domingo, 21 de noviembre de 2021

Claudia y el Espíritu de la Navidad.

Es sábado, pero no es un sábado cualquiera porque Claudia está en el campo haciendo lo que más le gusta: escuchar las historias del pueblo del abuelo y de esa yegua blanca donde paseaba a abuelita. Mientras todos se han marchado a hacer cosas de mayores, ella y el abuelito Claudio se han quedado cerca de la chimenea, con sus historias, con el chocolate y una buena dosis de palomitas. Sábado perfecto.
Pasan las horas y de repente Claudia se da cuenta de que el abuelo se ha dormido y la chimenea se está apagando. ¿Qué hacer? Tiene prohibido acercarse a ella porque las llamas son peligrosas, pero por otro lado, no puede permitir que abuelito se enfríe y se constipe. ¡Menudo dilema! Finalmente, como Claudia es una niña valiente, decide que va a poner un leño pequeño sobre las ascuas y de ese modo, solucionará el problema.. 
Con mucho cuidado se acerca, coge una rama seca de roble y cuando va a ponerla sobre las ascuas, ve como una luz nace del fondo de la chimenea. La niña se detiene, ¿qué es eso que se hace cada vez más grande e ilumina todo el salón? La luz va tomando una forma que Claudia conoce, es una puerta de madera, pero no es de madera, quiero decir que es toda de luz brillante. Ya no se ve el fuego, sólo la puerta abierta y al fondo un bosque nevado con un conejo que la saluda.

- ¡Claudia! ¡Vamos entra antes de que la puerta se cierre! ¡Date prisa, pequeña!- Le grita desde el otro lado-

La niña no se lo piensa dos veces, mira a abuelito que sigue durmiendo plácidamente y sin miedo  atraviesa la puerta, no sin antes coger su abrigo, sus guantes y un gorro que le había regalado mamá hacía unas semanas. 

- ¿Quien eres, conejo? ¿Y cómo es que conoces mi nombre? - Pregunta Claudia al animal-
- Soy una liebre, querida, no un conejo. Me llamo Rufina y vivo en Casa Encantada donde -dicho sea de paso- todos te están esperando.
- ¿En serio? - Pregunta Claudia con los ojos muy abiertos.
- Sí, te esperan porque eres la única que puede ayudar al mago Pirú a resolver un grave problema.
- Soy toda oídos. - Dice la niña interesándose en la historia de Rufina-
- Mejor que te lo explique él y de paso que me lo explique a mí, pues me ha encargado acompañarte sin saber nada más.  Sígueme y no te despistes, nos espera un camino largo y ya es de noche, ya  sabes que en el bosque de Casa Encantada hay peligros. ¡Eeeeen marcha, jovencita! - Dice la liebre levantando su mano derecha e invitando a caminar a la niña-

Tras media hora de difícil travesía, Claudia está agotada y congelada.

- ¡Rufina! ¿Podemos parar? Tengo mucho frío y estoy cansada - Dice la niña-
- Lo siento pequeña, es peligroso quedarse aquí. 

La liebre mira a la niña que tiene la nariz roja y piensa que es demasiado camino para un humano tan pequeño, así que llama a Pirú. Para ello, extrae de su zurrón una bolsa, dentro hay una rosa azul que al ponerle unos polvos brillantes se abre y aparece la cara del mago.

- Rufina, ¿cómo has hecho eso? ¡Es fantástico! - Exclama Claudia feliz-
- Magia, querida niña, ¡magia!
- ¡Hola Claudia! - Dice la cara de Pirú que ondula entre la rosa.
- ¡Hola Pirú! Encantada de conocerte, pero ¿no podrías hacer algo para que pudiéramos vernos sin tener que pasar este frío?

Pirú ríe ante el desparpajo de Claudia y a un movimiento de su báculo, liebre y niña aparecen en mitad de Casa Encantada. Son recibidas por Benito Mondanueces, un simpático ratón que se iba a la cama antes de que el mago le diese el encargo de recibir y acomodar a las invitadas.


Imagen extraída de la web.

- ¡Hola Rufina y compañía! - Dice Benito que habla mientras se come una nuez-

Claudia no puede parar de mirar al ratón, ¡es fantástico!, tiene unas zapatillas preciosas y un pelo esponjoso que dan ganas de achuchar. 

- ¡Hola Benito! -Saluda la niña-
- Bien, seguidme, Pirú os verá en seguida, pero antes me ha pedido que os lleve al comedor para que entréis en calor y repongáis fuerzas.

Siguiendo al ratón entraron en una amplia sala poco iluminada, sobre la mesa todo dispuesto como si supieran que siempre llegarían huéspedes. Sin embargo, se notaba tristeza en el ambiente, no había adornos de Navidad, ni los personajes que habitualmente viven en Casa Encantada estaban por allí. Claudia pensó que era una pena no poder conocer a Matilda, la lagartija. 

No dijo nada, se sentó y comenzó a comer, el frío le había despertado un apetito de lobo. La primera sorpresa llegó cuando intentó comerse un muslo de pollo que realmente era..., ¡una galleta!.

- Pero..., si no es pollo - Comentó Claudia asombrada-
- No -Contestó divertido Benito Mondanueces- Todo lo que hay en tu plato está hecho con legumbres, frutos secos, verdura y pasta, lo hacemos así para que sea más divertido. No debes dejar nada en el plato o Pirú te dejará sin dulces.

Rufina y Claudia devoraron todo lo que había en la mesa y cuando estaban a punto de dejarse vencer por el sueño, apareció Pirú. El mago era tal y como lo había visto en los cuentos y no podía contener la emoción de tenerlo tan cerca.

- ¡Claudia, Rufina! ¡Qué alegría veros! Querido Benito, puedes marcharte a descansar si así lo deseas, eres un magnífico anfitrión amigo mío. - Dijo Pirú al ratoncito que estaba que se caía de sueño-

Niña y liebre se abrazaron al mago, felices por poder ver al fin a un personaje tan querido y famoso para todos los habitantes de Casa Encantada. Tras los saludos, se sentaron en un cómodo sofá donde el mago les contó algo muy, pero que muy preocupante.

- Queridas amigas, si estáis aquí es porque necesito vuestra ayuda para resolver un grave problema.

- Somos toda orejas - Dijo Rufina agitando las suyas, gesto que hizo reír a Claudia-
- Bien, no me andaré con rodeos. El Espíritu de la Navidad ha sido secuestrado por un mago perverso que habita en el lado oculto de la felicidad. Es un lugar peligrosísimo, lleno de encantamientos y seres que intentarán robaros el amor al menor descuido.
- ¿Y qué aspecto tiene ese mago? - Preguntó la niña-
- Nadie lo sabe, pero adopta la forma de aquello que os da más miedo. - Contestó Pirú-

Claudia se asustó, no sabía qué hacía allí ni el motivo por el cual Pirú quería contar con ella en una aventura tan peligrosa.

- Querida niña - Dijo Pirú- Sé lo que estás pensando, pero no debes temer porque yo no me separaré de vuestro lado.
- ¿Qué pasará si no lo logramos? - Preguntó Rufina-
- Que nunca más habrá Navidad y ningún niño recibirá regalos la noche de Reyes, ni habrá adornos en el árbol, ni nieve en las montañas, ni nada que os recuerde ese maravilloso tiempo que nos reúne en torno a la familia y los amigos.

Niña y liebre se quedaron asombradas. ¿Quién podía ser tan malo como para secuestrar el Espíritu de la Navidad?

- Entonces..., creo que debemos ponernos en marcha lo antes posible- Propuso Rufina- Una pregunta, Pirú: ¿Por qué nosotras? ¿Por qué nos has elegido para esta aventura?
- Porque vosotras creéis en la magia de la Navidad.-Contestó el mago-

Claudia y Rufina se miraron y asintieron. Sí, ellas creían en la magia de estas fechas y por lo tanto estaban dispuestas a correr peligros si eso salvaba a la Navidad.

Durmieron plácidamente y a la mañana siguiente, partieron hacia la cara oculta de la felicidad. Justo salían por la puerta cuando Benito se unió a la comitiva.

- ¡Un momento! ¡Si hay que salvar la Navidad, yo me apunto! - Exclamó el ratón-
- Bueno..., pues creo que ya estamos todos lo salvadores de la magia - Dijo Pirú sonriendo- ¡En marcha, chicos!

Imágenes extraídas de la web

Estaba nevando tanto que casi no avanzaban, Pirú pensó que sería buena idea llamar a su amigo Béguven, -el mago blanco-, para que les enviase un trineo, sin embargo, ningún animal estaba dispuesto a llevarlos al otro lado de la felicidad. Preocupados y un tanto decepcionados, siguieron adelante.
Con mucho esfuerzo y la noche pisándoles los talones, llegaron a una cabaña en mitad de un lugar maravilloso. Parecía habitada porque las luces estaban encendidas y salía música de su interior.

