lunes, 23 de marzo de 2015

EL SÓTANO DE CASA ENCANTADA

El cielo se había llenado de nubes panzonas. Algún ángel de mofletes hinchados coloreaba con su pincel el cielo, y tanto empeño ponía que a no mucho tardar, las nubes cederían a las cosquillas y toda el agua contenida en sus bocas se esparciría por Casa Encantada.
Consuelo y Mencía estaban aburridísimas, aunque era primavera, el tiempo no daba tregua y la lluvia visitaba aquellos parajes día sí y día no.
Tenían un perrito que obedecía al nombre de Tito, eso había provocado confusiones muy divertidas en la familia. Hoy Tito estaba impaciente por salir, pero la mamá de las niñas no tenía la más mínima intención de consentirlo.

- Oye Mencía, ¿y si nos salimos sin que mamá se entere? Podemos ir a buscar a Lola y Paquito para hacer una excursión al sótano de la casa grande. ¿Hace? - Pregunta Consuelo deseosa de salir de aquella monótona tarde-
- ¿Al sótano? -Contesta Mencía con los ojos de par en par- ¿Estás loca? Mamá dice que allí vive el fantasma de Mariana. 
- ¡Cobardica! - Le espeta girándose para buscar a Tito y marcharse-
- ¡Espera, espera! Está bien iré contigo, pero cuando mamá se vaya a su siesta.

Doña Martina, la mamá de las niñas, no tardó en recoger la casa e irse un ratito a descansar, momento que los intrépidos aventureros aprovecharon para salir a toda prisa en busca de sus amigos. Ya en los alrededores de Casa Encantada....


- ¿Estáis seguros de que queréis bajar al sótano? - Preguntó Lola- Ya sabéis lo que se cuenta...
- ¡Oh, vamos! ¡Eso son enredos de nuestras madres para tenernos asustados! - Contestó Paquito-

El primero en dirigirse a la casa fue precisamente Paquito, seguido de Tito que saltaba y retozaba entre las hierbas. El chico era muy alto para su edad, tenía 11 años y el pelo negro como el carbón de los alrededores. Era el mejor cazando ranas y nadie le superaba en aventuras arriesgadas. 

- ¿Qué hacemos si sale el fantasma? - Preguntó Consuelo-
- Traigo el mechero de mi padre, seguro que cuando vea las chispas sale corriendo - Contestó el niño mostrando una larga mecha que acababa amarrada al artilugio en cuestión-

En la casa había trajín de gentes arriba y abajo, hacía tiempo que ya no albergaba las oficinas de las minas, pero estaba habitada por una familia del pueblo que alquilaba algunas habitaciones para hacerla rentable. La silueta de una mujer se intuyó tras la cortina del último piso y Mencía dio un respingo.

- ¡Es doña Marta!
- ¡Deja de hacer aspavientos! - Exclamó Consuelo agarrando del brazo a su hermana!

Lola estaba muy callada, en realidad aquella aventura no le hacía mucha gracia. Había oído que el fantasma de Mariana llamaba a los niños y que éstos, como hipnotizados acudían a la llamada y jamás volvía a saberse de ellos. Si su madre se enteraba de lo que andaban tramando..., estarían castigados hasta verano.
Con mucho sigilo se colaron en el sótano, fue Paquito quien descubrió la trampilla y una tras otra, su hermana y sus amigas de correrías fueran pasando. Un viento cálido les rebotó en la cara y el olor a humedad se hizo intenso y pesado. Tito reculó temeroso hasta esconderse tras las piernas de Mencía, el joven labrador no se sentía para nada tranquilo en aquel lugar-

- Huele como a muebles antiguos - Dijo Lola-
- Son papeles - Aclaró Consuelo- Debieron dejarlos aquí cuando se marcharon los ingenieros. ¿Echamos un vistazo?

