miércoles, 9 de mayo de 2018

La seño Yolanda. Nueva profesora en Casa Encantada.

De nuevo lluvia sobre Casa Encantada. una fuerte tormenta mantenía a sus habitantes en torno a la chimenea, contando viejas historias de siglos no conocidos por el Hombre. Aunque en realidad, era el mago Pirú el que hablaba y los demás escuchaban boquiabiertos. 
El único que estaba en la biblioteca trabajando era don Leonardo, el ratón que había llegado para dar clases a los más pequeños. Estaba pensando que si encontraba a alguien que se hiciera cargo de ellos, él podría dedicarse a investigar, así que decidió llamar a una de sus antiguas alumnas para proponerle el trabajo.
La mañana transcurrió entre tazas de chocolate caliente y olor a tierra mojada, ese aroma inconfundible que llena de paz el corazón. Andaba el mago contando su aventura con el príncipe Nefér y el dragón Valcabra cuando sonó el timbre. Nadie se movió.

- ¿Es que nadie va a abrir la puerta? - Preguntó sabiendo que al final le tocaría a él- De acuerdo, de acuerdo ¡No os canséis!

Bajó las escaleras a toda prisa, pero al abrir no vio a nadie. Iba a cerrarla justo cuando una voz le alertó para que no lo hiciese.

-¡Espere, espere! ¡No cierre!

Una preciosa ratoncita aguardaba en el umbral, era la segunda vez que ocurría algo así en Casa Encantada.

- ¡Oh, perdona! -Exclamó el mago- No te había visto ¡Pero no te quedes en la puerta! Pasa, pasa.
- Tú debes ser Pirú, si me permites el tuteo. Yo soy Yolanda Parvulitos, la nueva maestra. Don Leonardo me ha llamado esta mañana para ofrecerme el trabajo con los pequeños. Aprovechando que estoy pasando unos días en casa de mi tía Nieves, he pasado a saludar y a conocer a mis alumnos.
Imagen extraída de la web: https://www.bearpile.com/item/158658/12 donde si lo deseas puedes adquirir esta preciosa ratoncita de Pascua. Propiedad de Vladlena Kirienko. Happy Family.

Pirú no tenía conocimiento de la nueva maestra, pero le pareció una idea excelente. Era educada y simpática y los niños estarían encantados con ella.

- No sabía nada, pero me parece una excelente idea. Por favor, vamos a la biblioteca, allí está don Leonardo y podréis poneros de acuerdo en cuanto a vuestros quehaceres. Si eres tan amable de subir a mi mano, llegaremos en un pis pas.

En ese momento apareció Benito Mondanueces acompañado de su amigo Blas, que como buenos anfitriones quisieron saludar a la recién llegada.

Imagen extraída de https://www.livemaster.ru/topolino. Los ratoncitos son propiedad de Оksana Caccioppoli.  https://www.livemaster.ru/topolino

- ¡Buenas tardes a la hora de comer! Yo soy Benito Mondanueces y este es mi amigo Blasito Comebellotas. Bienvenida  a Casa Encantada, señorita....
- ¡Yolanda! Yolanda Parvulitos, soy la nueva maestra. Encantada de conoceros.

Blas se sonrojó de tal forma que su amigo no pudo evitar reírse.

-  ¡Es guapísima! -Le susurró a Benito por lo bajo-
- Yo la vi primero, relájate Blasito.

El mago terminó inmediatamente con los planes de los dos romeos.

- Bueno señores, nosotros tenemos mucho que hacer. Nos vemos en media hora en el salón para comer juntos y dar la bienvenida a Yolanda como merece.

En la biblioteca, don Leonardo se afanaba con la clasificación de libros, esperaba poder dedicar mucho más tiempo a esto ahora que Yolanda había llegado.

- ¡Mi querida Yolanda! - Exclamó al ver a su amiga-

Profesor y alumna se fundieron en un cariñoso abrazo y seguidamente, expuso los pormenores de su nuevo trabajo en Casa Encantada.

- Los peques de este lugar son buenos en general y luego está la lagartija Matilda, de la que no podrás librarte ni a sol ni a sombra. Te acompañará allá donde vayas con su arco, sus flechas y su carcaj. Se meterá en un guante para asustarte, estás advertida.

A Yolanda le pareció divertidísimo todo lo que don Leonardo le contaba. ¡Este trabajo era lo que llevaba esperando toda su vida!

El día se agotó y la lluvia dio paso a un cielo limpio cuajado de estrellas. Parecía un lienzo pintado, de tan maravilloso y brillante como lucía. Nuestra amiga se fue a la cama pensando que si el próximo día llegaba con sol, la primera clase sería al aire libre. De este modo,  además de aprender, aprovecharía para conocer mejor a sus alumnos en un largo y provechoso paseo por los alrededores. 
Y ocurrió, el sol quiso salir a recibir a la nueva habitante de Casa Encantada, como también lo hicieron los más pequeños acompañados ..., ¿Por un fantasma? De repente, un guante negro empezó a andar hacia la seño Yolanda, pero enseguida recordó las palabras don Leonardo: "La lagartija Matilda se meterá en un guante para asustarte".

- ¡Vaaaaya, vaya, vaya! ¡Así que tú eres Matilda! -Exclamó la seño acercándose al guante-
- ¡Así no hay quien asuste a nadie! ¡Sois todos unos chivatos! - Y la lagartija salió del guante muy enfadada-

Los niños y Yolanda se rieron de lo lindo a costa del enfado de la lagartija que finalmente se acabó presentando como es debido. 

- Bien chicos, ya basta de trastadas. Ahora iremos dando un paseo por el bosque y os hablaré de las plantas. A ver, quien sabe de qué cereal obtenemos harina.
- ¡Yo, seño, yo! -Dijo la pequeña Belita, una bonita ternera que vivía en El Tejar- ¡Del trigo!
- ¡Muy bien, muy bien!. Ahora os voy a contar que hace muuuuuchos años, ejércitos romanos pasaron por estas tierras. ¿Sabéis quiénes eran los romanos?
- ¡Siiiii! - Contestaron todos-
- Debéis saber que muy cerquita de aquí pasa la calzada por donde transitaban nuestros antepasados y que esta zona que veis se llamó Mellaria.
- ¡Cuánto sabe, seño! - Le dijo Jara, la perrita de doña Sinforosa-
- ¿Queréis que hagamos coronas de laurel como si fuéramos generales victoriosos entrando en Roma? - Propuso Yolanda-
- ¡Siiiiiiii!
- Pero seño... -advirtió Matilda- Aquí no hay laurel.
- Chicos, como no tenemos laurel las haremos con flores, con juncos o toda aquella hierba que os guste. ¿Qué os parece?

Los pequeños se volvieron locos con sus coronas, algunos hasta se fabricaron ingeniosos "gladius" con juncos y simulaban guerrear contra árboles que hacían de pasivos enemigos. 
Raquel, la hija de doña Pepita, la ardilla de la vía del tren, se alejó demasiado y de repente....

-
- ¡Señoooo! ¡Señoooo! ¡Hay algo raro en mitad del bosque!

Todos corrieron hacia el lugar en el que se encontraba Raquel. Ante sus ojos alucinados, varios árboles formaban un enramado en forma de puerta circular, sin duda, algo muy extraño para ser natural.

- De acuerdo chicos, nos acercaremos despacio y echaremos un vistazo. Esto es algo muuuy raro. No os separéis de mí.
- Tranqui, seño, estando yo aquí no habrá ni un problema. -Dijo la lagartija Matilda montando una flecha en su arco-

El grupo avanzó hacia los árboles idénticos que crecían en paralelo, cruzaron y se adentraron entre las ramas que formaban la puerta. De repente, estas empezaron a girar a un ritmo endiablado atrapando en su interior a los incautos exploradores. 

- ¡Señooooo que se pare estooo! - Gritaban los pequeños asustados-

La puerta no paraba de girar, si abrían los ojos solo podían ver una luz brillante y el verde de las ramas que al moverse tan rápido, parecía que estuvieran atrapados en un embudo. De fondo un susurro se metía en los oídos de los cautivos, como un silbido lleno de letras que no podían descifrar.
Cuando al fin la puerta se detuvo....