- ¡Qué bien, Pirú! Podremos descansar y tomar algo en esa cabaña - Exclamó Claudia-
- No tan rápido amiguita... -La detuvo el mago- -Hace rato vengo observando fenómenos muy extraños en el bosque. He visto criaturas con ojos muy abiertos, unas aves de plumas plateadas que andaban hacia atrás y emitían el maullido de un gato. Creo que hemos entrado en territorio de encantamientos y tenemos que extremar las precauciones, así que no os separéis de mí. Esa casa, si mi instinto no me falla, puede ser una alucinación.

Rufina, Benito y Claudia se asustaron, no esperaban que aquello fuese posible y deseaban en lo más profundo de sus corazones, que el mago estuviera equivocado.
Pirú se acercó a la puerta y dio tres golpes con el báculo. Nadie respondió.

- ¿Y si entro yo? - Preguntó Benito- Soy pequeño, no me descubrirán.
- Ni hablar, si esto es un encantamiento y desaparece cuando estés dentro, tú también desaparecerás para siempre.

Volvió a golpear la puerta y esta vez se abrió. Al fondo, una mesa llena de manjares y una chimenea encendida. Pirú no pudo contener a sus amigos.

- ¡No toquéis nada! ¡Es peligroso! - Les gritó-

En ese momento, una sombra oscura se proyectó sobre ellos y Pirú obligó a Claudia y a los pequeños a salir de allí pitando. Nada más poner un pie fuera de la casa, el bello entorno que habían visto hacía unos minutos, desapareció. En su lugar, una casa destartalada y un bosque tenebroso les daban la bienvenida.

- ¡Dios mío! - Exclamó Claudia- ¡Esto es horrible!

Benito corrió a esconderse en el bolsillo del mago y Rufina saltó a los brazos de su amiga. Detrás de Pirú, la sombra negra emitió un rugido.

- ¡Atrás mago tenebroso! - Gritó el mago agitando el báculo y creando una nube blanca que protegía a sus amigos-
- ¿Qué habéis venido a buscar aquí? - Dijo una voz metálica desde el fondo de la nube negra-

- Chicos, es Óminor, el mago de la cara oculta de la felicidad -Susurró Pirú- Ni se os ocurra pensar en nada que os dé miedo o tomará esa forma. Por favor, pensad en algo alegre, os lo ruego.

La sombra se agitó y un trueno ensordecedor tapó las últimas palabras de Pirú. Rufina estaba temblando y Claudia temía que pudiera estar pensando en algo malo.

- ¡Aguanta Rufi! ¡Piensa en las flores de Casa Encantada! Y tú Benito, en las nueces ¡Sed fuertes, chicos!

De nuevo la nube habló.

- ¡Mago Pirú! Si no me dices qué hacéis aquí, tus amigos y tú desapareceréis para siempre. Me encargaré de que mis criaturas os trasladen a la peor cárcel que podáis imaginar, una que os roba la memoria de los días alegres y os sume en la tristeza eterna.

En ese momento, Claudia no pudo evitar pensar en sus papás y en los abuelitos, en cuánto los quería y echaba de menos. No podía permitir que un mago malo se interpusiera en su aventura y mucho menos que le impidiera volver a casa.

- ¡Escúchame tú, Óminor! ¡Mago viejo y malhumorado! - Gritó Pirú- ¡Te exijo que liberes al Espíritu de la Navidad o te las verás conmigo y lo peor de mi carácter!

La nube rió con esa risa tenebrosa y heladora.

- ¿De verdad pensáis que yo he secuestrado vuestra patética Navidad? ¡Habéis sido vosotros! ¡Humanos insensatos! - Gritó mientras un dedo negro de humo se proyectaba sobre Claudia- ¡Habéis dejado de creer en la magia y por eso el Espíritu os ha abandonado!

Todos se miraron ¿Cómo era posible? El Espíritu de la Navidad había abandonado a los humanos porque ya no creían en él. Era la peor noticia que podían recibir.

- ¡No te creo, mago cascarrabias! - Le espetó Pirú-

En ese momento, la nube comenzó a tomar un color verdoso, como de hojas redondeadas que se mezclaban con pequeñas bolitas de color blanco. ¡El mago malo se había transformado en una gigantesca coliflor! 

- Pero..., ¿se puede saber quien está pensando en una coliflor? - Preguntó Benito- 
- ¿Una coliflor os da miedo? - Se giró Pirú mirándolos a todos con cara divertida-
- Esto..., chicos, he sido yo. - Contestó Claudia mirando extrañada al enorme vegetal-
- ¿Tienes miedo de eso? - Le preguntó Rufina-
- ¡Oh, no! ¡Pero odio comerla! ¡No me gusta nada! Pensando en cuánto echaría de menos a mis papás si no conseguía regresar, no sé por qué se coló la imagen de todos comiendo y de esa horrible verdura sobre la mesa. ¡Detesto comer coliflor!
- Pero.., ¿estás loca? - Habló Rufina- ¡A mí me chiflan! ¡De hecho me cuelo siempre que puedo en el huerto de tu abuelo y me las como!
- ¿Que te comes las coliflores del abuelito Claudio? ¡Pero Rufina eso es estupendo! ¡Debes comértelas todas! - Contestó la niña-
- Bueno, bueno, a ver que yo me entere. Así que tú eres quien se lleva la verdura del huerto del abuelo de Claudia - Dijo Benito- Pues eso no está bien.
- ¡Ahhhh! ¡Pero llevarte las nueces de la despensa de Casa Encantada si está bien! ¿Verdad Benito? - Dijo Pirú- Y por cierto, Claudia: ¿Has probado a poner mayonesa a la coliflor? Reconozco que a mí tampoco me gusta mucho -
- Es que donde se pongan las nueces...Especialmente si son sustraídas con sigilo y llevadas a una cómoda ratonera de Casa Encantada.
- ¡Benito! - Exclamó Claudia- Jajajajaja ¡No se debe hacer eso!
- En realidad prefiero las zanahorias - Contestó Rufina-
- ¡Estoy de acuerdo! - Sentenció Pirú apoyado despreocupadamente en su báculo-
- ¡BASTAAAAAAAAAAAAA! - Gritó la enorme y horrible coliflor que tenían a sus espaldas- ¿Es que no vais a parar de parlotear? ¡Marchaos de aquí antes de que os convierta a todos en abono para el bosque!

De repente, el vegetal volvió a tomar forma de nube negra y tenebrosa.

- Vaya.., qué mal genio se gasta este mago - Apuntó Claudia-
- ¡Marchaos! ¡Ya! - Volvió a gritar la nube-
- Una cosita, Óminor - ¿Alguna idea de por dónde continuar? - Preguntó el mago Pirú-

De nuevo, un humo negro en forma de dedo se proyectó apuntado al este y el paisaje cambió alrededor de los salvadores de la Navidad.

- ¡Oh, gracias! ¡Creo que en el fondo tu fama es inmerecida! - Dijo Pirú quitándose el sombrero y saludando a la nube que se desvaneció entre los árboles- Bien, ¡sigamos el indicador!

El grupo se puso en marcha y no habrían andado ni medio kilómetro cuando un precioso trineo tirado por un caballo aguardaba su llegada. Al fin el mago Béguven accedía a los deseos de Pirú y enviaba un medio de transporte adecuado.

- ¡Oh, qué maravilla! - Exclamó Benito- 
- Bueno, peque, no te quejes porque has venido todo el camino de bolsillo en bolsillo - Dijo Claudia al ratón-

El camino en trineo se hizo cómodo y la niña y sus amigos durmieron toda la noche al calor de uno de los hechizos de Pirú, que veló sus sueños hasta la mañana siguiente.
Estaban desayunando bajo un cielo precioso cuando algo llamó la atención de Rufina.

- Amigos, ¿qué es eso que se mueve detrás de los arbustos? 
- Esperad, iré a echar un vistazo -Propuso Pirú-

Al despejar unos matorrales, un enorme dragón salió al paso del mago. El caballo que tiraba del trineo se asustó y salió corriendo dejando al grupo sin medio de transporte y sin provisiones. 

- ¡Atrás, atrás! ¡Este es un enemigo demasiado poderoso!- Gritó Pirú-
- ¡Dios mío es enorme! - Exclamó Claudia asustada-
- ¿Alguien ha tenido una pesadilla esta noche? -Preguntó el mago mientras agitaba su báculo para que el animal no se acercara-
- ¡Yo! - Contestó Benito- Tengo mucho miedo a los dragones porque la lagartija Matilda se pasa la vida diciéndome que su tío es un dragón que vendrá a chamuscarme si no comparto con ella las nueces.
- Vaya, vaya con la lagartija.... - Susurró Pirú- Creo que a la vuelta tendré unas palabritas con ella.

