viernes, 19 de noviembre de 2021

Adriana y la puerta mágica. Reyes en Casa Encantada.

En Casa Encantada estaba todo dispuesto para recibir a los Reyes Magos, el mago Pirú supervisaba personalmente cada una de las estancias para asegurarse de que estarían en orden y preparadas a la llegada de Sus Majestades. ¡Oh, he olvidado deciros que nuestro Pirú es amigo de Melchor, Gaspar y Baltasar!,  y por eso, unos días antes de la noche mágica, los de Oriente pernoctan y descansan en Casa Encantada con todo su séquito y por supuesto, sus camellos.
Esa mañana, la seño Yolanda se llevó a los pequeños a la parte alta de la casa, para que no vieran el ajetreo de pajes y regalos que iba a comenzar de un momento a otro. La lagartija Matilda, estaba encargada de dar aviso a Pirú en cuanto avistara a Sus Majestades, así que se había encaramado en lo más alto del tejado para que no se le escapara nada. Estaba muy nerviosa porque aunque había escrito la carta, bien lo que se dice bien..., pues no se había portado. 
Pirú decidió hacer una ronda más antes de bajar a su laboratorio de magia y cuando entró en el salón se llevó una buena sorpresa. 
Agazapada detrás del árbol, distinguió la figura de una niña que lloraba. ¿Cómo era posible que estuviera allí? ¿No la habría echado en falta la seño Yolanda? El mago se acercó a ella.

- Pequeña..., ¿qué haces aquí tan sola? ¿Y por qué lloras?

La niña alzó los ojos y con una mano se secó las lágrimas.

- Me he perdido, he visto luz aquí y he entrado, pero me estaba comiendo mi merienda y ese ratón me la ha quitado. - Dijo señalando a Bizcocho que se estaba zampando una galleta-
- ¡Bizcocho! ¿Le has quitado esa galleta a la niña? - Preguntó el mago muy enfadado-
- ¡No, no, yo solo la he cogido prestada!

A la pequeña le hizo gracia la excusa y empezó a reírse.

- Bueno, bueno, ya hablaremos tú y yo, ratonzuelo pillo - Le dijo Pirú- Y dinos, jovencita, ¿cómo te llamas? ¿Qué hacías sola por los alrededores de Casa Encantada?
- Me llamo Adriana, aunque mi mamá me llama ratona.

Al mago y al ratón les hizo mucha gracia la contestación.

- Bien,bien, pequeña ratona Adriana, yo soy el mago Pirú y este sinvergonzón ya sabes que es Bizcocho- 

El ratoncillo se acercó a la niña e hizo ademán de devolverle la galleta, pero Adriana le dijo que podía quedársela porque conseguiría más.

- ¡Claro que conseguiremos más! ¡Maaarchando a la cocina! - Ordenó el mago-

Camino a los dominios de Benito Mondanueces y Blasito Comebellotas, Pirú dio un rodeo y fue a hablar con la seño Yolanda.

- Esperadme aquí, chicos. -Dijo el mago mientras cruzaba la puerta de la habitación de juegos-
- ¡Hola Pirú! Todo en orden por aquí, ¿qué tal los demás? - Preguntó la seño-
- Verás, eso quería comentarte, he ido a comprobar que todo estaba en orden por el salón y me he encontrado con una niña. Estaba con Bizcocho.
- ¿Una niña? No he visto a ninguna niña esta mañana.
- Pues está en el pasillo con el ratón, no podemos dejarla sola con el frío que hace afuera, ni siquiera sabemos de dónde viene. ¿Podrías encargarte de ella después de que le demos de merendar?
- Claro que sí, será un placer, Pirú. -Asintió la seño sonriente-

En la cocina se estaba muy bien y además olía de maravilla. Blasito y Benito recibieron a Adriana con frutos secos y un buen tazón de chocolate.

- ¡Ohhh, qué guapa es! - Decía Blasito encaramado en el hombro de la niña que comió tanto que se quedó dormida-
- Chssst, dejemos que descanse, después haremos las preguntas- Dijo Pirú-

La dejaron en una mecedora bien arropada con una mantita. Mientras, el ratón Plumillas se disponía a salir, iba a hacer unas fotos para un reportaje que se publicaría en el periódico Casa Encantada noticias. Estaba nervioso porque tenía que entrevistar a los pajes reales que se encargaban - entre otras  cosas- de recoger las cartas que los niños enviaban a los Reyes Magos. Sin duda, aprovecharía para darle la suya.

- Plumillaaaaas ¿Adónde vas? - Preguntó Matilda desde lo alto del tejado.

- ¡Hola Matilda!, voy a hacer unas fotos.
- ¡Qué feo estás con gafas! Jajajajajaja
- ¡Ya empezamos! La culpa es mía por hacerte caso- Dijo el ratón molesto echando a andar de nuevo-
-¡No te enfades, que es brooooma! ¿Puedo ir contigo?
- ¡No, no puedes! Este reportaje es importante y no puedes venir.
- Anda, ¡mira este qué aires! Pues te meterás en líos porque tú no sabes andar solo por el bosque - Dice la lagartija dándose media vuelta para darle la espalda a Plumillas-
- Lagartija maleducada.... -Susurró el ratón-
- ¡Si no me dejas ir te perderás! ¡No sabes orientarte!
- ¡He dicho que no! No necesito a una lagartija sabelotodo para entrevistar a los pajes.

Las voces despertaron a Adriana que se levantó y fue a mirar por la ventana de la cocina. Blasito y Benito seguían a lo suyo como si nada

- ¿Quién es ese ratón? ¿Y quien le contesta? No veo a nadie más... - Preguntó Adriana-
- Ah, son Plumillas y la lagartija Matilda. Se pasan la vida así, discutiendo, pero luego no pueden estar separados ni una hora. Entre los dos llevan el periódico y la emisora de Casa Encantada, imagínate...¡Un polvorín! - Contestó Benito-
- ¿Qué es un polvorín?
- Un lugar donde se almacenan explosivos. ¡No te digo más!

Adriana rió. Las voces fuera eran cada vez más intensas.

- ¡Plumillas culo de bombilla! - Gritó Matilda-
- ¡Uy, lo que me ha dicho! Pues, ¿sabes? En mi carta a los Reyes Magos había pedido un lazo rosa para tu colita, pero mira lo que hago ahora.

El ratón extrajo de su bolsillo una carta, la abrió y se puso a tachar con un bolígrafo, luego enseñó el papel a la lagartija.

- ¡Mira! ¡Te quedas sin tu regalo! Matilda, burrilda ¡Y ahora me voy!
-¡Quieto ahí, jovencito! - Se escuchó desde otra ventana- Os quiero a Matilda y a ti en la biblioteca ahora mismo.

- ¿Quién es? - Preguntó Adriana.
- La seño Yolanda. Es muy buena y cariñosa, pero estos dos la tienen frita.

En la biblioteca, la seño reñía a Matilda que había sido la causante del alboroto.

- No puedes estar todo el rato chinchando a Plumillas. ¡Ni a nadie! Eres malísima, Matilda, y eso los pajes de los Reyes Magos lo saben. ¿Te quieres quedar sin regalos?

Matilda quería explicar que en realidad no era tan traviesa.