Los cuatro avanzaron por el enorme sótano lleno de enseres de todo tipo. Además de sillas apiladas, cajas de diverso tamaño, muebles y los consabidos papeles, había una zona con viandas destinadas a las cocinas de la casa. 
El ambiente se volvía denso, el aire estaba caliente y costaba respirar pero los niños no habían bajado allí para nada. Al fondo, unos baúles medianos tenían toda la pinta de guardar secretos, así que sin pensarlo mucho, rebuscaron algo para hacer palanca y abrieron uno. En su interior aparecieron ropas de una niña más o menos de su edad, pero eran antiguas, como de otra época.

- ¡No toquéis eso! - Gritó Lola ¿Y si son del fantasma?
- ¿Estás tonta? ¡Los fantasmas no existen! - Contestó su hermano que poco sorprendido con el hallazgo estaba indagando en los archivos que contenían informes de las minas-

- Mira éste Mencía..., es precioso - Dijo Consuelo acercándose uno de los vestidos- 

Era celeste y tenía un encaje beige por encima. Encontraron un bolsito a juego con una M bordada. Se miraron y de repente todos pensaron lo mismo.

- No será eme de.... - Lola dejó la pregunta flotando en el aire viscoso-

En ese momento, el perro que había permanecido pegado a sus dueñas,  salió corriendo y en el camino tiró varias cacerolas que hicieron un ruido ensordecedor. Los chicos gritaron asustados.

- ¡Tito!, ¡Tito vuelve! - Llamó Consuelo-, pero el can, ya estaba muy lejos de aquél sótano lleno de misterios.

De repente, una sombra cruzó la estancia y los niños contuvieron la respiración.

- ¿Qué es eso? - Preguntó Lola asustada-
- Es sólo una sombra - Contestó Paquito queriéndose hacer el valiente sin conseguirlo-

La sombra se proyectaba en la pared, tenía una falda larga y en la mano algo así como un hacha. Sin duda..., era Mariana que molesta por la visita de los intrusos, había regresado del más allá para castigarlos.

- ¡Por favor, no te enfades! - Habló Consuelo a la sombra- No tocaré más tu vestido, lo dejaré en el baúl y nos marcharemos, pero no nos lleves por favor-

Los sollozos inundaron el sótano, los niños estaban realmente aterrados y aquello no había hecho nada más que empezar. Al cerrar el baúl, varias cajas se vinieron al suelo como si alguien desde la nada las hubiese empujado. Un grito infernal se escuchó y muchas más cosas cayeron sin sentido. Los niños comenzaron a gritar y la sombra se hizo aún más y más grande...

- ¡Nooo, no por favor, no nos hagas daño! - Suplicó Paquito mientras intentaba encender el mechero para asustar al fantasma de Mariana-
- ¿Pero se puede saber qué hacéis aquí abajo? - Se escuchó una voz conocida-
- ¡Don Ramón! - Exclamaron los niños a la vez.

Don Ramón era el jardinero de Casa Encantada, al escuchar ruidos en el sótano se había acercado para ver qué sucedía. La sombra que los niños habían visto proyectada en la pared era la suya y el vestido largo, el mandil que utilizaba para sus menesteres. El hacha, la azada de trabajar las flores.

- ¿Qué le habéis hecho al gato de don Leonardo? Ha salido de aquí como alma que lleva el Diablo y mirad la que ha formado - Dijo don Ramón disgustado-
- ¿Era un gato? - Preguntó Mencía comenzando a comprender.
- ¡Pues claro! ¿Es que no habéis oído su maullido? El animal viene aquí a estar tranquilo, que en los alrededores hay muchos perros y no lo dejan en paz. Bueno.., y algún que otro niño revoltoso... - Dijo revolviendo el pelo de Paquito-

Los chicos suspiraron aliviados, sin embargo..., había una pregunta más.

- Don Ramón ¿Y el fantasma de Mariana? Hemos encontrado su ropa y un bolso con una M bordada en ese baúl. - Señaló Consuelo en dirección al arcón-
- ¿Esos baúles? Son de doña Marta, la dueña de la casa. En ellos guarda las ropas de cuando era niña y en los otros la de sus hijos. ¿Pero qué tenéis vosotros que enredar ahí?
- Es que..., pensábamos... -Paquito dejó la frase en el aire-
- ¡Andad, tirad de aquí si no queréis que informe de ésto a vuestras madres!. Y no volváis a entrar sin permiso ¿Entendido? - Les regañó don Ramón-
- Entendido - Asintieron a la vez-
-¡Pues marchando!, y dejaos de historias de fantasmas, los fantasmas no existen si no es en vuestra imaginación.

