jueves, 25 de noviembre de 2021

Pepa Jones y su gato Gambita. Navidad en la Charca de los Patos.

Pepa Jones se había quedado a dormir esa noche en el Tejar, le acababan de dar las vacaciones de Navidad y nada mejor que comenzarlas allí con el abuelo.
Eran las once de la noche cuando sonaron unos suaves toquecitos en la puerta de la habitación.

- Pepa, ¿estás despierta? 
- ¡Sí, abuelito!, aún no me he dormido.
- Pues abrígate bien y sal, tengo una sorpresa para ti.

¡Una sorpresa! Palabras mágicas, -pensó la niña- 

Se vistió a toda prisa y salió envuelta en un plumas color rosa que le había enviado su prima del norte.

- Vamos, vamos a la puerta y verás - Propuso el abuelo José con gran misterio-

Los segundos por el pasillo se hicieron eternos hasta que por fin, la puerta se abrió y... ¡Estaba nevando! ¡Nevaba en la Charca de los Patos!

- ¡Ohhh, abuelitoooo! ¡Es nieve! - Exclamó la niña entusiasmada-

Permanecieron un buen rato afuera a pesar del frío, observando cómo los árboles poco a poco recibían en sus brazos el blanco regalo y cómo los caminos desaparecían bajo el manto inmaculado de la nieve. Para Pepa, era su primera nevada y estaba tan contenta que no paró de hacer fotografías hasta que el sentido común se impuso y volvieron a la casa.

- Y ahora a dormir, mañana saldremos a hacer más fotos ¿De acuerdo? - Propuso el abuelo José.
- ¡De acuerdo, abuelito!

Pero Pepa no tenía intenciones de dormir, cogió su móvil y entró en el grupo de WhatsApp "Gambigrupo"

Pepa: Chicoooooooooos, ¿habéis visto cómo nieva?
Estrella: ¡No me digas! En Mérida nada, no ha caído ni un copo.
Patricia: ¡Yupiiiiii! ¿Qué haréis mañana? Pepa, ¿nos vemos en la Charca de los Patos? Estrella haremos bolas gordas de nieve
Estrella: Yo llego sobre las doce, chicos. ¡Espero que la nieve aguante!
Julián: Oídme, acabo de entrar en casa, he hecho fotos preciosas.
Pepa: ¡Pues pásalas!
Julián: Y otra cosa: Hoy he visto gente rara en el Peñón. No tienen pinta de ladrones de patrimonio, pero son raros, raros de coj...
Todas las chicas: ¡Juliááááááán!
Julián: ¡Iba a decir cojines!
Patricia: Ya.... Bueno, cuenta, cuenta.
Julián: A ver, como esta mañana no había cole me he ido con mi perro Ferrari a dar un paseo hasta el Peñón, y en los alrededores del arroyo había unas tiendas de campaña bastante peculiares... Bueno, no eran exactamente tiendas.
Estrella: ¿Y qué eran?
Julián: No sé chicas, tiendas pero antiguas. Además, he visto caballos y dos hombres con unas ropas que no había visto antes. Creo que hay que echar un vistazo y vigilar.
Patricia: De acuerdo.
Pepa: Pues si os parece bien, mañana desayunamos con abuelito en el Tejar y nos organizamos.
Todos: ¡Perfecto!
Pepa: ¡Buenas noches y feliz nevada navideña!

Al día siguiente, la primera en llegar fue Estrella. Ni se paró a deshacer la maleta, directamente fue a casa de Pepa y de allí al Tejar.

- ¿Cuándo venís a Mérida otra vez? - Preguntó la niña-
- Pues espero que pronto, hay que visitar de nuevo el Museo de Arte Romano porque es ..., ¡Alucinante!
- Ay pues precisamente estuvimos con el cole el otro día, nos estuvieron explicando la fiesta de la Saturnalia, que ya sabes que es algo así como la Navidad Romana y que se celebraba del 17 al 23 de diciembre.
- Sí, en honor al dios Saturno. Y se adornaban las casas, se hacían regalos...- Añadió Pepa-
- Exacto. Y los señores actuaban como si fueran esclavos y estos como si fueran señores. Lo que era prohibido, se permitía y estallaba el lujo y el  derroche... Algo así como un jubiloso caos. Pero te cuento lo más interesante. ¿Sabes? Conocí a un niño..., ¡monísimo! - Dijo Estrella sonrojándose y entornando sus enormes ojos azules-
-¡Estrella! Ja,ja,ja,ja, ¡no me digas! ¿Y cómo se llama?
- ¡Pedro! Ya te contaré, a él le gusta especialmente el Teatro Romano y está muy interesado en el Festival de  Teatro de Mérida, no se lo pierde nunca.
- ¡Me tienes que contar! -Exclamó risueña Pepa-

