lunes, 22 de noviembre de 2021

NAVIDAD CON RUFINA.



El invierno ha descendido ya sobre los campos y las hojas secas se mezclan con las primeras nieves. Alfombra multicolor que nuestra amiga Rufina pisa feliz en esta mañana de lunes.
Rufina es una liebre, tiene las orejas más bonitas del mundo y cuando corre se ven dos lunares blancos prendidos de ellas, como si fueran bolitas de algodón saltando entre la hierba.
Hoy está especialmente feliz, pues ha recibido carta de su tía Jesusa en la que le anuncia su llegada para las Navidades ¡Es fantástico pasar la Navidad en familia! Le acompañará el tío Ramón y por supuesto los primos, Pepino y Flor. 
Muy temprano, Rufina ha preparado la casa, porque nuestra liebre es muy peculiar y se hizo construir un hogar debajo de la encina más hermosa de la comarca. Don Matías, el topo, le ayudó y le ha quedado una vivienda espaciosa y ventilada que casi siempre está llena de amigos. 

Ahora se dirige a ver a Ernestina, una coneja con la que asistió al colegio y con la que guarda buena amistad desde entonces. Es la joven que más sabe de moda en el bosque, y necesita su opinión experta para el vestido que lucirá en Navidad. 
Rufina va distraída acompañada por el canto de los pájaros y el ir y venir de los vecinos del bosque. De camino al arroyo recoge unas bayas, a Ernestina siempre le gusta tomarlas con miel y algo de té. Seguro que éstas le van a encantar. 
Ya en casa de su amiga, le expone el motivo de la visita. 

- ¡Rufina, qué sorpresa! – Exclama Ernestina abrazando a la liebre- ¿Qué te trae por el arroyo? 
- Querida, he recibido carta de mis tíos, vendrán a pasar las Navidades a casa y no tengo nada decente que ponerme. Necesito tu consejo. 
- ¿Tus tíos? ¿Doña Jesusa y el señor Ramón? – Pregunta Ernestina- 
- Sí, ya sabes que son muy educados y no quisiera desentonar. 
- Pues entonces lo mejor es que hablemos con doña Petra, la araña que vive en la chumbera del camino, es una tejedora excelente y como cada estación viaja a la ciudad, siempre está a la última en cuestión de moda. 
- ¡De acuerdo! Me parece una idea estupenda, pero antes… ¿Qué te parece si tomamos un té con estas bayas que te he traído? – Propone la liebre- 

La mañana pasó entre risas y buena compañía. Doña Petra, como era de esperar, le propuso un vestido muy elegante para la cena especial y para el día a día, algunos más confortables a juego con toquita y gorro. Todo estaba listo para recibir a la familia y pasar unos días rodeada por el amor incondicional de los suyos. 
De vuelta a casa, don Matías le da las buenas tardes y le entrega un misterioso paquete. Al no estar en la encina, el cartero decidió dejarlo en casa del topo. 

- Gracias don Matías, usted siempre tan servicial – Dice Rufina- 
- ¡Oh, no hay de qué querida amiga! – Espero que sea una bonita sorpresa- 

Nerviosa cierra la puerta y se dispone a desenvolver el bulto rectangular. Aparece una caja sencilla, de madera de roble con unas letras que forman su nombre. Dentro, una tarjeta pequeña doblada en cuatro veces. Cuando la abre, el misterio se hace aún más grande: 

“Ahora que has abierto tu regalo, dobla esta carta y vuelve a abrirla el día de Navidad” 

Rufina se quedó pensando en el extraño mensaje pero obedeció. Guardó de nuevo el papel en la caja y la depositó sobre el mueble de la entrada. No sabía quién la enviaba ni por qué, pero merecía la pena descubrirlo. 


Los días fueron pasando y justo una semana antes de Navidad, llegaron los padres y los hermanos de nuestra amiga: doña Casilda y don Severo, junto a los pequeños Roque y Begoña. Fue maravilloso abrir la puerta y encontrarse con la familia, ¡oh ya lo creo! 

- Rufina, cariño, ¿qué te parece si salimos al bosque a recoger frutos y después adornamos la casa? – Propuso doña Casilda a su hija mayor. 

Así lo hicieron. Mientras, don Severo y el pequeño Roque se afanaban en cortar leña, preparar literas y disponer todo para la llegada del resto de familiares. Rufina y su madre aprovecharon para visitar a los viejos amigos y adquirir algunos regalos. A su llegada a casa, les esperaba una grata sorpresa y es que los chicos habían preparado una estupenda mesa con té y dulces para merendar. 


- ¡Papá, qué rico estaba todo! – Dijo Rufina regalando un beso extra grande a su padre- 
- ¡Eh Rufi! ¿Y yo qué? – Preguntó burlón Roque. 

El primer día junto a ellos había pasado volando y cuando nuestra querida liebre se fue a la cama, estaba tan cansada que solo tardó un segundo en dormirse. 
Al fin amaneció el 23 de Diciembre y los tíos de Rufina llegaron a casa; estaban contentísimos con su visita pues no se veían desde hacía dos años. Se instalaron y luego se fueron a dar un paseo por el entorno. Ya no nevaba, así que había zonas en el bosque donde la hierba aparecía brillante y apetecible. 
Los lebratos rápido hicieron buenas migas, de modo que esa tarde mientras en el salón se reía y se conversaba, en la habitación de juegos que don Severo había preparado para los pequeños, se tramaba una aventura. Pepino, Flor, Begoña y Roque tenían planes para el día siguiente. 

- Chicos, ¿habéis visto la casona que hay al otro lado de la cerca? – Preguntó Pepino- 
- Sí –Contestó Begoña- Pero mi hermana dice que no debemos ir porque hay muchos peligros allí. 
- ¡Oh Begoña, no seas aguafiestas! – Exclamó Roque- ¡Ya sabes que para los mayores todo es peligroso! 
- Entonces, ¿vamos mañana? –Preguntó de nuevo Pepino- 
- No sé chicos…, los papás y los tíos se enfadarán si se enteran – Se oyó la voz sensata de Flor- 
- ¡Ohhhhhhhhhh, Flor! ¡Las chicas sois unas aburridas! – Exclamó Roque poniéndose en pie- 
- ¿Ah sí? –Contestó Flor- ¡Pues mañana seremos las primeras en entrar en la casona! 

Y tramando su aventura, les sorprendió la noche y con ella…, el sueño. 

El día de Nochebuena apareció nevando, así que la chimenea ardía desde muy temprano en el salón. Rufina, ajena a lo que sus hermanos y primos tramaban, fue a llamarlos para que bajaran a desayunar. 

- ¡Venga lebroncillos! ¡Hoy es Nochebuena! ¿Queréis que los Reyes Magos piensen que sois unos perezosos? ¡Que sepáis que sus pajes ya están dando vueltas para ver qué tal os portáis! 

Tocó a la puerta de la habitación de Flor y Begoña, pero no contestó nadie así que pensó que estaban dormidas y como eran días de vacaciones, decidió dejarlas un ratito más. 

- Oye Rufina, ¿los chicos no bajan? – Preguntó doña Jesusa al cabo de media hora- 
- Pues tía, creo que entraré y los despertaré, van a dar las diez de la mañana. 

La sorpresa al abrir las habitaciones fue mayúscula, ni rastro de sus hermanos y primos. Rufina fue a los armarios y vio que se habían llevado sus mochilas y los abrigos. Aquí pasaba algo raro. 
Preocupadísima bajó las escaleras a todo correr. 