Los niños abandonaron el sótano un tanto decepcionados, afuera les esperaba Tito así que con toda la tarde por delante, aún podían pensar en una nueva aventura.
La puerta del sótano se cerró y al fondo, una luz tenue se encendió en una vieja lámpara. Un cuento se abrió y pasó las páginas.

- Algún día, les daré un buen susto a estos mortales.

DEJEMOS QUE LOS NIÑOS CONSERVEN SU MÁS PRECIADO TESORO: LA FANTASÍA. 

miércoles, 18 de marzo de 2015

TARDE GRIS

El cristal llora lluvia, desciende por la mejilla fría y dorada de la ventana. No hay luz, sólo puentes de nubes en el cielo que van a ninguna parte. Bueno sí, a las tardes áureas de junio.
Hoy vuelven los cielos agrios de invierno mientras el sol jadea por alcanzar su meta. No llegarás, aún no, y como muestra de poder enseña unos harapos de luz incapaces de atravesar la panza espesa de las nubes. Esfuerzo baldío en esta tarde de sombras.
Navegan las horas, las estrellas vendrán e iluminarán tu mejilla, yo pondré los labios inmóviles sobre tu recuerdo y luego me retiraré. Qué importa que así sea corazón, si no estarás para verte. 
A veces me pareces un niño asomado a mares azules, vestido de risa con arrugas en los ojos y flores en el pelo rubio de sol y sal.
El agua cae como si fueran hojas, más no se llevan tu memoria.

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805

martes, 17 de marzo de 2015

LETRAS DE BAR


El aire venía cargado de olores esa mañana, salía del hospital con los ojos enrojecidos a causa de una noche larga repleta de despertares y ruidos propios del lugar. El frío rebotó en mi cara y lejos de molestarme lo agradecí, tal vez de ese modo distraería mi mente empeñada en arruinarme el ánimo para todo el día. Miré al cielo, estaba emborronado por unas nubes que más que algodón parecían humo de chimenea. Probablemente detrás estuviese el azul pero de momento…, ni rastro.
Me cruzaba con otras gentes, nadie daba los buenos días y los míos se quedaban flotando en el aire, buscando unos labios que quisieran acogerlos y devolverlos con una sonrisa. No tuve suerte.
Ya en el bar, gentes iban y venían cargando sus vidas y sus historias. Eso pensé nada más sentarme en el reducido espacio que había entre mi silla y la del parroquiano de atrás. Entrar mis piernas en el hueco no fue fácil, pero el chico que ocupaba el asiento que obstaculizaba la maniobra, no estaba por la labor de facilitarla. 
Frente a mí, un grupo de médicos y enfermeros desayunaban con gran algarabía. Uno de ellos, relataba una historia que tenía encandilados a los demás, sus gestos histriónicos arrancaban risas y palabras de aprobación a su particular “cla”, totalmente entregada al guapo galeno. Por unos instantes me quedé observándolo, no parecía demasiado alto, sus rasgos y su marcado acento andaluz delataban a las claras su procedencia; era el típico hombre del sur de tez aceitunada y cabello zaíno al que tímidamente se habían tejido algunas hebras plateadas. Tenía los ojos enormes y en uno de sus barridos por el bar se chocaron con los míos que, como de costumbre, corrieron a esconderse. Me sentí como una niña pillada en falta, avergonzada me sumergí en la lectura del libro que traía entre manos a la espera de que llegara mi tostada con el té, algo que no tardó en suceder. La bebida era amarga en extremo, ni todo el azúcar del mundo podía disimular la pésima calidad de aquellas hierbas que al menos, calentaban el espíritu. 
Mientras desayunaba enterré mis ojos entre las letras del libro, aunque intentaba seguir el hilo de la historia, la voz de aquel hombre que unos minutos antes me había resultado tan atractivo, distraía mi empeño por centrarme en el texto. No me atreví a levantar la mirada, así que no sin esfuerzo me propuse seguir enzarzada en las aventuras de los neutrinos y su victoria en la carrera contra la luz. Entre sorbo de té y bocado de tostada desfilaron el gato de Schrödinger, los parabienes de la fusión nuclear y el Bosón de Higgs, sin embargo, por las esquinas de la atómica historia se coló un pensamiento o más bien, una pregunta. 
- ¿Por qué huyes siempre de la belleza? 
Y un nudo (ahora estaría bien decir gordiano), se echó en mi garganta. La tristeza me aplastó con una losa pesada cargada de años y recuerdos. Para colmo de males, aparecía una expresión en el libro, más bien una palabra, que agitó la poza de los sentimientos e hizo que los esfuerzos por concentrarme en lo que leía se diluyeran. Me sentí pequeña, tanto que si levantaba los ojos de las letras no lograría sobresalir por encima de ellas ni un centímetro. Atravesada por el lacerante pensamiento, mi corazón rebosó de amargura ¿Por qué huyo de la belleza? 