- ¡Atrááááás! .- Gritó la seño-

Algo parecido a una iguana gigante les cerraba el paso. Tenía tantos dientes que podría devorar un caballo en un minuto, o eso creyeron los chicos que estaban paralizados de miedo.

- ¡Dios mío! ¿Pero dónde estamos? - Preguntó la maestra-
- No lo sé, no sé cómo hemos llegado aquí ni cómo hay estos animales- Contestó Matilda-
- Bueno, este es de tu familia, ¿No? -Preguntó Pedrito, el pato de la charca de don  Clemente-
- ¡Qué graciosito es el niño! - Pues no, no es de mi familia.
- Yo diría que es un Matildosaurio y si te pones a hablar con él, alguna solución encontraremos. - Añadió la seño echando mano de un humor que en ese momento venía a relajar un poco los ánimos-

El animal no paraba de amenazarlos, intentaron volver a entrar en la puerta pero...  ¡Había desaparecido!

- ¡Corred! - Gritó Belita al ver que aquel extraño animal avanzaba hacia ellos-

Maestra y alumnos se escondieron tras unos roquedos. La vegetación exuberante había ayudado a despistar al animal, pero cuando comenzaban a respirar, otro igual al que los perseguía hizo acto de presencia, solo que éste era muchísimo más alto y gordo.

- ¡Dios mío, estamos perdidos! - Gritó Raquel, la pequeña ardilla-
- Pues no sé qué deciros- Fijaos- Comentó Pedrito.

El animal más grande parecía regañar al pequeño y pasados unos interminables minutos, ambos se adentraron en el bosque dejando en paz a nuestros amigos.

- ¡Era su madre! - Exclamó Matilda- Ostras, seguro que Minimatilda ha hecho alguna trastada y su madre le ha reñido. ¡Me encanta Mamamatilda! - Dijo riendo-

A esa misma hora, en Casa Encantada...

- Don Leonardo, me preocupan Yolanda y los pequeños, hace un buen rato que tendrían que haber regresado. ¿Le dijeron adónde irían? - Preguntó Pirú-
- Me dijo que los llevaría al bosque para dar allí la clase de ciencias y de historia. Ahora que lo pienso, tienes razón, ya tendrían que estar aquí ¿Qué habrá sucedido?
- Vayamos a averiguarlo.

Mago y ratón se adentraron en el bosque de Casa Encantada, comenzaba a oscurecer y peligros conocidos por todos acechaban. Para colmo, de nuevo la tormenta hacía acto de presencia.
Pirú avanzaba con el bueno de don Leonardo en un bolsillo de su túnica, que asomado no perdía detalle de todo cuanto acontecía.

- Pirú, fíjate en eso - Dijo el ratón señalando al fondo del bosque-

La puerta por la que los chicos habían entrado, aparecía de nuevo ante el mago y su amigo-.

- ¡Una puerta giratoria! Don Leonardo, ¿está pensando lo mismo que yo?
- Por supuesto, Pirú. Conociendo a Yolanda que es una aventurera de cuidado, es probable que hayan cruzado la puerta.
- ¿Ella tiene conocimiento de la magia que aquí sucede? - Preguntó el mago preocupado mientras comprobaba su báculo-
- Pues me temo que no, amigo.
- ¿Hay algún modo de saber adónde han ido? Si fuera un corro de hadas, no tendría dudas, pero esto...
- Hay una, pero es peligrosa. -Dijo el ratón que de un salto se había colocado en el suelo y una vez allí, subido a la mano de Pirú-
- Peligro es mi segundo apellido.
- Bien amigo, escúchame con atención. Antes de venir a Casa Encantada preparé un estudio sobre estas puertas. Ciertamente no debería estar aquí, o al menos no deberíamos estar viéndola porque no es san Juan, ni la primera luna llena del año, ni la segunda del verano. Eso quiere decir que extraños fenómenos están sucediendo en Casa Encantada, fenómenos que escapan a este humilde ratón, pero que sí puedo asegurar que existen. Anoche, mientras terminaba de clasificar los libros de biología, una luz verdosa como cargada de gas, se detuvo en la ventana de la biblioteca. No le di importancia, pero cuando me iba a mi habitación, allí estaba de nuevo aquella luz, delante de mí impidiéndome entrar.
- Un momento, un momento -Interrumpió Pirú muy preocupado- ¿Por qué no me avisó? Y dígame ¿Esa luz tenía alguna forma?
- No quise alertar a nadie, pensaba contártelo hoy, pero con tantas emociones lo he olvidado. No tenía ninguna forma en particular, era como una nube de gas brillante.
- Es Óminor... El mago negro otra vez - Susurró Pirú apesadumbrado- ¿Cómo ha podido escapar de su encierro?
- ¿Estamos en problemas?
- Lo sabremos cuando crucemos esa puerta. Rece para que aparezcamos donde están los chicos, amigo Leonardo.

Se adentraron en la puerta mientras don Leonardo recitaba una extraña letanía. Pirú había creado un círculo protector en el que había anclado el presente, de modo que si algo fallaba, siempre podían regresar. La puerta se movió y en ese momento, el ratón sacó su mano mientras gritaba al mago que lo sujetara fuerte. Todo paró de golpe y alrededor de los amigos, flotaron toda clase de enseres y animales.

- ¿Qué está ocurriendo, don Leonardo?
- Estoy parando el tiempo diez segundos, puedo ver si ellos están en este periodo diciendo los nombres de todos y cada uno de ellos, pero si consumo el tiempo, nos perderemos para siempre.

Don Leonardo paró la puerta hasta en cinco ocasiones, cada vez estaban más debilitados por el esfuerzo y el escudo del mago se empezaba a difuminar. A la sexta vez...

- ¡Ahí están! -Salgamos ahora! - Gritó el mago.

Los chicos al verlos corrieron hasta sus amigos, no podían dar crédito a lo que estaba pasando.

- ¡Don Leonardo! Hemos visto una iguana gigante, diría que es un dinosaurio, pero me va a tomar por loca - Informó la seño Yolanda muy nerviosa-

El ratón se movió por los alrededores observando la vegetación y luego añadió -Estamos en la era Mesozoica, pequeños, y a juzgar por estas flores, me atrevo a decir que en el Cretácico porque es entonces cuando aparecen. Además, vuestra maestra ha dicho que el animal que vieron era grande.

- Y si no me equivoco... Justo en el Cretácico es cuando se extinguen los dinosaurios -Añadió Yolanda-
- Pues estamos en peligro -Dijo el mago- Hay que salir de aquí cuanto antes.
- A ver chicos, antes de que esto acabe, por favor atendedme un segundo -La seño Yolanda no podía dejar pasar esa oportunidad para dar una miniclase de ciencias a los niños- El profesor don Leonardo nos ha dicho que estamos en la era Mesozoica, época en la que aparecen los dinosaurios; esta era se divide en: Triásico, Jurásico y Cretácico. El animal que hemos visto pertenece al último periodo por todo lo que él ha explicado. ¡Recordad esto, caerá en el examen!
- ¿Jurásico? -Preguntó Matilda- ¡Estoy con mis abuelos! Pero... ¿Y si la lían parda como en las pelis? ¡Ay Pirúúúúúú, sácanos de aquí! - Y como una loca corrió a esconderse en el bolsillo del mago.

Tuvieron un segundo para las risas hasta que en el cielo vieron una enorme bola de fuego que se perdió en la lejanía. Seguido, escucharon un ruido ensordecedor.

- ¡Son meteoritos! ¡Hay que salir de aquí! - Gritó don Leonardo-
- Dios mío... La extinción de estos animales ha comenzado - Miraba Yolanda a su alrededor mientras caminaba como hipnotizada hacia la puerta que Pirú había conseguido anclar-
- ¡Tenemos que hacer algo, Pirú! -Gritaba Matilda fuera de sí- ¡No podemos dejar que mueran, por favor, ese dinosaurio que vimos era pequeño y tenía a su madre!. ¡Por favor, Pirú haz algo!