- ¡Papá, mamá, tíos! ¡Los chicos no están en sus habitaciones! 
- ¿Cómo que no están? – Preguntó doña Casilda quitándose el delantal- Rufina, no es posible, tu padre y yo nos levantamos al alba, los habríamos visto salir. 
- Mamá, no están. – Repitió nuestra amiga- 

Ajenos a la preocupación de la familia, los pequeños hacía buen rato que habían llegado al borde de la cerca que separaba el bosque del territorio de los hombres. 

- Tengo hambre, chicos – Se quejó Flor- Podíamos comer un poco, estoy agotada de la caminata. 
-  Suerte que tuve la precaución de hacer buen acopio de provisiones en la despensa de la prima – Contestó Pepino- 

Nuestros amiguitos dieron buena cuenta de las viandas y tras trazar un plan para entrar en la casa, se lanzaron al ataque. 


Dentro de la casona habitaba un joven huraño que vivía apartado del pueblo. No le gustaba la Navidad y mucho menos los niños así que en aquel lugar, había conseguido la paz que decía desear. Tenía un perro con muy malas pulgas al que el resto de perros de la comarca no querían tener como amigo, así que eran tal para cual. 
Los cuatro aventureros lograron llegar hasta la ventana que daba al salón, se habían subido unos encima de otros y ahora Roque, que era el más pequeño, les contaba lo que sucedía en el interior de la casa. 

- Hay un hombre muy delgado y muy feo que está desayunando algo que humea, debe ser café porque está migando pan. A los pies hay un perro dormido, no parece peligroso. 
- ¡Déjame ver a mí, por favor! – Pidió Begoña- 

Se disponían a deshacer la torre cuando Pepino, que aguantaba el peso de todos, estornudó e hizo que sus primos se vinieran al suelo. El perro, al oír el estruendo salió corriendo de la casa. 

- ¿Qué pasa ahí afuera? – Preguntó el malhumorado joven- 

Los lebroncillos intentaron escapar por el lugar que vinieron, pero el can les cerraba el camino. 


- Chicos, no perdáis la calma – Acertó a decir Flor muy asustada- Todo saldrá bien. 

No terminó sus palabras cuando una oscuridad impenetrable se cerró en torno a las jóvenes liebres. 

- Bien amigo, creo que esta noche cenaremos carne – Dijo el joven enjuto levantando la bolsa en la que había atrapado a los incautos exploradores- 


Mientras, en la encina de Rufina todo era preocupación. Era ya la una y media del mediodía y ni rastro del personal menudo, así que habían decidido llamar a los amigos y organizarse por patrullas. Don Matías, el topo, encabezaba la que estaba compuesta por sus propios familiares y las ardillas. La coneja Ernestina había hablado con sus hermanos y se pusieron en marcha junto a los patos y la araña doña Petra, nadie mejor que ellos conocían tan bien los arroyos. Y por último, nuestros amigos. 
La nieve arreciaba y las voces de los buscadores se perdían llevadas por un viento fuerte y aullador. La búsqueda se hacía cada vez más difícil. 

- ¡Flooor, Pepino, Begoña, Roqueee! – Gritaban todos- 

Al pasar por el camino que lleva al pueblo, don Sebastián el búho, se sorprendió al ver a su amiga Rufina en un día tan desapacible. Teniendo en cuenta que además, era víspera de Navidad. 

- Rufina, querida… ¿Cómo es que salís en un día así? ¿Ocurre algo? Te veo preocupada. 
- Oh, don Sebastián, se trata de mis hermanos y mis primos, salieron esta mañana de casa y no han regresado. 
- ¿Te refieres a cuatro pequeñas liebres con mochila y abrigo de colegio? – Preguntó el búho bajando sus lentes- 
- Sí, ellos mismos. – Contestó don Ramón- ¿Les ha visto? 
- ¡Ya lo creo! Pasaron muy temprano por aquí, oí que una de las chicas hablaba de una casa…, y una cerca. No les escuché muy bien porque en ese momento me llamó mi mujer. 
- ¡Oh Dios mío! ¡La casa de don Ruperto! – Exclamó espantada Rufina- Ayer les llamó la atención cuando pasamos por la vereda. 
- Pues si se dirigían allí…, me temo querida amiga que necesitaréis ayuda para salvarlos de un futuro negro… - Dijo el búho- Iré con vosotros. 

Mientras, en casa del joven Ruperto, los lebratos permanecían dentro del saco. Intentaban por todos los medios rasgarlo con uñas y dientes, pero era de una lona tan fuerte que todo empeño era inútil. Para colmo, tenían poco espacio y se les hacía difícil respirar. 

- Chicos no teníamos que haber venido…. – Se lamentó Flor entre sollozos- 
- ¡Oh no seas llorica, Flor! Hay que trazar un plan para salir de aquí – Expuso Begoña- 

En la cocina, un gran caldero hervía con verduras. 

- Esto ya está, ahora pondré a esos conejos – Indicó el malvado hombre- 

Al oírlo, nuestros amigos se asustaron. 

- ¡No somos conejos! – Gritó Pepino- 
- ¿Quieres callarte? ¡No estamos en condiciones de tener discusiones de ese tipo ahora!– Zanjó Roque- 

En ese instante, Rufina y el resto de amigos llegaban a las puertas de la vivienda. Había que hacer algo rápido. Don Sebastián había observado la escena y si no actuaban, los pobres lebroncillos servirían de cena a ese majadero y su perro. Lo primero era precisamente, distraer al can. 

- Nosotros nos encargamos – Planteó Ernestina, la coneja- 

Se subió a la ventana y comenzó a golpear con sus manos, el perro al verla salió a toda mecha por la puerta. 

- ¡Chicos, corred! – Gritó Ernestina a sus hermanos- 

Don Severo estaba muy preocupado, aquello no saldría bien…. 

- Escucha cariño – Dijo la mamá de Rufina – Vamos a sacar a nuestros hijos y sobrinos de ahí, así que no te pongas triste. 

En ese momento a doña Petra se le ocurrió un plan. No había mortal que resistiera la cercanía de una buena araña y ella, era la más hermosa de la comarca. Se iba a enterar ese don Ruperto de lo que era un buen susto. Antes, preparó una cuerda bien larga con su resistente hilo. 
La araña se introdujo por la puerta que el perro al salir había dejado abierta, lentamente subió hasta la mesa de la cocina y se plantó detrás de don Ruperto, éste, fue a girarse para coger una botella de aceite justo cuando se encontró con doña Petra en posición feroz. Fue tal el susto que se llevó que trastabilló y cayó al suelo, momento que aprovecharon todos para entrar y reducirlo con la extraordinaria cuerda que doña Petra había tejido. El joven, al ver a los animales se desmayó, hecho que facilitó con creces la tarea. 


Imagen extraída de la web 

- ¡Estamos aquí! – Gritaron los cautivos al escuchar las voces familiares- 

Rufina deshizo el lazo que cerraba el saco y los pequeños salieron uno tras a otro, corriendo directamente a los brazos de sus madres. 

- Bien, ahora no hay tiempo para regañinas, hay que salir de aquí pero ya tendré una charla con vosotros, amiguitos. – Dijo Rufina cogiendo de la oreja a su hermano Roque- 
- ¡Ay, ay ,ayyy, mamááááá! – Se quejó el pequeño. 

A todo correr, se alejaron de la casa. En el camino se encontraron con Ernestina y sus hermanos, que habían conseguido burlar al perro y volvían por si necesitaban ayuda. Gracias a Dios, todo estaba ya resuelto. Los amigos no quisieron dejar solos a la familia, así que les acompañaron hasta la encina, sin embargo, a la llegada les esperaba otra desagradable sorpresa. Con las prisas habían dejado la puerta abierta y los ratones se habían comido la cena de Nochebuena. 