En ese momento, el dragón escupió una gran bola de fuego que derritió toda la nieve que había a su alrededor.

- ¡Detrás de mí! - Gritó Pirú a la niña y a sus amigos-

Del báculo del mago salió como una pantalla invisible a ojos humanos que impedía al dragón acercarse y contra la que chocaban sus llamas.

- Mi hechizo no durará demasiado - Dijo mientras intentaba proteger al grupo-

Sin pensárselo dos veces, Claudia salió corriendo en dirección al dragón.

-¡Yo no te tengo miedo! ¡No eres más que la pesadilla de un ratón!
- ¡Claudia noooo! - Gritó Pirú que fue tras ella-

Una enorme lengua de fuego pasó por lo alto de la niña, que a tiempo, pudo agacharse y cubrirse con la nieve.

- Vaya, ¡pues sí que tiene leña en la chimenea el bicho este! -Dijo la niña sorprendida-
- ¡Lo distraeré mientras Pirú idea su hechizo! - Propuso Rufina-
- ¡No! ¡Yo iré! Es mi pesadilla, al fin y al cabo yo os he metido en esto - Dijo Benito que no dio tiempo a que ninguno de sus amigos pudiera impedir su temeraria decisión-

El ratón corrió en dirección al dragón que estaba cada vez más enfadado. Mientras, el mago recitaba en voz baja unas frases que nadie entendía y Rufina se desesperaba pensando que al final, Benito caería en manos de aquel enorme animal. Sin embargo, no contaban con la inteligencia del pequeño ratoncito que se encaramó en la cola de su pesadilla y comenzó a corretear por ella causándole unas cosquillas terribles. Intentando quitarse de encima al roedor, el dragón en un giro imposible perdió el equilibrio y cayó sobre la nieve, momento que Pirú aprovechó para lanzar un hechizo que los hizo muy, muy pequeños, tanto que eran invisibles a ojos del temible enemigo.

- ¡Corred! - Gritó el mago-

Y el grupo se introdujo por un agujero que había bajo un árbol, atravesando un largo túnel que los llevó por caminos llenos de raíces y animales que en condiciones normales, no serían más grandes que un céntimo. Anduvieron bajo tierra un largo trecho hasta que toparon con un nuevo enemigo y esta vez, no era una pesadilla, sino una araña que les cerraba el paso y se relamía ante el inesperado desayuno que se le ponía por delante.

- ¡Qué miedo! - Gritó Rufina-
- Tenemos un problema, no podemos volver a nuestro tamaño normal hasta que salgamos del túnel y no podemos retroceder y encontrarnos con el dragón - Dijo Pirú preocupado-
- No hay ningún problema, chicos, dejadme a mí. - Habló Claudia muy segura-

La niña se adelantó a sus amigos y en un rápido gesto enganchó la pata de la araña que no lo esperaba y se quedó paralizada.

- ¡Ayudadme! - ¡Necesito que me deis el resto de patas! -. Gritó Claudia-

Mago y animales corrieron hacia la araña y se engancharon de sus patas, una a una se las fueron pasando a la niña sin que la enemiga pudiera hacer nada y antes de lo que esperaban, las había anudado todas y el animal yacía inmovilizado en el suelo.

- ¡Arañas a mí! Mi abuela Antoñita me enseñó a hacer los nudos con los que ataba las morcillas en su comercio de La Parrilla. ¡No se me resiste ni uno! - Dijo la niña toda orgullosa por su hazaña- 

- Increíble... -Susurró el mago- Tienes que enseñarme ese truco, querida Claudia.
- ¡Eso es cosa de abuelita, Pirú! 

Todos rieron mientras avanzaban por el túnel.

- Rápido, tenemos que salir de aquí antes de que la araña logre desatarse - Dijo Rufina que iba en cabeza-

Lograron ver una luz y sin tiempo que perder salieron al exterior donde les esperaba una agradable sorpresa: el trineo y el caballo aguardaban bajo el árbol del que acababan de salir.

- ¡Yupiiii! ¡Volvemos a tener medio de transporte! - Exclamó feliz Claudia-
- ¡Y comida! - Añadió el ratón-
- Por Dios, Benito, ¿es que no puedes pensar en otra cosa? - Preguntó Rufina-

Volvieron a coger el trineo y acabando el día llegaron a un castillo hermoso, cubierto de un cielo brillante y encendido que dejó a los amigos con la boca abierta de asombro. 



- Y aquí es donde vive el Espíritu de la Navidad - Explicó Pirú mirando el castillo-
- ¿Y cómo lo reconoceremos? - Preguntó Claudia.
- Mira arriba, es la estrella más hermosa de cuantas ves -Contestó el mago-

Caminaron hasta las mismas puertas del castillo y una vez allí, una amable señora recibió a los viajeros.

- Pasad, os estábamos esperando - Dijo sonriendo- Seguidme.

Atravesaron unas bonitas estancias decoradas con motivos navideños, allí parecía que la Navidad durase todo el año aunque en el ambiente no había felicidad. Pequeños elfos iban de acá para allá  como si aburridos no tuvieran nada que hacer, otros permanecían sentados frente a la chimenea mirando las llamas. Se les veía tristes y cabizbajos, pero al paso de Claudia la sonrisa se prendía en sus rostros.

- ¡Es una niña! - Susurraban entre ellos sonrientes-

- ¿No deberían estar haciendo juguetes? - Preguntó Benito a Pirú- Son los elfos de Papá Noel, ¿no?
- Sí, pero si los humanos ya no creen en la magia, ellos no tienen trabajo.
- Lo que significa que la mitad de niños del mundo no tendrán regalos este año - Aclaró Rufina-

En la sala siguiente había tres tronos vacíos, a Claudia se le encogió el corazón porque sabía perfectamente a quienes pertenecían.

- ¿Son los tronos de los Reyes Magos? - Preguntó preocupadísima a la señora que los guiaba-
- Así es hijita, pero este año no han venido.
- Lo que significa que la otra mitad de niños del mundo, este año no tendrá regalos - Volvió a aclarar Rufina-
- Tal vez podamos arreglarlo, no desesperéis - Habló Pirú animando a sus amigos-

Por fin salieron a una terraza sobre la que lucía la más hermosa estrella de cuántas habían visto jamás.

- Mmmm, ¿quien anda ahí? -Dijo la estrella despertando de su sueño-
- Espíritu de la Navidad, soy el mago Pirú y estos son mis amigos: Benito, Claudia y Rufina.
- ¿Eres humana? - Preguntó la estrella a la niña-
- Así es, Espíritu, hemos venido a rogarte que vuelvas a iluminarnos por Navidad.
- No puedo, querida niña, habéis dejado de creer en mí y ya no pinto nada en la vida de los humanos.  Ellos pasan sus días mirando las pantallas de los teléfonos y se olvidan del cielo que hay sobre sus cabezas. Algunos, se ríen de los pocos que aún tenéis esperanzas y eso..., me pone muy triste.
- ¡Oh, no! ¡Te juro que no todos hacemos eso! Y si nos abandonas a los que creemos en ti, el mundo será un desastre. - Dijo la niña-
- ¿Y qué me ofrecéis a cambio para que regrese? - Preguntó la estrella-
- ¿Te sirve mi amor? - Contestó Claudia extendiendo las manos hacia adelante- Te ofrezco mi amor, todo el que siento por mi familia y amigos, todo el que siento por Pirú y mis entrañables Rufina y Benito. Todo el que guardo en el corazón para los abuelitos. Mi corazón está lleno de amor y yo te lo ofrezco, no tengo nada más.
- El amor de un sólo niño en el mundo debería ser suficiente - Dijo Pirú- Pero te ofrezco mi magia y mi ayuda para protegerte.
- Por si no lo es - se adelantó Rufina- Te regalo mi amor por el bosque-
- ¡Y yo te regalo mis nueces! -Gritó Benito dando un salto.

La intervención de Benito hizo a reír a todos, incluida la estrella.

- Vaya, vaya..., me habéis convencido - Sonrió el Espíritu de la Navidad-
- ¡Biiiiiiieeeen! -Exclamaron Pirú y sus amigos dando saltos de alegría-
- Oh, oh.., tenemos un problema -Dijo Claudia-
- ¿Sí? ¿Cuál? -Preguntó Benito-
- Quedan dos semanas para Navidad y ni Santa Claus ni los Reyes Magos han venido. - Contestó la niña-
- ¡No hay nada imposible para el Espíritu de la Navidad! Mirad abajo -Habló la estrella-

En la puerta del castillo había aparcado un trineo con renos y tres camellos.

- ¡Son ellos! - Gritó Rufina loca de alegría-
- Y ahora si me disculpáis, tengo que expandirme para llegar a todos los rincones del mundo. Gracias por haberme convencido y recordad: La Navidad no son las luces y el árbol, ni los regalos, ni la comida..., la Navidad es el amor que os tenéis los unos a los otros, la Navidad es recordar a los que ya no están y saber que nos miran desde el cielo, la Navidad es reunirse en torno al Niño Jesús para pedirle que nos haga mejores personas, la Navidad es ... AMOR.