Pero no pudo ser porque el resto de la pandilla, con Gambita a la cabeza, acababa de aterrizar en el Tejar. Esta vez había una sorpresa más y es que Julián venía acompañado de Ferrari, su perro. Veremos qué tal se portaban los animales porque la última vez que se juntaron hicieron una cantidad de trastadas que no se pueden ni enumerar.
Sentados a la mesa, el chocolate, los mantecados  y los churros desaparecían mientras la conversación se hacía cada vez más interesante, sin embargo, en el patio empezaron a oírse voces, maullidos y un tremendo jaleo de cubos y gritos. En eso, el abuelo José entra en la casa sin poder contener la risa.

- ¡La que han formado Gambita y Ferrari! ¡Menudo enfado tiene Dimas!
- ¿Qué ha pasado? - Preguntó Julián preocupado-
- Se han puesto a beber de una cántara de leche que teníamos apartada para regalar en Navidad y Dimas se ha enfadado muchísimo.
- Pero abuelito... ¡Tú te estás riendo! -Le reprendió Pepa-
- Claro, porque corriendo detrás del par de golfos, el pobre hombre ha trastabillado y ha ido a dar con sus huesos en el suelo, con tan mala fortuna, que se ha apoyado sobre otra cántara y se la ha echado por encima. ¿Qué creéis que han hecho Gambita y Ferrari? Pues subirse sobre él y comenzar a lamer toda la leche. ¡Un cuadro! ¿Queréis verlo?

Los chiquillos salieron en tropel al patio y cuando vieron al pobre Dimas en el suelo intentado quitarse a los animales de encima, no pudieron contener las carcajadas. Al final, todo acabó en reprimenda para Ferrari y Gambita que se pasaron el resto de la mañana hechos un ovillo dormidos al pie de la chimenea, y en un buen chocolate caliente para Dimas, que tras cambiar sus ropas se sentó con los niños a contar anécdotas del campo. En el fondo, todos sabían que el bueno de Dimas, ¡mandaba más que el abuelo!
A eso de las doce del mediodía, los niños decidieron salir a hacer una excursión por los alrededores, querían saber qué estaba pasando con esos personajes extraños de los que hablaba Julián. Aún había mucha nieve, pero no fue obstáculo para abrigarse bien y salir a pedalear, sin embargo, Gambita y Ferrari no pudieron acompañar a sus amigos. El abuelo dijo que se quedaban castigados, por bichejos.


Los caminos estaban embarrados, pero los intrépidos amigos no se rindieron. Unas veces en bici y otras andando, avanzaron en su aventura. El campo estaba precioso, blanco como nunca lo habían visto así que a cada poco se detenían para sacar fotos.

- ¡Qué Navidad tan estupenda, chicos! - Exclamó Estrella mientras sacaba algunas instantáneas con su móvil-
- Y que lo digas, es un sueño poder ver nieve en Navidad - Contestó Patricia-

Retomada la marcha, no tardaron demasiado en llegar a los alrededores del Peñón, allí y a lo lejos pudieron divisar unas carpas que nunca antes estuvieron en el lugar. De colores llamativos, resaltaban extraordinariamente sobre el blanco fondo. Los chicos se miraron extrañados.

- Qué mal me huele esto- Dijo Pepa-
- Y a mí - Contestó Julián- Los vi ayer por primera vez, pero a saber los días que llevan sin que nadie haya hecho nada. Fijaos en la cantidad de sacos y paquetes que tienen en la puerta. ¿Y si han robado alimentos o juguetes en las parroquias o en Cruz Roja? 
- Pues no lo vamos a consentir - Dijo Patricia enfadada- Iremos y sabremos qué traen entre manos esas gentes.

Montaron en sus bicis y se aproximaron, sin embargo y tras seguir el plan que habían trazado, pasaron de largo sacando algunas fotos y pararon en la primera peña para cambiar impresiones. 

- Muy raro todo, chicos - Apuntó Pepa- No sé a vosotros pero a mí no me ha salido ni una foto, todas negras.
- Anda... ¡Y a mí! - Exclamó Julián- 

Uno a uno revisaron sus móviles para darse cuenta de que ninguna foto había quedado registrada . Parecía magia.

