
Este árbol no era así en mayo, delicadas hojas ocultaban sus cuchillos y el viento, incauto, sobrevivía a las lanzadas que eran a la vez beso y herida. Estás loca, me dice el lector. No puede haber beso y herida. ¿Ah no? Ama a quien no te ama, y emulando a Shakespeare te diré: "desespera y muere".
Pero yo no he venido aquí a contar espinas, he venido a ver la luz que sueña bajo el frío terrible de enero, la luz que recuerda jacintos en flor y cuellos de trigo verde bailando al alba.
Y cuando arrecie el frío y los ayes del pueblo, las estrellas quebrarán el cielo. Entonces, el viento vestirá traje de hielo que al pasar por las espinas dejará estatuas blancas, filigranas de escarcha que al sol, serán las lágrimas de quien ama...., sin ser amado.
Las fotografías son de mi amiga querida, Josefa Muñoz, que siempre me tiene en mente cuando la Naturaleza se pone ante su cámara. Gracias, Pepita. ☺️
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