El mago trató de tranquilizar a la nerviosa lagartija que hizo que todos los pequeños comenzaran a llorar.

- Escucha Matilda, no podemos interferir en la Historia. Yo también lo siento, pero tenemos que salir de aquí o moriremos con ellos.

Una lágrima brillante y sincera se escurrió por la bonita cara de la lagartija, no quería que sus antepasados murieran, pero sabía que el mago tenía razón.

- Venga arquera, volvamos a casa - Pirú volvió a entrar a su amiga en el bolsillo mientras otra enorme bola de fuego venía derecha hacia ellos-

- ¡A la puerta! ¡Ya! -Gritó el ratón que nada más entrar comenzó a murmurar unas frases que los llevó de vuelta a Casa Encantada.
- ¡Hemos vuelto, bieeeeen! -Reía y bailaba Belita con Pedrito y Raquel, todos estaban contentos, todos menos Matilda que no podía olvidar a sus efímeros amigos.-
- ¡Casa Encantada puerta cerrada! - Gritó Pirú y la puerta giratoria desapareció a la vista de todos-
- Menuda aventura, Pirú - Dijo Yolanda-
- Desde luego que sí, querida, has entrado en Casa Encantada por la puerta grande, no puede decirse que no merezcas quedarte.

Esa noche, no hubo muchas celebraciones, el mago andaba nervioso y llamó a Matilda a la biblioteca para darle unas órdenes muy precisas.

- Pequeña, escúchame, tengo una misión muy importante para ti, pero tienes que prometerme que volverás a sonreír o no contaré contigo-
- Lo prometo, amigo -Dijo Matilda elevando sus preciosos ojos hacia el mago. Parecía sincera-
- No pierdas de vista a la seño Yolanda, tengo sospechas de que el mago negro Óminor ha escapado de la Torre de los Siete Picos.

Al oír aquél nombre, la lagartija se estremeció.

- ¿Estás seguro?
- Lo suficiente. Don Leonardo ha visto la nube de gas y es cuestión de tiempo que aparezcan los  rementeadores.
- ¿Qué son rementeadores? -Yolanda había escuchado todo, volvía de su habitación que estaba justo al lado de la biblioteca cuando les oyó hablar- ¿Hay que preocuparse?
- Son unos seres maléficos, se cuelan en nuestro mundo a través de las pesadillas de los niños y si te miran, te roban todos tus recuerdos bellos y mueres. El mago negro se alimenta de esos recuerdos. El rementeador es una mezcla gigante entre mantis religiosa y araña - Explicó la lagartija-

La seño se llevó las manos a la boca reprimiendo un grito.

- Pero... ¡Eso es horrible!
- No  te preocupes, querida, Matilda no permitirá que te ocurra nada malo. Ocúpate de los más pequeños, que de la seguridad de todos nos encargamos nosotros. -El mago guiñó un ojo a la ratoncita que se tranquilizó- ¡Y ahora vamos a dormir! ¡Mañana prepararemos una gran fiesta de bienvenida! ¿Qué le parece, señorita Yolanda?
- ¡Pues me parece maravilloso! -Exclamó nuestra seño olvidando la conversación que la había hecho entrar en la biblioteca-
- Matilda, aguarda un minuto -Pidió el mago cuando volvieron a quedar solos- Don Leonardo quiere que te quedes con esto.

El mago se dirigió a una estantería y extrajo un libro donde podía leerse: "La era de los dinosaurios".

- ¿Para mí?
- Sí, amiga, para ti. Así podrás saber todo cuánto pasó y también cómo cambió nuestro planeta para que nosotros pudiéramos existir.

Matilda se emocionó, después de que el mago dejara en la habitación de la lagartija el libro, esta agradeció sinceramente el regalo.

- Gracias, Pirú, este regalo es muy importante para mí.

El mago acarició al gracioso reptil y después salió cerrando la puerta tras de sí. Esa noche no todos durmieron, pues en la habitación de Pirú las luces permanecieron encendidas hasta el amanecer.

Al día siguiente hubo examen sobre el Jurásico y luego fiesta, aunque la fiesta la empezó Matilda que se colocó una dentadura hecha con palillos mondadientes y escenificó la carrera de un Velociraptor a las mil maravillas.
Todo iba bien hasta que una sombra oscura y espesa se acercó a la gran ventana del salón principal de Casa Encantada. El mago se giró nervioso y entonces, aquella bruma se desvaneció en la oscuridad mientras la fiesta de bienvenida continuaba.
¿Serán capaces nuestros amigos de devolver al mago malo a su torre? ¿Algún pequeño tendrá pesadillas? Tendrás que quedarte en Casa Encantada para averiguarlo.

Este cuento va dedicado a mi prima Yolanda que nos está dando a todos una lección de valentía, fe, simpatía y fortaleza. Todo lo mejor para ti ahora y siempre, querida. ¡Ah! ¡Y bienvenida  a Casa Encantada, ratona!






Vuelta al cole.

El 26 de abril volví al colegio, al mío, al San José de Calasanz, gracias a las ocurrencias de mi amigo Alberto Díaz-Villaseñor, genial escritor y mejor persona, que con motivo del Día del Libro propuso leer mis cuentos en una de sus aulas. 
Ese día escribí:
He vuelto 33 años después a subir esas escaleras que tantas veces me llevaron a mi clase, a esa misma que la casualidad ha querido que hoy volviera a pisar. El olor inconfundible a infancia y gomas de borrar, el mismo paisaje desde la ventana,la pizarra con la fecha, el sonido, la luz... Podía cerrar los ojos y ver a mis compañeros y a don Antonio dando su clase de Ciencias Naturales. 
Y con esa emoción, les he contado a los peques que hay un lugar en nuestro pueblo en el que viven personajes tan fantásticos como Pirú, la lagartija Matilda o doña Sinforosa, se llama Casa Encantada y está llena de magia.

Ha sido maravilloso comprobar cómo las nuevas tecnologías no pueden borrar la inocencia. Un pequeño ratón que habla y corre aventuras, deja con la boca abierta a unos niños que aún guardan en su interior el tesoro más preciado: la infancia.
Gracias, Alberto, por leer el capítulo de "Los Cuentos de doña Sinforosa" de esa manera tan especial y divertida, arrancando carcajadas a los peques..., y a mí. Siempre aprendo algo contigo, siempre, es un privilegio tenerte como amigo. Gracias, gracias, gracias, por el regalo de hoy.
Y gracias a Gema, la seño de 3º, tan amable, generosa y divertida por permitir que haya pasado una mañana absolutamente feliz. 
Me han regalado un precioso marcapáginas que pienso guardar como si fuera oro, ese del que están hechos los corazones infantiles.
Feliz, no puedo decir más. Bueno sí: ¡CONTAD CONMIGO! y Bienvenidos a Casa Encantada.


lunes, 12 de marzo de 2018

Don Leonardo y las puertas giratorias

Es muy temprano y Casa Encantada permanece sumida en la tranquilidad de la noche, acurrucada bajo unas estrellas que vigilan el sueño de cada uno de sus habitantes. 
A eso de las seis y media, unos leves toques en la puerta de entrada me despiertan: "Toc, toc, toc", sonaban en repeticiones de dos, paraba unos segundos y volvía a sonar el: "Toc, toc, toc" "Toc, toc,  toc". A toda prisa me pongo una mantita por los hombros y bajo las escaleras saltándome escalones y jugándome el tipo.

- ¡Vaaa! ¡Vaaaaa!

De una habitación de la segunda planta sale el mago Pirú, está pasando unos días aquí porque su casa se ha inundado con las últimas lluvias.

- ¡Pepita! ¿Ocurre algo? He escuchado unos golpes en la puerta.
- ¡Sí!, no sé quien puede ser a estar horas, pero con todo lo que ha llovido, no nos extrañe que sean nuevos huéspedes.

Pirú lleva un camisón largo blanco con estrellas amarillas, no puedo evitar reírme porque el conjunto está acompañado de sombrero picudo y báculo.

- ¡Ay Pirú, me encanta tu camisón! Jajajajajaaja
- Tú sigue riéndote y te convierto en piedra como si fueras un troll.
- ¿Un troll con moco o sin moco?
- ¡Con moco enorme! ¡Marrana!