- Me ha dicho culo de bombilla - Dijo el ratón-
- Matilda, ¿eso te parece bonito? Y tú, Plumillas..., eres muy grandecito ya para dejarte manipular por una lagartija, ¿no crees? - Reñía la seño a uno y otro-
- Pero si yo... -Fue a hablar el ratón-
- ¡Tú, nada! Don Leonardo Peinacanas te ha encargado un trabajo, deberías estar ya en el bosque en lugar de pararte a discutir con Matilda. Y en cuanto a usted...., señorita Matilda, te quiero ahora mismo en el tejado sin moverte, si los niños ven algo antes de Reyes, tú serás la responsable.
-¡No es justo! ¡Me dejas aquí mientras él se va de aventuras! ¡Os voy a denunciar al sindigato de Gambita! -Exclamó Matilda disgustada-
- Pero qué poca vergüenza lajartijera tienes... - Dijo la seño- ¡Al tejado! Venga, ¡lagartija vaga! Si os oigo discutir una vez más, me encargaré personalmente de que los Reyes no os traigan ni un regalo. ¿Entendido?
- Entendido - Contestaron ratón y lagartija-

Adriana, Blasito y Benito habían escuchado todo detrás de la puerta, cuando se abrió, se avergonzaron de haber sido pillados cotilleando.

- Vaya, vaya, vaya...¿A quien tenemos aquí? - Preguntó la seño dirigiéndose a la niña-
- Hola..., soy Adriana y estábamos aquí porque ...
- Oh..., no te preocupes, querida. Encantada de conocerte, yo soy la seño Yolanda y estaré encargada de que lo pases muy bien mientras estés con nosotros. ¿Te gustaría conocer las mágicas cosas que suceden aquí?
-¡Siiiiiii! -Blasito y Benito contestaron por la niña.
- Bueno, pues en marcha, pero antes.... ¡Matilda! ¿Puedes venir?

La lagartija asomó su graciosa cara y a Adriana le pareció divertidísima. La seño encargó al travieso reptil, que llevara a la niña al cuarto de juegos y luego volviera al tejado. Camino de la habitación mágica, Adriana se dio cuenta de que en el pasillo  había una puerta distinta a las demás.

- ¿Y esa puerta? ¿Por qué tiene una forma y un color distinto al resto?

- Es una puerta mágica. Pirú no quiere que la atravesemos porque solo un mago tiene poder para controlar las fuerzas que hay tras ella.
- ¿Y si nos asomamos un poquito? Abrirla un poquitito nada más... - Suplicó Adriana con cara de ángel-
- Tu mamá te llama ratona, me han dicho..., No me extraña, ¡eres igual de lianta que ellos!

La curiosidad era una de las debilidades de Matilda que miró a un lado y otro del pasillo y finalmente, se colgó del picaporte e hizo que la puerta se abriera dos dedos. Adriana echó un vistazo al exterior y vio una enorme pradera salpicada de animales. No parecía hacer frío allí y tampoco parecía que hubiera nada peligroso. La lagartija se colocó en su hombro de un salto.

- ¿Y si entramos? - Preguntó la niña-
- No sé, Adriana..., Pirú se va a enfadar y están en juego mis regalos de Reyes.
- Eres una cobardica.
- ¿Cobardica yo? Ahora verás.

Matilda se plantó en medio del prado en menos que se dice miau.

- ¿Quién es ahora la cobardica?

Adriana entró y nada más hacerlo, la puerta se cerró.

- Oh...Mal asunto - Dijo la lagartija-
- No digas tonterías, solo tenemos que abrirla y volveremos a la casa.
- Aquí nada es como parece, querida niña...

Matilda estaba en lo cierto, cuando intentaron abrir la puerta, esta no se movió.

- ¿Estamos atrapadas?
- Eso parece - Contestó la lagartija- Hay que buscar el modo de salir de aquí antes de que nos echen en falta o se va a liar muy gorda.

Vieron un camino por el que iba un gracioso conejo saltando y recogiendo florecillas, nada allí parecía encerrar peligro así que decidieron seguir al animal a una distancia prudencial. No se dieron cuenta de que a medida que caminaban, el cielo se oscurecía.

En la casa, la seño Yolanda seguía esperando a que lagartija y niña aparecieran en el cuarto de juegos; su instinto le decía que algo no iba bien, así que llamó a Pirú.

- No lo entiendo, hace más de media hora que estuve con las dos, ya deberían estar aquí - Dijo la seño-
- Tratándose de esa lagartija desobediente, cualquier cosa puede pasar. Preguntemos a Benito y Blasito, estaban con Adriana antes de que Matilda se encargara de llevarla a la habitación mágica.

Pero los ratones no sabían nada, habían dejado a la niña con la lagartija y volvieron a la cocina. Estaba claro que les habían perdido la pista. Mientras, detrás de la puerta mágica...

- ¡Mira, Matilda! ¡Son mis hermanas!

Bajo un árbol, dos niñas tocaban una hermosa melodía desconocida para Adriana. Beatriz al violín y Patricia al piano, no parecían percatarse de la presencia de su hermana pequeña.

- Espera.., no te acerques. No creo que sean ellas, parece un hechizo - Dijo la lagartija sujetando a su amiga por el calcetín-
- Pero..., son Beatriz y Patricia...
- No, no lo son, ellas están en tu casa.

Rodearon el árbol y al alejarse, vieron como la imagen se desvanecía.

- ¿Lo ves? No eran tus hermanas.
- Tengo miedo, Matilda... -Balbuceó la niña-
- Tranquila pequeña, conmigo no te pasará nada.

Pero Matilda había olvidado su arco y su carcaj y lo que era mucho peor: la flor de Sandáe, aquella que le permitía comunicarse con Pirú en caso de apuros.
En Casa Encantada la preocupación crecía a medida que pasaban las horas. Plumillas había regresado y Pirú preguntó si sabía algo de las desaparecidas, pero él solo había visto a los pajes reales.

- Podemos pedir ayuda a los pajes -Propuso Plumillas-
- No sé..., no sé si es buena idea - Dijo la seño Yolanda- Si esto es una trastada y tan cerca de la noche de Reyes....
- ¿No habrán cruzado la puerta prohibida? - Preguntó don Leonardo Peinacanas.
- Espero que no - Contestó Pirú- Matilda le tiene miedo a esa puerta, como todos los habitantes de esta casa, no creo que se atreva.
- Yo no estaría tan seguro - Apuntó Plumillas- ¿Qué hay detrás exactamente?
- Es un mundo mental. Todo lo que ves está solo en tu mente.
- Entonces Matilda solo verá cosméticos, le chiflan los pintalabios.. - Dijo el ratón con una media sonrisa-
- También verán sus miedos y estos crecerán si ellas creen que son reales. Esos miedos son peligrosos porque harán que se pierdan para siempre detrás de la puerta. - Aclaró el mago-

Mientras los habitantes de Casa Encantada se preocupaban de Matilda y Adriana, estas atravesaban un bosque cada vez más oscuro, silencioso y vacío. El miedo a la soledad se estaba materializando.

- Este lugar no me gusta nada - Dijo Matilda que se había encaramado en el hombro de la niña- Está demasiado silencioso y es muy oscuro, es mejor que regresemos.

Pero el camino que habían traído, había desaparecido tras la oscuridad. Estaban perdidas y asustadas.

- Es culpa mía, nunca debimos cruzar la puerta - Sollozó Adriana-
-Tranquila, era cuestión de tiempo que yo lo hubiera hecho acompañada del insustancial de Plumillas.

Adriana sonrió y un haz de luz se hizo sobre sus cabezas.

- ¿Has visto eso? Tu sonrisa ha hecho que se desvanezca la oscuridad.
- Es verdad...
- ¡Piensa cosas bonitas! Saldremos de aquí con buenos pensamientos - Aseguró Matilda-

De repente, el camino volvió a estar visible, de fondo se avistó lo que parecía un gran teatro de piedra.

- Pero... ¿Qué es eso? - Preguntó Matilda.
- Es ... ¡el teatro romano de Mérida! - Exclamó Adriana sorprendida- Y el señor que se ve allí es mi papá. ¡Papá! ¡Papá!

La niña corrió hacia el lugar, pero la lagartija la detuvo de nuevo.

- ¿Sabes? Mi papá es el gerente del Festival de Teatro de Mérida, él sabrá cómo sacarnos de  aquí.
- ¡No es real, Adriana!, él no está ahí y no podemos desviarnos del camino porque no sabemos qué significa tu visión - Dijo la lagartija-
- Pero..., es él... ¡Es papá!

