lunes, 23 de marzo de 2015

EL SÓTANO DE CASA ENCANTADA

El cielo se había llenado de nubes panzonas. Algún ángel de mofletes hinchados coloreaba con su pincel el cielo, y tanto empeño ponía que a no mucho tardar, las nubes cederían a las cosquillas y toda el agua contenida en sus bocas se esparciría por Casa Encantada.
Consuelo y Mencía estaban aburridísimas, aunque era primavera, el tiempo no daba tregua y la lluvia visitaba aquellos parajes día sí y día no.
Tenían un perrito que obedecía al nombre de Tito, eso había provocado confusiones muy divertidas en la familia. Hoy Tito estaba impaciente por salir, pero la mamá de las niñas no tenía la más mínima intención de consentirlo.

- Oye Mencía, ¿y si nos salimos sin que mamá se entere? Podemos ir a buscar a Lola y Paquito para hacer una excursión al sótano de la casa grande. ¿Hace? - Pregunta Consuelo deseosa de salir de aquella monótona tarde-
- ¿Al sótano? -Contesta Mencía con los ojos de par en par- ¿Estás loca? Mamá dice que allí vive el fantasma de Mariana. 
- ¡Cobardica! - Le espeta girándose para buscar a Tito y marcharse-
- ¡Espera, espera! Está bien iré contigo, pero cuando mamá se vaya a su siesta.

Doña Martina, la mamá de las niñas, no tardó en recoger la casa e irse un ratito a descansar, momento que los intrépidos aventureros aprovecharon para salir a toda prisa en busca de sus amigos. Ya en los alrededores de Casa Encantada....


- ¿Estáis seguros de que queréis bajar al sótano? - Preguntó Lola- Ya sabéis lo que se cuenta...
- ¡Oh, vamos! ¡Eso son enredos de nuestras madres para tenernos asustados! - Contestó Paquito-

El primero en dirigirse a la casa fue precisamente Paquito, seguido de Tito que saltaba y retozaba entre las hierbas. El chico era muy alto para su edad, tenía 11 años y el pelo negro como el carbón de los alrededores. Era el mejor cazando ranas y nadie le superaba en aventuras arriesgadas. 

- ¿Qué hacemos si sale el fantasma? - Preguntó Consuelo-
- Traigo el mechero de mi padre, seguro que cuando vea las chispas sale corriendo - Contestó el niño mostrando una larga mecha que acababa amarrada al artilugio en cuestión-

En la casa había trajín de gentes arriba y abajo, hacía tiempo que ya no albergaba las oficinas de las minas, pero estaba habitada por una familia del pueblo que alquilaba algunas habitaciones para hacerla rentable. La silueta de una mujer se intuyó tras la cortina del último piso y Mencía dio un respingo.

- ¡Es doña Marta!
- ¡Deja de hacer aspavientos! - Exclamó Consuelo agarrando del brazo a su hermana!

Lola estaba muy callada, en realidad aquella aventura no le hacía mucha gracia. Había oído que el fantasma de Mariana llamaba a los niños y que éstos, como hipnotizados acudían a la llamada y jamás volvía a saberse de ellos. Si su madre se enteraba de lo que andaban tramando..., estarían castigados hasta verano.
Con mucho sigilo se colaron en el sótano, fue Paquito quien descubrió la trampilla y una tras otra, su hermana y sus amigas de correrías fueran pasando. Un viento cálido les rebotó en la cara y el olor a humedad se hizo intenso y pesado. Tito reculó temeroso hasta esconderse tras las piernas de Mencía, el joven labrador no se sentía para nada tranquilo en aquel lugar-

- Huele como a muebles antiguos - Dijo Lola-
- Son papeles - Aclaró Consuelo- Debieron dejarlos aquí cuando se marcharon los ingenieros. ¿Echamos un vistazo?