- Oh Dios mío…, es culpa mía por no haber cerrado el portón, fui la última en salir – Dijo pesarosa doña Jesusa- 
- No tía, por favor…, no te acuses. Ha sido mala suerte, nada más. Lo importante es que todos estamos a salvo – Dijo Rufina abrazando a su tía- 
- Y digo yo amigos – Propuso don Matías- ¿No es mucho más divertido pasar esta noche juntos en lugar de cada cual en su casa con su familia? 
- ¡Claro que sí! – Exclamó don Sebastián- Voy a por mi mujer, traeremos la cena. 


Y así, una a una, todas las amistades de Rufina fueron y volvieron con viandas para celebrar la noche de Nochebuena junto a ella y su familia. Nadie echó en falta nada, pues habían traído tanta comida que podrían haber invitado a todos los animales del bosque. 


Estaban bailando y riendo cuando el reloj del salón dio las doce de la noche y una pequeña caja de madera se iluminó sobre el mueble de la entrada. Rufina recordó lo que había leído en el papel que se contenía en ella y de nuevo la abrió expectante. Cuando lo hizo, la carta esta vez decía lo siguiente: 

“El verdadero Espíritu Navideño no está en los regalos, ni en las cenas, ni en los vestidos de fiesta, ni en los adornos. La verdadera Navidad está en el Amor que se desprende de la familia y los amigos. Feliz Navidad” 

Fdo: El Niño Jesús. 

PD: Me han dicho SSMM los Reyes Magos de Oriente que todos los habitantes del Guadiato habéis sido muy buenos. 

Y así fue como la liebre Rufina y su estupenda familia pasó las mejores Navidades de su vida. 
¡Feliz Navidad, amigos! 


domingo, 21 de noviembre de 2021

Claudia y el Espíritu de la Navidad.

Es sábado, pero no es un sábado cualquiera porque Claudia está en el campo haciendo lo que más le gusta: escuchar las historias del pueblo del abuelo y de esa yegua blanca donde paseaba a abuelita. Mientras todos se han marchado a hacer cosas de mayores, ella y el abuelito Claudio se han quedado cerca de la chimenea, con sus historias, con el chocolate y una buena dosis de palomitas. Sábado perfecto.
Pasan las horas y de repente Claudia se da cuenta de que el abuelo se ha dormido y la chimenea se está apagando. ¿Qué hacer? Tiene prohibido acercarse a ella porque las llamas son peligrosas, pero por otro lado, no puede permitir que abuelito se enfríe y se constipe. ¡Menudo dilema! Finalmente, como Claudia es una niña valiente, decide que va a poner un leño pequeño sobre las ascuas y de ese modo, solucionará el problema.. 
Con mucho cuidado se acerca, coge una rama seca de roble y cuando va a ponerla sobre las ascuas, ve como una luz nace del fondo de la chimenea. La niña se detiene, ¿qué es eso que se hace cada vez más grande e ilumina todo el salón? La luz va tomando una forma que Claudia conoce, es una puerta de madera, pero no es de madera, quiero decir que es toda de luz brillante. Ya no se ve el fuego, sólo la puerta abierta y al fondo un bosque nevado con un conejo que la saluda.

- ¡Claudia! ¡Vamos entra antes de que la puerta se cierre! ¡Date prisa, pequeña!- Le grita desde el otro lado-

La niña no se lo piensa dos veces, mira a abuelito que sigue durmiendo plácidamente y sin miedo  atraviesa la puerta, no sin antes coger su abrigo, sus guantes y un gorro que le había regalado mamá hacía unas semanas. 

- ¿Quien eres, conejo? ¿Y cómo es que conoces mi nombre? - Pregunta Claudia al animal-
- Soy una liebre, querida, no un conejo. Me llamo Rufina y vivo en Casa Encantada donde -dicho sea de paso- todos te están esperando.
- ¿En serio? - Pregunta Claudia con los ojos muy abiertos.
- Sí, te esperan porque eres la única que puede ayudar al mago Pirú a resolver un grave problema.
- Soy toda oídos. - Dice la niña interesándose en la historia de Rufina-
- Mejor que te lo explique él y de paso que me lo explique a mí, pues me ha encargado acompañarte sin saber nada más.  Sígueme y no te despistes, nos espera un camino largo y ya es de noche, ya  sabes que en el bosque de Casa Encantada hay peligros. ¡Eeeeen marcha, jovencita! - Dice la liebre levantando su mano derecha e invitando a caminar a la niña-

Tras media hora de difícil travesía, Claudia está agotada y congelada.

- ¡Rufina! ¿Podemos parar? Tengo mucho frío y estoy cansada - Dice la niña-
- Lo siento pequeña, es peligroso quedarse aquí. 

La liebre mira a la niña que tiene la nariz roja y piensa que es demasiado camino para un humano tan pequeño, así que llama a Pirú. Para ello, extrae de su zurrón una bolsa, dentro hay una rosa azul que al ponerle unos polvos brillantes se abre y aparece la cara del mago.

- Rufina, ¿cómo has hecho eso? ¡Es fantástico! - Exclama Claudia feliz-
- Magia, querida niña, ¡magia!
- ¡Hola Claudia! - Dice la cara de Pirú que ondula entre la rosa.
- ¡Hola Pirú! Encantada de conocerte, pero ¿no podrías hacer algo para que pudiéramos vernos sin tener que pasar este frío?

Pirú ríe ante el desparpajo de Claudia y a un movimiento de su báculo, liebre y niña aparecen en mitad de Casa Encantada. Son recibidas por Benito Mondanueces, un simpático ratón que se iba a la cama antes de que el mago le diese el encargo de recibir y acomodar a las invitadas.


Imagen extraída de la web.

- ¡Hola Rufina y compañía! - Dice Benito que habla mientras se come una nuez-

Claudia no puede parar de mirar al ratón, ¡es fantástico!, tiene unas zapatillas preciosas y un pelo esponjoso que dan ganas de achuchar. 

- ¡Hola Benito! -Saluda la niña-
- Bien, seguidme, Pirú os verá en seguida, pero antes me ha pedido que os lleve al comedor para que entréis en calor y repongáis fuerzas.

Siguiendo al ratón entraron en una amplia sala poco iluminada, sobre la mesa todo dispuesto como si supieran que siempre llegarían huéspedes. Sin embargo, se notaba tristeza en el ambiente, no había adornos de Navidad, ni los personajes que habitualmente viven en Casa Encantada estaban por allí. Claudia pensó que era una pena no poder conocer a Matilda, la lagartija. 

No dijo nada, se sentó y comenzó a comer, el frío le había despertado un apetito de lobo. La primera sorpresa llegó cuando intentó comerse un muslo de pollo que realmente era..., ¡una galleta!.

- Pero..., si no es pollo - Comentó Claudia asombrada-
- No -Contestó divertido Benito Mondanueces- Todo lo que hay en tu plato está hecho con legumbres, frutos secos, verdura y pasta, lo hacemos así para que sea más divertido. No debes dejar nada en el plato o Pirú te dejará sin dulces.

Rufina y Claudia devoraron todo lo que había en la mesa y cuando estaban a punto de dejarse vencer por el sueño, apareció Pirú. El mago era tal y como lo había visto en los cuentos y no podía contener la emoción de tenerlo tan cerca.

- ¡Claudia, Rufina! ¡Qué alegría veros! Querido Benito, puedes marcharte a descansar si así lo deseas, eres un magnífico anfitrión amigo mío. - Dijo Pirú al ratoncito que estaba que se caía de sueño-

Niña y liebre se abrazaron al mago, felices por poder ver al fin a un personaje tan querido y famoso para todos los habitantes de Casa Encantada. Tras los saludos, se sentaron en un cómodo sofá donde el mago les contó algo muy, pero que muy preocupante.

