viernes, 19 de junio de 2020

REBELIÓN EN CASA ENCANTADA.


Por una vez y sin que sirva de precedente, tengo que contar lo que me ha pasado con los personajes de Casa Encantada. Sí, sí, mis personajes, esos que he soñado con todo cariño y a los que he dado vida dentro de esta casa que tanto queremos. Bien, todo empezó cuando quise crear personajes nuevos. Estaba a punto de soñar al doctor don Pepito Tiritas y a la farmacéutica doña Teresita Recetillas cuando recibí un correo electrónico de Pirú. Sí, sí, del mago. En el  correo decía lo siguiente:
De: Pirumago@casaencantada.info
Para: pepagomez@casaencantada.info

Estimada Pepa:
                    Hemos sabido que estás a punto de soñar varios personajes nuevos para Casa Encantada entre los que se encuentran dos que pertenecen a la rama sanitaria. Como mago y en representación de todos mis compañeros, tengo que elevar una queja y mi máxima repulsa ante lo que me parece una intromisión en mis funciones. Un mago no necesita de médicos ni farmacéuticos, si bien, pueden estar perfectamente en cualquier otro lugar como puede ser "La Charca de los Patos", donde Pepa Jones y el Gambigrupo igual necesiten de sus servicios.
                Del mismo modo, ha llegado a oídos de Plumillas que también deseas soñar a una nutria escritora llamada Martuca Peluca, función que choca con los trabajos que él desempeña en esta casa. 
Smaugui me trae la queja de que igualmente, sueñas con un nuevo ser mitológico y él está hasta las escamas de ojáncanos, nuberos, roblones y otros bichos maléficos, que necesita descansar y que le sueñes haciendo barbacoas, no peleando para defender a sus amigos o a los paisanos del Guadiato.
                Y por lo expuesto anteriormente, te emplazamos a una reunión el día diecisiete del corriente a las siete de la tarde para entre todos tomar decisiones por el bien de Casa Encantada y los que aquí habitamos.

Fdo: Pirú Mago
Representante de PDPCE (Plataforma en Defensa de los Personajes de Casa Encantada)

Con este panorama -y bastante preocupada- me fui ayer a Casa Encantada para arreglar este asunto, pero desde luego que fácil, lo que se dice fácil no me lo iban a poner.
Nada más llegar, en la puerta me encuentro a Smaugui con cara de pocos amigos y no es por nada, pero un culebre enfadado no es precisamente la mejor compañía. A su lado, la lagartija Matilda.

- Hola chicos ¿Qué tal estáis? ¿Me invitáis a pasar? - Les digo-
- Si no hay más remedio.... - Dice Matilda dándose media vuelta y haciéndome una señal con el dedo para que la siga-

Al pasar al lado de Smaugui este no se aparta y tengo que sortear uno de sus enormes pies. Las escamas le brillan muchísimo; traerlo de Cantabria a Andalucía ha sido todo un acierto. 
Ya en el salón, todos me miran muy serios, están sentados en sofás y butacones, Matilda corre a uno de ellos y se sienta con Plumillas. Pirú, al que mis sobrinas adoraban de pequeñas, hoy parece otro mago. Está serio y eso lo hace oscuro y peligroso, nunca lo soñé así y ahora me resulta inquietante porque comprendo que todos ellos ya viven por su cuenta, fuera de mi mente y de mi control.

- Pasa Pepa, siéntate por favor. -  Me dice don Leonardo- Te hemos llamado, como ya sabes, para tratar sobre los nuevos personajes que sabemos estás soñando.
.- ¿Y cómo sabéis que estoy soñando eso?
- Somos mágicos - Habla Pirú por fin- ¿Pensabas que podías controlar todo?

Guardo silencio, lo último que quiero es discutir con mis personajes. Miro alrededor, están todos y con cara de pocos amigos, no entiendo tanto revuelo por querer ampliar la plantilla encantada, creo que cualquier aportación enriquecería su vida y la de la casa, pero bueno, hay que escuchar lo que quieren contarme. Pirú toma la palabra.

- Como representante de la Plataforma en Defensa de los Personajes de Casa Encantada, quiero trasladarte nuestro desacuerdo con la llegada de los nuevos personajes. Ahora mismo vivimos bien, tenemos espacio para todos y todos tenemos nuestras funciones. Si estamos más, no podremos hacer nuestro trabajo y además, ¡habrá que compartir habitación!. Y eso... ¡Jamás!

Me quedo pasmada ¡Resulta que se me han vuelto cómodos y no quieren compartir!

-  Además, nosotros vamos sobrados en la cocina - Dice Blasito señalándose a él mismo y a Benito-
Ratoncitos extraídos de Pinterest, propiedad de: OKSANA CIACCIOPPOLI. Para más información: www.livemaster.ru/topolino

- Pero... ¿Os estáis escuchando? - Me pongo de pie para que me vean y oigan mejor- ¿Me estáis diciendo que no queréis más amigos aquí porque estaréis incómodos? ¿Porque tendréis que compartir? ¿Cuándo he soñado yo un corazón egoísta para vosotros? ¿Cuándo? - Señalo a todos, uno a uno y muy enfadada- Vais a tener un problema muy gordo si seguís por ese camino, os lo advierto.

En ese momento, Plumillas toma la palabra.

- No es eso, Pepa. Aquí todo está muy organizado, la emisora que a la vez hace de redacción para el Casa Encantada Noticias,  es pequeña... No puedo compartir ese espacio con una nutria que además, con lo revoltosas que son, no dejaría nada quieto y yo tengo que concentrarme para mis cosas.
- ¡Puedo soñarte una redacción más grande! Siempre te quejas de que Matilda y tú no tenéis tiempo, que hay mucho trabajo... ¡Martuca podría ayudaros!
- No, es no.
- ¿Perdona? - Le contesto asombrada-
- ¡Que no es no! No queremos a esa nutria.

Y se levanta y se va dejándome con la palabra en la boca. Antes de salir le oigo murmurar.

. Será zurupeta...
- ¡Te he oído! ¡Me has llamado zurupeta!
- De eso nada, monina, he dicho "coqueta". Que me pareces una humana muy co-que-ta.
- Sí, yo lo he oído perfectamente - Le apoya la lagartija Matilda que sale tras él-

Me siento decepcionada. Estos personajes siempre han sido generosos, buenos, acogedores... ¿Qué les habrá pasado? ¿Estarán bajo alguna influencia maligna? Me pongo a pensar rápidamente en soluciones, pero antes de que pueda intentarlo, la puerta se abre y entran Plumillas y Matilda con pancartas.


- Pero bueno, ¿esto que es? - Pregunto enfadada- ¡Estoy empezando a perder la paciencia!
- Se han pasao, macho. -Le murmura por lo bajo Benito a Blasito- Tampoco es eso, que la mujer ha venido en son de paz y veremos si no se enfada y nos manda a la zona oscura.

Detrás de ellos, Bizcocho hace acto de presencia con una cacerola y una cuchara, formando un ruido ensordecedor y gritando como un poseso: ¡No más personajes, Pepa dimisión! Me quedo con la boca abierta y el insoportable escándalo hace que instintivamente me lleve las manos a los oídos.

- ¡Por favor, que alguien le quite la cacerola! - Grito desesperada-
- Bizcocho Manifas le llaman, no te digo más... - Me contesta Matilda-

Pirú se levanta, pensaba que iba a reñir a Matilda, Bizcocho y Plumillas, pero no, se dirige hacia mí.

- Nos has tenido abandonados durante meses y ahora vienes diciendo que traes personajes nuevos. Meses sin soñar nada para nosotros, cuando sabes que nuestra existencia depende de ti.

Empiezo a entender. Durante los meses que ha durado el confinamiento a causa del coronavirus no he estado muy activa con los cuentos, a todos nos ha afectado de un modo u otro y yo llevo demasiado sin escribir.