Y riendo bajamos los últimos escalones. Abrimos la puerta, pero no vemos a nadie.

- ¡Buenas noches! ¡Aquí! ¡Aquí abajo! - Dice una vocecita-
- ¡Oh por Dios, disculpe! ¡No le habíamos visto! - Exclamo emocionada al ver al personaje-

En el umbral aguarda un ratón, es muy mayor y lleva un paraguas y varios libros. Pirú y yo nos miramos, nos parece perfecto un habitante así para Casa Encantada.

- Me llamo don Leonardo Peinacanas, he sido maestro muchos años y ahora me dedico a contar cuentos y organizar bibliotecas.
- Encantado de saludarle - Dice el mago agachándose y ofreciendo su mano para que el ratón suba-  Ella es Pepa, la anfitriona, y yo soy Pirú.

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- ¡Encantada! - Le digo- Y dígame, ¿cómo nos ha encontrado?

Entramos en casa mientras Pirú enciende la chimenea del salón con el báculo. Don Leonardo se sienta en el sofá y nosotros en sendos sillones, a la espera de escuchar su historia. Antes de que diga nada, el mago ya ha hecho traer de la cocina "por arte de magia", unos vasos de leche caliente y galletas.

- ¡Oh, eso ha estado muy bien! - Exclama el ratón sorprendido-
- ¡Ya se acostumbrará! Aquí todo es mágico - Le digo-
- Bien, amigos - habló el ratón con los carrillos llenos de galletas- La verdad es que he llegado hasta aquí a través de una puerta giratoria. Me dirigía a la biblioteca de mi localidad cuando a un lado del camino vi una puerta que llamó mi atención; me acerqué, la toqué.... ¡Y aquí estoy!
- ¿Una puerta giratoria? -Pregunté extrañada- No sabía que se pudiera acceder a Casa Encantada de esa manera.
- Sí, querida, es algo que he tratado de explicarte varias veces, pero tú y la lagartija Matilda nunca tenéis tiempo para mis explicaciones científicas - Dice Pirú algo molesto-
- Bueno.., si eres tan amable de contármelo ahora.

Pirú carraspea la garganta y toma un largo sorbo de leche, se recuesta en el respaldo del sofá y comienza su explicación.

- Es una apertura en el tiempo, te puede llevar a cualquier lugar y época siempre y cuando atravieses la puerta sin ánimo de perjudicar a nadie. 
- ¿Y ya está? - Pregunto-
- No, para que la puerta gire tienes que pensar en alguien, enviarle mucho amor y desear que su vida y la de quienes le rodean sea  todo lo feliz y próspera que deseen.
- Y entonces la puerta se mueve... ¡Me encanta! -Exclamo- Dígame don Leonardo, ¿en quien pensó usted?
- Pensé en mis antiguos alumnos, los imaginé felices con sus familias y sus ratoncitos, les envié un pensamiento de amor y la puerta me trajo hasta aquí, que es un lugar que quería visitar desde hace años.
- Así que no vio la puerta por casualidad..., ¿verdad? - Preguntó el mago-
- No.., pero ya sabe que no todo el mundo debe conocer estas puertas, es peligroso. No estaba seguro de que aquí se supiera de su existencia, aunque siendo un lugar mágico, no sé cómo he podido dudar.

El ratón miró su vaso vacío e hizo un gesto de tristeza que Pirú interpretó al instante. En unos segundos, la leche hizo acto de presencia en el recipiente.

- ¿Y que le gustaría hacer aquí? -Le pregunto-
- ¡Oh! Eso es fácil de contestar: ¡He venido a contar cuentos!, hay muchos niños y animalitos en Casa Encantada que estarán felices de escucharme.
- Pues me parece una idea magnífica. ¿Qué piensas tú, Pirú?
- Que vamos a poder hacer muchas cosas mientras los más pequeños están entretenidos con don Leonardo. Ya sabes lo trasto que son.
- ¡Bienvenido don Leonardo! Mañana le haremos una fiesta que esté a la altura, así podrá conocer a todos. ¿Qué le parece? - Pregunto-
- ¡Fantástico! - Exclama el ratón- Pero antes deberíamos cerrar la puerta giratoria de entrada a Casa Encantada.
- Pero cómo..., ¿es que no la ha cerrado al llegar? - Pregunta  Pirú preocupado-
- ¿Qué ocurre? ¿Por qué es tan importante cerrar esa puerta? Si decís que se accede con pensamientos amables y de amor a los demás, no creo que nadie malo pueda atravesarla, ¿no?. 

A medida que hablo me asusto porque Pirú y don Leonardo no paran de mirarse con cara de creciente preocupación. Parecen no escucharme.

- ¿Me estáis escuchando? - Pregunto alzando la voz.
- Pepa, hay que cerrar esa puerta ahora mismo - Explica Pirú levantándose- si don Leonardo la ha dejado abierta, puede colarse cualquier animal, persona o entidad maléfica. ¡Si está abierta no se necesita nada más para entrar! Y muchos acechan para poder colarse. ¿Lo entiendes?
- Lo siento de veras - Dice el ratón apesadumbrado- No pude recordar las palabras para cerrarla, a pesar de lo mucho que lo intenté. Lo siento, me he dirigido rápidamente aquí precisamente por esto.
- No se preocupe - Le digo- ¿Pero por qué no escribió las palabras en un papel?
- Porque no funciona -Me responde- Las palabras mágicas para cerrar la puerta no pueden ser escritas, tienen que quedar en el aire y sin soporte. Cada persona tiene una clave de cierre que se le da justo cuando la puerta realiza el primer giro. Yo..., no recordé la mía y tuve que salir.

Enseguida comprendo la gravedad del asunto, así que me levanto y voy rápidamente a vestirme. Cuando bajo, los dos han salido ya.

- ¡Esperadmeeeee! 

Pirú no se había cambiado, caminaba a paso ligero y supose que don Leonardo iba en su mano.

- ¡Vamos Pepa! ¡No te retrases! - Me dice el mago-
- ¿No te has quitado el camisón de Agatha Ruiz de la Prada? - Le pregunto divertida-
- Considérate troll a la vuelta, querida.

Llegamos a un bosque espeso, de algunas setas comenzaba a salir humo; señal de que sus habitantes inauguraban un nuevo día en los alrededores de Casa Encantada.
- ¡Es ahí!- Dice don Leonardo señalando hacia la derecha de la seta.
- Bien, ahora, vamos a intentar que recuerde esas palabras , ¿de acuerdo? - Le dice el mago dejándolo a los pies de la puerta-
- Estoy listo - Asiente mientras introduce una de sus patitas en la puerta-

Pirú gira el báculo y envuelve a don Leonardo en una nube blanca que al instante comienza a llenarse de puntos muy brillantes. 

- ¿Qué son esos puntos luminosos? -Pregunto en voz baja-
- La memoria perdida de don Leonardo. En realidad no desaparece, todo lo que pensamos y vivimos queda flotando en el Universo; yo sólo la estoy trayendo de vuelta.

Don Leonardo tiene los ojos cerrados, a veces sonríe o hace gestos divertidos con  la cara.

- Está viviendo emociones de otros tiempos, recordando cosas que le hicieron feliz - Me dice Pirú- Don Leonardo, concéntrese en el momento en el que la puerta gira, por favor, es muy importante. No saque el pie, tranquilo, le agarraré en el momento preciso.

Me empiezo a poner nerviosa, sé que si esto falla pasará algo malo; con la magia nunca se sabe cómo saldrán las cosas y no quiero ni preguntar por qué el ratón tiene su pie en la puerta.

- ¡Casa encantada, puerta cerrada! - Grita el ratón-

En ese instante, Pirú agarra a don Leonardo y la puerta desaparece. 
- ¡Vaya, pues no era tan difícil!- Exclama el roedor riéndose a carcajadas-

Acabamos riéndonos todos, Pirú nos explica que la velocidad de aceleración de la puerta, a veces nos impide escuchar bien la clave para cerrarla. Eso, hace peligroso el viaje a través de ella. 

