miércoles, 22 de julio de 2020

LAS NOCHES EN BLANCO.

Las noches de verano son inclementes,  traen sudor que pone al sueño en desbandada. Cuerpos sofocados, risas insomnes, noches en blanco que pasan entre soplidos mecidos a veinte grados. Pero feliz... Lejos queda el invierno con el saqueo de los sueños y sus espirales rebosantes de incertidumbre.
La piel frágil recuerda las caricias de esta mañana, alimento del espíritu abandonado ahora a las cosquillas de su voz. La sonrisa  tensa la boca exhibiendo su grandeza ante un corazón desbordado por el que trepan las alegrías; supongo que es la esperanza que teje con esmero mientras la vida echa sus rondas. 
Amor hasta los huesos sudorosos y perfectos, con fondo de calima que toma medida a los cuerpos vencidos, donde el sentimiento ensarta las risas que yo creía perdidas. Calor, miradas, vida y existencia al estío que nos lleva a la madrugada, envueltos en un poema que en realidad es un baile luminoso que no quiere parar. 
En la superficie de las horas una bocanada de aire se posa, jugando y sosteniendo la vida al sol y a la noche, atravesado el insomnio en un verano que es el nicho de la pena, en tanto pinto de colores el beso que guardo hasta la próxima, hasta él, hasta nosotros. 

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