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SENTENCIA

Detrás de la lluvia se intuía su figura desdibujada.  Nunca supe si iba o volvía de un pasado que los demás se empeñaban en devolverle.
Yo no actuaba. Figura inmóvil, espectadora de años a la espera de una explicación que se llevó en los labios. Yo, era su pasado, pero no el de carne y hueso, sino el de humo desvaído en sus recuerdos.
Cumplida mi condena, te declaro culpable.

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domingo, 15 de marzo de 2015

NIEBLA


La noche me saluda, lleva la muerte dentro porque durará las horas suficientes para que salgan los fantasmas.-Silencio- Todos guardamos silencio, no hay sonido, solo el gas congelado de la niebla que nos devora al pisar la calle. La niebla es como lágrima noble, como estelas de ceniza, como memoria encerrada en su recinto de terciopelo gris.
Atrás quedan las palabras liberadas de prisión, misteriosas y a veces despiadadas con los corazones en los que remansan. Sonrisas, chanzas, preguntas que se esconden tras la implacable espuma donde la noche se suicida acorralada por las horas.
Entonces le dije: "La historia que mejor termina, es aquella que jamás comienza" Pero las palabras resonaron perversas como la lluvia sobre la tumba reciente. Y me marché recogiendo los harapos de mis recuerdos bajo la neblina gris, gris como aquellos ojos que un día dejé al borde de un porqué, de un te quiero...
Tenías que ser tú - hablé a mi corazón- quien pusiera ese puñal en mi lengua. 

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CONVERSACIÓN


—Yo sé quien soy, a veces cursi rezagada de otro siglo que lee poesía mala del XIX —susurró la mujer entornando los ojos.
—¿Qué entiendes por poesía mala? —preguntó su acompañante.
—No lo sé, porque entender de poesía es no saber nada. Se escribe para decir lo que no se sabe expresar en otro modo.
El hombre encendió un cigarrillo con la parsimonia de un condenado a muerte; la silueta femenina tembló tras la cortina de humo.
—Di, te amo — le rogó. Y ella... lo besó.


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miércoles, 11 de marzo de 2015

SILENCIO

No hay silencios pequeños, ni siquiera aquellos que ruedan por gargantas enamoradas. ¿Cómo saber qué es? "Sin palabras he de conocer, he de entender.... " Dice el poeta.
Las esperas se cargan de amargura cuando vienen regaladas con silencio. Y entonces me veo de nuevo en este camino ciego y remoto andado tantas veces, tantas..., que ha llenado de costumbres mi alma. Dicen que el alma no es más que vaho, pero yo pienso que es sueño.
La nostalgia alumbra unas letras marginales que se quedan errantes, huérfanas bajo la luna que hicimos sábana en las noches de gloria. No las recibirá, no las leeré, esperaré al recuerdo que en distancia siempre es bello.
Silencio, soledad, desaliento... Camino muerto.
Sin lágrimas.