- Dime Pirú - Pregunto- La puerta ha desaparecido, pero ¿sigue estando visible en el lugar donde entró don Leonardo? ¿Cómo podemos saber si se ha colado alguna criatura por ella?
- A la primera pregunta: La puerta no es visible para todo el mundo, sólo alguien que conozca esta magia sabe la ubicación de cada una. Conozco algunas que se hacen visibles a todo el mundo una vez al año, pero si no sabes cómo hacerlas girar, no te llevarán a ningún lado. A la segunda pregunta..., habrá que esperar, no sabemos si alguien más la ha atravesado pero de ser así..., pronto lo sabremos.

En el camino de vuelta, paramos a comer en un prado donde don Leonardo nos contó cómo había sabido de esta magia. 

- ¿Y qué habría pasado si Pirú no le saca a tiempo de la puerta? - Pregunto al ratón-
- Me habría perdido en el tiempo, habría ido a parar a cualquier lugar y año.
- Bueno, pero luego podría haber dicho de nuevo las palabras de cierre y volver a este punto. -Aclaro-
- No, -Contesta Pirú- Si la puerta te atrapa cuando intentas cerrarla, el tiempo se descontrola para ti, ella no sabe adónde quieres ir. Estarías condenada a vagar por las edades y si tienes suerte, igual vuelves a tu época en uno de los saltos. O no. Estarías a merced de la aleatoriedad.
- Mmmm, no me gusta nada, prefiero ser un troll de piedra.
- ¡Con moco! - Añade Pirú-

Y volvemos a reírnos. Mientras camino de nuevo, no dejo de pensar en la posibilidad de explorar otros lugares o épocas a través de las puertas giratorias, pero eso es algo que no creo que pueda hacer sin la ayuda de un buen mago, uno que se llame Pirú.
Ya en Casa Encantada, don Leonardo sube a descansar, más tarde se encargará de la biblioteca y de todo lo necesario para que los niños puedan escuchar al menos un cuento al día. 
¡Ah! ¿Os apuntáis a la fiesta de bienvenida? Dejad vuestra confirmación aquí:
casaencantada@fiestadedonleonardo.com ¡Gracias!

Cuento registrado, prohibida su copia total  o parcial y/o reproducción por cualquier medio sin consentimiento expreso y por escrito de su autora. Código de Registro:1905240986376

miércoles, 7 de marzo de 2018

CONFESIÓN

- Yo soy de las que se pierden hacia dentro, levantando muros de silencio guardados por el respeto. Soy de ríos interiores que desembocan en insomnio cuando el temporal arrecia.

Se giró y fijó los ojos en la barra, bajo la luz tenue las pestañas dibujaron ramas en sus mejillas.
NOTA: Estas letras han sido sugeridas por esta imagen tan bonita que encontré en la web y que pertenece al artista Mike Redman. Si sabes algo más de ella, por favor, me encantaría que nos lo contaras.


Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805

lunes, 5 de marzo de 2018

LA NANA DE LOS SUEÑOS

Los sueños son como la niebla, suspendida en torno a la sierra nada más nacer la mañana. Gas, magia, vapor, perlitas de agua que si tocas se desvanece. Gris, pero transparente.
Hay sueños que vienen de caminos muertos, acabados al fin de transitar se buscan otras sendas que tengan hierbas más verdes. Son sueños nacidos de un final porque se suicidaron las tristezas.
Otros son alegría, risa, pureza... No me digas que no se puede soñar alegre igual que yo hacía cuando tus manos aún eran un puerto al que llegar. Hoy sigo de pie mirando el azul inmenso. ¿O era gris? Quiero decir que no fue un sueño.
Y hay sueños de mañanas donde el hoy se queda huérfano de esperanzas, no vive porque piensa en lo que va a ser. Sueños sin presente.
Y entre todos hay un espacio que alberga palabras de poetas, pero no los de verso excelso y métrica perfecta, sino el zafio, enclenque y miserable verso de quien no sabe decir sin palabras.

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miércoles, 28 de febrero de 2018

LA CIUDAD DEL VIENTO

El viento arropa una ciudad que no se detiene, a través del enorme ventanal observo a las gentes luchando contra la furia de Eolo. la fuente que se muere de risa salpicando a los incautos que pasan demasiado cerca y las carcajadas de los jóvenes que son como pompas de jabón explotando y llenando todo de esperanza. Mi té está caliente, me sumerjo en su sabor especiado y en las letras que me acompañan.

“Por favor, por amor, por caridad;

que alguien me diga 

quien soy, si soy, qué hago yo aquí, mendigo.

Las ardillas-esfinges de Central Park

me proponen enigmas para que los descifre:

“vive y deja vivir”.

Y siento miedo. Soy el niño

que en el pasillo oscuro oye el jadeo del jaguar,

y canta, y canta y canta para ahuyentarlo,

para que la sombra no sea”

Dos chicas alemanas ríen y hablan a mi lado, la gente es la misma allá donde vayas; ama, ríe y sufre de igual manera que esta que pasa y vive en Córdoba. Sea esta gente u otra, el mundo cambia y las personas permanecen en vida y en memoria.
Se acerca la camarera para saber si deseo algo más y le pido alguna forma de gratitud: "que sea dulce, por favor". Diligente, me prepara un paquete lleno de ”gracias” rematado con un enorme lazo verde. ¿Cabe el agradecimiento en algo tan pequeño?
Ahora soy yo quien sale a enfrentar al dios del viento, el pelo se me enreda en la cara castigada ya de otros vientos y otros días. De repente caigo en la cuenta de que no es mi pelo de siempre y que echo de menos el rubio, rizado y despreocupado del verano, ese que me acompaña en días largos llenos de pecas y agua clorada bajo el sol potente de Andalucía.
Hay un chico en el semáforo con el pelo azul, le sonrío y le digo que me encanta, su cara se ilumina y se lee el asombro y la sorpresa. Me da las gracias, pero apesadumbrado me confiesa que a su madre no le gusta. Cuando el semáforo se pone verde, se despide con una sonrisa. Es muy fácil hacer felices a las personas, pero no estamos acostumbrados a regalar amabilidad. ¿Por qué no sonreímos más? ¿Tanto nos cuesta dedicar un pensamiento benevolente, sonreír a un bebé, dar los buenos días, ser amable con el dependiente?
Camino mientras el viento decide darme una tregua. Dos señoras mayores y elegantes como sólo Córdoba sabe serlo se cruzan conmigo y me dedican una fugaz pero efectiva mirada de examen. Me pregunto si he aprobado.
Al llegar a mi destino, una puerta giratoria me enciende la imaginación. La necesito para mis cuentos ¿Cómo sería que mis personajes entraran en una de esas puertas y apareciesen en un mundo mágico distinto? Me dirijo al sofá del lateral donde saco mi pequeña agenda salpicada de flores y anoto la necesidad de escribir un cuento con puertas giratorias; de fondo suena “True” en forma instrumental. Me paro a pensar un segundo y escribo. Una hermosa niña rubia me mira, le sonrío y me ofrece su piruleta, mi corazón se llena de burbujas y le devuelvo una sonrisa con un silencioso: “eres preciosa”. 
Pasan unas horas dulces repletas de palabras a dos y sabores para repetir, solo un tiempo después, la puerta me devuelve a casa. Durante el camino me pregunto si realmente soy feliz o es sólo un convencimiento, un parapeto tras el que esconderme de tantas realidades. Miro al cielo gris lleno de nubes apretadas que se empujan para ser las primeras en descargar su preciado tesoro, cierro los ojos y en mi interior nace una respuesta que atribuyo al alma: “Eres feliz porque lo elegiste cuando no había nada más que eso o la desesperanza" Sonrío para mis adentros, es cierto. No se puede ser feliz cada día, todo el día, los 365 días del año, pero se puede elegir cambiar el pensamiento cuando el que viene te está amordazando el corazón. Ser feliz es una elección, especialmente si el mundo exterior se hunde.
Alma, corazón, pensamiento, agradecimiento…., VIDA. Llenar los días de vida es todo cuanto se necesita, salir a buscar palabras, secar al sol lo que duele, no dejarse erosionar y continuar.
Me duermo, pero antes de eso las palabras de José Hierro vuelven a mi memoria:

He aprendido a no recordar.
Vine con nada apenas: un fósil
(tiene forma de corazón),
unas hojas rojizas de haya (Bucenwald,
disecadas entre las páginas de un libro).
Y paro de contar.
Fragmento de “Cantando en Yiddish”, del libro: “Cuaderno de Nueva York”



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miércoles, 21 de febrero de 2018

Las aventuras de Gamba Holmes y Florito Watson. El tesoro de San Isidoro.