- Queridas amigas, si estáis aquí es porque necesito vuestra ayuda para resolver un grave problema.

- Somos toda orejas - Dijo Rufina agitando las suyas, gesto que hizo reír a Claudia-
- Bien, no me andaré con rodeos. El Espíritu de la Navidad ha sido secuestrado por un mago perverso que habita en el lado oculto de la felicidad. Es un lugar peligrosísimo, lleno de encantamientos y seres que intentarán robaros el amor al menor descuido.
- ¿Y qué aspecto tiene ese mago? - Preguntó la niña-
- Nadie lo sabe, pero adopta la forma de aquello que os da más miedo. - Contestó Pirú-

Claudia se asustó, no sabía qué hacía allí ni el motivo por el cual Pirú quería contar con ella en una aventura tan peligrosa.

- Querida niña - Dijo Pirú- Sé lo que estás pensando, pero no debes temer porque yo no me separaré de vuestro lado.
- ¿Qué pasará si no lo logramos? - Preguntó Rufina-
- Que nunca más habrá Navidad y ningún niño recibirá regalos la noche de Reyes, ni habrá adornos en el árbol, ni nieve en las montañas, ni nada que os recuerde ese maravilloso tiempo que nos reúne en torno a la familia y los amigos.

Niña y liebre se quedaron asombradas. ¿Quién podía ser tan malo como para secuestrar el Espíritu de la Navidad?

- Entonces..., creo que debemos ponernos en marcha lo antes posible- Propuso Rufina- Una pregunta, Pirú: ¿Por qué nosotras? ¿Por qué nos has elegido para esta aventura?
- Porque vosotras creéis en la magia de la Navidad.-Contestó el mago-

Claudia y Rufina se miraron y asintieron. Sí, ellas creían en la magia de estas fechas y por lo tanto estaban dispuestas a correr peligros si eso salvaba a la Navidad.

Durmieron plácidamente y a la mañana siguiente, partieron hacia la cara oculta de la felicidad. Justo salían por la puerta cuando Benito se unió a la comitiva.

- ¡Un momento! ¡Si hay que salvar la Navidad, yo me apunto! - Exclamó el ratón-
- Bueno..., pues creo que ya estamos todos lo salvadores de la magia - Dijo Pirú sonriendo- ¡En marcha, chicos!

Imágenes extraídas de la web

Estaba nevando tanto que casi no avanzaban, Pirú pensó que sería buena idea llamar a su amigo Béguven, -el mago blanco-, para que les enviase un trineo, sin embargo, ningún animal estaba dispuesto a llevarlos al otro lado de la felicidad. Preocupados y un tanto decepcionados, siguieron adelante.
Con mucho esfuerzo y la noche pisándoles los talones, llegaron a una cabaña en mitad de un lugar maravilloso. Parecía habitada porque las luces estaban encendidas y salía música de su interior.

- ¡Qué bien, Pirú! Podremos descansar y tomar algo en esa cabaña - Exclamó Claudia-
- No tan rápido amiguita... -La detuvo el mago- -Hace rato vengo observando fenómenos muy extraños en el bosque. He visto criaturas con ojos muy abiertos, unas aves de plumas plateadas que andaban hacia atrás y emitían el maullido de un gato. Creo que hemos entrado en territorio de encantamientos y tenemos que extremar las precauciones, así que no os separéis de mí. Esa casa, si mi instinto no me falla, puede ser una alucinación.

Rufina, Benito y Claudia se asustaron, no esperaban que aquello fuese posible y deseaban en lo más profundo de sus corazones, que el mago estuviera equivocado.
Pirú se acercó a la puerta y dio tres golpes con el báculo. Nadie respondió.

- ¿Y si entro yo? - Preguntó Benito- Soy pequeño, no me descubrirán.
- Ni hablar, si esto es un encantamiento y desaparece cuando estés dentro, tú también desaparecerás para siempre.

Volvió a golpear la puerta y esta vez se abrió. Al fondo, una mesa llena de manjares y una chimenea encendida. Pirú no pudo contener a sus amigos.

- ¡No toquéis nada! ¡Es peligroso! - Les gritó-

En ese momento, una sombra oscura se proyectó sobre ellos y Pirú obligó a Claudia y a los pequeños a salir de allí pitando. Nada más poner un pie fuera de la casa, el bello entorno que habían visto hacía unos minutos, desapareció. En su lugar, una casa destartalada y un bosque tenebroso les daban la bienvenida.

- ¡Dios mío! - Exclamó Claudia- ¡Esto es horrible!

Benito corrió a esconderse en el bolsillo del mago y Rufina saltó a los brazos de su amiga. Detrás de Pirú, la sombra negra emitió un rugido.

- ¡Atrás mago tenebroso! - Gritó el mago agitando el báculo y creando una nube blanca que protegía a sus amigos-
- ¿Qué habéis venido a buscar aquí? - Dijo una voz metálica desde el fondo de la nube negra-

- Chicos, es Óminor, el mago de la cara oculta de la felicidad -Susurró Pirú- Ni se os ocurra pensar en nada que os dé miedo o tomará esa forma. Por favor, pensad en algo alegre, os lo ruego.

La sombra se agitó y un trueno ensordecedor tapó las últimas palabras de Pirú. Rufina estaba temblando y Claudia temía que pudiera estar pensando en algo malo.

- ¡Aguanta Rufi! ¡Piensa en las flores de Casa Encantada! Y tú Benito, en las nueces ¡Sed fuertes, chicos!

De nuevo la nube habló.

- ¡Mago Pirú! Si no me dices qué hacéis aquí, tus amigos y tú desapareceréis para siempre. Me encargaré de que mis criaturas os trasladen a la peor cárcel que podáis imaginar, una que os roba la memoria de los días alegres y os sume en la tristeza eterna.

En ese momento, Claudia no pudo evitar pensar en sus papás y en los abuelitos, en cuánto los quería y echaba de menos. No podía permitir que un mago malo se interpusiera en su aventura y mucho menos que le impidiera volver a casa.

- ¡Escúchame tú, Óminor! ¡Mago viejo y malhumorado! - Gritó Pirú- ¡Te exijo que liberes al Espíritu de la Navidad o te las verás conmigo y lo peor de mi carácter!

La nube rió con esa risa tenebrosa y heladora.

- ¿De verdad pensáis que yo he secuestrado vuestra patética Navidad? ¡Habéis sido vosotros! ¡Humanos insensatos! - Gritó mientras un dedo negro de humo se proyectaba sobre Claudia- ¡Habéis dejado de creer en la magia y por eso el Espíritu os ha abandonado!

Todos se miraron ¿Cómo era posible? El Espíritu de la Navidad había abandonado a los humanos porque ya no creían en él. Era la peor noticia que podían recibir.

- ¡No te creo, mago cascarrabias! - Le espetó Pirú-

En ese momento, la nube comenzó a tomar un color verdoso, como de hojas redondeadas que se mezclaban con pequeñas bolitas de color blanco. ¡El mago malo se había transformado en una gigantesca coliflor! 