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sábado, 7 de marzo de 2015

LLUVIA


El cielo se ha cubierto de cenizas, ha tallado una tarde oscura y húmeda que ha parido agua. Ahora mis pensamientos navegan, podrían naufragar pero eso es algo que pertenece al sentimiento. La razón es altiva y flota como el capricho del adolescente, como el oro en manos de un amante que compra amor interesado.
Aparto el pensamiento porque yo soy sentimiento, es decir, náufrago al filo del agua.
Qué lástima no ser poeta para adornar las palabras con versos. Pero sin vuelo, por favor, sin vuelo.

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LUNA EN LA SIERRA.



Se desgajó el día al borde de la sierra y la noche rodó hasta mis pies. Aquella luz de plata, ¿qué es? -Pensé- 
Es la luna de mi vida, la encontré tras pensarla perdida y ahora estás aquí, al filo de mi mano. 
Un racimo de luz se enreda en los árboles, toca un instrumento que no conozco y que suena como si no hubiera final ni comienzo. Porque la luz es también sonido, compás de tiempo, es música eterna que vibra alrededor de las horas y los lugares. 
Me siento niña y la luna es mi pelota, se la tragó un dragón cuando las palabras no eran más que silencio en efervescencia. Ahora, se le ha escurrido de la boca y ha venido a devolverme cosas que ella y yo sabemos, sentimientos que en otro tiempo maduraron en memorias que ya no conozco, que ya..., no recuerdo.

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miércoles, 4 de marzo de 2015

AUSENCIAS EN TU NOCHE Y EN LA MÍA.


Desvaríos del alma en la noche sin horas. Cabalgan los sueños a lomos de un susurro para no despertar el mañana, para no ver la desgarrada realidad de distancias y despedidas. 
Ahora son caricias, mañana..., mañana no me importa si no hay palabras. Un brillo de estrellas anuncia que la noche es larga, viene con el parpadeo del invierno y pienso que no debería abrir los ojos si tras la oscuridad, me espera el frío, la escarcha, su ausencia....
Tal vez si cuento cuántos besos mide su cara, se olvide de volar y despertemos sobre la paz de los campos, bajo el torbellino de su ojos de mar, de cielo, de años echados en corazón roto.
Vete ya, deja tu adiós en el camino hasta que el poeta valore la palabra, entonces sabremos si hemos acertado.


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martes, 3 de marzo de 2015

LAS ZAPATILLAS DE CAMILLE

Baila Camille por la estancia, de puntillas, etérea, cubierta de tules y gasas de sueño. Camille, baila...
En su descanso estas zapatillas la esperan, las tiene Reyes pero ella no lo sabe ¿Cuánto reposo acumulan estas chinelas? ¿Cuántos sueños?
Camille baja del escenario y se enfunda una bata de raso azul cielo, no celeste que es algo tan nuevo, es el azul del cielo de París en una tarde de primavera. Su cuello es acariciado por el suave marabú que remata la prenda y Camille cierra los ojos, le duele todo después de una noche agotadora sobre el escenario.
Llaman a la puerta, es tan tarde...

- Señorita, la espera el señor Degas.
- ¡Oh Edgar! Por favor monsieur Chavanel, dígale que salgo ahora mismo.
Camille se empolva la cara y cambia sus prendas de descanso por un vestido ligero en salmón y una capa de visón blanco. Enfunda su mano en un magnífico anillo de brillantes que un admirador le ha hecho llegar con motivo de su cumpleaños, y echa una última mirada coqueta al espejo antes de cerrar la puerta tras de sí.
- ¡Camille, querida mía! ¿Cómo estás?
- ¡Oh Edgar!, es siempre tan agradable verte... ¿Cuál es el motivo de tu visita a esta humilde bailarina?

Degas se recompone el lazo de la corbata y mirando los destellos que provienen de la mano de Camille añade:

-No tan humilde querida, no tan humilde...

Ambos ríen y se halagan mutuamente; Degas hace pasar a unos mozos que portan un enorme lienzo.