- Igual es que ya te has cansado de nosotros y no nos quieres... - Habla la seño Yolanda con una tristeza que me contagia-

Ahora lo veo claro, mis personajes se han sentido abandonados en este tiempo y al ver que creaba otros nuevos, han debido pensar que ya no les quiero ¿Pero cómo voy  a dejar de quererlos? Apesadumbrada me pongo a andar por el salón como una sonámbula, no sé muy bien qué hacer y decido sentarme en el primero sitio que veo libre. De repente, siento un dolor inmenso en el culete y grito.

- ¿Qué sucede? - Pregunta Pirú desconcertado.
- ¡Algo me ha mordido! - Al girarme para ver qué hay en el asiento, me encuentro con Plumillas- 
- Ibas a sentarte sobre mí. ¡A posta!
- ¡Me has mordido! ¡Ratón impertinente! - Le grito enfadada-
- ¡Poco para lo que mereces! Además.., todo hueso ¡Puaaaj!  ¡Qué asco!
- ¿Sabes qué? - Le digo apuntándole con el dedo- ¡Se acabó! No estoy dispuesta a aguantar ni un minuto más tus idioteces. Voy a hacer desaparecer tu cola y a convertirte en un hamster redondo, blancuchino y culón. ¡Tu único cometido será comer lechuga!
- Habrás querido decir.., <<ganster>> Plumillas Clemenza. - Dice mientras se mira las uñas con aire de superioridad- Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar.

El resto de personajes le ríe la gracia, especialmente Matilda que está descontrolada y salta de un lado para otro. Me tiene nerviosa y no puedo disimularlo, la situación se me escapa y debería poder controlar lo que está sucediendo ¡A fin de cuentas soy yo quien sueña esto! Siento ganas de llorar.

- Pepa...¿Estás llorando? -Me pregunta la seño Yolanda que se acerca y se sube a mis rodillas-
- Pensáis que os he abandonado y eso no es cierto. Os sigo queriendo como siempre, solo que tengo una de esas crisis por las que pasamos las personas que escribimos. Me falta inspiración y pensé que con nuevos personajes podría retomar los cuentos. En ningún momento he querido eliminaros, al revés. No es justo que me hagáis esto.

Alguien ha trepado hasta mi oreja derecha y una mano suave y peludita desciende por mi mejilla a modo de caricia. 

- Siento haberte mordido. ¿De verdad que no has dejado de querernos?
- ¿Cómo podéis pensar eso? ¿Sabéis lo que me costó soñaros? 

Muchas manitas acarician mi cara, mis manos... Mi alma. Alguien está enredando con un collar de madera que llevo.

- Pepa, ¿me prestas este collar? 

Es Matilda. La cojo en mi mano y me quito el collar con la otra, decido regalárselo para que se haga muchos collares, pulseras y pendientes con él. Pirú, don Leonardo y Bizcocho se acercan, los ratones suben a mis rodillas.

- Pensábamos que... 
- Lo sé - Interrumpo a Pirú- Pero no es así y estáis siendo muy injustos. ¿Te has parado a pensar cuánto pueden aprender un médico y una farmacéutica de un mago? ¿Sabes cuántas cosas buenas podrían hacer en sus mundos?
- Ah... ¿Entonces venían a aprender? ¿A que yo les enseñara? - Pregunta avergonzado-
- Claro, Pirú. Nuestro mundo necesita magia, mucha magia. Y en cuanto a la nutria - Digo mirando a Plumillas- Venía porque te admira, le gusta como escribes y le encantan tus programas de radio, especialmente "Cuarto Ratenio". Solo quería aprender de ti, pero si tú no quieres.., le buscaré a otro profesor.

Se hace un silencio espeso, me seco las lágrimas y anuncio que me voy, que a partir de ahora tendrán que buscar a otra escritora para que sueñe sus aventuras, puesto que yo no  he estado a la altura. Intento levantarme, pero no puedo y no creo que sea por el peso de los rantoncitos.

- Piru ¿Qué has hecho?
- Oh..., nada, un pequeño hechizo para que te quedes hasta que escuches nuestras disculpas.

Arrepentidos, me piden perdón y yo -que no pensaba para nada dejar de soñarlos- acepto volver a ser su creadora. Todo lo han hecho porque pensaban que ya no les quería. En ese momento, unos enormes ojos ardientes asoman por el salón. Es Smaugui.

- Pepa, si quieres te llevo a tu casa volando, es muy divertido y podemos dar una vueltecita para que veas las montañas.
- Y espera, ¡que te preparamos unos dulces! - Dicen Blasito y Benito que salen corriendo camino de la cocina-
- No puedes irte sin contarnos algo de mis aprendices - Me dice Pirú-
- Pues veréis, don Pepito es un médico de campo y anda curando a todos los animalillos que trabajan en las labores de la tierra y doña Teresita tiene unos niños... ¡Tenéis que verlos! ¡Son unos ratoncitos preciosos! Carmen, Ignacio, Paula y Teresa. Ya  veréis, ¡harán las delicias de todos!
- ¿Y podré enseñarles la broma del guante? - Pregunta Matilda entusiasmada-
- ¡Por supuesto! Aunque igual son ellos quienes te enseñan trastadas a ti.
- ¡Cómo me gusssssssssssssssta! 
- ¿Y cómo es Martuca Peluca? - Pregunta Plumillas- Espero no haberte hecho mucho daño. Estoy vacunado, ¿sabes?
- Pues Martuca es muy lista, quiere aprender a hacer fotos y a redactar noticias encantadas y piensa que nadie mejor que tú. Y por cierto, chicos, tengo una sorpresa para vosotros.

Sus caras expectantes me hacen gracia.

- Vamos a salir en Youtube, me van a hacer una entrevista con motivo de la I Feria virtual del libro en Peñarroya-Pueblonuevo y quieren que estéis vosotros ¡Sois los protagonistas!

Risas y más risas, frases atropelladas y locura colectiva. La seño Yolanda me dice que necesita un vestido nuevo porque tiene que salir guapísima, así que toca soñarle uno. Matilda quiere contarles a todos cómo se suelta una flecha ¡Me vuelven loca!
Don Leonardo hace una señal a todos y se marchan, nos quedamos solos y hablamos sobre la entrevista, que solo es una excusa, un rodeo para dejarme claro que aquella casa es la casa de todos los que quieran ser felices y que en ningún momento han pretendido ser egoístas. Yo sé que es verdad, sus corazones son tan grandes que caben varios mundos con sus gentes en ellos, solo que se han sentido solos, y a veces, la soledad es un puente a los malos pensamientos. He aprendido la lección, pero creo que ellos también.

- Nunca os abandonaré, nunca he dejado de quereros ni de soñaros, sois mi creación y mi mundo. No lo olvidéis. - Les digo antes de subir a lomos de Smaugui-
- Pepa, ¿te duele el culete? - Me grita Plumillas desde lejos mientras los demás rompen en sonoras carcajadas que llenan la casa de alegría-
- Al final... ¡Hamster!

Y me elevo sobre las casas y bajo el cielo, feliz de recuperar a mis amigos y de traer otros nuevos. Nos vemos próximamente en nuevas aventuras ¡No os vayáis muy lejos!

jueves, 19 de marzo de 2020

Vuelven los ojáncanos.

En Casa Encantada se ha decretado el estado de alarma por ese dichoso virus que tiene a los no encantados de cabeza. Tras una reunión de los altos responsables de la casa mágica, se ha decidido que los personajes de cuento también deben someterse a aislamiento. 
Y ahí están todos, dentro de la vieja mansión intentando pasar estos días de la mejor manera posible. Como es de esperar, Matilda y Plumillas se encargan de la emisora de radio y de amenizar en lo posible las horas. Las discusiones no faltan.
En el exterior, nuestro culebre favorito, Smaugui, ha encendido la chimenea de un solo soplido, y  es que no hay nada más auténtico que un dragón español. 

Plumillas ha decidido salir al jardín a hacer unas fotografías de la lluvia sobre las palmeras, Matilda mientras tanto aprovecha para poner música de la que no le gusta a su amigo.