Y dicho esto, una explosión de luz iluminó la noche y todo se cubrió de hermosas estrellas hasta el fin del mundo y más allá. Sobre sus cabezas se formó un corazón de polvo de estrellas que los avisó de algo que sintieron muy adentro: ¡La Navidad había llegado!



Bajaron corriendo por las escaleras y se dieron cuenta de que todo en el castillo había cambiado. Los elfos de Santa trabajaban en un taller mientras otros le ayudaban a leer las cartas de los niños, no había tiempo que perder. En otra sala, los Reyes Magos recibían sus cartas sentados en los tronos mientras los pajes fabricaban los regalos. ¡Todo volvía a la normalidad!


- ¡Qué maravilla! ¡Mira Pirú! - Decía Claudia señalando a todos lados-

La señora que los acompañó a la terraza, los llevó también de vuelta al trineo, pero no al que habían traído, esta vez volverían a Casa Encantada en un trineo muuuuy especial.

- ¡Es el trineo de Santa Claus! - Exclamó Pirú al verlo-
-  Sus Majestades ofrecieron los camellos, pero al final decidieron que el trineo sería más cómodo - Aclaró la señora misteriosa-
- ¡Oh por Dios, esto no se lo van a creer mis amigos cuando lo cuente en el cole! - Contestó la niña-

Montaron felices en el trineo mientras salían a despedirlos el mismo Papá Noel, sus elfos y Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, que sin que Claudia lo supiera, le habían entrado en el bolsillo del pantalón una carta. 
El trineo tenía algunos paquetes, regalos para todos por adelantado de parte de los magos de la Navidad. ¡Por devolverles el trabajo! Les habían dicho.

- ¡Aaaaaaaaaarriba! - Exclamó Pirú mientras los renos se elevaban por el cielo- 


De regreso a Casa Encantada, Claudia ayudó a decorar al casa, ¡Santa le había regalado un vestido y unas medias alucinantes!


Y cuando estuvo todo en orden, se despidió de sus amigos para regresar a su casa y retomar la vida justo donde la había dejado, junto a la chimenea.

- No me gustan las despedidas - Dijo Claudia apenada-
- ¡No lo es! Ahora que sabes cómo venir a Casa Encantada, te esperamos cuando quieras y si no..., siempre puedes utilizar esto.

Pirú le entregó la rosa mágica con la que podía comunicarse con él. La niña abrazó a todos y regresó por la chimenea. El abuelito Claudio seguía dormido y eso era estupendo porque así no vería la cantidad de regalos que traía y pudo colocar estratégicamente. Luego miró el reloj y comprobó que había pasado media hora desde su marcha. Estaba encantada con la magia, había vivido días fueras y en casa sólo habían pasado unos minutos.
Tapó bien al abuelo para que no se constipara y se sentó junto a la chimenea, de repente sintió algo en el bolsillo, era la carta que Sus Majestades: Melchor, Gaspar y Baltasar le habían entregado sin que se diera cuenta.

"Para Claudia, la princesa de la Navidad:

Querida niña, guarda esta carta para siempre, en ella encontrarás esperanzas cuando pienses que ya no quedan, cordura cuando el mundo parezca volverse loco y un poco de locura cuando las cosas se pongan demasiado serias.
Cada letra que lees está escrita con paciencia, para que te guíe en la vida. La tinta es sabiduría, traída desde la estrella más brillante del cielo y el papel es el soporte del mundo: EL AMOR. Guarda el amor en el corazón pues de uno enorme naciste tú, el de mamá y papá. Sí, los dos forman un solo corazón que un día te soñó y de ese sueño hermoso viniste al mundo.
Cuida la vida que te rodea, ama a las personas, respeta a los animales y a la Naturaleza pues todo lo creó Dios para ti y tú tienes la responsabilidad de dejarlo a los demás como él te lo entregó. La vida es hermosa, disfrútala, Claudia.

SSMM Los Reyes Magos de Oriente: Melchor, Gaspar y Baltasar.

P.D.: Sabemos que has sido buenísima, prepara agua para los camellos y unos dulces para nosotros, pasaremos por casa la noche del 5 de enero, ¡y estaremos hambrientos!. Un beso grande"




Con cariño para mi sobrinita Claudia, para que nunca, nunca, nunca deje de soñar y el Espíritu de la Navidad la visite cada año de toda su vida.
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!


Relato inscrito en el Registro Propiedad Intelectual con el número:  1712145101977
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sábado, 20 de noviembre de 2021

SALVANDO A SANTA CLAUS.

Era sábado cercano a Navidad y una de las cosas más divertidas que podían hacer Álvaro y Candela era acompañar a sus padres al centro comercial para comprar chuches, ver el gran árbol adornado con sus bolas y sus cintas brillantes, admirar las luces y conseguir hablar con Papá Noel. Eso había dicho Álvaro mientras desayunaban, Santa estaría en el centro comercial a partir de las doce, así que los nervios también estaban invitados aquella mañana.
Candela comenzaba a quejarse de cansancio mientras recorrían tiendas y más tiendas buscando artículos para decorar la casa, pero su hermano estaba vigilante por si Papá Noel aparecía de un momento a otro.

- Candela son las doce, ya mismo podremos ir a ver a Santa Claus - Dijo el niño-
- Yo lo que quiero es sentarme y comerme unos gusanitos.
- Mira que eres aburrida..., pues yo no me voy de aquí sin pedirle un perro para poder sacarlo a pasear con el abuelo Pepe.
- ¡Y yo unos tacones! 

La mañana transcurría lenta, hasta que al fin, Álvaro distinguió una figura a lo lejos; alguien vestido de rojo con una gran barba blanca le saludaba con sus manos enguantadas.

- ¡Candela, mira! ¿Es a mí? ¿Me está diciendo hola?

El niño salió corriendo hasta parar en los brazos de Papá Noel que lo elevó por los aires.

- ¡Bueno, bueno,bueno! ¿A que tú eres Álvaro? Y aquella de allí que nos mira con cara de sorpresa es tu hermana Candela. ¡Vamos pequeña!, ¡no tengas miedo y ven a abrazar a Santa! -Dijo alzando la voz para que la niña pudiera oírle-

Nada más oír su nombre, Candela corrió a dar un enorme abrazo a Papá Noel que rió feliz de tener cerca a los niños, pues ellos son la magia de la Navidad.

- Veamos, mis pequeños. ¿Tenéis alguna petición especial para mí? - Preguntó a los hermanos.
- ¡Síiiii! - Quiero un perro, lo necesito para ir a pasear con el abuelo Pepe- Se adelantó Álvaro.
- ¿De verdad quieres un perro? ¿Eres un niño responsable? Santa no regala animales a niños que no se ocupan de ellos. Debes quererlo mucho para que yo pueda traerte ese regalo. -Dijo Papá Noel-
- Si en realidad el perro es para el abuelo, para que lo lleve cuando salga al campo. - Contestó el niño-
- ¡Eso está mejor! Y tú, Candela, ¿qué deseas que te regale por Navidad?
- ¡Coloretes! Quiero coloretes y unos tacones como los de mamá.
- ¿No eres muy pequeña aún para eso?
- ¿Y un móvil para hacerme fotos? - Preguntó Candela con cara pícara-
- Veamos qué puedo hacer. - Contestó Santa guiñando un ojo a la niña.
- Queremos algo más - Dijo Álvaro mientras miraba a su hermana-

Los niños hablaron muy bajito a Papá Noel, era una petición especial que nadie más podía saber.

- Y eso es lo que queremos para la abuela Reme. - Dijo al fin Candela-

Santa miró a los niños y les prometió hacer realidad su milagro de Navidad, a cambio, durante una semana tendrían que ser buenísimos, hacer caso a mamá y comerse todo lo que les pusieran. Quedaron en verse el siguiente sábado, dos días antes de Nochebuena.

- ¿También tengo que comerme los pimientos verdes? - Preguntó Álvaro.
- Por supuesto... - Contestó Santa muy serio-
- ¿Y no los puedo cambiar por el estofadito del abuelo Pepe? 
- Vaaale, pero no puedes dejar nada en el plato ¿Entendido? - Le dijo Santa sonriendo-
- ¡Entendido! 

Candela estaba muy feliz y Álvaro no digamos, se fueron corriendo a cumplir su promesa y a esperar que los días pasaran pronto para ver de nuevo a Papá Noel.
La semana pasó lentísima, los niños se portaron bien y aunque protestaban un poco en la comida, dejaban los platos vacíos cada vez. En el cole, eran los más obedientes y a la hora de dormir, los primeros en irse a la cama. 