De nuevo las lágrimas en el rostro de la niña y de nuevo la oscuridad. Las piedras, los actores..., todo se desvaneció y la tristeza y soledad volvió a sentirse en el bosque, esta vez, con más pesadez.
Al cabo de un rato, Matilda tuvo una idea.

- ¿Qué te parece si pensamos en los Reyes Magos? Tal vez su magia pueda sacarnos de este lugar.

En Casa Encantada, tras mucho deliberar habían aceptado la propuesta de Plumillas y en lugar de abrir la puerta mágica, fueron a buscar a los Reyes Magos para contarles lo que había pasado. La seño Yolanda estaba muy nerviosa porque era la primera vez que vería a Sus Majestades y eso..., era muy emocionante.
Llegaron al bosque ya de noche y unas carpas iluminadas indicaron el lugar exacto donde los Reyes de Oriente descansaban. Pirú apretó el paso e hizo que todos le siguieran.


- ¡Alto! ¡No pueden pasar!

Un paje altísimo les cerró el paso, pero Plumillas reconoció a Nathanael, uno de los servidores reales que había entrevistado.

- ¡Plumillas, eres tú! - Exclamó el paje sonriente-
- Sí, amigo, tenemos un problema y queremos hablar con Sus Majestades.
- Sabéis que eso no es posible.
- Soy el mago Pirú, un viejo amigo de Melchor, Gaspar y Baltasar, por favor, ¿querrías avisar a Sus Majestades de mi visita?

El paje se quedó pensativo, pero ante la insistencia de Plumillas, cedió. Al cabo de un rato, caminaban entre las tiendas, al fin se detuvieron en la del medio. Cuando el mago descorrió la cortina..., Sus Majestades estaban sentados en sus tronos dorados, esperando a los visitantes con una enorme sonrisa colgada de en sus rostros.

- ¡Querido Pirú! - Melchor se levantó y estrechó al mago en sus brazos, acto seguido, lo hicieron Gaspar y Baltasar.

La seño Yolanda no daba crédito, no paraba de mirar a un lado y a otro sorprendidísima: ¡Iba a conocer a los Reyes Magos!.
Pirú hizo las presentaciones y Don Leonardo, Plumillas y la seño, saludaron a los reales personajes. En un momento, pajes salidos de todas partes colocaron una mesa y cómodos sillones para los visitantes. El chocolate y los dulces inundaron la estancia y también la conversación.

- Y bien.., ¿qué os trae aquí que no pueda esperar a la noche mágica? - Preguntó Baltasar-
- Nuestra amiga Matilda y la niña Adriana han desaparecido, tenemos serias sospechas de que han atravesado la puerta mágica de Casa Encantada. - Habló Pirú-
- Comprendo - Contestó Baltasar muy preocupado- Esa puerta da paso a un mundo que refleja sus deseos y sus miedos... Los humanos estáis muy acostumbrados a temer en lugar de amar, espero que el corazón de Adriana albergue más amor que miedos.
- Necesitamos su ayuda, Majestad - Dijo la seño en tono de súplica-
- Y la tendréis - Contestó Baltasar- No podemos dejar que el miedo venza el corazón de una niña.
- No olviden a Matilda... - Susurró Plumillas-
- Por supuesto que no, aunque luego tendremos unas palabras con vosotros, jovencito.... - Dijo Melchor apuntando al ratón con su enguantado dedo-

Mientras, en el bosque oscuro, Matilda y Adriana intentaban pensar en los Reyes Magos, pero de repente, algo enorme y rojizo apareció en el cielo.

- ¡Un dragón! ¡Corre Adriana!
- ¡Matilda, no puedes tener miedo de un dragón! ¡Es un reptil como tú!
- ¡Síííííiiiííií! ¡Pero este fuma y tiene muy malas ideas!

A la niña le hizo mucha gracia aquello. No podía ser que una lagartija tuviera miedo de un hermano mayor, aunque escupiera fuego. Comenzó a reír a carcajadas.

- ¡No te rías! ¡Te chamuscará el pelo si te pilla! - Exclamó la lagartija-
- ¡Eres una cagona! Jajajajajajajja.

Al final, Matilda se contagió de la risa y el dragón desapareció, el bosque comenzó a abrirse y a lo lejos distinguieron unas figuras conocidas....

- ¡Sigue riendo Adriana! ¡Mira! ¡Los Reyes Magos!

Sus Majestades se acercaron poco a poco, a la niña le temblaba todo, no podía creer que fuera a conocer a aquellos que cada año repartían felicidad a los niños. Tras ellos también venían Pirú, don Leonardo, la seño Yolanda y Plumillas.

- Uy..., esto va a acabar regular - Dijo la lagartija escondiéndose en un bolsillo del vestido de Adriana-
- Sal de ahí, ¡lagartija lianta! - Gritó Pirú-

Adriana no cabía en sí de felicidad, ¡tenía frente a ella a Melchor, Gaspar y Baltasar! Gaspar bajó de su camello y se acercó  a la pequeña.

- Así que tú eres Adriana... ¿Sabes que me han llegado muy buenas noticias sobre ti? - Dijo el rey hincando una rodilla en tierra y poniéndose a la altura de la niña-
- Yo..., bueno, he intentado portarme bien.
- Sabemos que ha habido alguna trastada, pero, ¿sabes?,  por algo somos mágicos, tenemos el poder de borrar esa trastada y que nadie sepa jamás lo que ocurrió.
- ¿En serio? - Preguntó Matilda saliendo del bolsillo-
- ¡Ohhhh! ¡Apareció Matilda! - Exclamó Melchor que junto a Baltasar, había descabalgado y estaba junto a la pareja aventurera- Gaspar ha dicho "alguna trastada", tú eres la trastada hecha lagartija.

Matilda bajó la cabeza un tanto triste.

- ¡Oh, Majestad!, Matilda es buena, en realidad la culpa de que estemos aquí es mía y no de ella, yo la convencí - Aclaró Adriana-
- Tienes un corazón muy noble - Habló Baltasar- Por eso has podido vernos. Hay mucho amor en tu interior, pequeña, eso hace que la magia habite en ti y que todos los que te rodean se beneficien de la presencia de un ser muy especial. Matilda ha tenido mucha suerte de ser tu amiga.


De repente, una cortina de estrellas bajó del cielo y envolvió a todos.

Adriana despertó en una cama desconocida, seguía en Casa Encantada y a su lado, la pequeña Matilda vigilaba cada uno de sus movimientos.

- Hola..., -Sonrió la niña al ver a su amiga-
- ¡Al fin despertó! - Exclamó Pirú aplaudiendo.
- Después de la aventura has dormido dos días, hoy es 5 de enero, Adriana. - Le habló la lagartija-
- Entonces..., ¿no ha sido un sueño? - Preguntó la niña-
- Claro que no, todo ha sido muy real - Le aclaró Matilda-

Después de una buena merienda, Pirú llevó a la niña hasta el salón, allí le aguardaba una grata sorpresa. Junto al árbol: Beatriz y Patricia tocaban "Ya vienen los Reyes Magos" y sus papás aguardaban sonrientes con el chelo que ella sabía tocar tan bien.

- ¡Oh, Pirú! ¡Esto sí que es una sorpresa! - Exclamó Adriana abrazando al mago-
- ¡Vamos pequeña! ¡Tus hermanas esperan!

Tocaron casi toda la tarde, entre tanto, Matilda se dedicó a perseguir al papá de Adriana para pedirle un papel de actriz en el Festival de Teatro.

- ¡Por favor, qué lagartija más pesada! ¡Que yo no doy ningún papel!- Exclamó Pedro intentando zafarse del reptil-
- ¡Plumillaaaaas! - Exclamó Matilda- Estás ante la próxima ganadora del Óscar a la mejor actriz, pero no te voy a dar la exclusiva, ¡por petardo!