- Ya está la lagartija poniendo música cateta... Si es que no la puedo dejar sola. ¡Qué cruz! -Murmura el ratón mientras se agacha para sacar fotos de una bonita azucena-

Don Leonardo mientras tanto cambia impresiones con el mago Pirú. No va a ser fácil tener entretenidos a los más pequeños sin poder salir de casa. En esto, la ayuda de Blasito y Benito, nuestros ratones cocineros, va a ser fundamental. Ya tienen preparado un taller de galletas y magdalenas para esta tarde, así que andan a tope disponiendo todo en la cocina.

- ¿Cree que esto durará mucho, don Leonardo? - Pregunta Pirú-
- Pues... ,dependerá de la gente no encantada, nosotros no podemos hacer mucho.
- No entiendo muy bien la decisión que hemos tomado, a fin de cuentas somos mágicos, poco nos puede pasar. - Dice Pirú mientras pasea
 por el salón-
- Me preocupan las pesadillas de los más pequeños, ya sabes que lo malo entra por ellas así que es mejor mantenerlos divertidos y en casa, sin contacto con la gente no encantada. Ellos deberían hacer lo mismo con sus niños.
. Tiene usted toda la razón- ¿Otro té?


Mientras tanto, Plumillas sigue haciendo fotos de aquí y de allá. Ve  la casa de doña Pepita, la ardilla, que no quiere salir, pero le saluda desde la ventana. 

- Doña Pepita, buenos días, hago una foto de su casa y se la mando luego. ¿Le parece bien?
- Claro, hijo. Anda, vete pronto que no están las cosas como para estar en la calle.

De vuelta ya en Casa Encantada, Plumillas se dirige a la emisora para enseñarle las fotos a Matilda. Ha decidido que va a sacar una edición especial del periódico de Casa Encantada con fotos de los alrededores e historias de don Leonardo. 

- Mira Matilda, a ver si te gusta lo que traigo. ¿Quieres quitar al Bisbal? De verdad, eres una lagartija muy pesada.
- Si te crees que voy a poner música con ruido vas listo. ¿Sabías que la batería armando jaleo es un instrumento que atrae a los seres malos malísimos que viven en unos sitios que no podemos ver? - Le dice Matilda apuntándole con un lápiz-

Plumillas toma aire profundamente y se sienta. No quiere discutir con ella, no tiene remedio. 
Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

De repente, siente mucho picor en la nariz y comienza a estornudar.

- ¡Atchis! ¡Atchis!
- ¿Te has constipado? -Le pregunta la lagartija-
- Esta mañana estaba bien. ¡Atchis! Qué raro...
- ¡Madre mía que te veo venir, eh!

Plumillas se asusta y se levanta de la silla como si algo le hubiera picado. Comienza a andar de un lado para otro con las manos en la cabeza. Una de las veces, se gira tan rápido que se lía los pies en su propia cola y casi se cae.

- ¿Y si tengo coronavirus? ¡Que he salido de la casa! ¡Ayyyy que me he contagiado! ¡Socorro! ¡Ayuda! ¡Pirúúúúúú!

Matilda apoya su barbilla en la mano izquierda mientras que con la derecha, tamborilea los dedos sobre la mesa. No puede aguantar la risa.

- ¡No puedes contagiarte! Eres un ratón, ¡so insustancial!
- ¡Pues entonces tengo corona-ratón!

En ese momento, la lagartija saca de debajo de la mesa un matamoscas y le atiza en toda la cabeza al pobre Plumillas. Este, asombrado deja de gritar. En ese momento, la puerta de la emisora se abre y aparecen Pirú y don Leonardo, que alertados por los gritos se dirigen raudos a averiguar qué está pasando. 

- ¿Qué ocurre aquí? -Pregunta don Leonardo enfadado-
-  Plumillas dice que tiene corona-ratón. -Matilda comienza a reír-
- Sabíamos que iba a pasar esto. Bien, os quiero ver en cinco minutos en el salón. Vamos a hablar con todos los habitantes de Casa Encantada para que nadie se vuelva loco.- Propone el mago-

Todos reunidos en torno a la chimenea, grandes y pequeños, aguardan expectantes lo que tienen que decirle sus amigos mayores. Don Leonardo toma la palabra.

- Como todos sabéis, la gente no encantada está poniéndose malita por un virus que se llama COVID-19, pensaban que era como un constipado, pero al final ha resultado ser peligroso y altamente contagioso y por ese motivo, han decidido quedarse todos en sus casas durante 15 días y probablemente, muchos días más. Así evitan también que abuelos y personas delicadas se enfermen.
- ¿Y a nosotros también nos afecta? -Pregunta Smaugui-
- Veréis -Habla ahora Pirú- Nosotros somos personajes mágicos, en principio no podemos contagiarnos, pero... Tenemos interferencias con el mundo no mágico a través de los sueños de los niños. Si uno de ellos tiene pesadillas, lo malo de su mundo, puede pasar al nuestro y por eso es importante que nosotros también permanezcamos en casa mientras ellos solucionan sus problemas.
- No sabía que los sueños fueran tan importantes.... - Murmura Bizcocho- ¿Y podemos ayudarles?
- Sí, amigo- Contesta nuevamente el mago- Hay que soñar y pensar cosas bonitas para que podamos vivir todo eso. Es muy importante que el mundo no mágico y especialmente los niños, tengan buenos pensamientos, el mundo entero depende de ello. También el nuestro. Ahora, debemos permanecer todos juntos teniendo sueños hermosos con ellos, enviando pensamientos de felicidad para que pronto puedan salir de su problema.
- Pues entonces, vamos a enviarles pensamientos llenos de salud y a imaginarlos felices. ¿Qué os parece, chicos? - Dice la seño Yolanda-
- ¿Y comidas ricas? ¿Podemos enviarles algo? - Dice Benito que sale del salón y vuelve rápidamente con un plato delicioso-


Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

Todos ríen la ocurrencia y se preparan para la rica comida del mediodía. Cuando llega la tarde todos están tranquilos, cada cuál con un pensamiento alegre para los no encantados. Todos menos Plumillas, que desoyendo las recomendaciones ha vuelto a salir a hacer fotos.
Los alrededores de Casa Encantada en esta época están preciosos. La hierba crece fresca y alta y las flores brotan sin aparente orden rompiendo el verde. Una alfombra multicolor se extiende ante la cámara del ratón que sin darse cuenta se va alejando.
De repente, se escuchan pasos, unos pasos poderosos que hacen temblar el suelo. Plumillas recuerda perfectamente la última vez que oyó algo así. No podía ser...
Corre a esconderse tras una roca y asustado ve algo que pensaba no volvería a ver jamás. ¡Ojáncanos!

Imagen extraída de Internet, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

- ¡Y no me he traído la rosa azul para avisar a los demás! - Plumillas registra sus bolsillos, su mochila...Nada, no tiene el mágico utensilio que los habitantes utilizan para comunicarse- 

Decide permanecer quieto y en silencio hasta que los ojáncanos se alejan lo suficiente como para no poder verlo. Pasado el peligro, corre como alma que lleva el diablo y consigue alcanzar Casa Encantada en tiempo récord.

- ¡Pirú! ¡Pirú! 

Sube las escaleras corriendo y a quien primero encuentra es a la lagartija con una mascarilla y guantes.

- ¿Pero qué haces? - Dice Plumillas parándose frente a ella-
- Estoy ensayando, por si de verdad tienes algo y me lo pegas. ¡Tuuuuuuuuuuuuuuuuso! ¡No te acerques! ¡¡Plumillas culo de bombilla!
- Qué graciosita eres, Matilda. ¿Y si eres tú la que tienes el coronatija?

Matilda saca de no se sabe dónde el matamoscas y el ratón se pierde corriendo casa adentro. Al llegar al salón, Pirú y don Leonardo se sobresaltan.

- Pero..., alma de cántaro ¿Dónde vas con esas prisas? -Pregunta el mago-
- ¡Pirú, don Leonardo! ¡Hay ojáncanos en los alrededores! ¡Los he visto!
- ¿Y qué hacías en la calle si se puede saber? - Le pregunta don Leonardo un tanto enfadado-
- ¡Reportajes! La prensa no puede parar.

