martes, 16 de agosto de 2022

EL MAR.

Tan puras las olas como la sonrisa de un niño, brotan en sus crestas las espumas que llevan a la orilla la alegría del verano. Corazones que expulsan el dolor guardado y vienen aquí a abrazar la esperanza, acunados en la dulce melodía del agua. Buscan paz que alegre sus días y el mar les ofrece porvenir, abrazos fugaces envueltos en sal. 

Resoplan las olas despejando las almas, llenándolas de mil versos contra la soledad.  La soledad se  combate con belleza. El agua peregrina a la orilla y vuelve a fundirse en lo profundo, se lleva el dolor del espíritu y trae perfumes, caricia, tranquilidad. 

Qué hermoso es este día en el mar, es como la sonrisa del ser amado: dulce y sin interrogantes. Quiero perderme aquí en la amalgama de sonidos y olores que entrelazados me besan la piel. Quiero el sol lleno de gozo en el cielo y la algarabía del viento que vuela desde el horizonte infinito.

Escribo esto porque no es un sueño, es un suspiro de vida que queda aquí, en el verso que no es y se abre camino como un sable entre las letras.  Sin medida, sin condición, salvaje como el mar que choca contra mi cuerpo y abrazo en perfecta armonía.