- Oye Candela, ¿Se enfadarán los Reyes Magos porque hemos hablado con Santa Claus?
- ¡Qué tonterías dices, hermano!. ¿No ves que todos son mágicos? No se pueden enfadar porque son amigos. Hay muchos niños en el mundo y claro..., se tienen que repartir para que ninguno se quede sin regalos.
- Tienes razón... - Dijo Álvaro. ¿Nos dormimos ya?
- Sí porque además, seguro que los pajes de los Reyes también ayudan a Santa y como sean unos chivatos le dirán que nos hemos ido tarde a dormir.

Al fin llegó el deseado sábado, volvían al centro comercial para hablar con Papá Noel y decirle lo bien que se habían portado. Sin embargo, nada más entrar notaron algo raro, todo estaba cambiado y la decoración no era la misma. La oscuridad reinaba donde hacía una semana la luz era la gran protagonista.

- Pero..., ¿qué ha pasado aquí? - Preguntó Candela - Es como si la Navidad hubiera desaparecido.
- Tienes razón. Mira qué juguetes tan horribles y esas ventanas oscuras... Será mejor que busquemos a Santa para saber qué está pasando.

Los niños iniciaron la búsqueda hasta que al fin dieron con Papá Noel..., o eso creían.
El primero en hablar fue Álvaro.

- Hola Santa Claus, estamos aquí tal y como te prometimos la semana pasada. 
- Niño, ¿no ves que estoy muy ocupado colocando estas luces? - Contestó Papá Noel-
- Pero..., ¡nos dijiste que viniésemos hoy!  - Habló Candela casi llorando-
- ¿Yo? ¿ Y para qué si puede saberse? 
- Nuestro milagro de Navidad..., si nos portábamos bien durante esta semana nos lo concederías - Explicó Álvaro-
- No sé nada de eso, os estáis confundiendo. Ahora, si me disculpáis, tengo mucho que hacer y no puedo perder el tiempo con vosotros - Dijo Santa Claus apartando a los niños-

Álvaro y Candela se quedaron muy tristes, pero en seguida la pequeña reaccionó.

- Hermano, ¡ese no es el verdadero Santa Claus! Es un maleducado y además no quiere a los niños.
- Tienes razón, no tiene ni idea de lo que hablamos con el auténtico Papá Noel la semana pasada.
- Y si no es él...¿Dónde está entonces el auténtico Santa?

Los pequeños se quedaron pensativos, a dos días de la Navidad, ¡Santa Claus había desaparecido! Se marcharon un poco tristes, todo el esfuerzo que habían hecho durante la semana, al parecer, no serviría de nada. Sin embargo, al llegar a casa, debajo del árbol de Navidad había una carta sujeta por dos velas que ponía: "PARA ÁLVARO Y CANDELA".

- ¡Yo no se leer! - Exclamó Candela- Mira a ver qué pone.

El niño leyó como pudo aquellas letras. 
Queridos Candela y Álvaro:
He pedido a uno de mis elfos que os haga llegar esta carta lo antes posible, pues es muy urgente. Hace tres días, volví al Polo Norte para supervisar la fabricación de dulces y juguetes y cuando iba a regresar para acudir a nuestra cita, alguien me dijo que un falso Santa Claus estaba haciendo llorar a los niños y retirando toda la decoración navideña. En seguida me puse en marcha con mi trineo y mis renos, pero un extraño hechizo me impide llegar hasta vosotros. ¡Necesito que me ayudéis! Hablad con vuestros amiguitos y poneos a pintar cosas relacionadas con la Navidad, deben ser dibujos que contengan muchos sentimientos buenos, para que se rompa el hechizo y pueda estar con todos vosotros la noche del 24. ¡Quedan dos días! 
Os abraza...,
Santa.

Candela miró a su hermano con preocupación.
- ¿Nos dará tiempo? 
- ¡Por supuesto! Vamos a decirle a mamá que organice esta tarde una merienda, invitaremos a nuestros amigos y les contaremos el problema. Ellos avisarán a más amigos y estos a más y a más. ¡Hay que rescatar a Papá Noel!
- ¿Y bastará con eso? ¿Dibujar?
- Pronto lo sabremos. ¡En marcha!

Esa tarde, la casa se llenó de niños dispuestos a dibujar con el corazón, reunidos en torno a una buena merienda organizada para salvar la Navidad.


- Bien, hemos conseguido veinticinco dibujos y mañana tendremos muchos más. - Dijo Álvaro- Después nos iremos al centro comercial a desenmascarar a ese falso Santa Claus.

El día amaneció nevando, lo cual puso muy felices a todos los niños de Córdoba porque no era algo habitual. Candela pensó que era una buena señal. Se arreglaron y convencieron a mamá para que los llevara de nuevo al centro comercial.

- ¿Pero qué os ha dado a vosotros con ese sitio? ¡Qué dos! 
- Siiii, mami, es que tenemos que hablar con Santa Claus y darle todos estos dibus! - Dijo Álvaro.
- Madre mía, cómo estáis de locos. Venga, subid al coche. 

Llegaron y salieron pitando hacia el lugar donde el falso Papá Noel estaba sustituyendo los adornos de Navidad por cosas espantosas. Al ver a los niños armados con dibujos se detuvo.

- ¿Qué hacéis aquí?
- Hemos venido a desenmascararte. ¡Farsante! - Le gritó Álvaro mientras agitaba los folios delante de las narizotas de aquel tipo-

En ese momento, cientos de niños entraron en el centro comercial con sus dibujos, con los brazos en alto, sonriendo y dispuestos a recuperar la Navidad.

- ¡Estás rodeado, falso Santa! - Dijo un niño pelirrojo mostrando un dibujo donde aparecía él con su familia en torno al portal de Belén y con un precioso árbol de fondo-
- ¿De verdad creéis que con unos cuantos dibujos vais a hacer que Claus regrese? ¡Este año no habrá Navidad! E igual que he secuestrado a Papá Noel, secuestraré a los Reyes Magos para que ningún niño del mundo tenga regalos! - Gritó el impostor-

Al oír aquello, los niños se pusieron muy tristes, no era posible que aquel ser malvado robara la ilusión de tantas personas. Entonces, una niña empezó  a cantar y a esta le siguieron más y más hasta que las voces infantiles se elevaron al cielo.

Feliz Navidad Deseamos. Coro de Niños de la Fundación Piedad.

- ¡Vamos! ¡Más alto, chicos! -Gritó Álvaro mientras corría entre los niños haciendo que cantaran más y más fuerte-

Y entonces, sucedió algo. Una espiral dorada envolvió el lugar, era el amor de los niños del mundo que se habían unido para frenar la maldad. Un túnel luminoso se llevó, no solo al falso Santa Claus, también aquella espantosa decoración que nada tenía que ver con la época más bonita del año.

Vieron igualmente cómo algunos personajes atravesaban aquel agujero, sin duda debían ser seres malvados que iban a ser transportados a algún lugar donde seguro, les buscarían algún remedio.

- Mira Candela..., están volviendo a aparecer los árboles de Navidad... - Dijo Álvaro emocionado-

Poco a poco las cosas volvían a la normalidad y los niños se abrazaban felicitándose y deseándose lo mejor para ellos y sus seres queridos. Una vez más, habían demostrado a todos que solo el AMOR  puede salvar el mundo y que los malos, hagan lo que hagan, jamás podrán contra los buenos sentimientos.
Era 23 de diciembre, había llegado la noche y en casa de Candela y Álvaro había un invitado muy especial.
- ¡Prueba este chocolate, Santa! Lo ha hecho la abuela Reme y está..., ¡delicioso! - Dijo Candela ofreciendo a su invitado una taza calentita de la exquisita bebida -
- ¡Si sigo comiendo a este ritmo mañana no voy a caber por ninguna chimenea, puerta o ventana! - Exclamó Papá Noel riendo a carcajadas-
- ¿Tendremos nuestro milagro de Navidad? -Preguntó Álvaro con los ojos encendidos por la curiosidad-
- Por supuesto, pequeño. Habéis sido valientes, buenos y generosos, tenéis el corazón lleno de amor y es ahí donde se produce el milagro. Estad atentos a la noche de Nochebuena, entonces y solo entonces, eso que tanto deseáis comenzará a suceder. Prometo que nada malo ocurrirá  a quienes queréis y que atravesaréis la vida de la mano de aquellos que tanto os quieren. Y ahora....¡Me debéis un abrazo!

Los niños corrieron a abrazar a su amigo especial llenos de felicidad por saber que aquello que ellos y todos deseamos, al fin se hará realidad.
Y así fue como los niños de Córdoba salvaron la Navidad un diciembre del año 2018.


Para mis sobrinos Álvaro y Candela a los que tanto les gusta Papá Noel, para que esta Navidad les traiga todo aquello que merecen ahora y durante toda su vida. ¡Feliz Navidad! ¡Ho, ho, ho!


viernes, 19 de noviembre de 2021

Adriana y la puerta mágica. Reyes en Casa Encantada.