Estando en la conversación oyen un batir de alas y un ruido inmenso que solo puede ser Smaugui. Algo pasa afuera. Corren al exterior y se encuentran al culebre lanzando grandes llamaradas para alejar a dos ojáncanos que se acercaban peligrosamente a la casa. ¿Cómo era posible que la campana de protección de la casa estuviera desactivada?

- ¡Pirú! ¿Por qué no funciona la protección de Casa Encantada? - Pregunta don Leonardo preocupado.
- El hechizo dura 22 horas, estoy trabajando para poder completar las dos horas que faltan, pero no he dado todavía con resultados. Siento que haya pasado esto, los detendremos.

Imagen extraída de Internet, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

Smaugui se estaba enfrentando a los poderosos ojáncanos que asustados salen corriendo buscando alguna cueva en la que ocultarse, con tan mala fortuna, que se meten en la que el culebre se había fabricado como hogar, justo entre las grandes escorias de mina.

- ¡Se han metido en mi casa! -Grita enfadado Smaugui-
- Tranquilo, amigo, los sacaremos de ahí y volverán a su lugar de origen. No pintan nada en estas tierras y ya tenemos bastantes problemas como para encima enfrentarnos a estos seres. -Contesta el mago- Ahora, tenemos que intentar que en dos horas no salgan de ahí o lo pasaremos mal. Después idearemos un plan para que salgan de manera definitiva.
- Entendido, los mantendré a raya. -Contesta el culebre-

Los ojáncanos no se movieron del que parecía su nuevo hogar. Smaugui tenía guardadas muchas cosas brillantes y las olivinas que Matilda le había regalado. A estos seres realmente no les interesa nada de eso, pero son dañinos y malos y lo primero que hacen es deshacerse de todo tirando las cosas a un arroyo cercano.
Con la protección de la casa de nuevo operativa,  se reúnen todos en el salón. Matilda, toma la palabra.

- Familia, estoy preocupada porque los ojáncanos han venido precisamente a un lugar donde crece la encina, cuyo fruto es una de sus comidas favoritas. Me temo que vienen a quedarse y que si los echamos de aquí, se irán a cualquier dehesa e intentarán aislarla haciendo desfiladeros. También me preocupan las golondrinas, se comen todas las que pueden y no podemos permitir que aquí hagan eso.

La seño Yolanda se quedó muy preocupada, entre sus alumnos había golondrinas, como el caso de Victoria y Guillermo, los dos hermanos traviesos que solían comerse las semillas de los huertos. No sabía cómo, pero esos seres maléficos tenían que salir de los alrededores de Casa Encantada.

- Al menos, la cuarentena de la gente no encantada ayuda a que no anden por aquí. Imaginaos que se encuentran con ellos. ¡Morirían del susto! - Dice don Leonardo-

El día llegó a su fin con una preocupación indisimulada. Y luego estaba Smaugui, que se había quedado sin casa, así que entre todos habían extendido unos enormes toldos desde la puerta principal de Casa Encantada hasta los eucaliptos para que pudiera resguardarse. El culebre cubrió los laterales también para evitar que entrara el aire, de ese modo se hizo una casa a modo de tienda de campaña. Sería suficiente hasta que pudiera recuperar su hogar.

El silencio se hizo hueco en la noche, tan solo se escuchaban algunas aves nocturnas, ni siquiera los murciélagos se atrevían a salir, sabían que eran un plato delicioso para los temibles ojáncanos.
Al día siguiente, se encontraron con algo que no esperaban. A primera hora de la mañana, doña Carmelita Despistillos estaba frente a la casa muy nerviosa, don Leonardo al verla la hizo pasar.
Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

- Pero, doña Carmelita...¿Qué hace usted aquí? ¿No sabe que no se puede salir?
- Calle, calle, don Leonardo... He tenido que salir esta mañana a unas comprillas y a la vuelta ¡No he podido regresar a casa! ¡Ay qué desgracia!
- Tranquilícese, entre y cuénteme todo.

Entraron al salón, Bizcocho le trajo una  taza de café bien caliente para que se le pasara el susto y luego escucharon su relato. Doña Carmelita vivía en "Las Corridas", una finca llenita de encinas y cercana a Casa Encantada, esa mañana todo parecía normal hasta que de repente, de la nada salieron unos enormes desfiladeros que han aislado toda esa zona. Imposible salir o entrar, con lo cuál muchos personajes se han quedado atrapados en sus casas. Y lo que es peor... Han visto a unos seres descomunales, con un solo ojo merodeando por allí, algo que no se conoce por estos lares. Todos están muy asustados.

- No se preocupe -dice Pirú- Puede quedarse aquí hasta que todo pase, nosotros nos encargaremos de este problema.
- Pero... ¿Que son esos bichos?
- Son ojáncanos, doña Carmelita, unos seres que representan todo lo feo y malo. Tranquila, aquí estará segura.
- Gracias... Para agradeceros vuestra hospitalidad, os haré una tarta enoooorme. ¿Vale?
- ¡Nos parece perfecto! - Se apresura a contestar Bizcocho-

Matilda, que ha escuchado todo desde el pasillo, entra para preguntar a don Leonardo.

- ¿Por qué doña Carmelita lleva un zapato de cada color?
- ¡Oh!, ¿es que no lo sabes? Es la señora más despistada de todos los alrededores, es bastante probable que ni se haya dado cuenta de ese detalle.
- No es posible.
- ¡Si yo te contara! Hace cosas peores, créeme.

Y se alejó por el pasillo riendo a carcajadas. A Matilda le intrigó muchísimo esa señora, ya habría tiempo de saber más, ahora había que trazar un buen plan para sacar a los ojáncanos del Guadiato.
Avanzada ya la mañana, una comitiva compuesta por el mago Pirú, Matilda, Plumillas y Smaugui, se dirige hasta la finca ocupada por los ojáncanos. Al llegar al cruce con la carretera de Fuente Obejuna, se detienen. Una enorme grieta les cierra el paso, es imposible acceder en muchos kilómetros, los ojáncanos se han empleado a fondo haciendo desfiladeros.

- ¿Cómo es posible que hayan hecho esto en tan poco tiempo? - Pregunta Plumillas-
- Son muy poderosos -Contesta el culebre- toda su maldad es equivalente a esta fuerza que desatan. A veces, me parecen invencibles.
- Bueno, bueno, mantengamos la calma - Dice Pirú- Intentaremos cruzar al otro lado con un hechizo. No os separéis de mí. ¡Matilda, a mi bolsillo!

La lagartija, obediente, se introduce en el bolsillo del mago y espera lo que haya de suceder. Una nube plateada los envuelve y cuando abren los ojos, están en un precioso prado salpicado de tilos y encinas que termina en la cola del pantano. El agua está tranquila, solo se altera con el salto de las carpas que ajenas a sus nuevos vecinos, saltan y disfrutan del día soleado. Algunos patos hacen acto de presencia, Matilda cuenta hasta cuatro especies distintas. Sin duda, el Guadiato es un paraíso para los animales y no pueden consentir que esos seres monstruosos destruyan este maravilloso entorno.

De repente, escuchan pasos, otra vez esos temibles, ruidosos y escalofriantes pasos, corren a esconderse detrás de una encina, desde allí, pueden ver a un ojáncano sentado tranquilamente. Alrededor, multitud de cáscaras de bellota.

- ¿Veis eso? - Susurra Matilda desde el bolsillo de la túnica de Pirú- ¡Hay que atraparlo!
- Escuchad, el plan es esperar a que estén los dos para poder paralizarlos, luego tú, Matilda y  tú, Plumillas los ataréis fuertemente por si durante el viaje despiertan. Smaugui, tendrás que volar hasta Cantabria para devolverlos a su lugar de origen. - Propone Pirú-

- De acuerdo, pero no creo que pueda llevar a los dos a la vez.
- En eso tiene razón, Pirú. - Dice Plumillas-
- No lo había pensado... - El mago se mesa la barba e intenta buscar una solución rápida-
- Bien, detrás de esos roquedos han excavado una cueva, podemos introducir a uno de ellos allí mientras Smaugui vuelve. Yo me quedaré para asegurarme de que no despierta del hechizo-
- Nosotros nos quedamos también. -Propone Matilda-

Tan metidos en la conversación estaban que no vieron venir a uno de los temibles seres, solo cuando el suelo tembló bajo sus pies, fueron conscientes de lo cerca que lo tenían.