La noche mágica llegó y los habitantes de Casa Encantada fueron a dormir. Adriana se asomó a su ventana y pudo distinguir a Sus Majestades, sabía que todas las personas que quería tendrían buenos regalos porque ella, que era buena y especial, les había enviado mucho amor y eso..., tiene su recompensa.

Al día siguiente, Matilda tuvo no uno, sino dos lazos preciosos para su colita y Plumillas un bonito juego de plumas estilográficas que su amiga había pedido para él. La seño Yolanda tenía una pizarra nueva para los chicos y una caja mágica que solo ella sabe qué contiene. Para don Leonardo, un bonito bastón, para Bizcocho una enorme caja de dulces y así muchos regalos para todos y cada uno de los habitantes de la casa más mágica del Guadiato.  Pocos saben que unos días antes de la noche mágica, alberga a los tres magos más especiales del Universo.

Este cuento va dedicado a la pequeña Adriana, la niña-ratona más valiente y mágica que he conocido jamás.
¡Felices Reyes a todos!

domingo, 17 de octubre de 2021

EL TIEMPO DESNUDO.



El otoño es como una mujer desnuda a la que solo quedan los labios rojos. Pronto, también caerán, cuando la sangre baje de la boca a los pies y el invierno la encuentre muerta de frío.
Sí, el otoño es un espejismo, una burla, un engaño. La puerta a la tragedia de los bosques deshojados. Ahora, como íntimo anhelo, deja huellas de color en el suelo, como los labios dejan besos sublimes en la piel del enamorado. Besos errantes donde palpita un amor que engendra agonía, pero que se aferra ardiente a sus últimas horas. Después frío, dedos cárdenos que escriben poemas cortos, tal vez de amor y no siempre tristes. Letras que sacudirán el alma hasta la próxima primavera.
¿Estáis dispuestos para el otoño?

Sierra de Gredos. Fotografía de mi amigo Manolo Rubio.

lunes, 13 de septiembre de 2021

ANTES QUE EL OTOÑO.


El otoño llega a media voz, sopla y lanza al viento versos que llenan el aire de cicatrices. Aletea la tarde distraída entre las hojas que bailan y la música que acuchilla el aburrimiento.
El sol hoy es un desdichado, ha perdido el oro en disputas del cielo y ahora llueve. Llueve sobre caminos secos y pastos color de los cirios que malogrados se mecen entre las sombras.
Se apaga el verano y el agua sale al encuentro de las tierras agrietadas por la sed, con los pechos resecos que esperan de nuevo el milagro de la abundancia. Empapando la cabellera de los árboles que cumplieron un año más las condenas del sol. Es el sur, el que destierra el sueño nocturno, el que gotea de besos el insomnio de los enamorados. Es el sol, la luz, el sudor.
Hoy, se apaga el fuego que arderá tantas veces como dure nuestra propia vida y soportemos a ese farsante con talento que llaman frío. Algunos, lo llaman invierno.
Sentaos, abrid un libro. Silencio.

domingo, 22 de agosto de 2021

Un catering para Pirú. Cumpleaños encantado.

 

La primavera había llegado a Casa Encantada con sus cielos de sábanas blancas y azules, los pájaros en clase de vuelo y una alegría desbordada en el corazón de sus habitantes. A todos les gustaba esta estación, pero especialmente al mago Pirú que celebraba su cumpleaños. ¿Cuántos? Ni se sabe, además, es de mala educación preguntar la edad a  un mago.

Y es justo lo que don Leonardo Peinacanas le explicaba a Bizcocho, nuestro ratón goloso, que aprovechando la ausencia del mago esa semana, se podría organizar una bonita fiesta de cumpleaños, pero recordando que jamás, jamás se debía preguntar la edad. 

Poco a poco la biblioteca de don Leonardo se fue llenando de amigos, la noticia de la fiesta había corrido como la pólvora por toda la casa y cada uno tenía su propia propuesta.

- ¿Y si hacemos una enorme piñata con su cara? - Propuso la lagartija Matilda-
- Desde luego... ¡Pero qué cosas tienes! - Le replicó Benito Mondanueces-  Pirú merece algo mejor, propongo un enorme pastel que haremos Blasito y yo. Para eso somos los cocineros de Casa Encantada.

Casi una hora después, muchas propuestas pero ninguna acababa de convencer a todos, en eso, la puerta principal se abrió y apareció Plumillas. Era el único que no había asistido a la reunión porque estaba trabajando en un interesante artículo para Casa Encantada Noticias.


- ¡Al fin llegas, alma de cántaro! -Le espetó Matilda nada más verlo-

Don Leonardo puso al corriente a nuestro amigo sobre lo que traían entre manos y este de repente tuvo la solución.

- A Pirú le encanta la buena mesa en todos los sentidos ¿Y si le organizamos una fiesta que reúna menú excelente con mesa preciosa y sorpresa? - Dijo mirando a todos sus amigos que habían enmudecido con la propuesta-
- ¿Y cómo vamos a hacer eso? - Preguntó Blasito-
- No lo haréis vosotros, pero ayudaréis. Llamaré a mi amigo Borja Artiñano, coincidimos en Estados Unidos cuando estudiábamos y trabajábamos como camareros. ¡Ahora tiene una empresa de catering magnífica!
 
Matilda se levantó y comenzó a andar alrededor de su amigo.

- ¿Tú has estudiado en Estados Unidos? ¿Y qué hace un ratón cordobés allí?
- Enseñar a los americanos a hacer salmorejo. ¿Te parece poco? 

A todos les pareció buena idea, especialmente a los cocineros Blasito y Benito que sí conocían Pocheville Catering y se pusieron nerviosísimos con la noticia. ¿Estarían a la altura? ¡No podían creerse la suerte que tenían!
Plumillas llamó a su amigo que aceptó de inmediato, ¿una fiesta sorpresa para un mago? ¡Por supuesto! Al día siguiente llegaba a Casa Encantada cargado de ideas y deseando conocer a todos los habitantes. Se paró ante la puerta y llamó, Matilda salió de inmediato.

Este ratoncito es propiedad de OLGA KOLVALCHUK y puedes adquirirlo en su web: www.olgakovalchuk.tedsby.com Está hecho a mano. 

- Buenas tardes, usted debe ser Matilda,  soy ... - Borja intentó presentarse sin éxito porque inmediatamente la lagartija lo interrumpió-
- ¡Ah, no se moleste! No queremos cambiar de línea telefónica ni de compañía eléctrica, aquí no necesitamos nada de eso porque esta casa es mágica así que si viene usted de Ratadrola Electricidad, no se canse, no nos interesa. Gracias por su visita, adiós.

Y cerró la puerta dejando al pobre Artiñano sorprendido y plantado como una lechuga. Ya había sido advertido del carácter de Matilda, pero no se esperaba experimentarlo nada más llegar. En fin, habría que volver a llamar. De nuevo,  la lagartija.

- ¿Otra vez usted? Ya le he dicho que....

Esta vez fue Borja quien no dejó hablar a la maleducada Matilda-

- Soy Borja Artiñano, de Pocheville Catering y he quedado aquí con Plumillas. ¿Podría hacer el favor de avisar a mi amigo? - Dijo un poco molesto con la actitud de la lagartija-
- ¡Aaaaaaaaanda que la he liao! - Exclamó llevándose ambas manos a la cabeza- Perdona coleguita, es que te había confundido con otra persona. Pero, ¡pasa, pasa!, no te quedes en la puerta. 

¿Coleguita? ¿De dónde salían los amigos de su amigo? - Pensó nuestro invitado cuando atravesó la puerta- Enseguida acudió Plumillas para aclarar todo.