- Pero..., ¿se puede saber quien está pensando en una coliflor? - Preguntó Benito- 
- ¿Una coliflor os da miedo? - Se giró Pirú mirándolos a todos con cara divertida-
- Esto..., chicos, he sido yo. - Contestó Claudia mirando extrañada al enorme vegetal-
- ¿Tienes miedo de eso? - Le preguntó Rufina-
- ¡Oh, no! ¡Pero odio comerla! ¡No me gusta nada! Pensando en cuánto echaría de menos a mis papás si no conseguía regresar, no sé por qué se coló la imagen de todos comiendo y de esa horrible verdura sobre la mesa. ¡Detesto comer coliflor!
- Pero.., ¿estás loca? - Habló Rufina- ¡A mí me chiflan! ¡De hecho me cuelo siempre que puedo en el huerto de tu abuelo y me las como!
- ¿Que te comes las coliflores del abuelito Claudio? ¡Pero Rufina eso es estupendo! ¡Debes comértelas todas! - Contestó la niña-
- Bueno, bueno, a ver que yo me entere. Así que tú eres quien se lleva la verdura del huerto del abuelo de Claudia - Dijo Benito- Pues eso no está bien.
- ¡Ahhhh! ¡Pero llevarte las nueces de la despensa de Casa Encantada si está bien! ¿Verdad Benito? - Dijo Pirú- Y por cierto, Claudia: ¿Has probado a poner mayonesa a la coliflor? Reconozco que a mí tampoco me gusta mucho -
- Es que donde se pongan las nueces...Especialmente si son sustraídas con sigilo y llevadas a una cómoda ratonera de Casa Encantada.
- ¡Benito! - Exclamó Claudia- Jajajajaja ¡No se debe hacer eso!
- En realidad prefiero las zanahorias - Contestó Rufina-
- ¡Estoy de acuerdo! - Sentenció Pirú apoyado despreocupadamente en su báculo-
- ¡BASTAAAAAAAAAAAAA! - Gritó la enorme y horrible coliflor que tenían a sus espaldas- ¿Es que no vais a parar de parlotear? ¡Marchaos de aquí antes de que os convierta a todos en abono para el bosque!

De repente, el vegetal volvió a tomar forma de nube negra y tenebrosa.

- Vaya.., qué mal genio se gasta este mago - Apuntó Claudia-
- ¡Marchaos! ¡Ya! - Volvió a gritar la nube-
- Una cosita, Óminor - ¿Alguna idea de por dónde continuar? - Preguntó el mago Pirú-

De nuevo, un humo negro en forma de dedo se proyectó apuntado al este y el paisaje cambió alrededor de los salvadores de la Navidad.

- ¡Oh, gracias! ¡Creo que en el fondo tu fama es inmerecida! - Dijo Pirú quitándose el sombrero y saludando a la nube que se desvaneció entre los árboles- Bien, ¡sigamos el indicador!

El grupo se puso en marcha y no habrían andado ni medio kilómetro cuando un precioso trineo tirado por un caballo aguardaba su llegada. Al fin el mago Béguven accedía a los deseos de Pirú y enviaba un medio de transporte adecuado.

- ¡Oh, qué maravilla! - Exclamó Benito- 
- Bueno, peque, no te quejes porque has venido todo el camino de bolsillo en bolsillo - Dijo Claudia al ratón-

El camino en trineo se hizo cómodo y la niña y sus amigos durmieron toda la noche al calor de uno de los hechizos de Pirú, que veló sus sueños hasta la mañana siguiente.
Estaban desayunando bajo un cielo precioso cuando algo llamó la atención de Rufina.

- Amigos, ¿qué es eso que se mueve detrás de los arbustos? 
- Esperad, iré a echar un vistazo -Propuso Pirú-

Al despejar unos matorrales, un enorme dragón salió al paso del mago. El caballo que tiraba del trineo se asustó y salió corriendo dejando al grupo sin medio de transporte y sin provisiones. 

- ¡Atrás, atrás! ¡Este es un enemigo demasiado poderoso!- Gritó Pirú-
- ¡Dios mío es enorme! - Exclamó Claudia asustada-
- ¿Alguien ha tenido una pesadilla esta noche? -Preguntó el mago mientras agitaba su báculo para que el animal no se acercara-
- ¡Yo! - Contestó Benito- Tengo mucho miedo a los dragones porque la lagartija Matilda se pasa la vida diciéndome que su tío es un dragón que vendrá a chamuscarme si no comparto con ella las nueces.
- Vaya, vaya con la lagartija.... - Susurró Pirú- Creo que a la vuelta tendré unas palabritas con ella.

En ese momento, el dragón escupió una gran bola de fuego que derritió toda la nieve que había a su alrededor.

- ¡Detrás de mí! - Gritó Pirú a la niña y a sus amigos-

Del báculo del mago salió como una pantalla invisible a ojos humanos que impedía al dragón acercarse y contra la que chocaban sus llamas.

- Mi hechizo no durará demasiado - Dijo mientras intentaba proteger al grupo-

Sin pensárselo dos veces, Claudia salió corriendo en dirección al dragón.

-¡Yo no te tengo miedo! ¡No eres más que la pesadilla de un ratón!
- ¡Claudia noooo! - Gritó Pirú que fue tras ella-

Una enorme lengua de fuego pasó por lo alto de la niña, que a tiempo, pudo agacharse y cubrirse con la nieve.

- Vaya, ¡pues sí que tiene leña en la chimenea el bicho este! -Dijo la niña sorprendida-
- ¡Lo distraeré mientras Pirú idea su hechizo! - Propuso Rufina-
- ¡No! ¡Yo iré! Es mi pesadilla, al fin y al cabo yo os he metido en esto - Dijo Benito que no dio tiempo a que ninguno de sus amigos pudiera impedir su temeraria decisión-

El ratón corrió en dirección al dragón que estaba cada vez más enfadado. Mientras, el mago recitaba en voz baja unas frases que nadie entendía y Rufina se desesperaba pensando que al final, Benito caería en manos de aquel enorme animal. Sin embargo, no contaban con la inteligencia del pequeño ratoncito que se encaramó en la cola de su pesadilla y comenzó a corretear por ella causándole unas cosquillas terribles. Intentando quitarse de encima al roedor, el dragón en un giro imposible perdió el equilibrio y cayó sobre la nieve, momento que Pirú aprovechó para lanzar un hechizo que los hizo muy, muy pequeños, tanto que eran invisibles a ojos del temible enemigo.

- ¡Corred! - Gritó el mago-

Y el grupo se introdujo por un agujero que había bajo un árbol, atravesando un largo túnel que los llevó por caminos llenos de raíces y animales que en condiciones normales, no serían más grandes que un céntimo. Anduvieron bajo tierra un largo trecho hasta que toparon con un nuevo enemigo y esta vez, no era una pesadilla, sino una araña que les cerraba el paso y se relamía ante el inesperado desayuno que se le ponía por delante.

- ¡Qué miedo! - Gritó Rufina-
- Tenemos un problema, no podemos volver a nuestro tamaño normal hasta que salgamos del túnel y no podemos retroceder y encontrarnos con el dragón - Dijo Pirú preocupado-
- No hay ningún problema, chicos, dejadme a mí. - Habló Claudia muy segura-

La niña se adelantó a sus amigos y en un rápido gesto enganchó la pata de la araña que no lo esperaba y se quedó paralizada.

- ¡Ayudadme! - ¡Necesito que me deis el resto de patas! -. Gritó Claudia-

Mago y animales corrieron hacia la araña y se engancharon de sus patas, una a una se las fueron pasando a la niña sin que la enemiga pudiera hacer nada y antes de lo que esperaban, las había anudado todas y el animal yacía inmovilizado en el suelo.

- ¡Arañas a mí! Mi abuela Antoñita me enseñó a hacer los nudos con los que ataba las morcillas en su comercio de La Parrilla. ¡No se me resiste ni uno! - Dijo la niña toda orgullosa por su hazaña- 

- Increíble... -Susurró el mago- Tienes que enseñarme ese truco, querida Claudia.
- ¡Eso es cosa de abuelita, Pirú! 

Todos rieron mientras avanzaban por el túnel.

