El otoño es como una mujer desnuda a la que solo quedan los labios rojos. Pronto, también caerán, cuando la sangre baje de la boca a los pies y el invierno la encuentre muerta de frío.
Sí, el otoño es un espejismo, una burla, un engaño. La puerta a la tragedia de los bosques deshojados. Ahora, como íntimo anhelo, deja huellas de color en el suelo, como los labios dejan besos sublimes en la piel del enamorado. Besos errantes donde palpita un amor que engendra agonía, pero que se aferra ardiente a sus últimas horas. Después frío, dedos cárdenos que escriben poemas cortos, tal vez de amor y no siempre tristes. Letras que sacudirán el alma hasta la próxima primavera.
¿Estáis dispuestos para el otoño?
Sierra de Gredos. Fotografía de mi amigo Manolo Rubio.
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