En Casa Encantada estaba todo dispuesto para recibir a los Reyes Magos, el mago Pirú supervisaba personalmente cada una de las estancias para asegurarse de que estarían en orden y preparadas a la llegada de Sus Majestades. ¡Oh, he olvidado deciros que nuestro Pirú es amigo de Melchor, Gaspar y Baltasar!,  y por eso, unos días antes de la noche mágica, los de Oriente pernoctan y descansan en Casa Encantada con todo su séquito y por supuesto, sus camellos.
Esa mañana, la seño Yolanda se llevó a los pequeños a la parte alta de la casa, para que no vieran el ajetreo de pajes y regalos que iba a comenzar de un momento a otro. La lagartija Matilda, estaba encargada de dar aviso a Pirú en cuanto avistara a Sus Majestades, así que se había encaramado en lo más alto del tejado para que no se le escapara nada. Estaba muy nerviosa porque aunque había escrito la carta, bien lo que se dice bien..., pues no se había portado. 
Pirú decidió hacer una ronda más antes de bajar a su laboratorio de magia y cuando entró en el salón se llevó una buena sorpresa. 
Agazapada detrás del árbol, distinguió la figura de una niña que lloraba. ¿Cómo era posible que estuviera allí? ¿No la habría echado en falta la seño Yolanda? El mago se acercó a ella.

- Pequeña..., ¿qué haces aquí tan sola? ¿Y por qué lloras?

La niña alzó los ojos y con una mano se secó las lágrimas.

- Me he perdido, he visto luz aquí y he entrado, pero me estaba comiendo mi merienda y ese ratón me la ha quitado. - Dijo señalando a Bizcocho que se estaba zampando una galleta-
- ¡Bizcocho! ¿Le has quitado esa galleta a la niña? - Preguntó el mago muy enfadado-
- ¡No, no, yo solo la he cogido prestada!

A la pequeña le hizo gracia la excusa y empezó a reírse.

- Bueno, bueno, ya hablaremos tú y yo, ratonzuelo pillo - Le dijo Pirú- Y dinos, jovencita, ¿cómo te llamas? ¿Qué hacías sola por los alrededores de Casa Encantada?
- Me llamo Adriana, aunque mi mamá me llama ratona.

Al mago y al ratón les hizo mucha gracia la contestación.

- Bien,bien, pequeña ratona Adriana, yo soy el mago Pirú y este sinvergonzón ya sabes que es Bizcocho- 

El ratoncillo se acercó a la niña e hizo ademán de devolverle la galleta, pero Adriana le dijo que podía quedársela porque conseguiría más.

- ¡Claro que conseguiremos más! ¡Maaarchando a la cocina! - Ordenó el mago-

Camino a los dominios de Benito Mondanueces y Blasito Comebellotas, Pirú dio un rodeo y fue a hablar con la seño Yolanda.

- Esperadme aquí, chicos. -Dijo el mago mientras cruzaba la puerta de la habitación de juegos-
- ¡Hola Pirú! Todo en orden por aquí, ¿qué tal los demás? - Preguntó la seño-
- Verás, eso quería comentarte, he ido a comprobar que todo estaba en orden por el salón y me he encontrado con una niña. Estaba con Bizcocho.
- ¿Una niña? No he visto a ninguna niña esta mañana.
- Pues está en el pasillo con el ratón, no podemos dejarla sola con el frío que hace afuera, ni siquiera sabemos de dónde viene. ¿Podrías encargarte de ella después de que le demos de merendar?
- Claro que sí, será un placer, Pirú. -Asintió la seño sonriente-

En la cocina se estaba muy bien y además olía de maravilla. Blasito y Benito recibieron a Adriana con frutos secos y un buen tazón de chocolate.

- ¡Ohhh, qué guapa es! - Decía Blasito encaramado en el hombro de la niña que comió tanto que se quedó dormida-
- Chssst, dejemos que descanse, después haremos las preguntas- Dijo Pirú-

La dejaron en una mecedora bien arropada con una mantita. Mientras, el ratón Plumillas se disponía a salir, iba a hacer unas fotos para un reportaje que se publicaría en el periódico Casa Encantada noticias. Estaba nervioso porque tenía que entrevistar a los pajes reales que se encargaban - entre otras  cosas- de recoger las cartas que los niños enviaban a los Reyes Magos. Sin duda, aprovecharía para darle la suya.

- Plumillaaaaas ¿Adónde vas? - Preguntó Matilda desde lo alto del tejado.

- ¡Hola Matilda!, voy a hacer unas fotos.
- ¡Qué feo estás con gafas! Jajajajajaja
- ¡Ya empezamos! La culpa es mía por hacerte caso- Dijo el ratón molesto echando a andar de nuevo-
-¡No te enfades, que es brooooma! ¿Puedo ir contigo?
- ¡No, no puedes! Este reportaje es importante y no puedes venir.
- Anda, ¡mira este qué aires! Pues te meterás en líos porque tú no sabes andar solo por el bosque - Dice la lagartija dándose media vuelta para darle la espalda a Plumillas-
- Lagartija maleducada.... -Susurró el ratón-
- ¡Si no me dejas ir te perderás! ¡No sabes orientarte!
- ¡He dicho que no! No necesito a una lagartija sabelotodo para entrevistar a los pajes.

Las voces despertaron a Adriana que se levantó y fue a mirar por la ventana de la cocina. Blasito y Benito seguían a lo suyo como si nada

- ¿Quién es ese ratón? ¿Y quien le contesta? No veo a nadie más... - Preguntó Adriana-
- Ah, son Plumillas y la lagartija Matilda. Se pasan la vida así, discutiendo, pero luego no pueden estar separados ni una hora. Entre los dos llevan el periódico y la emisora de Casa Encantada, imagínate...¡Un polvorín! - Contestó Benito-
- ¿Qué es un polvorín?
- Un lugar donde se almacenan explosivos. ¡No te digo más!

Adriana rió. Las voces fuera eran cada vez más intensas.

- ¡Plumillas culo de bombilla! - Gritó Matilda-
- ¡Uy, lo que me ha dicho! Pues, ¿sabes? En mi carta a los Reyes Magos había pedido un lazo rosa para tu colita, pero mira lo que hago ahora.

El ratón extrajo de su bolsillo una carta, la abrió y se puso a tachar con un bolígrafo, luego enseñó el papel a la lagartija.

- ¡Mira! ¡Te quedas sin tu regalo! Matilda, burrilda ¡Y ahora me voy!
-¡Quieto ahí, jovencito! - Se escuchó desde otra ventana- Os quiero a Matilda y a ti en la biblioteca ahora mismo.

- ¿Quién es? - Preguntó Adriana.
- La seño Yolanda. Es muy buena y cariñosa, pero estos dos la tienen frita.

En la biblioteca, la seño reñía a Matilda que había sido la causante del alboroto.

- No puedes estar todo el rato chinchando a Plumillas. ¡Ni a nadie! Eres malísima, Matilda, y eso los pajes de los Reyes Magos lo saben. ¿Te quieres quedar sin regalos?

Matilda quería explicar que en realidad no era tan traviesa.



- Me ha dicho culo de bombilla - Dijo el ratón-
- Matilda, ¿eso te parece bonito? Y tú, Plumillas..., eres muy grandecito ya para dejarte manipular por una lagartija, ¿no crees? - Reñía la seño a uno y otro-
- Pero si yo... -Fue a hablar el ratón-
- ¡Tú, nada! Don Leonardo Peinacanas te ha encargado un trabajo, deberías estar ya en el bosque en lugar de pararte a discutir con Matilda. Y en cuanto a usted...., señorita Matilda, te quiero ahora mismo en el tejado sin moverte, si los niños ven algo antes de Reyes, tú serás la responsable.
-¡No es justo! ¡Me dejas aquí mientras él se va de aventuras! ¡Os voy a denunciar al sindigato de Gambita! -Exclamó Matilda disgustada-
- Pero qué poca vergüenza lajartijera tienes... - Dijo la seño- ¡Al tejado! Venga, ¡lagartija vaga! Si os oigo discutir una vez más, me encargaré personalmente de que los Reyes no os traigan ni un regalo. ¿Entendido?
- Entendido - Contestaron ratón y lagartija-

Adriana, Blasito y Benito habían escuchado todo detrás de la puerta, cuando se abrió, se avergonzaron de haber sido pillados cotilleando.

- Vaya, vaya, vaya...¿A quien tenemos aquí? - Preguntó la seño dirigiéndose a la niña-
- Hola..., soy Adriana y estábamos aquí porque ...
- Oh..., no te preocupes, querida. Encantada de conocerte, yo soy la seño Yolanda y estaré encargada de que lo pases muy bien mientras estés con nosotros. ¿Te gustaría conocer las mágicas cosas que suceden aquí?
-¡Siiiiiii! -Blasito y Benito contestaron por la niña.
- Bueno, pues en marcha, pero antes.... ¡Matilda! ¿Puedes venir?