- ¡Querido amigo! Espero que hayas tenido buen viaje. Veo que ya conoces a Matilda.

Borja tomó del brazo a Plumillas y lo llevó a un lado. 

- Oye, ¿esta lagartija es la misma de la que me hablaste?
- Sí, claro. ¿Por qué?
-  Bueno, creo que ya he pagado novatada con ella.

Plumillas se disculpó por lo ocurrido y luego fueron derechos al salón donde Borja pudo conocer a todos los habitantes de la casa. Acto seguido expuso la idea que tenía para la fiesta de Pirú y pidió colaboración para hacerlo entre todos. Los cocineros estaban tan nerviosos que casi dejan caer la bandeja con dulces variados que traían para agasajar al invitado. 
La mañana trascurrió entre idas y venidas a la cocina e ideas para montar las mesas. Estaban absolutamente maravillados con las hermosas vajillas que Artiñano puso ante sus ojos, todos menos Bizcocho que solo atendía a los dulces que pasaban por delante. 
Terminado el día, se despidieron hasta la mañana siguiente en la que Matilda y Plumillas lo acompañarían al bosque para recoger algunas flores, ramas o cualquier otro elemento natural que le sirviera para hacer un bonito arreglo floral para adornar las mesas.

- Oye, Matilda - Llamó Plumillas a su amiga con un gesto para que lo siguiese a la cocina- 
- Dime, Plumis.
-¡No me llames Plumis! ¡Qué manía tienes! - Exclamó molesto el ratón- Haz el favor de portarte bien y ser educada, mi amigo lo es y espero lo mismo de ti.
- Yo soy educadísima. ¿Tu amigo es como tú o es normal?

Plumillas elevó las cejas en un gesto de asombro ¿Qué significaba esa pregunta?

- ¿Es que yo no soy normal? - ¡Mira que eres bruja!
- Bueno... Eres un poco pesao y un sabidillo.
- ¡Mira qué graciosa! Borja es un señor muy educado, así que trátalo bien y no seas bruta.
- ¿Puedo gastarle bromas?
- Si, pero sin pasarte. 
- Sí, piri sin pisisrte... ñe, ñe, ñe. ¡Eres un cursi! Le haré la morición, ea.

Amanecía sobre las ocho cuando Borja escuchó ruido tras su puerta. Era Plumillas, venía a disculparse por no poder acompañarlo al bosque, se le había presentado un imprevisto y tenía que partir hacia Los Altos. Lo dejaba con Matilda a la espera de que todo fuera bien.
Nuestro invitado bajó y fue a desayunar, luego dio un largo paseo por los alrededores, pero la lagartija no aparecía. A las nueve y media, su paciencia estaba al límite y decidió buscarla.

- ¿Matilda? ¡Está en la emisora! - Le dijo la seño Yolanda que salía con sus alumnos de excursión-
- Bueno, ¡esto es el colmo! ¡En esta casa nadie se toma nada en serio! - Pensó nuestro amigo cuando decidió ir a hablar con la lagartija y darle las quejas por su plantón-

Al verlo entrar, Matilda se dio cuenta de su despiste: ¡Lo había vuelto a dejar plantado! Porbre Borja - Pensó-

- Matilda, por favor, ¿tienes un momento? 

La lagartija le hizo una señal para que esperase un minuto. Puso una canción y luego atendió a Borja, que no parecía enfadado con su despiste. Antes de dejarlo hablar, se disculpó.

- ¡Ostras, nene, perdona! Es que el Plumis se ha tenido que ir pitando y tenía que atender la emisora. No te enfadas, ¿no? Yo te doy unas explicaciones molonas,  te pinto un mapa y te vas tú solito a buscar tus adornos. ¿Hace?

No daba crédito a lo que escuchaba, pero, ¿quedaba otra alternativa? La lagartija cogió lápiz y papel y empezó a dibujar.

- Mira, cuando llegues aquí, giras a la derecha, tienes que ver un grupo de rocas y detrás el arroyo y la arboleda. No  tienes pérdida. Ahí encontrarás musgo y también flores en cuanto andes unos metros. Si te despistas, en la casa de madera vive doña Carmelita Despistillos, puedes preguntar. Y ahora que lo pienso, ¿por qué no vas con Smaugui?
- ¿Smaugui?
- ¡Sí! El Culebre. ¿No te han hablado de él? Es como un dragón, pero en español.
- ¿Dice palabrotas en lugar de escupir fuego?

Matilda comenzó a reír, ¡era lo mejor que había escuchado en años! Le explicó quien era y que con una sola llamarada, ponía en marcha la calefacción de Casa Encantada. Le aconsejó ficharlo para mantener caliente las viandas.
Tras un rato de charla pudo convencer a la lagartija para que lo acompañase y esta accedió. Aunque solo un rato. 

Ya en el bosque, Borja disfrutaba de lo que la Naturaleza le ofrecía para sus arreglos.

- Mira, Matilda, esas flores son maravillosas

- Pero si son de lo más normalitas... - Objetó la lagartija-
- A ver... Esto es un evento en mitad del campo, ¿no querrás que monte las mesas como si estuviéramos en la embajada de Portugal, no?
- Pues mira, sería todo un detalle por tu parte. 
- Eres terrible, de verdad. Anda, ve por allí y mira a ver si hay musgo, yo iré por este lado.

Se separaron unos instantes y Borja descubrió unas setas preciosas.


- ¿Pero qué maravilla es esta? Me las llevo para mis arreglos. 

Tan ensimismado estaba buscando flores y piedrecitas aquí y allá que no se dio cuenta de que Matilda llevaba un buen rato llamándolo.

- ¡Jolines, Borja que estás sordo! Llevo llamándote una hora.
- ¡Ya será menos, exagerada!. Y no digas jolines.
- ¿ Y eso por qué?
- ¡Porque lo digo yo! Es una cosa muy fea y tú eres una lagartija muy bonita. No lo digas.
- ¡Jolines! - Dijo Matilda con los brazos en jarra y arrugando la nariz-
- ¡Matilda! 
- Ahora te hago la morición.

Y sin pensárselo dos veces se tiró al suelo y se hizo la muerta. Nuestro amigo no sabía ya donde meter tal cantidad de sensaciones. ¿Era así de verdad aquella criatura o lo hacía para probar la paciencia del prójimo? Estaba asimilando la visión que tenía frente a sí cuando Matilda abrió un ojo.

- ¿Puedo decir jopé?
- ¿Quieres probar los platos que vamos a preparar y participar en la fiesta? - Preguntó agachándose y mirando a la lagartija muy fijo-
- ¡Ya no lo digo más! - Y se incorporó de un salto-

La vuelta a casa fue divertida. Borja le contó mil anécdotas y Matilda reía tanto que no podía caminar. Otras veces era él el que moría de risa con las cosas de aquella criatura verde y revoltosa. 
El día se cerró mucho mejor de lo que había empezado. En dos días sería la gran sorpresa así que muy temprano comenzó el trajín de mesas, recetas, vajillas....
Borja estaba en la cocina dando instrucciones a Benito y Blasito.

- Chicos, esa crema más suave, por favor. ¿Alguien ha visto la cesta que traje ayer del bosque?
- Pues como la hayas dejado en la despensa, olvídate. Bizcocho se lo come todo. - Le dijo Blasito-
- ¡Qué horror! ¡En esta casa sois todos unos zampones!

La cesta estaba en el exterior donde ya se montaban las mesas. Borja extrajo sus tesoros y se dispuso a adornar. Plumillas llegaba en ese momento.

- Hola Borja ¿Qué tal ayer con Matilda? Es buena chica, aunque un poco sinvergüenza.
- ¡Lo pasamos de lujo! Es bruta como ella sola, pero muy divertida. Además, ¡me ha enseñado a hacer la morición!
- No me lo puedo creer... - Murmuró Plumillas-
- Pues créetelo, fue divertidísimo.
- ¿Qué es eso que tienes ahí? - Preguntó muy serio -
- Pues unas setas, las cogí ayer para .....
- ¿Pero qué has hecho, insensato?