El señor Gamba Holmes y su querido amigo Florito Watson, disfrutaban de unas merecidas vacaciones en el espléndido manor que el primero poseía en la localidad de Bibury, condado de Gloucestershire.
Mientras saboreaban el té, recordaban viejos tiempos en la Universidad Felina de Gambridge, donde ambos habían estudiado y de la que guardaban gratos recuerdos. La conversación se vio interrumpida por la aparición de la señora Baxter que traía recado para Holmes.

- Disculpe señor Holmes, tiene una llamada de teléfono desde España y parece urgente. Se trata de la señorita del Teso.

Al oír el nombre, el gato dio un salto de la silla y se perdió en el interior de la casa.

- Gracias, señora Baxter, puede retirarse- dijo Holmes tapando con su mano el auricular- ¡Querida Lola qué sorpresa! 
- ¡Amigo Holmes! ¿Cómo se encuentra? Qué alegría escucharle - se oyó al otro lado del teléfono-
- Estoy bien, gracias, pasando el verano en Bibury, ya sabes que los rigores de Córdoba no me sientan nada bien. Pero dime, ¿cómo estás tú? ¿A que debo esta agradable sorpresa?
- No demasiado bien, querido señor Holmes, no demasiado bien. Le llamo porque necesito su ayuda y la del doctor Florito Watson. Han robado una parte del Tesoro de San Isidoro y estamos muy preocupados. Por fortuna, aún no ha trascendido la noticia a los periódicos, pero no sabemos cuánto tiempo podremos ocultarla.

Al oír la noticia, el señor Holmes enmudeció, pasados unos segundos pudo reaccionar.

- ¿Pero cómo? Tenía entendido que se custodia bajo fuertes medidas de seguridad. ¿Quién ha podido llegar hasta allí?
- No tenemos idea, por eso necesito que vengan. Hemos cerrado la basílica durante unos días con la excusa de realizar trabajos de restauración, de ese modo podremos movernos con tranquilidad.
- Muy bien, querida, tomaremos un tren a Londres e intentaremos estar en León lo antes posible. 
- ¡Oh, gracias! Sabía que podía contar con ustedes. Una cosa que creo deberían saber: En el lugar donde se hallaban los tesoros, el ladrón o ladrones han dejado depositada una botella de champagne vacía y dos copas.
- De acuerdo, Lola, gracias por la información, me será de gran ayuda. Cuídate querida, nos vemos en unos días.

El señor Holmes volvió al jardín y puso al corriente a su amigo de todo cuanto había hablado con la señorita del  Teso, sin duda, este era un trabajo para ellos, los mejores y más reconocidos detectives del momento.


De camino a España, Gamba contó a Florito que Lola era hija de unos amigos, una gatita lista que había sacado su carrera de Historia con las mejores notas y que, con no poco esfuerzo, había conseguido ser la responsable de la conservación de, nada más y nada menos que el Tesoro de San Isidoro, custodiado en la basílica del mismo nombre en León, España. Allí se encontraba el famoso Cáliz de doña Urraca al que algunos historiadores apuntaban como el verdadero Santo Grial. 

- Y dice que han dejado una botella de champagne y dos copas. ¿Tiene alguna idea de lo que significa? - Preguntó Florito Watson.
- Por supuesto, doctor. Es el modus operandis de Erik el Gato, un minino belga gran pintor y restaurador, experto en falsificaciones y el mayor  ladrón de obras de arte que pueda imaginar. Fue detenido cuando se disponía a robar en la catedral de El Burgo de Osma. 
- Si está en prisión, no es nuestro hombre.
- Se equivoca amigo, no está en prisión, llegó a un acuerdo con las autoridades españolas a cambio de prestar ayuda para la recuperación de las obras de arte sustraídas. Hoy, es un ciudadano respetable que vive en la costa malagueña, sigue colaborando con la ley y exponiendo sus pinturas en galerías. 
No obstante, he llamado a mi amigo, el inspector Peláez de la policía de Málaga, y me confirma que en las fechas en las que se produjo el robo en San Isidoro, Erik el Gato se hallaba en la capital exponiendo sus creaciones.
- Excelente, señor Holmes.

A la llegada a la plaza de San Isidoro, la basílica les recibía con su imponente románico, los dos amigos quedaron boquiabiertos ante la belleza que se desplegaba frente a sus ojos.

- Realmente maravilloso - Dijo el señor Watson-

Por la Puerta del Cordero apareció el responsable de seguridad de la basílica, el señor Pablo de la Vega. Holmes y Watson quedaron admirados una vez más por la belleza del conjunto arquitectónico que tendían delante.

Foto: Solbaken.

- Bienvenidos, señores - Dijo el señor de la Vega extendiendo la mano primero a Watson y luego a Holmes- ¿Se han alojado ya?
- Oh, sí, estamos en el hotel contiguo a la basílica. Gracias. -Contestó Holmes-
- Bien, pues síganme por favor, la señorita del Teso les está esperando.

Lola aguardaba en la biblioteca junto al responsable de la misma, el señor Benito Acosta y un chico joven que era su ayudante. El grupo se hallaba enfrascado en una conversación que parecía ser interesante.

- ¡Queridos amigos!, al fin llegaron. Exclamó la gatita al verlos.

Tras los saludos y presentaciones, fueron directamente al grano. 

- Como ya les adelanté -Habló la señorita del Teso- Parte del tesoro ha sido sustraído del museo sin que hasta la fecha tengamos pista alguna sobre los ladrones. En concreto se han llevado el Cáliz de doña Urraca y la Arqueta de San Isidoro.
- ¿Podríamos inspeccionar el museo? Confío en que nadie haya entrado en ese lugar desde el robo. -Dijo el señor Holmes-
- En absoluto, la puerta permanece cerrada desde entonces y vigilada las veinticuatro horas por uno de mis hombres. -Contestó el señor de la Vega-
- Bien, vayamos entonces. -Propuso Holmes-

De camino a la Torre del Gallo, donde se guardaba el cáliz, la señorita del Teso fue exponiendo algunos detalles del lugar que visitaban.

- El cáliz no se custodia en la Capilla de los Quiñones, como el resto del tesoro, sino que está en el primer nivel de la Torre del Gallo. Tras los recientes descubrimientos que lo señalan como el Grial, decidimos ubicarlo allí para que los visitantes pudieran admirarlo mejor.
- ¿Y eso no lo hace más vulnerable? - Preguntó el doctor Watson-
- Bueno, pensábamos que no -contestó el señor Acosta- pero ya ve que los ladrones no encuentran freno en sus fechorías.
Torre del Gallo.

Al llegar, se toparon con un guardia que custodiaba la entrada. El señor de la Vega aprovechó para hacerles una advertencia.

- Señores, anden con cuidado, las cerraduras de la puerta fueron engrasadas el mismo día del robo y  todavía pueden manchar. 

El responsable de la seguridad se acercó a la enorme reja y abrió los cerrojos que impedían la entrada. Utilizó hasta tres llaves diferentes hasta que al fin cedió  y tuvieron acceso a la sala.

- Dígame, señor de la Vega, ¿alguien más además de usted tiene acceso a estas llaves y a las de la capilla? - Preguntó Holmes.
- Nadie más, señor. Existe una copia de estas y del resto de puertas que están depositadas en el Banco Felino-Leonés.
- ¿Y qué hace cuando regresa a casa? ¿Las deja en la basílica?
- No, las llaves me acompañan siempre. Mi padre fue el responsable de seguridad de San Isidoro y también lo fue mi abuelo y el padre de este. Las llaves han ido pasando de generación en generación. Si un día no puedo cerrar yo, se encarga mi hijo.
- ¿Y cómo está tan seguro de que en algún momento no se hicieron copias? - Preguntó el señor Holmes.

