Resoplan las olas despejando las almas, llenándolas de mil versos contra la soledad. La soledad se combate con belleza. El agua peregrina a la orilla y vuelve a fundirse en lo profundo, se lleva el dolor del espíritu y trae perfumes, caricia, tranquilidad.
Qué hermoso es este día en el mar, es como la sonrisa del ser amado: dulce y sin interrogantes. Quiero perderme aquí en la amalgama de sonidos y olores que entrelazados me besan la piel. Quiero el sol lleno de gozo en el cielo y la algarabía del viento que vuela desde el horizonte infinito.
Escribo esto porque no es un sueño, es un suspiro de vida que queda aquí, en el verso que no es y se abre camino como un sable entre las letras. Sin medida, sin condición, salvaje como el mar que choca contra mi cuerpo y abrazo en perfecta armonía.