- Rápido, tenemos que salir de aquí antes de que la araña logre desatarse - Dijo Rufina que iba en cabeza-

Lograron ver una luz y sin tiempo que perder salieron al exterior donde les esperaba una agradable sorpresa: el trineo y el caballo aguardaban bajo el árbol del que acababan de salir.

- ¡Yupiiii! ¡Volvemos a tener medio de transporte! - Exclamó feliz Claudia-
- ¡Y comida! - Añadió el ratón-
- Por Dios, Benito, ¿es que no puedes pensar en otra cosa? - Preguntó Rufina-

Volvieron a coger el trineo y acabando el día llegaron a un castillo hermoso, cubierto de un cielo brillante y encendido que dejó a los amigos con la boca abierta de asombro. 



- Y aquí es donde vive el Espíritu de la Navidad - Explicó Pirú mirando el castillo-
- ¿Y cómo lo reconoceremos? - Preguntó Claudia.
- Mira arriba, es la estrella más hermosa de cuantas ves -Contestó el mago-

Caminaron hasta las mismas puertas del castillo y una vez allí, una amable señora recibió a los viajeros.

- Pasad, os estábamos esperando - Dijo sonriendo- Seguidme.

Atravesaron unas bonitas estancias decoradas con motivos navideños, allí parecía que la Navidad durase todo el año aunque en el ambiente no había felicidad. Pequeños elfos iban de acá para allá  como si aburridos no tuvieran nada que hacer, otros permanecían sentados frente a la chimenea mirando las llamas. Se les veía tristes y cabizbajos, pero al paso de Claudia la sonrisa se prendía en sus rostros.

- ¡Es una niña! - Susurraban entre ellos sonrientes-

- ¿No deberían estar haciendo juguetes? - Preguntó Benito a Pirú- Son los elfos de Papá Noel, ¿no?
- Sí, pero si los humanos ya no creen en la magia, ellos no tienen trabajo.
- Lo que significa que la mitad de niños del mundo no tendrán regalos este año - Aclaró Rufina-

En la sala siguiente había tres tronos vacíos, a Claudia se le encogió el corazón porque sabía perfectamente a quienes pertenecían.

- ¿Son los tronos de los Reyes Magos? - Preguntó preocupadísima a la señora que los guiaba-
- Así es hijita, pero este año no han venido.
- Lo que significa que la otra mitad de niños del mundo, este año no tendrá regalos - Volvió a aclarar Rufina-
- Tal vez podamos arreglarlo, no desesperéis - Habló Pirú animando a sus amigos-

Por fin salieron a una terraza sobre la que lucía la más hermosa estrella de cuántas habían visto jamás.

- Mmmm, ¿quien anda ahí? -Dijo la estrella despertando de su sueño-
- Espíritu de la Navidad, soy el mago Pirú y estos son mis amigos: Benito, Claudia y Rufina.
- ¿Eres humana? - Preguntó la estrella a la niña-
- Así es, Espíritu, hemos venido a rogarte que vuelvas a iluminarnos por Navidad.
- No puedo, querida niña, habéis dejado de creer en mí y ya no pinto nada en la vida de los humanos.  Ellos pasan sus días mirando las pantallas de los teléfonos y se olvidan del cielo que hay sobre sus cabezas. Algunos, se ríen de los pocos que aún tenéis esperanzas y eso..., me pone muy triste.
- ¡Oh, no! ¡Te juro que no todos hacemos eso! Y si nos abandonas a los que creemos en ti, el mundo será un desastre. - Dijo la niña-
- ¿Y qué me ofrecéis a cambio para que regrese? - Preguntó la estrella-
- ¿Te sirve mi amor? - Contestó Claudia extendiendo las manos hacia adelante- Te ofrezco mi amor, todo el que siento por mi familia y amigos, todo el que siento por Pirú y mis entrañables Rufina y Benito. Todo el que guardo en el corazón para los abuelitos. Mi corazón está lleno de amor y yo te lo ofrezco, no tengo nada más.
- El amor de un sólo niño en el mundo debería ser suficiente - Dijo Pirú- Pero te ofrezco mi magia y mi ayuda para protegerte.
- Por si no lo es - se adelantó Rufina- Te regalo mi amor por el bosque-
- ¡Y yo te regalo mis nueces! -Gritó Benito dando un salto.

La intervención de Benito hizo a reír a todos, incluida la estrella.

- Vaya, vaya..., me habéis convencido - Sonrió el Espíritu de la Navidad-
- ¡Biiiiiiieeeen! -Exclamaron Pirú y sus amigos dando saltos de alegría-
- Oh, oh.., tenemos un problema -Dijo Claudia-
- ¿Sí? ¿Cuál? -Preguntó Benito-
- Quedan dos semanas para Navidad y ni Santa Claus ni los Reyes Magos han venido. - Contestó la niña-
- ¡No hay nada imposible para el Espíritu de la Navidad! Mirad abajo -Habló la estrella-

En la puerta del castillo había aparcado un trineo con renos y tres camellos.

- ¡Son ellos! - Gritó Rufina loca de alegría-
- Y ahora si me disculpáis, tengo que expandirme para llegar a todos los rincones del mundo. Gracias por haberme convencido y recordad: La Navidad no son las luces y el árbol, ni los regalos, ni la comida..., la Navidad es el amor que os tenéis los unos a los otros, la Navidad es recordar a los que ya no están y saber que nos miran desde el cielo, la Navidad es reunirse en torno al Niño Jesús para pedirle que nos haga mejores personas, la Navidad es ... AMOR.

Y dicho esto, una explosión de luz iluminó la noche y todo se cubrió de hermosas estrellas hasta el fin del mundo y más allá. Sobre sus cabezas se formó un corazón de polvo de estrellas que los avisó de algo que sintieron muy adentro: ¡La Navidad había llegado!



Bajaron corriendo por las escaleras y se dieron cuenta de que todo en el castillo había cambiado. Los elfos de Santa trabajaban en un taller mientras otros le ayudaban a leer las cartas de los niños, no había tiempo que perder. En otra sala, los Reyes Magos recibían sus cartas sentados en los tronos mientras los pajes fabricaban los regalos. ¡Todo volvía a la normalidad!


- ¡Qué maravilla! ¡Mira Pirú! - Decía Claudia señalando a todos lados-

La señora que los acompañó a la terraza, los llevó también de vuelta al trineo, pero no al que habían traído, esta vez volverían a Casa Encantada en un trineo muuuuy especial.

- ¡Es el trineo de Santa Claus! - Exclamó Pirú al verlo-
-  Sus Majestades ofrecieron los camellos, pero al final decidieron que el trineo sería más cómodo - Aclaró la señora misteriosa-
- ¡Oh por Dios, esto no se lo van a creer mis amigos cuando lo cuente en el cole! - Contestó la niña-

Montaron felices en el trineo mientras salían a despedirlos el mismo Papá Noel, sus elfos y Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, que sin que Claudia lo supiera, le habían entrado en el bolsillo del pantalón una carta. 
El trineo tenía algunos paquetes, regalos para todos por adelantado de parte de los magos de la Navidad. ¡Por devolverles el trabajo! Les habían dicho.

- ¡Aaaaaaaaaarriba! - Exclamó Pirú mientras los renos se elevaban por el cielo- 


De regreso a Casa Encantada, Claudia ayudó a decorar al casa, ¡Santa le había regalado un vestido y unas medias alucinantes!


Y cuando estuvo todo en orden, se despidió de sus amigos para regresar a su casa y retomar la vida justo donde la había dejado, junto a la chimenea.