La lagartija asomó su graciosa cara y a Adriana le pareció divertidísima. La seño encargó al travieso reptil, que llevara a la niña al cuarto de juegos y luego volviera al tejado. Camino de la habitación mágica, Adriana se dio cuenta de que en el pasillo  había una puerta distinta a las demás.

- ¿Y esa puerta? ¿Por qué tiene una forma y un color distinto al resto?

- Es una puerta mágica. Pirú no quiere que la atravesemos porque solo un mago tiene poder para controlar las fuerzas que hay tras ella.
- ¿Y si nos asomamos un poquito? Abrirla un poquitito nada más... - Suplicó Adriana con cara de ángel-
- Tu mamá te llama ratona, me han dicho..., No me extraña, ¡eres igual de lianta que ellos!

La curiosidad era una de las debilidades de Matilda que miró a un lado y otro del pasillo y finalmente, se colgó del picaporte e hizo que la puerta se abriera dos dedos. Adriana echó un vistazo al exterior y vio una enorme pradera salpicada de animales. No parecía hacer frío allí y tampoco parecía que hubiera nada peligroso. La lagartija se colocó en su hombro de un salto.

- ¿Y si entramos? - Preguntó la niña-
- No sé, Adriana..., Pirú se va a enfadar y están en juego mis regalos de Reyes.
- Eres una cobardica.
- ¿Cobardica yo? Ahora verás.

Matilda se plantó en medio del prado en menos que se dice miau.

- ¿Quién es ahora la cobardica?

Adriana entró y nada más hacerlo, la puerta se cerró.

- Oh...Mal asunto - Dijo la lagartija-
- No digas tonterías, solo tenemos que abrirla y volveremos a la casa.
- Aquí nada es como parece, querida niña...

Matilda estaba en lo cierto, cuando intentaron abrir la puerta, esta no se movió.

- ¿Estamos atrapadas?
- Eso parece - Contestó la lagartija- Hay que buscar el modo de salir de aquí antes de que nos echen en falta o se va a liar muy gorda.

Vieron un camino por el que iba un gracioso conejo saltando y recogiendo florecillas, nada allí parecía encerrar peligro así que decidieron seguir al animal a una distancia prudencial. No se dieron cuenta de que a medida que caminaban, el cielo se oscurecía.

En la casa, la seño Yolanda seguía esperando a que lagartija y niña aparecieran en el cuarto de juegos; su instinto le decía que algo no iba bien, así que llamó a Pirú.

- No lo entiendo, hace más de media hora que estuve con las dos, ya deberían estar aquí - Dijo la seño-
- Tratándose de esa lagartija desobediente, cualquier cosa puede pasar. Preguntemos a Benito y Blasito, estaban con Adriana antes de que Matilda se encargara de llevarla a la habitación mágica.

Pero los ratones no sabían nada, habían dejado a la niña con la lagartija y volvieron a la cocina. Estaba claro que les habían perdido la pista. Mientras, detrás de la puerta mágica...

- ¡Mira, Matilda! ¡Son mis hermanas!

Bajo un árbol, dos niñas tocaban una hermosa melodía desconocida para Adriana. Beatriz al violín y Patricia al piano, no parecían percatarse de la presencia de su hermana pequeña.

- Espera.., no te acerques. No creo que sean ellas, parece un hechizo - Dijo la lagartija sujetando a su amiga por el calcetín-
- Pero..., son Beatriz y Patricia...
- No, no lo son, ellas están en tu casa.

Rodearon el árbol y al alejarse, vieron como la imagen se desvanecía.

- ¿Lo ves? No eran tus hermanas.
- Tengo miedo, Matilda... -Balbuceó la niña-
- Tranquila pequeña, conmigo no te pasará nada.

Pero Matilda había olvidado su arco y su carcaj y lo que era mucho peor: la flor de Sandáe, aquella que le permitía comunicarse con Pirú en caso de apuros.
En Casa Encantada la preocupación crecía a medida que pasaban las horas. Plumillas había regresado y Pirú preguntó si sabía algo de las desaparecidas, pero él solo había visto a los pajes reales.

- Podemos pedir ayuda a los pajes -Propuso Plumillas-
- No sé..., no sé si es buena idea - Dijo la seño Yolanda- Si esto es una trastada y tan cerca de la noche de Reyes....
- ¿No habrán cruzado la puerta prohibida? - Preguntó don Leonardo Peinacanas.
- Espero que no - Contestó Pirú- Matilda le tiene miedo a esa puerta, como todos los habitantes de esta casa, no creo que se atreva.
- Yo no estaría tan seguro - Apuntó Plumillas- ¿Qué hay detrás exactamente?
- Es un mundo mental. Todo lo que ves está solo en tu mente.
- Entonces Matilda solo verá cosméticos, le chiflan los pintalabios.. - Dijo el ratón con una media sonrisa-
- También verán sus miedos y estos crecerán si ellas creen que son reales. Esos miedos son peligrosos porque harán que se pierdan para siempre detrás de la puerta. - Aclaró el mago-

Mientras los habitantes de Casa Encantada se preocupaban de Matilda y Adriana, estas atravesaban un bosque cada vez más oscuro, silencioso y vacío. El miedo a la soledad se estaba materializando.

- Este lugar no me gusta nada - Dijo Matilda que se había encaramado en el hombro de la niña- Está demasiado silencioso y es muy oscuro, es mejor que regresemos.

Pero el camino que habían traído, había desaparecido tras la oscuridad. Estaban perdidas y asustadas.

- Es culpa mía, nunca debimos cruzar la puerta - Sollozó Adriana-
-Tranquila, era cuestión de tiempo que yo lo hubiera hecho acompañada del insustancial de Plumillas.

Adriana sonrió y un haz de luz se hizo sobre sus cabezas.

- ¿Has visto eso? Tu sonrisa ha hecho que se desvanezca la oscuridad.
- Es verdad...
- ¡Piensa cosas bonitas! Saldremos de aquí con buenos pensamientos - Aseguró Matilda-

De repente, el camino volvió a estar visible, de fondo se avistó lo que parecía un gran teatro de piedra.

- Pero... ¿Qué es eso? - Preguntó Matilda.
- Es ... ¡el teatro romano de Mérida! - Exclamó Adriana sorprendida- Y el señor que se ve allí es mi papá. ¡Papá! ¡Papá!

La niña corrió hacia el lugar, pero la lagartija la detuvo de nuevo.

- ¿Sabes? Mi papá es el gerente del Festival de Teatro de Mérida, él sabrá cómo sacarnos de  aquí.
- ¡No es real, Adriana!, él no está ahí y no podemos desviarnos del camino porque no sabemos qué significa tu visión - Dijo la lagartija-
- Pero..., es él... ¡Es papá!

De nuevo las lágrimas en el rostro de la niña y de nuevo la oscuridad. Las piedras, los actores..., todo se desvaneció y la tristeza y soledad volvió a sentirse en el bosque, esta vez, con más pesadez.
Al cabo de un rato, Matilda tuvo una idea.

- ¿Qué te parece si pensamos en los Reyes Magos? Tal vez su magia pueda sacarnos de este lugar.

En Casa Encantada, tras mucho deliberar habían aceptado la propuesta de Plumillas y en lugar de abrir la puerta mágica, fueron a buscar a los Reyes Magos para contarles lo que había pasado. La seño Yolanda estaba muy nerviosa porque era la primera vez que vería a Sus Majestades y eso..., era muy emocionante.
Llegaron al bosque ya de noche y unas carpas iluminadas indicaron el lugar exacto donde los Reyes de Oriente descansaban. Pirú apretó el paso e hizo que todos le siguieran.


- ¡Alto! ¡No pueden pasar!

Un paje altísimo les cerró el paso, pero Plumillas reconoció a Nathanael, uno de los servidores reales que había entrevistado.

- ¡Plumillas, eres tú! - Exclamó el paje sonriente-
- Sí, amigo, tenemos un problema y queremos hablar con Sus Majestades.
- Sabéis que eso no es posible.
- Soy el mago Pirú, un viejo amigo de Melchor, Gaspar y Baltasar, por favor, ¿querrías avisar a Sus Majestades de mi visita?

El paje se quedó pensativo, pero ante la insistencia de Plumillas, cedió. Al cabo de un rato, caminaban entre las tiendas, al fin se detuvieron en la del medio. Cuando el mago descorrió la cortina..., Sus Majestades estaban sentados en sus tronos dorados, esperando a los visitantes con una enorme sonrisa colgada de en sus rostros.

- ¡Querido Pirú! - Melchor se levantó y estrechó al mago en sus brazos, acto seguido, lo hicieron Gaspar y Baltasar.