La señorita del Teso observó la creciente indignación en el rostro de don Pablo y se apresuró a intervenir.

- Señor Holmes, le aseguro que la familia de la Vega es de nuestra entera confianza, algunos de sus miembros han defendido el tesoro de este lugar con su vida y cuando le digo esto, se lo digo de manera literal.

- Mis disculpas, don Pablo. - Añadió Holmes-

El gato de la Vega, alto y grueso, se atusó los bigotes y respiró profundamente para disimular su monumental enfado.

- Está bien, está bien, comprendo que mi trabajo me pone en una situación un tanto delicada. - Añadió-

Detrás de él, el doctor Watson le susurró al oído.

- No se lo tome en cuenta, señor. Holmes adolece de excesivo celo en todo lo que hace. 
- Ya, comprendo. - Contestó molesto aún-

Dentro de la torre, en el lugar donde debía estar el cáliz aparecía la botella de champagne vacía y las dos copas.

- Esto es un insulto a la inteligencia de Erik el Gato - Susurró Holmes-
- ¿Tiene alguna idea de lo que significa? - Preguntó el bibliotecario-
- ¡Por supuesto!, pero créame que no tiene sentido. El señor que utilizaba esta broma estaba muy lejos de aquí cuando se produjo el robo - Contestó Holmes-
- Se refiere al famoso ladrón de arte, ¿verdad? - Preguntó el gato joven que hasta ahora no había abierto la boca-
- Efectivamente, muchacho.
- ¿Lo sabías? -Preguntó la señorita del Teso un tanto molesta- ¿Sabías que hay un ladrón que deja botellas de champagne y no me informaste? Luis, estoy decepcionada.
- Verás, Lola, hice mi tesis de final de carrera sobre él y sé que era del todo imposible que hubiera estado involucrado en el robo.
- Luis, deberías haberme informado - Habló el señor de la Vega - 
- Papá..., yo 
- ¿Papá? -¿Es usted hijo de don Pablo? ¿Por qué no se me ha dicho antes? Cuando don Pablo le ha mencionado pensé que sería alguno de los vigilantes- Dijo Holmes enfadado-

La gatita se giró molesta dedicando una mirada furibunda al joven.

- Bien, creo que aquí no hay nada más que ver, si me acompañan iremos a la capilla y el resto se lo explicaré a usted y al doctor Watson esta noche. Cenaremos en compañía del señor de la Vega y  de su hijo, entonces les aclararemos todo.

- Aquí hay algo raro - susurró Watson a su amigo-

Se desplazaron hasta la capilla, allí de nuevo se siguió el ritual de los cerrojos, pero esta vez en una imponente puerta de madera. Cuatro maravillosas tallas románicas flanqueaban la entrada, dos correspondían a Santa Ana y las otras dos a vírgenes con niño. Su belleza era indiscutible.

Capilla Quiñones

- Señorita del Teso - Habló el doctor Watson para rebajar la tensión que se había instalado entre los presentes- He observado que el templo está repleto de animales enigmáticos y extrañas criaturas. ¿Qué significan?
- Muy observador, doctor -sonrió sorprendida- San Isidoro alberga una colección única de animales maravillosos, puedo decir que no hay otra igual. Es posible que <<al no conocer sus creadores su naturaleza>>, muchas de las criaturas sean inventadas, por eso hay elefantes con la trompa en la cabeza.
- ¿Y esas otras extrañas criaturas con cuerpo humano y cabeza de animal? Me recuerda la iconografía egipcia, pero ¿qué hacen en un templo cristiano miles de años después y tan lejos de Egipto?
- Doctor Watson, bienvenido a los misterios de San Isidoro, está usted ante el templo con más enigmas y secretos del territorio español. -Sonrió la bella Lola disipando los malos momentos anteriores-

Al entrar en la capilla, la misma imagen de la botella y las copas sustituía a la Arqueta de las Reliquias de San Isidoro.

Finalizó así una mañana llena de preguntas y enigmas, la noche se presentó lluviosa y los detectives decidieron tomar un coche de caballos para cubrir el trayecto que separaba su hotel del restaurante en el que habían quedado con los señores de la Vega y la señorita del Teso. Al llegar, les recibió el joven Luis.

- Por favor, acompáñenme, mi padre y Lola aguardan su llegada.
- ¿Lola? - Pensó Watson- ¡Cuánta insolencia en estos jóvenes!

Tomaron asiento y rápido pasaron a la cena, momento que la gatita aprovechó para aclarar algunas cuestiones.

- Señor Holmes, Luis es mi prometido, por eso nos tratamos con tanta familiaridad, pensaba habérselo comunicado hace unas semanas, pero sucedió lo del robo. Queremos casarnos en la catedral el próximo invierno y si le he hecho venir a cenar es porque deseo pedirle que sea mi padrino. Usted y mi padre eran como hermanos, al faltar él, no veo mejor sustituto que usted.

El detective se llenó de orgullo ante tan especial propuesta.

- ¡Oh, mi querida Lola! Por supuesto que acepto ser tu padrino, mi más sincera enhorabuena, chicos. En cuanto a ti -dijo mirando al menor de los de la Vega- espero que la hagas feliz o encontraré la manera de hacerte entrar en la cárcel y que no vuelvas a salir nunca más -

Los presentes rieron la ocurrencia del señor Holmes, aunque Luis <<bastante inquieto con el personaje>>, no dejó de pensar que sus palabras lejos de ser una broma, constituían una sincera advertencia.
La noche transcurría amena, con constantes cambios de conversación para volver siempre al robo.

- ¿Qué me dice de sus ayudantes, señor de la Vega? ¿Confía usted en ellos? - Preguntó el doctor Watson.
- Bueno, los he investigado y aunque no puedo asegurarle al cien por cien que sean inocentes, no parece que ninguno esté involucrado. He comprobado las coartadas de los que en ese momento tenían turno de día y son seguras. En cuanto a los que se hallaban en el edificio, dicen no haber oído ni visto nada. Las puertas no estaban forzadas.
- Lo cuál nos dice que la persona o personas que sustrajeron las piezas, tenían una copia de las llaves - Aclaró Holmes-

Don Pablo se removió inquieto en su asiento.

- Yo también he llegado a esa conclusión, si las puertas no estaban forzadas es porque alguien tenía acceso, eso nos pone a mi hijo y a mí en una situación un tanto delicada.
- Cierto - Asintió Holmes con ese aire que tanto molestaba a los de la Vega- ¿Qué tal es el señor Acosta? ¿Lleva mucho tiempo como bibliotecario? 
- Lleva veinte años en el puesto, pero aún le queda para jubilarse - Contestó Luis- Es un señor muy culto, totalmente dedicado a su trabajo y amante de la historia. Cuida de los documentos como si fueran sus hijos y me está enseñando todo sobre su conservación para el día que le sustituya, aunque como ya le digo, eso queda aún lejano.
- Señor Holmes - Habló Lola- La noche del robo, tanto don Pablo como su hijo estaban en mi casa en compañía de doña Elvira, mi futura suegra; habían venido a pedir mi mano.
- Bien, supongo que eso les excluye como sospechosos - Dijo Holmes mirando a padre e hijo-

Un camarero se acercó al detective y le entregó una nota manuscrita.

- La han dejado para usted, señor Holmes -dijo el muchacho con voz aflautada-
- ¿Ha visto quien era? 
- Ha sido un niño, señor.

En la nota amenazaban a los detectives, animándoles a dejar la ciudad en menos de veinticuatro horas si no querían ver peligrar sus vidas. Holmes pasó la nota a Watson que la observó con detenimiento.