- No me gustan las despedidas - Dijo Claudia apenada-
- ¡No lo es! Ahora que sabes cómo venir a Casa Encantada, te esperamos cuando quieras y si no..., siempre puedes utilizar esto.

Pirú le entregó la rosa mágica con la que podía comunicarse con él. La niña abrazó a todos y regresó por la chimenea. El abuelito Claudio seguía dormido y eso era estupendo porque así no vería la cantidad de regalos que traía y pudo colocar estratégicamente. Luego miró el reloj y comprobó que había pasado media hora desde su marcha. Estaba encantada con la magia, había vivido días fueras y en casa sólo habían pasado unos minutos.
Tapó bien al abuelo para que no se constipara y se sentó junto a la chimenea, de repente sintió algo en el bolsillo, era la carta que Sus Majestades: Melchor, Gaspar y Baltasar le habían entregado sin que se diera cuenta.

"Para Claudia, la princesa de la Navidad:

Querida niña, guarda esta carta para siempre, en ella encontrarás esperanzas cuando pienses que ya no quedan, cordura cuando el mundo parezca volverse loco y un poco de locura cuando las cosas se pongan demasiado serias.
Cada letra que lees está escrita con paciencia, para que te guíe en la vida. La tinta es sabiduría, traída desde la estrella más brillante del cielo y el papel es el soporte del mundo: EL AMOR. Guarda el amor en el corazón pues de uno enorme naciste tú, el de mamá y papá. Sí, los dos forman un solo corazón que un día te soñó y de ese sueño hermoso viniste al mundo.
Cuida la vida que te rodea, ama a las personas, respeta a los animales y a la Naturaleza pues todo lo creó Dios para ti y tú tienes la responsabilidad de dejarlo a los demás como él te lo entregó. La vida es hermosa, disfrútala, Claudia.

SSMM Los Reyes Magos de Oriente: Melchor, Gaspar y Baltasar.

P.D.: Sabemos que has sido buenísima, prepara agua para los camellos y unos dulces para nosotros, pasaremos por casa la noche del 5 de enero, ¡y estaremos hambrientos!. Un beso grande"




Con cariño para mi sobrinita Claudia, para que nunca, nunca, nunca deje de soñar y el Espíritu de la Navidad la visite cada año de toda su vida.
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!


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sábado, 20 de noviembre de 2021

SALVANDO A SANTA CLAUS.

Era sábado cercano a Navidad y una de las cosas más divertidas que podían hacer Álvaro y Candela era acompañar a sus padres al centro comercial para comprar chuches, ver el gran árbol adornado con sus bolas y sus cintas brillantes, admirar las luces y conseguir hablar con Papá Noel. Eso había dicho Álvaro mientras desayunaban, Santa estaría en el centro comercial a partir de las doce, así que los nervios también estaban invitados aquella mañana.
Candela comenzaba a quejarse de cansancio mientras recorrían tiendas y más tiendas buscando artículos para decorar la casa, pero su hermano estaba vigilante por si Papá Noel aparecía de un momento a otro.

- Candela son las doce, ya mismo podremos ir a ver a Santa Claus - Dijo el niño-
- Yo lo que quiero es sentarme y comerme unos gusanitos.
- Mira que eres aburrida..., pues yo no me voy de aquí sin pedirle un perro para poder sacarlo a pasear con el abuelo Pepe.
- ¡Y yo unos tacones! 

La mañana transcurría lenta, hasta que al fin, Álvaro distinguió una figura a lo lejos; alguien vestido de rojo con una gran barba blanca le saludaba con sus manos enguantadas.

- ¡Candela, mira! ¿Es a mí? ¿Me está diciendo hola?

El niño salió corriendo hasta parar en los brazos de Papá Noel que lo elevó por los aires.

- ¡Bueno, bueno,bueno! ¿A que tú eres Álvaro? Y aquella de allí que nos mira con cara de sorpresa es tu hermana Candela. ¡Vamos pequeña!, ¡no tengas miedo y ven a abrazar a Santa! -Dijo alzando la voz para que la niña pudiera oírle-

Nada más oír su nombre, Candela corrió a dar un enorme abrazo a Papá Noel que rió feliz de tener cerca a los niños, pues ellos son la magia de la Navidad.

- Veamos, mis pequeños. ¿Tenéis alguna petición especial para mí? - Preguntó a los hermanos.
- ¡Síiiii! - Quiero un perro, lo necesito para ir a pasear con el abuelo Pepe- Se adelantó Álvaro.
- ¿De verdad quieres un perro? ¿Eres un niño responsable? Santa no regala animales a niños que no se ocupan de ellos. Debes quererlo mucho para que yo pueda traerte ese regalo. -Dijo Papá Noel-
- Si en realidad el perro es para el abuelo, para que lo lleve cuando salga al campo. - Contestó el niño-
- ¡Eso está mejor! Y tú, Candela, ¿qué deseas que te regale por Navidad?
- ¡Coloretes! Quiero coloretes y unos tacones como los de mamá.
- ¿No eres muy pequeña aún para eso?
- ¿Y un móvil para hacerme fotos? - Preguntó Candela con cara pícara-
- Veamos qué puedo hacer. - Contestó Santa guiñando un ojo a la niña.
- Queremos algo más - Dijo Álvaro mientras miraba a su hermana-

Los niños hablaron muy bajito a Papá Noel, era una petición especial que nadie más podía saber.

- Y eso es lo que queremos para la abuela Reme. - Dijo al fin Candela-

Santa miró a los niños y les prometió hacer realidad su milagro de Navidad, a cambio, durante una semana tendrían que ser buenísimos, hacer caso a mamá y comerse todo lo que les pusieran. Quedaron en verse el siguiente sábado, dos días antes de Nochebuena.

- ¿También tengo que comerme los pimientos verdes? - Preguntó Álvaro.
- Por supuesto... - Contestó Santa muy serio-
- ¿Y no los puedo cambiar por el estofadito del abuelo Pepe? 
- Vaaale, pero no puedes dejar nada en el plato ¿Entendido? - Le dijo Santa sonriendo-
- ¡Entendido! 

Candela estaba muy feliz y Álvaro no digamos, se fueron corriendo a cumplir su promesa y a esperar que los días pasaran pronto para ver de nuevo a Papá Noel.
La semana pasó lentísima, los niños se portaron bien y aunque protestaban un poco en la comida, dejaban los platos vacíos cada vez. En el cole, eran los más obedientes y a la hora de dormir, los primeros en irse a la cama. 

- Oye Candela, ¿Se enfadarán los Reyes Magos porque hemos hablado con Santa Claus?
- ¡Qué tonterías dices, hermano!. ¿No ves que todos son mágicos? No se pueden enfadar porque son amigos. Hay muchos niños en el mundo y claro..., se tienen que repartir para que ninguno se quede sin regalos.
- Tienes razón... - Dijo Álvaro. ¿Nos dormimos ya?
- Sí porque además, seguro que los pajes de los Reyes también ayudan a Santa y como sean unos chivatos le dirán que nos hemos ido tarde a dormir.

Al fin llegó el deseado sábado, volvían al centro comercial para hablar con Papá Noel y decirle lo bien que se habían portado. Sin embargo, nada más entrar notaron algo raro, todo estaba cambiado y la decoración no era la misma. La oscuridad reinaba donde hacía una semana la luz era la gran protagonista.

- Pero..., ¿qué ha pasado aquí? - Preguntó Candela - Es como si la Navidad hubiera desaparecido.
- Tienes razón. Mira qué juguetes tan horribles y esas ventanas oscuras... Será mejor que busquemos a Santa para saber qué está pasando.

Los niños iniciaron la búsqueda hasta que al fin dieron con Papá Noel..., o eso creían.
El primero en hablar fue Álvaro.