- ¡Corred! - Gritó Plumillas-

 Pirú se interpone entre el ratón y el ojáncano y en un rápido giro de su báculo, el terrible ser queda paralizado como si fuera una roca.

Rápidamente, Plumillas y Matilda atan fuertemente al ojáncano y  casi sin esperar, Smaugui levanta el vuelo y se pierde en el cielo.

- Buen trabajo, chicos. - Dice el mago- Ahora nos queda la ojáncana y esa... es más temible si cabe que su compañero.
- ¿Es verdad que roba a los bebés de los humanos? - Pregunta Plumillas-
- Así es amigo, así es. También se come a los niños que se pierden en el bosque así que por una vez, suerte que están todos los humanos en sus casas y no zascandileando por ahí, eso les va a salvar la vida.

Pero nada más terminar la conversación, aparece la temible ojáncana. A diferencia de su compañero, ella tiene dos ojos y una enorme boca con dos colmillos tan grandes que parecen de jabalí. También llama poderosamente la atención los grandes pechos que se echa a la espalda para correr.

La ilustración creo que es de "Cotiva", si ves este cuento, por favor, déjame un mensaje para poder llegar a un acuerdo. Si no deseas que esté aquí tu dibujo, lo retiraré. 

- Chicos... ¿Qué lleva debajo del brazo? Es...Es... -Balbucea Matilda-
- ¡Es un niño! -Grita Plumillas- ¡Hay que salvarlo como sea!

Pirú les explica que no puede emplear el hechizo porque afectaría al chico así que tienen que pensar algo muy rápido. Por suerte, no han sido vistos y la horrible criatura se dirige a unos roquedos donde debe tener la cueva. Hay que actuar urgentemente o el niño morirá. 

- ¡Ideas! ¡Rápido! - Dice Matilda muy alterada! 
- Humo, hay que llenar la cueva de humo para que salga - Propone Plumillas-
- ¡Oh, gran idea! - Exclama la lagartija- Y de paso atufamos al niño. ¿No?

Lagartija y ratón se enzarzan en una de sus típicas discusiones mientras Pirú mira al agua perdido en sus pensamientos. Tiene que haber alguna solución.

- Matilda - Dice al fin - Necesito tus dotes teatrales y tu valentía.
- Lo que mandes, Pirú.
- Quiero que te pongas delante de la cueva y la llames, que grites, que cantes, que hagas toda clase de ruidos. Molesta todo lo que puedas hasta que consigas que salga. Tienen muy mal genio y si mi intuición no falla, no tardará en asomar su fea cara y entonces, podré lanzar mi hechizo.
- ¡Me niego a que vaya sola! - Exclama Plumillas-
. Tranqui, Plumis..., sé cuidarme solita.

Y sin dar tiempo a nada más, la lagartija corrió entre la hierba hasta ponerse frente a la cueva.

- ¡Ehhhhh! ¡Tú, tetona! ¡Sal de ahí! ¡Te voy a peinar con mis flechas, so marrana despeinada!

A una distancia prudencial, el mago y el ratón reían las ocurrencias.

- ¿Lo ves? ¿A ti se te habría ocurrido algo así? - Pregunta Pirú-
- Pues no, no soy tan desvergonzado. Por suerte. ¡Le ha dicho tetona! 

Mientras, Matilda se ha puesto a chillar, un chillido tan agudo que molesta a pájaros, hormigas y todo animal que se le ocurra pasar por allí.

- ¿Me tienes miedo? ¡Sal, gorrina, que tienes más pelos que un gato! ¡Ojáncanaaaaaa! ¡Tía fea!

De repente, pasa algo que nadie tenía previsto. Don Antonio, el búho, aterriza con una pasajera a sus espaldas.

- Pero... ¿Se puede saber qué hacéis aquí? ¡Insensatos! - Pirú levanta las manos muy enfadado.
- Uuuuuuuuuuh, qué genio tiene este hombre.... - Dice doña Carmelita Despistillos que baja del búho atusándose la ropa-
- Lo siento Pirú, es que no sabes cómo tiene a los cocineros de Casa Encantada. Ha agotado toda la harina, todos los huevos y toda la leche que había haciendo dulces. Además, se ha puesto a dar órdenes... Vamos, que si no la traigo, nos vuelve locos a todos. - Explica el pobre búho-

Mientras hablan, doña Carmelita se dirige hasta Matilda que se sobresalta al verla a su lado.

- ¡Doña Carmelita! ¿Pero usted qué hace aquí? ¿No le han dicho lo que pasa? - Matilda se pone delante de ella intentado protegerla, teme que salga la ojáncana de un momento a otro-
- ¡Pues qué voy a hacer! Para unos días que está aquí mi hijo, le hago churros para desayunar porque le encantan. Así que tenía que venir ¿Sabes que es aviador?

En ese momento aparece el temible ser, no trae al niño pero está enfurecida por los chillidos y los insultos de Matilda. La lagartija monta el arco y de repente ve cómo la ojáncana se desploma sin sentido. Al caer, el suelo retumba y doña Carmelita y Matilda salen disparadas.

- ¿Qué ha pasado? -Pregunta Matilda ayudando a doña Carmelita a levantarse-
- Pues.., había una lata de cocacola delante de la cueva, le he dado una patada y le ha impactado al bicho ese en toda la frente... Y por cierto, he perdido un zapato. ¡Anda! ¡Pero si llevo uno de cada color!

El mago no da crédito a lo que ve, pero lo da por bueno y se apresura a inmovilizar a la ojáncana con el hechizo. Cuando entra en la cueva, el niño está asustado y llorando en un rincón.

- Tranquilo pequeño, todo ha terminado.

El niño se abraza fuertemente al mago y cuando consigue calmarse, le dice donde vive y es devuelto sano y salvo a sus padres.

Esa noche fue larga, todos se quedaron a acompañar a Pirú hasta que Smaugui pudo volver de madrugada. Habían hecho falta dos hechizos más para mantener a aquella fiera dormida. 
Al día siguiente, decidieron celebrar que el culebre había recuperado su casa, aunque se puso muy triste cuando vio que sus olivinas y sus cachivaches brillantes no estaban. Todos prometieron ayudarle a buscarlos, no podían estar muy lejos porque los arroyos no llevaban mucha agua.
De momento, se quedaría en su improvisada tienda de campaña, su casa olía fatal después de la breve estancia de los ojáncanos.
Para celebrar que todo había salido bien se dio una fiesta. Por supuesto, no faltó doña Carmelita que hizo una tarta deliciosa.
Imagen extraída de Pinterest, todo lo que he encontrado sobre ella es este enlace. Nostalgie Fantasy Maus mit Sahnewaffeln, Filzmaus,Landhaus/Shabby Tilda-Art Ooak

Poco a poco se fueron apagando las luces y los personajes de Casa Encantada se marcharon a dormir, pero antes..., dedicaron un rato a tener pensamientos bonitos para los humanos.  Seguidamente, durmieron en la confianza de que al día siguiente todo habría sido un mal sueño y el mundo de los no mágicos, estaba a salvo de virus, de gente mala y de pesadillas.
Buenas noches amigos, soñad bonito, como Plumillas.

Imagen extraída de Pinterest, si es de tu autoría déjame un comentario y un modo de contacto, o pídeme que la retire y lo haré. 

Que este cuento sirva para que todos los que estáis en casa sin poder salir, multipliquéis vuestras esperanzas en un mundo mejor cuando todo esto pase. ¡Ánimo!.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito del titular del copyright. Código de registro: 1908281789692


domingo, 26 de enero de 2020

Tormentas y lluvias en el Guadiato. Los Nuberos.