Plumillas puso una mano en el hombro de su amigo y le contó que no eran setas, sino casas. Sí, las casas de los gnomos que vivían en esa zona y que tenían una mala pipa... 

- ¿No te aseguraste de que estuvieran vacías? - Preguntó Plumillas preocupado-

Borja no daba crédito a lo que oía. ¿Casas? ¡Si eran setas! Llevaba utilizándolas años y jamás había tenido problemas de ningún tipo. Era de locos. ¿Cómo iba a haber gnomos dentro? ¿Dónde se había metido aceptando ese trabajo?

- Pero, Plumillas, por Dios, que estamos hablando de setas.... - Se explicó intentando disimular su hartazgo-
- Exacto, pero mira, mira por esta ventana y verás.

Acercó la seta a los ojos de su amigo. ¡Por todos los dioses! ¡Si dentro había una casa perfectamente decorada y amueblada! En ese instante se escuchó hablar a lo lejos. Pumillas pidió a su amigo que aguardara un instante y caminó hasta la verja de entrada. Allí se encontró con varios gnomos con cara de pocos amigos. La seño Yolanda intentaba calmarlos, pero no había forma, ¡estaban enfadadísimos!



- A ver, ¿qué ocurre aquí? 
- ¡Queremos hablar con Pirú! - Exigió el más joven.

En ese instante salía don Leonardo acompañado de Borja. Cuando los gnomos vieron al ratón bibliotecario, se calmaron.

- Don Leonardo - Tomó la palabra el más veterano- Ese señor que le acompaña se ha llevado la casa de mi sobrino, la de la señora Gumersinda y toda la calle de Martín el zapatero. ¡No tenemos bastante con las orugas okupas que ahora nos vienen los ratones!
- Cálmese, don Laureano. Aquí nuestro amigo no ha tenido ninguna intención de robar nada, todo ha sido un terrible malentendido. El señor Artiñano está preparando la fiesta sorpresa de Pirú y no sabía que esas setas estaban ocupadas. ¿Cómo podemos arreglar este entuerto?
- Tienen que devolvernos las casas - Ordenó el gnomo-
. Pues si solo es eso, lo haremos ahora, antes de que puedan deteriorarse.

Borja se adelantó y se puso a la altura de los gnomos. Traía unos dulces de lo más apetecibles  y eso hizo que la visita se relamiera solo con verlos.

- Ruego me disculpen, nunca había estado en un lugar mágico y claro... ¿Cómo iba yo a saber que esas setas tenían gnomos dentro? De haberlo sabido, jamás las habría recolectado. Acepten estos dulces a modo de disculpa. Son unos eclair  de chocolate hechos por mis mejores reposteros: Blasito y Benito.


Imagen extraída de la cuenta de Instagram de Pocheville Catering. Os animo a seguirla. 

Cuando los gnomos vieron aquello se les pasó el enfado rápidamente. Probaron y les encantó así que los invitaron a pasar al salón de Casa donde sirvieron otros platos igual de interesantes. Además, estuvieron admirando las vajillas que servirían para la fiesta sorpresa de Pirú. El gnomo don Laureano llamó aparte a Borja para hablar con él.

-- Querido amigo, me pregunto si podrías venir a la boda de mi hija. Me gustaría que organizaras tú el catering porque  estoy sorprendido de lo bonito y bueno que es y está todo.
- Sí, claro, faltaría más. ¿Me perdonan entonces?
- ¡Por supuesto! Además, cuando las setas estén en su sitio, te regalaré algo que te va a encantar.

Le guíñó un ojo cómplice y siguió degustando de todo aquello que estaba a su vista.
Esa misma tarde, Borja y Matilda dejaron las setas en el lugar donde fueron recogidas y los gnomos pudieron volver a sus casas que además.... estaban repletas de dulces. Antes de marchar, don Laureano le regaló unas preciosas setas de cristal de Murano para que con ellas hiciera  arreglos para sus mesas. Agradecieron el presente y se dispusieron a regresar, sin embargo, no se dieron cuenta de que la noche estaba ya cercando el bosque.

- Mira que son interesados estos gnomos -Dijo Matilda- Perdonan todo a cambio de dulces.
- ¡Lo que son es unos golosos! De todos modos, me encantan las setas de Murano, ya verás la de cosas bonitas que pienso hacer.

Charlaban animadamente cuando la noche cayó y todo lo conocido se volvió extraño.

-  Matilda, sabes bien por donde vamos, ¿verdad? - Preguntó Borja mirando atrás un poco asustado.
- Claro que sí, coleguita, estás hablando con la exploradora number one del mundo mundial. Además, mira, llevo mi arco y mi carcaj lleno de flechas.

Eso no tranquilizó a nuestro amigo que se sintió un poco indefenso en aquella inmensidad. Los bosques siempre le parecieron catedrales naturales, unas enormes catedrales que admiraba pero en las que era fácil perderse sin apagaban las luces. Y  esa noche la bombilla principal se había apagado, era una noche sin luna. Los sonidos típicos de las horas comenzaron a escucharse; el ulular de las lechuzas, los grillos desperezando sus alas y algún canto más que Borja no supo identificar. 
Mientras caminaban, Matilda le contaba historias del programa que hacía con Plumillas "Cuarto Ratenio". A Borja no le pareció nada apropiado escuchar relatos de miedo en esas circunstancias, pero esa lagartija debía estar cruzada en loro. ¡No paraba de hablar!

- Total, que cuando fuimos a casa de don Avelino Churrete, ni fantasma ni flautas, era Bizcocho que se metía en la despensa y se zampaba todo.... - Hablaba Matilda sin parar-

De repente, el suelo comenzó a temblar. Un ruido fuerte, como de pisadas de gigante hacía que todo se tambaleara alrededor. Borja cayó al suelo al tercer golpe y sobre él, Matilda. 

- ¿Qué es eso?- Preguntó el ratón asustado-
- Pues.., esas pisadas solo pueden ser de un Ojáncano o un Roblón. - Contestó Matilda poniéndose en pie y recomponiéndose-
- ¿De qué? - Volvió a preguntar abriendo los ojos de manera desmesurada-
- Son criaturas mitológicas, antes solo estaban por Cantabria, Asturias.... Pero han bajado al sur y aquí los tenemos dando por saco. Y hablando de tener, lo que de verdad tenemos es un problema si no llegamos pronto a la caseta de la vía. Allí estaremos a salvo hasta que lo que sea se tranquilice.

Borja se asustó muchísimo. ¿Roblones? Matilda le explicó que era un viejo roble que se había tragado a una muchacha y los ojos que se veían en el árbol eran de ella. Ojos abrasados de dolor. Que eran enormes y muy peligrosos. Y luego esos otros seres.... ¡Los Ojáncanos! Esos sí que daban miedo... Eran como ogros, pero españoles. Un detalle, si te comen, al menos que sea en tu idioma. -Pensó-
Aceleraron el paso para llegar hasta la caseta, pero esta no aparecía y las pisadas se oían próximas. Cayeron al suelo un par de veces más. Matilda se dio cuenta de que los sonidos del bosque habían cesado y eso solo podía significar una cosa: Lo que fuera..., estaba cerca, muy cerca.

- ¿Qué pasa? -Preguntó Borja deteniéndose a la vez que la lagartija-
- Aquí debería haber un camino que desciende hasta la caseta. -Dijo rascándose la cabeza-
- ¡Nos hemos perdido! 
- Pues me da que sí...
- ¡Estupendo! No sé en qué estaba pensando cuando acepté venir aquí. ¡Todo es culpa de Plumillas!
- En eso te doy la razón. Tú cuando no sepas a quien echarle la culpa, se la echas al Plumis. Yo lo hago siempre y me va bien.