Los cuatro avanzaron por el enorme sótano lleno de enseres de todo tipo. Además de sillas apiladas, cajas de diverso tamaño, muebles y los consabidos papeles, había una zona con viandas destinadas a las cocinas de la casa. 
El ambiente se volvía denso, el aire estaba caliente y costaba respirar pero los niños no habían bajado allí para nada. Al fondo, unos baúles medianos tenían toda la pinta de guardar secretos, así que sin pensarlo mucho, rebuscaron algo para hacer palanca y abrieron uno. En su interior aparecieron ropas de una niña más o menos de su edad, pero eran antiguas, como de otra época.

- ¡No toquéis eso! - Gritó Lola ¿Y si son del fantasma?
- ¿Estás tonta? ¡Los fantasmas no existen! - Contestó su hermano que poco sorprendido con el hallazgo estaba indagando en los archivos que contenían informes de las minas-

- Mira éste Mencía..., es precioso - Dijo Consuelo acercándose uno de los vestidos- 

Era celeste y tenía un encaje beige por encima. Encontraron un bolsito a juego con una M bordada. Se miraron y de repente todos pensaron lo mismo.

- No será eme de.... - Lola dejó la pregunta flotando en el aire viscoso-

En ese momento, el perro que había permanecido pegado a sus dueñas,  salió corriendo y en el camino tiró varias cacerolas que hicieron un ruido ensordecedor. Los chicos gritaron asustados.

- ¡Tito!, ¡Tito vuelve! - Llamó Consuelo-, pero el can, ya estaba muy lejos de aquél sótano lleno de misterios.

De repente, una sombra cruzó la estancia y los niños contuvieron la respiración.

- ¿Qué es eso? - Preguntó Lola asustada-
- Es sólo una sombra - Contestó Paquito queriéndose hacer el valiente sin conseguirlo-

La sombra se proyectaba en la pared, tenía una falda larga y en la mano algo así como un hacha. Sin duda..., era Mariana que molesta por la visita de los intrusos, había regresado del más allá para castigarlos.

- ¡Por favor, no te enfades! - Habló Consuelo a la sombra- No tocaré más tu vestido, lo dejaré en el baúl y nos marcharemos, pero no nos lleves por favor-

Los sollozos inundaron el sótano, los niños estaban realmente aterrados y aquello no había hecho nada más que empezar. Al cerrar el baúl, varias cajas se vinieron al suelo como si alguien desde la nada las hubiese empujado. Un grito infernal se escuchó y muchas más cosas cayeron sin sentido. Los niños comenzaron a gritar y la sombra se hizo aún más y más grande...

- ¡Nooo, no por favor, no nos hagas daño! - Suplicó Paquito mientras intentaba encender el mechero para asustar al fantasma de Mariana-
- ¿Pero se puede saber qué hacéis aquí abajo? - Se escuchó una voz conocida-
- ¡Don Ramón! - Exclamaron los niños a la vez.

Don Ramón era el jardinero de Casa Encantada, al escuchar ruidos en el sótano se había acercado para ver qué sucedía. La sombra que los niños habían visto proyectada en la pared era la suya y el vestido largo, el mandil que utilizaba para sus menesteres. El hacha, la azada de trabajar las flores.

- ¿Qué le habéis hecho al gato de don Leonardo? Ha salido de aquí como alma que lleva el Diablo y mirad la que ha formado - Dijo don Ramón disgustado-
- ¿Era un gato? - Preguntó Mencía comenzando a comprender.
- ¡Pues claro! ¿Es que no habéis oído su maullido? El animal viene aquí a estar tranquilo, que en los alrededores hay muchos perros y no lo dejan en paz. Bueno.., y algún que otro niño revoltoso... - Dijo revolviendo el pelo de Paquito-

Los chicos suspiraron aliviados, sin embargo..., había una pregunta más.

- Don Ramón ¿Y el fantasma de Mariana? Hemos encontrado su ropa y un bolso con una M bordada en ese baúl. - Señaló Consuelo en dirección al arcón-
- ¿Esos baúles? Son de doña Marta, la dueña de la casa. En ellos guarda las ropas de cuando era niña y en los otros la de sus hijos. ¿Pero qué tenéis vosotros que enredar ahí?
- Es que..., pensábamos... -Paquito dejó la frase en el aire-
- ¡Andad, tirad de aquí si no queréis que informe de ésto a vuestras madres!. Y no volváis a entrar sin permiso ¿Entendido? - Les regañó don Ramón-
- Entendido - Asintieron a la vez-
-¡Pues marchando!, y dejaos de historias de fantasmas, los fantasmas no existen si no es en vuestra imaginación.