Otro día más de vientos fuertes y tormentas, don Leonardo Peinacanas y el mago Pirú estaban muy preocupados porque no les parecía normal que tras una semana, los fenómenos no parasen. 
Gracias a que Smaugui, el culebre, había decidido quedarse a vivir con ellos, el problema de las bajas temperaturas había sido resuelto, y es que un dragón español es mil veces mejor inversión que esa calefacción artificial que hay en las casas de los no encantados. 
A media mañana, la seño Yolanda bajó para tomar un té caliente y unas galletas. Al mirar por la ventana observó las nubes grises jugar a inflar sus carrillos, y eso solo significaba que el agua comenzaría a caer en breve. De repente, dejó su taza sobre la encimera y abrió mucho los ojos.
Esta muñequita está realizada por ALINA SENECHKO. Puedes encontrarla en Pinterest.

- Benito, ¿ves eso entre las nubes? 
- No, seño, no sé a qué te refieres. 
- Mira, donde se junta aquella con cara de oso y la otra estirada. –Dijo señalando a un lugar indeterminado del cielo- 
- ¡Dios mío! ¿Pero qué es eso? 

La cara de un duende burlón asomaba entre las nubes, tenía los mofletes hinchados y parecía como si soplara y los cirros le obedecieran. 

Imagen extraída de la web, ponte en contacto conmigo si eres el autor. Déjame un comentario y una forma de contactar o pídeme que la retire y lo haré.

- ¿Tienes idea de qué o quién puede ser? – Preguntó Benito que había dejado momentáneamente su labor en la cocina para observar aquel prodigio-
- ¡Mira, allí hay otro! ¡Y otro más! 

En ese instante, unos enormes ojos encendidos aparecieron en la ventana y los amigos se dieron tal susto que la taza de té salió rodando por los suelos. 
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-¡Smaugui! ¡Por el amor de Dios, no me voy a acostumbrar nunca a este animal!- Exclamó Yolanda agachándose a recoger los trozos de loza en los que se había convertido la preciosa tacita- 

- Lo siento, seño, no era mi intención asustarte. 
- Está bien, no te preocupes. 

– Venía a avisaros de que acabo de ver duendes Nuberos merodeando por los cielos y ese, o mejor dicho, ellos son los causantes de este tiempo que tenemos. Son malos, se divierten provocando tempestades y poniendo en peligro a los pescadores, y si se enfadan mucho, lanzan rayos y granizo para destrozar cosechas. 
- ¡Pero bueno! -Exclamó la seño- ¿Y por qué se están cebando con Casa Encantada si puede saberse?
- Pues ni idea, pero la realidad es que están y si no queremos que todo el Guadiato quede anegado y sin cosechas, hay que pararles los pies.
- Bien, reunámonos con Pirú y don Leonardo y veamos qué podemos hacer. - Propuso la seño, retomando una sabrosa taza de té que Benito le había preparado mientras charlaba con Smaugui-

Caminaba por el pasillo central en dirección a la biblioteca cuando don Leonardo salió a su encuentro.

- ¿Ocurre algo, querida?
- Tenemos que hablar, don Leoanardo. ¿Ha visto a Pirú?
- Sí, hace un momento estaba con Matilda y con Plumillas que venían de recoger unas hierbas para sus pócimas.
- ¿Con este tiempo?
- Van con un mago, hijita...

La seño sonrió, sabía que con el mago Pirú, cualquier contratiempo solo era excusa para una buena aventura y que el peligro siempre era menor en su compañía.

- Están en la emisora, te acompaño. - Propuso el bibliotecario-

Ya en el estudio de Casa Encantada Radio, se sentaron en torno a unos cafés y la seño Yolanda explicó el motivo de su visita. Al parecer, la única manera de hacer retroceder a los Nuberos (según Smaugui), era encontrando Ventolines. Los Ventolines son geniecillos buenos que ayudan a la gente de la mar y los arropan con sus alas verdes cuando hace frío, o les procuran una brisa agradable para su navegación.

- Bueno, creo que yo también podría emplear algo de magia para hacer que se marchen -dijo Pirú-
- No lo dudo - Contestó don Leonardo- Pero las cosas de duendes han de resolverse entre duendes y yo también voto por buscar Ventolines.
- ¿Sabéis que esos duendes viven en el norte? - Preguntó Plumillas.
- Sí, listillo. -Contestó Matilda- ¿Y?
- Pues que no sé cómo haremos para encontrar uno aquí.

Smaugui había escuchado todo sentado en el exterior y en ese momento, asomaba su enorme cabeza por la ventana.

- Si estáis pensando en ir al norte, no contéis conmigo. Yo estoy muy calentito aquí en Casa Encantada y en cuanto me vean aparecer por allí van a querer que me quede ¡Ni hablar! ¡No pienso ir!

Los amigos se miraron entre sí.

- Smaugui, nadie te obliga a volver, pero podrías decirnos dónde encontrar a tus amigos Ventolines para pedirles ayuda. Eso sí lo harás, ¿verdad? - Preguntó Pirú-

El Culebre guardaba silencio y volvía la cabeza haciéndose el desentendido.

- ¡Smaugui! - Exclamó la seño Yolanda- ¡No seas tonto! Tienes que ayudarnos o este lugar que tanto te gusta acabará inundado o lo que es peor..., puede desaparecer si cae un rayo ¿Es que no te importa?

El Culebre miró a todos y cada uno de los que expectantes aguardaban su respuesta.

- Los Ventolines viven también en las nubes rojas. Esperadme aquí, volveré en unas horas.

Y sin más, salió volando hasta desaparecer de la vista de sus amigos.

- Si es que los de mi familia somos así. Nos hacemos de rogar pero al final somos más valientes que ninguno. - Dijo Matilda llena de orgullo lagartijero-

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El tiempo pasaba, pero Smaugui no volvía y empezaban a preocuparse. ¿Le habría pasado algo? De nuevo la seño estaba en la cocina, esta vez en la compañía de Matilda y Plumillas.

- Chicos, no sé... ¿No creéis que ya debería haber vuelto?
- No te preocupes, seño, los de mi especie nos sabemos cuidar.
- Sí, Matilda, pero aún así estoy preocupada.
- Chicas, ¿Y si salimos a buscar a nuestro amigo? - Propuso Plumillas-
- Pirú ha dado órdenes expresas de no salir de la casa. Soplan vientos de casi 50 kilómetros por hora y para nosotros es peligroso .- Contestó la seño-

Matilda no se resignó y guiñó un ojo a su amigo que rápidamente captó el mensaje.

- Bueno querida, nosotros nos retiramos a nuestros quehaceres. Estamos preparando un reportaje sobre la escuela de don Pedrito, el ánade del Bosque de los Retamales, y vamos a seguir trabajando para tenerlo antes del fin de semana -Dijo Plumillas despidiéndose de la seño-

Nada más salir de la cocina los amigos se precipitaron al exterior, pero una fuerte ráfaga de viento los empujó contra un eucalipto.

- No, si al final Pirú va a tener razón.... - Murmuró Matilda sacudiéndose-

Un Nubero enfurecido se dio cuenta de la presencia del ratón y la lagartija y comenzó a soplar tan fuerte que los elevó por el aire a una altura de auténtico vértigo.

- ¡Osssstras qué guay Plumillas que estamos volandoooo!
- ¡Serás insensata! ¡Si caemos no la contamos!

Pero en ese instante, unas grandes manos arroparon a los dos aventureros. Era Smaugui que regresaba con varios Ventolines a su espalda.

- ¿Pero se puede saber qué hacéis en la calle con este tiempo?
- ¡Habíamos salido a buscarte! ¡Nos tenías preocupados!- Contestó Plumillas-
- Pues ya estoy aquí, vayamos a darle a esos Nuberos su merecido.

Pero las cosas no iban a ser tan fáciles, una fuerte lluvia comenzó a azotar la cara de Smaugui y los rayos rozaban peligrosamente su enorme cuerpo. Temiendo por sus amigos, los llevó de vuelta a Casa Encantada depositándolos en el tejado.  Sin perder tiempo, se elevó hasta las nubes para plantar batalla.