- Vale, pues paremos y entremos - Propuso Patricia-
- Estoy con ella - Contestó Estrella-

Bajaron con sus bicicletas en dirección a las carpas, sin embargo, el camino parecía transformarse y se hacía tedioso. Para colmo comenzó a nevar intensamente y un trayecto que debieron cubrir en menos de quince minutos, se convirtió en una hora larga. No sabían qué pasaba exactamente pero mientras más andaban, más parecían alejarse aquellas tiendas de campaña. Pepa empezó a preocuparse, si al menos Ferrari y Gambita estuvieran, su instinto les sacaría de aquel laberinto.



- Chicos, ¿qué está pasando? - Preguntó Estrella preocupada-
- Llevamos casi dos horas dando vueltas y no conseguimos acercarnos a ellas, es como si estuvieran ejerciendo sobre nosotros algún tipo de hechizo. - Contestó Julián-
- ¡Calla, Harry Potter! -  Exclamó Pepa divertida para quitar hierro al asunto, pero en realidad, ella también estaba asustada-

De repente comenzó a oscurecer y no había llegado el mediodía. La nevada intensa y la oscuridad terminó por desorientar a los niños que sin saber cómo, aparecieron de nuevo en el camino de vuelta al Tejar. Justo cuando desistieron de volver a las carpas, la nevada se detuvo y la luz volvió a brillar.

- ¡Con que Harry Potter, eh listilla! - Exclamó Julián- Pues ahora vas y me explicas qué ha sucedido porque no creo que ninguno de nosotros tenga una respuesta lógica.

Llegaron al Tejar y contaron al abuelo José lo que habían experimentado. No tenía ni pies ni cabeza pero el hombre decidió seguirles la corriente.

- Y decís que a medida que caminabais hacia las carpas, estas parecían alejarse - Dijo el abuelo mientras preparaba unas migas calentitas-
- Sí, abuelo. Entonces comenzaron a surgir de la nada otros caminos que parecían ser los correctos, pero que nos alejaban aún más. - Aclaró Pepa-
- ¡Y las bicicletas pesaban muchísimo! - Añadió Patricia-
- Bien, iremos a echar un vistazo mañana, he hablado con vuestros padres y pasaréis la noche aquí. Si queréis, claro. - Propuso el abuelo José-
- ¡Siiiiiiiiiiiiiii! ¡Qué bien! - Exclamaron los niños-

Caía la tarde en el Tejar, el abuelo José había ido con Dimas al otro cortijo para guardar los animales porque había comenzado a nevar de nuevo.  A la vuelta, la propuesta fue hacer un muñeco de nieve en la Charca de los Patos, propuesta que desató la locura entre los amigos, como era de esperar.


Entre risas y juegos se agotó el día. Gambita lo pasó de miedo con su amigo Ferrari porque si algo les gustaba es jugar con las bolas que los niños les tiraban. Una tarde perfecta en el lugar perfecto.
Ya de vuelta en el Tejar, cenaron en torno a la chimenea y convencieron al abuelo José para que pusiera unas mantas en el suelo y les contara cosas de cuando era pequeño. Poco a poco, fueron rindiéndose al sueño y solo Pepa y Gambita permanecieron atentos a aquellas historias que tanto les gustaban. Un final maravilloso para un día raro.
A la mañana siguiente, los chicos desayunaban entre risas a la espera de poder salir de nuevo a inspeccionar el entorno del Peñón. Había vuelto a nevar durante la noche y de nuevo los caminos se perdían. 
Gambita y Ferrari jugaban a perseguir los pocos copos que caían con lentitud desesperante y Dimas tenía buen cuidado de que no se acercaran a las cántaras de leche. A eso de las diez, el abuelo José les comunicó que había que ponerse en marcha si querían descubrir qué ocurría en el Peñón.
Al salir de la casa se toparon con una buena sorpresa y es que en la puerta les esperaba un carro tirado por dos hermosas mulas.

- ¡Nada mejor que un buen carro para andar por la nieve! - Exclamó el abuelo José radiante de felicidad -

Los chicos casi se atropellan por subir, todos querían ser los primeros en probar semejante medio de transporte.

