresa! ¡Vamos a por ella!
Los pequeños corrieron hacia la cueva sin que los demás se percataran y al atravesar la puerta, misteriosamente esta se cerró.
- La hemos liado, Carmen. - Dijo Nacho-
- Bueno, lo importante es que la voz de la gemela viene del fondo, vayamos con cuidado y con los ojos bien abiertos.
No se veía casi nada y los niños avanzaban a duras penas. Notaron agua bajo sus pies y la voz de Teresa se oía alta y clara, cada vez más. Siguieron caminando, con el agua ya a la altura de las rodillas hasta que de repente notaron algo mullido bajo las pies y al mirar abajo vieron que era hierba, habían llegado a un bosque iluminado con faroles. No podían entender cómo podía haber un bosque allí, en el interior de una cueva.
En el exterior, el mago hacía lo imposible por abrir la gruta que había quedado sellada como si nunca hubiera tenido una entrada. Las cosas se ponían muy feas.
.-Nacho, esto es muy raro. No me gusta nada - Dijo Carmen mientras miraba alrededor-
Los hermanos caminaron un poco más hasta que de un farol salió una voz.
- ¡Aquí! ¡Estoy aquí!
- ¡Cielo santo si es Teresa! - Exclamó Carmen-
- ¿Pero cómo has podido meterte ahí? -Preguntó Nacho-
- No lo sé... Estaba jugando con el troll cuando me quedé dormida, al despertar estaba en este bosque. A veces viene alguien, es como un duende, descuelga un farol y se lo lleva.
- Qué raro es todo esto. Deberíamos avisar a los otros - Propuso Nacho-
- ¿Y cómo? Se ha cerrado la puerta. ¿Y si no es ella? ¿Si es un hechizo y realmente no es Teresa?
- Vamos a preguntar algo que solo ella pueda saber.
- De acuerdo. ¿Cómo se llama papá? ¿Y cómo se llama tu gemela?
- ¡Anda que tú vaya preguntas! - Se quejó Nacho-
- Sois unos bobos...¡Claro que soy yo! Papá se llama Javier y mi gemela, Paula. ¿Queréis sacarme de aquí de una vez?
En ese momento, se escucharon pasos y un duende apareció dispuesto a llevarse el farol donde estaba metida la pequeña.
- ¡Quieta ahí, duenda fea! - Le espetó Nacho- ¡Ese farol ni tocarlo, monina!
Pero aquella criatura se revolvió contra ellos e intentó atraparlos. Carmen le puso la zancadilla y cayó al suelo, momento que su hermano aprovechó para atarle las manos con la cadena del chupe de Teresa, que se le había caído y estaba en el suelo a unos metros del farol. Pensaban que todo había pasado cuando sacando una fuerza de no sabían donde, aquella criatura los lanzó a varios metros de distancia. Salieron volando y se estamparon contra un árbol. Estaban aturdidos, el duende se acercaba pero no se percató de que tras él, un ser enorme le seguía, era el troll amigo de Teresa. Fue a detenerla cuando corrió la misma suerte que los hermanos, con tan mala fortuna que se golpeó en la cabeza y perdió el conocimiento.
- ¡Telesforo! - Gritó Teresa- ¡Tienes que salvar a mis hermanos!
La duende se giró, murmuró unas palabras y el farol se desprendió de la rama rodando por el camino.
- ¡Te vas a enterar! - Exclamó Carmen-
- ¿Qué vas a hacer? Esa pequeña es mía, servirá para alimentar al gran mago negro, sus pensamientos alegres son necesarios para que él viva. ¡No saldréis de aquí y vuestro amigo tontorrón tampoco! - Gritó aquella duende con aspecto más bien malvado-
- ¡Que te lo has creído, tonta el haba! - Exclamó Carmen abalanzándose sobre ella y saliendo de nuevo despedida-. Fue a caer encima del troll que despertó de su aturdimiento-
Nacho aprovechó que la duende estaba ocupada con su hermana para darle un buen mordisco en un brazo. La criatura se revolvió e intentó atraparlo.
- ¡Carmen corre a por Teresa!
El duende y la niña corrieron tras el farol, pero las piernas les pesaban cada vez más, no podían avanzar y el paisaje que les rodeaba se volvía espeso y oscuro. De repente, Nacho, Carmen y Telesforo se vieron atrapados en faroles similares a los de Teresa.
- Ya no vais a ningún sitio - Rio maliciosamente la duende- Ahora... ¡A servir de energía a nuestro gran mago!