- Mon chérie, esto es para ti. Gracias por ser mi musa en los momentos álgidos de creatividad y mi sostén en los de espesas cortinas negras. Ven a casa, te lo suplico, y te enseñaré los demás.
- Querido, estoy tan cansada....Mañana salgo para Nanterre y he de descansar pero te prometo que a mi vuelta haré una visita a tu estudio. Oh Edgar, es tan hermoso... - Dijo la bailarina admirando el maravilloso cuadro que había aparecido tras rasgar las protecciones-



- Estoy tan emocionada que no sé qué decir....
- Pues no digas nada Camille, pero no me niegues una copa de champagne, será aquí mismo. - Propuso mientras señalaba la calle con su mano izquierda.
- Edgar, eres incorregible, pero cómo negar a alguien que hace ésto con sus manos, unos minutos de conversación y burbujas. De acuerdo, pero sólo una copa. - La mujer le señala con su dedo índice a modo de advertencia, aunque de sobra sabe que por su amigo haría cualquier cosa-

Ambos habían vivido buenos y malos momentos y él siempre supo permanecer a su lado, una copa de champagne es lo más que le había pedido en todos estos años. Sería justo ahogar ahora en ella lo peor de sus vidas.
La bailarina se perdió en la noche brillante del brazo de Degas, un suave viento se enroscaba en las esquinas y Camille caminaba iluminada bajo las luces nocturnas de una ciudad, que despertaba a los placeres escondidos entro los velos de la noche. Transeúntes que van y vienen, borrachos, chicas de vida alegre, viudas, parejas, hombres solitarios. Todo tiene cabida en el París nocturno de finales de siglo XIX.
El pintor y la bailarina, espectros perdidos en el tiempo, a veces resucitados entre las páginas de un libro, en la mirada atenta a un cuadro, en un assemblé o..., en la página de una Casa Encantada en algún lugar del norte de Córdoba.

AVISO: Relato inscrito en el Registro de la Propiedad, prohibida cualquier copia total o parcial, así como su difusión sin permiso expreso de la autora.

lunes, 2 de marzo de 2015

TRANSMUTACIÓN

Hoy el sol parece una margarita, está lleno de síes y mofletes salpicados de pecas.
La primavera está cercando a las personas y la vela de la luz se iza para tapar velos invernales. Sí, llega color al mundo en blanco y negro y los sonidos se transforman por el vuelo de las abejas. Fin a la versión gris que empaña corazones, el mundo despierta y los ruiseñores leen mi nombre mientras paseo bajo el cielo esmerilado.

Esta obra está protegida por las leyes de copyright y tratados internacionales. Número Registro Propiedad Intelectual:  1803146136805



QUI ÊTES-VOUS, CAMILLE?


Atardecer lluvioso en la vieja Francia; Reyes paseaba por la estancia algo nerviosa a la espera de que Odile regresara y poder abrir por fin los baúles. Todo había comenzado unas semanas atrás cuando había recibido una llamada de su amiga.

- Reyes, tienes que venir a casa, tengo unos baúles que pertenecieron a una bailarina que vivió entre el siglo XIX y principios del XX. Los he adquirido en una subasta, al parecer aparecieron en el desván de un viejo hotel de París.


- Pero Odile, estamos a finales de agosto y tengo que organizar toda la colección para otoño.
- Se llamaba Camille...

Odile sabía perfectamente como tocar la fibra sensible de Reyes, especialista en antigüedades y soñadora empedernida. No podía resistirse a unos baúles cargados de misterios del pasado.

- Mon ami, vous m´avez convaincu. Je vais prendre l´avion la semaine prochaine (Amiga mía, me has convencido. Tomaré un avión la próxima semana).