- ¿Queréis fuego? ¡Pues tomad fuego! - Gritó el Culebre a medida que lanzaba una enorme llamarada contra los Nuberos-
A su vez, los Ventolines comenzaron a mover las alas y generar una brisa cálida con el fuego del Culebre que hizo retroceder a los Nuberos, pero la batalla no estaba ganada. Aprovechando que el viento había cesado, el mago salió de Casa Encantada.

- Chicos, ¡entrad en casa ahora! - Aconsejó Pirú a Matilda y Plumillas- Voy a echarle una mano a nuestro amigo.

El mago agitó el báculo y creó una nube rosa que impactó contra los Nuberos, haciendo que se tragaran el aire que tenían retenido en sus mofletes y que su cuerpo se inflara haciéndolos flotar. Momento que aprovecharon los Ventolines para agitar sus alas y hacer que se alejaran por el cielo.

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- ¡Más fuerte chicos! - Animaba Matilda mientras descendía junto a su amigo por la pared-

En medio del caos, un Nubero vio al ratón y a la lagartija, bajó y se los llevó a la vista de sus amigos que se quedaban atónitos y sin saber qué hacer. Smaugui se disponía a lanzar una llamarada cuando fue detenido por Pirú.

-¡Nooo! ¡Puedes quemarlos! ¡No sabemos en qué nube están!

Una masa gris desaparecía en el cielo y dentro de ella estaban Plumillas y Matilda. La lagartija tiritaba sin control pues el interior de la nube era húmedo y extremadamente frío. Ni todo el calor del pelo de su amigo podía hacer que reaccionara.

- ¡Vamos Matilda! ¡Abre los ojos!

Pero la lagartija permanecía acurrucada tiritando y sin moverse. Cada minuto que pasaba su piel se volvía más pálida y fría. Plumillas no sabía cómo sacar a su amiga de aquella peligrosa situación.

En Casa Encantada, Pirú y Smaugui hablaban con los Ventolines.

- Chicos, muchas gracias por vuestra ayuda - Dijo el Culebre-
- No nos las des, aún no hemos terminado aquí. Nos quedaremos unos días para calentar la tierra y hacer desaparecer los charcos o no tendréis cosecha, ni flores, ni despertarán los árboles. Estaremos en esas nubes rojas que hay sobre el pantano, si nos necesitáis antes, venid a buscarnos. Y en cuanto a vuestros amigos... Debéis abandonar toda esperanza, nadie ha regresado de las nubes de los Nuberos. Siento ser tan claro. - Dijo el que parecía ser el jefe de todos ellos-

La desolación cayó sobre la casa como una losa. Era imposible que sus amigos desaparecieran así como así. ¡Algo habría que se pudiera hacer!

- ¡Tenemos que pensar algo! -Dijo la seño Yolanda llevándose las manos a la cabeza - ¡No podemos dejar abandonados a nuestros amigos!
- Solo se me ocurre una idea -Habló Pirú-

Don Leonardo, que sabia de las intenciones del mago, palideció.

- Amigo eso es una locura.
- Es la única manera de que regresen y lo voy a intentar.
- ¿Se puede saber qué estáis tramando? - Preguntó la seño-
- Hay que convocar a Óminor, el mago negro. - Contestó Pirú-

Un miedo antiguo se instaló en el salón de Casa Encantada. Nadie hablaba, las caras de sus habitantes reflejaban el temor a aquel mago que tanto odio albergaba hacia Pirú. Óminor encarnaba lo contrario a la belleza, la vida y la bondad.

- Siempre ha querido ser el guardián de la llama azul, se la cederé si libera a Matilda y a Plumillas. Ellos valen más que todo el fuego mágico del mundo.
- Pero amigo mío -Se dirigió don Leonardo al mago - Esa llama protege la casa y nos comunica en entre nosotros cuando estamos lejos, no creo que sea buena idea entregar al malvado Óminor ese privilegio. Lo hará muy poderoso.
- No veo otra solución.
- Pirú, si pierdes la llama te debilitarás y tus poderes y sabiduría se verán reducidos. Volverás a ser un mago sin luz y tendrás que recorrer un camino largo hasta ganarte de nuevo todo aquello a lo que renuncias. Has atravesado muchas edades, no sería justo que ahora perdieras tu esencia. -Seguía hablando don Leonardo-

La seño Yolanda lloraba desconsolada, no podía entender cómo de la noche a la mañana las cosas se habían puesto tan mal para los habitantes de la casa mágica. Benito Mondanueces y Blasito Comebellotas se afanaban sacando pasteles del horno, pero ni sus más ricas magdalenas conseguían levantar el ánimo de los amigos. Ni siquiera Bizcocho había probado bocado en toda la tarde.
La noche extendió su manto sobre la casa, nadie quería irse a dormir mientras Pirú permaneciera encerrado en sus aposentos haciendo no sabían muy bien qué. Por debajo de la puerta se colaba una luz parpadeante que tenía nerviosos a todos.

- Tiene que detenerlo, don Leonardo - Suplicó la seño Yolanda muy preocupada-
- No puedo hacer nada, querida niña, si él ha decidido despojarse de sus poderes, no podemos interferir.

Smaugui se culpaba por todo aquello. Pensaba que su presencia en el Guadiato había atraído a aquellos seres propios del norte, que si regresaba todo volvería a la normalidad y así se lo comunicó a sus amigos.

- Me marcho. Hablaré con los Ventolines y nos iremos en cuanto acaben su labor aquí. Estoy seguro de que los Nuberos me seguirán y entonces... Me las veré con ellos, entraré en sus nubes y las destrozaré una a una, para que aprendan a no meterse donde no son llamados.
-¡Ni hablar! ¡Esta es tu casa y de aquí no te vas! - Exclamó muy enfadada la seño Yolanda-
- Así tendremos alguna posibilidad de recuperar a Matilda y a Plumillas, de lo contrario morirán.
- Calmaos todos -intervino don Leonardo- Esperaremos a Pirú y luego pensaremos un plan juntos. No puedes marcharte, Smaugui, estoy seguro de que te vamos a necesitar.

Mientras hablaban en el salón, Pirú negociaba con Óminor la entrega de parte de sus poderes. A cambio, el mago negro le entregaría dominio sobre la oscuridad, y por lo tanto, sobre las nubes negras donde habitaban los Nuberos.

- ¡No hay tiempo que perder, Óminor! Mis amigos deben estar muriendo de frío.

Una espesa bruma negra flotaba en medio de la habitación, Pirú mantenía encendida la luz azul, pero también la blanca de su báculo para protegerse contra cualquier estratagema del mago negro. Bien sabía que en cuanto se intercambiaran los poderes, aquel ser malvado podría intentar cualquier cosa sobre él o sobre los habitantes del Guadiato. Se disponía a entregar su más preciado tesoro cuando varios golpes detuvieron la ceremonia.

- ¿Qué ocurre ahora? -Bramó Óminor-
- ¡Pirú no lo hagas! ¡Tenemos un plan! - Gritó don Leonardo aporreando la puerta con todas sus fuerzas-

El mago dudó y retrocedió unos pasos sin perder de vista al mago negro.

- ¡Pirú por favor, tienes que escucharnos! - Esta vez era la seño Yolanda la que imploraba al otro lado de la puerta-
- Por qué no...-Pensó el mago- Aplazaré mi entrega.
- ¡Ni lo sueñes! - Gritó Óminor- ¡Si estás pensando en echarte atrás ya es demasiado tarde! ¡Esa llama me pertenece y a menos que quieras que tus amigos mueran, debes entregármela!

Pirú volvió a dudar, confiaba mucho en don Leonardo, era un ratón extremadamente sabio. Se arriesgó a sabiendas de que si el plan de sus amigos fallaba, el trato con el mago negro le saldría muchísimo más caro.

- Dame un día, Óminor, te entregaré mi báculo si no consigo nada.
- Ni lo sueñes.