La lagartija no parecía tomarse nada en serio, hasta que delante de sus narices apareció el viejo Roblón. Enfadado, con los espinos alrededor de los ojos que ardían en la noche alumbrando todo como si hubiera luna, con aquella melena de hierba seca que le daba un aspecto aterrador. Su respiración agitaba las ramas de los árboles próximos y paralizaba de miedo a todo el que osara mirarlo.


- ¡Ahora sí que tenemos un problema! ¡Corre, Borja!

Y los dos echaron a correr como alma que lleva el diablo siendo perseguidos por el Roblón muy de cerca. Cada que vez que aquella criatura ponía un pie en el suelo, todo el bosque temblaba y nuestros amigos salían rodando por los suelos. En una de esas, El árbol cogió a Borja que no pudo zafarse de aquellas ramas secas que aprisionaban su tobillo.

- Matildaaaaaa!

Luchaba por soltarse, pero era imposible. La fuerza de aquel ser no era normal y por más que lo intentaba no podía escapar. Matilda vio asustada cómo el Roblón se acercaba la presa a sus ojos. Rápidamente sacó sus flechas y se dispuso a soltarlas hacia la cabeza, pero necesitaba fuego, algo que prendiera las hierbas secas. Nada de lo que hacía daba resultado,  a fin de cuentas, sus flechas no eran más que pequeños alfileres para el Roblón. Si al menos le acertara en los ojos...
Borja comenzó a sentir un calor inmenso que salía de las brasas que el árbol tenía por ojos. No podía soportar aquella temperatura y se desmayó abandonando toda esperanza por salvarse.

- Menudo final tan tonto. Chamuscado por un árbol que no sabía ni que existiera y que tiene unas malas pulgas que cualquiera le tose. ¡Por no hablar de lo que le huele el aliento a cenicero! Qué muerte tan ordinaria, de verdad..... -Pensaba a medida que se sumía en el mundo de las sombras-
- ¡Borja, no! ¡Despierta, amigo! - Le gritó Matilda desesperada.

La lagartija volvió a disparar sus flechas y esta vez acertó en un pie a su amigo que rápidamente despertó con un grito de dolor. El árbol no lo esperaba y se asustó dejando caer al ratón, momento que aprovechó para esconderse tras unos matorrales a todo correr. Matilda lo siguió y se resguardó con él.

- Estupendo, ¡ahora estoy vivo pero con una flecha en el pie! ¡Aaaaaaay!
- ¡Haz el favor de no quejarte! -Gritó Matilda- ¿Prefieres ser ratón a la parrilla? Desde luego, ¡eres igual de quejica que tu amigo Plumis!

El Roblón volvió a la carga, pero la lagartija vio sobrevolar algo en el cielo. ¡Smaugui!.

- ¡Mira, Borja! ¡Es Smaugui!. ¡Estamos salvados!

El Culebre había escuchado las pisadas desde Casa Encantada y reconoció rápidamente al ser que las provocaba. Decidió volar para espantarlo cuando se encontró con el panorama de Matilda y Borja acorralados por el Roblón. Enseguida lanzó una llamarada que sorprendió al árbol.

- ¡Bien! -Exclamó Matilda!. ¡Estamos aquí, Smaugui! -Agitaba las manos en el aire-

El Culebre lanzó fuego de nuevo y esta vez impactó en la cabellera del Roblón que salió corriendo en dirección al arroyo más cercano. Entonces, cuando el peligro pasó, descendió.

- Ese pie no tiene muy buena pinta . -Dijo echando humo por la nariz-
- ¡Me duele mucho! 
- ¡Pero te he salvado la vida, so quejica!- Exclamó Matilda.

Bueno, dejad la discusión, lo importante es que estáis vivos. Matilda, ayuda a Borja a subir a mi cuello y cobijaos en mis escamas, voy a elevarme mucho para ver dónde ha terminado esa criatura y podéis tener  frío. Luego volaremos a Casa Encantada.
A pesar de las circunstancias, Borja disfrutó muchísimo de aquel paseo. Pudieron ver al árbol metiendo la cabeza en la cola del pantano, por un tiempo, no tendría ganas de molestar a nadie. Después sobrevoló todo el bosque para terminar en casa y a salvo.
Don Leonardo inspeccionó el pie, era algo que solo podía curar Pirú y no regresaría hasta el día siguiente así que con la atención de Teresa Recetillas y algún calmante, pasó la noche. 
Al fin llegó el día del cumpleaños  y ayudado por un bastón que le prestó don Leonardo, se levantó temprano y dispuso todo en los jardines de la casa.

- ¡Venga, chicos, que Pirú está al caer! - Iba cojeando de un lado para otro y dando órdenes a diestro y siniestro-
- ¡Tú mandas mucho! - Le dijo Matilda. ¡Vas a ir al sindigato!
-Pero... ¡Serás sinvergüenza! ¡Si tú no estás haciendo nada!
- Te estoy vigilando, que me ha mandado Plumillas y también don Leonardo.

No hizo caso a la insolente lagartija y siguió preparando para que las cosas estuvieran  dispuestas a la llegada del cumpleañero. Todo estaba quedando como le gustaba a nuestro amigo; mientras daba los últimos toques a un bodegón, se acercó Smaugui.

Extraído de la cuenta de Instagram de Pocheville Catering. Una genialidad de Borja Artiñano.


- Borja, ¿voy calentando ya la comida?
- Sí, yo creo que sí, pero espera que te acompaño no la vayas a liar.

Fue hasta donde estaban las viandas preparadas y dio instrucciones precisas de cómo tenía que lanzar las llamas, pero claro... un Culebre es un Culebre y no calculó muy bien.

- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay! ¡Que me chamuscas! ¡Voy a tener que pedir un plus de peligrosidad!
- Los siento, lo siento! Si te sirve de consuelo, a Plumillas lo quemo siempre en las barbacoas.
- Sí, un consuelo. Mal de muchos...


Cuando consiguieron regular  la potencia de Smaugui, Borja sacó los arreglos que había hecho con las setas de cristal de Murano y los colocó por las mesas. Habían quedado realmente bonitos.
Extraído de la cuenta de Instagram de Pocheville Catering. Me he atrevido a hacer un montaje para que se vea lo mejor posible. Las fotografías son del invierno, pero los habitantes de Casa Encantada no lo saben. ¡Chssssssh, no les digáis nada!


Al fin pudo terminar y se sentó con su patita en alto para descansar un poco. Plumillas se acercó para darle la enhorabuena, todo había quedado precioso. 

- A Pirú le va a encantar. ¿Te duele mucho el pie? - Le preguntó señalando con el dedo-
- Un poco. Matilda tiene buena puntería, si no llega a ser por eso, no las cuento.
- Sí, es muy bruta, pero es buena lagartija.
- Y hablando de lagartijas, por ahí viene.

Matilda venía corriendo para anunciar que el mago llegaba.

- ¡Chicooooooos!¡Escondeos que viene!

En menos que se dice miau, no quedó ni un alma en el jardín, todos corrieron a esconderse en la casa. Cuando Pirú abrió la verja se encontró con una veintena de mesas maravillosamente dispuestas y con un olor exquisito que envolvía todo. Pero... ¿Dónde estaban sus amigos? ¿Habría pasado algo en su ausencia? Era raro, todo preparado y ni rastro de Matilda, ni don Leonardo...  También le parecía extraño que todo fuera tan perfecto, las comidas en Casa Encantada nunca tenían ese nivel. Qué raro...¿Qué estaba sucediendo?- Llamó una vez más a Matilda, Plumillas..., pero nada, no obtuvo respuesta. 
Siguió avanzando y entonces se topó con un rollo de papel atado y suspendido en la rama de un árbol. Era una carta.