Ahora estaba allí, viendo llover por la ventana de aquel piso que daba a un parque del que nunca conseguía recordar el nombre. Las gentes iban y venían con los cuellos de los abrigos levantados y los paraguas bien sujetos para evitar que se volaran con el aire. En España, el tiempo era más amable en esas fechas, pensó.
Pasó sus dedos brevemente por la mesita chippendale que tenía a su derecha, pensando en lo efímero del tiempo y lo absurdo de las posesiones. Camille..., hace algo más de cien años esa mujer tenía una vida, ahora toda su vida se reduce a cinco anónimos baúles. Arcas guardianas de unos secretos que tal vez ella jamás hubiese querido desvelar. Sus pasos de baile flotan por la estancia y Reyes se estremece, los baúles, de la mejor calidad en su día, ahora permanecen arrinconados y mohosos en un rincón de la bella salita profusamente decorada con objetos de anticuario. Dos de ellos tienen una forma distinta, son los que se utilizaban para cargar en los carruajes y se imaginó a la mujer, de cuerpecito menudo y cara pálida agitando su mano enguantada por la ventana, despidiéndose de un marido, una madre o un hijo... Quien sabe.
Tamborileó los dedos una vez más, seguía lloviendo y decidió poner algo de música. Chopin estará bien para una tarde otoñal en el país del refinamiento. 


El piano y la lluvia se mezclaron con el silencio de sus pensamientos, de repente, un portazo la sacó de sus reflexiones.

- Disculpa Reyes, me he retrasado porque quería que celebrásemos el momento a lo grande.

De su enorme bolso extrajo una botella de champagne, aquella mujer era capaz de sacar de ese saco cualquier cosa maravillosa, a menudo, recordaba a Mary Poppins....

-¡Pero Odile! ¿Te has vuelto loca? ¡Es un Perrier Jouët!
- Camille bien merece un esfuerzo. ¿No crees?

Odile encendió todas las luces de la estancia y se dirigió a por unos punzones para saltar las cerraduras de los antaño carísimos baúles.
De rodillas frente a ellos, las dos amigas no podían ocultar su nerviosismo.

- ¿Preparada Reyes?
- Preparada.

La cerradura opuso resistencia y hubo que echar mano de buena dosis de paciencia y maña, tras unos minutos interminables, al fin cedía. Odile respiró profundo y levantó la pesada tapa.
Sombrillas de encaje podridas por el paso de los años y que en su día debieron ser de lo más exquisito, varios pares de zapatillas bastante bien conservadas, vestidos, tutús...

- ¡Abramos los otros!- Gritó Odile embriagada de curiosidad.

Una a una, las cerraduras fueron cediendo y los tesoros de aquellos baúles fueron sacados a la luz.

- Mira esto...¡Son cartas y fotografías!- Dijo Reyes excitadísima con el descubrimiento del contenido del baúl que había abierto ella.

Una fotografía de un señor guapísimo y otra de un infante aparecieron en perfecto estado de conservación, las dos amigas se dispusieron a leer la correspondencia y a averiguar quien era la enigmática Camille.
Se sentaron sobre la alfombra, con las manos y la cara manchadas por el polvo de los años y el corazón inflamado de ternura y curiosidad a partes iguales.
Odile se dio cuenta de que el paquetito que ella tenía, eran cartas devueltas.... Probablemente por aquel señor elegante que aparecía en las fotos. Estaban cerradas y atadas por un lazo de seda que al intentar quitar se desvaneció entre sus dedos.
El destinatario de todas estas cartas es Enguerrand de Méritens, debe ser el señor de la foto y todas están sin abrir.... Aquí pone... "Destinataire absent"

- Destinatario ausente....Vaya... Veamos qué pone.

Odile abrió con sumo cuidado el sobre, de él extrajo una cuartilla macilenta con la letra algo emborronada pero legible. Leyó en voz alta.

"Amado Enguerrand:

No puedo soportar más este silencio al que me condenas sin comprender el motivo, que me sume en un abismo de amargura por la imposibilidad de estrechar entre mis brazos al pequeño Auguste. Dijiste que la vida de una bailarina no era apropiada para criar a un niño, pero soy su madre y mi corazón sufre por este distanciamiento.
¿Es acaso correcto que lo críe otra mujer sin ser su madre? Oh, Enguerrand, aún no comprendo cómo puedo seguir queriéndote.
Los días se hacen interminables ante el recuerdo de mi hijo, de su carita suave y rosada, de su piel nívea procedente de la sangre rusa que, gustes o no, corre por sus venas. Las luces se apagan y el telón cae sobre el baile trágico de mi vida.
¡No es bueno ser amante y madre a la vez! Pronunciaste con esa voz que antaño me pareció dulce y misteriosa... Y saliste por aquella puerta con Auguste sonriéndome ajeno a mi tragedia. Desde mi soledad envuelta en tules y cintas de raso, te pido una vez más ver a mi hijo y ..., rodearos a ambos con mis brazos ya que mi absurdo corazón jamás dejará de amarte"
Tuya siempre,
Olya Kuznetsova (Camille)