- Abuelito, esto es como de la Edad Media ¡Qué divertido!
- ¿De la Edad Media? Lo que pasa es que los jóvenes de hoy en día no entendéis nada de medios de transporte eficaces. - Contestó el abuelo y todos rieron-
- ¿Os sabéis algún villancico bonito? - Preguntó Patricia-
- ¡Pues claro! - ¿Qué os parece "Más allá? - Propuso Estrella.
Y las voces de los niños se elevaron por encima de los hombres y de los pueblos, porque son esas voces las que llegan al cielo mucho antes que las de ningún otro mortal.

- Muy bonito el villancico, un poco moderno para mi gusto - Dijo el abuelo riendo-

Entre risas y cantes llegaron de nuevo al Peñón, las carpas permanecían en su lugar y no se advertía ningún movimiento en los alrededores. Los niños convencieron al abuelo José para que les esperase en un bar cercano, hacía frío y una aventura como aquella podía no ser buena para su salud.
Los primeros en enfilar el camino fueron Gambita y Ferrari que no tuvieron problemas en llegar. Los niños procuraban seguir a los animales a buen ritmo, pero hubo un momento en que les fue imposible. Vieron a perro y gato internarse en las carpas y de nuevo ellos volvieron a perderse sin poder ni siquiera aproximarse. De la nada, un bosque les cerró el paso y gentes con vestidos brillantes comenzaron a invadir los caminos que nunca habían estado allí.

- Chicos, esto es una alucinación - Dijo Julián-
- Este camino no estaba aquí ayer - Advirtió Patricia- Ni tampoco esos árboles. No sé qué nos está pasando, pero normal no es.
- Está claro, esas carpas, tiendas o lo que sean, guardan algo que produce este efecto. Solo espero que no sea como el de los corros de hadas y nos perdamos aquí por años. - Aclaró Pepa-
- Hija mía, desde luego cuando quieres eres única dando ánimos. - Contestó Estrella un tanto fastidiada-

Un joven vestido con pantalón bombacho y capa larga les salió al paso. Era alto, moreno y con cara de pocos amigos.

- ¿Estáis perdidos? - Preguntó sin más rodeos-
- Pues.., un poco - Contestó Patricia- Queremos llegar a aquellas carpas, pero hay algo que nos lo impide y que seguro tú nos vas a explicar.

Los chicos se miraron sorprendidos ante el desparpajo de Patricia. El joven sonrió y dio media vuelta.

- ¡Ey, no te vayas! - Le gritó Pepa-

El chico se giró de nuevo, en cada brazo llevaba a un animal dormido. Ferrari y Gambita.

- ¡Suelta a Gamba y a Ferrari! - Gritó Julián - ¡Si les has hecho algo a alguno de los dos, te enteras!. Y sacó un tirachinas que siempre le acompañaba.
- ¡Tranquilos, tranquilos! - Habló por fin el extraño joven - Sólo están dormidos y no precisamente bajo el efecto de un hechizo, sino a causa de un buen atracón de leche calentita con pan.

Los niños se miraron sorprendidos. ¿Quién era aquél tipo tan raro?

- No debéis estar aquí - Aclaró el joven con voz seria - Ni tan siquiera sabemos porqué podéis ver las carpas, pero desde luego es algo que vamos a aclarar ahora mismo. Venid conmigo. - Hizo un ademán y los chicos le siguieron sin pensarlo -

Llegaron a las carpas en un santiamén y allí, un intenso ajetreo les sorprendió. Idas y venidas de personas ataviadas con vestimentas de otras épocas, unos de tez negra, otros blancos, pero todos trabajando y sonriendo, como si lo que fuera que hacían les divirtiese. Portaban sacos de los que asomaban paquetes relucientes y de repente..., como un rayo a los niños se les abrió en la mente una explicación maravillosa para todo aquello.

- ¿Sois.., pajes? - Preguntó Pepa- ¿Pajes de Sus Majestades?
- Así es - Habló Metkén, que así se llamaba el joven que les había acompañado- Yo lo soy de S.M. Gaspar y llevamos aquí varias semanas ultimando detalles para la noche de Reyes. No obstante, nuestras carpas están bajo un potente hechizo que las hace invisibles a ojos humanos, por eso no sabemos cómo habéis dado con ellas.
- Las vemos perfectamente - Aclaró Julián - Otra cosa es llegar a vosotros.
- Son los animales -Aclaró otro chico alto y muy rubio que les estaba vigilando desde hacía un buen rato- Son vuestros animales los que rompen el hechizo.
- Pero ayer vinimos sin ellos - Terció Estrella-
- Sí, pero vuestros espíritus están tan relacionados, que sois puros como ellos. Ese es el motivo por el cual podéis vernos. 