- Está escrita por un zurdo.
- ¿Cómo sabe eso? - Preguntó don Pablo-
- Observe - dijo Watson enseñándole la nota- las vocales o y a están escritas al revés, es decir, el trazo comienza de derecha a izquierda, mientras que los diestros las hacen al contrario. Yo, soy zurdo.
- Qué interesante... - Susurró Lola-
- Señor Holmes, hay varios trabajadores zurdos, entre ellos el señor Acosta - Apuntó Luis-
- Pero Acosta no pudo ser porque esa noche me acompañó hasta casa  junto al párroco de la basílica . Se dirigían al encuentro del señor obispo, con quien habían quedado para discutir un asunto sobre unos legajos de la biblioteca. - Aclaró el señor de la Vega-
- Bien, pues eso podría descartarlo, al menos hasta que comprobemos la hora en que se separó del obispo y el sacerdote - Afirmó  Holmes- En cualquier caso, dudo mucho que el ladrón sea quien sea actuara solo, alguien tuvo que ayudarle desde dentro.

A la mañana siguiente, el señor Watson se dirigió a la habitación de su compañero pero este se hallaba levantado desde muy temprano y había salido. Dejó una nota donde le pedía que se reuniera con él en un café de la calle Colón. 
Al bajar del carruaje, Florito distinguió la figura de Holmes a través de la enorme cristalera del establecimiento.

- Querido Watson, tengo una información que le va a interesar.
- Soy todo oídos.
- He visitado el banco donde se encuentran depositadas -entre otras- las copias de las llaves de la capilla y la torre.
- ¿Algo a destacar?
- Me ha atendido un joven balbuceante, algo nervioso que me ha hecho sospechar. Sin que yo preguntara, me ha dicho que en ningún momento han salido las llaves de allí, con lo cuál no han podido utilizarse para ninguno de los  robos.
- ¿Y cómo sabía que ha habido un robo? ¿O ha habido más de uno? Por lo que sabemos, aún no ha transcendido noticia alguna.
- Elemental, querido Floro. Hemos pillado al cómplice y creo que hoy pillaremos al ladrón.

De vuelta a la basílica, la señorita del Teso les recibe muy alterada.

- Señor Holmes, ¿dónde estaban?, llevo toda la mañana intentando localizarles. ¡Ha sucedido algo terrible!. - Dice nerviosa-
- ¿Y bien? Me tienes en ascuas, querida - Dice Holmes-
- Se ha producido otro robo, ha desaparecido de la capilla el Arca de los Marfiles.

Los detectives se miraron. Todo encajaba.

- ¿Han vuelto a dejar la botella de champagne y las copas?
- No, esta vez no había nada.
- Bien, entremos a echar un vistazo. Doctor Watson, me gustaría que volviera al hotel y trajera mi maletín, lo he olvidado.
- Pero Holmes... - Watson sabía que no había ningún maletín, así que cerró la boca e hizo lo que le habían pedido-

Los demás se dirigieron a la biblioteca donde el señor Holmes deseaba interrogar a los trabajadores. En medio de una conversación con uno de los ayudantes de seguridad, el detective no vio una estantería, tropezó y cayó aparatosamente sobre su mano derecha.

- ¡Señor Holmes! ¿Se encuentra bien? - El joven de la Vega se apresuró a ayudar.
- ¡Vaya fastidio! ¡Creo que me he fracturado algún hueso! - Exclamó con un rictus de dolor-
- No se preocupe -le llevaremos de inmediato al hospital- Propuso el joven.
- Necesito enviar una nota al doctor Watson, él sabrá qué hacer. Señor Acosta por favor, si es tan amable.

El bibliotecario corrió a coger papel y pluma y se sentó a escribir lo que el señor Holmes dictó. 

- Bien amigo, si ha terminado, ¿podría enseñarme la nota? - Preguntó el detective al bibliotecario-
- Claro, faltaría más.

Holmes se incorporó y extrajo de su chaqueta la nota que habían recibido él y Watson la noche anterior en el restaurante, la letra coincidía y el papel amarillento también.

- ¿No decía que se había fracturado la mano? - Preguntó Lola extrañada.
- Ya ves, querida, creo que la sorpresa me la ha arreglado. Señor Acosta, ¿podría quitarse la chaqueta?
- ¿Y por qué habría de hacerlo? - El bibliotecario se puso a la defensiva-
- Es mejor que haga lo que dice - Le ordenó don Pablo-

El señor Holmes tomó la chaqueta y mostró una pequeña mancha que había en el bajo de uno de los delanteros.

- Señores, es grasa. Cuando entramos en la Torre del Gallo, usted, señor de la Vega, nos advirtió de que andásemos con cuidado pues las cerraduras habían sido engrasadas. Antes de abandonar el edificio me fijé en la mancha de la chaqueta del señor Acosta, si la puerta había sido engrasada el día del robo, sólo pudo mancharse entonces pues después ya nadie más tuvo acceso a la torre. Sin embargo, tras las aclaraciones que usted me dio de la noche que le acompañaron a casa, descarté su participación.
- ¿Y que le lleva a pensar que he sido yo el ladrón? - Preguntó muy ofendido el bibliotecario-
- ¿Le suena de algo el nombre de Pedro Martín? - Preguntó a su vez el detective.
- Es el interventor del banco Felino-Leonés - Contestó don Pablo- Siempre me acompaña en mi habitual comprobación de las llaves, suelo ir dos veces al mes para saber que está todo en orden.
- Efectivamente. Esta mañana le he visitado, me ha sorprendido que supiera del robo cuando la información aún no ha trascendido, por si esto fuera poco, ha hablado de robos, en plural, cuando aún yo no tenía conocimiento de la desaparición del Arca de los marfiles. Para finalizar, el señor Acosta ha cometido un grave error con no dejar de nuevo la botella y las copas, al descubrir que todos sabíamos que Erik quedaba excluido, vio innecesario seguir con el teatro, con lo cuál se delató. Después, sólo he tenido que avisar al inspector Peña.

En ese momento, el señor Acosta intentó huir pero la policía entró en la biblioteca y lo detuvo. El inspector les informó de que el bancario era en realidad un sobrino de Acosta y ambos habían planeado el robo para después vender las piezas a un coleccionista alemán. Pertenecían a una banda criminal perfectamente organizada y camuflada, así que las advertencias en la nota a los detectives, no había que tomarlas a broma. Afortunadamente, todos habían sido detenidos.

- Señor Holmes, permítame que le felicite, ha estado brillante - Dijo el inspector-
- Así que él mismo sustrajo las piezas... - susurró la señorita del Teso-
- Así es, nadie mejor que él conoce los recovecos de San Isidoro, así que su socio le proporcionó las llaves y él hizo el resto. Acosta se despidió del obispo y el párroco a la una de la madrugada, a partir de ahí, no tenía coartada.

De nuevo la lluvia hacía presencia en la mañana leonesa, el señor Gamba Holmes y el doctor Florito Watson, tras solucionar el día anterior el caso,  se disponían a partir de vuelta a Bibury para continuar sus vacaciones.

- Señor Holmes, muchas gracias por su trabajo, jamás hubiéramos creído que don Benito era el autor de los robos. Créame que aún me cuesta aceptar que ese hombre esté detrás de todo. - Confesó apesadumbrado el pequeño de los de la Vega-
- Muchacho, nunca hay que bajar la guardia ante nadie por conocido que sea, recuérdalo. - Contestó el detective-
- ¿Sabe? Luis ha conseguido el puesto de bibliotecario, así que estamos muy contentos - Informó la señorita del Teso-
- Vaya, ¡que sea enhorabuena!- Exclamó Watson-
- Muchas gracias a los dos, señores - Habló don Pablo - Ha sido un placer contar con su presencia aquí. Ahora, tengan buen viaje. Nos veremos en la boda.

El carruaje se perdió rumbo a la estación de tren, una vez más los intrépidos Holmes y Watson habían resuelto un caso complicado y evitado así el expolio de nuestro patrimonio. En próximas aventuras, descubriremos el increíble don de los felinos para resolver los enigmas más enrevesados. ¡No te las pierdas!


Cáliz de doña Urraca.


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¡La señorita Lola del Teso! Muchas gracias a su dueña, Rocío, por dejarla participar en la aventura. Jeje


NOTA: Ignoro si la Torre del Gallo y la Capilla Quiñones tienen puertas de acceso, me he tomado esa licencia para poder montar la trama. 


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