Pirú retrocedió y su enemigo avanzó hacia él dispuesto a saltar sobre su presa, pero en ese momento, la puerta se abrió y entraron en tropel todos los habitantes de Casa Encantada haciendo que Óminor se distrajera, instante que Pirú aprovechó para lanzar un hechizo paralizador.
- Uffff ¡Por los pelos! -Dijo Benito que estaba alucinado con lo que veía-
- El hechizo dura veinticuatro horas, es el tiempo que tenemos para poner en marcha el plan del que habláis.
- ¿Qué pasará después? - Preguntó Yolanda-
- Si conseguimos nuestro propósito, utilizaré un hechizo transportador que lo lleve a la Torre de los Siete Picos, el lugar de dónde nunca debe salir. Utilizaré también el desmemorizador.
- ¡Eres un genio! - Exclamó la seño Yolanda escalando por su túnica para darle un sonado beso en la mejilla-

Expusieron su plan, que no era otro que convencer a los Nuberos de que Smaugui y los Ventolines regresaban al norte y lo harían esa misma noche. Sabían que los duendes malvados los seguirían, pero en el camino no pararían de hacer fechorías, momento que aprovecharían ellos para poder rescatar a sus amigos.

- Pero... ¿Cómo os esconderéis? - Preguntó el mago-
- Bueno.., esa parte te la hemos dejado a ti - Dijo Smaugui desde la ventana-

Sin tiempo que perder, se dirigieron al pantano para hablar con los Ventolines que no acababan de ver  claro el plan.

- Vamos chicos, no aguantarán mucho en la masa gris y lo sabéis - Les dijo el Culebre- Matilda es una lagartija, necesita calor y si no hacemos nada morirá a no mucho tardar.
- Está bien, os ayudaremos - Dijo por fin uno de los Ventolines-

La noche estaba despejada, el plan dio comienzo. Una comitiva presidida por Smaugui abandonaba los cielos del Guadiato. Los Ventolines agitaban sus alas para generar una corriente tibia lo suficientemente fuerte como para que llegara a los Nuberos, que no andarían muy lejos.

- ¿Qué es eso? - Preguntó un Nubero que se divertía viendo a los inesperados huéspedes tiritar de frío.
- ¿El qué? - Preguntó otro con cara malhumorada-
- Ese calor de espanto que estoy notando.
- ¡Son los Ventolines! - Gritó otro que acudía al lugar donde se producía la conversación- ¡Se marchan! Acabo de ver cómo han salido de Andalucía precedidos por el Culebre.
- Pues entonces, misión cumplida -Volvió a hablar el primero de los duendes- Volvamos a casa, el trabajo que nos encargó el gran Ojáncano ha terminado.
- ¿Y qué hacemos con esos?
- Dejad que se mueran de frío, así escarmentarán los demás.

Smaugui y los Ventolines se escondieron tras unas nubes artificiales que fabricó Pirú. Luego, el mago proyectó una imagen de ellos donde seguían alejándose por el cielo y así, ocultos en el hechizo, regresaron a toda prisa a Casa Encantada.

-  Bien chicos, preparaos porque no tardarán en aparecer - Ordenó el Ventolín jefe-

Dicho y hecho, como a la media hora, una nube aún más oscura que la noche se agarraba al cielo. La lluvia y el viento hicieron acto de presencia.

- ¡Ahí están! - Señaló Pirú-
- ¡Quietos, no os mováis aún! - Ordenó de nuevo el Ventolín- Dejad que se posen sobre la casa, querrán hacer todo el daño posible aquí.

Tal y como había vaticinado, una gran tormenta se desató sobre Casa Encantada. Los Nuberos se expandieron para tapar todo el pueblo, un error que les saldría carísimo pues al distanciarse tanto unos de otros, era muy fácil ver el interior de las nubes.

- ¡Chicos ahora! - Gritó Smaugui-

Los Ventolines se introdujeron en el interior de la masa gris y comenzaron a batir sus alas, a su vez, Smaugui emitía pequeñas llamas guiadas por la luz del báculo de Pirú, de ese modo, iban haciendo agujeros que deshacían las nubes y dejaban sin refugio a los Nuberos.

- ¡Abrid bien los ojos, nuestros amigos deben estar por aquí! - Exclamó Pirú-

Una voz familiar resonaba en la cabeza de Plumillas. El sueño y el frío no le permitían distinguir si era real o producto de su mente adormilada.

- ¡Matildaaaa! ¡Plumillas!

Matilda permanecía rígida, el color había desaparecido de su piel y Plumillas casi no podía moverse. ¿Serían sus amigos? ¿Era posible?

Una llamarada pasó cerca de la nube donde permanecían atrapados, pero un Nubero se puso a soplar y la temperatura descendió aún más. Plumillas se rindió a un sueño helador.

- No puedo verlos, Smaugui - Aseguró Pirú-
- Espera, daré la vuelta, los Ventolines se están acercando al centro y probablemente estén ahí.

Se dirigieron al centro, el único lugar que aún seguía compacto. Los Ventolines habían alejado a sus enemigos y ahora se disponían a deshacer lo que quedaba de su morada. Poco a poco, los Nuberos fueron saliendo enfurecidos, los rayos caían y prendían algunos árboles. No iba a ser nada fácil sacar de allí a la lagartija y al ratón.
Smaugui lanzó otra pequeña llamarada y dividió en tres una masa nubosa. De repente, todos vieron como una nube con dos Nuberos se alejaba a toda velocidad.

- ¡Deben estar allí! - Gritó Pirú-

Los Ventolines rodearon la masa nubosa y batieron las alas más fuerte que nunca. De repente, las figuras de Plumillas y Matilda aparecieron. Al deshacerse la nube comenzaron a caer, pero Smaugui pudo recogerlos antes de que chocaran contra el suelo.
Los Nuberos, sin sitio donde esconderse, se perdieron en el cielo rumbo a su lugar de origen.
Smaugui depositó suavemente a sus amigos en la tierra y los Nuberos los arroparon con sus alas hasta que al fin, despertaron.

- ¡Matilda! - Exclamó la seño Yolanda al ver cómo la lagartija hacía esfuerzos por abrir los ojos-

Plumillas pudo levantarse al fin y corrió a ver a su amiga.

- ¡Lagartija petarda, ni se te ocurra volver a cerrar los ojos!

Matilda sonrió al oír a su amigo mientras los Ventolines seguían rodeándola con sus alas. Poco a poco entró en calor y el verde brillante de su piel volvió. Todos suspiraron aliviados al ver que estaba fuera de peligro.
De vuelta a la seguridad de Casa Encantada, Pirú devolvió a Óminor a la Torre de los Siete Picos y después, se organizó una gran fiesta para agradecer a los Ventolines su inestimable ayuda. Aún quedaban días de trabajo para ellos, pero sin duda, su actuación aquella noche había sido fundamental para salvar la vida del ratón y la lagartija.
En la cocina, Plumillas se empeñaba en agradecer a todos su esfuerzo cocinando un rissoto de queso, pero Benito y Blasito se resistían.

- Venga chicos, dejad que os demuestre mis dotes culinarias. - Decía Plumillas-
Imagen extraída de Pinterest. 
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- No es necesario, de verdad, si ya nos organizamos nosotros de maravilla... - Insistía Blasito para que cediera en sus pretensiones-

Al final, la tozudez de Plumillas se impuso y se plantó el delantal. Mientras cocinaba, iba contando todo lo que había pasado en aquella nube helada.

- Es mejor que se dedique a los reportajes - Susurró Blasito a Benito sin que el cocinero se enterara-
- ¡Pero bueno esto no me lo pierdo! - Exclamó Smaugui al ver al ratón cocinando- ¡Yo también quiero!-
- ¡El que faltaba! ¡El chimeneas!- Exclamó Benito desesperado-

Smaugui ocupaba tanto que cada vez que se movía tiraba algo.

- ¡Ay perdón! - Plumis ¿Cómo ves este arroz?
- ¿Y si le das un poco más de fuego? ¡Uuuuuayyyy! ¡Pero espera a que quite la mano!
- ¡Perdón, perdón! ¿Así está bien o soplo más?
Y allí, en aquella Casa Encantada llena de amigos, celebraron una vez más que juntos se puede todo, desde deshacer nubes, hasta...., un risotto a lo Culebre.
¡Que suene la música, Matilda!


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