Se miraron sorprendidos, no sabían si aquello era un sueño pero desde luego, fuese lo que fuese, pensaban vivirlo a tope.

- Y ahora - Dijo Metkén- Como comprenderéis, no podemos dejar que os marchéis hasta la noche de Reyes-
- ¿Cómooooo? - Gritaron a la vez.
- Si salís de aquí y contáis lo que habéis visto, la magia se romperá y ningún niño recibirá sus regalos. Por lo tanto, no hay alternativa.
- ¡No puedes retenernos! Exclamó Pepa - Mi abuelo nos espera y se llevará un susto tremendo si ve que no regresamos. ¿Es eso lo que queréis?

Los pajes se miraron.

- Y yo sigo teniendo mi tirachinas en el bolsillo - Añadió Julián-
- ¡Dilo otra vez y te quedas sin tu Scalextric! - Le amenazó Metkén apuntándole con el dedo-

Las niñas empezaron a llorar y entonces Ferrari y Gambita despertaron y se enfadaron. Los pajes no contaban con el cariño que los animales tenían a sus amigos y se armó una buena zarabanda.

- ¡Bastaaa! -Gritó el paje rubio- ¡Decid que paren y que este gato deje de morderme las orejaaas!

Al final y tras unos arañazos y algún que otro mordisco, los animales se tranquilizaron. Menudos pajes de pacotilla que no habían sido capaces de controlar a Gambichi y a su amigo.

- Esto solo pueden arreglarlo ellos - Se dirigió Metkén a los pajes que al escuchar el revuelo se habían congregado en el lugar-

Siguieron al joven hasta una tienda donde presidía un gran árbol de Navidad rematado con una estrella.

- Poneos aquí, pronto sabremos qué hacer con vosotros - Dijo Metkén cogiendo de la oreja a Julián-

Una potente luz iluminó la estrella y esta emitió algo parecido a un globo de gas brillante, en su interior se empezaron a formar tres figuras ...., muy conocidas.

- Son..., son..., ¡son los Reyes! - Susurró Estrella temblando de emoción- 

- ¡Así que vosotros sois los famosos cinco! Bueno..., seis - Dijo Melchor hablando a los chicos- Veamos, veamos, veamos... No habéis sido muy buenos hoy a juzgar por cómo están algunos de nuestros pajes. Sois conscientes, ¿verdad?
- Majestad, le juramos que ha sido sin querer, que Gambita y Ferrari pensaban que nos estaban haciendo daño y nos han defendido- Se apresuró a aclarar Pepa-
- Julián - Habló Baltasar- ¿Qué llevas en el bolsillo?

El chico palideció, intentó hablar pero no le salían las palabras.

- Pu pu pues.., un...
- ¡Tirachinas! - Exclamó Su Majestad- 
- ¡Pero es de juguete! - Aclaró-
- No, no lo es. Sólo esperamos que no sea para cazar pájaros - Le miró esperando su confirmación-
- ¡Por supuesto, Majestades! Lo llevo porque en nuestras aventuras siempre hay peligros, pero nunca he hecho daño a los animales. Eso sí...., he dado algún coscorrón a los hombres malos, pero nada grave.

Sus Majestades lo sabían y no podían aguantar la risa. Algunos pajes estaban hechos unos zorros de la lucha con Gambita y Ferrari y la cara de susto de los niños no podía mantenerse durante más tiempo, no era justo. Tenían que solucionar todo en seguida.

- Bien, bien - Habló S.M.Gaspar- Sabemos que sois muy buenos chicos y que ayudáis en la defensa del patrimonio arqueológico, que os gusta la Historia, que amáis la Naturaleza y que fomentáis valores como la amistad, el compromiso, la familia, la cultura... ¿De verdad pensabais que os dejaríamos sin regalos por alguna que otra trastada?

La cara de los pequeños se iluminó, nunca habían creído eso de que los Reyes traen carbón a los niños malos, porque no hay niños malos, solo mayores irresponsables.

- Todo lo que habéis vivido estaba ya programado - Aclaró S.M. Melchor- Aunque hemos de confesar que no contábamos con el rifirrafe de los animales con los pajes - Y se tapó la boca para reír a carcajadas-

- Entonces... -Tomó la palabra Estrella- ¿Ya sabíais que íbamos a venir?
- Por supuesto, querida. - Contestó S.M. Melchor- No podíamos dejar pasar la oportunidad de conocer a estos cinco, bueno seis, aventureros y  aprovechar vuestra generosidad para algún que otro trabajillo que deseamos encargaros.