Odile aflojó sus dedos y el papel se dobló sobre sí mismo por el peso de los años. - Era rusa....- Susurró con el alma encogida por la historia que acababan de desempolvar. Dejó la carta en la alfombra para abrir otra cuando advirtió que una lágrima le impedía ver con claridad, levantó la vista y advirtió que Reyes lloraba en silencio. Conmovida con la historia de la bailarina, su corazón se había desbordado.
Una tras otra, las cartas fueron desfilando por las manos de las dos amigas. Había material suficiente como para poner toda una vida en pie.
Camille (Olya), había vivido su infancia y primera adolescencia en Rusia, pero su talento para el ballet la llevó hasta Francia donde brilló durante años en los mejores teatros. Su vida personal no parecía haber gozado del mismo éxito y se dibujaba una mujer atormentada a causa de una azarosa vida amorosa y la trágica ausencia de su hijo.
Reyes sacó un vestido típico ruso con el que debió bailar en sitios de renombre. Lo tocó con extremada delicadeza para evitar que la tela raída acabara de descomponerse. Camille no debía medir más de un metro sesenta y cinco y parecía estar extremadamente delgada en su juventud, sin embargo, en otro de los baúles aparecieron vestidos algo más ligeros y de talla muy superior que hizo pensar a las amigas que bien pertenecían a una mujer distinta o como todo parecía indicar, sus últimos años los vivió con algunos kilos de más.
Documentos, fotografías, vestidos, zapatos, encajes, lazos... Toda una vida guardada en cinco baúles. ¿Qué pudo suceder? ¿Por qué nadie había reclamado esos carísimos arcones y su contenido? ¿Murió Camille en ese hotel? ¿Por qué habían permanecido sus cosas allí? ¿Qué fue de su hijo y del señor de la foto? Enigmas en la noche parisina lluviosa y cargada de misterios..., por los siglos de los siglos.
El reloj de la estancia marcó las doce de la noche y Odile pensó que sería bueno descorchar el champagne para celebrar que Camille y su historia habían sido sacadas a la luz después de un siglo durmiendo en el olvido.

- ¡Por Camille! - Levantó su copa Odile-
- Por todas las mujeres valientes - Contestó Reyes chispeante de emoción por las vivencias de ese día-

NOTA IMPORTANTE: He compuesto esta pequeña historia a partir de una original que mi querida amiga Reyes me contó. Existen los baúles adquiridos en subasta y su extraña procedencia, como existió la bailarina rusa a la que no hemos podido poner nombre. Las zapatillas, los vestidos, los documentos y las fotos del señor bello y el niño, también son reales, así como las preguntas que se plantean al final del relato. Existe igualmente la amiga de nuestra amiga, a la que por respeto he inventado un nombre y una personalidad.
No sabemos qué pasó con esta ya "nuestra bailarina", pero agradezco que sus cosas hayan servido para poder compartir con vosotros este breve relato. Os pongo una fotografía de las zapatillas encontradas en uno de los arcones.

AVISO: Relato inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual, prohibida su copia total o parcial así como su difusión sin permiso expreso de la autora.

AXEL VERBOORDT


Nace como todo lo sencillo, como la luz que incansable hila los días y descose las noches. Supongo que la alegría es eso, una aguja que borda el tapiz de nuestras vidas. No obstante, sale cuando quiere, a veces solo es un instante de emoción y vuelve a ocultarse bajo las telas de la existencia.
Ha de ser irreemplazable la alegría en el lugar en el que esté, jamás buscarse sinónimos porque pueden significar lo mismo, pero carecer de valor y recordar a otras felicidades que ya pasaron.

Estas letras han sido inspiradas tras observar la genialidad de Axel Verboordt. Calidez, elegancia, alegría, paz....
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