Los niños abandonaron el sótano un tanto decepcionados, afuera les esperaba Tito así que con toda la tarde por delante, aún podían pensar en una nueva aventura.
La puerta del sótano se cerró y al fondo, una luz tenue se encendió en una vieja lámpara. Un cuento se abrió y pasó las páginas.

- Algún día, les daré un buen susto a estos mortales.

DEJEMOS QUE LOS NIÑOS CONSERVEN SU MÁS PRECIADO TESORO: LA FANTASÍA. 

miércoles, 18 de marzo de 2015

TARDE GRIS

El cristal llora lluvia, desciende por la mejilla fría y dorada de la ventana. No hay luz, sólo puentes de nubes en el cielo que van a ninguna parte. Bueno sí, a las tardes áureas de junio.
Hoy vuelven los cielos agrios de invierno mientras el sol jadea por alcanzar su meta. No llegarás, aún no, y como muestra de poder enseña unos harapos de luz incapaces de atravesar la panza espesa de las nubes. Esfuerzo baldío en esta tarde de sombras.
Navegan las horas, las estrellas vendrán e iluminarán tu mejilla, yo pondré los labios inmóviles sobre tu recuerdo y luego me retiraré. Qué importa que así sea corazón, si no estarás para verte. 
A veces me pareces un niño asomado a mares azules, vestido de risa con arrugas en los ojos y flores en el pelo rubio de sol y sal.
El agua cae como si fueran hojas, más no se llevan tu memoria.

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805

martes, 17 de marzo de 2015

LETRAS DE BAR


El aire venía cargado de olores esa mañana, salía del hospital con los ojos enrojecidos a causa de una noche larga repleta de despertares y ruidos propios del lugar. El frío rebotó en mi cara y lejos de molestarme lo agradecí, tal vez de ese modo distraería mi mente empeñada en arruinarme el ánimo para todo el día. Miré al cielo, estaba emborronado por unas nubes que más que algodón parecían humo de chimenea. Probablemente detrás estuviese el azul pero de momento…, ni rastro.
Me cruzaba con otras gentes, nadie daba los buenos días y los míos se quedaban flotando en el aire, buscando unos labios que quisieran acogerlos y devolverlos con una sonrisa. No tuve suerte.
Ya en el bar, gentes iban y venían cargando sus vidas y sus historias. Eso pensé nada más sentarme en el reducido espacio que había entre mi silla y la del parroquiano de atrás. Entrar mis piernas en el hueco no fue fácil, pero el chico que ocupaba el asiento que obstaculizaba la maniobra, no estaba por la labor de facilitarla. 
Frente a mí, un grupo de médicos y enfermeros desayunaban con gran algarabía. Uno de ellos, relataba una historia que tenía encandilados a los demás, sus gestos histriónicos arrancaban risas y palabras de aprobación a su particular “cla”, totalmente entregada al guapo galeno. Por unos instantes me quedé observándolo, no parecía demasiado alto, sus rasgos y su marcado acento andaluz delataban a las claras su procedencia; era el típico hombre del sur de tez aceitunada y cabello zaíno al que tímidamente se habían tejido algunas hebras plateadas. Tenía los ojos enormes y en uno de sus barridos por el bar se chocaron con los míos que, como de costumbre, corrieron a esconderse. Me sentí como una niña pillada en falta, avergonzada me sumergí en la lectura del libro que traía entre manos a la espera de que llegara mi tostada con el té, algo que no tardó en suceder. La bebida era amarga en extremo, ni todo el azúcar del mundo podía disimular la pésima calidad de aquellas hierbas que al menos, calentaban el espíritu. 
Mientras desayunaba enterré mis ojos entre las letras del libro, aunque intentaba seguir el hilo de la historia, la voz de aquel hombre que unos minutos antes me había resultado tan atractivo, distraía mi empeño por centrarme en el texto. No me atreví a levantar la mirada, así que no sin esfuerzo me propuse seguir enzarzada en las aventuras de los neutrinos y su victoria en la carrera contra la luz. Entre sorbo de té y bocado de tostada desfilaron el gato de Schrödinger, los parabienes de la fusión nuclear y el Bosón de Higgs, sin embargo, por las esquinas de la atómica historia se coló un pensamiento o más bien, una pregunta. 
- ¿Por qué huyes siempre de la belleza? 
Y un nudo (ahora estaría bien decir gordiano), se echó en mi garganta. La tristeza me aplastó con una losa pesada cargada de años y recuerdos. Para colmo de males, aparecía una expresión en el libro, más bien una palabra, que agitó la poza de los sentimientos e hizo que los esfuerzos por concentrarme en lo que leía se diluyeran. Me sentí pequeña, tanto que si levantaba los ojos de las letras no lograría sobresalir por encima de ellas ni un centímetro. Atravesada por el lacerante pensamiento, mi corazón rebosó de amargura ¿Por qué huyo de la belleza? 


Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805

SENTENCIA

Detrás de la lluvia se intuía su figura desdibujada.  Nunca supe si iba o volvía de un pasado que los demás se empeñaban en devolverle.
Yo no actuaba. Figura inmóvil, espectadora de años a la espera de una explicación que se llevó en los labios. Yo, era su pasado, pero no el de carne y hueso, sino el de humo desvaído en sus recuerdos.
Cumplida mi condena, te declaro culpable.

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805



domingo, 15 de marzo de 2015

NIEBLA


La noche me saluda, lleva la muerte dentro porque durará las horas suficientes para que salgan los fantasmas.-Silencio- Todos guardamos silencio, no hay sonido, solo el gas congelado de la niebla que nos devora al pisar la calle. La niebla es como lágrima noble, como estelas de ceniza, como memoria encerrada en su recinto de terciopelo gris.
Atrás quedan las palabras liberadas de prisión, misteriosas y a veces despiadadas con los corazones en los que remansan. Sonrisas, chanzas, preguntas que se esconden tras la implacable espuma donde la noche se suicida acorralada por las horas.
Entonces le dije: "La historia que mejor termina, es aquella que jamás comienza" Pero las palabras resonaron perversas como la lluvia sobre la tumba reciente. Y me marché recogiendo los harapos de mis recuerdos bajo la neblina gris, gris como aquellos ojos que un día dejé al borde de un porqué, de un te quiero...
Tenías que ser tú - hablé a mi corazón- quien pusiera ese puñal en mi lengua. 

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805

CONVERSACIÓN


—Yo sé quien soy, a veces cursi rezagada de otro siglo que lee poesía mala del XIX —susurró la mujer entornando los ojos.
—¿Qué entiendes por poesía mala? —preguntó su acompañante.
—No lo sé, porque entender de poesía es no saber nada. Se escribe para decir lo que no se sabe expresar en otro modo.
El hombre encendió un cigarrillo con la parsimonia de un condenado a muerte; la silueta femenina tembló tras la cortina de humo.
—Di, te amo — le rogó. Y ella... lo besó.


Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805

miércoles, 11 de marzo de 2015

SILENCIO

No hay silencios pequeños, ni siquiera aquellos que ruedan por gargantas enamoradas. ¿Cómo saber qué es? "Sin palabras he de conocer, he de entender.... " Dice el poeta.
Las esperas se cargan de amargura cuando vienen regaladas con silencio. Y entonces me veo de nuevo en este camino ciego y remoto andado tantas veces, tantas..., que ha llenado de costumbres mi alma. Dicen que el alma no es más que vaho, pero yo pienso que es sueño.
La nostalgia alumbra unas letras marginales que se quedan errantes, huérfanas bajo la luna que hicimos sábana en las noches de gloria. No las recibirá, no las leeré, esperaré al recuerdo que en distancia siempre es bello.
Silencio, soledad, desaliento... Camino muerto.
Sin lágrimas.

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805