El ambiente se hizo distendido y la felicidad se colgó del corazón de los pequeños y de sus peludos amiguitos. Por supuesto, podrían volver con el abuelo siempre y cuando guardaran el secreto de todo cuanto habían visto y escuchado. Antes de marchar, S.S.M.M. les dieron un importante mensaje para niños y mayores.

- Nosotros, los Reyes Magos, no castigamos a nadie, no juzgamos ni llevamos cuentas de nada,  
solo somos magos y los magos hacemos magia, es decir, FABRICAMOS FELICIDAD. 
Id y decid a los niños que si algún día os traemos carbón será para que nunca olvidéis vuestras minas..., aquellas que os trajeron riqueza. Mientras, os dejaremos esperanza,  ilusión y amor, que son nuestros regalos más especiales. 

De lo demás que hablaron no se sabe, pues S.S.M.M. encargaron unos trabajos a los niños pero no creo que podamos (de momento), saber de qué se trata. Antes de marchar, Julián pidió disculpas a Metkén y este simplemente le abrazó y colgó de su hombro una maletita con pinceles y óleos. 

- Un pequeño adelanto - Dijo guiñándole un ojo-

Ya de vuelta con el abuelo José, le contaron la versión que los pajes les habían sugerido y regresaron felices en el carro. Tampoco el abuelito había perdido el tiempo pues había cambiado las mulas por unos terneros. 
De regreso al Tejar, cada niño se dio cuenta de que en sus bolsillos había algunos regalos anticipados y lloraron de emoción. Pero no contaron con que en los bolsillos del abuelo también había presentes que el hombre nunca supo cómo explicar y que atribuyó  a la generosidad de los pequeños.

- ¡Y ahora a comer! - Exclamó Dimas que les esperaba con una sopa bien calentita.
- Chicos.., ¿sabéis una cosa? - Preguntó Pepa- ¡Estrella tiene novio!

Se armó tremendo revuelo y Estrella sonrojada negó las palabras de su amiga.

- ¡Cuéntanoooooos! - Le animó Patricia-
- ¡Pepa eres tonta, eh! - Exclamó Estrella- No es mi novio, es un amigo que va a mi cole, pero si queréis saber quien es, tendréis que venir a Mérida.
- ¡Trato hecho!- Dijeron

Y así fue como los cinco más Ferrari, se toparon con los pajes de S.S.M.M. los Reyes Magos de Oriente y sus carpas mágicas llenitas de regalos. Lo que no sabéis es que esas carpas no solo se montan a la sombra del Peñón y que como Casa Encantada es especial, hemos podido obtener fotos de todo. ¡Mirad, mirad!

No olvidéis mirar a la cruz de nuestro querido Peñón en estos días porque la magia nace en lo más alto de sus rocas. Feliz 2020 y feliz Noche de Reyes.


Un recuerdo entrañable en este cuento para el perrito Ferrari, que vivirá por siempre en Casa Encantada porque todo lo que se nombra, se hace eterno. Una mención especial para Julián, para que abra su corazón a otro perrín que pronto le hará tan feliz como el que ya marchó. 

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito del titutar del copyright. Código de registro:1803146136393      
Todos los derechos reservados.
Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales.

4 comentarios:

  1. Querida Pepa no podía tener un recuerdo más hermoso del día de mi cumpleaños y por unos inutos he sido una niña feliz correteando junto a vosotros y sintiendo la magia de la navidad y la ilusión de la vida cuando se abre camino!!!!
    Millones de besos para todos y mi más profunda admiración querida Pepa!!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti por inspirarme, por tu generosidad y palabras tan bonitas. Sin vosotros, no habría aventuras!!!! Me alegra haber puesto mi granito de arena en tu montaña de felicidad cumpleañera. Besitos!!!!

    ResponderEliminar
  3. Gracias Pepa, me has hecho entrar en un mundo mágico, y ese recordatorio al chiquitin ,Ferrari, me ha emocionao . Feliz Nochevieja, y que el próximo año , llegue lleno de salud,paz y felicidad . besoss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ayyyy, gracias a ti!!! Acabo de ver tu comentario, perdona. Ahora Ferrari vive en Casa Encantada,ya sabes.
      Todo lo mejor para ti en 2017, que te de motivos para sonreír durante 365 dias. Besos!!!!

      Eliminar

Diviértete en Casa Encantada y déjame tu comentario. Aquí hay un sitio para ti, quédate.