- Hola Santa Claus, estamos aquí tal y como te prometimos la semana pasada. 
- Niño, ¿no ves que estoy muy ocupado colocando estas luces? - Contestó Papá Noel-
- Pero..., ¡nos dijiste que viniésemos hoy!  - Habló Candela casi llorando-
- ¿Yo? ¿ Y para qué si puede saberse? 
- Nuestro milagro de Navidad..., si nos portábamos bien durante esta semana nos lo concederías - Explicó Álvaro-
- No sé nada de eso, os estáis confundiendo. Ahora, si me disculpáis, tengo mucho que hacer y no puedo perder el tiempo con vosotros - Dijo Santa Claus apartando a los niños-

Álvaro y Candela se quedaron muy tristes, pero en seguida la pequeña reaccionó.

- Hermano, ¡ese no es el verdadero Santa Claus! Es un maleducado y además no quiere a los niños.
- Tienes razón, no tiene ni idea de lo que hablamos con el auténtico Papá Noel la semana pasada.
- Y si no es él...¿Dónde está entonces el auténtico Santa?

Los pequeños se quedaron pensativos, a dos días de la Navidad, ¡Santa Claus había desaparecido! Se marcharon un poco tristes, todo el esfuerzo que habían hecho durante la semana, al parecer, no serviría de nada. Sin embargo, al llegar a casa, debajo del árbol de Navidad había una carta sujeta por dos velas que ponía: "PARA ÁLVARO Y CANDELA".

- ¡Yo no se leer! - Exclamó Candela- Mira a ver qué pone.

El niño leyó como pudo aquellas letras. 
Queridos Candela y Álvaro:
He pedido a uno de mis elfos que os haga llegar esta carta lo antes posible, pues es muy urgente. Hace tres días, volví al Polo Norte para supervisar la fabricación de dulces y juguetes y cuando iba a regresar para acudir a nuestra cita, alguien me dijo que un falso Santa Claus estaba haciendo llorar a los niños y retirando toda la decoración navideña. En seguida me puse en marcha con mi trineo y mis renos, pero un extraño hechizo me impide llegar hasta vosotros. ¡Necesito que me ayudéis! Hablad con vuestros amiguitos y poneos a pintar cosas relacionadas con la Navidad, deben ser dibujos que contengan muchos sentimientos buenos, para que se rompa el hechizo y pueda estar con todos vosotros la noche del 24. ¡Quedan dos días! 
Os abraza...,
Santa.

Candela miró a su hermano con preocupación.
- ¿Nos dará tiempo? 
- ¡Por supuesto! Vamos a decirle a mamá que organice esta tarde una merienda, invitaremos a nuestros amigos y les contaremos el problema. Ellos avisarán a más amigos y estos a más y a más. ¡Hay que rescatar a Papá Noel!
- ¿Y bastará con eso? ¿Dibujar?
- Pronto lo sabremos. ¡En marcha!

Esa tarde, la casa se llenó de niños dispuestos a dibujar con el corazón, reunidos en torno a una buena merienda organizada para salvar la Navidad.


- Bien, hemos conseguido veinticinco dibujos y mañana tendremos muchos más. - Dijo Álvaro- Después nos iremos al centro comercial a desenmascarar a ese falso Santa Claus.

El día amaneció nevando, lo cual puso muy felices a todos los niños de Córdoba porque no era algo habitual. Candela pensó que era una buena señal. Se arreglaron y convencieron a mamá para que los llevara de nuevo al centro comercial.

- ¿Pero qué os ha dado a vosotros con ese sitio? ¡Qué dos! 
- Siiii, mami, es que tenemos que hablar con Santa Claus y darle todos estos dibus! - Dijo Álvaro.
- Madre mía, cómo estáis de locos. Venga, subid al coche. 

Llegaron y salieron pitando hacia el lugar donde el falso Papá Noel estaba sustituyendo los adornos de Navidad por cosas espantosas. Al ver a los niños armados con dibujos se detuvo.

- ¿Qué hacéis aquí?
- Hemos venido a desenmascararte. ¡Farsante! - Le gritó Álvaro mientras agitaba los folios delante de las narizotas de aquel tipo-

En ese momento, cientos de niños entraron en el centro comercial con sus dibujos, con los brazos en alto, sonriendo y dispuestos a recuperar la Navidad.

- ¡Estás rodeado, falso Santa! - Dijo un niño pelirrojo mostrando un dibujo donde aparecía él con su familia en torno al portal de Belén y con un precioso árbol de fondo-
- ¿De verdad creéis que con unos cuantos dibujos vais a hacer que Claus regrese? ¡Este año no habrá Navidad! E igual que he secuestrado a Papá Noel, secuestraré a los Reyes Magos para que ningún niño del mundo tenga regalos! - Gritó el impostor-

Al oír aquello, los niños se pusieron muy tristes, no era posible que aquel ser malvado robara la ilusión de tantas personas. Entonces, una niña empezó  a cantar y a esta le siguieron más y más hasta que las voces infantiles se elevaron al cielo.

Feliz Navidad Deseamos. Coro de Niños de la Fundación Piedad.

- ¡Vamos! ¡Más alto, chicos! -Gritó Álvaro mientras corría entre los niños haciendo que cantaran más y más fuerte-

Y entonces, sucedió algo. Una espiral dorada envolvió el lugar, era el amor de los niños del mundo que se habían unido para frenar la maldad. Un túnel luminoso se llevó, no solo al falso Santa Claus, también aquella espantosa decoración que nada tenía que ver con la época más bonita del año.

Vieron igualmente cómo algunos personajes atravesaban aquel agujero, sin duda debían ser seres malvados que iban a ser transportados a algún lugar donde seguro, les buscarían algún remedio.

- Mira Candela..., están volviendo a aparecer los árboles de Navidad... - Dijo Álvaro emocionado-

Poco a poco las cosas volvían a la normalidad y los niños se abrazaban felicitándose y deseándose lo mejor para ellos y sus seres queridos. Una vez más, habían demostrado a todos que solo el AMOR  puede salvar el mundo y que los malos, hagan lo que hagan, jamás podrán contra los buenos sentimientos.
Era 23 de diciembre, había llegado la noche y en casa de Candela y Álvaro había un invitado muy especial.
- ¡Prueba este chocolate, Santa! Lo ha hecho la abuela Reme y está..., ¡delicioso! - Dijo Candela ofreciendo a su invitado una taza calentita de la exquisita bebida -
- ¡Si sigo comiendo a este ritmo mañana no voy a caber por ninguna chimenea, puerta o ventana! - Exclamó Papá Noel riendo a carcajadas-
- ¿Tendremos nuestro milagro de Navidad? -Preguntó Álvaro con los ojos encendidos por la curiosidad-
- Por supuesto, pequeño. Habéis sido valientes, buenos y generosos, tenéis el corazón lleno de amor y es ahí donde se produce el milagro. Estad atentos a la noche de Nochebuena, entonces y solo entonces, eso que tanto deseáis comenzará a suceder. Prometo que nada malo ocurrirá  a quienes queréis y que atravesaréis la vida de la mano de aquellos que tanto os quieren. Y ahora....¡Me debéis un abrazo!

Los niños corrieron a abrazar a su amigo especial llenos de felicidad por saber que aquello que ellos y todos deseamos, al fin se hará realidad.
Y así fue como los niños de Córdoba salvaron la Navidad un diciembre del año 2018.


Para mis sobrinos Álvaro y Candela a los que tanto les gusta Papá Noel, para que esta Navidad les traiga todo aquello que merecen ahora y durante toda su vida. ¡Feliz Navidad! ¡Ho, ho, ho!