Sin embargo, la malvada criatura no contaba con otra presencia. Un hada, un hada llena de luz que salió de la nada y que solo con posar sus ojos en la duende, esta se desintegró. Pausadamente se dirigió a los faroles y niños y troll escucharon palabras en su mente.
- Estáis a salvo, os llevaré a mi bosque.
Cuando abrieron los ojos, ya no estaban en la gruta, ni en el bosque de los faroles, estaban en uno muy luminoso y al fondo... Un hada. Carmen la reconoció enseguida.
- Un momento...¡Yo a ti te conozco!
- Claro que me conoces - Sonrió dulcemente-
- Eres... ¡Eres la prima Maite! Mamá me dijo que ahora eres un hada, pero que como eres novata, no puedes venir a vernos todavía. - Dijo la niña-
- ¡Y tiene razón! Ahora mi sitio está aquí, me toca proteger a los niños que se pierden y evitar que caigan en manos del mago malo.
- Pero... Yo soy un troll - Dijo un poco triste Telesforo-
- Pero eres un troll bueno y los trolls buenos están protegidos por mí también. Además, ¡eres amigo de de Teresa!.
- ¿Puedes venir con nosotros? - Preguntó Nacho-
- No, cariño, no puedo.
- Es que mamá se pondría muy contenta. - Insistió Carmen-
El hada Maite sonrió y abrazó a los pequeños.
- Tengo que irme, decidle a los papás y a los tíos que estoy bien, que tengo un bonito trabajo y que siempre estoy con vosotros, aunque no me veáis. Tengo que cuidar de los niños del mundo y eso es mucho trabajo.
- Pero...¿Cómo vas a estar con nosotros si no te vemos? - Preguntó Carmen apenada-
- Porque estoy aquí - Dijo el hada señalando el corazón de la niña-
El hada levantó las manos y se formó una espiral en el aire.
- Entrad, al otro lado está Casa Encantada. No os preocupéis por vuestros amigos, os esperan allí.
Los niños y el troll entraron y la espiral se cerró, pero aún les dio tiempo a ver al hada Maite despidiéndose de ellos y diciendo una última cosa.
- ¡Buscadme en el árbol 69!
De vuelta a Casa Encantada, lo primero que hicieron fue contar con pelos y señales todo lo que había sucedido. La gemela presentó a su amigo como Telesforo y claro, su hermano sintió celos de él puesto que no tenía nombre.
- ¡Tú te llamarás Facundo! - Dijo Paula que no había abierto la boca hasta entonces-
- ¡Anda que bien! ¡Otro troll en calzoncillos! ¡Eso tenemos que arreglarlo, Pirú! - Propuso mami Teresa.
Todos rieron y festejaron los nombres de los trolls, que sin embargo sabían que no podían quedarse en Casa Encantada. Eso sí, llegaron a un acuerdo con Pirú para que los dejara en un lugar protegido del mundo mágico y además, recibieron una rosa azul, el artilugio con el que se comunicaban los habitantes de la casa.
- Mamá, quiero teti - Dijo la gemela que estaba hambrienta después de aquella aventura-
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- Pues vamos allá. ¡Teti al canto!
Los amigos decidieron hacer una fiesta para dar la bienvenida a los nuevos habitantes y a la vez, celebrar la apertura de la botica. Esta vez la fiesta sería a lo grande, una bien bonita y de disfraces. Teresa andaba probándose su traje cuando Nacho le dijo que se asomara a la ventana.
- ¡Pero bueno, qué sorpresa!
- ¡Pero si es papá! -Exclamaron las gemelas que salieron corriendo sin que nadie pudiera detenerlas-
Por el camino, un ratón venía paseando ajeno a todo lo que había pasado, no podía ni imaginar que en solo un día casi desaparece una gemela y aparecen dos trolls en calzoncillos, pero además... Estaba a punto de abrirse la primera botica de Casa Encantada.
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Y al fin llegó la fiesta que fue como solo pueden ser las fiestas de Casa Encantada. Los niños tuvieron su paseo a lomos del culebre Smaugui, tal y como les habían prometido, y por supuesto, Matilda les había enseñado el truco de esconderse en un guante para asustar a todos. Los mayores no paraban de hacerse fotos delante de la flamante botica así que os dejo por aquí la de doña Teresa Recetillas que quedará para el recuerdo de todos los habitantes de la casa más especial del Guadiato.
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Con mucho cariño para Teresa y Javier y en especial para los preciosos ratoncitos: Carmen, Ignacio, Teresa y Paula. ¡Bienvenidos a Casa Encantada!