Querido Pirú, en el día de tu taitantos cumpleaños hemos querido darte una sorpresa de esas que no se olvidan. Es nuestro modo de darte las gracias por todo lo que haces por nosotros. Por tus pantallas mágicas que nos aíslan de los malos, por tu medicina exprés a golpe de conjuros y por tu sabiduría que nos regalas siempre que Matilda no interrumpe. Por todo ello, GRACIAS.
Que disfrutes de este día y esta comida tan especial que te prepara Pocheville Catering, sabemos que eres fans absoluto de Artiñano que hoy está aquí para ti.
Feliz y encantado cumpleaños. Con cariño de,

Los habitantes de Casa Encantada.

¡Pirú no podía creer lo que estaba leyendo! ¿En serio los de Pocheville habían preparado todo aquello para él? ¿Tanto le querían sus amigos? Y en medio de su emoción  vio venir a Plumillas, don Leonardo, Blasito, doña Sinforosa, Bizcocho, la seño Yolanda.... Todos sus queridos compañeros que salían cantando el "Feliz en tu día" con una pancarta donde se leía: "Felicidades Pirú" y lanzando papelillos y serpentinas que luego tendría que recoger con magia. 
Arriba de la escalera había alguien con un bastón, alguien que nuestro mago reconoció al instante.

- Pero... ¿Qué le habrá pasado? - Se preguntó en silencio mientras saludaba a todos-

El mago subió la escalera para reunirse con Borja que aguardaba paciente su turno para conocer a tan entrañable personaje. Alguien de quien había oído mucho hablar gracias a su amigo Plumillas. 

- ¡A mis brazos, pequeño! - Le dijo el mago cuando estuvo a su altura-

Era la primera vez que un mago de verdad le daba un abrazo. Uno de esos que si tienes penas, se van. Uno de los que recomponen el alma.

- ¿Me vas a decir qué te ha ocurrido? - Le preguntó-
- Es una larga historia, pero lo dejaremos en que me atacó un Roblón y Matilda pudo salvarme con sus flechas.
- Matilda tiene una puntería endiablada, supongo que el disparo está justificado. Ahora ven, ponte allí.

Le señaló con la mano para que bajara las escaleras y se pusiera en un claro del jardín- Pirú lo siguió y cuando estuvo a su lado, giró el báculo del que salió una luz brillante y azulada. Le ordenó que entrara y al momento se vio envuelto por millones de partículas brillantes de una luz cegadora. Notó algo caliente en el pie y de repente desapareció toda molestia. ¡Podía andar! 

- ¡Ya no me duele! ¡Puedo andar! - Dijo saltando de alegría-
- Esta es la medicina de Casa Encantada, querido amigo - Le dijo Plumillas que se acercaba para interesarse por su reacción.

Y sin más, dio comienzo una fiesta que duró todo el día y buena parte de la noche, cuando agotados de bailar y divertirse, cada uno regresó a su habitación de la casa mágica. Había sido maravilloso estar allí y así lo sintió Borja que agotado se durmió enseguida.
A la mañana siguiente llegaron las despedidas, no era fácil dejar un lugar como aquel, pero prometió que volvería.

- Smaugui, me encantaría que me echaras una mano en una boda que tengo en un par de semanas. ¿Vendrás? - Le preguntó Borja-
- ¡Por supuesto!  Cuenta conmigo.
- ¡Yo también voy! -Gritó Matilda-

Y en ese momento, Borja se tiró al suelo e hizo "la morición", cosa que hizo reír a todos, incluso a la lagartija. 

- ¡Moriré con tus trastadas! - Exclamó nuestro amigo mientras se levantaba ayudado por Plumillas- Pero bueno, aceptaré tu compañía y si aparece algún pesado, siempre podrás hacer de las tuyas.

Con todo dispuesto para la marcha, Smaugui se prestó a llevarlo a casa. ¡Menuda envidia iban a pasar sus vecinos! No todos los días vuelve uno del trabajo en Culebre privado. 
Y así, Smaugui subió y subió mientras nuestro nuevo amigo sacudía la mano en el aire con un  "hasta pronto".

NOTA. A Borja Artiñano, por su genialidad y su generosidad. Gracias por servirme de inspiración y gracias por ser un señor estupendo. Bienvenido a Casa Encantada.



¡Espero que no hayáis pensado que Borja era un ratón de verdad! 😅😅😅
Aquí os dejo la fotografía del auténtico.

domingo, 21 de febrero de 2021

ENGAÑO.

Hoy el cielo nos ha sorprendido con la dureza del sílex, tal vez porque nos habíamos acostumbrado a mirar al sol a los ojos y no a la luna, que es quien de verdad puede engañarnos. 

Una lluvia espesa vela la luz que habíamos inventado, trayendo de nuevo la zozobra del invierno y sus diamantes acuosos. El cielo no detiene su hemorragia que ya en febrero se antoja insolente. Porque no es esta igual que la lluvia de mayo que cae como satén sobre la piel amada. No, esta es la que nace de la tiniebla y envuelve quejas que ya nadie quiere oír.

Es un día para beberse de un sorbo sin dejar una gota, para pasar palabras de la lengua al papel sin pensar demasiado. Como ahora, como yo, que no sé ni lo que escribo. Un día para excavar los fondos arenosos del corazón y plantar margaritas.

Y en este día, aquí estamos, con las vigas del alma a punto de oxidarse pero en pie, admirando la belleza trágica de un invierno que juega a revivir unas horas, esas que a veces encienden o apagan la imaginación. La mía, ¿inmerecida, desgastada, torpe? Dímelo tú, lector.

jueves, 18 de febrero de 2021

EL SOL


Esta mañana nos visita el sol, se extiende por los contornos de esta tierra color de la piel en verano, cuando los pies crujen sobre la arena caliente. El viento es tranquilo y delante de los ojos, escaparates de flores se muestran sin pudor. Es la vida en el campo, la que cabe en los cuerpos que saben esperar mientras el frío extiende su aliento.

Un lecho de hierba crece junto al arroyo, lento y en paz transcurre como el tiempo, solo que aquí, el tiempo se ha yuxtapuesto. Por la noche, la luna aúlla entre los juncos, cargada de nostalgias y amores que ya a nadie importan.

El cielo azul abre su cremallera por la que asoman nubes propias de enamorados. Son antiguas, están ahí desde antes de que yo naciese y estarán mientras haya hombros dispuestos a cargar con esta herencia.

Vuelvo al camino, al otro lado de la casa la siembra se aprieta a la tierra hasta saldar su deuda llegada la primavera.  Mientras tanto, esperaremos al sol que hiere las heladas y pone voz al silencio con el vuelo de las abejas. El invierno envejece, Andalucía despierta.

domingo, 14 de febrero de 2021

¡MUCHAS GRACIAS!

 

Nochebuena de 2020, había salido por la mañana unas horas y al regresar a casa me encuentro con un paquete de regalo envuelto en un bonito lazo rojo. No podía ni imaginar la sorpresa que aguardaba en su interior. ¡Regalos con la imagen de Casa  Encantada! Pero... ¿Cómo era posible? ¿Tanto cariño despertaban mis personajes? 

Sinceramente,  me quedé sin habla: Una bolsa para la compra,  una mochila y una botellita para agua aparecieron frente a mis ojos como salidas de uno de mis cuentos. Ahí estaban, como si de un momento a otro la lagartija Matilda fuera a salir de la mochila, como si el mago Pirú hubiera hecho magia. La magia de los cuentos. 

Gracias, Yasmina Pino por este regalo tan maravilloso,  sin duda la sorpresa más bonita que me han dado desde que escribo.  Haz extensible mi agradecimiento a todas las personas que lo han hecho posible, por favor. Siento haber tardado tanto en publicar mi agradecimiento,  pero quería hacer unas fotos que hicieran justicia a este hermoso regalo. Un millón de gracias,  fue un día muy feliz.