La seño Yolanda no daba crédito, no paraba de mirar a un lado y a otro sorprendidísima: ¡Iba a conocer a los Reyes Magos!.
Pirú hizo las presentaciones y Don Leonardo, Plumillas y la seño, saludaron a los reales personajes. En un momento, pajes salidos de todas partes colocaron una mesa y cómodos sillones para los visitantes. El chocolate y los dulces inundaron la estancia y también la conversación.

- Y bien.., ¿qué os trae aquí que no pueda esperar a la noche mágica? - Preguntó Baltasar-
- Nuestra amiga Matilda y la niña Adriana han desaparecido, tenemos serias sospechas de que han atravesado la puerta mágica de Casa Encantada. - Habló Pirú-
- Comprendo - Contestó Baltasar muy preocupado- Esa puerta da paso a un mundo que refleja sus deseos y sus miedos... Los humanos estáis muy acostumbrados a temer en lugar de amar, espero que el corazón de Adriana albergue más amor que miedos.
- Necesitamos su ayuda, Majestad - Dijo la seño en tono de súplica-
- Y la tendréis - Contestó Baltasar- No podemos dejar que el miedo venza el corazón de una niña.
- No olviden a Matilda... - Susurró Plumillas-
- Por supuesto que no, aunque luego tendremos unas palabras con vosotros, jovencito.... - Dijo Melchor apuntando al ratón con su enguantado dedo-

Mientras, en el bosque oscuro, Matilda y Adriana intentaban pensar en los Reyes Magos, pero de repente, algo enorme y rojizo apareció en el cielo.

- ¡Un dragón! ¡Corre Adriana!
- ¡Matilda, no puedes tener miedo de un dragón! ¡Es un reptil como tú!
- ¡Síííííiiiííií! ¡Pero este fuma y tiene muy malas ideas!

A la niña le hizo mucha gracia aquello. No podía ser que una lagartija tuviera miedo de un hermano mayor, aunque escupiera fuego. Comenzó a reír a carcajadas.

- ¡No te rías! ¡Te chamuscará el pelo si te pilla! - Exclamó la lagartija-
- ¡Eres una cagona! Jajajajajajajja.

Al final, Matilda se contagió de la risa y el dragón desapareció, el bosque comenzó a abrirse y a lo lejos distinguieron unas figuras conocidas....

- ¡Sigue riendo Adriana! ¡Mira! ¡Los Reyes Magos!

Sus Majestades se acercaron poco a poco, a la niña le temblaba todo, no podía creer que fuera a conocer a aquellos que cada año repartían felicidad a los niños. Tras ellos también venían Pirú, don Leonardo, la seño Yolanda y Plumillas.

- Uy..., esto va a acabar regular - Dijo la lagartija escondiéndose en un bolsillo del vestido de Adriana-
- Sal de ahí, ¡lagartija lianta! - Gritó Pirú-

Adriana no cabía en sí de felicidad, ¡tenía frente a ella a Melchor, Gaspar y Baltasar! Gaspar bajó de su camello y se acercó  a la pequeña.

- Así que tú eres Adriana... ¿Sabes que me han llegado muy buenas noticias sobre ti? - Dijo el rey hincando una rodilla en tierra y poniéndose a la altura de la niña-
- Yo..., bueno, he intentado portarme bien.
- Sabemos que ha habido alguna trastada, pero, ¿sabes?,  por algo somos mágicos, tenemos el poder de borrar esa trastada y que nadie sepa jamás lo que ocurrió.
- ¿En serio? - Preguntó Matilda saliendo del bolsillo-
- ¡Ohhhh! ¡Apareció Matilda! - Exclamó Melchor que junto a Baltasar, había descabalgado y estaba junto a la pareja aventurera- Gaspar ha dicho "alguna trastada", tú eres la trastada hecha lagartija.

Matilda bajó la cabeza un tanto triste.

- ¡Oh, Majestad!, Matilda es buena, en realidad la culpa de que estemos aquí es mía y no de ella, yo la convencí - Aclaró Adriana-
- Tienes un corazón muy noble - Habló Baltasar- Por eso has podido vernos. Hay mucho amor en tu interior, pequeña, eso hace que la magia habite en ti y que todos los que te rodean se beneficien de la presencia de un ser muy especial. Matilda ha tenido mucha suerte de ser tu amiga.


De repente, una cortina de estrellas bajó del cielo y envolvió a todos.

Adriana despertó en una cama desconocida, seguía en Casa Encantada y a su lado, la pequeña Matilda vigilaba cada uno de sus movimientos.

- Hola..., -Sonrió la niña al ver a su amiga-
- ¡Al fin despertó! - Exclamó Pirú aplaudiendo.
- Después de la aventura has dormido dos días, hoy es 5 de enero, Adriana. - Le habló la lagartija-
- Entonces..., ¿no ha sido un sueño? - Preguntó la niña-
- Claro que no, todo ha sido muy real - Le aclaró Matilda-

Después de una buena merienda, Pirú llevó a la niña hasta el salón, allí le aguardaba una grata sorpresa. Junto al árbol: Beatriz y Patricia tocaban "Ya vienen los Reyes Magos" y sus papás aguardaban sonrientes con el chelo que ella sabía tocar tan bien.

- ¡Oh, Pirú! ¡Esto sí que es una sorpresa! - Exclamó Adriana abrazando al mago-
- ¡Vamos pequeña! ¡Tus hermanas esperan!

Tocaron casi toda la tarde, entre tanto, Matilda se dedicó a perseguir al papá de Adriana para pedirle un papel de actriz en el Festival de Teatro.

- ¡Por favor, qué lagartija más pesada! ¡Que yo no doy ningún papel!- Exclamó Pedro intentando zafarse del reptil-
- ¡Plumillaaaaas! - Exclamó Matilda- Estás ante la próxima ganadora del Óscar a la mejor actriz, pero no te voy a dar la exclusiva, ¡por petardo!

La noche mágica llegó y los habitantes de Casa Encantada fueron a dormir. Adriana se asomó a su ventana y pudo distinguir a Sus Majestades, sabía que todas las personas que quería tendrían buenos regalos porque ella, que era buena y especial, les había enviado mucho amor y eso..., tiene su recompensa.

Al día siguiente, Matilda tuvo no uno, sino dos lazos preciosos para su colita y Plumillas un bonito juego de plumas estilográficas que su amiga había pedido para él. La seño Yolanda tenía una pizarra nueva para los chicos y una caja mágica que solo ella sabe qué contiene. Para don Leonardo, un bonito bastón, para Bizcocho una enorme caja de dulces y así muchos regalos para todos y cada uno de los habitantes de la casa más mágica del Guadiato.  Pocos saben que unos días antes de la noche mágica, alberga a los tres magos más especiales del Universo.

Este cuento va dedicado a la pequeña Adriana, la niña-ratona más valiente y mágica que he conocido jamás.
¡Felices Reyes a todos!

domingo, 17 de octubre de 2021

EL TIEMPO DESNUDO.



El otoño es como una mujer desnuda a la que solo quedan los labios rojos. Pronto, también caerán, cuando la sangre baje de la boca a los pies y el invierno la encuentre muerta de frío.
Sí, el otoño es un espejismo, una burla, un engaño. La puerta a la tragedia de los bosques deshojados. Ahora, como íntimo anhelo, deja huellas de color en el suelo, como los labios dejan besos sublimes en la piel del enamorado. Besos errantes donde palpita un amor que engendra agonía, pero que se aferra ardiente a sus últimas horas. Después frío, dedos cárdenos que escriben poemas cortos, tal vez de amor y no siempre tristes. Letras que sacudirán el alma hasta la próxima primavera.
¿Estáis dispuestos para el otoño?

Sierra de Gredos. Fotografía de mi amigo Manolo Rubio.

lunes, 13 de septiembre de 2021

ANTES QUE EL OTOÑO.


El otoño llega a media voz, sopla y lanza al viento versos que llenan el aire de cicatrices. Aletea la tarde distraída entre las hojas que bailan y la música que acuchilla el aburrimiento.
El sol hoy es un desdichado, ha perdido el oro en disputas del cielo y ahora llueve. Llueve sobre caminos secos y pastos color de los cirios que malogrados se mecen entre las sombras.
Se apaga el verano y el agua sale al encuentro de las tierras agrietadas por la sed, con los pechos resecos que esperan de nuevo el milagro de la abundancia. Empapando la cabellera de los árboles que cumplieron un año más las condenas del sol. Es el sur, el que destierra el sueño nocturno, el que gotea de besos el insomnio de los enamorados. Es el sol, la luz, el sudor.
Hoy, se apaga el fuego que arderá tantas veces como dure nuestra propia vida y soportemos a ese farsante con talento que llaman frío. Algunos, lo llaman invierno.
Sentaos, abrid un libro. Silencio.